Partida Rol por web

Turno 1115

- No has de preocuparte por la cuerda, la extenderé hasta el lago, no deberían de poder vernos - dijo el mago seguro de que su plan funcionaria - Solo hay que nadar - añadió temeroso de las cargas que querían portar algunos, y de la capacidad de estos de poder nadar.

Tras esas palabras comenzó a recitar unas sencillas palabras, un simple poema melódico en su lengua ancestral. La cuerda, como si se llenase de vida, comenzó a extenderse en diagonal, como si del sedal de una caña se tratase.

Turno 1115

Eruannë entreabrió los párpados y volteó la mirada hacia sus compañeros que se aprestaban a bajar por la cuerda. Luego miró a Drustan. Tendrían que arrastrarlo hasta la orilla, ya que no había tiempo para que se despojara de su pesada y compleja coraza. Por otra parte, el empecinado mutismo del beórnida era un mal augurio. Pero la elfa nada podía hacer de momento, salvo mantener calmado al oscuro olvar...

Finalmente contempló al sufriente orodrim y musitó:

—Ya habéis sido vengado. Y muy pronto tendréis la oportunidad de saciar vuestra furia en la negra sangre del verdadero enemigo...

RESOLUCION TURNO 1115
 

La cuerda, mientras Zigûr movía las manos extrañamente, comenzó a extenderse al son de sus palabras. En toda su longitud se estiraba hacia el agua, en un ángulo suficiente como para alejarlo de la torre. La cuerda entro en el lago, y se afianzo a alguna roca o rama oculta a la vista. Todo estaba listo para bajar. Arriba el resto estaba preparado para descolgarse por la cuerda, caer en el agua y nadar hasta conseguir escapar de la situación tan peliaguda en la que se habían metido.

Adronath se ofreció a ser el primero en bajar, lo seguirán Elenmenel, la princesa y Aranel. Eruannë seguía tocando, sentía que mientras tocase, aquel atormentado árbol tendría algo de descanso. Elorham, por su parte, no perdía de vista la entrada, preparándose para una posible llegada de los orcos. Seguía concentrado, preparando en su mente el sortilegio adecuado para impedirles llegar hasta ellos. Los demás esperaban su turno para descender.

La niebla cubría todo, excepto el clamor que abajo se alzaba y que en parte se acrecentaba por la falta de visibilidad. Era el momento, no sabían cuánto podría Zigûr mantener aquella oportunidad.

Turno 116

Adronath bajó por la cuerda como pudo. La fuerza que tenía el guerrero y su gran agilidad le valían para poder pasar los escollos e ir agarrándose y afianzándose en los distintos apoyos y parapetos que encontraba en el descenso.

Una vez abajo, se metió en el agua. A pesar de lo fría que estaba, el guerrero estaba más pendiente de los gritos y ruidos que a su alrededor se oían que no hizo caso a la temperatura reinante. Nadó con bastante sigilo hasta la orilla. Pretnedía no hacer ruido para que los orcos que estuvieran por los alrededores no se dieran cuenta de donde estaban.

En la orilla, todavía dentro del agua pero haciendo pie, antes de salir a la superficie, Adronath desenvainó su espada para estar preparado para lo que pudiera encontrarse. Sin mirar a su espalda, esperó a que alguno de sus compañeros llegaran para poder ponerse de nuevo la armadura de cuero. Mientras vigilaba en los alrededores atento a quien pduiera acercarse.

Turno 1116

Eruannë retrocedió unos pasos y susurró:

—Elorham, apartaros del olvar.

Hecho esto, la música cesó y el torturado árbol agitó sus ramas con renovada furia. Entonces la elfa se acercó al taciturno beórnida y exclamó:

—No tenemos tiempo. Deberéis lidiar con vuestra coraza, pero tendréis nuestra ayuda. Laufinwë… —agregó, y volteó hacia el noldo mientras rebuscaba en su morral. —Bajad con Drustan, atadlo con esta cuerda y, si fuera necesario, arrastradlo a la orilla. Adronath os ayudará. Ástomer, bajad también y ayudadlos con eso, por favor.

Luego, susurró al oído del beórnida:

—Giliel os aguarda en Lothlórien y espera que cumpláis vuestra promesa. Es una niña aún, su corazón no resistiría si faltáis a vuestra palabra. ¿Comprendéis lo que os digo? La vida de Giliel está en vuestras manos…—La azul mirada de la ella brilló con intensidad. —Y la mía también —afirmó.

