Partida Rol por web

-Los dioses han sido testigo en este día de lo que aquí ha acontecido- fueron las palabras con las que Jerknir se acercó a los victoriosos para hablar ante todos los presentes que les rodeaban y que habían presenciado el combate. -El Clan Rotensnö ha obtenido la victoria y por ello son los dueños de las tierras del norte sobre el valle del cuerno roto-.

La sangre de la tierra había sido pagada ya, y con ello el clan Rotensnö ganaba el derecho a la prosperidad de una tierra a la cual habría de llamar hogar, y que, sin embargo, era dura y fría. La sangre de la tierra había sido pagada ya y el clan Ládivr quedaba expuesto a un terreno mucho más duro salvo que quisiera pelear con el clan Økskrig por su territorio al sur o al este. De lo contrario, habrían de elegir ahora si tomar el territorio de las colinas al sur o el de las colinas al norte.

-En nombre del rey de Setterlund. Sello este pacto con el clan Rotensnö entregándoles la tierra que han pagado con su sangre-. Gritó a todos para que escucharan hasta el más lejano de ellos y luego se retiró hacia el gran salón dando por terminado todo aquello, dejando a los derrotados con su vergüenza y aparentemente descartando el hecho de que el clan Lávidr aún tenía el derecho a reclamar tierras.

Los hombres del clan Økskrig habrían de haberse marchado también de no ser porque su líder de nombre Viggo se mantuvo allí firme y expectante. Atento a lo que sucedía, Viggo miraba fijamente a Bjorn, como si esperase a que este reafirmase sus alegatos anteriores al combate, o bien se retirase a sanar sus heridas.

Todo había acabado ya. El cuerpo de Islab golpeó el duro suelo helado del centro del pueblo de Jeknir y con ello se determinó el destino de ambos clanes. 

Una mirada rápida a su alrededor le confirmó que casi la mitad del clan había soportado el combate en buenas condiciones, y eso era bueno. Su honor y renombre subiría alto como un águila que emprende el vuelo hacia el firmamento, y al tener tan pocos heridos, él tendría más tiempo para ocuparse de unos pocos que de muchos. Pese a ello, supo que ofrecería su ayuda al clan Lávidr, pues a partir de éste mismo momento eran aliados, como habían jurado antes del combate. 

El maldito y embustero Varl hizo un simulacro del protocolo pertinente, elevando su voz en parte para ser oído, en parte para intimidar a aquel que quisiera rebatirle. Era un truco que tenía muy bien aprendido, y eso, unido a su imponente físico, le daban ventaja en esas situaciones. Niklas no pudo si no fijarse en que había obviado los derechos que pertenecían al clan que había sido derrotado dándose la vuelta y regresando a su salón, donde se escondería y recibiría las lisonjas de sus adláteres. 

- Recojamos a los nuestros y encarguémonos de sanar sus heridas. - dijo en general, sin dirigirse a nadie en particular, mientras giraba y cogía a Gerda, ayudándola a levantarse y acercándola a donde el resto del Clan Rotensnö les esperaba, ahora vitoreando a los suyos por la gran victoria obtenida. Como mender que era, odiaba tener que resolverlo todo a golpes de hacha, pero sabía que en la naturaleza de los suyos estaba impregnada dicha costumbre. 

Entonces se percató de que el Líder del Clan Økskrig, Viggo se mantenía allí firme y expectante. Estaba muy atento a lo que sucedía allí ahora...y con su mirada parecía desafiar a Bjorn. Niklas negó con la cabeza - si se hubieran rendido cuando era evidente que iban a ser derrotados, ahora podríamos unir fuerzas contra ellos y proporcionarles buenas tierras también. Tendrán que sobreponerse y conformarse con lo que han conseguido debido a su orgullo. - 

Su mirada se dirigió hacia su ex-pupilo.... - ¡Ah, maldita rata! ¡Seguro que les has emponzoñado el pensamiento con tu artera lengua! Qué ciego fui...debía haberte entregado al consejo. Pero lo arreglaré...¡vaya que si lo arreglaré!. - murmuraba mientras sus ojos fulminaban con la mirada al joven en el suelo tendido. 

Mis ojos se abren y noto de inmediato el dolor en mi cuerpo. He sido derrotado y no sé como ha terminado el combate, pero el hecho de seguir vivo es algo que debo agradecer en primera instancia. Intento con dificultad ponerme de pie, pero mi cuerpo no me responde del todo, por lo que hago más un intento patético que un acto útil.

