Partida Rol por web

Cuando aterrizaron en la plataforma, kath bajó junto a sus compañeros. sabía que tenía que seguir con las reparaciones, pero tenía que hablar con los del hangar por si reparaban algo y de paso cargaban combustible; porque además tenía que comprar un par de piezas más para que la nave quedara perfecta; y porque quería ver lo que pasaba ya que había unos soldados esperando la llegada comandados por un humano de aspecto frío y viejo.

Nada más poner un pie a tierra el tipo se acercó y habló con Yakoo pidiendo que le dijera cuál de nosotros era el pasajero especial 

-¿Habla con Yakoo y no con Ree? y lo peor de todo ¿no saben quién es Ree?...esto no me gusta... se está pareciendo al nido de vívoras que creímos que eran unos simples rebeldes -pensó la ingeniero mirando a todos en especial a la twi´lek. No sabía si podía leer su mente pero estaba esperanzada en que sí lo hubiera hecho, pues como de costumbre la cara y expresión de Kath era como la de una estatua de mármol.

Maldita la gana que tenía de bajar de la Lightsaber, por dos principales motivos: a saber, el primero de ellos, posible tormenta de disparos de aquí para allá, y ya había tenido demasiado de eso en este "trabajito sencillo de llevar carga y pasaje", y segundo, y más terrorífico, en su mente se estaba formando la idea de una horda de hembras sullustanas en edad reproductiva, tirando a arroz a punto de pasarse, vestidas todas de blanco y con ramos en la mano, lanzadas a por el primer soltero de su raza que encontrasen...

-"¡¡.. Maldita zorra jedi, que me ha metido imágenes terroríficas en la cabeza, con sus sucias artes ablandaseseras!!!" -Pensó.

Tres segundos después, se dió cuenta de que Ree podría estar leyéndole la mente, así que, empezó a imaginarse a Kath desnuda, pero con el cuerpo de un Hutt...

-"¿A que jode????, hala, a la mierda el sex-appeal, por si estás metida en mi mente ahora mismo."

Lo siguiente que se imagínó es que estaba plantando un pino, pero tuvo que dejarlo por temor a cagarse  encima de verdad, pues estaba aplicando demasiado entusiasmo. El caso es que, con la tontería, se le había ido la paranoia de las 100 novias sullustanas. Echó un vistazo desde la cabina, y ahí seguían esos, hablando....

Y la nave consiguió despegar, parecía un milagro pero las reparaciones habían sido suficientes como para que la Lightsaber volviese a alzar el vuelo hacia las estrellas, aún quería luchas y seguir ofreciéndonos su servicio, aquella nave era especial, había presenciado la unión de Yakoo y la mía, era la tercera en discordia, pero a la vez nos volvía a salvar la vida. El viaje hasta aquel planeta fue tranquilo, pero al entrar en su atmósfera ya nos vimos perseguidos por la seguridad de la ciudad, así que no tuvimos más remedio que seguirles la corriente-Odio éstas escoltas..-mascullé mirando las pequeñas naves que nos flanqueaban mientras rodeaba la cintura de Yakoo con mi brazo. Aquellas pequeñas naves nos llevaron a una plataforma de aterrizaje asignada por ellos y mientras tanto terminamos por conseguir ocultar la mercancía de forma exitosa tras los compartimentos blindados para el contrabando.

Yakoo se encargó de comunicar el por qué de nuestra presencia allí para que luego Hobo soltase una de sus coñas, a la que medio sonreí, pues aquella situación me estaba manteniendo en tensión más de lo habitual, quizás era porque nuestra muerte podía estar próxima o más concretamente que la vida de mi amada corriese peligro, pero debía de mantenerme tranquilo como decenas de veces había hecho antes. Una vez aterrizamos llegaron una comitiva de soldados junto con un anciano que parecía ser importante cosa que terminó confesando al presentarse, podría haber intervenido en ese instante, pero Yakoo era la capitana, ella era la que había iniciado el contacto con las naves que nos escoltaron así que lo más correcto era dejar que ella inicase la negociación, yo era bueno, pero Yakoo era mejor, debía de reconocerlo, así que la miré de reojo y esperé en una pose desenfadada pero alerta listo para hacer uso del bláster si fuera necesario.

