Partida Rol por web

Dos días pasaron antes de que los clanes Rotensnö y Lávidr se reuniesen en la plaza central de la aldea del cuerno roto, sobre el valle que llevaba el mismo nombre. Allí se encontraba el hogar de Jeknir, el Varl regente de aquellas tierras y señor del clan de Varls que habitaban allí. En total la aldea tenía solo unos poco mas de 60 pobladores, donde cerca de la mitad eran Varls, y la mayoría de estos habían formado parte de un grupo de mercenarios que luchasen junto a Jeknir en guerra ya olvidadas por el hombres y que para muchos no son ya mas que mitos sobre una tierra perdida. El resto de pobladores eran aldeanos, en su mayoría agricultores y pastores sin clan que habían llegado hasta allí presas del hambre, el frío y el miedo; y por ello fue fácil aceptar servir a aquellos Varls a cambio de protección y un hogar caliente y seguro en el cual vivir.

Los clanes tras su reunión en aquel día había decido descansar aquella noche y también gran parte del día. Se reunirían entonces al caer la noche del segundo día tras la sangrienta batalla que libraran por aquellas tierras. El punto acordado era justamente sobre aquella plaza, llegando cada quien con sus estandartes en lo alto, para que fueran divisados en todas direcciones y cada uno llegando desde un flanco, a fin de no causar una conmoción al llegar en gran número. Cada clan había enviado a un mensajero un par de horas atrás para solicitar a Jeknir una pronta audiencia, con cierto tono de ultimátum, por lo que Jeknir les esperaba. Pero no lo hacia solo, una veintena de Varls le acompañaban, y a la par una docenas de humanos, de los cuales por su aspecto, solo unos cuatro como máximo eran realmente guerreros.

Los clanes unidos, habían decidido mutuamente dejar atrás a todo aquel que no fuera guerrero, dejando a los mas fuertes de entre los civiles como guardianes y aprovechando a los horseborn liderados por Islab para avisasen si algún enemigo se acercaba al campamento conjunto que habían armado. Juntos podrían defenderse mejor. Por ello, su fuerza de combate estaba conformada por un total de 52 guerreros, 27 aportados por el clan Lávidr y 25 por el clan Rotensnö, superando con ello en número a los no más, de 25 guerreros que acompañaban a Jeknir, aunque el hecho de que una veintena de estos fuesen Varls, era preocupante.

-Llegan tarde, los esperaba un par de días atrás- exclamó el Varl sonriendo con los brazos extendidos en lo alto. -He recibido a sus mensajeros- dijo esta vez en un tono mas serio mientras salia de su casa y avanzaba un poco hacia ellos. -Realmente no me gusta que se me amenace y espero estarlos malinterpretando por lo que gustoso, les dejaré marcharse y perderse en las montañas o si gustan pueden ahogarse en el lago Nordfelling, quizá hasta consigan derretirlo. Han venido a solicitar mi audiencia, se las he concedido y ahora les exijo que se marchen y no vuelvan- sentenció ahora en un tono rayando la ira.

Era claro que el Varl quería provocarles, o al menos le era claro para los mas astutos y para los Menders. El viejo Varl, por iracundo y tirano que fuese, conocía las leyes, y sabía bien cuales eran sus poderes como regente. Y entonces, la amenaza tenía un motivo oculto, la expulsión sin derecho tenía un motivo oculto. Y aun así, no caer en su provocación, era difícil.

Jéndalos tomó aire y espetó desde lejos una respuesta a los intentos de burla del Jarl. No lo hizo con furia o, al menos, no la demostró.

-Un respetado líder debe tener sus motivos para expulsarnos de las tierras que nos concedió hace tan poco, pero es nuestro el derecho de consultar el por qué- dejé que las preguntas calaran en los demás escuchas -pero claro que es posible que YO sea el equivocado al confundirlo, Jerknir, ¿Es acaso un error por la edad o mero deseo de sangre el mandar a dos clanes a luchar por un pedazo de tierra congelada? ¿Así tratas a todos tus súbditos?-.

Y sonreí, sonreí a aquel monstruo. No solamente porque su intento de ofenderme había sido inútil, sino porque esperaba que encontrara una sátira en mis dichos.