Y era cierto. Eruannë no abandonaría a Drustan en el camino.

Turno 1116

-De acuerdo Nihtegale, le contestó a la elfa y se alejó unos pasos del monstruoso árbol. -Cuida de Drustan, añadió. Elorham aguantaba el conjuro de sellar la puerta, pues sospechaba que iban a necesitar de sus artes para sanar en breve. -Id bajando, e iré yo el último...

Sin dejar de estar pendiente de los posibles ruidos desde el dormitorio del animista, el rohir se movía lentamente hacia la cuerda.

Qué no lleguen los orcos...
 

Turno 1116

El resto siguió los pasos de sus compañeros....

Turno 1116

Una vez en el agua, comenzaron a nadar hasta la orilla.

RESOLUCION TURNO 1116
 

Adronath fue el primero de los valientes en abordar la cuerda. Lento pero seguro fue descendiendo hasta que al fin llego al agua. Una vez allí, comenzó a nadar hacia la orilla. Tras él, Elenmenel, la princesa y Aranel, lo seguían de cerca, los cuatro estaban ya en el agua cuando Drustan ya descendía. Sorprendentemente el beornida bajo con gracilidad por la cuerda, a pesar de la herida de su pierna. Sus fuertes brazos sustentaban casi todo el peso, y no le costó llegar al agua. Sin embargo, el agua era otra cosa. Su coraza no tardo en llevarlo hasta el fondo mientras trataba de nadar sin remedio.

Arriba no había indicios de que los orcos fuesen a acercarse inminentemente, aunque sí que comenzaban a escucharse, tenían que darse prisa.

Lafinwë fue detrás de Drustan, Eruannë le había encargado la tarea de proteger al guerrero, que ya se ahogaba abajo. A toda prisa la elfa lo siguió y tras ella Zigûr y Elorham, no había demasiado tiempo ni necesidad de quedarse arriba. El olvar había salido de su “tranquilidad” cuando la barda dejo de tocar, ahora le tocaba protegerlos.

Lafinwë flaqueo en su agarre, si saber por qué, a punto estuvo de caer. Se vio obligado a agarrarse de un solo brazo, mientras su cuerpo pendía hacia el abismo. El movimiento de la cuerda, la falta de costumbre, el sudor o la humedad, hicieron que los que iban detrás se viesen obligados a detenerse. Se quedaron totalmente paralizados. Todos salvo Eruannë, que no pudo lanzar su mano a tiempo de agarrar la cuerda, y comenzó a caer.

La altura era significativa, y no solo un choque con la dura piedra le esperaba abajo, también los orcos se agolpaban en la base de la torre.

Turno 117

Adronath llegó a la orilla y, esepada en mano miró en su alrededor por si alguien se acecaba. Pero algo llamó su atención en el agua. Drustan habí allegado hasta abajo sin problema, cosa casi impensable pues el beornida estaba malherido. Pero su armadura hizo que se hundiera en el agua como una piedra.

El guerrero no se lo pensó, cogió su arco largo y dio un par de pasos dentro del agua, hasta donde pudiera llegar a su compañero (preferiblemente haciendo pie), y le alargó el arco para que se agarrara a él.

Una vez aferrado tiró de éste con fuerza para acercarlo a la orilla.

Turno 117

La cuerda resultó más traicionera de lo que Elorham se podía imaginar. Le costó mantener su posición cuando Lafinwë se detuvo, y entonces vio con horror cómo Eruannë perdía su agarre. -¡¡NOOOOO!!, gritó el rohir y sin dudarlo un instante avanzó por la cuerda sin preocuparse por su propia seguridad. Solo existía la elfa y necesitaba llegar hasta ella.

-¡AGUANTA NIHTEGALE!, gritó luchando contra las lágrimas y rezando a Oromë y a todos los valar. -Ya voy...

Turno 1116

Zigûr y Lafinwë luchaban por no caer al vacio....

RESOLUCION TURNO 1117
 

Abajo en el lago, Adronath no dudo en lanzarse al agua de nuevo, para salvar a Drustan. Los elfos se aseguraban de que la princesa estuviese bien, casi no se habían dado cuenta de que Drustan se iba hasta el fondo. El dunadan nadó hasta el beornida, y logro agarrarle de la mano. Drustan no estaba consciente, seguramente ya habría tragado demasiada agua y si querían salvarlo, tendrían que arrastrarlo hasta la orilla.

