Partida Rol por web

Susurros

Día 2. El nuevo hogar.

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19/06/2019, 16:48
Director

La luz del sol matutino que se colaba por las ventanas daba a la vieja casa remodelada una belleza extraña, además, debían reconocer que el aire del campo era mucho más puro y limpio que el de la gran ciudad. El frescor de la mañana era intenso y al abrir las ventanas podían sentir como se colaba en el interior de la casa y les erizaba la piel trayendo olores de los campos cercanos de lavanda. El sonido que llegaba del exterior también les resultaba extraño, pues no traía el ruido de los coches y el bullicio de las aglomeraciones de gente, sino que era lo más parecido al silencio que habían escuchado. Como si el mundo se mantuviese allí en una extraña quietud solo interrumpida por el cantar de algún pájaro distante.

Se abría ante ellos un nuevo día repleto de tareas para la casa. Pues aún debían deshacerse de los trastos viejos y adecuar el jardín, así como encargarse de comprarle unas bonitas cortinas a la habitación de Hilda para que el vecino mirón no observe su intimidad. Pudieron volver a ver aquella mañana, observando desde detrás de la cortina de su ventana, a la siniestra silueta que no perdía detalle de su actividad, especialmente cuando salían al exterior de la casa a tirar una bolsa de basura o a mirar su jardín. Si se colocaban en un ángulo diferente, la silueta volvía a aparecer en otra ventana desde la que poder observarles mejor. Únicamente en las habitaciones más interiores, o cuando bajaban las persianas, estaban a salvo de su indiscreta mirada.

Notas de juego

Nivel de amenaza: 1

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23/06/2019, 14:42
Eberhard Weigel

Eber se levantó completamente renovado y cargado de energía, la cual animó a salir desayunando un café solo y una rebanada de pan. Procuró no hacer demasiado ruido al moverse por la casa, puesto que no quería despertar a nadie. Mientras desayunaba aquel café con pan, paseaba por la planta baja de la casa, mirando cada una de las habitaciones y, dándose cuenta de que no era el único que había madrugado. El vecino de enfrente parecía que también y que tenía fijación por observar a la nueva familia recién llegada. 

Al principio Eber se lo tomó a broma todo y decidió jugar con él al escondite. El hombre se movía por la casa y buscaba ángulos muertos donde el vecino no le viese, con la esperanza incluso de que dejase de acecharles, pero el viejo no hacía más que cambiar de ventana, hasta que en un momento dado dejó de hacerlo. Eber le miró extrañado, preguntándose que había pasado y enseguida se dio cuenta. Alguien se había levantado y él ya no era el centro de atención de aquel viejo.

Negó con la cabeza y no dijo nada a los demás. No quería preocuparles puesto que esperaba que a lo largo de la mañana aquel hombre decidiese ìrse a ver la televisión o a dar una vuelta por el pueblo. Pero aquello no ocurrió. Eber comenzaba a preocuparse en exceso y a obsesionarse con aquel hombre.

- Se acabó. - Dijo casi con un gruñido en su voz. - Estoy cansado de él. Voy a ir allí y a invitarle a que venga a casa. - Le dijo a su esposa en medio de aquella especie de enfado. - A ver si así se le quita esa obsesión por mirar todo el rato o al menos que le de un poco de vergüenza... 

Eber se ajustó la chaqueta del traje y tras mirarse en el espejo y colocarse mejor el cuello de la camisa, salió hacia la casa del vecino mirón, caminando con determinación hacia la puerta. Una vez allí, llamó al timbre y esperó a que le abriesen, tratando de ocultar la seriedad y preocupación detrás de una de sus mejores sonrisas.

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25/06/2019, 20:46
Arabella Weigel

Antes de que su marido decidiese marcar territorio en la casa del vecino, Arabella hizo todo lo posible para adecentar el jardín. Se levantó temprano y, tras asegurarse de que toda la familia desayunaba correctamente y Eberhard no acaparaba el periódico, echó un vistazo a la pequeña parcela de césped. Manos a la obra.