El varl sonrío casi como si sintiese que el día era perfecto. -Ese es el porque, han venido aquí exigiendo tierras con la hostilidad que ahora presentan. Se las he concedido de buena gana, ¿y que hacen?, se matan entre ustedes. O díganme- habló alzando la voz con fiereza para que le escuchasen todos los guerreros presentes y los habitantes de la aldea que se acercaban curiosos. -¿Alguien me escuchó ordenar a ambos clanes el luchar entre ellos para obtener aquel pedazo de tierra congelada de la que hablan?- preguntó a los presentes sin dar tiempo para una respuesta y dando por ello hecho de que los presentes estaban de acuerdo con él. -Es claro que fueron ustedes mismos quienes decidieron matarse entre ustedes para quitarle al otro toda posibilidad de ganarse un pedazo de tierra?- culminó sonriendo para luego avanzar un poco mas y dirigir su voz y su presencia en todas direcciones.

-¿Acaso no es ley que los clanes derramen su sangre por un territorio en disputa?-.

Había permanecido en silencio por atrás de los líderes de mi clan. Siempre intento mantenerme al margen a menos que considere que mi intervención es necesaria, momento en el que tomo la palabra sin dudarlo. En este caso, Jerknir comenzó a hablar y a mezclar cosas, intentando confundirnos con su perorata pero estaba muy lejos de estar discutiendo con granjeros ignorantes y sumisos. Somos el noble clan Rotersnö y Lávidr, gente de sangre pura y noble alma, no cederemos antes la injusticia de quienes actúan solo confiando en su fuerza y no en la verdad o la ley.

Aparto gentilmente a mis hermanos para situarme de frente al varl y que vea mi rostro cuando le hablo. Solo entonces, comienzo a hablar:

 - "Tus palabras no apuntan a la dirección correcta, Jerknir. La ley nos permite luchar por tierras ocupadas pero acá hay muchas tierras libres aún y la ley dice que esas debes brindarlas sin oposición. Brindaste tierras ocupadas a otro clan habiendo tierras vacías y eso va contra la ley del rey."

Dejo que el sonido de esa aclaración resuene por la estancia, antes de continuar:

 - "Conocemos la ley, regente, y no somos ignorantes de ellas. Tenemos poderosos menders del consejo de Manaharr acá que pueden dar fe de lo ocurrido y de como debiesen ser las cosas. No has actuado conforme la ley lo exige y nuestra sangre se ha derramado por ello. Ahora venimos a pedir por las tierras donde estamos habitando y la adyacente vacía más fértil para nuestros dos clanes, ahora aliados y deseando ser vecinos para siempre."

Miro a todos los presentes, hablando ahora para todos los oídos y que no quede duda alguna de la verdad de nuestras palabras, que no cesan de brotar de mi boca:

 - "Hemos luchado y nos hemos entendido, hemos superado nuestras diferencias y, aquí mismo, nos presentamos unidos por el ideal de obtener la tierra que nos hemos ganado por derecho, por llegar antes que otros las reclamaran y por luchar por ellas. No importa que clase de ley decidas seguir, Jerknir, esas tierras nos pertenecen ahora y, si respetas la autoridad del rey, nos las entregarás sin más argucias."

Miro de frente al varl, desafiante pero calmado, sabiéndome portador de la verdad y exponiéndolo como quien está haciendo las cosas mal e indebidas. Que todos sus hombres sepan que si él lo desconoce, será su traición y será conocida por todos los presentes. Que todos sepan que si Jerknir no cumple, habrá traicionado nuestro acuerdo, las leyes y al rey mismo.

Einar movio la cabeza a lado y lado haciendo crujir el cuello. El varl estaba dedicandose a tocarle las pelotas a base de bien desde que habían llegado. Y Einar estaba empezando a hartarse de tanto discrusito y tanta palabra altisonante.

¡Hablas mucho Jerknir! ¿Acaso tanto tiempo conviviendo con humanos te ha vuelto blando? se mofó del varl Todo lo que haces es soltar mentiras por ese agujero de culo que tienes en medio de la cara. No haces más que murmurar sobre leyes y retorcer palabras y hechos. Y señalandole airado gritó ¡Reconoce de una vez tus culpas! ¡Quizás así nos apiademos de ti cobarte embustero!

Hace unos días estuve apunto de romperle los dientes con mi escudo al llamado Einar y de un revés a Jendalos que lo había perdonado en el combate anterior cuando hablaron lo de doblegarnos bajo su clan, por suerte Embla había hablado en ese momento y mi hermano me frenó, aunque pareciera raro el más peleador de los dos había intercedido para que no saltar a desparramar dientes por todo el suelo.

