Partida Rol por web

Susurros

Día 1. La llegada.

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14/03/2019, 08:39
Director

La familia al completo partía en un viejo y destartalado autobús dejando atrás Berlín Este y la monotonía de sus bloques soviéticos, las fábricas de la periferia y aquella cicatriz con forma de muro que les separaba del inaccesible mundo occidental; delante se iban abriendo paso los campos y pueblos de la periferia, la campiña alemana salpicada de poblaciones que parecían ancladas en un remoto tiempo indeterminado y cuyas construcciones más recientes seguían los dictámenes de la sobria arquitectura de la URSS. Con ellos llevaban una enorme maleta donde habían apilado las pertenencias de los cuatro y apenas un par de cajas con cosas sueltas: fotografías, útiles de cocina, algún libro, y poca cosa más. El resto había quedado atrás, embargado o vendido, de cualquier modo perdido para siempre. Incluso el Melkus RS 1000 de Eberhard, el modelo conocido como Ferrari de oriente, una exclusiva maravilla extraordinaria de baja tirada más propia del consumista mundo occidental, había sido embargado para hacer frente a los pagos de las deudas que la familia apilaba.

Habían llegado a aquella situación por culpa de Eberhard y sus gustos y caras aficiones. El señor Weigel se había cansado de partirse el lomo para no conseguir nada a cambio más que el misero sueldo proletario. Había oído de como, apenas a unos centenares de metros al otro lado del muro, la gente vivía con buenos y lujosos coches, en pisos altos y modernos y ganaban sueldos con cifras que llegaban a marear. Pero cruzar el muro era un suicidio, demasiado arriesgado y peligroso. Y no podía dejar atrás a su esposa y sus dos hijos, todo lo que ganaba era para ellos. La única manera de ganar un dinero extra en aquel mundo era la información. El Ministerio para la Seguridad del Estado, más conocido popularmente como la Stasi, era el órgano de inteligencia de la República Democrática Alemana, y valoraba enormemente la información valiosa que llegaba a sus manos, recompensándola generosamente. El objetivo era encontrar y detener a aquellos ciudadanos subversivos o contrarrevolucionarios que pudieran tener ideas peligrosas contra el Gobierno. En aquellos años convulsos de finales de los ochenta, la Stasi tenía a su disposición cerca de doscientos mil informantes que delataban a amigos, colegas e incluso familiares. Eberhard vio en la Stasi la solución a sus ansias de dinero y no tardó en delatar a aquellos compañeros de trabajo que tenían una mala palabra para el Gobierno y su vida de joyas y otros lujos comenzó a despegar. Todo fue bien hasta que alguien le delató a él y su modo de vida se fue al traste. Aquella moneda tenía dos caras, y jugar de aquel modo resultaba peligroso. Aunque se demostró que no había vendido a su Gobierno, su modo ostentoso de vida resultaba peligroso, digno de un insurgente occidentalista, así que la Stasi dejó de confiar en él y su gran fuente de ingresos se perdió dejándole con grandes deudas y facturas de grandes cifras por pagar. Le despidieron de su trabajo, y nadie volvió a confiar en él. Perdió a amigos, compañeros e incluso su hermano le dio la espalda. Era un paria.

La economía familiar quedó arruinada, y sin trabajo Eberhard no podía hacer frente a los pagos de su ostentoso modo de vida. Así que pronto llegaron los embargos: perdió su flamante coche nuevo, su casa, sus muebles e incluso la ropa más cara. De no haber escondido algunas cosas de valor las habrían perdido también. Pero como estado soviético, la RDA no iba a dejar en la calle a una familia al completo. Los servicios sociales les propusieron un cambio de aires, una nueva vida en un pueblo de interior de la Alemania Oriental llamado Vergessen. Allí tendrían casa y un trabajo para Eberhard en el cada vez más despoblado campo alemán.

Tras varias horas de triste viaje, dejando atrás todos sus recuerdos y su vida anterior, la familia bajó del autobús con su maletón y sus cajas en el pueblo que se convertiría en su hogar. Vergessen era un pequeño pueblo de apenas un millar de habitantes, se encontraba en medio del campo, alejado por más de 90 kilómetros de una ciudad. Eberhard miró el pequeño trozo de papel donde el trabajador social le había anotado la dirección y leyó en alto para el resto de la familia.

