Partida Rol por web

Alan respiró hondo, se mentalizó de que la lluvia en la cara iba a ser el menor de sus problemas... y comenzó a izarse a pulso por la cuerda. En cuanto tuviera un hueco se ayudaría con los pies para hacer apoyo.

Tampoco quería subir excesivamente rápido así que decidió tomárselo con calma. Sin prisa, pero sin pausa. Tenía que llegar hasta Guerrero, y no le haría ningún bien si caía hasta el suelo y tenía que empezar a ascender de nuevo.

Notó el frío del agua, y más frío aún con el viento. Le empujaba con fuerza, pero Alan estaba bien entrenado y era fuerte. Apretó los bíceps y continuó con la subida. Lento pero seguro...

El descenso estaba siendo más que complicado, casi imposible. Sabía que en cualquier momento podía dar un paso en falso y estuve a punto de volver a perder el pie un instante al ser zarandeada a causa del viento y la lluvia. Sentía como si mis dedos estuviesen en carne viva y las uñas fuesen a saltar de ellos, pero continuaba agarrada a la pared casi vertical.

Pero una vez intenté colocar el pie en algún lugar, simplemente no fui capaz.

En ese momento, supe que iba a tardar más de lo que debía, así que aproveché la estabilidad para llamar a los demás.

-Mayor, aquí Guerrero. Estoy descendiendo pero me está resultando complicado hacerlo. Me temo que tardaré un poco en hacerlo... a no ser que pierda el pie, claro.

Y cuando Guerrero finalmente creyó poder continuar con el descenso, una miríada de gotas de lluvia le abofetearon en la cara. Los ojos se le llenaron de agua y no podía ver nada, sus fosas nasales se anegaron momentáneamente y sintió que no podía respirar mientras que los sonidos del mundo que le rodeaba se amortiguaron antes de que pudiera despejarse los oídos de agua de lluvia. Estaba tan ocupada tratando de apartar o escurrir la lluvia de su rostro que la marine apenas se percató de una forma oscura y difusa que se dibujaba, a sus espaldas, en el límite del campo visual permitido por la tempestad. Pudo escuchar el crepitar de una radio y sus propias palabras que parecían proceder de dos sitios a la vez, su boca y un punto a su espalda que quedaba distorsionado por el ruido de los elementos.

-Mayor, aquí Guerrero. Estoy descendiendo pero me está resultando complicado hacerlo. Me temo que tardaré un poco en hacerlo... a no ser que pierda el pie, claro.

Por su parte, la forma oscura y difusa resultó ser el mayor Whiteface, cuya radio cobró vida con aquel mensaje. A algo menos de un par de metros por encima de su posición, el ranger acertaba a ver un bulto oscuro que colgaba de la misma cuerda que él estaba utilizando pero, inexplicablemente, permanecía estático: no parecía subir ni descender.

Alan desapareció de la vista de Aldo y Fern, como si el aguacero le hubiera engullido, tal como Guerrero había hecho anteriormente. El sociólogo y el biólogo se quedaron solos, a la espera de que ambos militares volvieran. Mientras tanto, por alguna extraña razón, hasta los sonidos más insignificantes procedentes del interior de aquel enorme montículo sonaban más amenazantes y parecían tener más intensidad que el rugido de la tormenta que azotaba el exterior.

Aldo era consciente de que no podría avanzar con sus dos compañeros militares, su formación era más de andar por casa, estar en un despacho, dar clase, nunca se hubiera imaginado haciendo sus investigaciones colgado como un embutido de aquellos que viera en sus viajes por Europa, más concretamente en España.

Preparó la MP5 por si acaso tenía que defender el sitio, antes de que Whiteface y Guerrero volvieran a bajar.

- ¿Qué tal vas? - preguntó a Andrews. 

Whiteface activó la radio... Seguramente sería la única manera de poder comunicarse con Guerrero en esas circunstancias adversas.

- Trate de ir bajando al ritmo que pueda. Abajo nos reagrupamos. - Dijo antes de girar el interruptor. Luego se sujetó lo mejor que pudo con ambas manos a la cuerda y empezó a descender él... Era complicado que descendieran a la par, así que tenía que darle espacio a Guerrero... y estar atentos una vez abajo por si su compañera caía soltándose de la cuerda.

Eso suponiendo que no se cayera él... el viento y la lluvia eran demasiado fuertes... Y justo en ese momento una ráfaga fuerte de viento le pilló de sorpresa...

