Partida Rol por web

La puerta que les separaba del puente de mando se abrió con un suave quejido metálico. La débil luz de la nave se filtró por la abertura y permitió ver a los tau'ri una sala algo mayor que la estancia en la que estaban. El puente permanecía en silencio, sólo interrumpido por sonidos ocasionales procedentes de las consolas que operaban en la sala y un rumor sordo que les llegaba desde algún lugar más allá del puente.

El puente de mando parecía estar en orden, pero era una impresión que se desvanecía a unos pocos pasos. Algunas consolas, monitores y paneles estaban reventados, sus entrañas electrónicas expuestas. Aquí y allá se podían ver asientos arrancados violentamente de sus anclajes en el suelo. Algunos estaban caídos en el suelo, de lado o tumbados; otros yacían apoyados sobre terminales, como si fueran los cadáveres de tripulantes que jamás hubieran sido retirados de los puestos en que habían muerto. Algunos pasos y empezaban a salpicar el suelo terrones dispersos por el suelo. Más pasos al frente y la concentración de terrones aumentaba, así como su densidad y tamaño. Finalmente, allí donde se suponía debió de estar en algún momento la parte frontal del puente de mando se alzaba un muro irregular de tierra compactada. Sólo una grieta de unos dos metros de ancho rompía la continuidad de la pared. A través de ella podía adivinarse un túnel amplio aunque bajo. Y en la pared frente a la grieta, así como en el techo y el suelo, como si se tratase de una red de vasos sanguíneos, una sustancia blanquecina que se ramificaba y parecía sujetar la tierra en su lugar se extendía por todas partes. Incluso pequeños hilos y fragmentos deshilachados de aquel elemento se internaba desde el suelo del túnel hacia la grieta que comunicaba el puente de mando con el túnel.

En la oscuridad, la sustancia blanquecina emitía una fosforescencia blanca que permitía vislumbrar los contornos del túnel, que trazaba una curva suave, con la grieta en una parte cercana al punto de mayor apertura del giro, y ascendía levemente hacia la izquierda de la grieta. Hacia la derecha, la curva descendía con la misma suavidad. Cuando los focos de las linternas incidían sobre la sustancia blanquecina, ésta refulgía bajo la luz con un brillo nacarado que sustituía a la fosforescencia en la oscuridad.

El túnel que se abría ante nosotros se avecinaba extenso, e incómodo. Nunca había tenido miedo de los lugares estrechos, pero aquel iba a ser todo un desafío, desde el punto de vista militar. En cuanto entráramos en él, ya no nos sería posible retroceder y si nos encontrábamos con algo, lo que fuera, quien marchase en primer lugar sería nuestra única defensa, en este caso, yo.

No me molestaba ni mucho ni poco; en realidad, no me molestaba en absoluto, ser la punta de lanza del grupo, dado que no había nadie que estuviese mejor preparado, exceptuando quizás al mayor, pero aquella ratonera, porque eso era exactamente, no invitaba a moverse ni deprisa ni con confianza.

Iluminé las paredes y después el espacio entre ellas, ignorando la sustancia blanquecina y refulgente que había pegada en la roca, porque eso era lo de menos. Quizás fuese de naturaleza orgánica o no, pero no importaba. Ahora solo me preocupaba la estrategia que pudiéramos seguir.

-Señor -empecé a decirle a Whiteface -, este túnel es demasiado estrecho. Propongo alterar el orden del grupo, adelantarme unos metros actuando como avanzadilla y usted precediendo al señor Andrews y el señor Evans. Hay poco rango para moverse y nos convendría detectar cualquier peligro antes de encontrarnos con él y que usted estuviese detrás de mí para disponer de más potencia de fuego.

Ya habían traspasado la frontera entre lo "humano" y lo que de ya era territorio de los bichos que habían estado asediando a Arkwuior y a sus compañeros. Aldo avanzaba iluminando las paredes con curiosidad por aquella sustancia blanquecina, se acercó para tocar una de aquellas vetas pero decidió no hacerlo con la mano, por lo que pudiera suceder, se agachó al suelo y cogió una pequeña piedra que presionó contra la sustancia blanquecina y que, finalmente, quedó adherida a ella.

Volvió al grupo y comentó los resultados con todos ellos en voz baja, sobre todo dirigiéndose a Andrews.

- Voy a intentar recoger una muestra de eso - dijo al grupo, dadme unos segundos.

Sacó el equipo de recogida de muestras y se lo mostró a todos.

