Partida Rol por web

Fran salió afuera, pero no había rastro de Momomi. Como supuso que algunas de las alumnas más mayores la conocerían, se acercó a alguna de ellas y les preguntó si la habían visto, pero ninguna supo decirte nada.

No había ni rastro de Momomi.

Eso no significaba que fuese a faltar a su promesa, pero desde luego, en aquellos momentos no era posible hablar con ella sobre los planes que habíais trazado. Las opciones eran limitadas. ¿Miraba los clubs por su cuenta, o esperaba? 

Mientras dudabas en qué hacer, viste a las demás aparecer, poco a poco, procedentes de la cafetería. Ellas no podían verte a ti porque había una multitud entre tú y ellas, formada por todas las alumnas que estaban mirando el tablón. 

Que suerte había tenido habiendo llegado sin contratiempos hasta la escuela, había mucho movimiento por Miatre, seguramente por que los clubs de Literatura y el de Teatro eran los mas abarrotados.

El primer club que encontré fue el de teatro aunque antes de pasar el umbral de la puerta me encontré con Rokujo-san y Aoi-sama.

-Rokujo-san. Aoi-sama- dije a modo de saludo y me incline para acompañar el saludo ya que recordaba que Aoi-sama era la Estrella...por que no recordare nunca el dichoso nombre, maldito francés pensé para mi.

Para su poca fortuna, parecía que nadie sabía dónde se encontraba Momomi, ni siquiera las alumnas de su mismos curso, que deberían de conocer en mejor medida a la chica. Por ende, estaba claro que no podría elegir los clubes con ella, al menos no por el momento. Tenía la opción de apuntarse a los clubes por su cuenta, pero aquello no era algo que la peliblanco quisiera hacer, no cuando había prometido que los vería con sus amigas. Era por eso que tendría que esperar, antes de elegir a cuál se apuntaría. No había duda de ello. Bueno, siempre podía observar la lista y hacerse una idea para cuando apareciera la castaña luego.

Aún así, tenía que reconocer que estaba un poco entristecida ante el hecho de no haberla podido encontrar, si bien su humor mejoró en cuanto vio a sus amigas salir de la cafetería para, probablemente, ver también los anuncios del tablón. Parecía que ya habían terminado de comer, algo que la guitarrista se había visto forzada a interrumpir de manera abrupta cuando tuvo que escapar de la representante, de la cual al final no pudo escapar. Lo bueno era que había hecho una nueva amiga, y que Shion se había comprometido a ayudarla con los estudios, a cambio de intentar "arreglar" un poco aquella actitud irresponsable de la joven rebelde. Si bien, no había duda de que tendría poco éxito en aquella "misión".

- ¡Ey! ¡Chicas! - Exclamó en el momento en el que se acercaba a sus amigas, con la intención de conversar con éstas. No quería apuntarse aún a los clubes, ya que prefería esperar a que Momomi estuviera también, pero eso no quería decir que no podía ver lo que había disponible con sus otras amigas. Con una sonrisa brillante en su rostro, se acercó lo suficiente a las jóvenes. - ¿Van a ver los clubes? - Preguntó interesada antes de dirigir su mirada al tablón. Había muchas alumnas, por lo que sería un cierto caos a la hora de intentar ver algo en el mismo.

-Momi-chan. Suena bien. -Le hizo gracia que el apodo que le gustara significara abeto. Los abetos son arboles robustos y fuertes, pero también se usan como decoración en Navidad, lo que les da un aspecto mucho más tierno. Quizá Momomi sea así. Fuerte por fuera y tierna por dentro.

-¿Sabes... qué tienes unos ojos muy bonitos?

Al igual que todo lo que estaba haciendo Momomi, sus palabras pillaron a Mitsuki con la guardia baja. -Q-qué tonta -murmuró, aunque aquel cumplido había sido muy especial para ella. -Tú tampoco estás mal. No. -Aquella respuesta era, probablemente, lo más anticlimático que podría haber salido de sus labios.- Lo que quiero decir es que e-eres preciosa -trató de arreglar la situación. No sabía si lo había conseguido pero, por si acaso, cogió la mano que Momomi tenía en su cara con su mano libre, como si agarrándola fuera a conseguir que no se fuera de allí nunca. 