Había suficiente para un pequeño huerto, un par de árboles frutales y flores. Pero había mucho trabajo que hacer. Aquello estaba tan infestado por las malas hierbas que solo faltaba una columna sucia para que aquello pareciese un auténtico jardín inglés. Resopló.

Tras unas cuantas horas arrancando malas hierbas, se secó el sudor con el dorso de la mano y alzó la vista. ¿Qué diablos estaba haciendo Eberhard? Su marido había hinchado el pecho como un gallo de pelea y se dirigía a la casa del vecino, probablemente para pedirle que dejase de espiarles. Aunque le parecía una actitud algo prepotente —sobre todo por el lenguaje corporal de su marido—, le estaba agradecida. Alguien tenía que encargarse de aquel mirón. Ella habría preferido una táctica más amable, pero qué se le iba a hacer.

Para evitar que el asunto escalase a más, Arabella entró en la casa y se aseguró de que sus hijos no intervenían en la reyerta —pero sí cotillear—.

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05/07/2019, 22:04
Director

Eberhard salió de la casa decidido a poner punto y final a aquella historia y, como no podía ser de otro modo, el vecino observó sus pasos tras la cortina que creía que le ocultaba de una de las ventanas del segundo piso de su casa, la cual daba a la de los Weigel. Cuando quedó claro que la dirección de Eber le llevaba a plantarse delante de la casa del vecino mirón, éste se escondió a toda prisa tras la cortina y regresó al interior de su hogar.

Eberhard llamó al timbre y esperó a que le abriera para pedirle explicaciones mientras Arabella y los niños observan, irónicamente, desde una de las ventanas del nuevo hogar. El cabeza de familia esperó sin obtener resultado y volvió a llamar, pero ya podría fundir el timbre o aporrear la puerta hasta tumbarla que aquel viejo cotilla no tenía pensado abrile de ninguna manera. Al menos había conseguido que dejara de observarles, aunque sólo fuese de manera temporal.

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06/07/2019, 12:49
Eberhard Weigel

Eber se plantó en la puerta del vecino mirón y tras llamar, espero a que este le abriese. Sabía que estaba en casa, era evidente pues siempre asomaba por las ventanas. ¿Acaso no iba a abrir la puerta? Eber volvió a llamar de nuevo, en su rostro se notaba el enfado que iba creciendo por segundos al ver que aquel hombre no abría.

- Quizás le guste más por la ventana... - Susurró para sí y se acercó a la más próxima y llamó por ella. Nada. Aquel cobarde no asomaba y eso consumía la paciencia del buen padre y marido que Eber era. - ¡Vamos! ¡Sal! - Gritó a la casa. - ¡Se que estás ahí! ¡Por favor! ¡No dejas de espiarnos por las ventanas! ¡¿Crees que no te vemos?! - Trató de provocarle con aquellos gritos... pero el hombre seguía sin salir.

Entonces Eber miró hacia su casa, viendo a su mujer e hijos mirando por la ventana la escena y como estaba quedando en ridículo porque aquel hombre no daba la cara. Eso le enfureción aún más y saltó con una fiera. - ¡¡¡Está bien!!! ¡¡¡Si no lo quieres solucionar por las buenas, lo haremos por las malas!!! - Exclamó alterado y violento. - ¡¡¡Si vuelvo a verte mirar hacia mi casa una sola vez más!!! ¡¡¡Si se te ocurre espiar a mi pequeña en su dormitorio!!! ¡¡¡Juro que acabarás entre rejas!!! ¡¡¡No hay nada más grave que odie la gente que a un maldito pedófilo!!!

¿Excesivo? Quizás. Pero no iba a correr riesgos. A pesar de todo Hilda era su pequeña princesita y él era el hombre de la casa. Debía velar por la seguridad de su familia. Esperó unos instantes más, por si aquel mirón tenía el valor de salir a decir algo... lo que fuese y se marchó a casa. En parte decepcionado pues hubiese preferido hablar con él. Alguien tan cotilla tiene su parte positiva y es que tiene controladas las casas de la calle y si ocurriese algo malo en alguna podría dar la alerta. Aunque algo le decía que aquel hombre solo miraba y no actuaba. Demasiado cobarde para hacer nada.