Calle Wundt 843

Tuvieron que buscar por los carteles de las calles hasta dar con su nueva dirección. Después de andar durante diez minutos cargados con sus escasas pertenencias, se dirigieron lentamente por un paseo de tilos ancho y acogedor. A pesar de encontrarse en los inicios de la primavera, la temperatura era tan agradable que les hizo olvidar, momentáneamente, la situación amarga que estaba atravesando. Pudieron sentir que un nuevo comienzo se abría ante ellos mientras el sol adormecía cualquier pensamiento funesto. No había mucha gente por la calle, se notaba que estaban todos en sus trabajos, colegios o demás quehaceres.

Finalmente llegaron a la casa y se detuvieron justo enfrente de ella dejando la gran maleta y las cajas en el suelo para dar descanso a sus entumecidas manos y contemplar la vivienda que les habían asignado. Comprobaron que la dirección que les habían dado se correspondía con ella, el número se encontraba en la puerta un tanto ajado por el paso del tiempo. La casa, al igual que la mayoría de las adyacentes, contaba con dos plantas y un pequeño patio trasero. Presentaba cuatro enormes ventanales en la primera planta y otros cuanto, algo más pequeños, en la planta superior. El tejado era rojizo oscuro y la fachada de cemento blanco, no se diferenciaba mucho del resto de casas del pueblo que seguían un diseño similar. Se notaba que era una casa antigua, pero había sido remodelada no mucho tiempo atrás por el Estado. La puerta principal era de nogal macizo, de aspecto robusto y para acceder a ella debían sortear dos peldaños de madera que daban a la calle. Allí, tras esa puerta que contemplaban desde la acera, se encontraba su nueva vida. 

Notas de juego

Y para empezar una tirada de cognición.

Edito: la tirada son tantos dados como vuestra habilidad de cognición, a lo que podéis sumar algún rasgo si cuadra con la tirada (percepción, atento a los detalles, etc.). Recordad desglosar los dados. 

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17/03/2019, 12:35
Eberhard Weigel

Eberhard no había visto a su familia tan decepcionada, como cuando les embargaron su maravilloso y nuevecito Melkus RS 1000, color rojo, en honor al comunismo. Sus miradas se clavaron todas en él, quien estaba realmente hundido al ver como cargaban su coche en una grua y lo separaban de su lado para siempre. Eber, se sintió casi muerto cuando vio la grua partir, pero las miradas de su esposa e hijos le hicieron comprender la gravedad de la situación. Se acercó a todos ellos y les abrazó con fuerza. - No os preocupéis. Papá recuperará su coche de nuevo. - Les dijo antes de besarles en la frente a cada uno de ellos y dejándoles en la calle para subir a casa a llorar por su amada pérdida.

Ya había pasado tiempo de aquello, casi tanto como el enorme favor que le hizo a su hermano pequeño, cuando informó de su mujer a la Stasi. Adolf, siempre se quejaba a Eberhard de lo dura que era su esposa con él y de las ganas que tenía de perderla de vista... y Eber, le hizo aquel gran favor. Jamás le dijo a Adolf que le contó a la Stasi para que aquella misma noche se llevasen a su mujer de su casa y no volviese a verla, pero el pago que recibió Eber por parte de su hermano pequeño, fue el de retirarle la palabra de por vida.

Pero todo aquello iba quedando atrás, a cada kilómetro que aquel autobús avanzaba, el pasado de Eberhard parecía esfumarse poco a poco y solo le quedaba lo más básico e importante para él: la ropa que logró ocultar en la casa y alguna joya. Y su familia, por supuesto. Su fiel familia que le acompañaba a su nuevo hogar. Una vida sana, lejos de la contaminación de la ciudad y por desgracia de los "lujos" que tanto le gustaban a Eberhrad.

Quizás lo más pesado del viaje, se le hizo al hombre al final, cuando tuvieron que abandonar la falsa sensación de comodidad del autobús y cargar con sus pertenencias hasta su nuevo hogar. Y es que cansado de tan largo viaje, llevar aquellas cosas en lo que parecía ya una interminable caminata por un lugar desconocido. Pero ver la casa frente a él le cambió el rostro. - Dos plantas. - Dijo con una sonrisa de oreja a oreja antes de molestarse en ver su interior. - Casi parece una mansión. - Estaba feliz. - Por fin algo de buena suerte para empezar. - Pensó para sí antes de correr hacia la entrada y asegurarse de que las llaves que tenían eran las que abrían aquella maciza puerta.

- Tiradas (1)
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20/03/2019, 00:56
Arabella Weigel

Parece acogedora —le respondió a Eberhard en cuanto tuvieron delante la fachada de su nuevo hogar.