Desde el suelo, soy capaz de oír como Jerknir proclama a mi clan como el vencedor, lo que plasma una sonrisa en mi rostro. Una sonrisa de calma y satisfacción, sabiendo que mis intentos no han sido en vano y que mi gente tendrá el futuro que merece. Busco con la mirada al resto y solo consigo ver que unos pocos han quedado de pie. Gerda está cerca mío y parece estar igual de herida que yo, pero Niklas la ayuda a ponerse en pie, lo que me llena de tranquilidad.

Hago un nuevo intento y consigo ponerme de pie, aunque debo apoyarme para que mis piernas no cedan. Me apoyo en mi arco para moverme paso a paso, lentamente, hasta reunirme con los míos.

Mi mirada se cruza con Viggo y miro sus ojos, intentando escudriñar qué es lo que piensa y qué cree de nosotros. Parece ser un hombre astuto y no ha de desconocer el hecho de que en cualquier momento se le puede desafiar por las tierras que obtuvo, por lo que debe estar realizando apreciaciones de nuestras capacidades y estrategias. Espero que lo que haya visto, le inste a no buscarnos pelea, aunque muy probablemente, la tendremos igual tarde o temprano.

"Lávidr no quedará conforme con su destino y desafiarán a Viggo apenas hayan reunido fuerzas. Nuestro deber, por honor, es apoyarlos y luchar contra ellos. Pero eso será en otra ocasión."

Avanzo hasta llegar al lado de Niklas y le pongo una mano en el hombro mientras murmura unas palabras al mender de Lávidr que, aunque no escucho claramente, no parecen ser muy amistosas. Le diría que se calme y que nos vayamos, pero mi voz no sale debido al dolor y solo un asentimiento puedo hacerle, para instarle a que nos vayamos. No vale la pena ese odio y tenemos un hogar que construir pues el invierno no espera.

Einar había liquidado a aquella horseborn, realmente lo lamenté en cierto punto pues a pocos quería ver siendo golpeados por aquel Varl en particular.
Le di dos palmadas en el brazo, a modo de celebración, y señalé a un muchacho del clan que se convulsionaba a lo lejos, estable pero gravemente golpeado -tienes un fan caido Einar- bromeé.

Dejé mi lanza en el suelo, aun con energías, al igual que mi escudo y corrí hacia Hvit. La vieja había aguantado muchos golpes, o eso esperaba yo, no me imaginaba al clan sin ella. Me arrodillé a su lado y la tomé en brazos, como a una madre -ganamos anciana, las tierras son nuestras- le susurré con alegría.
Sabía bien que el otro clan lo iba a padecer, pero era su culpa por actuar estúpidos y altaneros. Giré buscando alguna mirada aliada con quien compartir esa victoria pero los pocos que quedaban indemnes.

Troknir se alzaba como una montaña, sin un rasguño. Su mirada y la mía se cruzaron con una sonrisa en cada una. Los Varls podían ser toscos la mayoría del tiempo pero por mi ellos ya eran partes de Rotesnö.

Desde la nieve helada pude ver que mi derrota era vengada, el frío se colaba entre los cortes y roturas de mi armadura manchada de sangre pero nunca perdí el conocimiento.

Fue él, mi querido Einar, quien había derrotado a la horseborn. La herida en mi estómago ya no sangraba tanto, había detenido aquella hemorragia pero dolía como los mil demonios. Por eso no pude más que extender mi mano libre hacia el gigante y musitar en voz baja -Einar, nuestro campeon-.

Las lágrimas del joven se mezclaban con La Sangre en la Tierra*, él había sido muy joven cuando su familia había abandonado la cuna de sus abuelos y ancestros. Nunca había tenido un lugar fijo, aunque sí un hogar cálido en Rotesnö.
Pero hoy, hoy era diferente, porque no solamente había conseguido una tierra a la que sus hijos podrían llamar propia sino que la había ganado, junto con el clan, en un combate honorable y glorioso.

Su intento de maniobrar alrededor de sus oponentes había fracasado estrepitosamente. En lugar de flanquearlos, lo que había logrado era darles un combate sencillo contra dos grupos pequeños en lugar de nueve campeones.

