Partida Rol por web

Cuando Heinz ve que coges una bolsa para llevar cosas parece que siente unos deseos irrefrenables de hacer lo mismo y se escurre hasta su cuarto. Tras escuchar un alboroto de cosas durante unos segundos ves que sale de su cuarto cargando una bolsa de deportes que identificas como de Mark. Da unas palmaditas a la bolsa y se coloca junto a la puerta. 

Escucha tu pregunta y medita durante unos instantes.

- El mio - dice casi en un susurro como si solo hablara para él. Sabes que Heinz tiene un ordenador portátil que ha ido reconstruyendo a lo largo de los meses aunque no os lo ha dejado a ninguno de vosotros. - El mio - repite esta vez en voz alta y te mira - Llevaremos el mio. Es la hora de que veas en lo que he estado trabajando - dice y comienza a reirse él solo. 

Os marcháis de casa y mientras sacas la moto Heinz se dirige a la oficina para coger su portatil y seguramente alguna cosa más. Lo esperas fuera hasta que sale. Ves que mira la moto y bufa varias veces. Mira a todos los lados. Y se santigua según el credo de diversas religiones. Aunque sabes que  es completamente ateo. Finalmente coge el casco y se sienta en la parte de atrás de la moto. No es la primera vez que le llevas en moto y sin duda no es el mejor de los pasajeros. Te va indicando la dirección sin intención alguna de decirte el destino final hasta que lleguéis. Cada vez que vas a traspasar el límite de velocidad notas un golpecito en el hombro. 

Cuando finalmente llegáis a vuestro destino te das cuenta de que lo recorrido en casi una hora podría haber sido perfectamente recorrido en menos de media. Heinz se baja de la moto con suma torpeza. Os habéis alejado del centro de la ciudad hacia el interior, lejos del lago y las zonas más activas de la ciudad. Estáis en una especie del polígono industrial. Por un lado del polígono pasan las vías del tren y por el otro, algo más alejada, la autopista que cruza la ciudad de lado a lado.

Heinz te hace gestos de que le sigas.

Yo paso por el gimnasio que frecuenta Halloway antes de ir a hablar con el abogado. Intenateré quedar con ella para lo que viene siendo una noche de sexo sin compromiso. XD

La señora Halloway no tiene mayor inconveniente en aceptar tu oferta de hablar de los por menores del caso en su casa. Te dice que la llames si algun día decides ir. Normalmente suele estar en casa para las 6 y media de la tarde.

Has notado su mirada. Te ajustas al perfil de su entrenador personal. 

Se acerca la hora de ir a reunirte con el abogado.

Me despido de Ian que se marcha caminando, mientras me pienso qué contestarle a Mark. Ignoro de forma deliberada la broma de mi amigo. Sé que le picará más que no haga caso a su puya y eso me gusta. En realidad, esta es la relación que hemos tenido desde pequeños. Como buenos amigos, nos gusta chinchar al otro todo lo que podemos. Y más.

Finalmente, tomo una decisión. Acércame a la oficina, si no te importa. Así podré coger mi coche y buscarme la vida. El tono es como cansado. Aunque lo cierto es que me siento algo decepcionado. No tengo mucho que hacer y no creo que vigilar a la última persona que me quedaba por investigar fuese a aclarar nada. Quizás lo mejor sea buscar a Katrina. Hace un par de días que no la veo y sería bueno verla.

¡Ah! Y debo comprar chicles... Tendría que hacer un pedido de esos al por mayor y ahorrarme el estar comprando continuamente a mi coreano favorito.

No hay problema -sonrío a mi compañero Luke -a las oficinas pues. Agarrese fuerte Major Evans -advierto momentos antes de poner primera y salir a una velocidad de geriátrico.

Pongo la radio. Una emisora de música para variar. Rock. Últimamente las noticias eran poco halagüeñas.

Dejo que las guitarras y las baterias resuenen en el auto hasta llegar a casa.

Fin de trayecto soldados -digo imitando la voz del sargento Highway, de la peli el sargento de Hierro -hora de desembarcar.

Y sin dar tiempo a Luke a rechistar le espeto. Y cierra el pico ¡Hippie!

Me encanta esa película tío. Mi experiencia en el ejercito había sido idílica en comparación. Todo estaba lleno de mandos capullos pero no se metieron apenas conmigo.

Subo a casa y me cambio. Me pongo el chandal y meto en la mochila el traje informal.

Tras sudar la camiseta con Hallowey y ver con agrado que puede que haya tema esta noche. Me ducho y me pongo el traje para ir a ver al abogado.

Aparco cerca de la estación de metro y voy en transporte publico hasta el lugar acordado. Llego quince minutos antes. Me doy un paseo por la zona.

Durante el camino tengo que contener en varias ocasiones la risa al sentir a Heinz controlando mi velocidad o temiendo por su vida. Odio que me vaya guiando en lugar de decirme el destino, pues así se aprovecha para hacerme dar todas las vueltas que quiere, pero por otro lado, tampoco tenemos prisa y joder, si él se queda más tranquilo así, pues adelante. Hagamos una ruta turística por toda la ciudad. 