Era la primera vez que le dirigía la palabra en todo el viaje en autobús. En realidad, apenas había abierto la boca para nada que no fuese tranquilizar a sus hijos. El viaje se les había hecho largo a todos, y se respiraba una atmósfera de hostilidad mal disimulada hacia el responsable de todo el entuerto.

Arabella, sin embargo, permaneció estoica y algo aliviada al ver que Eberhard podría vivir una nueva vida alejada de todas aquellas tentaciones. Después de descubrir lo que le había hecho a su propio hermano, cualquier mujer con un mínimo de decencia y sensatez le habría abandonado. Pero ella todavía creía que el hombre amable y bueno que ella había conocido seguía ahí dentro. Empezar de nuevo les ayudaría a todos.

Como aún es de día, podríamos dar un paseo después de acomodarnos en la nueva casa. ¿Qué os parece? —preguntó, tratando de levantar un poco los ánimos.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Una torada algo regulera para empezar, vaya xD

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20/03/2019, 22:06
Edward Weigel

Llevaba varios días taciturno, la actual situación era una mierda, marcharse era una mierda, dejar atrás a todo y a todos era una mierda, pero los últimos días el ambiente estaba enrarecido, los rumores se habían extendido y aunque sus amigos habían ido a despedirse, había algo que nadie quería decir pero que estaba en la cabeza de todos.
Nadie lo dijo pero no hizo falta decirlo para que se sintiera presente, el resultado fue una despedida muy amarga.
Además Helen no había podido salir de casa para despedirse... o no había querido.
Su padre últimamente no era precisamente popular e incluso aquello podía ser su culpa, le costaba mirarle y no sentirse enfadado. Le costaba mirarle y no pensar que lo había jodido todo de la noche a la mañana ¿y todo por qué?
Dieron vueltas por donde se suponía que estaba su casa hasta dar con ella. Le daba igual que fuera pequeña, grande, de color azul o con mariposas...
Miro a sus padres cuando hablaron, algo taciturno y no dijo nada, se limitó a asentir sin ganas a la pregunta de su madre.

- Tiradas (2)
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22/03/2019, 13:27
Hilda Weigel

Después de varias horas en aquel autobús viejo y oxidado, la pequeña Hilda tenia adolorida la espalda y se sentía un poco somnolienta. Mientras llegaban a su nuevo destino Hilda iba recordando el estallido familiar que ocasionó su amado padre, aunque a ella le ocultaban el trasfondo del problema, no le costó darse cuenta que la situación familiar empeoraba debido a que cada día que pasaba se iban llevando más cosas de la casa, y en ese preciso momento Hilda recordó aquella casita de muñecas de porcelana que su padre le regaló cuando cumplió 10 años y que se la tuvieron que quitar de las manos. Pese a todo los problemas ella seguía confiando en su padre y el era el único que podía salvar la estabilidad emocional y económica de la familia. 

Ya estando en aquel pequeño pueblo con su pequeña maleta azul Hilda miró con recelo aquella casa blanca, no le emocionaba la idea de vivir en ese pueblo y tan lejos de la ciudad. El pueblo era tan silencioso y tan calmado que no ayudó a que la tensión que sentía Hilda cesase. Respondiendo a la pregunta de su madre, ella asintió con la cabeza tras meditarlo brevemente, cualquier motivo le parecía genial con tal de no estar mucho tiempo en aquel lugar extraño. 

-Sí, exploremos este pueblo, a ver que nos encontramos.- dijo la pequeña Hilda sin mucha emoción en el tono de su voz y algo reticente, aunque resignada por la situación. 

- Tiradas (1)
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24/03/2019, 22:34
Director

La familia decidió dar un paseo para conocer el pueblo antes de liarse con la laboriosa y pesada tarea de deshacer la maleta y acondicionar la nueva casa: tirar los muebles viejos, arreglar las averías, comprobar el estado de todo, repartir los dormitorios y dar algo de vida al lugar. Pero tenían toda la tarde para ello, por el momento podían dejar la maleta y las cajas tras la puerta principal y retrasar el resto de quehaceres. Eberhard introdujo la llave vieja y alargada que le habían proporcionado y al hacer girar los engranajes que movían los bulones de la cerradura pudo empujar la pesada puerta y abrirla para que Arabella fuera dejando las cosas en el interior junto a la pared. Eber cerró la puerta a continuación y volvió a pasar la llave, no dedicaron mucho tiempo a mirar el interior de la casa puesto que tendrían tiempo de sobra más adelante, sin embargo, la primera impresión que se llevaron fue positiva, el aspecto del interior dejaba ver una casa en buen estado de conservación. Cuando terminaron de introducir las cosas, Eber se percató de que la falda de su esposa estaba manchada de sangre. Arabella se había debido de cortar con la maleta o con una de las cajas en el dedo índice y sin querer había manchado su ropa al limpiarse el polvo de las manos. Por fortuna sólo era un cortecito.