El hecho de que solo cuatro de ellos quedasen en pie luego de aquella pifia táctica le dejaba claro que no sabían todavía lo que era enfrentarse a los campeones de Lávidr.

Ese minúsculo pensamiento reconfortante no era nada comparado con lo que sufría ahora su cuerpo, por el castigo recibido, y lo que sufría su corazón por haber defraudado a los suyos.

Buscó la ayuda de su esposo para levantarse. Sabía que no importaban las condiciones, ambos se pondrían de pie juntos cuando fuese, uno apoyándose en el otro, como había sido desde que se conociesen tiempo atrás.

Erik había cumplido, y ahora ella cumpliría, una alianza se había forjado con el calor de la batalla. Suspiró, le dolieron las costillas al llenar los pulmones con el aire helado, el cráneo le latía, el único calor que sentía era el de su propia sangre que ya no manaba y se iba coagulando.

Quedaba mucho por delante, debían acomodarse en las tierras baldías que les tocaban por haber perdido el combate y por las sucias maniobras del varl que prefería no nombrar, ni siquiera en sus pensamientos. Necesitaban recuperar fuerzas pero a la vez su nuevo hogar no era muy acogedor. Su clan viviría sin hacer honor a su nombre.

Bjorn se levantó cubierto de barro, sangre. A su alrededor, sus hermanos yacían también en el suelo. De nuevo, habían sido derrotados. De nuevo, le había fallado a su gente, y por su culpa, tendrían que sufrir en unas tierras que tal se les cobrasen la vida a más de uno. Derrotado, se levantó y caminó, no sin dificultad, hasta donde se encontraba la luz de su corazón.

Les he fallado, esposa mía- le dijo a Embla mientras la ayudaba a levantarse, en voz baja para que solo ella lo escuchase -Te he fallado- añadió -Si hubiese luchado mejor…- dijo, flagelándose mentalmente por sus errores en tan importante combate. Sin embargo, no podía dejar que los demás lo viesen hundido. No ahora, cuando más lo necesitaban.

Cuando recobró el sentido, el dolor recorrió con fuerza y sin piedad a Gunnar. Primero, el dolor físico, pues el golpe del maldito guerrero que lo había derrotado había sido fuerte hasta el punto de que apenas si conseguía reunir fuerzas para incorporarse… y ya ni hablar de mantenerse de pie más de unos pocos segundos. Pero ese era un dolor que era fácilmente soportable, especialmente si se comparaba con el que azotó su mente cuando fue consciente de la situación.

De nuevo, había fallado en su misión, había traicionado el juramento que hizo a los dioses y así mismo. No solo había permitido que Bjorn cayese derrotado mientras él aún seguía en pie, sino que además había fallado miserablemente en acabar con quien le derrotó. Y por si eso fuera poco, ni siquiera había podido lograr que el clan saliese victorioso, y sabía que Bjorn se culparía por tal resultado.

En su mente, se grabó a fuego tres rostros. El maldito varl que había orquestado aquello, el líder del clan confabulado con él, y el guerrero que había herido a Bjorn.

Pagarán por esto- pensó.

Einar el bello miro ceñudo a Jerknir e hizo la señal de los cuernos con su mano izquierda. Un día, más pronto que tarde clavaré tu lengua en la puerta de mi letrina Jerknir. Oye estas mis palabras y tomalas como una profecia serpiente sin honra. Así habla Einar el Bello.

Y diendose la vuelta se dispuso a seguir al resto de su clan. Habían vencido limpiamente guiados por los sabios consejos de Niklas y el fuerte brazo del resto de los guerreros del clan de la Raiz de Nieve. Pero la alegría de la victoria quedaba empañada, no eran a esos pobres desharrapados a quienes deberían combatir si no al pérfido varl.

Llegaría el día de la venganza.

Poco a poco, cada uno de los contendientes se fueron poniendo en pie y reagrupando con el resto de miembros de su clan que no habían combatidos. Había heridos y sangre en el campo de batalla, pero nadie moriría aquel día y de hecho nadie estaba herido de gravedad. Para el clan Rotensnö era un momento cúspide en sus vidas que recordarían siempre, mientras que para el clan Lávidr no había más que levantarse en alto y continuar; pues en el fondo, aun les quedaba un arduo camino a ambos clanes antes de poner considerarse satisfechos.

