Partida Rol por web

Una vez todos a bordo de la banshee, incluso el esquivo botan que había permanecido callado durante las últimas horas, la nave despegó de la estación Sel-Zonn abandonando la órbita del planeta Brentaal. La nave volaba con una suavidad que era de agradecer, de modo que era posible reposar el cuerpo tras las heridas, el cansancio y el estrés.

La capitana Sirona observaba el paquete que habíais logrado llevar a bordo.

- Es una persona encerrada en carbonita.

Dijo tras su evaluación.

- Hemos debido de participar en una misión de rescate, pero la información que nos llegó fue tan escueta que no sabíamos los detalles. En Alderaan podremos recuperar a ésta persona.

Crash, el droide copiloto, se mantenía ocupado en la cabina. En realidad, aparentaba estar ocupado pues no había mucho que hacer allí.

Artix tras haber superado su mutismo habitual, permanecía ahora cerca de su amiga Eneera, la Jedi cónsul a la que había acompañado todo este tiempo junto a Opal.

La noble de Alderaan recibió con sorpresa esas noticias sobre la persona atrapada en el bloque. Pero no se encontraba demasiado animada mostrando un rastro de languidez en su expresión .

- Han debido de haber filtraciones, no sé si el senador estará al corriente de ello. Creo que los imperiales interceptaron a quienes debían de realizar esta misión y contactaron con nosotras para terminarla.

La joven observó a vuestro grupo.

- Les agradezco mucho la ayuda. El senador Bail Organa es un buen hombre y en Alderaan estarán a salvo. Sentimos mucho todo el dolor que han pasado los Jedi y sus amigos. Nosotros hemos conservado la apariencia de neutralidad pero deseamos debilitar el poder del imperio y aspiramos a que la República vuelva algún día a la galaxia, así como la democracia.

Sonrió gratamente con la seguridad de que pensaríais de manera similar a ellos.

- Mañana habremos llegado. Dormamos unas horas si les parece bien.

¡No volveré a beber jamás! – se decía a sí mismo Artix, mientras lograba salir del estado de semi-inconciencia en el que estuvo inmerso en las últimas horas. Se había pasado de copas con ese vino chimbak en la cantina de Gundark, cayendo nuevamente en el antiguo vicio.

¡No volveré a beber jamás! - repetía mientras trataba de tomar conciencia de lo sucedido desde que salieron de la cantina y vieron como la chica pelirroja era atacada.

Recordaba que tuvo el reflejo de ir a ayudarla pese a que se encontraba en pleno fuego cruzado, recordaba también, aunque de forma más borrosa, como Eneera le había sanado la herida producida por el impacto del blaster. Poco más podría haber contado a partir de allí. Su estado alcohólico le había atontado tanto que lo único que atinó a hacer fue a permanecer tan cerca de Eneera y de Opal como su cuerpo le permitió, usando el poco poder de atención que le quedaba en permanecer lo más a cubierto posible para no recibir daño y para no interponerse en el camino de sus compañeros.

Mientras salía de este estado de ebriedad y retomaba de a poco la conciencia, se sintió cada vez más y más avergonzado. Tanto que la culpa lo hizo tumbarse de rodillas a los pies de Eneera y suplicarle perdón.

¡Lo siento mucho Eneera! ¡Os he fallado! ¡No debería haber bebido tanto sabiendo que todavía no estábamos completamente a salvo! – le suplicó llorando a su compañera. – No lo he podido evitar, cada vez que ponen una copa delante mío pasa lo mismo, soy tan débil… Por favor perdonadme.

Se dejó caer sobre su trasero y reposó su espalda contra la pared de la nave, con la cabeza gacha mientras trataba de recomponerse. Sabía que no podía darse el lujo de volver a repetir semejante papel, había puesto en peligro a sus compañeros, había sido más una carga que una ayuda para ellos. Definitivamente debían estar todos enojados con él, y con mucha razón.

¡No volveré a beber jamás! - dijo una vez más. Aunque en el pasado habría repetido en muchas ocasiones aquella frase, esperaba de todo corazón que esta vez sea la última.

Durante el despegue había permanecido en la cabina de mandos, observando la nave y mirando de soslayo al copiloto. ¿Quién quiere tener a un droide haciendo algo que cualquier ser vivo podría hacer mejor? Como navegante para hacer cálculos de trayectorias a la velocidad de la luz* siempre podía ser útil, pero a la hora de manejar una nave en circunstancias extremas, la carencia de instinto de los droides les hacía previsibles.