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09/07/2019, 20:56
Edward Weigel

Edward había dormido hasta tarde y cuando se despertó había bastantes cosas que hacer, tareas que le encargaron y cumplió diligentemente hasta que al acabar la ultima pudo observar a su padre en el jardín del vecino.
Mamá saludó a su madre bajandobastante alegre hasta que vio a su padre en el jardín del vecino. Que hace papá.... ¿Empezamos tan pronto? quiso saber resignado a lo quee estaba viendo
"Tardabamos en empezar con estas cosas...."
Bienvenido al vecindario dijo Ed sarcástico.

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10/07/2019, 02:33
Arabella Weigel

Ya sabes cómo es —le respondió resignada —. Aunque tampoco está bien que el vecino asuste a tu hermana, me pone bastante nerviosa.

Distraída, le dio unos golpecitos al rastrillo mientras pensaba en cómo lidiar con todo aquel asunto.

Creo que deberíamos conocer mejor al resto del barrio. Es posible que alguno pueda hablarnos de los antiguos inquilinos o explicarnos por qué nuestro nuevo vecino se empeña en mirarnos tanto por la ventana. ¿Qué me dices? ¿Te apuntas a un paseo?

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10/07/2019, 20:23
Edward Weigel

Claro ¿Quien quiere quedarse todo el dia en casa? dijo Ed evidenciando que cualquiera querría salir a explorar Además si perdemos a ese vecino de vista un rato nos calmara a todos, mami eres una genio. sentenció Ed bastante mas animado que el día anterior. Centrarse en algo aunque hubiera sido tan solo en desempaquetar le había ayudado a no pensar en otras cosas.

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11/07/2019, 22:17
Director

Eberhard no consiguió hacer salir al vecino mirón de su escondrijo ni a través de la puerta ni tampoco por una de las ventanas desde la cual le había visto observarles. Aún así se quedó a gusto pagando su frustración contra la ventana del vecino, que seguramente estaría asustado en algún lugar de la casa, o al menos así se lo imaginaba Eber para soportar el ridículo que había sentido al ver como le observaban su mujer y sus hijos. A pesar de no haber conseguido que el vecino saliera a la calle para tener una charlita de hombre a hombre y explicarle claramente y de manera civilizada cuál era el motivo por el que no debía observar a su pequeña a menos que quisiera pasarse una semana en el hospital comiendo con pajita, Eber logró que el vecino dejara fisgonear a través de las ventanas de manera instantánea desde aquel momento y por una buena temporada al menos.

Entre tanto, en el interior del hogar de los Weigel, Arabella y Edward miraban la escena negando con la cabeza y sintiendo algo de bochorno al imaginarse que otro vecino pudiera estar viendo la escena que Eber estaba montando al gritarle a una puerta como un poseso. Una magnífica tarjeta de presentación. Arabella sugirió que sería una buena idea tomar una iniciativa más sutil y dar un paseo por el nuevo vecindario y averiguar algo más sobre el extraño vecino a través de sus otros residentes y de paso, preguntar qué fue de los antiguos inquilinos de aquel hogar que ahora ellos habitaban.

A fin de cuentas ya era hora de presentarse.

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16/07/2019, 18:49
Eberhard Weigel

Eber regresó a casa después de la "refriega" con el vecino. Su caminar era firme y seguro, hasta que llegó a la puerta de su hogar y cruzó el umbral de la misma. Allí dejó caer la cabeza y comenzó a caminar con pesar, arrastrando incluso los pies. Entró en silencio en la cocina y se sentó en una silla. Apagado y cabizbajo, se quedó allí contemplando el suelo. No se creía aún que aquel cobarde no se hubiese asomado ni a mirarle a los ojos.