-Esto ha terminado. Si no tienen otro reclamo más que quieran pagar con sangre, vayan a sus tierras y no me molesten más, ya tienen lo que desean- les dijo Jerknir a los miembros victoriosos de Rotensnö. -Enviaré a un par de guías para que los lleven hacia las tierras que se han ganado y les informen de sus límites. Con eso estará todo pagado-.

-En cuanto a ustedes- dijo mirando a Bjorn y Embla, aparentemente los líderes del clan Ládivr. -Será mejor que regresen por donde vinieron, esta tierra es muy dura para los débiles, lo único que conseguirían sería una cruel muerte-.  Sentenció dando por hecho que, en la aparente humillación desde su perspectiva, estos se marcharían derrotados por el lugar donde vinieron. Poco sabía Jerknir del real apoyo que se brindarían entre si ambos clanes.

Y fue entonces cuando Einar abrió la boca, y como siempre, el Warhawk tenía muchas amenazas que pronunciar. Ante las cuales, claramente Hvit no estaba a gusto.

-Si tantas ganas tienes de remar mi sangre- empezó a responderle Jerknir, quien ya se encontraba en la entrada del gran salón junto al resto de su amplio número de Varls. -¿Por qué no terminamos con esto ahora?, tu clan puede luchar por estas tierras, o bien puedes luchar para que ante el juicio de los dioses, quede demostrado quien es el que actúa con deshonor. Porque no veo honor en aquel que acusa y amenaza desde las sombras-. Jerknir claramente retaba a todo Rotensnö en un combate, que, si ya antes era disparejo por la cantidad amplia de Varls, ahora lo era más al estar el clan Rotensnö muy tocado tras la batalla.

Por su parte Viggo, quien les miraba fijamente aún, notó su expresión de derrota y dolor marcada en los miembros del clan Lávidr, sobre todo en el rostro del antes altivo Bjorn, por lo que simplemente formuló una corta frase para él y sus hombres que llegó a oído de todos por la dureza y fuerza de su voz -están rotos- y tras esta, dándole la señal a su clan de marcharse, les dio la espalda y emprendió el camino hacia sus tierras, tierras que bien pudieron haber sido para el clan Lávidr pero que Jerknir les había otorgado al clan Økskrig, y que ahora, por el número de sus guerreros, serían difíciles de arrebatar.

Atrás quedaba Astrid, hija menor de Viggo, quien con una clara mirada de burla se despedía de ellos. La chica eran tan guapa como maleducada y poco astuta, no obstante, teniendo a su lado a Viggo como padre y por tanto guía, era poco probable que no supiese luchar en batalla.

Bufó el varl Te escondes detrás de tus guerreros como lo haces tras tus mentiras. Y solo te atreves a recoger el reto cuando estoy debilitado por la contienda que tus engaños y mezquindades provocaron. Respondió Einar Si fueras un valiente mediríamos tu bajeza contra mi gloria de forma pareja. Pero ni eso mereces Jerknir-lengua-de-serpiente e hizo un gesto de desprecio Einar Vé y acurrucate temblando en tu cama, hoy te dejo vivir para que durante algunas lunas más te desgarren los remordimientos. Si es que aun tienes capacidad para sentirlos. 

Y marchó dandole la espalda de forma clara a Jerknir, dejandole como quien deja atrás un perro atado a una cadena. Ni tan siquiera ese villano se humillaría a un ataque por la espalda.

Se puso junto al resto del Clan y los guías que habrían de llevarlos a su nuevo hogar. Nuevos desafios esperaban a que los convirtiesen en gestas.

Eso es lo te gustaría, ¿verdad?- dijo Bjorn, sin dejar claro si me dirigía al bastardo de Jeknir o líder de los malditos Økskrig… aunque lo más probable es que fuese a ambos, a juzgar por las miradas de odio que les dedicó -Hemos venido buscando una tierra para nuestra gente, y no nos iremos sin una, no importa lo duras que puedan ser o las artimañas que se intenten- les dijo, levantándose con dificultad pero sin dejar que el dolor se reflejase en su cara -No, nos quedaremos en las tierras de las colinas del norte, y prosperaremos en ellas- sentenció.

Y cuando nos recuperemos de nuestras heridas, lamentareis haberos puesto en contra de los Lávidr- añadió mentalmente.

