Partida Rol por web

La ciudad de Nueva York a finales de octubre empezaba a sentirse fria, aunque aun tenian que llegar las temperaturas mas bajas de invierno. Alice camina por la calle tranquilamente, habia decidido ir a comprar algo para la cena en una tienda cercana.

La tienda apenas estaba ocupada por una persona mas el tendero, un hispano con cara de cansado, en el interior los clientes eran un hombre de raza hispana tambien el cual estaba mirando los paquetes de patatas fritas y cogiendo un par de ellos.

Mientras Alice esta dentro mirando que comprar para la cena frente a una estanteria metalica llena de variedades de pasta en una zona algo mas alejada del mostrador escucha como la puerta se vuelve a abrir, segundos despues escucha algunos gritos:

- Vosotros aqui con trabajo y nosotros los autenticos americanos tenemos que quedarnos sin trabajo, nos quitais todo el trabajo y encima os creeis que sois como nosotros, sois ciudadanos de segunda, veta a tu pais a comer platanos mono

¿Pasta cuatro quesos? ¿Rellena de carne picada? ¿Macarrones comunes... o tal vez spaghetti con algo de salsa carbonara? La muchacha se mostraba más preocupada por las quejas sobre la cena que le esperaban en casa por parte de su hermano, que por lo que realmente le apetecía cenar a ella.

Se cruzó de brazos frente al estante metálico, pensativa, arropada por su chaqueta de lana color blanco hueso. Un resoplido bastó para apartar un par de mechones de cabello que caían sobre su rostro.

Fue entonces cuando el sonido de la puerta al abrirse volvió a llamar a sus oídos, pero no le prestó atención. Lo que si provocó que se girase, para observar, fueron las palabras cuánto menos xenofobas que taladraron sus tímpanos. 

El chico que insultaba a lso dos hispanos seguia haciendolo:

- No sois mas que monos de la selva, asqueroso espalda mojada, que seguro que has entrado por la frontera, ojala te hubiesen disparado, mira, eso vamos a hacer

El chico saca una pistola y apunta amenazadoramente mientras dice.

- Vamos dame lo que hay en la caja registradora, venga y dejate de tonterias. tu tambien mono.

Aparentemente no se ha dado cuenta de la presencia de Alice ya que la estanteria la tapaba aunque no seria extraño que pronto la descubriera

─ ¡Oh! , mierda... ─murmuró Alice, asustada, ante la presencia de un arma de fuego en la mano de aquel hombre.

Por suerte para ella, no había tenido tiempo de tomar nada de la estantería, ya que si no, probablemente, hubiese caído al suelo. Desplazó su cuerpo tras la estantería, con la espalda tras esta, tratando de ocultarse de forma sigilosa y sutil del alcance de la vista del atracador.

Los nervios se aferraron a su estómago, miró hacia el techo, ofuscada, tratando de buscar una salvación... o simplemente esperando a que ocurriese el desenlace.

Mientras todo sucedia Alice pego su cuerpo a la estanteria, la joven estaba nerviosa, pero noto algo, el frio tacto de la estanteria en su espalda paso a ser un tacto extraño, notaba su espalda en la zona donde habia tocado la estanteria mas rigida, como mas dura, como si se hubiese puesto algo en esa zona.

Mientras tanto en el mostrador se escuchaba como el tendero sacaba las cosas que le habia pedido el chico

Asustada por el hombre armado, e intrigada por lo que fuese que le había notado en la espalda, Alice se apartó un par de centímetros de la misma. Llevó una mano a la zona que notaba extraña, palpando con la yema de los dedos la misma.

─ ¿Qué diablos...? ─

Mientras, se desplazaba unos pasos hacia el interior del pasillo, alejándose cuanto podía del mostrador, tal vez con algo de suerte consiguiese salir por detrás del atracador, y correr hacia la puerta antes de que los problemas fuesen a más...

Al tocarse nota como hay algo metalico, como si se le hubiese pegado algo de metal, estaba frio como el metal. Mientras tanto en el mostrador el chico que amenazaba al tendero dice:

- Ja, mono asqueroso y como se te ocurra llamar a la policia te vas a enterar, de todas formas no vas a poder llamarla porque te deportaran, llamales asi te mandan a tu mierda de pais.

Segundos despues se escucha como se abre la puerta violentamente y como alguien sale

El asunto parecía empezar a ponerse feo. Alice se agitó, palpando ahora por dentro de su chaqueta de lana, y por dentro de su camisa ceñida de algodón, notando la piel y a continuación... eso. ¿¡Qué diablos era eso!? 