Ahora me encontraba en una situación similar, quería mantener la calma por el bien de mi gente ante un varl loco que incitaba a la batalla y que batalla sería si me cruzo con semejante bastión, será loco pero seguro pegará como un demonio. Pero ya estaban los humanos intercediendo para apaciguar las aguas, unas aguas que me gustaría revolver hasta que ningún barco se mantenga a flote.

En eso escucho una voz gruesa que suena provocando y me giro esperando ver a mi hermano hablar y resulta que es Einar, diciendo las cosas que querría decir pero estaba frenando entre mis dientes, una sonrisa amplia se abrió en mi rostro a la vez que dulcemente acaricio mi martillo y afirmo lentamente el escudo sin buscar esconder el movimiento. Sino disfrutando lo que irremediablemente vendrá ahora.

¡No, no! Una vez mas Einar hizo gala de su maravillosa diplomacia, digna de las mejores tabernas, arruinando cualquier posibilidad de una vía pacífica. Una vez más se derramaría sangre de forma prematura y todo era culpa suya. Ahora él también era parte del clan Rotensnö y sus acciones no podían quedar sin castigo. Si salimos con vida esto. Siguiendo el ejemplo del varl llamado Wulfrig, tomó su arco y se preparó para lo inevitable.

La figura débil y apocada del mender permaneció en segunda fila, oculto entre los grandes varls dejando que los líderes de los clanes iniciaran la conversación, pues sabía que su intervención tendría más peso si la hacía en el momento justo...y creía que ése momento había llegado. 

Los ánimos estaban cada vez más calientes, a pesar del frío del lugar, pero no era nada raro con Varls temperamentales como Jerknir o Einar por el medio. Era importante que todos fueran conscientes de la situación, y Erik, para congratulación personal del Mender, había puesto muy bien los puntos sobre las íes. Ahora tocaba un poco de teatro y representación, influencia y diplomacia. El mender rezó a sus dioses, viento, sol, roca y agua, y pidió permiso para utilizar, una vez más, su poder. 

Mano dura.

Había que desviar la atención rápidamente de lo dicho por Einar...a menos que quisieran derramar sangre, y él, Niklas, no estaba allí para eso. 

Unos negros nubarrones* se arremolinaron encima de ellos y la carga estática de las nubes hizo iluminarse brevemente el paisaje del lugar, mientras el Mender, rodeado de un pequeño halo de poder, avanzaba con una mano en alto dando poderosas zancadas. - ¡JERKNIR Y TODOS! ¡ESCUCHADME! ¡YO, NIKLAS, EL LEGÍTIMO MENDER ENVIADO POR EL CONSEJO DE MANAHARR HE DE HABLAR! - tronó la voz del mender, al compás de los truenos. 

- ¡LA VERDAD HA SIDO VERTIDA A TRAVÉS DE LOS LABIOS DE ERIK LOTHARSSON! - su poderosa voz, entrenada y modulada para situaciones como ésta, llegó a todos y cada uno de los rincones de aquel lugar. Su bastón bajó y golpeó el suelo, a la vez que los sonidos de truenos se disipaban, junto a las nubes que tan rápidamente habían acudido bajo la poderosa voluntad del mago - El enfrentamiento fue auspiciado porque otorgaste las mismas tierras a dos clanes diferentes, y eso, Jerknir del Cuerno Roto, va en contra de las leyes del Rey y va en contra de los deseos del consejo de Manaharr, al cual represento. Te conmino a que depongas ésta actitud perniciosa para con gente que sólo está solicitando que se cumplan las leyes del Rey. De tu Rey. Nadie puede culparlos por estar furiosos por lo sucedido, por perder vidas de sus seres queridos en una disputa sin sentido. ¡Nadie!. -  dijo, mirando a los ojos a los presentes, haciendo que, por un momento, algunos de ellos sintieran que la indignación de los clanes era legítima, aunque no se atrevieran a decirlo en voz alta por no enfrentarse a Jerknir. Aquello había sido lo fácil, pues presentado así, ¿quién no se indignaría se le hicieran luchar injustamente?

Mano blanda. 

Ahora tocaba apelar al honor que éste gigante, en algún momento, había tenido,  y que por lo que se contaba, el odio había consumido. Quizá aún se pudiera llegar a él, no en vano estaba delante de su pueblo, delante de los guerreros que le habían visto combatir. Era una baza que Niklas debía y tenía que aprovechar. Quizá era la única que tenía.