Tú tampoco estás mal. No.  Lo que quiero decir es que e-eres preciosa.

Momomi conocía la sensación que debía estar experimentando Mitsuki. Hacía ya varios años, ella estuvo en justamente su lugar; enamorada perdidamente de una alumna de más edad, recibía cada mirada, exhalación o palabra que desprendía, como una invitación a soñar, aunque en su caso, se trató únicamente de eso, sueños.

Pero ella no actuaba igual. No lo hacía por capricho. El contraste entre la forma de ser de Momomi, tan directa pero a la vez honesta, y la timidez de Mitsuki, hacía que ambas se sintieran a gusto una con la otra, o al menos, así lo percibía ella.

Muchas chicas le habían dicho que era guapa, que tenía unos ojos bonitos o una buena figura, pero nunca jamás, que era preciosa. 

Y sabía que en boca de Mitsuki, eso era decir mucho.

Quizás por primera vez, la sonrisa que salió de los labios de Momomi fue la consecuencia de dejarse llevar por las emociones, y no por la cabeza, y seguramente por eso, sus ojos brillaron.

Lentamente, Momomi tuvo que acercarse de nuevo a Mitsuki porque necesitaba imperiosamente darle otro beso, este mucho más profundo que el anterior. Sus labios presionaron los del Mitsuki con suavidad, pero saboreando al mismo tiempo el silencio y el cariño que se había creado entre ambas. Al separarse, apoyó la cabeza en su hombro y cerró los ojos un instante.

-Gracias, Mitsuki. Yo también creo que tú eres preciosa.

Tras unos segundos, o minutos, o quizás incluso horas, porque el tiempo parecía haberse detenido para ambas, Momomi levantó la cabeza.

-Pufff. Supongo que deberíamos volver. Acabo de recordar que le pedí a Rokuma-chan que se apuntara a voleibol porque siempre nos hace falta gente. ¿Te atreves a apuntarte conmigo?

En ese momento le fastidió haber comprometido a Rokuma. Le caía bien, le gustaba como era, quizás porque le recordaba un poco a la antigua Momomi irresponsable, pero en esos momentos, solo quería estar con Mitsuki. Además, no estaba muy segura de si a ésta le gustaban los deportes o no.

-Te prometo que cuidaré de ti -añadió por si acaso, mirando sus manos, que seguían juntas -, pero si no te gustan los deportes, no pasa nada, porque estaremos al menos en el de cocina seguro. Suele darlo Miatre, así que podemos ir a ver si encontramos a Rokuma-chan y después vamos a Miatre a apuntarnos. ¿Qué te parece el plan?

Tanto Nagisa como Miyuki hicieron una ligera inclinación de cabeza en señal de saludo, antes de hablar, pero Miyuki se adelantó primero. Después de todo, era mayor que Nagisa y tenía más experiencia en tratar con los nuevos alumnos.

-Hola, Mai-san. ¿Buscabas algo? ¿Te podemos ayudar?

Cuando nos llegó la noticia de que ya estaban las listas de los clubs me alegré pero... -id tirando, yo esperaré a Fran- expuse con una gran sonrisa, liberando a Hina del plan ya que tenía con quien ir de todos modos -si de casualidad la ves, avisa- pedí despidiéndome de ella con un movimiento de brazo mientras tiraban de ella.

Me quedé en aquella misma mesa sonriendo ligeramente, sin dejar de balancear mis piernas bajo la mesa mientras la sala se iba vaciando.