Entre tanto, los dos miembros más jóvenes de la familia miraban alrededor, echando un vistazo a las casas colindantes y a la calle asfaltada donde podrían jugar sin preocuparse del tráfico. Aunque Edward estaba más introspectivo que de costumbre y se quedó más sumergido en sus pensamientos que en los detalles de lo que ocurría a su alrededor. Dejar el instituto, a sus amigos, la chica que le gustaba, su equipo y toda su vida de Berlín le tenía abrumado, y no podía dejar de culpar a sus padres. O al menos a uno de ellos. Él vivía una etapa dura en la vida de cualquier persona: la adolescencia, la pubertad, los cambios hormonales... y lo que una adolescente como él de verdad no necesitaba era que su padre se convirtiera en noticia, y menos de una manera tan avergonzante como aquella.

Hilda en cambio, todavía era muy pequeña para vivir ese cambio como su hermano, y no culpaba a su padre de los sucesos que había conducido a la familia al borde del abismo. Aún así no le gustaba demasiado aquella nueva casa, ni tampoco el pueblo, el campo, los bichos, los olores... nada era como su vieja casa de Berlín. Así que se mostró interesada en la idea que proponía su madre de dar una vuelta. Cualquier cosa con tal de alargar la hora de establecerse en la nueva casa, como si pudieran alejar el inevitable momento de hacer frente a la nueva realidad. La pequeña de la familia incluso quiso evitar mirar aquella vieja casona, dirigió sus ojos hacía la recta carretera que era aquella calle asfaltada, con pequeños árboles y arbustos separados a cierta distancia brotando de cuadrados de tierra en la ancha acera como en las ciudades. Su mirada, entonces, se dirigió hacía la casa del vecino, atraída por aquella extraña sensación de que alguien te observa. Allí, tras una de las ventanas del segundo piso de la casa del número 841, un hombre que parecía anciano les estaba mirando tras una de las cortinas de la ventana. La cortina, que debería darle el ansiado anonimato, estaba tan sumamente desgastada que se podía ver perfectamente que el hombre se ocultaba detrás. Hilda no fue la única en tener esa sensación de que les estaba mirando, de hecho la habían tenido todos desde el momento en que habían llegado, pero al verla mirar hacía el viejo se giraron también y lo descubrieron, obligánole a retirarse al interior y bajar la persiana. No le dieron más importancia, pues era el típico vecino cotilla que abundaba especialmente en los lugares más recónditos y aislados, donde la señal de televisión no era tan buena y la gente debía entretenerse con la vida de sus vecinos.

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25/03/2019, 21:52
Arabella Weigel

Supongo que a los vecinos se han sorprendido al vernos llegar. Me pregunto cómo de hospitalarios serán y, sobre todo, espero que no tengan demasiadas noticias de Berlín —comentó Arabella, mirando de reojo a su marido.

Como buena madre, no se le había escapado el comportamiento taciturno de su pequeño Edward. Esperaba que estirar las piernas les ayudase también a despejarse y a aclarar las ideas.

Edward, cielo, comprendo que estés disgustado, pero no sirve de nada darle vueltas. Trata de disfrutar del paseo. Tal vez conozcas a alguien interesante en Vergessen —dijo guiñándole un ojo.

Notas de juego

Acabo de recordar que "Vergessen" es "olvidar" en Alemán. Te debo un aplauso por esta metáfora tan chachi, señor director :D

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25/03/2019, 22:38
Edward Weigel

Al escuchar su nombre Edward salió de sus pensamientos.
Lo siento, mama, pero sigo pensando... enmudeció al notar el dolor del nudo en su garganta. Sólo me hubiera gustado despedirme... miró a otro lado para tener un poco de privacidad mientras se recomponía. Tienes razón, mama, como siempre, seguro que aquí encontraremos mucha gente. Una vez más calmado abrazó a su madre por los hombros.
Nos irá bien dijo para convencerse a si mismo mas que a nadie y descubrió que decirlo era reconfortante. Acompañó el gesto de un beso en la mejilla.