- Jerknir, ésta buena gente está reclamando simplemente su derecho, un derecho que el Rey les ha otorgado, y que tú, como leal representante, les debes otorgar. No demores más la decisión. Tú una vez fuiste un gran guerrero, luchaste con arrojo y valor, cuidaste de los tuyos, como los Valrs aquí presentes pueden atestiguar. No dejes que una acción de unos extraños para éstos clanes, ahora perdida en el tiempo, afecte a tus decisiones actuales. Nada tienen que ver unos con otros. Recapacita. Ahora eres un líder, y un líder debe saber guiar a los suyos. No dejes que el odio te consuma, Jerknir, y verás que la lealtad y el buen hacer tienen su recompensa. Un día, tu pueblo será grande, fuerte y te recordarán como el gran líder que sé que eres, pero deja ésta senda de destrucción. - 

En ningún momento la voz del Mender vaciló, ni se detuvo, hasta completar sus palabras. 

Ahora todo estaba en la decisión que Jerknir tomara. 

Con Jeknir intentando provocarles para que actuasen precipitadamente y con el varl de los Rotensnö cayendo en dicha provocación, no era de extrañar que los ánimos se calentasen rápidamente.

Deberían enseñarle a controlarse…- pensé, mirando con dureza a Einar -Si no, será como si llevasen un perro rabioso que estropeará cualquier intento de negociación que tenga- me dije, llevando la mano al mango de mi hacha, listo para desenvainarla en caso de que la situación empeorase aún más. Por suerte, su mender intervino para intentar poner algo de sentido común en la situación.

Jeknir, una vez fuiste un guerrero con honor- le dije -De no ser así, tu gente nunca te habría reconocido como su líder. Demuestra que aún lo eres- dije -Las vidas de muchos dependen de lo que hagas, las nuestras y las de tu gente… no las pongas en riesgo por un orgullo sin sentido- dije, apelando al honor que una vez tuvo -Bastante sangre se ha derramado ya- añadí en voz más baja, pensando en mis hermanos que habían perecido en el combate con los Rotensnö.

Tras el camino hacia la aldea del cuerno roto, la mujer había permanecido taciturna, silenciosa, con la mirada perdida. Todo rastro de querar parlamentar parecía haberse esfumado de forma extraña. Para quienes la conocían, podían percibir que estaba hundida en pensamientos de venganza hacia Jerknir y su gente. Deseaba matar a dos seguidores del viejo varl por cada uno de los que habían caido de Lávidr.

- Helka, Jounn, Sigfrid, Makkar - repetía constantemente como una oración o un mantra. Su mente se nublaba con imágenes oscuras protagonizadas por flechas, sangre, mucha sangre.

No podía hablar, no quería hablar, sabía que Bjorn se encargaría de transmitir lo que hiciese falta por parte de su gente. Apretaba los dientes, sentía que su cabeza bullía, y al igual que Wulfrig, esperaba lo inevitable.
Por momentos emergía la idea de que no estaba ayudando ni protegiendo a quienes debía, pero eventualmente su visión se cubría nuevamente de rojo. La sangre que los unía, que los hermanaba, y que les daba el calor de la vida en estos páramos helados, era la que ahora deseaba que sea derramada, junto a la de sus enemigos.

No podía ser una madre sin vengar a sus hijos, era la forma de justicia suprema que calmaría su espíritu.

La vergüenza y la rabia era lo único que me quedaban en estos momentos. La batalla la había ganado mi viejo maestro, y a hora nos tocaba ir a ver a ese bastardo hijo de rameras ¿a qué? espero que a matarle por el daño causado. Aunque casi ese Jeknir me da igual. No, quién debería de caer ante el acero ese presuntuoso de Niklas...¿qué se creía? 

Con esos pensamientos seguí al clan Lávidr hasta la aldea del cuerno roto donde se congregó una buena masa de gente, todos ellos guerreros por su atavías y vestimentas. Y allí esta él, con ese bastón roñoso que le servía de apoyo y oculto tras esa capucha. Sumido en esos pensamientos, y sin perder de vista a mi viejo maestro, fui oyendo a cada uno ir exponer sus argumentos. Tan solo el poderoso Einar exponía lo que era evidente, y que no podría evitarse, conociendo a ese perro de Jeknir. Parecía que se iba a desatar la tormenta cuando la voz de mi viejo maestro me taladró los tímpanos, potente como ninguna y alzándose de las poderosas voces de los Varl.

