Partida Rol por web

- Y... ¿ya... está? - Pregunté con incredulidad a Ree. Un Hutt era un Hutt y los Jedi eran... fantasmas.

Entonces la twi'lek se puso en contacto con aquella babosa gigante y dejó bien claro todo: el abono de nuestra última misión para él y nuestra libertad junto con la posesión de la Lightsaber. Miré a Marcus aún sin poder creerme lo que estaba pasando. Estaba viendo en directo aquella imposición, puesto que no había negociación alguna y me resultaba casi imposible creerlo.

Estaba claro que si me lo llegan a contar, la credibilidad hubiese sino nula.

- Se lo que ha dicho, Ree. - La dije al final de la conversación. - Hablo su idioma y otros cuantos más... por supuesto que no soy un androide de protocolo, pero... da igual. - Solté la mano de Marcus y caminé hacia Ree mirándola a los ojos, dándola un fuerte abrazo a continuación. - Gracias. Me has devuelto la vida y eso si que no te lo podré pagar jamás. - La susurré.

- Cinco o seis horas... me parece bien. - Mis ojos miraron con un brillo especial a Marcus. En ese tiempo la Lighsaber podría estar lista y a mí se me ocurrían bastantes cosas que hacer con mi amado en ese tiempo.

Entonces entró aquel séquito de sullustianas en la sala y miré a Hobo. - Creo que no te vas a aburrir aquí. - Le dije al piloto con sonrisa pícara en mi rostro y le vi bloqueado y nervioso, para a continuación comportarse como un verdadero tipo duro. La reacción de aquellas féminas fue inmediata.

- Así me gusta, tigre... a por ellas... - Le surré al tiempo que se lanzaban todas a por él y me alejé de inmediato, no fuese que me viesen como una amenza y acabase siendo agredida por ellas... y vi como tiraban de él y se lo llevaban arrastras de allí.- ¡Disfruta, gañan! - Le dije con una amplia sonrisa.

Esperaba que al menos le dejasen descansar la última hora. Le necesitábamos para llevar a Ree a su destino.

- Iremos en la Ligthsaber. Hicimos un buen trabajo en el desierto y vi que tu lista de recambios era bastante completa. Creo que estará a punto y bien para nuestra salida, Kath y que todos nos hemos ganado este descanso.

Entonces miré al gobernador. - Con su permiso, me gustaría pasear con mi amado por los jardines del Palacio Imperial. Dicen que son verdaderamente hermosos, al igual que su ciudad.

Kath asintió a Yakoo. Veía lógico que la mujer quisiera volar en la Lightsaber y no depender de la nave de alguien. Lo bueno es que estaban en un puerto franco, donde les habían prometido que les ayudarían con la reparaciones. Eso le gustaba a la técnico, pero aun así Kath comprobaría el trabajo realizado, pues aunque se fiaba de lo que hicieran, se fiaba más de lo que ella pudiera hacer.

-Bien, entonces todos tenemos unas horas de descanso, ¿no? -dijo más para sí que como pregunta-. Pues un baño, un masaje y una buena comida sería ideal -dijo y miró a Ree preguntándole con la mirada si se apuntaba.

El gobernador asintió con la cabeza a Yakoo.

-Desde luego. Nuestros jardines son muy hermosos. De todas maneras, le diré a mis hombres que les muestren unas habitaciones y que empiecen a reparar su nave a marchas forzadas.

Acto seguido, se puso en pie y pulsó un botón. Un hombre apareció al instante en el despacho.

-Proporcione a nuestros invitados unas habitaciones para que descansen. Después, informe a los mecánicos que empiecen a reparar su nave. Utilizad todos los hombres disponibles.

Mientras tanto, las cuatro mujeres continuaban arrastrando a Hobo, ahora siguiendo al hombre que les iba a conducir a su habitación.

No me esperaba el abrazo de Yakoo, pero entendía que después de tanto sufrimiento, quedar libre del Hut debía significar mucho.

-Entre amigas no hay nada que pagar, capitana. Usted ha hecho todo lo que podía por mí y yo lo haré siempre por usted -le respondí. Después, me reí al ver al pobre Hobo. Sin duda, dentro de cinco horas apenas podría andar.

