Partida Rol por web

¿ y ahora que ?

Despiertas ....

Casi no recuerdas haber perdido la consciencia ni quedarte dormido, pero de repente despiertas en un lugar extraño, sin saber como has llegado a el. La fuerte luz del día te quema los ojos y en cuando levantas la mano para cubrirte la cara, te descubres el cuerpo bastante dolorido y tumbado. Estas tumbado en una cama entre unas sabanas blancas, una gruesa manta y un mullido colchón.

Estas en casa ... en tu dormitorio, lo empiezas a reconocer. Es tu gran dormitorio. Quizás demasiado grande para un hombre solo.

Tienes la cabeza vendada, parte del pecho y un brazo. El resto esta cubierto por rasguños y algún moratón.

Los acontecimientos llegaron fraccionados a su cerebro, primero retazos de vagos recuerdos y a medida que el tiempo pasaba, todo se volvía más real. La imagen de la nave ardiendo, saber que sus trabajadores habían sufrido y que algunos habían muerto... Y su única preocupación era que la nave no estaría lista para la carrera. Y que ni su esposa ni su hijo podrían ser recordados al final.

Apenas había pasado el tiempo suficiente para superar su pérdida. Todavía, cuando se levantaba por la mañana, buscaba bajo las mantas el cuerpo de Michaella, esperando encontrarla y que todo hubiese sido un mal sueño. Pero nunca era así. Cuando vacío aquel lado de su cama, se decía que tenía que levantarse de nuevo y seguir solo. Y había encontrado una dedicación, algo en lo que ocuparse para no sucumbir a la tristeza. Y había hallado distracción en la preparación de aquella nave. Había contratado gente y entre todos iban a cumplir un sueño. Su propio sueño. Seguramente, nadie más que West conocía las verdaderas implicaciones de su deseo por terminar la carrera.

Se incorporó como mejor pudo, mordiéndo unas cuantas maldiciones por el dolor, y cuando estuvo sentado en la cama, respiró hondo un par de veces para comprobar su verdadero estado. Desvió la mirada hacia la mesilla de noche, dónde una fotografía de la familia West al completo posaba ante una cámara. Por ellos tenía que seguir adelante. Tenía que comprobar que la nave aún era operativa y que unos arreglos de última hora la harían funcionar. Habría que prescindir de las filigranas y el diseño tenía que ser práctico, ligero, pero también robusto.

Su mente empezó a trabajar entonces, apartó a un lado todas sus preocupaciones; aunque el deseo de haber muerto en el hangar para reunirse con su familia todavía seguía latente ahí dentro. No tenía nada más que perder, salvo la vida y tampoco es que le importase demasiado. Aunque bien pensado, si se moría, ya no podría honrar la memoria de su familia.

Se frotó la cara con las manos y se mesó la barba, devanándose los sesos. No tenía sentido pensar en la nave cuando no conocía los daños.

- ¡Walter! - llamó a su mayordomo con voz potente, casi airada. Él sabría ponerle al corriente de lo ocurrido.

La puerta se abre incluso antes de que termines de pronunciar su nombre.

¿ Sr. West ? - Pregunta el mayordomo. Entra en la habitación con su paso tranquilo y sin prisas. Parece casi como si su oportuna aparicion haya sido fruto de la casualidad, pero es algo que aun, tras tantos años, nunca has logrado comprender. Walter a veces parece poseer alguna especie de Don o algo parecido, casi siempre aparece de la nada para cumplir sus labores y después desaparece sin dejar rastro. Siempre que le has preguntado, se ha excusado alegando simplemente a "Me enseñaron a ser discreto y eficiente, señor.".

Al verte medio incorporado se acerca a ti, con una azafata en sus manos en la que puedes ver tu desayuno habitual - Sr Walter, no debería tratar de incorporarse tan pronto. Me ha costado Dios y ayuda convencer a los Doctores de que usted estaría mas cómodo en su casa, que no en la cama de un hospital. Solo cedieron cuando les di mi palabra de que velaría por su descanso.

En cuando llega junto la cama, te da la espalda para depositar con cuidado el desayuno en la mesita de noche. - Por favor Sr, no haga usted que me tenga que enfadar. - ¿ Enfadarse ?. Desde que lo conoces, ha amenazado con "enfadarse" mas de diez mil veces, y aun nunca le has oído levantar la voz.
Con sus manos enguantadas de blanco, le invita con delicadeza y firmeza, a recostarse de nuevo. No antes sin haber colocado las almohadas debidamente mullidas para que puedas apoyarte en ellas.