- No... no puede ser... no se ha molestado ni en abrirme... - Susurró dolido por aquello. - Simplemente iba a hablar... a presentarme... y a pedirle, como buen vecino, que dejase de espiarnos... - Se lamentaba sentado allí, a solas. - ... a invitarle a tomar un café... a presentarle a mi familia...

- ¡¿Por qué no ha abierto la jodida puerta?! - Exclamó furisoso levántandose de la silla y gritandole a la nada. - ¡¿Tan difícil era abrir y no dejarme en ridículo delante de todo el vecindario?!

Eber alzó la mirada y se encontró a su familia mirándole en silencio. Se quedó serio, mirando uno a uno a los ojos, buscando algún tipo de emoción en particular o quizás algo de comprensión. - Un simple abrazo.- Pensó para sí. - Lo siento. - Se disculpó ante ellos.

- Papá esta nervioso y le ha afectado venir aquí. - Dijo suavizando la voz, para que Hilda entendiese lo que le pasaba. O era eso o bien se estaba volviendo loco. - Y tener un vecino como ese no me ayuda a sentirme a gusto con este lugar. Solo espero que no vuelva a espiarnos más, sobre todo a mi princesita de ojos verdes. - Miró a su hija, su debilidad y la sonrió levemente.

- Supongo que va siendo hora de que me ponga con el jardín. Dentro parece que todo funciona bien y esa barbacoa no se va a hacer sola.- Dijo con renovados ánimos, levantándose de la silla cargado de energía. Como si nada de lo anterior hubiese pasado. - Si alguien quiere ayudarme, ya sabe donde estoy. - Añadió encaminándose hacia el patio trasero de la casa, donde le esperaba una buena limpieza antes de poder ponerse a hacer nada.

Notas de juego

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19/07/2019, 01:23
Arabella Weigel

Arabella hizo de escudo humano entre Eberhard y los niños. No era un marido violento, pero sus hijos no tenían por qué aguantar los exabruptos de su padre. Cuando al fin se relajó y se marchó al jardín, se dirigió a Hilda y a Edward.

Creo que vuestro padre necesita un tiempo a solas con sus pensamientos. Lo mejor será que demos el paseo ahora y así abrimos el apetito para cuando llegue la hora de comer. Y si os portáis bien, os invito a un helado*.

Notas de juego

*Imagino que los soviéticos permitirían helados artesanales. Desde luego, a los alemanes les encantan.

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19/07/2019, 18:07
Edward Weigel

Ed había ido a lavarse las manos antes de salir, de estar moviendo cosas y quitando el polvo toda la mañana tenía las manos sucias.
Cuando volvió del baño y se encontró con su padre excusando se ante Hilda, algo que cada vez era más habitual sintió una punzada de celos, siempre era ella, era lo único que parecía importarle, por lo único que parecía arrepentirse de algo, el como afectara a los demás lo que hiciera se la traía bastante floja(eso era bueno, eso hacía que se contuviera un poco aunque solo fuera por ella), su madre le distrajo con su comentario.
Un helado... dijo sonriendo. Aunque no le gustaba dejar a su padre solo y tan alterado, pensó en decir algo, pero al final no dijo nada. Sabía que dijera lo que dijera no iba a hacer otra cosa que hacer peor las cosas, su padre se sentiría avergonzado y reaccionaría como lo hacía siempre, con una reacción cada vez mas impulsiva, era mejor dejarlo un rato a su aire, a la vuelta le ayudaría con el jardín, pero no antes de su helado.

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22/07/2019, 21:24
Hilda Weigel

Al despertar por la mañana, Hilda sintió un dolor punzante en la espalda baja, debía ser que la cama no estaba en buen estado como para descansar tranquilamente, o era el simple hecho de que estaba empezando a echar de menos las comodidades de su vida anterior. Durante la noche se despertó en varias ocasiones, porque no podía encontrar una postura que le ayudase a poder conciliar el sueño. 

La pequeña de la casa fue la última en levantarse de la cama, frotándose los ojos en repetidas ocasiones y bostezando bajó por la escalera para desayunar con la familia cuando se percató de que su hermano y su madre estaban cotilleando tras la ventana. 