Cuando salí con la capitana, escuché el contenido del paquete que habíamos ido a recoger. La forma de referirse a "él" en el hangar me había llamado la atención, pero nunca creí que fuera tan... literal. - ¿Quién es? - le pregunté a la mujer observando el cuerpo encerrado en carbonita. Después de los problemas que nos ha causado conseguirlo me parece una pregunta razonable, aunque me ahorro otra que no deja de picar mi curiosidad: ¿cómo alguien puede acabar congelado en un material así?

Artix se disculpa varias veces por haberse mantenido casi fuera de combate (o, más bien, literalmente fuera de los combates) desde el incidente en la cantina. Sonrío mirando al pequeño bothan mientras le pongo la mano en el hombro.

- Tranquilo Artix - le digo finalmente. - Sólo fuimos a recoger el paquete y tuvimos un pequeño incidente con un ganster local. Te has librado de una buena pelea, pero casi mejor así... - Añado para tranquilizarle. - Además, al menos has conseguido llegar a la nave sin incidentes - digo en un tono más bromista mientras me lo imagino pasando haciendo eses delante de los dos guardias imperiales del hangar. - Mientras la resaca no sea demasiado fuerte, no será un problema...

Los nervios de Eneera se apreciaban perfectamente, solo una vez en el interior de la nave y ya alejados lo sufiente logró esbozar una sonrisa -No debes de preocuparte, siempre estaré a tu lado- Se llevó los dedos de su mano derecha a sus labios, los besó y acto seguido acercó esa misma mano a los labios de Artix para rozar sus labios, una señal de afecto evidente -Siempre te recordaré que has prometido no beber más jijiji ¿Serás capaz de lograrlo?- El rostro de la Jedi cambió al escuchar lo que era realmente el paquete -¿Puedo verlo? Quiero saber si está bien, lo que le han hecho es terrible- Múltiples preguntas le asaltaban, algunas ya realizadas y otras deberían de esperar a examinar el estado de salud de todos -¿Estáis todos bien? Ah y estaré detrás tuya... Vigilándote- Estar nuevamente junto a Artix le alegraba y le habia calmado. Ahora les esperaba Aldearan un nuevo lugar en el que seguro encontrarían retos que superar.
Eneera se sento para descansar mientras entre sus manos daba vueltas a su sable láser, un arma letal en manos experimentadas, un símbolo para los Jedi y también algo que servía para segar vidas, algo con lo que ella no estaba de acuerdo.

  Errol se acercó a la carga y miró de nuevo a ver quién era el individuo que allí reposaba.

  Un momento después, encontró un lugar agradable en la nave, en el que poder estar semirecostado y con las piernas estiradas en una mesa, a la vez que sacaba y jugueteaba con su baraja de holocartas que en tantas ocasiones le habían ayudado a salir de situaciones comprometidas y en alguna que otra ocasión le habían llevado a momentos menos apacibles.

  Desconocía el arte o la ciencia del pilotaje de naves espaciales, así que no le pareció extraño que el copiloto fuera Crash pero su nombre sí le produjo una chocante sensación.

  Artix no te machaques, pasó y punto, la próxima vez cuenta hasta tres antes de beber la tercera copa.

  Era la forma en la que Errol mostraba su deseo de ayudar, aunque sonara un poco cínica, sólo buscaba que Artix no se desmoronara.

Una vez en la nave Voltor no pudo evitar mirar el puente de mando, quedandose muy sorprendido (al igual que Opal ya que estaba al lado de la mujer) al ver a un droide pilotar.

Bueno. No creo que sea la cosa más extraña que haya visto nunca, pero se le acerca. Si quieres que un piloto de verdad se haga cargo de la nave avísame.

Luego se reunió con los demás y notó el abatimiento de Artix, aunque no dijo nada. El vicio era malo, y podía ponerle en aprietos. Pero dependendía enteramente del bothan querer hacer algo al respecto. Si quería ayuda y la pedía le ayudaría. Si no...Allá él.

La ruta que seguían y el "paquete" que habían conseguido le resultaron más atrayentes. Sobretodo el tipo encerrado en carbonita.

¿No hay forma de liberar a esa persona antes de llegar a Alderaan?. No me gusta que la gente inocente esté encerrada. O esclavizada.
Por cierto. ¿Quién es?