Mientras se lo llevaban a rastras, miré a Kath.

-La verdad es que me irían bien unas horas de descanso... -y aunque no lo dije, lo pensé y se lo transmití telepáticamente -... contigo.

Sabía que era la calma antes que la tempestad, pero pensaba aprovechar aquella calma como nunca, porque puede que fuese la última vez, si finalmente, encontraba lo que esperaba en aquel planeta. Después, me volví hacia el gobernador. Estaba respondiendo como esperaba y eso, teniendo en cuenta el recibimiento que habíamos tenido en el desierto, era de agradecer.

-Gracias por todo, Gobernador. De verdad que necesitábamos su ayuda.

Vale, que van a arreglar la nave, que va a haber un poco de tiempo de descanso y tal... pero... el caso es que Hobo era casi llevado en volandas, en pos de una especie de mayordomo, por cuatro hembras, aparentemente en celo, que le manoseaban sobaban y... joder... metían mano directamente, al punto que estaba pugnando por mantener los pantalones en su sitio, cuando se dió cuenta de la encerrona...

... de repente una puerta se cerró tras de él, y cuando miró alrededor, vió a las cuatro sullustanas de mirada lujuriosa que se cernían sobre él, una cama de buen tamaño... y ninguna escapatoria, como no fuese que saltase por la ventana o intentanse meterse a fuerza viva por el WC..

Cuatro sullustanas en edad de merecer... y en un planeta sin varones de su especie... dos mas dos siguen siendo cuatro... Estas querían marido... mierda.... y la poligamia no era cosa extraña en su especie, pues, por el alto ratio de mortalidad laboral de los varones, había cierta escasez crónica...  mierda y remierda....  Atacan como en manada... Cuatro... y cuatro suegras que querrían mangonear para hacer de él un honrado, laborioso y formal yerno... MIERDAAAAAAAAAA!!!!!

Hobo recula, hasta que su trasero topa con los pies de la cama... no tiene escapatoria...

Mi experiencia desde que había entrado en aquel negocio e incluso mucho antes, era de que no debía de confiar en nadie a la primera y me había funcionado bastante bien así que aunque las palabras de aquel hombre parecían todas buenas y ser de ayuda, no precisamente hace muchas horas nos habíamos topado con una situación similar y casi nos liquidan, así que al igual que mi amada mantuve una mirada desconfiada y permanecí alerta ante cualquier movimiento sospechoso, aunque no descuidé en ningún momento la educación, desde luego aquel lugar no era ningún agujero infecto-es usted muy amable Gobernador le estamos eternamente agradecido por su ayuda-contesté mientras permanecía al lado de Yakoo mientras Ree se ponía en contacto con sus colegas Jedi.

El pequeñajo verde, parecía una caricatura, pero parecía llevar la voz cantante y sus viejos ojos reflejaban tener enorme sabiduría, sobre todo cuando dijo que nos compraría las armas y estaríamos bajo su protección, pero lo que realmente me chocó fue la siguiente comunicación con el mismísimo Hootta, dejándole claro que nuestra deuda quedaba saldada. pero al igual que Yakoo conocía el idioma y sabía perfectamente lo que acababa de decir Hootta y una vez finalizada la transmisión y después del sorprendente aunque comprensible abrazo por parte de Yakoo miré con seriedad a Ree-Hootta nunca amenaza de broma, ese gusano tarde o temprano mandará a alguien a buscarte y...cazarte, arriesgas tu vida con tal de salvarnos..-dije mirando fijamente a la twi`lek y pensando en que era lo mínimo que podía hacer, hice el mismo acto que Yakoo, abrazándola con fuerza-muchas gracias Ree, no puedo expresar con palabras lo que siento ahora mismo y eso que tengo labia-dije en su oído para luego separarme y volver al lado de mi pareja-ésto que has hecho...no lo hace todo el mundo, ser Jedi es un camino muy sacrificado y tú no has dudado un instante en ayudarnos y arriesgar tu vida para salvar la nuestra, aýn y con todo lo que ha ocurrido, jamás podremos pagarte lo suficiente lo que acabas de hacer por nosotros-continué con una sonrisa llena de gratitud mientras abrazaba la cintura de Yakoo.