De nuevo, la sonrisa de Momomi iluminó un poquito más el trocito de bosque del que se habían apropiado. Pero, en aquel momento, era un gesto diferente. No era como la sonrisa anterior, o como aquella que le dedicó el primer día que se conocieron; ahora su rostro parecía brillar, y casi se podía apreciar un resquicio de vulnerabilidad. Aquel encuentro había hecho que se conocieran y empezaran a comprenderse.

Mitsuki recibió el beso sin temblar esta vez. Ya había probado sus labios, y ahora sabía que le gustaba, y que quería más. Cerró los ojos y se fundió con Momomi. Lentamente, sin saber si aquel gesto le agradaría, la rubia acarició con suavidad su pelo, dejando que sus dedos se enredaran en su sedosa cabellera castaña. Cuando Momomi apoyó su cabeza en el hombro de Mitsuki, esta aprovechó para rodearla con los brazos y seguir jugueteando con su melena. 

El cansado resoplido de Momomi rompió el silencio. Los deberes, los clubs, y el resto de personas de la escuela (quizá esto era algo exagerado, si Mitsuki lo pensaba bien, probablemente solo Mai la estaría echando en falta) hicieron acto de presencia en su cabeza, recordándole que existían y que exigían su atención. 

¿Te atreves a apuntarte conmigo?

Aquello sonaba casi tentador, pero solo casi. Pese a que la chica tenía una buena figura, no le interesaba mucho el deporte, solo la natación y algo de tenis. -Creo que si me apunto a voleibol, haré que perdáis todos los partidos -le confesó. Probablemente fuera porque aún se encontraba con la cabeza en otra parte, pues a Mitsuki le daba urticaria admitir que algo se le daba mal. -Pero te prometo que iré a verte a los entrenamientos. Como una animadora -se comprometió con ella. 

Con mucho pesar por tener que despedirse de aquel momento y aquel lugar, se levantó y tendió una mano a Momomi para que la usara de apoyo. -Claro, vamos a buscar a Fran-san. -Después de las cosas que la castaña le había dicho, se sentía un poco estúpida por aquel ataque de celos.

Pero te prometo que iré a verte a los entrenamientos. Como una animadora 

-Está bien. Eso me basta. Si estás conmigo, estoy segura de que lo haré mejor -le respondió Momomi, satisfecha por su reacción.

Momomi sabía que el ataque de celos que había hecho que Mitsuki se levantara y se fuera, podía ser un arma de dos filos, porque si bien había sido doloroso y ahora, al hablarle de ella, había corrido un riesgo, también era cierto que gracias a ello, estaban en ese momento allí, juntas.

Así que, había sucedido lo que muchas veces, que de un mal menor, había surgido un bien mayor. 

 -Claro, vamos a buscar a Fran-san. 

-Momomi se puso en pie y cogió la mano de Mitsuki, que había soltado unos segundos.

-Además, así podemos darle las gracias, porque si no hubiera sido por tus celos, tú no te habrías levantado para irte, yo no te habría seguido... y no habríamos venido aquí.

Momomi sonrió de nuevo.

-¿Vamos? -le preguntó, tirando suavemente de ella de regreso a Ichigo.

Las dos me saludaron con una breve inclinación, seguro que siempre lo hacían mas por respeto que por que fuera agradable hacer aquello, al fin y al cabo Nagisa seguramente será un año menor que yo pensé para mi misma aunque Rokujo-san me saco de mis cavilaciones.

-oh, buscaba los clubs para apuntarme, esta todo bastante bien organizado como para perderse, espero que aun queden plazas y los trolls no me hayan quitado el sitio-bromee aunque al momento me puse más seria- gracias por vuestra atención, sois muy amables-añadí y les dedique una sonrisa.

No es nada. Si entras en cualquiera de las clases, la presidenta del club te atenderá. 

Después, Miyuki y Nagisa siguieron su camino tranquilamente, dejando a Mai ante la decisión de en cuál debía entrar.

Mire como se iban, parándose cada vez que alguna chica se paraba a saludarlas.

Me encamine hacia el club de Teatro, esperaba que hubiera plazas al igual que en el club de Literatura.