- ¿Puedes iluminarme aquí, Andrews? - preguntó.

- De acuerdo, Sargento. - Admitió Alan tras comprobar visualmente que todo lo que le comentaba Guerrero era cierto. - Irá usted unos metros delante a modo de avanzadilla. Mantengamos siempre el contacto visual entre todos los miembros del equipo. Yo iré el segundo y Andrews y Evans detrás mío. Por ahora no hay bifurcaciones ni parece posible que puedan alcanzarnos por la espalda. - reconoció.

Luego miró a Evans. - Dese prisa. Entiendo que la muestra puede resultar muy útil pero no es el objetivo de esta misión. Si en treinta segundos no ha podido desista, y trataremos de recogerla a la vuelta. - Ordenó.

Comenzaban a adentrarse en lo desconocido. El científico anotó la altitud a la que se encontraba el puente y marcando con unas líneas el túnel y la dirección que iban a seguir.
Ante la entrada y la sustancia que lo rodeaba, Evans se paró a recoger una muestra, quería ver mejor así que pidió ayuda a Andrews para que le iluminara, así que con la linterna le proporcionó la luz adecuada para que pudiese hacer la operación con seguridad dentro de lo posible.

- Muy bien Evans, ojalá la pudiésemos estudiar un poco aquí, pero va a ser complicado de momento, a la vuelta veremos lo que podemos hacer.

La linterna, el cuaderno preparado en el bolsillo para hacer anotaciones, el altímetro asegurado en el cinturón como la brújula para consultarlos rápidamente y la pistola en la otra mano por si había que hacer uso de ella.

-Supongo que tendremos que ir para arriba, hacia lo que puede ser la salida, imagino que abajo estarán más tranquilos y desearemos todos que sea así.

Aldo estuvo parte del medio minuto que se le concedía peleándose con la sustancia pegajosa y dura. Más de lo que esperaba, pues aquella especie de resina resistía los intentos de rascado o de corte. Pero, finalmente, consiguió desprender un pequeño fragmento y embolsarlo. El SG-4 reanudó la marcha.

Durante media hora, los tau'ri subieron afanosamente por el túnel sin problemas destacables pero si notaron como la curvatura que trazaba parecía enroscarse en lo que aparentaba una espiral ascendente. El corredor era lo suficientemente amplio como para que hubieran podido marchar en fila de a dos, aunque hombro con hombro. El principal problema era la altura; suelo y techo estaban separados por aproximadamente metro y medio de espacio, por lo que los exploradores debían marchar encorvados o agazapados todo el tiempo. Ocasionalmente, en la pared que quedaba a su izquierda aparecían oquedades alargadas y verticales, por las que parecían descender frecuentes ráfagas de viento acompañadas por un aullido. En ellas, el rumor sordo y lejano se transforma en un ruido similar al de una gran caída de agua, como si hubiera una cascada en el otro extremo. Desafortunadamente, aquellas aberturas no eran más anchas que un brazo y algo más, por lo que se hacía difícil inspeccionarlas visualmente.

Al término de aproximadamente aquellos treinta minutos, sin embargo, el tunel daba la impresión de llegar a su fin. O a un fin aparente, pues la pared de la izquierda se curvaba aun más en esa dirección y la de la derecha desaparecía abruptamente.

Y procedente de aquel espacio, desde algún lugar aun fuera de su campo visual, llegaba hasta sus oídos un sonido bajo, como si algo o alguien se moviera ligera y rítmicamente allí.

Aquel sonido rítmico, casi traqueteante, parecía propio de unas patas estilizadas, como las que pudiera tener un cangrejo. O las arañas y escorpiones.

Tener que esperar a que uno de aquellos científicos recogiese una muestra, me pareció, además de una insensatez, profundamente estúpido. No estábamos allí para hacer ninguna exploración científica. Debíamos arrastrarnos por un túnel, enfrentándonos con la posibilidad real de encontrarnos con unos bichos que podrían acabar con nosotros, para conseguir escapar de aquel planeta, no de vacaciones.

Todo lo demás, podía y debía esperar.

Pero si el mayor no decía nada, no sería yo quien protestase por ello. Estaba acostumbrada, como casi cualquier soldado, a salvarle el culo a los demás y a ofrecer mi sangre para salvar la de otros. En muchas ocasiones me había preguntado si merecía la pena, pero al final siempre acababa de la misma manera. Estaba luchando por los derechos de los demás, incluyendo a ser estúpidos, porque eso era lo que me parecía que estaba demostrando Andrews.