West volvió a acomodarse, aunque en realidad no tenía ganas de hacerlo. Se sentía hiperactivo.

- ¿Ya es por la mañana? - preguntó a Walter. - ¿Cuanto tiempo llevo inconsciente? Bueno, como seguramente no vas a dejar que pise la calle hasta dentro de unas semanas, me gustaría que mandaras avisar al señor Pengrowth y a los demás, para tener una reunión de trabajo... - lo miró levantando las cejas, conocía a Walter, y Walter conocía al señor West.

El Sr West dijo:

Si señor. - Responde de espaldas a ti mientras vierte cuidadosamente agua caliente en una tacita con posos de te. -  No es que estuviese inconsciente. En ningún momento perdió el sentido. Pero los doctores ya me advirtieron que posiblemente tendría lagunas producidas por el golpe.
Sigue hablando a la vez que despliega una pequeña mesita para colocar encima la cama. - Conseguí que le dieran el alta por allí a las 3 de la mañana. Volvimos, andando por su propio pie al negarse rotundamente usar una silla de ruedas y se fue a dormir. - Con la mesa ya sobre sus piernas, empieza a colocar en ella su desayuno - Ha dormido hasta ahora. Son casi las 11 de la mañana.

Con su forma de hablar tranquila e inmutable, parece que Walter no perdería la compostura ni en el día del juicio final.

El Sr West dijo:

Los doctores me dijeron que tomase descanso completo durante 7 dias. Pero entre nosotros, ya me daré por satisfecho si consigo retenerle en su cama al menos 36 horas.

El Sr West dijo:

Descuide Sr. Me encargaré de ello de inmediato. - Con el desayuno ya servido el mayordomo pregunta si necesita alguna cosa mas antes de darse la vuelta. - Oh !, por cierto. Me he tomado la libertad de dar largas a los periodistas y curiosos. El lamentable incidente con el Saint Michael, no ha pasado desapercibido.

- Todo perfecto entonces, Walter. Gracias - dijo West mirando el desayuno y aprobando todo lo que el mayordomo había hecho por él mientras se encontraba dormido. - Mande avisar a Pengrowth, y al señor Custer, y en fin, a todo el que estuviera aquella noche en el hangar. Los reuniremos en mi despacho a la hora de la cena... ahora me gustaría estar solo... - añadió con gesto cansado.

Asiente con la cabeza y se retira silenciosamente, cerrando la puerta de tu habitación tras de si.

El camino de vuelta se hizo un poco mas pesado de lo habitual. El cansáncio acumulado tras una larguisima jornada, solo fue la guinda de "un día para no olvidar". Con los pasos y los minutos, el frio va calando en los huesos que se se sienten cada vez mas por los golpes y el ajetreo del incendió.

Las calles de vuestro barrio, no es que sean de lo mas apetecibles a estas horas. Por suerte Teophilus es un buen elemento disuasorio y de las pocas personas que se atreven a plantarle cara o buscarle bulla por simple diversión, hoy no parecen estar por aquí. Algunos vagabundos o gente sin hogar, prostitutas, borrachos que tratan de no caerse al suelo y alguna puntual bronca que se oye a la distancia.

...

Por la mañana, el día parece mas radiante que de lo normal. Sin duda debe de ser un efecto por el contraste con la horrible noche anterior. Las estrechas callejuelas, anoche invadidas por todo tipo de elementos de no muy grata compañia, hoy se encuentran casi desérticas. De no ser por el aspecto negruzco, sucio y el permanente mal olor, casi podrñia parecer una calle decente. Gente que va y viene, algunas paradas que intentan vender las mercancias que "la clase media" no quiere o tiendas abiertas desde primerísima hora.

Quizás la única novedad, es que ya empiezan a rondar los primeros rumores acerca de lo ocurrido. Gargantuéscas explosiones, docenas y docenas de muertos y un par de barrios enteros quemados, reducidos a ceniza ... Como les gusta a algunos exagerar.