Notas de juego

Cita:

Acabo de recordar que "Vergessen" es "olvidar" en Alemán. Te debo un aplauso por esta metáfora tan chachi, señor director :D

que hacha haberte dado cuenta....

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27/03/2019, 13:03
Eberhard Weigel

Cansado del viaje, roto por llevar los objetos de mayor peso desde el lugar donde les dejó el autobús hasta la casa, loco por darse una ducha caliente y dejar todo dispuesto para pasar su primera noche allí... y su mujer propone la feliz y brillante idea de dar un paseo por la zona... Lo peor fue que sus hijos secundaron la idea de la madre. Abrió la puerta con desgana, para guardar todo dentro.

 - Metamos todo en casa y demos ese estupendo paseo. - Añadió sin ganas de darlo y resopló con pesar, quedándose con las ganas de comprobar si había agua caliente o no en aquella casa. Tendría que comprobarlo a su regreso. Tras dejar todo de cualquier manera, salimos al exterior.

- Cariño, tienes sangre en la falda. - Indicó a su mujer buscando la causa del sangrado y localizándolo en la mano de Arabella. - Parece que te cortaste el dedo con algo. - Dijo tomando la mano de su mujer con suavidad y observando la herida. - No es grave pero... quizás deberías lavarte las manos antes de irnos. - Cualqueir cosa por evitar aquel paseo del que no se escaparía.

Al salir, Eber cerró con llave la puerta para luego girarse a  mirar que era lo que observaban los demás miembros de su familia. - Un viejo cotilla sin nada mejor que hacer. - Gruñó al verlo. - Tendremos que asegurarnos de poner cortinas en toda la casa. - No le apetecía nada que los vecinos les espiasen desde sus domicilios.

Luego observó la pequeña conversación entre su esposa y su hijo mayor y vio con orgullo el gesto cariñoso de Edward hacia su madre. - Así me gusta. Una familia unida que se quiere. - Dijo con una amplia sonrisa en su rostro. Luego pasó la mano sobre la cabeza de Edward, para despeinarle con ella. - Alegra esa cara. Todo nos irá bien.

- ¡Pero vamos! - Continuó sonriente. - Demos ese paseo. - Añadió borrando de golpe la sonrisa del rosto. - Lo que me tengo que sacrificar por ellos. - Pensó mientras comenzaba a caminar por las calles de Vergessen.

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27/03/2019, 14:44
Arabella Weigel

¿Sangre? —preguntó confusa— Vaya, qué tonta, ni me había dado cuenta. Ahora mismo me limpio el corte y nos vamos.

Arabella buscó el lavabo más cercano. Halló un baño no muy lejos del recibidor, y el sonido del agua cayendo sobre su piel y la porcelana reverberó por las habitaciones vacías.

Deberías dejar de resoplar tanto. Piensa que tenemos una vivienda digna gracias al magnífico sistema socialista. Si hubiésemos tenido la horrenda suerte de vivir en la parte Occidental, estaríamos en la calle. ¿Nos imaginas mendigando como ratas y buscando refugio junto a esos hipócritas burgueses?

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27/03/2019, 15:21
Eberhard Weigel

- O quizás... solo digo quizás... ahora mismo mantedría mi fabuloso Melkus RS 1000, mis trajes, mis joyas y a mi familia feliz en una maravillosa casa en el centro de la ciudad. - Respondió como un resorte a su fiel y sufrida esposa. - Pero no volvamos a este tema, aún me duele la pérdida de tan fabuloso coche y venir hasta aquí por tu maravilloso y magnífico sistema socialista... - Miró a la pequeña de la casa, que los observaba en silencio.

- Tranquila pequeña. Solo estamos intercambiando opiniones. - La dijo poniendo su cabeza a la altura de Hilda. - Ya mismo nos vamos. - Besó la frente de la pequeña, con fingido entusiasmo por dar aquel paseo. Cualquier cosa antes que volver a discutir por aquel asqueroso sistema que le había quitado todo.

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02/04/2019, 19:35
Hilda Weigel

Mientras los padres y el hermano de Hilda metían las cajas y las maletas a la vieja y sombría casa, ella echaba una ojeada al vecindario. Hilda quedó atónita observando esa calle asfaltaba en la que esperaba jugar pronto. Pero de repente empezó a sentir esa sensación incomoda que entra en todo el cuerpo cuando alguien te observa muy detenidamente, buscando su origen levantó la mirada hacia el mirón de la ventana. Su vecino daba la sensación de ser una persona mayor.