Y ahí llegó la palabrería de la que siempre hacía gala.....¿Cómo que te ha enviado el consejo? maldito embustero a pesar de que sus palabras iban destinadas a una buena acción, mi mente perturbada no podía verlo como tal, y solo como una mentira. Es cierto que había sido enviado, pero para apoyar al clan Rotensnö, y no a los Lávidr, ni mucho menos para servir de juez entre los clanes y Jerkin.

A punto estuve de lanzarme en contra de Niklas, pero el ver que aquellos que me habían acogido asentían ante esas palabras hizo que me tragara la bilis que comenzaba a salir por mi boca, asistiendo, con los puños cerrados y la mirada puesta en Niklas, a las palabras de todos esperaré mi oportunidad, no lo dudes, viejo maestro, no lo dudes.

El viejo Varl dejó hablar a Erik, sobre todo al oir hablar de Menders, eso era algo que no se esperaba y su mirada hacia uno de los sirvientes humanos que le acompañaban, dejaba en claro que no había sido informado de esto. Fue tal la furia que sintió Jeknir por este hecho, que girándose bruscamente, con un par de zancadas alcanzó al aparentemente joven explorador humano al que miraba, y de un solo golpe con el brazo lo arrojó hasta la puerta del edificio frente al que se encontraban y que en teoría era la casa de Jeknir, el regente de aquel lugar, y por tanto era la gran salón del valle.

Fueron las palabras de Einar las que le hicieron volver en si y enfocarse de nuevo en sus recientes visitas. -¿Eres estúpido verdad?- le dijo Jeknir a Einar, -mis hermanos me acompañan- le respondió extendiendo sus manos a ambos flancos para señalar a la veintena de Varls que tenía de su lado. -No vivo entre humanos como lo haces tú. Pero si es una deuda de honor lo que señalas…- las palabras del Varl fueron interrumpidas por un cuerno de guerra que sonó fuerte y cercano, y cuyo rugir provenía de algunas decenas de metros por detrás del gran salón.

Los dos clanes no supieron a que se debía, por lo que siguieron hablando, aunque había una clara incógnita y preocupación en sus rostros. Si el Varl había buscado ayuda de algún otro lugar para entablar batalla contra ellos, podrían estar en clara desventaja, sobre todo si los Varls de Greyhorn se aproximaban a auxiliarle, pues con seguridad, alguno de ellos tenía amistad con el señor del valle.

Si por las palabras del Varl Einar, ambos bandos creían que la batalla se iba a desatar, no fue así, y de hecho Jeknir sonreía triunfante. Fue entonces cuando el Mender Niklas surgió de entre todos para hablar con gran sabiduría y firmeza.

Ante las acusaciones del Mender, Jeknir no hizo mas que bufar y considerarlas algo sin trascendencia. -Estás enloqueciendo viejo brujo- le acusó el Varl. -Si cometí un error al enviar a ambos grupos al mismo lugar fue puramente por que se me informó mal respecto a las tierras que habría dar a cada uno. Una confusión así, se puede cometer fácilmente. Pero ¿que hicieron ustedes al respecto?, ¿matarse a hachazos?, yo no les dije que hicieran eso. Ustedes mismos y su violencia desmedida fueron los causantes de todos sus problemas, y por eso deben marcharse de esta tierra pacifica- reafirmó el Varl sonriendo de nuevo. No obstante entendía el peso que tenia un mender ante los humanos y ante el gobierno de aquel lugar.

Las siguientes palabras del Mender fueron mas conciliadoras y quizá ante todo lo que se estaba gestando y el hecho de tener que enfrentarse a los Valka, aquella era la puerta de salida para Jeknir. Entonces ante las palabras del humano llamado Bjorn, volvió a adelantar sus pasos para dirigirse a todos los reunidos. -El Mender ha hablado, y clama por el perdón de estos clanes. No puedo negarme a ello, pero quiero quede claro ante todos que deposito mi confianza y el juicio sobre ellos en él, si estos clanes generan problemas, será su responsabilidad.- Y con ello parecía que así, de la nada, todo estaba ganado, solo con la presencia del Mender habían conseguido que el Varl cediese y les entregará lo que tanto habían añorado. Pero no era así, la trampa apenas se estaba disparando.