En ese momento me percaté de que Hobo era llevado en volandas por cuatro hembras de su raza con unas sonrisas excitadas y divertidas lo que me hizo soltar una buena risa-¡Ánimo Hobo, tienes unas cuantas horas por delante!-dije acallando la risa tras ver como desaparecían los cinco-el apetito sexual de las Sullustanas es voraz, cuando veamos a Hobo de nuevo, creo que habrá perdido algún kilo por el esfuerzo-susrré mientras le guiñaba un ojo a Yakoo de manera cómplice-todos necesitamos descansar, un buen baño, comer algo y reponer fuerzas, creo nos lo hemos ganado, así que aprovechemos ahora que tenemos la ocasión ¿os parece?-justo después miré al Gobernador-nuevamente gracias su hospitalidad es de agradecer y realmente esos jardienes serán dignos de contemplarse, así que cariño, cuando gustes-apreté la mano de Yakoo con delicadeza mientras la miraba embelesado.

Las cuatro mujeres arrastraron a Hobo a una de las habitaciones. Mientras tanto, al resto os condujeron a otras cuatro, que estaban situadas contiguamente una de la otra. La nave estaría reparada en cinco horas, según el gobernador, y mientras tanto, podríais descansar, daros un baño o terminar tareas pendientes (!!!!!).

Las habitaciones eran todas iguales. Primero le mostraron a Yakoo la suya, después a Marcus, Kath y finalmente, a Ree. Los ruidos provenientes del jolgorio que había en la habitación de Hobo, la primera de todas, podían oírse desde fuera. 

-Las cocinas están en la planta inferior -os informó el hombre que os condujo a las habitaciones, antes de empezar a mostrároslas -. Si desean algo de comer, no tienen más que bajar y pedirlo.

Las cuatro sullustanas empezaron casi a arrancarle la ropa a Hobo en cuanto cerraron la puerta. Entre miradas desesperadas y risas continuas, aquella parecía la escena de un asesinato premeditado.

-Nos gustas mucho, señor Hobo. Hacía tiempo que no veíamos uno de nuestra raza -te dijo una de ellas.

-Sí. Eres hermoso. ¿Tu capacidad reproductiva será muy elevada, verdad? -preguntó otra.

Las otras dos continuaban mientras tanto desnudándote a marchas forzadas, por las buenas o por las malas, y sus manos aprovechaban para acariciar y tocar en todas partes.

Tragó saliba... las sullustanas... sexualmente son especialmente fogosas, y con una tienes más que de sobra... con dos, sinceramente, a duras penas te podrás mover después... tres... olvídate, necesitarás una grua para moverte.. cuatro, lo mismo te quedan secuelas... Eso era un dicho común entre los de su especie, y tenía una base empírica probada... de modo que Hobo estaba angustiado... Cuando una hembra sullustana tiene ganas... hasta no quedar saciada no parará, y le importa una mierda el estado de su pareja. Cuatro... tío, estás jodido.

Intentó, ya dentro de la habitación huir desesperado, intentando en vano dar vueltas a la cama... no tardaron en atraparle, abrumándole con la superioridad numérica...

Mientras dos empezaban a comerle sendas orejas, susurrándole cosas que iban a hacerle... y que... le estaban excitando... las otras dos atacaron los pantalones; no había escapatoria... le iban a hacer lo que les viniese en gana... Consiguieron destrabar el cinturón, y casi arrancarle los pantalones... Después... los calzoncillos, y antes de que pudiese decir nada, ya tenía a las dos jugueando con lo de allá abajo.

Ya ahí se rindió del todo... Estaba sumamente excitado, y, de un modo u otro, las cuatro encontraron la forma de conseguir organizarse para tener una dosis de placer; se encontró con una sentada en su cara, haciendo un facesitting, y ya no pudo enterarse de lo que pasaba de cuello hacia abajo... solo sentía placer....

Al menos moriría con una sonrisa en la cara

Kath asintió al hombre que les había enseñado las habitaciones. Cuando les dijo lo de la comida algo en el interior de la khil se movió y la verdad es que no sabía cuanto hacía que no comían una comida decente. Miró de soslayo a Ree y habló.