De repente escuchó discutir a sus padres, en su cabeza se decía. -Otra vez no, por favor- poniendo los ojos en blanco e intentado que no se le notase la incomodidad que eso le producía. Pero su apreciado padre se percató de que Hilda estaba escuchando la discusión  y se justificó con que solo intercambiaban opiniones. Cuando su padre le dio un beso en la frente ella le sonrío y le abrazó.

Hilda en ese momento cogió la mano de sus padres para ir a dar el paseo al pueblo con tal de no estar parada enfrente de esa casa. -Madre, podríamos ver que podemos comprar en el pueblo para comer- le sugirió a su madre con buena cara.

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06/04/2019, 00:00
Edward Weigel

Su padre saco el tema que los había llevado hasta el culo del mundo como si fuera una menudencia, quiso decirle que se callara, que los iban a escuchar y que no era aconsejable empezar nuevas relaciones de ese modo. Pero sabía que esa discusión iba a acabar con más voces, más detalles y más escándalo por lo que lo dejo estar, sencillamente se pudo apreciar que no le gustaba escuchar aquello, sobre todo no le gustaba escuchar lo del coche, aque estúpido coche.....
Vaya, no parece muy sociable.... dijo Ed al ver al vecino esconderse, lo lógico hubiera sido acercarse a saludar para satisfacer su curiosidad.
Pero tampoco se detuvo mucho a pensar en ello, metio otra de las maletas y dio por concluido el asunto, de momento.
Algo de comer... ¡¡¡que buena idea!!! añadió Ed desde lejos mientras se acercaba tras comprobar que no quedaba ningun bulto que meter dentro de la casa.

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06/04/2019, 01:45
Arabella Weigel

¡Me parece una estupenda idea! —dijo ignorando a Eberhard y empeñada en levantar los ánimos de la familia—. Todavía hay tiempo y hay que buscar algo para la cena y el desayuno de mañana. Hoy tendremos nuestra primera comida en familia en la nueva casa, ¿no suena fantástico?

Arabella ayudó a Edward con algunas cajas y comprobó las alacenas de la cocina.

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07/04/2019, 17:20
Director

Siguiendo la propuesta de Arabella, la familia al completo dejó el grueso de la mudanza para más tarde y fueron a dar una vuelta por su nuevo pueblo con la intención de familiarizarse con él y conocer sus calles, y así relajarse y desentumecer los músculos tras las largas horas de viaje. Hilda, además, añadió a la propuesta una sugerencia muy útil, ya que podrían aprovechar la vuelta por el pueblo para localizar alguna tienda y comprar algo de comer para la cena. Así que después de dejar el equipaje en la casa se dirigieron por el mismo paseo de tilos por el que habían llegado y encaminaron sus pasos hacía el centro del pueblo. Lo cierto era que, pese a todo, Vergessen era un pueblo del interior alemán muy bonito, tranquilo y agradable. Los pocos vecinos con los que se cruzaron por la calle les saludaron amablemente a pesar de no conocerlos de nada, algo que sin duda sólo podía ocurrir en un pueblo como aquel, ellos devolvían el saludo algo descolocados por la falta de costumbre de la gran ciudad donde cada persona iba pensando únicamente en sus asuntos. Encontraron también una pequeña tienda local donde una amable mujer les atendió con gusto y les preguntó de dónde eran y dónde se iban a instalar al enterarse de que eran nuevos en la localidad. En general se quedaron con la sensación de que los habitantes del pueblo eran muy simpáticos y hospitalarios, tal vez con la salvedad del vecino de al lado y su reservado comportamiento al que no habían dado mayor importancia. 