Un grito se escuchó, incluso por encima de los gruñidos orcos y de la niebla. Era la voz de Elorham.

Arriba, en la cuerda, Zigûr, Lafinwë y Elorham vieron aterrados como la elfa se resbalaba. Pero una asombrosa maniobra del rohir, mientras gritaba de desesperación, hizo que se deslizase hábilmente por la cuerda y llegase a agarrar a Eruannë. Las manos de la elfa y el animista se entrelazaron con tal fuerza que bien podrían haberse roto los dedos el uno al otro. Pero la elfa había dejado de caer. No estaban a salvo, ni mucho menos, ahora Elorham tenía que tener la fuerza suficiente como para subirla hasta la cuerda. Sus compañeros bastante tenían con mantenerse en ella, pero a duras penas lograron hacerlo.

Los gritos atrajeron la atención de los orcos que, aunque no veían nada, algo pudieron imaginarse cuando comenzaron a cargar sus arcos. Quizás pensasen que tan solo estaban en lo alto de la torre, pero tan tontos eran que pensaban que podrían alcanzar un objetivo tan alto. Ni siquiera pensaron en las flechas que volverían a caer hacia ellos. Poco les importaba.

Turno 1118 Adronath llegó hasta Drustan y lo sacó a flote. En ese momento escuchó como unos gritos se oían en lo alto de la torre. Reconoció la voz de Elorham. Algo malo estaba pasando. Fue entonces cuando notó que Drustan volvía a hundirse y lo malo es que el fornido beornida tiraba de él hacia el fondo.

Turno 1118

Elorham no recordaba cómo había llegado hasta Eruannë exactamente. Todo había pasado muy rápido. El rohir se había adelantado a Laufinwë y a Zigur para poder agarrarla a tiempo, y ahora los dos colgaban en las alturas. Lejos en la distancia se veían las rocas y el agua. La había salvado de momento, pero ahora los dos estaban en peligro. La caída podría ser mortal para ambos.

-Aguanta Eruannë, le instó. -Intenta agarrarte. Sube.

Los músculos de Elorham se tensaron, pero le costaba subir a Eruannë hacia la cuerda, y temía que todos sus esfuerzos fuesen en vano. -No te sueltes...

A su lado estaban otros dos compañeros. -Ayudadme, les suplicó.

Turno 1118

Lafinwë, sabiendo que podo podría hacer por la elfa mientras Zigûr estuviese en medio, siguió bajando la cuerda.

Turno 1118

El mago no dudo en tratar de ayudar, y afianzándose en la cuerda, tendió la mano hacia Eruannë.

RESOLUCION TURNO 1118
 

Ya en la orilla, los elfos atendían a una exhausta princesa. Bajar por la cuerda y nadar la había dejado agotada, y sin aliento. Drustan, en el agua, se hundía irremediablemente bajo el peso de la coraza que llevaba. Adronath no dudó en lanzarse al agua a por él, y logro llegar con cierta gracilidad, a tiempo para cogerlo. Tiro de el con todas sus fuerzas, pero ya inconsciente y chapado en metal, lo único que el dunadan consiguió fue verse arrastrado al fondo. Trato de seguir tirando hasta que no pudo más, necesitaba aire, y finalmente se vio obligado a soltar a su compañero y tratar de salir a flote. Lo intento, pero había bajado demasiado, no se le daba mal nadar, pero su odisea para salvar a Drustan le había salido mal. Se ahogaba junto al beornida.

Arriba la situación no era menos peliaguda. Eruannë colgaba bien sujeta de la mano de Elorham. El rohir se había lanzado instintivamente, y haciendo un alarde de agilidad, logro evitar que cayese. Abajo la esperaban los orcos, o la dura roca. No estaban aún sobre el agua, aunque eso no era un consuelo pues una caída desde esa altura sería igual de letal. Ahora, incapaz de poder levantarla hasta, o de arriesgarse a perder la fuerza con la que la sujetaba, pedía a sus compañeros ayuda desesperada.  Zigûr trato de ayudarlo, sin logarlo, moverse por la cuerda no era tan fácil como pensaban. El mago se precipitó al vacío, y arrastro con él a Lafinwë. Los dos comenzaron a caer.

Turno 1119

el mago pronuncio unas rápidas palabras en su caída. Tenia aun una oportunidad. Mirando a su compañero Lafinwë con tristeza, pues nada podía hacer por el.

Su cuerpo salió despedido de repente, como si los valar le hubiesen dado una gran patada, directo a otro lugar...