-Quizás sea una muy buena opción pedir algo de comida y, mientras la preparan, preparo la bañera -dijo sin más, como si lo estuviera pensando, aunque realmente era una propuesta velada para la twi´lek-. ¿Queréis que os pida también algo para vosotros? -preguntó a Yakoo y Marcus. Ya que iba a pedir algo le daba lo mismo que hicieran una para dos que el doble.

Con esto en mente, la khil bajó a la cocina y pidió que prepararan comida para dos a base de fruta fresca y cosas para picar. Si podían que se lo llevaran a la última habitación la de Lady Aloora, y lo mismo para la habitación de la capitana Yakoo. Cuando estuvo a punto de irse, se dio la vuelta y preguntó por si tenían alguna bebida fría que pudiera llevarse, un par de copas y chocolate caliente. Esto lo cogió y pidió que subieran lo mismo a la habitación de Yakoo, seguramente lo agradecirían.

Con esto en la mano subio, se metió en la habitación y cerró la puerta, para dirigirse direstamente al baño...

Todos parecíamos contentos y cansados a la vez, salvo Hobo, que se hacía el duro y amargado cuando sabía perfectamente lo que iba a disfrutar de aquellas horas.

Caminé agarrada de la mano de Marcus todo el tiempo, mientras seguíamos a nuestro guía. Había apoyado mi cabeza sobre su hombro y respiraba tranquila, sabiendo que acababa de ganar una de mis mayores batallas: los celos.

Hasta hace bien poco hubiese montado en cólera y hubiera dejado a Marcus de lado de pillarle tonteando de más con Ree y la acababa de abrazar delante de mí y no sentí nada. Ni una mínima punzada que me alterase. Nada.

Debo reconocer que eso me asustó por un momento, creyendo que algo había cambiado en mí de golpe. O más bien que había dejado de sentir aquel amor tan intenso hacia Marcus, pero cuando se giró y me miró a los ojos, para retornar a mi lado y agarrarme por la cintura, me di cuenta de que no era así, le seguía amando. - Quizás haya madurado.

Los pasos detrás de nuestro guía retumbaban por aquellos amplios pasillos. Yo iba contemplando maravillada el lugar. Quería salir a dar aquel paseo por los jardines, tal y como solicité, pero al llegar a las habitaciones sentí como el cuerpo me pedía un receso sobretodo después de todo lo vivido en los últimos días.

- Me parece perfecto Kath, gracias. - Respondí a la mecánico con una sonrisa agradecida porque se tomase aquellas molestias por nosotros.- Lo que quieras, estará bien casi cualquier cosa. - La sonreí. Solo esperaba que su comida no distase demasiado de la nuestra comida.

Era un dormitorio para cada uno, pero yo no iba a dejar pasar más tiempo lejos de mi amado. - Gracias. A todos. - Dije a modo de despedida y abrí la puerta de mi cuarto entrando en él sin soltar la mano de Marcus, del cual no tuve que tirar demasiado para que me acompañase al interior en busca de esa intimidad que necestitábamos los dos.

Yo también necesitaba un descanso, pero sobre todo, lo que más necesitaba era una razón. Razón para seguir luchando, no por la galaxia, sino por mí misma, porque llegado el momento, tendría mucho que decidir.

Así que en cuanto Kath se marchó, supe lo que debía hacer. Entré en mi habitación, cerré la puerta y me desnudé. Después, abrí la que comunicaba con la habitación de Kath, entré y empecé a preparar el baño. Necesitábamos estar a solas, no solo comer, sino también sentirnos la una a la otra.

Cuando la puerta volvió a abrirse, cerré el grifo y esperé.

Kath apareció en el baño.

-Te estaba esperando, cariño -le dije. Me sorprendí al verla llegar con un tazón humeante de chocolate caliente y sonreí. A continuación, brinqué hacia ella y le di un beso en la mejilla -. Eres un sol. Déjame que me encargue de ti.

Con mucho cuidado, cogí la bandeja con el chocolate y lo dejé encima del lavabo. A continuación, empecé a desvestirla. 

-Has hecho tanto por mí que no sé cómo podré pagártelo, y no me refiero a la nave. Estoy hablando de... mí. No sé que haría sin ti. Así que vas a dejar que te meta en la bañera, y te mime un poco. ¿Lo harás?