El último comentario era por Liakbev. No lograba comprender comoSajuuk había optado por hacer pasar a la wookie como su esclava. Aunque no era cuestión de hablar de ello ahora. Ya pillaría un rato a solas con el Jedi y se lo comentaria.

La mujer observó con curiosidad la caja. Sirona trasteaba también con ella, retirando el contenedor hasta mostrar el cuerpo congelado de un humano de rasgos bastante comunes, llevando un mono de piloto como atuendo, que no coincidía con los estándares imperiales. Su ropa era indicativa de cuál era su profesión.

- No sabemos quién es. Seguro que agradece que lo liberemos y pueda descansar.

Decía la noble mirando a cada uno de vosotros.

- Hagámoslo pero estemos atentos, por si es peligroso. No le dejemos acercarse a ningún arma.

La pelirroja parecía dispuesta a ello pero esperaba a comprobar vuestra aprobación. La capitana miró el tablero de mando y ladeó el labio derecho.

- No es tan fácil, hay que conocer el código que induce el calentamiento.

Agarrando uno de los lados del contenedor lo movió buscando algún tipo de pista pero a pesar de su insistencia, no había nada. La capitana terminó por observar a los Jedi presentes, finalizando por Voltor que parecía que le vacilaba con el tema del droide.

- Los Jedi lo saben todo así que seguro que lo sacáis en un momento.

Sonrió con fingida malicia. Por el momento la mujer no hizo ningún intento de encontrar la combinación.

Artix se encontraba más calmado, había recibido algunas palabras de aliento indicándole que el problema no había sido tan grave, pero él no las terminaba de aceptar.

El efecto del alcohol fue mermando, y cuando se encontró más repuesto curioseó un poco por la nave. Le llamó la atención el droide piloto, se acercó a él y por instinto intentó comenzar a desarmarlo para revisar si tenía alguna imperfección o algo roto que arreglar, lo que el droide tomó en principio como molesto y golpeó a Artix haciéndolo retroceder. Artix le echó una mirada fulminante al pequeño droide y le dijo: - Ya nos las arreglaremos tu y yo. –

Después de esto, la conversación en torno al individuo que se encontraba atrapado en la prisión de carbonita llamó su atención.

Miró al resto del equipo y les dijo:  - Yo creo que podremos sacarlo de ahí si lo intentamos. – Artix se había decidido a probar su valía y este parecía un buen momento para demostrar que podía ser útil.

Voltor negó con la cabeza ante el comentario de la capitana.

No es verdad. La Fuerza es una poderosa aliada de los Jedis, pero no lo sabemos todo. Si fuera así éste Imperio del lado Oscuro no habría resurgido. A pesar de nuestro poder, somos falibles. Pero no por ello debemos desanimarnos.

Al parecer no había entendido que el comentario de la peliirroja era una chanza hacia él.

El Imperio caerá, aunque nosotros no estemos vivos para verlo caer seremos partícipes de ello. No puede ser de otra manera. La Fuerza así me lo indica.

Vió como Artix trasteaba en los controles de temperatura de la criatura criogenizada. Pero al parecer no pudo liberarlo.

No es cuestión de intentarlo. Hay que hacerlo. Confiamos en tí.

Eran palabras de aliento, pero aun así Artix las tomó como una provocación, como un desafío. Entrecerró un poco los ojos y miro a Voltor.  - Dame un momento, recién estoy comenzando.

Volvió a estudiar al sujeto que se encontraba atrapado, observó detenidamente la prisión de carbonita. - Si, claro. Ya veo... - decía mientras daba vueltas en torno al objeto. - Y esto debe ser...  entonces tal vez si intento esto...- 

Lo intentó una vez más. No podía volver a fallar, simplemente no podía. O si? 

A pesar de los intentos de Artix y Sirona, la protección del sistema del bloque de carbonita impedía la recuperación del supuesto piloto y al pasar una hora, la capitana prefirió desistir.

- Es mejor que durmamos y mañana podremos intentarlo con más medios, con los medios que hayan en Alderaan. Como ya habrán imaginado les toca dormir en la misma sala así que permitan a las mujeres acostarse antes. Buenas noches a todos.

No hubieron mayores inconvenientes. Maya y Sirona eran las únicas que no dormían en la sala común, el resto hubísteis de acomodaros como fue posible. Las horas pasaron mientras la Banshee surcaba el hiperespacio con suavidad hasta aproximarse a su destino.