Se encorvó bruscamente, con la intención del alcanzar más. Giró el rostro y el cuello, aunque no pudo ver nada ya que no era de goma, el sonido de la puerta cerrarse le supuso un profundo alivio. Realmente lo sentía por aquel hombre pero... ¿Qué iba a hacer?

─ ¿Qué mierda es esto, que mierda ES-ESTO? ─murmuró la joven, asustada y ligeramente encorvada entre las estanterías del local.

El frío del metal recorrió la yema de sus dedos, estaba duro, y frio... no entendía nada.

La sensacion era extraña, pero pronto comenzo a desaparecer, con nervios Alice se toca la espalda de nuevo y nota como si su cuerpo absorviese aquella pieza de metal, o simplemente desapareciera.

Mientras en la parte delantera el tendero llama a la policia:

- Si, acaban de atracarme, si... pulse la alarma silenciosa....no, no han llegado aun....si....tengo camaras....iba sin mascara...un cliente y yo....espere y una señorita

Se aparta del telefono y grita:

- Señorita esta usted ahi? esta bien?

La sensación fue similar a cuando se te duerme un pie, y pisas con él en el suelo sin previo aviso. Un millón de hormigas parecían haber mordisqueado esa zona de su espalda, haciendo que aquel frío que palpaba... desapareciese, se esfumase, sin dejar rastro. Sacó temblorosa la mano de entre sus ropas, y se colocó erguida. Con los ojos titubeando entre las estanterías de pasta que estaba viendo, los nervios y una sensación de miedo provocaron que Alice tomase dos paquetes el azar, ni siquiera prestó atención a lo que tomaba.

Se dirigió apresurada a la caja, mientras sacaba un billete de diez dólares, con la intención de dejar el billete, y largarse sin más de ese lugar. No musitó palabra, sus labios se encontraban secos y sellados, contestó a la pregunta del dependiente con un leve asentimiento de cabeza, estaba bien, lo suficientemente bien como para salir de ahí por su propio pie.

Los dos hombres miran extrañados a la chica pero no dicen nada mas, parece que piensan que es normal la reaccion de la chica por haber estado en un atraco a mano armada. Cuando sale a la calle todo es normal, nadie diria que ha habido un atraco ahi al lado salvo porque a lo lejos se escucha la sirena de un coche de policia que se acerca y que tal vez vaya a la tienda de donde Alice acaba de salir.

El dia seguia normal, cada persona que por ahi pasaba seguia a lo suyo, nadie mira a Alice, nadie parece que se haya dado cuenta de nada alli en esa calle de Manhattan todo era normal, como siempre

Tras depositar el billete de diez dólares en el mostrador, ignorando completamente el cambio que le debía el tendero, la chica salió espantada del local. No sabía si estaba más asustada por el atraco o por... esa cosa de su espalda.

─ Vamos... vamos... vamos... ─murmuraba Alice mientras caminaba a paso ligero por la calle.

Las lluvias ya habían llegado, acompañadas del Otoño, y los charcos en aquella calle perduraban toda la estación, creándose auténticas balsas de agua en los baches de la acera y las grietas de la calzada. Su caminar era apresurado, arrollaba todo lo que tenía por delante y lo que menos le importaba era empaparse hasta los calcetines.

Solo quería llegar a casa y mirarse al espejo, a ver qué tenía... o qué había tenido ahí atrás.

Alice llega a su casa empapada, el lugar esta como siempre tranquilo, su hermano no esta en casa por lo que puede hacer loq ue quiera sin que nadie le vea ni le interrumpa. Con bastante ansiedad corre mas que camina hacia el cuarto de baño donde tiene el espejo mas grande de la casa, alli aun con el susto en el cuerpo se mira la espalda.

Al verse la espalda ve su espalda normal, no tiene ni marcas, ni rasguños, nada, su espalda estaba perfectamente normal, mojada por la lluvia pero sus ropas tambien lo estaban, pero a fin de cuentas era normal, nada de restos metalicos, ni nada pegado

Los paquetes de pasta, dos de cuatro quesos, se encontraban sobre el lavamanos, bajo el grifo. Alice, desnuda de cintura para arriba se había encargado de examinar su espalda, suspirando aliviada una vez había descubierto que no había nada extraño.

─ Gracias a ... ─no le gustaba la típica frase "gracias a dios", pero su hermano se la había pegado─ está todo normal. Seguro que fue el café, esa marca nueva no me gusta nada...