- Gobernador Larkin. Soy Yakootah. La capitana de la Lightsaber. No era necesario que viniese usted en persona, puesto que... no se exactamente a quien viene a ver la pasajera que traemos. - Vale, viene a ponerse en contacto con el Consejo Jedi ese, pero no lo iba a desvelar y menos aún a quien no conocía ni sabía de que lado estaba... si es que estaba de algún lado.

- Ella conoce perfectamente el lugar... - O eso tengo entendido. - Nosotros, mi tripulación y yo, no precisamos abandonar esta zona, si eso les preocupa y solo necesitaríamos algunas piezas para reparar la nave mientras que Ree cumple su... cometido... o lo que deba hacer aquí.

Miré hacia atrás, esperaba que la twi'lek estuviese allí ya y tomase la palabra. A fin de cuentas era su territorio y yo no tenía mucho más que hacer o decir allí.

Salí la última, pero me abrí paso entre el grupo hasta situarme al lado de Yakoo.

Gobernador Larkin, soy Ree Aloora, Lady Jedi, y actuó en nombre del Consejo Jedi. Creo que le avisaron de mi llegada. Con ayuda de esta nave hemos conseguido acabar con un grupo que se hacía considerar rebelde y que conspiraba contra su gobierno, pero en realidad, la profundidad de su traición va mucho más allá, así que debo hablar urgentemente con el Consejo para transmitirle una información de vital importancia. Estoy segura de que me ayudará a hacerlo.

Miré a mi alrededor. Todos habían estado estupendamente y no solo porque se defendiesen unos a otros, sino porque habían actuado como un equipo. Me sentía muy orgullosa de formar parte de ellos y esperaba... seguir haciéndolo.

Después, volví a concentrarme en Larkin.

Larkin no pareció ponerse nervioso, sino que actuó con la misma seriedad en todo momento.

-En efecto, me advirtieron de que enviarían a alguien para solucionar nuestro problema, y veo que ya lo han conseguido. Se lo agradezco de corazón. Si quieren seguirme, le daremos todo lo que necesiten.

Acto seguido, se giró y empezó a caminar por la plataforma para entrar en el edificio principal.

El gobernador os llevó a través de un enorme edificio que parecía más una cámara de representantes que otra cosa, pero finalmente, os condujo hasta un despacho, el suyo, en el que había una terminal de ordenador y un escritorio. Cerró la puerta y tomó asiento tras el escritorio.

-Lady Alora, puede usar mi sistema de comunicaciones. Señores, si me dicen qué quieren, le diré a mi gente que se los entregue sin pérdida de tiempo. Además, tienen a todos mis mecánicos a su disposición.

El hombre parecía completamente honesto en cuanto a su ofrecimiento y Ree se dirigió hacia la consola sin perder tiempo.

Venciendo sus miedos, Hobo se unió al grupo en su visita al complejo gubernamental; en parte, porque temía que los mecánicos que pudiesen entrar a arreglar cosillas de la nave, fuesen precisamente sullustanas y quisiesen hacerle una encerrona... "Mierda Hobo, quítate esas mierdas de la cabeza, joer..." ,pensó, y de este modo fué con el resto del grupo.

Prefirió quedarse calladito, haciéndose un poco el lelo -no se le daba mal-, que para negociar y hablar, había gente más ducha para el tema; estaba tranquilo, en el sentido de que eran unos simples contrabandistas que no se habían metido en ningún jaleo (eso quería pensar él).

Lo que sí le pareció es que el Gobernador Larkin era un tipo bastante amable y servicial... ojalá todos los políticos tuviesen ese talante...

Con un asentimiento de cabeza, me fui directamente hacia la consola y programé las coordenadas de Coruscant. Acto seguido, una imagen más que conocida apareció a mi lado.

-Ya era hora, Lady Alora. Empezábamos a estar preocupados -dijo el Maestro Windu en cuanto apareció.

-Lo lamento mucho, Maestro Windu, pero hemos tenido más dificultades de las esperadas. Sin embargo, he conseguido averiguar algo de especial importancia. El grupo rebelde era solo una tapadera para crear conflictos en esta región del espacio. Ignoro con qué fines, pero descubrí al líder de los mismos recibiendo órdenes del Senador Damus Sardum... y un Lord Sith a quien no logré identificar.

El rostro de Windu se ensombreció un instante.

-Esas son malas noticias, sin duda. Sospechábamos de la participación del Senador Sardum en actividades ilegales, pero no que estuviese conspirando contra los Jedi.