-¿Qué estáis haciendo?- preguntó con voz de dormida. 

Al acercarse poco a poco a la ventana, empezó a escuchar los gritos de su padre y como golpeaba la puerta del vecino. 

-¿Pero qué está haciendo Papá? ¿Se ha levantado con el pie equivocado?- preguntó aún somnolienta sin ser consiente de la gravedad de la situación. 

Tras pasar unos cuantos minutos, Eberhard se percató que la familia y los vecinos le estaban mirando y regresó a casa. Al abrir la puerta y entrar a casa, Eber se sentía avergonzado, su humor había cambiado totalmente intentado relajarse para que el ambiente dentro de la casa fuera armonioso. Hilda al ver entrar a su padre se despertó por completo y se preocupó por él. Después de recomponerse Eber se dirigió a la pequeña Hilda para justificar sus actos y tranquilizarla, como respuesta Hilda le abrazo y no le dijo nada. Cuando Eber se fue a terminar el jardín, Mamá les aconsejó que le dejasen solo y les propuso a dar una vuelta y comer helado. 

A Hilda le fascinaban los helados de chocolate y sonrió asintiendo con la cabeza a la idea de Arabella. Subió deprisa las escaleras para ponerse uno de sus vestidos favoritos de color violeta y así lucirlo por el pueblo con su mamá y su hermano mientras pensaba en el sabor del helado de chocolate y se le hacia la boca agua. 

-¡ya estoy lista!- exclamo, y cogiendo de la mano a su hermano para salir de la casa. 

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25/07/2019, 21:34
Director

La no confrontación con el vecino habían terminado por dejar a Eberhard muy disgustado. Alicaído regresó al nuevo hogar de los Weigel y expresó su frustración, primero triste y luego con un nuevo enfado fruto de la frustración. Por un momento pensó que su familia no llegaba a comprender el acto de defensa que acaba de protagonizar, pero finalmente les pidió disculpas. Lo cierto era que la extrema curiosidad del vecino y el cambio de aires que no terminaban de convencer a Eber habían sido el detonante para la explosión de aquella mañana. El padre de familia se dio cuenta de que lo mejor que podría hacer en ese momento era dejar a su familia a su aire y ponerse con las labores de recuperación del jardín. Se percató también de que estar solo, al menos durante un rato, para ordenar sus pensamientos le podría venir bien. Y además, en el jardín había mucha faena si quería adecentarlo para poder hacer barbacoas y disfrutar de él. Así que se dirigió hacía allí después de recoger una bolsa de herramientas que había visto en un pequeño cobertizo del jardín que sería de gran ayuda y, aunque la mayoría estaban oxidadas y medio rotas, le permitirían arrancar las malas hierbas y podar el árbol.

Entre tanto, el resto de la familia se preparó para ir a dar un paseo por el pueblo y conocer a sus otros vecinos, presentarse a las casas circundantes y de paso dar otro vistazo al pueblo con la excusa de tomar un helado. Algo que animó a Hilda y la despertó de súbito, corriendo a vestirse con su vestido favorito y animado al resto a salir cuanto antes. Arabella dirigió al grupo y al salir no pudieron evitar mirar a la casa del vecino mientras tomaban la acera de la calle para dirigirse al centro del pueblo. De esta manera descubrieron que las ventanas estaban aparentemente vacías. El agresivo mensaje de Eberhard había dado sus frutos.

Notas de juego

Podéis desmarcar a Eberhard a partir de aquí.

Eberhard, tú haz una tirada de Acción para ver cuanto consigues avanzar con el jardín.

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30/07/2019, 20:36
Eberhard Weigel

- Un helado... un helado... Como papá "es malo" se queda sin helado... - Se fue pensando Eber al escuchar a su familia hacer planes y no animarle a ir con ellos. Por otro lado, quizás mejor así. Podría pagar su enfado y fustración con el jardín. Y eso fue lo que hizo. Nada más encontrar la caja de herramientas, Eber comenzó a golpear con un martillo sobre unas tablas, descargando así toda su furia interna.