Me acerque a la mesa del profesor y pregunte:

-buenas tardes, ¿quedan plazas para este club?-

Mitsuki echó a andar al notar el suave tirón de Momomi para ponerse a su lado. Por una parte, le daba un poco de vergüenza ir con ella de la mano. Por otra, acababa de besarla. Dos veces. Le dio un pequeño apretón, como tratando de ratificarse en su decisión. 

-Además, así podemos darle las gracias, porque si no hubiera sido por tus celos, tú no te habrías levantado para irte, yo no te habría seguido... y no habríamos venido aquí.

Aquellas palabras volvieron a despertar el rubor de Mitsuki, que tiñó sus mejillas rápido como una bala. -¡Mo-Momi! -la reprendió un poco. -No estaba celosa. No tanto. Yo... -viendo que no había manera en que pudiera excusarse, pues le había dicho desde un principio el por qué se había marchado, decidió cambiar de tema. -¿Dónde sueles pasar el tiempo libre? A parte de en el bosque.  

Momomi escuchó la protesta de Mitsuki y volvió a sonreír.

-¿Sabes que estás monísima cuando te enfadas? -le dijo, claramente divertida por su reacción, sin dejar de caminar.

¿Dónde sueles pasar el tiempo libre? A parte de en el bosque.  

Pues... a veces voy a la cafetería, y el resto del tiempo, suelo quedarme en la habitación. La biblioteca es demasiado silenciosa para mí, teniendo en cuenta la cantidad de gente que hay.

Poco a poco, fueron acercándose a Ichigo, de regreso a la "vida real", pero Momomi no soltó a Mitsuki. No sentía vergüenza ni mucho menos porque las demás viesen que había encontrado a alguien especial.

-Buenas tardes, ¿quedan plazas para este club?-

Cuando la chica se giró, te diste cuenta de que no era una profesora, sino una alumna igual que tu.

-¡Desde luego que quedan! ¡He de decirte que has hecho una magnífica elección! ¡Yo soy Atashi Harumi y este es el mejor club de todos!

La joven parecía muy enérgica.

Además, cuando en Astraea se hace la obra de teatro de las tres escuelas, siempre cuentan con nosotras. ¿Cómo te llamas?

La muchacha que había sentada en la mesa del profesor se llamaba Atashi Harumi y parecía tan enérgica como Rubi-chan, a lo cual deduje que igual los dragones abundaban por Astraea Hill.

-Me llamo Ayako Mai, pero puedes llamarme Mai-chan si lo prefieres, me gusta mucho actuar y escribir guiones de obras de teatro, sobre todo si hay musicales de por medio-me presente expresando mi interés por el mismo club y añadi- pero también me encantan las obras serias como La Ratonera o Carmen-

¿Estoy monísima cuando me enfado? Algo parecido dijo Fran, pensó, algo confusa. Para Mitsuki, una chica mona era bajita, frágil, algo tímida, a la que daban ganas de abrazar y proteger. Como Hina o Yuki. Ella siempre se había considerado una mujer fría y fuerte, y siempre había achacado a eso el hecho de no tener amigas. Aquel comentario le demostraba que Momomi y Francesca tenían varias cosas en común, y que sus personalidades eran parecidas. Bueno, pero los opuestos se atraen.

A lo lejos, ya se podía divisar el edificio triangular de los dormitorios. Se preguntó cómo sería Momomi enfadada, pero le costaba imaginárselo. Parecía tan relajada y segura de sí misma. -¿Dónde hemos... has quedado con Fran?

Hina alcanzó a escuchar la petición de Ayami y asintió mientras alzaba un pulgar, antes de ser arrastrada por la fuerza centrífuga de su compañera de cuarto, despareciendo de la cafetería. 

Mientras miraban el cartel, aquello terminó llenándose de alumnas y era un poco difícil de ver con claridad el listado, aunque si que pudo ver alguno de los clubes. Aún no tenía muy claro por cual decantarse, por lo que esperaría que Rubí se pronunciase...