Andrews estaba atareado mirando la mejor forma de sujetar el equipo en el exterior. Haciendo un pequeño hueco con el cuchillo, usando algún mosquetón de escalada que habían dejado y un pequeño trozo de cuerda para asegurar un armazón improvisado para sujetarlo. Probando un poco el sistema antes de dejar el equipo de emisión en funcionamiento.

- Vamos progresando Evans, espero que aguante lo suficiente para poder emitir una señal, quién sabe, quizás podamos conocer a alguna otra cultura interesante. Ahora nos vendría bien un montón de pegamento del que había en la entrada. Creo que funcionará.

Estaban sin noticias de los militares, esperaban que se encontrasen bien, sería complicado para los científicos encontrarlos en esas condiciones climatológicas.

En la ladera expuesta a los elementos, la situación no parecía mejorar mucho. Guerrero parecía debatirse entre responder la comunicación por radio o descender cuando, súbitamente, la cuerda a su espalda dió un fuerte tirón, osciló salvajemente y terminó por detenerse: más abajo, el mayor Whiteface acababa de ser sorprendido por una ráfaga de viento, despegado de la pendiente, volteado y, gracias a la cuerda, se encontraba tumbado sobre la superficie inclinada y terrosa, cabeza abajo. Por fortuna, la pobre visibilidad ocultaba el suelo que les esperaba a cientos de metros más abajo, así que su nueva condición no aparentaba ser tan mala; sin embargo, de seguir así mucho más tiempo, el rostro del ranger pronto estaría anegado por las pesadas gotas de lluvia que caían sobre él.

En el interior de la extraña estancia, ambos civiles del SG-4 esperaban la vuelta de sus compañeros mientras realizaban diferentes tareas. Aldo ojeaba la rampa que ascendía hasta aquel punto pero, por el momento, desde allí sólo llegaba el ocasional aullido de ráfagas de viento que parecían más amenazadoras que las que escuchaban fuera. Por su parte, Fern intentaba improvisar un soporte para el dispositivo con lo que pudiera encontrar, pero sin mucho éxito. El equipo de escalada no le proporcionó suficientes materiales y, tras una rápida comprobación, no parecía que tuviera muchas más opciones con el equipo que llevaban encima en ese instante.

Alan trató de concentrarse, aguantar la respiración por un momento para evitar el agua que le golpeaba a chorros en el rostro, e hizo fuerza con los bíceps para continuar el descenso. 

Pero los elementos golpeaban con fuerza... no sabía si conseguiría mantenerse mucho tiempo, y le costaba todo su esfuerzo no caer. Consiguió mantenerse, pero fue incapaz de descender otro tramo por la cuerda. Aquello se estaba complicando por momentos.

Era todo cuestión de seguir o morir, como tantas otras veces. La voz del mayor me infundió el ánimo que necesitaba y miré con rabia hacia arriba, como si fuese algo más que un maldito temporal contra lo que estaba luchando.

-¡NO ME VAS A VENCER! ¿ME HAS OÍDO?

Miré hacia abajo, me agarré con fuerza y busqué un lugar en donde colocar el pie; después, hice lo mismo con el otro, y sonreí al comprobar como por fin, lograba descender un nuevo tramo. Volví a intentarlo de nuevo, pero esta vez, no conseguí hallar un hueco, así que al menos procuré mantenerme en el nuevo sitio que había encontrado.

Puede que tardara en regresar abajo, pero lo conseguiría. Ni siquiera aquella tormenta iba a lograr impedírmelo.

Era poco probable que el grito de la marine hubiera hecho nada para amilanar a los elementos desatados, pero tal vez le llenó de suficiente coraje como para resistir el embate de lluvia y viento y descender finalmente un par de metros más. Espoleada por el éxito de su acción, se animó a bajar algo más pero, quizás, la visión de una forma oscura y borrosa entre la lluvia más abajo la hiciera dudar y aquel segundo intento se quedó en eso. Un intento.

Por su parte, el ranger terminó de pelear con el agua y el viento para recuperar la línea de escalada y poder retomar el ascenso. Sin embargo, una masa oscura e informe por delante de su posición se había acercado aun más. Si se trataba de la sargento Guerrero, parecía aproximarse con bastante decisión y el mayor Whiteface estaba en su trayectoria.

Ya podía ver al mayor abajo, a cierta distancia, lo cual era mucho más fácil gracias a que en aquel punto, la lluvia caía bastante menos. Pero no por ello iba a ser todo más sencillo. Todavía debía continuar bajando si quería regresar junto al resto del grupo. Me dolían los brazos y las piernas, y tenía arañazos tanto en las palmas de las manos como en el cuello.