Me despierto con un laaargo y profundo bostezo que no me molesto en disimular. Enseguida salgo de la cama porque sé que si no me quedaría en ella el día entero y me visto precipitadamente con lo primero que encuentro en el maltrecho baúl que almecena mi ropa, la cuál tampoco es mucha.

Me remuevo con un escalofrío y paso hasta el pequeñísimo comedor en el cuál zarandeo a Teo sobre el sofá para que decida a abrir los ojos mientras yo abro la ventana y me asomo por ella con curiosidad.
No estoy segura de qué esperaba, las cosas están como siempre por mucho que a nosotros nos hayan cambiado toda nuestra rutina habitual.

-¿Qué haremos?, ¿y si nos quedamos sin trabajo?- pregunto preocupada acercándome a la cocina para descubrir que está demasiado vacía como para desayunar.

-Deberíamos volver al hangar y averiguar qué quiere hacer el sr. West, nunca se sabe, ¿no?- me encojo de hombros dando a entender que por probar no perdemos nada. Si hay una mínima posibilidad de reemprender nuestros trabajos deberíamos aprovecharla, además rondar demasiado por las calles me acabará trayendo problemas.

Cuando despiertas por la mañana, no tardas en descubrir que es bastante mas tarde de lo normal. Tu molido cuerpo se ha tomado un buen y largo descanso sin pedirte permiso. Ya con el primer intento de incorporarte notas el dolor recorrer todos y cada uno de tus huesos, invitándote a "venga .. solo 5 minutos mas" (es dolor cansancio, agujetas, etc ... nada grave).

Embotado, Teo despierta por los suaves zarandeos de Maya. Sin embargo esta vez no siente las habituales nauseas matinales de la resaca, sino simple y puro cansancio. Tiene agujetas en las piernas después de forzarlas en las carreras de la noche anterior, pero en un rato confía en que desaparecerán.

Entrecierra sus ojos claros, tan sensibles a la luz y mira a su amiga moviéndose de aquí para allá como un ratoncillo. Cuando la ve volver de la cocina cae en la cuenta de que no hay nada para desayunar. Por suerte en la bolsa de su chaqueta le queda bastante dinero del último jornal.

—...hacer el sr. West, nunca se sabe, ¿no?

Tarda un momento en asimilar la pregunta de la niña para formular la respuesta.

—Sí. Les dije al ingeniero y al vaquero que pasaríamos durante la mañana de hoy para comentar lo que haremos. Si la cosa está muy mal tendremos que buscarnos otra faena, Maya —afirma, mordiéndose el labio inferior—. Pero ya es bastante tarde. Vamos hacia allá y de paso desayunaremos con calma en la taberna de enfrente del hangar. ¿Te apetecen unos huevos? —el irlandés ya se está levantando mientras se pone su raída chaqueta (no duerme con pijama). Se ducharía, como le enseñaron en el ejército, pero en esos días el agua corriente es un lujo para ricos.

—Venga. Es hora de marchar.

¿ Vais a "desauynar" a una taberna ?. Supongo que una rebanada de pan seco, algo de queso, un loncha de pavo tibio y un vaso de vino, no serán tan caros.

Te despiertas y eso solo sirve para hacerte notar el dolor de cabeza. Con la cara hundida en una cálida almohada, tienes que realizar un titánico esfuerzo para levantarte y no apurar "cinco minutos mas". Tu boca esta pastosa y sientes en el cuello la carraspera del humo y el alcohol. Pero no es hasta que notas tu cojín respirar que sientes la curiosidad para levantar un poco la cabeza.

Si los enormes pechos de una mujer siempre han sido un buen lugar en el que reposar la cabeza, estos deben ser de los mejores sitios en los que has dormido últimamente. Una fornida mujer desnuda, generosa en curvas y carnes y unos enormes pechos, se encuentra en tu cama. O tu en la suya, que es algo mas probable. Al incorporarte un poco, te descubres en una cama de madera y colchón de paja, en el centro pequeña habitación sin muchos lujos. La poca luz que entra lo hace por una ventana pequeña y con unos cristales casi opacos por la roña acumulada. A parte de una palangana para el aseo y silla en la que cuelgan tus pantalones y la pistolera(con su/s arma/s), el resto esta vacío de mobiliario. Solo quedan prendas de ropa tiradas por el suelo.