Mientras esperaban, escuchó una voz conocida y se volteó para encontrarse con Fran. Hina alzó una manita para hacerle señas y rápidamente recordó la petición. - ¡Fran! ¡Tienes que ir a la cafetería deprisa, Ami-chan está allí esperándote! - le dijo con cierto apremio, tampoco quería que la pobre Ayami se quedase allí sola esperando. Además, de veras quería que estuviesen todas para poder decidir en qué clubes participar. - ¡Os estaré esperando! -

El de cocina estaba bien, ¡pero si todas se apuntaban no podría darles una sorpresa cuando preparase algún dulce!

De entre sus amigas, la peliblanco había notado que Ayami no se encontraba presente, cerca del tablón de anuncios. ¿Acaso se había marchado a otra parte? Había imaginado que seguiría a Hina pero parecía que no lo había hecho. De cualquier manera, no tardó mucho en ver cómo la pelirrosa buscaba llamar su atención con aquel movimiento de su manita que la hacía ver tan adorable. Sonriendo de manera cálida, se acercó a ella, al ver que quería decirle algo. Parecía que su compañera de cuarto se había quedado esperándola en la cafetería, algo que hizo que la guitarrista se sintiera un poco mal, ya que había sido su culpa. Después de todo, había escapado corriendo cuando Shion había querido regañarla, y había dejado a su amiga atrás.

- ¿En serio...? No tiene que ser tan buena conmigo... - Dijo un tanto triste, sintiéndose como la peor amiga de la historia. Por suerte, era probable que no la había hecho esperar demasiado. Sin embargo, tendría que disculparse con ella por dejarla atrás, cuando había escapado por su "vida". Era verdad que la había dejado allí porque sabía que la representante no la regañaría por algo que no involucraba a Ayami. De lo contrario, la habría cargado como había hecho con Hina anteriormente, y habría salido con ella también. Aún así, no había duda de que había hecho mal en dejarla allí esperando por ella, mientras conversaba con Shion y acordaba aquellas lecciones particulares para mejorar en sus estudios.

- Gracias, Hina, por avisarme. ¡Iré con ella en seguida! - Exclamó al final, mientras salía corriendo hacia la cafetería con la intención de encontrarse nuevamente con su querida amiga. Al entrar al lugar donde todas las alumnas solían comer, pudo ver a la rubia que había estado esperándola. Por un momento, se detuvo sobre sus pasos, en silencio y con la mirada baja, un tanto arrepentida por haberla hecho esperar, antes de levantar la mirada, decidida, y correr hacia su compañera de cuarto, en el momento en el que la levantaba entre sus brazos como lo había hecho con Hina anteriormente. - Perdón por hacerte esperar, Ami-chan... pensé que iba a regañarme mucho y no quería que me atrapara. - Se explicó con claro arrepentimiento en su voz, al mismo tiempo que comenzaba a caminar de regreso a donde se encontraba el tablón de anuncios. - ¿Me perdonas? - Preguntó un tanto afectada por el hecho de que su amiga la hubiera estado esperando en vez de ir con el resto de sus amigas. Era muy buena con ella. Mientras esperaba su respuesta, continuó caminando, aún cargándola entre sus brazos a modo de disculpa. No había duda de que la chica era bastante fuerte, probablemente por sus años practicando kendo.

Cuando vi a Fran le dediqué una gran sonrisa que creció aún más cuando me alzó -no tienes que disculparte- dije animada -¡me siento muy alta!- expliqué riendo mientras alzaba mis brazos intentando atrapar las nubes -haríamos un buen equipo como animadoras- bromeé después relacionándolo con el tema de los clubs mientras avanzábamos hasta la lista de estos.
 

Cuando llegamos noté la gran cantidad de gente que había por allí y entre la multitud una chica de pelo rosa -Rumbo Hina- marqué con el dedo a mi compañera la posición de nuestra amiga, que seguía llevándome.