Mis ojos resplandecían, o al menos, así es como yo me sentía, porque por unas horas, podía olvidarme de todo lo que no fuese ella, mi Kath, mi dulce khil. No sabía que me depararía el futuro, pero sí el ahora y sin duda alguna, deseaba experimentarlo al máximo, porque quizás no tuviese más oportunidades.

Se había rendido... cuatro eran demasiadas... y el solo tenía un pene, así que parece que idearon una especie de... sistema de turnos, y procuraban que "no se viniese abajo" antes de haber dado satisfacción a cada una de ellas... A ver, no es que se quejase, que un quinteto, no es para desdeñarlo.... no pasa todos los días, ni todas las vidas...

De este modo, mientras una estaba por ahí abajo, las otras estaban entretenidas con otras partes de la anatomía del enjuto Hobo, que terminó bizqueando para adentro, y en un estado de éxtasis cercano a la inconsciencia, o al coma, no lo tenía claro....

Y cada vez que pensaba que iba a terminar,... no, no le dejaban,... conseguían pararle en seco, causarle un bajonazo a base de todo tipo de charleta que no le interesaba una mierda, y vuelta a empezar...

Sospechaba que estas cuatro lobas podían estar así horas... y el antes moriría de un síncope que aguantar lo que ellas parece que deseaban que él fuese capaz de aguantar....

"Hobo, de esta no sales..."

Cuatro... es que eran cuatro... que no habían catado a uno de su especie hacía... quien sabe... y algo le decía que no querrían dejarle escapar... a la mierda su libertad....

Tenía que escapar...

Las cuatro mujeres se turnaban como cuatro pulpos. No eras capaz de distinguir de quién era aquella mano, ni tampoco dentro de quién la estabas metiendo, solo que cabalgaban sobre ti con ansia y fuerza, y que el sonido de sus traseros chocando con tus muslos, unido a las manos que mientras tanto, para distraerse, exploraban el resto de tus orificios en la medida en que podían y te devoraban con profundos besos, apenas sí te daba la oportunidad de fijarte en algo que no fuera el techo de la habitación.

Tras satisfacer a la primera de ellas, otra ocupó su lugar con rapidez. Aunque tu miembro ya estaba perdiendo su fortaleza, parecía que no les importaba demasiado y rápidamente, para disgusto tuyo, lograban la suficiente como para alcanzar pequeños orgasmos e incluso extraerte un poco más.

Con dos de ellas ya con algo tuyo, las mujeres decidieron darte un descanso.

-Ahora cuidaremos de ti un poquito -dijo una.

-Sí, hasta que estés de nuevo preparado para las que quedamos -dijo otra, riéndose.

Entre todas comenzaron a acariciarte y sus manos parecieron extenderse por todas partes. Por si acaso te habías olvidado de para qué estabas allí, la boca de alguna de ellas envolvió tu miembro, seguramente para terminar de limpiarlo y dejarlo listo para el siguiente ataque. Fue como si una ventosa succionara de repente.

-Pobrecito, parece que está cansado -comentó alguna de ellas, quizás la que acababa de darte el chupetón.

-Eso no importa. Yo lo pongo otra vez en marcha.

Sin tiempo para respirar, sentiste un dedo en tu trasero, adentrándose hasta encontrar el punto exacto. Estaba claro que no iban a darte un respiro y que cuanto antes terminases con todas ellas, antes podrías morirte en paz.

--Pero que??? ... ¡coño!!!!

Sí... una de ellas, no sabría decir cual... le metió un dedo en el ojaldre, mientras las otras le tenían inmovilizado... imposible oponer resistencia... y lo peor... es que le estaba dando un gustirrinín... que de nuevo se vino arriba, y la del "anal intruder", sonriendo satisfecha, se dispuso a cabalgarle...

... joder,... sabían lo que se hacían... por un momento sospechó... ¿profesionales?... porque sabían como reactivarle una y otra vez.... Cuando intentaba protestar, se encontraba con que otra se le sentaba en la cara, haciendo que la masturbase con la lengua, y succionando donde debía...

En otro momento dado, cuando veían que se estaba quedando ko... le pellizcaban y retorcían los pezones, haciendo que volviese a estar más que despierto...