A su lado, apareció otra figura reconocible.

-Al encuentro del Senador deberá ir, Lady Aloora, para la conspiración descubrir.

-Pero no sé en donde se encuentra el Senador... -empecé a decir, pero el Maestro Windu me interrumpió.

-El senador se encuentra en Kalimes, su planeta natal. Informó al Consejo y al Senado de que tenía asuntos internos que resolver durante los próximos días. Así que ese debe ser su siguiente paso.

-Entendido, maestro. Hay... otra cuestión. La nave en la que viajo... su tripulación, ha colaborado activamente en esta misión. Para proteger sus vidas, igual que han hecho con la mía, deben vender la mercancía que llevan, la cual iba destinada a los rebeldes. Les he dicho que nosotros podríamos compensarles económicamente a cambio de la misma. También creo que su participación debería ser reconocida por el Consejo.

El Maestro Windu dudó un instante, pero el Maestro Yoda intervino.

-Su mercancía será comprada y destruida. Si la paz encontrar queremos, todas las armas desaparecer deben.  Si la participación de esa tripulación conveniente ha sido, anotado será que bajo la protección del Consejo Jedi están y que bajo ningún concepto hacérsele daño debe.

Sonreí, aliviada.

-Gracias, Maestro. 

Pero Yoda no había terminado. Antes de que la imagen de ambos caballeros Jedi desapareciesen, le dio una última advertencia.

-Mucho cuidado debe tener, Lady Aloora. El lado oscuro ganando fuerza está. Si encontrara al caballero Sith, enfrentarse a él debería para con la amenaza acabar. Siempre recordar debe aquello por lo que lucha.

Asentí con la cabeza y una vez se cerró la comunicación, me volví hacia el resto.

-Bueno, asunto solucionado. Gracias, Gobernador Larkin -le dije, antes de acercarme a Yakoo y su tripulación -. Me vendría bien un transporte hacia Kalimes. ¿Cuánto cuesta el billete?

Sonreí. En verdad esperaba que ellos me llevasen, pero no como si fuese una simple pasajera. Además, ahora esatban técnicamente bajo las órdenes del Consejo Jedi.

Al escuchar al gobernador Larkin sobre qué es lo que la nave necesitaba, Kath dio un paso al frente y tomó la palabra.

-Si me lo permite, gobernador -dijo educadamente pero en su típico tono frío y sin emociones-. Estoy al cargo de las reparaciones de la nave. Yo hablaré con sus mecánicos para decirles lo que tienen que reparar y qué es lo que necesitamos en cuestión de piezas nuevas.

AL mente de la khil comenzaba a calcular las piezas y las reparaciones que se debñían hacer para que la nave estuviera en su punto. Además, al escuhar la oferta que el gobernador les había lanzado, kath pensó que tal vez colasen varios sistemas y armamento suplementario que ponerle a la Lightsaber. No tenían porqué saber que no estaban si podían decir que se los "habían robado", que era muy plausible.

Pero kath sabía que lo de la Lightsaber era una empresa bastante grande, por lo que si querían moverse y que la nave se reparara, pusiera a punto y se le colocaran piezas extra, pasarían varias semanas de intenso trabajo, por lo que necesitarían otra nave para ir al siquiente punto de su "agenta". Y eso se lo hizo saber a los demás.

-Si queremos movernos ahora mismo necesitaremos otra nave para desplazarnos -comenzó diciendo-. Si el gobernador tiene a bien en prestarnos una mientras la nuestra es reparada, podríamos realizar las dos cosas a la vez -aseveró la khil, mierando también al gobernador para ponerle un un brete.

-Y, por si no lo tenías claro -dijo girándose y mirando directemente a Ree-, yo voy donde tú vayas.

Luego miro a los demás, en concreto a Yakoo, y continuó-. Sé que esto no os viene bien pues es tiempo perdido para hacer negocios y trapichar con mercancías, pero yo me quedo a ayudar a Ree -dijo sin margen de discusión-. Aunque quizás es mejor que nos "arreglen" la Lightsaber y luego sigamos haciendo negocios -propuso, poniendo un énfasis en la palabra "arreglen", para que supieran que ella pediría que les pusieran unas piezas nuevas que constarían lo que valdrían por lo menos cinco misiones en otro lado-. Si no, sois libres de coger la nave y seguir haciendo vuestros negocios. Yo me quedo con Ree.