Quizás fuese exagerada o quizás no. Solo el tiempo lo diría.

Cuando reanudamos la marcha, caminamos en ascenso durante algo más de media hora, según mi reloj, sin advertir nada que pudiera ser peligroso. Avanzaba con precaución, pero cada vez más deprisa, y en fila de a uno, a pesar de que el espacio demostró ser más amplio de lo que parecía.

Finalmente, me detuve un momento, al llegar a lo que parecía ser el final del trayecto. Levanté el brazo con el puño cerrado, indicando a los demás que se detuvieran, y miré a mi alrededor. Fue en ese momento cuando escuché, o me pareció escuchar, algo que se movía cerca de nosotros. Miré hacia atrás para ver en donde estaban los demás, y le hice una señal con la cabeza a Whiteface.

-Señor, creo que hay algo ahí delante. Cúbrame -le dije, preparándome para moverme con rapidez y ver de qué se trataba, colocando mi dedo en el gatillo y conteniendo la respiración momentáneamente, a causa de la tensión.

Al principio tardó un par de segundos más de lo que debería en percatarse de ello. Pero al poco notó aquel sonido rítmico. Como si fuera música... o una respiración... o algo parecido.

Miró a los demás y parecía que todos lo habían escuchado. Guerrero iba al frente y tomó la iniciativa.

Alan se situó tras la mujer y asintió en su dirección indicándole que la cubría.

- Adelante. - Indicó en voz baja.

Empuñó su rifle con ambas manos y apuntó en dirección al sonido. Luego siguió los movimientos de Guerrero con la mirada... Listo para disparar a cualquier ser que se acercara a ella con intenciones hostiles.

Aprovechó antes de que Guerrero empezara a caminar para indicar con un dedo de su mano izquierda a Evans y Andrews que se mantuvieran en silencio. No sabía si el origen del sonido sería peligroso o no, pero en caso de que fuera peligroso era mejor que ellos se enteraran primero de dónde estaba la amenaza, y era mejor obviamente si ellos disparaban primero.

La muestra había tardado en desprenderse, algo así pensaba Fern, podría tener multitud de aplicaciones como adhesivo, pero tardaban demasiado, la mirada de los militares lo decía todo así que reanudaron la marcha al momento.
Estaban avanzando a buen ritmo, el camino era algo angosto para los humanos pero se movían razonablemente bien, a cubierto de las posibles tormentas de fuera aunque con la posibilidad de encontrarse con los inquilinos de aquella construcción. Los científicos se maravillaban de aquella construcción, mientras que los militares apenas podían apreciar el esfuerzo dedicado a esa construcción. Algo maravilloso pese a que ellos estaban ahora en medio de aquellos túneles.

Andrews notaba una corriente de aire, sin duda un ingenioso sistema de ventilación para las profundidades del hormiguero. Sentía a la vez curiosidad y temor por encontrar a una de esas criaturas, cada viaje descubrían formas de vida maravillosas.

De pronto Guerrero se detuvo indicando a todos que parasen, había descubierto algo y todos se agacharon en una pose ensayada multitud de ocasiones. Por si acaso Andrews se volvió hacia la retaguardia con la pistola en una mano y una linterna en la otra.

- ¿Qué pasa? - preguntó Aldo cuando al fin guardó la muestra en la bolsita del kit - Lo se lo se, estoy loco, esto es muy peligroso, pero todos sabemos que, si no lo recojo ahora, no lo recogeré cuando volvamos, corriendo mientras huímos de lo que quiera que habite estos túneles.

...

Al rato de ir andando adentrándose más en los túneles, todo el SG-4 se percató de algo. Guerrero avisó a todos.

- Suena a artrópodos, arañas, o algo parecido - informó el sociólogo al resto -. No me aventuraré a admitir nada, pero creo que son los vecinos de rellano de Arkwuior.

El tunel finalmente se abría a una zona amplia, más o menos circular, que se internaba hacia el centro de aquella "montaña". Enfrente se podía ver otro tunel parecido al que se encontraban los humanos. Y en el área despejada, de unos nueve metros de diámetro, la sargento de marines pudo ver cómo se afanaban, organizadas y meticulosas, cuatro criaturas cubiertas por ocres placas quitinosas. Asemejaban hormigas, por la forma de sus cabezas, sus ojos, sus mandíbulas y antenas; sin embargo, su abdomen abultado y casi triangular recordaba más al de las arañas de la Tierra. Y tenían ocho patas articuladas que, del modo en que extendían a los lados, hacían aparentar a aquellos seres casi tanta anchura como largos eran sus cuerpos (con casi un metro de longitud), aunque no parecían excesivamente altos. Apenas llegaban a alzarse diez centímetros sobre el suelo.