Una vez descargada aquella rabia, Eber miró el jardín y se puso manos a la obra. Su excelente forma física y ser un obrero de la construcción durante tantos años, le facilitaron mucho la tarea en aquel asalvajado lugar. En su cabeza seguía la idea de la barbacoa, pero más le urgía montar el columpio para su hija... quizás si las ramas del árbol eran lo suficientemente fuertes y robustas, haría uno ancho, para poder compartirlo con su mujer de vez en cuando. - ¿Y una casa en el árbol? - Pensó mirando hacia arriba. Sin duda Hilda disfrutaría de aquello. Cuando terminó miró a su alrededor. - Sí, señor, no está nada mal para haberlo hecho yo solo... - Dijo en voz alta orgulloso de todo aquello.

- ¿Quién se ha ganado un buen baño? - Preguntó con cierta chulería antes de guardar las herramientas, al menos la que aún podían servir y que logró adecentar un poco y entrar al interior de la casa, dispuesto a lavarse y disfrutar de una merecida ducha en la que parecía que se iba a convertir en la casa de sus sueños.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Vale, sumo 1 dado por el uso de herramientas.

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01/08/2019, 14:47
Arabella Weigel

Bueno, ¿qué clase de helado queréis? ¿Preferís tomarlo en el parque mientras paseamos o nos sentamos en una cafetería a disfrutar de una conversación.

Arabella estaba radiante. Pasar un tiempo de calidad con sus hijos y con Eberhard bien entretenido en casa era todo un lujo que estaba dispuesta a aprovechar. Respiró aliviada, sintiendo los rayos de sol calentándole la piel.

Mientras paseaba por las calles del pueblo en busca de alguna cafetería que vendiese helados, o de algún puesto ambulante, se fijó en los transeúntes. 

Deseaba presentarse adecuadamente a los vecinos. Aquel era un pueblo pequeño y, por experiencia, sabía que en ellos se conocía todo el mundo. Encontrar a alguien que hubiese coincidido con los antiguos inquilinos o con el anciano de al lado era cuestión de tiempo.

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02/08/2019, 17:32
Director

Eberhard se había deslomado para arreglar el jardín, es más, se había dejado la piel arrancando todas las malas hierbas y podando aquel dichoso abeto de ramas caídas y que representaban un enorme peligro. Para cuando se sintió tan agotado que ya había consumido su rabia y toda su energía, el jardín había quedado saneado, el césped bajo, el abeto luciendo esplendoroso, y un par de tablas de la valla que había descubierto rotas quedaron arregladas. Sin duda, aquel tremendo esfuerzo había tenido su recompensa, pues Eber había logrado avanzar muchísimo en aquel día. Incluso se atrevió a planificar algunas cosas para mejorar el jardín. Encontró un par de buenas cuerdas y construyó un columpio en una de las ramas más gordas y resistentes del abeto. También planificó una casa del árbol para su pequeña Hilda, pero eso tendría que ser para otra ocasión, pues le iba a llevar un tiempo preparar las tablas y construir la casa. 

Sudoroso y cansado, Eberhard contempló su obra y se sintió orgulloso, ahora sí parecía un jardín de verdad y le daba a la casa una mejora significativa. Apenas le quedaban un par de detalles para estar perfecto. Una enorme y húmeda mancha oscura de sudor llenaba su espalda y la zona bajo las axilas, estaba manchado de tierra y hierba en los brazos, la camisa e incluso la cara. Pero se sentía bien. Una buena ducha de agua caliente le esperaba. Pero antes de que pudiera girarse para regresar de vuelta al interior de la casa escuchó una voz femenina detrás de él. 

-Vaya, vaya, pero ¿qué tenemos aquí? Un hombre de los de verdad, hecho y derecho. - Cuando Eberhard se giró, pudo ver en la valla que separaba su casa con la de los vecinos a una mujer rubia apoyada en la cerca, con una sonrisa dibujada en su blanco rostro. Tendría aproximadamente la misma edad que su esposa Arabella, pero tenía un desparpajo tal que le hacía parecer más jovial y alegre. Era la vecina del lado opuesto a la casa del viejo mirón. 