Hobo se encogió de hombros tras las palabras de Kath...

-Yo no digo nada, sólo soy el chófer; lo que diga la jefa, que es quien me paga, es lo que hago... -Y lo que se salga de eso, va a la cuenta de extras, que por cierto, ya va siendo abultada...-

Total.... solo un inocente trabajo de llevar a alguien de un lado a otro...

¿Qué peligro podría haber en ello?... al fín un trabajo sencillo, ¡sin los Hutt de por medio!

No sabía si fiarme de aquel tipo o no. La última vez que nos dijeron aquellas "amables palabras" casi acabamos muertos. Miré a Marcus con resignación y me agarré a su mano, siguiendo los pasos de aquel hombre tras la presentación y las palabras de Ree.

Lo que no me esperaba era terminar en medio de un Consejo Jedi.

Me desconcertó mucho el canijo orejotas y de color verde cuando comenzó a hablar. Me costaba entenderle. La verdad es que era un sujeto muy peculiar y respiré aliviada cuando dijeron que pagarían por las armas. También fue una alegría escuchar que repararían la nave, pero... todo eso ya lo había escuchado antes. Así que mis esperanzas eran pocas en aquel momento.

Solo me moverían los hechos.

Y entonces fue cuando Ree nos pidió que la llevásemos. - Será nuestro último encargo, Ree. - Dije bastante dolida, porque en el fondo Marcus y yo sabíamos lo que había y no podíamos tener sueños y esperanzas en lo que jamás ocurriría. - Pertenecemos a Hootaa  el Hutt, nosotros y la Lightsaber. Te ayudaremos por todo lo que has hecho por nosotros y por lograr ayudarnos con el problema del pago al Hutt. Pero somos suyos... - La miré a los ojos, había dolor en ellos.

Sí, yo no quería aquella mierda, no quería que mi vida fuese controlada por un Hutt pero sabía lo que ocurría cuando le desafiabas y tampoco quería pasar mi vida huyendo por toda la galaxia. Mis sueños eran otros y sabía que jamás se cumplirian. Aunque desease formar una familia con Marcus, nuestro destino era el de seguir trabajando para aquella babosa gigante hasta que nuestros cuerpos, cansados, viejos y enfermos, dejasen de serle útiles. Con suerte para aquel entonces habríamos pagado la deuda contraída con él.

Si no, seríamos mal venidos como esclavos.

Esa era la vida que nos esperaba, todo por no pensar con la cabeza. Pero nada se podía hacer ya. Marcus la cagó con Hootaa y yo enamorándome de él y de paso, ganando el 70% de la nave... no podía cambiar el pasado y no iba a dejar por nada del mundo al hombre que amaba. - Nos iremos cuando indiques.

Las palabras de Kath significaban mucho para mí, igual que las de Hobo, que a pesar de mantenerse en un segundo plano, el caso es que no había dicho nada en contra, y Yakoo. Aunque ésta parecía apesadumbrada por el Hut.

-Capitana, le he dicho que están bajo la protección del Consejo Jedi, así que a partir de ahora, ya no están bajo el yugo de nadie. Transmitiré ahora mismo a Hootaa que recibirá el pago por su cargamento pero que tendrá que ir olvidándose de vosotros. En cuanto a la nave, no creo que necesite grandes arreglos, así que será mejor que os deis prisa. Si os parece bien, ¿qué tal si salimos dentro de cinco o seis horas, para que así nos de tiempo a descansar un poco?

... entre otras cosas.

Sin perder tiempo, cambié las coordenadas para habar con Hootaa y su asquerosa imagen apareció pocos segundos más tarde.

-Saludos, honorable Hootaa el Hut. Creo que ya me conoces, pero a lo mejor necesitas que me presente otra vez. Soy Ree Aloora, Dama Jedi. 

Los ojos de Hootaa se abrieron enormemente y empezó a soltar lo que sin duda identifiqué como insultos y palabrotas, además de unas pocas amenazas.

Jeedai? Uba doth wa weuen see wa mon veatiuena. Jee killee uba. Um koo, jee banag mah moulee rah¹

-Sí, sí, sí, claro que sí. Tendrás tu dinero, Hootaa el Hut. Pero a quien no vas a tener de nuevo es a la tripulación de la Lightsaber. Desde este momento están bajo la protección del Consejo Jedi y si intentas tocarles un solo pelo de su cabeza, tendrás que vértelas, no conmigo, sino como cuatro o cinco como yo. En cambio, si te portas bien, puede que hasta te haga un regalo y añada otro 10% por las molestias.