-Aquí llegan ya- dijo Jeknir al escuchar pasos que se aproximaban desde detrás del gran salón. Se trataba de mas de cuarenta guerreros humanos de aspecto fiero, claramente curtidos en muchas batallas.

-Déjenme que les presente a Viggo, jefe del clan Økskrig- habló Jeknir sin mirarles pues su atención estaba en los recién llegados. Cuyo estandarte estaba representado por un hacha que era protegida por un escudo con el símbolo de un martillo grabado en el centro, todo sobre un campo verde. -Les he perdonado bajo los designios del Mender- les habló de nuevo Jeknir girandose con el nuevo clan uniéndose a sus filas. -Pero las tierras no se las puedo dar, pues ahora pertenecen al clan Økskrig, quienes son dignos merecedores de ellas. El Mender ha de entender que este derramamiento inoportuno de sangre era suficiente como para que considerase darle las tierras a un clan que pudiese sacar mejor provecho de ellas. Lamentablemente este clan es muy numeroso, y esas tierras no serán suficientes para ellos por lo que he optado por entregarles dos territorios del valle, con lo cual queda solo uno. ¿Que debemos hacer según las leyes si dos clanes se disputan un solo territorio disponible?- preguntó el Varl mirando fijamente al Mender como si quisiera retarlo. Tras él, Viggo, líder del clan Økskrig permanecía serio, como si nadie estuviese presente, como si lo único que viese fuera a un fiero enemigo que estuviera apunto de destazar vivo. Viggo era un hombre alto y corpulento, pero muy viejo y lleno de heridas en el cuerpo, uno de sus ojos estaba blanquecido por lo que probablemente veía poco o nada con él, y en el mismo costado derecho tenía una fea cicatriz a la altura de la frente que le hendía la piel y el cráneo. Junto a él, había dos guerreros con gran parecido que probablemente eran sus hijos, y a su costado izquierdo había una bella joven de mirada fiera y que también parecía ser hija de Viggo.

-La solución es simple. Un combate por el derecho al territorio. El clan victorioso de entre Rotensnö y Lávidr, se hará con el control de las tierras fértiles al norte de la aldea, mientras que el perdedor no se irá con las manos vacías. Le concederé el derecho de habitar en alguna de las tierras en las laderas de las montañas-.

La reunión con Jerknir terminó siendo una discusión acerca de lo realizado y lo correcto, en la cual mis palabras repercutieron en el Jarl, pero fue la autoridad del Mender la que le hizo reflexionar en que debería brindarnos las tierras y no solo echarnos como era su intención. Lamentablemente, sus palabras no fueron precisamente las que esperábamos.

Un nuevo clan, numeroso y veterano, llegó a la zona y fue recibido como los nuevos dueños de dos terrenos, uno de los cuales queríamos tener. Miro de frente a Jerknir, desafiante:

 - "Eso no es lo acordado. Tú palabra vale menos que la mierda lodosa de animales que traemos bajo nuestros pies."

Escupo al suelo, notoriamente disgustado y disconforme por las palabras del varl pero sabiendo que la ley ya no nos apoya pues está cumpliendo la ley, aunque sea de una forma de mierda y retorcida. Miro a nuestro clan y luego miro a los ojos de Lávidr. No me cuesta mucho notar que nadie está feliz con ello y nadie quiere que las cosas se queden así, pero también hay que pensar en como dar el paso siguiente y no lo lograremos sin un lugar donde asentarnos y desde donde atacar.

Miro a Embla y le susurro, solo para los oídos de nuestros clanes y no para el resto:

 - "Lucharemos juntos cuando llegue el momento, pero debemos asegurar el invierno para los nuestros. Somos aliados y ese es mi consejo."

Me giro entonces hacia Jerknir y le espeto con firmeza:

 - "Rotersnö y Lávidr no te darán el gusto de presenciar otra matanza sin sentido pues tenemos honor y orgullo. Rotersnö se quedará en la tierra fértil del norte."

No pienso siquiera en hablar en nombre de los miembros del clan Lávidr, pues ellos mismos deben declarar sus decisiones y no les faltaré el respeto asumiendo sus conductas. Si bien, el honor de un guerrero acepte las consecuencias de su derrota, la última palabra la tienen ellos.

Me quedo de pie, esperando la respuesta del resto, así como cualquier comentario que tenga alguno de los presentes, pues si esta reunión se alarga mucho más, terminará en las armas y eso no sería bueno para nosotros, pues es una batalla que no podremos ganar.