Optó por echar el pestillo del baño, y se dispuso a darse una ducha. Estaba mojada por la lluvia, y hacía unas pocas horas que había llegado del trabajo. Su corazón aún latía apresurado, relajarse bajo una cálida corriente de agua parecía ser una buena idea, después prepararía la cena.

La ducha fue tranquila y normal, la chica salio de esta con tranquilidad, parecia que le habia sentado muy bien, estaba relajada y tranquila, ademas el tacto del suelo en sus pies en cierta forma era agradable. Con la toalla rodeandole el cuerpo se sentia abrigada y en cierta forma protegida.

Fue entonces cuando noto algo raro, noto su pecho mas suave, como si se los hubiese rodeado con la toalla ademas de tener la toalla, fue entonces cuando lo vio, al apartar un poco la toalla sus pechos eran normales salvo por el hecho que parecia que tenian pegada parte de la toalla, como si la fibra de la toalla se hubiese quedado pegada en sus pechos y formase la forma de estos perfectamente, era como si estuvieran hechos del material de la toalla

La toalla tardó menos de un segundo en caer estrepitosamente al suelo. La tranquilidad con la que Alice había salido envuelta de la ducha se transformó en un ataque repentino de ansiedad y nervios. Situada delante del espejo, frente al lavabo, Alice propinó dos rápidos pasos acercándose al mismo. Apoyó una mano sobre la templada y sudorosa porcelana del mueble y abrió el grifo con la otra mano, a la par que, mojando su mano aún más, trataba de retirar aquella textura de su piel, rozándo la húmeda palma de la mano contra su piel "infectada" por aquella macabra textura.

─ ¿Qué está pasando aquí? Joder, ¿Qué coño es esto? ─se preguntó a si misma, entre murmuros, sin cómo se le había quedado la toalla pegada a la piel.

La chica estaba realmente nerviosa y no noto en un principio que al poner su mano en la porcelana de la pared esta tomo un color y textura similares, era como si la misma porcelana formase su piel y poco a poco la textura de sus pechos iba desapareciendo.

La sensacion era extraña notaba su cuerpo normal, como si no le hubiese sucedido nada, sin embargo cuando con la mano mojada toco sus pechos aun con la extraña textura sintio en la mano el mismo tacto que si tocara la toalla, pero en sus pechos noto un tacto normal de su mano, como si realmente estuviera tocandose

Lejos de sentirse aliviada porque la textura de las fibras desapareciese sin más, Alice solo estaba más asustada. No caían fibras al suelo, ni pedazos de tela, no se había pegado su piel a la toalla ni la toalla a su piel de alguna forma extraña... no, por desgracia no parecía ser así.

─ ¡Basta joder! ¿Qué es esto? ─ Alice gritó mientras se apartaba del lavabo, con unos pasos vertiginosos, resbalando con el agua y cayendo desnuda y de culo contra el suelo. Observaba su mano cubierta de porcelana con los ojos bien abiertos, tendida casi totalmente bocarriba sobre el azulejo, incrédula ante lo que le estaba sucediendo.

─ ¿Dónde está Konny? ─ pensó, en busca de alguien que le ayudase. Aunque era poco probable que Konrad tuviese una solución.

Trató de incorporarse tras el golpe contra el suelo, y se dispuso a salir del baño, para ir al salón y hacer una llamada urgente al móvil de su hermano. Con algo de suerte esta vez lo llevaría encima.

Cuando la chica llega al salon su mano empezaba a volver a la normalidad, tras unos 4 tonos su hermano con voz cansada dice:

- Si? dime, que es lo que te pasa? se ha olvidado algo y quieres que lo compre? pues no, porque hoy voy a llegar tarde asi que mejor que vayas cenando sin mi, pero bueno Al, dime que es lo que quieres de todas formas

─ ¡Konny! ─exclamó en gran parte aliviada, cuando escuchó la voz de este─ Necesito que vengas, es urgente. Ha... ha habido un... atraco y ahora no sé.... no sé, pasa algo raro. Por favor, ven a casa, ya.

La voz de la muchacha sonaba quebrada, a la par que frustrada y nerviosa. La situación se había vuelto bastante turbia y extraña, y Alice ya no sabía que pensar sobre lo que estaba ocurriendo. Mientras hablaba con su hermano se encontraba en el salón, aún desnuda, se sentó en el sofá mientras mantenía el teléfono inalámbrico pegado a su oreja, expectante.