Partida Rol por web

Los cubiertos suenan al chocar con la vajilla, los vegetales crujen mientras los dientes metálicos de los cuchillos van cortando todo a su paso, la carne produce un suave sonido una vez los tenedores entran y los jugos del limón y el pescado chorrean bañando el plato.

Algunos comentarios formales van y vienen mientras la velada se va desarrollando, pero sin duda lo que más se aprecia es el agradable acompañamiento que tanto la bebida como la comida brindan. De igual modo, si bien algunos están de espaldas, los que pueden ver hacia los ventanales notan inicialmente la oscuridad de la noche y, tras agudizar tanto la vista como el oído, pueden percibir vagamente las formas de los acantilados y escuchar el sonido del mar a la distancia.

El comentario de Demian llama claramente la atención del Marqués, quien se muestra sinceramente sorprendido al oír sobre la nave.

- Vaya, es la primera vez que escucho sobre un navío semejante- comenta con semblante estupefacto-. No he visto jamás algo por el estilo y no podría imaginar si no una embarcación alada- agrega riendo brevemente y tomando un sorbo de vino-. Entonces... por sus palabras he de suponer que son oriundos de Arkángel si es que estaban regresando allí, e imagino que su viaje a Chaville no ha sido simplemente por placer si es que a la vuelta han viajado en semejante nave- inquiere el hombre mientras les observa sonriente-. ¡Oh! La señora... señorita Moonflow en verdad hace un gran trabajo con El Pequeño Castillo, principalmente es el lugar de encuentro de los lugareños, ya sea para disfrutar de un corto descanso o para relajarse una vez finalizada la jornada. Y si bien es remota la isla, como bien dice, es mi deseo lograr que el poblado crezca y que este lugar se convierta en un lugar que permita recibir cada vez más viajeros.

Cavalcanti termina de dar los últimos bocados y luego se hecha contra el espaldar de su silla, con la copa de vino en la mano y mirando en dirección a Penas.

- La señorita Absolom es...- comienza a decir meneando la cabeza, como si pensara la respuesta- una joven extraña. Supongo que aprecia la soledad de su cabaña y por eso no suele vérsela tanto en la aldea. Me sorprende que les haya recibido- agrega cambiando la copa de mano y haciendo sonar nuevamente la campanilla que tiene cerca de él.

Con el breve pasar del tiempo, finalmente la mayoría van viendo sus platos cada vez más vacíos. Nuevamente un grupo de sirvientes no tarda en entrar y llevarse los platos y las copas, para regresar posteriormente con unos pequeños cuencos llenos de una suerte de crema, poco vibrante y grumosa, decorada con algún tipo de raspadura marrón y unas hojas verdes, a lo que se le suman unas pequeñas copas con un licor dulce. Ni bien huelen un poco el plato, el aroma de almendras y limón se va ocultando tras la presencia de la canela.

- Espero que les agrade el menjar blanc, es uno de mis favoritos- dice el Marqués, llevándose una cucharada a la boca-. Sepan disculpar, pero un barco llegará recién dentro de unas semanas según el itinerario acordado, así que hasta entonces podrán disfrutar de las bondades de Corvinus. Si tienen interés en recorrer la isla, agradecería que dejen sobre aviso al Capitán Zolt para no preocuparnos... la geografía del lugar no siempre es amable con los extranjeros- les comenta amablemente y tras un momento agrega-. Quien dice, tal vez incluso en estos días se sientan tan a gusto como para pasar a formar parte de esta bella comunidad.

La velada estaba trascurriendo sin problemas y las dudas y temores que traía conmigo no eran sino más que un recuerdo lejano. El Marqués se había portado como se hubiese esperado, y no había encontrado mayores motivos para sospechar de él. Esto es lindo... pienso, dando un vistazo a mis compañeros en la mesa.

“- Es usted... un buen hombre, señor Marqués -digo, luego de dar unos bocados al menjar blanc. Creo que su preocupación por su pueblo es genuina, y que la amabilidad de los mismos lo demuestra -comento con una sonrisa sincera. Avisaremos a Zolt, si así lo desea. Por cierto, ¡ésto está muy rico! -exclamo, con el cuenco ya vacío”.

Continuo escuchando al Marqués mientras pasamos de disfrutar el plato principal al dulce postre.