Por un momento me pareció que el viento iba a lograr tirarme, pero logré agarrarme a tiempo y mantenerme en el lugar. Aun así, preferí esperar un poco más antes de arriesgarme a seguir bajando, pero sí que decidí que la próxima vez, debía intentar llegar más abajo.

-¡MAYOR! ¡EMPIECE A DESCENDER PARA QUE PUEDA HACERLO YO! -le grité.

Alan miró hacia arriba y vio la silueta de Guerrero. Escuchó su voz por encima del estruendo del viento y asintió aunque ella no podría verle.

- ¡Eso intento! - Gritó mientras trataba de afianzar bien la cuerda y continuar con el descenso.

Pero una repentina ráfaga de viento le zarandeó y a punto estuvo de tirarle... Fue incapaz de continuar descendiendo...

La situación en la pendiente parecía haberse atascado. Guerrero había aguantado la presión de los elementos pero dudaba a la hora de seguir descendiendo, especialmente cuando comprobó como un Whiteface superado momentáneamente por la lluvia que se le metía en ojos, nariz y orejas se distraía y una nueva ráfaga de viento casi lo alzó en vilo cual muñeco de trapo antes de lanzarle cabeza abajo sobre la superficie inclinada de tierra. La cuerda vibró a consecuencia de aquel movimiento y varias argollas repicaron con un sonido metálico ahogado por el aullido del viento; por suerte, todo el conjunto aguantó con firmeza y quedó simplemente en un susto.

Rápidamente, me sostuve con fuerza para intentar efectuar otro descenso. Que fuese complicado no significaba que estuviese dispuesta a rendirme, sobre todo ahora que podía ver al mayor. Alan tenía problemas y quizás podía serle útil mi ayuda.

Logré colocar el pie en el último momento y bajar los dos metros que me separaban de él. Ahora quizás podría ayudarle a descender, aunque dudaba que fuese eso lo que esperaba conseguir al subir. Más bien, lo contrario.

-¡Ya llego, mayor! ¡No se le ocurra caerse ahora!

Alan tragó saliva cuando la cuerda y las argollas se tensaron... pero respiró aliviado cuando soportaron su peso pese a la fuerza del viento. Escuchó la voz de Guerrero desde arriba, aunque mucho más cerca de lo que hubiera estimado hacía unos segundos. Empezó a moverse con calma, y movimientos calculados, y fue poco a poco recolocándose para volver a una posición desde la que pudiese descender... Si el temporal no volví a agredirle con insólito ímpetu. 

Miró un poco hacia arriba y se percató de que Guerrero ya había llegado a su posición. Miró en dirección a la mujer... en otro momento y situación habría tratado de mostrar una sonrisa, pero con el viento y agua era imposible.

- ¡Ha sido un error tratar de subir! - Dijo tratando de hacerse oír. - Hay que descender. Evans y Andrews están colocando la antena. -

Bajó la mirada hacia abajo. Buscó un punto de apoyo donde colocar el pie, y aprovechó el breve respiro para tratar de calcular la ruta que seguiría en el descenso.

El mayor Whiteface logró reponerse con presteza a pesar de las inclemencias meteorológicas. Su aseveración podía ser perfectamente cierta pero, enfrentados a la fuerza del viento y a la violencia del aguacero, sólo acentuaba lo obviamente difícil que era la situación a la que se habían expuesto. Y todavía podía ir a peor; la silueta que el ranger creía ser su compañera comenzó a acercarse con demasiada velocidad.

Y es que Guerrero pudo comprobar cómo varias de las argollas que mantenían la cuerda sujeta se abrían bruscamente a consecuencia de una incorrecta distribución de su peso con su último intento... y comenzaba a precipitarse pendiente abajo.

Alan, una vez reafianzada su posición, empezó a tratar de utilizar manos y pies para buscar puntos de apoyo y continuó con el descenso. Guerrero había caído un poco, pero confiaba en la habilidad de la mujer para recuperarse rápidamente. 

Tenían que descender ambos, y no tardar demasiado. Le preocupaba haber dejado sin liderazgo a los cerebritos, y las locuras e inconsciencias que podían haber cometido ambos científicos en ese lapso de tiempo.

Sin embargo el viento volvió a golpearle con fuerza y se vio incapaz de descender...