Partida Rol por web

 Con cuidado, bebí despacio la poción, por si estuviera demasiado caliente. La verdad es que tenía razón, de querer hacerme daño, podría haberlo hecho antes de despertar. Supongo que llevo demasiado tiempo escondiéndome del Imperio como para aprende a confiar facilmente...

En cuanto te bebiste aquel líquido tu lengua y paladar experimentaron una rápida sensación angustiosa, pues el líquido negruzco era denso y muy amargo. Sin embargo, a los pocos segundos, una sensación de tranquilidad recorrio tu cuerpo. No se te quitó el dolor de cabeza, pero sí te sentiste algo mejor.

En esos momentos una extraña figura apareció tras la cortinilla. Era un ser blanquecino huesudo y hecho prácticamente de pellejo. Sus extremidades eran largas, pero no más (por lo que veías entre sus ropajes) que su cuello, que era extremadamente extenso. No habías visto ese tipo de criatura en tu vida, aunque debía ser civilizado.

¿Porqué? -fue lo único que alcanzó a decirte, sin ni siquiera saludarte o interesarse por tí. Su voz era áspera y ronca-.

 Miré fijamente al desconocido, antes de responder, con tono serio:

 - La Fuerza me mando una serie de visiones que me trajeron hasta aquí. Me llamo Gaheris Agathon, antiguo Padawan de la Orden Jedi y me parece que he venido a completar mi entrenamiento...

Cuando te presentaste, Dasis sonrió brevemente, por un instante. Era esa sonrisa de alguien que escucha a otra persona al referirse a algo que ni siquiera sabe; no tenía en sus ojos soberbia, sino paz y afecto.

¿Porqué...? -repitió como si tu nombre y tus razones las supiera de antemano- ¿Porqué no los mataste? Ellos te iban a robar. Si hubieses estado sólo... dime, sinceramente: ¿hubieras blandido el laser?

 - No me gusta matar sin necesidad. - Respondí. - No puedo responder sinceramente lo que hubiera hecho de encontrarme en la situación que describes, porque nunca sabes que puede ocurrir en una situación así, pero hubiera tratado de neutralizarlos sin matarlos en primer lugar. De todas maneras, vi una manera de hacerlo sin sacar mi arma y la utilicé.

El tipo asentía, escuchándote con interés.

Te advierto jóven -respondió-, que yo  no soy un gran maestro, y mis conocimientos son limitados. Aunque tal vez ello puede ser una ventaja para tu propia seguridad. -luego caminó por la sala, hasta quedarse de espaldas a tí mientras miraba por la ventan natural de la habitación-cueva. Este planeta, tan alejado de todo, y en apariencia tan abandonado de civilización, guarda en su interior una enorme y extensa forma de vida. Aquí, la Fuerza está presente en un grado superior a lo normal, lo que crea una especie de escudo que evita que otros conocedores de las disciplinas Jedi puedan detectarnos.

Antiguo padawan has dicho ser... uhmm... -se giró, y ahora te miró, con sus manos entrelazadas-. La Fuerza, como toda forma de energía, posee dos polaridades. Dos impulsos contrarios, cada uno empujando hacia su propio camino, aunque al mismo tiempo unidos entre sí. A veces es confuso averiguar cuál es cual, pero un Jedi centrado puede reconocerlo fácilmente. Ahora debes descansar. Éste es mi hogar en este monte. Si aún sigues con tu decisión, mañana comenzaremos... el final de tu adiestramiento -señaló-.

Y se giró entonces, marchándose de la habitacion. Sus ropas se movían, y en uno de los bamboleos, creíste ver un arma sujeto a su cinturón, aunque no lo tuviste claro.

Fue en esos momentos cuando tu comunicador comenzó a pitar. Era R2.

¡¡Jefe, jefe!! ¿Dónde estás? Sé que puedes oirme, la nave posee alcance a tu comunicador. -decía el pequeño R2-.

 Preocupado, respondí con mi comunicador a la llamada del droide:

 - Aquí estoy R2, ¿ocurre algo?. ¿Te encuentras bien?.

Entonces, lo oiste. Tus escáneres internos te alertaron en seguida. La nave estaba en modo ahorro, y tú te habías "despertado" de ese letargo de suspensión porque tu sensor principal te había advertido. Un chirrido similar al de una máquina oxidada restallando sobre otro metal. Luego giraste tu cabeza, aún en tu puesto de "copiloto", y notaste alguna sobra casi imperceptible. Algo te estaba acechando, a tí y al caza de tu amo. Gaheris te respondía por el comunicador, pero apagaste la conexión, pues querías ser sigiloso y cauteloso. Mirabas "de reojo" con tu visor principal la zona más próxima de árboles... ¿Qué había allí?