La mujer parece despertarse con tu movimiento y mira hacia la ventana con pereza. No parece extrañada ni sorprendida por la sitaución

Bill le dedica un mordisquito a la mujer y luego se despereza un poco, lavándose la cara con agua y haciendo un atisbo de peinado mientras se queja del dolor de cabeza.

Mientras se viste intenta atisbar donde está mirando por la ventana. Probablemente no conozca ni el barrio. Tampoco es que le importe mucho ... pero esa mujer ... tendrá que recordar el lugar.

A ver como está hoy el trabajo. - Dice a la mujer como si a ella le tuviera que importar.

-Unos huevos revueltos estarían de muerte... aunque no sé si podemos- me llevo las manos a mi vacío estómago un tanto dubitativa. Por una parte pienso que también tenemos derecho a disfrutar de vez en cuando y por otra.... por otra supongo que podemos recuperar el dinero de alguna cartera ajena así que, ¿por qué no?

-¡Vamos pues!- espeto de repente más animada, sujetándome al brazo de Teo mientras cruzamos las sucias y abandonadas callejuelas hasta llegar a la zona de trabajo, en la cuál podemos elegir más locales y tabernas para desayunar.

Nos permitimos algún que otro capricho para recuperar fuerzas y de paso animarnos dado que inmediatamente después nos dirigimos al hangar para intentar averiguar que pasará con la carrera, el sr. West y nuestros puestos de trabajo.

Mientras te aseas un poco la cara, la notas algo dolorida. Instintivamente buscas en el espejo, pero no ves ninguno. Asi que tienes que resignarte a comprobar cual es tu aspecto. Sales de la habitación para aparecer en un pasillo con media docena de puertas y unas escaleras muy cerca de donde te encuentras. Bajas por ellas y a bajo hay un pequeño tuburio vacío que aun conserva el olor a "gente" y una ligera neblina omnipresente de olor particular. Una mezcla entre tabaco y otras substancias.

Un hombre coruplento y barrigudo, no tan viejo como aparenta su maltrecho cuerpo, te mira de reojo y te saluda con un desinteresado gesto de cabeza. Hecho esto, no tarda en ignorarte y seguir barriendo por debajo de las mesas.

Al salir a la calle te sorprende la anchura de estas. En donde estaban los hangares del Sr West, para cruzar la calle de un lado a otro necesitabas raciones de viaje para al menos dos días enteros de camino !!*. Aquí en cambio, hay puntos en los que si estiras bien los brazos, puedes alcanzar tocar las paredes de ambos costados al mismo tiempo.

Sales un poco desorientado y las explicaciónes que te dan para volver a barrios mas limpios, son complejas y bastante liosas. Estrechas callejuelas en todas direcciónes, cruzes imposibles y angustiosas plazas mas pequeñas que la habitación en donde has despertado.

No es hasta que por razónes de asombrosa coincidencia, identificas un par de espaldas en la distancia. Un hombre alto y corpulento, junto una muchacha de incondundible melena pelirroja.

*= Obviamente es una exageración, pero vamos, que eran calles muy anchas XD.

Ambos salís a la calle, aun sin una idea muy clara de donde podéis ir a gastar algunas monedas en un desayuno caliente. Quizás buscando algún lugar un tanto mas limpio, empezáis a moveros por las laberínticas callejuelas de vuestro barrio. Por el camino os encontráis a menudo con la misma gente de siempre, alguna de las cuales os saludan con mas o menos afán o por simple cortesía.
Esta esa señora muy mayor que se pasa el día rondando las calles con su viejo y harapiento vestido de gala. Sin duda su salud mental dejo que desear, pero al menos es agradable e incluso puede resultar entretenida si alguien se presta a escuchar sus historias. Un par de chicos jovenes, incluso mas que Maya, que corretean cargando cajas y cuidando de la vieja tienda de frutas de su estricto padre. Incluso una pareja de policías con su distintivo uniforme que patrullan estas calles desde hace tanto tiempo que hasta resulta imposible imaginárselas sin ellos.

Todas estas cosas con la cara de la moneda, la parte menos desagradable de estos barrios, cuando al menos por unas pocas horas al día, hasta parece un buen barrio.

Buenos días caballero y señorita. - Dice alegremente Bill mientras saluda con el sombrero. - ¿Les puedo acompañar?