De nuevo, Bjorn tuvo que contenerse para no coger su hacha y descargarla sobre la cabeza del mil veces maldito Jeknir tras escuchar sus palabras. Una “simple confusión” decía, eso era lo que según él había provocado la muerte de sus hermanos y hermanas. No solo no tenía el honor o el valor de admitir que aquello había sido planeado por él sin que hubiese confusión alguna, sino que ahora entregaba a otro clan las tierras e intentaba que los Lávidr y los Rotensnö volvieran a enfrentarse y a derramar sangre. Al menos, la presencia del mender de los Rotensnö había trastocado en algo sus plantes, así que intentó aprovecharlo para así asegurar el mejor futuro para su gente, puesto que desde luego, no pensaba condenar a su clan a una dura vida en las tierras de las montañas si podía evitarlo. Aunque ello implicase tragarse el orgullo y la sed de venganza.

Entonces... ¿Reconoces que fue tuyo el error de enviar a ambos clanes a una misma tierra?- le dije a Jeknir, devolviéndole sus palabras e ignorando deliberadamente las palabras del tal Erik -En ese caso, es tuya la responsabilidad de la sangre que se derramó por ello- le dije -Entonces exigimos una compensación por ello, no pensamos conformarnos con simples tierras en las que nuestras familias apenas puedan sobrevivir- le exigí -Has reconocido tu culpa por lo sucedido ante todos, así que debes asumir la responsabilidad por ello- dijo con firmeza.

Niklas se apoyaba en su bastón con ambas manos, imperturbable ante las palabras del Varl.

La llegada del otro Clan, mas toda la parafernalia linguistica que montó Jerknir para salirse con la suya, retorciendo los hechos, no le iban a servir de nada. Erik se adelantó de nuevo y habló con sabiduría, pero en ésta ocasión, quien sí que le sorprendió gratamente fue Bjorn, al que no conocía, ante cuyas palabras asintió con firmeza. Él también se había percatado del fallo en la declaración del Varl, y había que incidir en ésa idea.

Niklas miró a Bjorn y le dedicó un respetuoso asentimiento de cabeza antes de hablar. - Bien dicho, Bjorn de los Làvidr. Como todos habéis escuchado, el mismo Jerknir ha admitido haberse equivocado al emitir una orden. Da igual que fuera mal informado por su propia gente, eso no es competencia de los peticionarios, si no del propio Jerknir y debe solucionarlo él. Ambos clanes hicieron lo que Jerknir les pidió, fuera error o no, ellos no lo sabían, y no fue otra cosa que pelear por una tierra que creían concedida a otro clan, tal y como las leyes dictaminan...y tal y como Jerknir se ha encargado tan amablemente de recordar. No se puede castigar a alguien que cumple las leyes. No se puede castigar a alguien que hace lo que el señor del lugar dice, aunque el señor se equivoque. Es responsabilidad de ese señor resarcir de cualquier daño que, por su error, ha sufrido aquel que sólo le ha obedecido. El clan Rotensnö y el clan Lávidr han reclamado tierras legalmente y han sufrido por un error del líder de dichas tierras. Deben tener tierras prósperas para poder vivir pues han cumplido lo ordenado, aunque fuera por error.

Yo propongo una alternativa ecuánime. Que el Clan Rotensnö se quede con las fértiles tierras del Norte, el Clan Lávidr con las fértilas tierras del Este, y el Clan Okskrig se qiede con las fértiles tierras del Sur y las zonas de las colinas más cercanas*, con eso, todos los clanes tendrán suficiente para que sus pueblos puedan vivir en paz. -

La voz del Mender llegó a todos y cada uno de ellos, dejando que cada cual pensara si querían aquello o, por el contrario, querían más sangre.
 

Einar volvió a soltar un gruñido malhumorado. Estaba harto de ese perro de Jeknir ¿que se había buscado a un puñado de lameculos adicionales? Perfecto más gente a la que vencer. Pero claro aquí todos hablaban de forma muy medida, con muy buenas palabras. Parecían poetas y servían para lo mismo que estos. Ignoró las miradas de odio de Hvit y tomó la palabra

Al parecer por hoy te vas a librar Jeknir-lengua de serpiente. Pero oye lo que Einar el Rojo te pronostica: un día a no mucho tardar habrás de pagar todas tus maldades, mentiras y traiciones . Y con intereses. Clavaré tu sucia lengua mentirosa en el quicio de mi puerta y los perros irán a mear sobre ella.