A la mañana siguiente, mientras todos tomaban un más que decente desayuno en el yate espacial, el botan siguió con sus labores hasta que un grito desaforado de victoria llamó la atención de todos. El ingeniero había logrado burlar la protección y ahora el bloque de carbonita comenzaba a calentarse. Al reuniros de nuevo, la figura de un joven de apenas 18 años se abrió paso logrando la libertad. Boqueó y cayó al suelo al instante, sudoroso.

- ¡No diré nada! ¡Nada, nunca!

Exclamó al instante, completamente desorientado y temblando tras la traumática experiencia.

Había estado en silencio durante bastante tiempo. Aunque tras escapar de la colonia había aprendido la tecnología básica para manejarse en su nave, hackear el código de ese depósito de carbonita estaba bastante lejos de mi alcance. Miré a Artix mientras lo hacía, pero el primer día seguía demasiado avergonzado por su resaca como para concentrarse en activarlo.

Tal y como sugirió Sirona, me fui a acostar pronto. Eso me permitió levantarme un poco antes a la mañana siguiente y pasear por la nave. Obviamente, no tardé en ir a la cabina para observar los controles del yate de lujo. Por lo que había dicho Voltor, él también sabía pilotar. No conozco suficiente de los jedi como para saber si sus habilidades pueden ayudarles a hacerlo mejor que una persona corriente, pero el tipo me cae bien y no me importaría tenerle a mi lado a los mandos de una nave.

Pronto escucho cómo los demás empiezan a levantarse y me uno a ellos para el desayuno. Artix no tarda en volver a probar con el tipo encerrado en carbonita y esta vez parece estar más concentrado. Tal vez ya se le ha pasado la resaca... me digo a mí misma, sonriendo.

Observo al chico que cae al suelo, completamente desorientado. Miro un momento a mis compañeros, frunciendo el ceño ante las palabras del muchacho. - Tranquilo, chico - digo finalmente agachándome a su lado. - No tienes que decir nada si no quieres. Solo respira un rato y descansa. Aquí estás entre amigos... - Supongo. La verdad es que no tengo ni idea de quién es el chaval, pero está claro que está turbado y en estas circunstancias no merece la pena preguntarle nada hasta que se relaje un poco.

Después de un descanso reparador físicamente Eneera corrió hacia el joven al verlo liberado de su prision en vida. Respiraba con dificultad, estaba aturdido, todo eran síntomas que podían considerarse habituales después de vivir un suceso como aquel -Tranquilo, estamos aquí para ayudarte- Posó una mano en el pecho y otra en la espalda, era una forma de sujetarlo y a la vez de calmarlo -Mi nombre es Eneera, soy una amiga... Una Jedi- Trataba de hablar con calma y pausadamente para relajarlo -Acercarme un poco de agua, tiene la boca seca- La joven Eneera no se dirigió a nadie en concreto y no apartó la mirada de su paciente. No era capaz de imaginarse el sufrimiento ni la agonía que ese joven había sufrido en su encierro -Estas a salvo- Esbozó una sonrisa para tranquilizarlo un poco más

A pesar de que en teoría estaban en una nave amiga, Voltor tardó bastante en irse a dormir. Revisó discretamente el navío, o al menos todo lo discretamente que sabía que era ir mirando por todas partes menos los camarotes personales. Y se aseguró de que todo el mundo estaba bien y no necesitaba nada, antes de ponerse finalmente a descansar. Cosa que realmente necesitaba, aunque no por ello iba a decirlo.

El sueño fue reparador, y la sensación de tranquilidad que percibía le permitió disfrutarlo en lugar de la típica duermevela que solía mantener. Aún así se reprendió un poco por ello por confiarse tanto, no había pasado nada. Pero llevaba mucho tiempo huyendo como para no saber que las cosas se solían torcer cuando menos lo esperas.

A la mañana siguiente Artix volvió a probar de liberar al prisionero, y éste resultó ser un chaval vestido de piloto. Iba a preguntar su nombre cuando tanto Opal como Eneera trataron de calmarle. La joven parecía tener buena mano con la gente, sobretodo para ayudarles con su dolor así que la dejó hacer y le llevó el vaso de agua que le pedía. Después se volvió a colocar en un segundo plano viendo la situación.