Como si de un baile perfectamente orquestado, los artrópodos iban y venían desde una pila de extraños sacos hechos con la misma sustancia blanquecina que hacía de cemento en suelo, techo y paredes hasta otro tunel que se abría en el extremo derecho de la caverna artificial. En cada viaje, cargaban uno de aquellos sacos entre sus mandíbulas, con sorprendente delicadeza, y se internaban por el tunel a la derecha. Ya fuera por el suelo o por el techo, las criaturas no se entorpecían ni chocaban entre si en aquella tarea ni en sus idas y vueltas.

Si eran conscientes o no de la presencia de los tau'ri, era difícil saberlo. En cualquier caso, atareadas como estaban, las criaturas ignoraban por el momento el tunel por el que el SG-4 subía.

Sin soltar el arma, cubrí el corto espacio que me restaba para ver lo que había al girar la curva. Nada más colocarme en el centro del túnel, vi a cuatro de aquellas criaturas, medio arañas medio hormigas, pero en definitiva, bichos tan grandes como nosotros, trabajando, cargando aquellas sustancias que por mis escasos conocimientos, bien podían ser huevos o cualquier maldita cosa que usaran para incubarlos.

No parecían preocupados por nosotros, sino por su trabajo. Quizás si aprovechábamos el momento para cruzar, ni siquiera reparasen en nuestra presencia, puesto que parecía que solo tenían una cosa en mente y esa era, cargar con aquellas cosas de un lugar a otro.

Si usaba como analogía a las hormigas, estas ejecutaban su trabajo con extraordinaria eficiencia, olvidándose de todo lo demás. 

Retrocedí en silencio hasta donde se encontraban los demás, y les describí la escena en voz baja.

-Hay cuatro de esos malditos bichos cargando cosas hacia un túnel lateral. Creo que podríamos pasar de uno en uno y sin llamar la atención, siempre que no las molestemos. Hay un túnel que asciende en dirección norte-nororeste, así que no tiene pérdida. Creo que será mejor hacerlo así que empezar a disparar, porque podríamos atraer a más bichos de esos, por no decir que si se parecen un poco a los artrópodos terrestres, su cubierta exterior podría resistir a las balas, así que ese debería ser nuestro último recurso.

A continuación, me volví hacia el mayor Whiteface.

-Si le parece bien, señor, iré yo delante. Una vez en el otro lado, podré proteger a los demás por si tienen problemas. 

La escena que describía Guerrero no era tan mala como podía haberse imaginado. No era buena claro, pero tampoco horrible.

- Buen plan, Sargento. Usted primero. - Dijo asintiendo. Además, se fiaba del criterio de la mujer para tratar de pasar desapercibidos y evitar una posible confrontación contra aquellos seres.

- Evans, cuando Guerrero haya acabado de cruzar y le haga una señal, usted cruzará detrás. Andrews, lo mismo... cuando Evans haya pasado, y a la siguiente señal de Guerrero usted cruzará. - Dijo muy serio. Ahí se estaban jugando la seguridad de todo el grupo. - Yo iré el último, y os cubriré desde aquí por si os detectan y se acercan. - Explicó.

Además, si alguno de esos seres detectaba a uno de los científicos era mejor que ellos, como grupo, pudieran abrir fuego desde dos puntos distintos para rechazar a los artrópodos.

El lingüista levantó la mano e hizo un círclo con el pulgar y el índice en señal de OK, además de asentir. Esperó en silencio.

En el pasillo los científicos estaban quietos como estatuas, escuchando las noticias que los militares les contaban, Guerrero describió una escena digna de los documentales de televisión, unas criaturas interesantes, igual el resto de animales del planeta estaban a la misma escala, Andrews no desearía encontrar a un animal carnívoro por si acaso.
El mayor Whiteface les dió indicaciones de cómo harían para cruzar el espacio sin alterar a los bichos, ninguno estaba entusiasmado de luchar contra ellos, eso seguro.

Tratarían de ser lo más sigilosos posible, así que asintieron por gestos esperando cada uno el momento indicado para poder cruzar y seguir con el camino.