Regresaron a la casa cuando la tarde ya anunciaba su final y entraron al fin al nuevo hogar, pudiendo realizar ahora una exploración más detallada de la casa. Al atravesar la gruesa puerta de nogal de la entrada se encontraban, justo en frente, con un salón espacioso donde había una chimenea, un par de sillones, una televisión y paredes llenas de cuadros. Tras cruzar el salón, en línea recta, se podían topar con la cocina, la cual era suficientemente grande para albergar una mesa de pino con cuatro taburetes, un horno y cocina de gas, además de una nevera. Desde allí mismo, en el extremo contrario, se encontraba una puerta que daba acceso al patio trasero, lleno de margaritas y un abeto que sin duda alguna había vivido tiempos mejores, sus ramas prácticamente deshojadas crecían salvajes y algunas de ellas habían caído al suelo o se descolgaban tanto que impedían el paso cerca del tronco. A la derecha de la cocina, una habitación dividida en dos espacios más pequeños cumplía la función de aseo y cuarto de lavandería. Después de acceder a la planta superior por una escalera de madera, se encontraba un pasillo que daba acceso a cuatro espaciosos dormitorios, cada uno de ellos con su baño correspondiente y dotados de todas las necesidades: cama, mesillas de noche con pequeñas lámparas, armarios anchos y espaciosos y una mesa de estudio. Al final del pasillo de la planta superior, había una trampilla oculta en el techo que daba lugar al desván.

A pesar de que era una casa vieja, tenía muy buen aspecto y pudieron comprobar que se había reformado recientemente y que contaba con todo lo que pudieran necesitar para vivir en ella. Había algo de polvo sobre las mesas y olía a cerrado, pues no era difícil adivinar que llevaba algunos meses cerrada, pero la mayoría de los muebles, así como los colchones, eran nuevos. Así que después de ventilarla y limpiar adecuadamente tendrían un hogar perfecto para toda la familia. 

Notas de juego

Dejo a vuestra elección qué compráis.

Cargando editor
14/04/2019, 15:37
Eberhard Weigel

Acompañé sin demasiadas ganas a mi familia a dar ese paseo por el pueblo. La verdad es que era un lugar encantador, donde la gente te saludaba al pasar. Me preguntaba si serían también tan abiertos a contrar sus más íntimos secretos... - Podría recuperar mi coche... no parece que vivan tan mal aquí como se dice... - Pensé para mis adentros.

Las tiendas locales eran familiares, seguramente heredadas de padres a hijos en una cadena interminable. La fruta y verdura se veía realmente fresca, prácticamente recién sacada de sus cultivos y puesta a la venta minutos después. - No carguéis con mucho. - Dije a todos. - No hemos mirado si la nevera funciona y no quiero que tengamos que tirar nada. - Indiqué desentendiéndome de la compra en aquel preciso momento. Era un hombre de gustos sencillos en ese aspecto. A todos nos gusta un buen filete en la mesa, pero dura ¿cuanto? ¿unos minutos? Me gustaban las cosas duraderas de verdad y que fuesen vistosas, como mis trajes y joyas... - Y mi coche... debo recuperar mi coche.

Al regreso, como no, me tocó cargar con gran parte de la compra además de llevar a una cansada Hilda sobre mis hombros. Sabía que aquello acabaría así, por eso no quise ir ni de paseo ni de compras... pero no tenía elección. Al llegar a casa, dejé a Hilda en el suelo y esta parecía haber recuperado todas sus fuerzas, mientras que yo seguía soñando con esa ducha, ahora convertida en baño caliente y un merecido descanso.

Pero en lugar de ello, me dediqué a explorar la casa y ver si todo funcionaba correctamente, asegurándome incluso de que las ventanas y las puertas cerraban y abrían bien, dejando las ventanas abiertas para ventilar todo un poco, de que el suelo estuviese nivelado y de que no hubiesen atrancos indeseados en las cañerías, antes de asomarme al jardín. Era lo que tenía ser albañíl de profesión, que al final siempre buscas pegas a las cosas y miras que todo esté perfecto. Pero lo que no estaba nada bien, era aquel jardín. - Santo Cielo. - Dije al ver el estado lamentable del mismo. - Eso si que nos va a dar trabajo.

Me quedé a un lado mirando el árbol, sus ramas tronchadas caídas en el suelo, las flores y plantas que habían crecido salvajes en el tiempo que la casa había estado deshabitada y entré con una sonrisa en el rostro, buscando a mi esposa. - Arabella! Querida! Se me ha ocurrido una idea brillante para el jardín. ¿Qué te parece si hago un horno de leña con una barbacoa al lado con estas manos?


 

Notas de juego

Perdón por el retraso, no dejé marcada la escena como no leída y se me fue que no había posteado.

Cargando editor
19/04/2019, 02:01
Arabella Weigel

Propongo una Kartoffelsalat. No requiere estrujarse mucho la cabeza y seguro que no tardamos mucho. Si queréis podemos acompañar con algo de pollo, aunque no sé cómo de fresca tendrán la carne a estas horas. ¿Qué os parece?

Arabella! Querida! Se me ha ocurrido una idea brillante para el jardín. ¿Qué te parece si hago un horno de leña con una barbacoa al lado con estas manos?