Cuando por fin llegamos y nos bajamos de la moto me quito el casco y sacudo la cabeza, haciendo ondear mi pelo. Miro a mi alrededor y luego a la moto con una pizca de inseguridad. No me extrañaría que Heinz pretenda que demos más rodeos y terminemos bastante alejados de la moto. Y no quiero abandonar la moto en medio de un polígono en las afueras. 

- Espera, Heinz. - Llamo, haciendo un gesto hacia la moto y colgándome la bolsa de deporte a la espalda, pero sin seguirlo todavía. - ¿La moto la dejamos aquí? ¿Es seguro? No quiero encontrármela sin ruedas a la vuelta. 

Tengo tiempo antes de la cita y lo aprovecho productivamente, el ir caminando a mi casa me recuerda que hace varios días que no salgo a hacer running, de mañana por la mañana no pasa. Es algo que me desestresa y me hace ver las cosas con claridad, una horita con mi mp3 y sudar.

Reviso toda la documentación del interventor y la ordeno. Dejándola en un cajón de uno de los escritorios, el que pretendo sea mi pequeño cubículo. Saludo si hay alguien, ordeno y digo que tengo asuntos que atender si es Marion, y que tengo un cita si es cualquier otro.

Una vez en el sitio indicado, me acerco con paso tranquilo, una mano en el bolsillo del pantalón y mi sonrisa, es todo lo que necesito para presentarme ante la guapa secretaria, que no se como, he olvidado su nombre. Me gustaría ver si es una persona inteligente, si habla de más, básicamente investigarla. Saber cuantos lunares tiene en los muslos también puede ser importante.

A medida que te acercas la mujer te identifica y ves que esboza un amplia sonrisa. No te extraña pues es el efecto que generas en casi todas las mujeres por las que te interesas. 

Empezáis a caminar  y te das cuenta rápidamente de que no tiene un rumbo marcado por lo que esperará que seas tu el que proponga que hacer. Por sus gestos y su nerviosismo al hablar deduces que no es esté acostumbrada a salir con muchos hombres. Lleva un enorme bolso y a diferencia de la mañana cuando la has visto, ves que lleva algo de maquillaje. 

No habla mucho y sin duda deja que seas tu el que lleve la conversación. Por lo que habláis en una charla informal mientras andáis ves que lleva varios años trabajando para EasyWater. Vive sola con un par de perros, Liem y Piem y le gusta mucho el teatro. No tanto hablar, sino escuchar es lo que más hace la mujer. Al no preguntar su nombre, ella no lo dice y por ende sigues sin saber el nombre la mujer con la que estás andando. Una situación nada ajena a tu persona.

No resulta ser muy habladora, algo que me encantaría en cualquier otra cita que no sea en la que intento sacar información. intento no desesperarme, todavía tengo. B) el alcohol y C) registrar su casa. Así que voy encaminado a ese plan. Pero primero habrá que cenar algo, así que paseando y hablando con ella buscamos un sitio donde cenar, no quiero impresionarla con el lugar, pero intento hacer algún truco de percepción, como saber la raza de sus perros por los pelos, o cosas por el estilo.

Después de la cena le pregunto donde vive, para ir a tomar unas copas más cerca de su casa, el tema es ir acercándonos poco a poco y que la caminata no se haga pesada. Pero la verdad que la chica es un encanto y es muy guapa. En un momento dado le pido el carnet para ver su foto con cualquier excusa tonta, ¡no puedo estar todo el día sin saber su nombre!

Andáis sin alejaros mucho de la zona, todavía no sabes donde vive y no quieres aventurarte todavía. Durante la caminata hablas. Hablas bastante, cosas que te inventas, cosas que no, y ella escucha. De vez en cuando te acompaña con algún comentario o alguna anécdota personal pero nada que pueda interesarte demasiado. Los perros son dos perros de agua. Hablando llevas la conversación al tema de la vivienda y no tardas mucho en conseguir una dirección. En cuanto la tienes y la ubicas. Algo lejos de donde estáis pero no una distancia insalvable te paras y buscas un restaurante con disimulo. Es una hora adecuada para cenar y no hay por qué retrasar el plan. 

Ves un restaurante japonés y tras una breve rodeo para averiguar algún que otro gusto preferente en la comida decides que allí será vuestra cena. Después de todo conoces el idioma y la cultura. Y no te parece que le desagrade la idea. 

La cena transcurre con normalidad. Echas un vistazo a la carta para cerciorarte de que puedes pagarlo y respiras aliviado. Sí que puedes.  Durante la cena y a medida que coméis y bebéis parece que va soltándose incluso te comenta que está preocupada ya que parece que la empresa entrará en momentos difíciles en poco tiempo. No te da tampoco muchos detalles ni te habla de ningún concurso perdido. Es entonces cuando te convences de que la mujer no sabe cual era exactamente el motivo de tu visita al señor Vittio. 