Estaba segura de que de haber podido tener un un tic nervioso en el ojo, habríamos visto como se abría y cerraba continuamente. Los Hut no eran precisamente unos seres cuyos rostros pudieran presentar una amplia variedad de expresiones, con la salvedad de aquella asquerosa lengua que a menudo sacaban, pero su enfado, era más que evidente.

A pesar de todo, su respuesta era más que suficiente para mí.

Tytung saptkhe. Um whao jee nah chulkah tah, Jeedai. Kuna kee pim nallya che hoohah².

Después de ella, la imagen desapareció de la pantalla y yo me giré hacia los demás.

-Dice que está encantado -les comuniqué, sonriendo mucho.

En ese momento llamaron a la oficina, el gobernador exclamó un "adelante" casi indiferente y entraron cuatro Sullustanas llevando sendas bandejas con una bebida y algo de comer, aunque todas ellas, al ver a Hobo, le sonrieron a este con una más que manifiesta alegría.

-Deben disculparlas. No hay demasiados hombres sullustanos en este planeta. Señor... ¿Hobo? Creo que tendrá usted mucha suerte ja ja ja

-si, jajaja

Tengo los gayumbos empapados, pero no de otra cosa que de puro sudor; los gayumbos, la camiseta, los calcetines... sudor frío...

-"Es una trampa"- Me está gritando el instinto como loco... Una tras otra, las mozas pasan por todos nosotros ofreciéndonos el contenido de las bandejas... y me temo que me se paran ante mí más tiempo de la media.... joder, joder, joder.... Hobo, qye ya te ves con una prole de mini-Hobos correnteando....

... Pero a grandes males, grandes remedios... intento recordar la pose de un piloto que conocí en un garito hacía tiempo; era un chuloputas con todas las de la ley, canalla, pendenciero y truhán; y era imposible que hembra decente alguna se viese atraída por alguien con tales modales... hummm .... podría funcionar como escudo... portarme como un tío malote...

-Gracias

Y se dedicó a mirarles bien el culo a cada una de ellas, con descaro, que se diesen cuenta; así fijo que hablarían mal de él, y le dejarían tranquilo con sus oscuros propósitos reproductores para con él....

Sip, un plan infalible, sin fisuras...

Las CUATRO mujeres se miraron entre ellas, echándose a reír con mucha tontería y después, haciéndote ojitos. Acto seguido, se volvieron hacia el gobernador, que asintió con la cabeza, lo que parecía les daba permiso para actuar. Todas dejaron sus bandejas y se fueron hacia Hobo, a quien empezaron a manosear por todos lados, arrimándose a él, y también tiraron para salir de la oficina.

El gobernador volvió a sonreír.

-Creo que les ha parecido usted irresistible, señor Hobo. Será mejor que se deje llevar.

Con ojos abiertos como estrellas, pido auxilio con la mirada... mientras estas CUATRO empiezan a sobarme -que yo dejareme, me dejo- y luego me quieren levar a no se donde con qué oscuras intenciones....

-Señoritas, conténganse!... que... quee???? ¡Diganme inmediatamente cuales son sus intenciones!

Ree había conseguido de un plumazo lo que ellos no habrían conseguido en dos vidas. Aun así Kath no estaba muy segura de que el Hutt no se tomara la venganza de su mano y les pusiera un cazarecompensas...o un asesino que les diera caza, simplemente para que todo el mundo supiera que uno no puede salir del redil de un Hutt sin tener funestas consecuencias. Pero por el memento estaban libres de la pérfida babosa.

-¡Hay que celebrarlo! -dijo kath alegre, para a continuación abrazar a la twi´lek y darle un beso en la mejilla. Sin lugar a dudas las khil parecía otra persona desde que desató sus sentimientos en el desierto. Luego miró a Hobo y levantó una ceja divertida-. Por lo menos alguien ya está empezando a celebrarlo... y parece que a lo grande.

-Solo nos queda saber si vamos a Kalimes en nuestra nave o si nos dejan una nave y mientras nos arreglan la Lightsaber -dijo y miró tanto a Yakoo, como a Marcus, como al gobernador Larkin