Notas de juego

No sumarías un dado, sino un +1. La tirada quedaría con un 7.

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04/08/2019, 22:50
Edward Weigel

Ed estaba centrado en explorar el nuevo barrio, ver a las personas que por allí vivía, a ver si alguno era mas amable y parlanchin que su vecino, estaba algo ansioso y angustiado por lo que pudiera encontrarse allí. Por vovler a empezar de cero.
Por eso cuando su madre le preguntó por el helado le sacó de un ensoñamiento y de una fiebre cazadora con la que miraba a todo lo que le rodeaba.
Me da igual la cafetería o el parque, como gusteis reconoció, poco exigente como siempre, estaba contento con el helado y con la expedición. ¿Cómo creéis que serán los demás por aquí? Quiero decir, no hemos visto mucho movimiento a lo largo de la mañana, es un sitio demasiado tranquilo ¿No? Acostumbrado a la ciudad me cuesta acostumbrarme a ser el unico que camina por la calle o a este silencio. Ed estaba lleno de energía, pues era por la mañana y de ganas por conocer todo aquello y por extensión a veces se adelantaba, otras se atrasaba para ver las cosas que le llamaban la atención, las casas de los vecinos, los vehiculos, siempre en busca de vislumbrar a los vecinos por algún lado, edificios publicos, como la escuela, o por ver donde estaban las tiendas.

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05/08/2019, 22:33
Eberhard Weigel

Cansado, pero verdaderamente orgulloso de su obra, así se sentía Eber. Toda la tensión y frustración quedaron olvidadas tras los montones de desechos para tirar a la basura. Solo salvó aquello que verdaderamente se podía usar, como las ramas secas para encender la futura barbacoa. Sonreía orgulloso con sus manos apoyadas en la cintura cuando escucho una voz de mujer, que se le antojo sexy y sugerente en aquel momento, la cual venía justamente a su espalda. Se giró y contempló a una hermosa mujer de cabellos rubios, capaces de competir en brillo con los mismísimos rayos del sol. No pudo evitar sonreír la ante su comentario. Se sacudió las manos tratando de quitarse en vano la mugre de ellas.

- Eberhard Weigel. - Se presentó con una cándida sonrisa y de manera cortés. - Disculpe que no le de la mano. Demasiado sucias como para tocar a alguien con una piel tan blanca y delicada como la suya. Iba a darme una ducha y luego tomarme un café junto con un merecido descanso. Quizás querría acompañarme. - Dijo sin borrar aquella encantadora sonrisa de su rostro.

- A tomar café quería decir. - Se puso un poco colorado al darse cuenta de lo que acababa de decir. - No a la ducha. - Eber sonrío tontamente a la mujer. En ese momento pensó en cuando fue la última vez que se duchó con Arabella - ¿Cuándo fue la última vez que hice algo más que dormir en una cama con ella? - ¿Qué me dice, señora...? - Preguntó esperando que la mujer se presentase.

Notas de juego

Madre mía, tanto tiempo sin tirar... no recordaba ya como iba el sistema.

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10/08/2019, 17:32
Anke Ulbricht

-Ulbricht. Pero mejor llámeme por mi nombre de pila, Anke. -Respondió la mujer con una sonrisa bien definida en el rostro que mostraba sus blancos dientes y estiraba al máximo sus rojos labios. 

La mujer soltó una carcajada después, cuando Eber se refirió de manera ambigua al café y la ducha. No parecía sentirse ruborizada por la confusión, al contrario, la cosa incluso parecía hacerle gracia y lo tomaba como algo divertido. -Sería un placer. -Dijo sin aclarar a cuál de las dos opciones se refería. 

-Lamentablemente mi marido y yo tenemos planeado un día en familia. No obstante, podemos tomar ese café en otra ocasión. ¿Es usted nuevo en el vecindario o sólo está arreglando la vieja casa de los Endler?