Esto iba a acabar mal... no sabía que era peor... el miedo a que de repente esto se convirtiese en una sesión de sado, o el miedo a que las 4 se quedasen encinta, y le pidiesen responsabilidades... No podía dejar de dar vueltas a esos oscuros pensamientos, cuando de repente, dejaba de tener un coño en la cara, para encontrarse que tenía un pezón ocupando su puesto...

Y otra vez que se venía abajo, y de nuevo el dichoso dedo que se le metía y empezaba a hurgar...

Hobo estaba babeando de placer, muy a su pesar....

Kath entró directa al baño y se encontró a Ree dentro de la bañera completamente desnuda. Había preparado la bañera como le había sugerido, era todo como ella había pensado. Más aun cuando se acercó y le besó en la mejilla. Le susurró que se encargaría de ella y así hizo. Le quitó la bandeja y le desnudó. Si hubiera podido se habría ruborizado, pero duró muy poco. Su mente se relajó y dejó que las sensaciones se apoderaran de la khil. Quería notar cada caricia, cada susurro, cada momento junto a Ree. Su mente analítica se apagó algo que jamás había pasado, ni aun cuando había mantenido otras relaciones. Pero lo necesitaba. Necesitaba sentir, compartir y poseer a Ree, no había sitio para analizar, todo lo ocupaba la intuición, la seducción, la pasión. Kath se dejó hacer y lo agradeció como nunca antes lo había sentido.

-Que era yo antes sin ti -contestó la khil a Ree cuando ella le dijo que había hecho mucho por ella-. No, mi océano de placer. Soy yo quien te debe mucho... muchísimo. Y aunque sé que algún día nuestros destinos se alejaran uno de otro, ahora solo pienso en que quiero estar junto a ti. El mañana me da lo mismo. Hoy. Tú y yo. No necesito más -dijo y, sin poder resistirse más, le besó lenta y apasionadamente.

El agua caliente, la espuma, el perfume, las velas, el alcohol, el chocolate, los susurros cariñosos y picantes, las manos fuertes recorriendo su cuerpo, los labios carnosos. Perfecto.

Siempre me había considerado como una mujer fría. Quizás por eso había sido tan buena alumna y conseguido desarrollar con rapidez todas mis habilidades. A pesar de tener un pasado difícil, lo había encerrado tan lejos dentro de mi memoria, y rodeado de tantas murallas, que a penas era capaz de sentir.... hasta que la había encontrado a ella.

Por algún extraño motivo, Kath me proporcionaba el elemento que me faltaba y conseguía hacer renacer mis sentimientos, aquellos que creía enterrados y prácticamente extintos.

Su beso solo fue el preludio. Cogí su mano y la conduje dentro de la bañera, para a continuación, sentarme detrás de ella, rodeándola con mis piernas, mientras mis pechos recibían su espalda como si los estuviese acariciando. A continuación, deslicé mis manos por rostro y lo acaricié, mientras el perfume que había echado en el agua nos llevaba a nuestro propio mundo mágico, para después acariciar el resto de su cuerpo: sus pechos, su vientre, sus piernas, y dejar que el vapor nos envolviese.

Mientras frotaba con suavidad su piel, notaba como el calor iba más allá de la temperatura del agua. Los músculos entre mis piernas vibraban al contacto con su piel, a pesar de la película de agua que nos separaba, y el movimiento de esta al reajustarnos, se adentraba en mí, despertando la excitación.

-Esto es casi un sueño, y me gustaría que no terminara jamás. Pero de momento me conformaré con no pensar en otra cosa que no seas tú durante unas horas -le dije, besándola con fuerza, atravesando las defensas de su boca y acariciando su lengua con la mía. A pesar de que ambas teníamos una postura algo forzada, era evidente que la deseaba y que necesitaba estar con ella y sentirla dentro de mí.

Entonces deslicé mi mano por debajo del agua, entre sus muslos, y busqué el contacto que necesitaba para empezar a demostrarle que aquello no era un simple capricho. Mi deseo por ella no era más el reflejo del amor que sentía por aquella khil que hasta hacía unos días, ni siquiera conocía.

El destino era caprichoso y extraño, pero a veces ofrecía pequeños regalos que justificaban toda una vida de búsqueda vacía.