 

Mientras te mantenga distraído y no armes ningún estropicio, me parece bien —contestó encogiéndose de hombros.

Había encontrado una vieja libreta de cuadros y, con un bolígrafo que guardaba siempre en la mochila, comenzó a hacer una lista aproximada de lo que necesitarían para la cena.

¿Alguien tiene alguna sugerencia? ¿Algo para el desayuno?  

Notas de juego

No he mirado qué productos hay en la RDA, pero a las malas imagino que se podrá hacer mayonesa casera.

Cargando editor
20/04/2019, 12:33
Edward Weigel

Cita:

Arabella! Querida! Se me ha ocurrido una idea brillante para el jardín. ¿Qué te parece si hago un horno de leña con una barbacoa al lado con estas manos?

Así que papa iba a hacer un horno de leña, acabaría metiendo a su primogénito de por medio seguramente, pero bueno, si hacían un horno de leña por lo menos eso implicaba hacer al menos una barbacoa, la de inauguración. Si hacían mas o menos dependería de como se diera esa primera barbacoa.
La casa era preciosa, Ed prefirió centrarse en lo bueno, encontró un cuarto en el segundo piso que hacía esquina con dos ventanales impresionantes que le
permitía ver la calle. Ed no lo dudo sin ver más habitaciones gritó desde el piso de arriba juguetón.
Me lo pido su voz resonó potente por toda la casa vacía, sonó más fuerte de lo que expropió chaval se había propuesto. Luego modelando mejor su voz para hacerse or sin ser estruendoso volvió a decir . El que lo ve primero se lo queda canturreó contento.
Se dispuso a ir a por las cajas que contenía sus cosas para dejarlas allí, si hacían un desembarco preventivo reforzaría su dominio sobre aquel hueco.

Notas de juego

perdón por el delay, la Semana Santa me ha distraida

Cargando editor
02/05/2019, 22:40
Director

Arabella se puso a pelar unas cuantas patatas para preparar aquel tradicional plato de ensalada alemana. Entre tanto, Eberhard se estrujaba el coco para encontrar la mejor manera de sacarle partido al jardín que la casa tenía en la parte trasera y que sin duda era lo más descuidado de todo lo que se habían encontrado. Incluso se planteó construir un horno de leña y una barbacoa con la madera que sobraría después de arreglar las ramas del desaliñado árbol del patio.

En el piso superior, Edward y Hilda curioseaban los dormitorios mientras esperaban la cena. Edward fue el más rápido eligiendo cuarto y pudo elegir una bonita habitación con amplios ventanales y no perdió la oportunidad para retregárselo por la cara a su hermana con cierto retintín. El hermano mayor no iba a desaprovechar una oportunidad tan jugosa de poder meterse con su hermanita y en tono jocoso le recordó que quien primero veía algo se lo quedaba. Pero Hilda no tuvo motivos para lamentarse, todos los cuartos eran bastante bonitos y amplios y contaban con amplios ventanales. Solo su ubicación les diferenciaba. Ambos hermanos se adjudicaron sus cuartos y comenzaron a explorar lo que había en ellos. En los dos cuartos descubrieron que, al abrir los armarios, las ropas de los anteriores inquilinos se encontraban dentro. E incluso en el cuarto de Edward había una maleta a medio hacer que alguien había olvidado allí. Habían metido las camisas en la maleta haciéndolas un gurruño, como si tuviesen prisa. Tanta que llegaron a olvidar la maleta. Las ventanas del cuarto de Edward daban a la calle principal, pero las del cuarto de Hilda daban a la casa contigua. Cuando la muchacha miró por la ventana volvió a encontrarse al vecino de antes observándoles, o más bien espiándoles, desde la seguridad de su hogar.

Pero tendrían que dejar sus exploraciones para más adelante, tocaba deshacer su propio equipaje y acomodarse en la casa. Después, cuando la noche ya caía en Vergessen y Arabella les llamó para que acudieran al comedor: la cena estaba lista.

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03/05/2019, 01:14
Edward Weigel

Ed se sentó a la mesa y aunque tenía bastante hambre y la comida una pinta buenísima parecía confundido.
¿Hilda, en tu armario también hay ropa vieja? preguntó extrañado poniendo el tema de conversación en la mesa al hablar el primero. En mi cuarto hay una maleta a medio hacer, como si la hubieran hecho con prisa y luego olvidado ¿Que raro, no?