Mientras su esposo, Bjorn el de la magnífica barba roja, replicaba las retorcidas argucias del varl, la arquera reaccionó repentiamente, saliendo de su trance. Casi como despertando de un sueño, se encontró con las palabras de Erik. Aceptaba su pasada derrota, pero ahora el tablero se estaba sacudiendo.
El sentimiento le llegó desde lo profundo, algo que siempre tuvo en ella, que creció cada vez más cuando Lávidr nació. La certeza de que ella debía nutrir y cuidar de los suyos, com su fuesen sus hijos o sus hijas. Necesitaba darles lo mejor que estuviese a su alcance, y si ahora se daba la oportunidad de enfrentarse nuevamente a Rotesnö por acceso a tierras fértiles, no podía dejarla pasar.

- Acepto tu consejo, Erik - respondió Embla en el mismo tono y volumen - pero no aceptaré las peores tierras para mi gente si existe la posibilidad de reclamarlas en este momento - al decir aquello miró a los ojos al guerrero, había verdad en su mirada, auqnue quizá al curtido arquero no le cayese bien la verdad que le traia.
- No reniego de vuestra propuesta de cooperación futura, así como no reniego de la posibilidad de que los mejores guerreros de Rotensnö se midan con los mejores guerreros de Lávidr, aquí, ahora, nueve contra nueve, dejando el resto de nuestras familias fuera - aseveró con la mirada esta última frase, no había ansia de revancha real en ella, nunca había vivido midiendo sus habilidades de combate o sus heridas de batalla con otros. Simplemente daría lo que fuese por todos los que pretendía cuidar.

- Que nuestras armas choquen de nuevo, Erik Lotharsson de Rotensnö, que el último guerrero en pie pueda colocar su estandarte en el mejor territorio para su clan. Que la lucha con el mejor esfuerzo demuestre el honor y respeto que nos debemos mutuamente -

- Luego podremos llamarnos aliados -
 

Jeknir sonrío encantado ante la reacción de Erik, y simplemente se limitó a decirles -ustedes rompieron el acuerdo al derramar sangre en mis dominios-. Ante la aceptación por parte de Erik respecto al territorio del norte, no hizo mas asentir y dar un par de sonoras y pausadas palmadas. La reacción Bjorn si lo irritó y alguno de sus Varls se adelanto hacha en mano, aunque fue detenido por otros. Jeknir por su parte, simplemente negó con la cabeza antes de responderle -No habrá compensación alguna ante un acto tan ruin, y cuida de morder la mano que te alimenta- le amenazó.

Para suerte de ambos clanes, el peso del Mender era grande y Jeknir lo sabía y por ello su presencia realmente le molestaba y le estorbaba. No obstante el Varl era muy viejo y había tenido ya antes que lidiar con aquellos sanguinarios brujos en el norte, sabía bien sus actos, sabía que había que temerles, pero también sabía que no podía confiar en ellos, y que si tenía la oportunidad, siempre había que decapitarlos sin aviso alguno. Y ante la imagen de aquello en su mente, el viejo Varl sonrío de nuevo. -Ya he emitido mi sentencia. No eres el gobernante aquí brujo- le espetó el Varl, -tomen lo que les ofrezco o márchense ahora si no quieren que les declaré bandidos ante las autoridades del reino para que cualquier otro clan tenga el derecho de cazarles como alimañas- la amenaza fue dura, y ante sus palabras todos los Varls dieron un grito de guerra como si quisieran que los clanes allí presentes les retasen y todo se tornase en un cruento derramamiento de sangre, para el cual, a aquellas alturas la alianza de Rottensnö y Lávidr ya tenían la desventaja tanto en número como en poder.

-Tus acusaciones no tienen peso aquí- siguió hablando el Mender -¿crees que he actuado mal?, ¿que los he juzgado mal?, entonces ve con tu gente y hablen con el consejo o con el rey. Y seguramente ellos me darán la razón. Y si no es así, te aseguro que para cuando regresen, tras caer muchos en el duro camino de vuelta, ya habrá otro clan con estos territorios, y otra vez se quedaran sin nada- El Varl parecía satisfecho, se sentía victorioso y sumamente enorgullecido de si mismo.

-Acepten lo que les doy, o márchense. Es su ultima oportunidad- amenazó una ultima vez.