La cena avanza y termináis. Ella no ha comido mucho, te has dado cuenta y si que ha bebido bastante, también te has dado cuenta, sobretodo cuando ves la cuenta que os dejan y la cantidad de alcohol ingerido. Pagas con dolor esos 75$ de la cena con la propina incluida y te decides a seguir con tu plan. Si a la mujer no le ha agradado el restaurante tampoco parece muy dispuesta a comentarlo. No notas mucho los efectos del acohol en tu persona, al menos de momento, tal vez esa chispa fugaz. Ella cada vez habla más.

Heinz mira a su alrededor varias veces y cuando parece que va a decir algo ves que entre unos coches aparece Roderick. Este se acerca a vosotros con un paso tranquilo. No te has encontrado con él muchas veces pues normalmente es Heinz el que trata con él, pero podrías decir que es un camello agradable a ciertos niveles. 

El muchacho se desliza hasta donde estáis vosotros y finalmente os saluda. 

- Heinz - dice mirando al Doctor  y luego te mira a ti. - Son esos - dice señalando hacia una nave industrial - Los  almacenes 11 y 12 - dice sin entrar en mucho detalle - Nadie se acerca ni pregunta porque los  utilizaban los rusos para sus negocios, pero ahora están vacíos. - añade rápidamente -  Desde que las bandas se hicieron fuertes han tenido casi que esconderse y hace meses que no se pasan por aquí - dice bajando un poco el tono de su voz. Os mira - Cumple los requisitos Heinz. Apartada, sin gente y  he hecho el apaño como me dijiste y creo que funcionará internet - dice.

Hace una pequeña reverencia.

- Estaré por aquí. Cualquier cosa, os aviso - dice y parece que guiña un ojo.

Heinz espera a que terminéis de hablar con Roderick y se ajusta las gafas mirándote. 

- Supongo que podemos llevar la moto hasta allí. Ya sabes. Por si hay que salir corriendo - dice con un claro tono de preocupación. No para de mirar a todos los lados y respira varias veces antes de volver a hablar - Aunque... bueno, todavía es de día y no parece que haya mucha gente por aquí.. aparte de claro.. Roderick y sus amigos - dice y se frota las manos. Da una palmada  - ¿Qué puede salir mal? - pregunta con cierto tono optimista y se pone en marcha hacia el almacén que os ha indicado Roderick.

La zona del parque está en obras como bien habías recordado al olvidadizo del abogado. No hay nada que te llame mucho la atención a parte de un hombre que parece con toda seguridad el hombre con el que te vas a reunir. Lleva traje y es joven. Lleva una cartera y parece nervioso mirando a todos los lados. De vez en cuando mira su teléfono. Tiene que ser él. No cabe duda.

Me acerco al hombre.

¿Podría decirme la hora caballero? -pregunto para romper el hielo.

Soy Mark, Señor Davalos, del Chicago Tribune -digo en cuanto estoy lo suficientemente cerca para que nadie me oiga.

¿Y bien? ¿Le parece que demos un paseo por el lugar mientras hablamos?

Me costaba sacar a Halloway de mi cabeza.

El hombre sonríe cuando te acercas. Su sonrisa es algo nerviosa. 

- Las.. son las 7 casi de la noche - dice y luego se queda escuchándote. 

Asiente y comienza a caminar a tu lado. 

- Buenas Mark - dice y te mira - La verdad es que me ha sorprendido mucho tu llamada - afirma y suspira - No entiendo que puede tener de relevante... el caso - dice y suspira de nuevo.

Sonrío con cordialidad al ver a Roderick, pero dejo que sea Heinz el que hable con él. Sigo su mirada para ver el lugar que señala y asiento. - Muchas gracias, Roderick. - Le digo con una media sonrisa cuando se despide y se va.

Después miro a Heinz y la moto y finalmente la cojo y la llevo conmigo. - Sí, joder, mejor tenerla allí por si tenemos que huir. - Respondo divertida mientras empiezo a encaminarme yo también hacia allí. - Y por si acaso. 

¿Las 19? Estaba seguro de que habíamos quedado a las 20. Pero si este tipo llevaba el reloj con una hora de retraso y aún así llegaba pronto a las citas...

¿Relevante? 

Heinz camina a tu lado sin apartarse mucho de ti. No va delante, pero tampoco va detrás. El polígono en el que estáis la verdad es que parece completamente despoblado pero no tiene ese aire tétrico que cabría esperar. 

Cuando llegáis a la nave industrial entráis en el almacén que os había indicado Roderick. No cuesta mucho abrir la puerta. Parece ser que Roderick ya os lo había preparado para entrar con cierta facilidad. Encendéis la luz y lo que hay allí tampoco os sorprende. Hay varias mesas, con algo de polvo  y cajas tiradas por el suelo. 

Ves que Heinz se acerca  hacia una de las paredes y se pone a trastear con algunos cables que hay por ahí para finalmente colocar sobre la mesa una especie de caja que parece un modem casero. Ves que Heinz sonríe y coloca su ordenador para enchufarlo todo y te mira para hacer una pequeña reverencia y dejarte con el ordenador.