No conseguiste advertir qué diantres había allí, entre la maleza. Los árboles en las alturas se movían. Aquellos troncos debían soportar el peso de la grandes hojas y ramajes, y sus copas estaban alborotadas. Eso vió tu sensor principal. Acto seguido, un gran lagarto alado, de los de la bandada anterior, salió al paso. Debió quedar rezagado, o tal vez debió quedarse a cuidar los huevos de su nido. El caso es que apareció de entre las alturas justo delante de tí y la nave, aleteando con fuerza.

Un chillido terrorífico y muy agudo fue emitido por su garganta. Si tu amo estaba cerca, seguramente debió haberlo oído, ¡¡YIAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

Finalmente, tras batir las alas y colocar el cuerpo recto, cargó contra nave, intentando picotearte.

Elevaste la nave con ciertos problemas, pues la amenaza de aquel batir de alas extendidas y alargadas suponia una alerta constante en tus sensores. El caza despegó dando ciertos tumbos, mientras que el lagarto alado avanzó aquellos pocos metros hacia tí, y con su enorme pico hizo un severo agujero en el morro del mismo. Acto seguido, cuando vió la luces emitidas por los tubos externos de reaccion y el sonido del motor, éste huyó desbandado. Te había confundido con una presa, pero había dejado la nave dañada, aunque todavía servible.

Dasis te observó mirando el comunicador. La señal de R2 había desaparecido.

¿Y bien? ¿Quieres recomenzar tu adiestramiento? -te decía-.

 Asentí antes de responder:

 - Más que nada, Maestro...

 Me detuve a media frase, cuando me dí cuenta de que todavía no conocía el nombre de mi nuevo maestro.

No hace falta, ya lo sabes -una palabra resonó en tu mente-. Supiste que se llamaba Dasis Iteteon,y desde ahora, que ibas a estar bajo su tutela, "el maestro Dasis". El maestro te dijo que ese día descansarías por completo en esa cueva (sin salir al exterior para vaciar tu mente como una tábula rasa y así poder crear una base limpia de nuevos conocimientos de la Fuerza) Fue entonces cuando el comunicador volvió a emitir pulso. Era R2.

Jefe. Problemas con una de las criaturas voladoras nativas. Ha causado daños en la nave. No es grave todavía -añadió-. He aterrizado la nave en una posición... superior a las cuevas, en un hueco casi en la cumbre de este monte. No parece haber peligro. ¿Se encuentra bien?

 - Si, he encontrado lo que buscaba... - Le respondí a mi amigo. - ... ¿Puedes reparar los desperfectos?. Algo me dice que vamos a quedarnos un tiempo por aquí, así que te va a sobrar tiempo.

R2 te repondió, antes de cortar la comunicación, que lo intentaría, pues primero tendría que evaluar los daños (por si sólo fuera un problema de abolladura, aunque él lo dudaba). Tras ello, tuviste que estar en aquella cueva-habitación durante el día completo. El maestro Dasis sólo se acercaba para darte comida, y aunque no estabas cómo allí, te aburrías un poco. Tras haber salido de las ciudades subterráneas y heladas de Csilla ahora habías "caído" en las alturas internas y calurosas de Tarrestnom. Aquellos extremos te parecían similares al Imperio y la Alianza Rebelde. Y tú estabas en medio, siendo un padawan de la Fuerza.

* * *

Tras dormir plácidamente, la luz del día te despertó, entrando por un hueco dispuesto al este y que hacía que quien durmiera en aquel colchón fuera el blanco de los rayos solares. Al despertar te asustaste un poco, pues el maestro Dasis estaba delante de tí, tan largo y alto, y aún recostado te incorporaste un poco.

Tu entrenamiento comienza aquí -dijo secamente, entrelazando las manos, sin dejar que aún te levantaras-. ¿Quién eres? ¿porqué has venido a completar tu entrenamiento? Se que alguna vez sientes el lado de la oscuridad en tu interior. ¿Por eso estás aquí? ¿Por eso has venido? ¿A purgarlos? -no recordabas que el maestro Dasis hablara tanto el día anterior, y tan fervientemente-. Pues medita. Medita. Sólo así se habrán de purgar. Cuando estés libre de todo mal tus poderes... aumentarán.