-Sin dudas el dirigible era una maquina impresionante, nosotros estábamos tan sorprendidos como usted cuando lo vimos por primera vez. Con respecto a lo otro, sí somos oriundos de Arkángel y nos encontrábamos en Chaville por asuntos de trabajo.–Digo evitando entrar en muchos detalles.

Después de que el hombre menciona el asunto del barco inmediatamente le respondo.

-Bueno, si la embarcación va a tardar varios días en llegar no nos queda otra opción más que esperarla en el pueblo. Por cierto este postre está realmente delicioso y ademas muchas gracias por la recomendación, esos acantilados que se ven por las ventanas ciertamente lucen bastante peligrosos.

¿Quién demonios es este tipo? Sin duda es alguien con mucho poder, al menos en la Isla. Hay que ser cuidadosos. El joven Sfenos se ha sacado un tiempo la máscara para poder comer, pero al momento del postre no puede resistirse a su desmedida desconfianza. Sin embargo en ningún momento de la cena puede permitirse realizar algún gesto que demuestre esta exagerada precaución, por lo que durante todo este tiempo se limitó a escuchar y a comer en silencio, sin realizar gesto alguno. Me temo que voy a tener que rechazar el postre. A mi paladar le disgusta el alcohol. Espero sepa excusarme. Nada más lejos de mi intención está el ofender a nuestro amable anfitrión. Por otra parte, agradezco su invitación, y debo reconocerle que estoy satisfecho con la comida.
 

     Parece no gustarle la mención de Catherine.

     -No se preocupe, intentaremos no olvidarnos de Zolt. Parece que vamos a estar unos dias por aquí asi que pasearemos un poco. - Menciono mientras me zampo el postre y me reclino en la silla con el estomago lleno- !Que delicia! ¿es todo local?

- Muchas gracias, madmoiselle- contesta Cavalcanti a las palabras de la joven-. En efecto mi interés por completo se centra en mi isla- agrega mientras parece quedarse pensando en algo.

El Marqués sonríe frente a las palabras de Demian, escuetas, cautas y parece escucharle atentamente mientras da las últimas cucharadas a la crema que se halla en el cuenco.

- Como les he dicho, pueden aprovechar para descansar en el poblado, conocer a las gentes, disfrutar de las bondades de Corvinus. Repito que sería un honor para mí si gustaran quedarse como residentes en mi hermosa isla- comenta sonriendo, con mirada altiva y solemne, aunque con voz amable y relajada.

Seguidamente el anfitrión observa a Sfenos y Penas, y no puede evitar reír un momento, llevándose una mano a la boca y carraspeando un poco antes de contestarles.

- No se preocupe joven, no me ofende en absoluto. El postre no lleva alcohol alguno y de hecho su sabor tiende más a un toque neutro, por ello el licor puede acompañar más no empalagar tanto- expresa para luego mirar al norne-. No, no es local, pero como entenderá puedo darme el gusto de traer algunas delicatesen.

Pasado un momento la charla amaina cada vez más y finalmente el Marqués da por terminada la velada, despidiéndose respetuosamente y acompañándolos hacia el portón de ingreso a la mansión. Ante una rápida orden, uno de los guardias sube a un caballo y espera mientras otro prepara el mismo carruaje en el que los habían traído.

Tras la despedida, comienzan la marcha devuelta a la aldea de Corvinus, recorriendo otra vez el camino que les obliga a viajar poco más de una hora antes de llegar nuevamente a la posada. Ya es bien entrada la noche y prácticamente no ven personas en las calles. Sin embargo, una vez adentro de "El Pequeño Castillo" les sorprende ver a Miriam repasando algunas mesas y acomodando cosas, a pesar de no encontrarse nadie adentro. La mujer les ve y sonríe al saludarles, aunque vuelve a lo suyo mientras ustedes van ingresando.

    -Buenas noches... ¿Miriam, verdad?- Me aproximo a la posadera- Acabamos de volver, ha sido una velada muy simpática... aunque un poco fi-fí... ¿Podemos reparar eso con un buen porrón de cerveza?- Pido mientras busco en mis bolsillos unas cuantas monedas.

    Y en cuanto me traiga la deliciosa bebida, le pregunto: -En este pueblo parecen conocerse todos bastante bien, ¿no? ¿Es así también con la señorita Absolom?