El teulu se había puesto de pie, relamiendose la sangre que manaba de su rostro y caia en su boca. Su fuego no se había apagado por completo, su cuerpo dolorido aún deseaba partir cráneos.
Se acercó a Islab y la ayudó a pararse. No quería admitir que el tiempo de combatir había pasado, pero el aspecto de sus compañeros dejaba en claro que debían descansar y lamer sus heridas. Eso mismo le hizo pensar en que el se ofrecía automáticamente como voluntario para lamer a Islab si ella estaba dispuesta.

Embla asintió cada una de las palabras de su esposo, no lo hubiese expresado mejor. Sin embargo, simplemente se aferró a él y no dijo más nada. Escuchar la voz de aquél varl le mareaba. Tuvo que admitir para sí misma que el torrente de insultos que profería Einar el Rojo le divertían en demasía y disfrutaría ver como le enterraba su espada en el trasero a Jeknir.

Magullado nuevamente, otra estrategia que había comenzado auspiciosa y tirada por el suelo por el ataque avasallante del clan Rotensnö. Malas movidas por parte nuestra, un lancero solitario y mucha cintura por parte de ellos fue todo lo necesario para que caigan nuestros planes por tierra.

Mordiendo polvo otra vez cuando pensaba que combatiría contra otro enemigo busco levantarme como puedo, rechazo la ayuda de alguien que intenta verme parado sin importarme quien es. No deseo ver a nadie y de ser posible que no me vean otra vez derrotado con tanta facilidad.

Nos proponen las tierras que nos quedaron por descarte y el destino es el solitario sur o bien al cobijo del clan que nos apaleó dos veces seguidas en el norte. Le dejo la decisión final a otro aunque por mi el sur es el mejor destino, es hora de hacerse fuerte por nuestra cuenta y dejar de depender de otros.

Las voces me iban llegando, quizás fueran las valkirias que iban a acompañarme durante mi viaje al valhalla ¿o quizás me hubieran castigado por no haber cumplido mi deber de defender a mi clan, a mis amigos y a mis hermanos?

Las voces dieron paso al frio, un frío húmedo que se clavaba como agujas en el lado de la cara que estaba apoyada sobre la nieve. Luego noto unos brazos, unos brazos fuertes que, primero me tocan y que, al cabo de unos instantes, comienzan hablarme. Poco a poco la claridad comienza a penetrar por mis ojos, dando paso a una figura borrosa que se va volviendo más nítida hasta ser una figura reconocida. Era el grandullo de Wulfrig, que al ver que estaba vivo, comenzó a ayudarme a levantarme.

Con una mirada triste comprobé que mi escudo yacía a un lado, totalmente destrozado por los golpes de mis enemigos. Yendo más allá, ví como unos y otros estaban, o bien levantándose, o ya estaban levantados, comprobando el estado del resto.

Y en ese momento, allí le vi. Sin duda era el cuerpo de Fridjof el que yacía sangrando en la fría nieve. Ayudándome de la mano de Wulf, me levanté y, trastabillando, teniendo que apoyarme sobre mis manos en algún momento, acudí lo más rápido que pude hasta el lugar donde estaba. Con manos temblorosas comprobé el estado de mi hermano, lanzando un suspiro de alivio cuando noté sus constantes, aunque muy débiles, pero ahí estaban.

Agarrando su pequeño y delgado cuerpo, lo levanté en volando, transportándolo hasta el lugar donde estaban nuestros líderes, Embla y Bjorn. Una vez allí, permanecí con la mirada henchida de orgullo, a pesar de la derrota, pero siendo consciente de haberlo intentado todo por mi pueblo y que, si no lo habíamos conseguido, solo podía significar que los dioses no nos querían allí,

No me importaba el lugar donde tuviéramos que vivir, viviríamos un nuevo día, un día que nos haría más fuertes y nos permitiría esperar una nueva oportunidad de colonizar otras tierras mejores.

Pero de momento, poco más tenía que decir. Habían sido derrotados nuevamente y, aunque orgulloso, no podía evitar las miradas de sus rivales victoriosos. Sabia que serían aliados en un futuro, pero el dolor de la derrota estaba demasiado reciente.

Niklas miró atrás y contempló como los guerreros del clan con el que habían tenido que volver a luchar debido a las artimañas del Verl Jerknir se levantaban poco a poco, con la vergüenza y, en algunos casos, el rencor, brillando en sus ojos. Aquello no le gustó al Mender.

En unas tierras tan inhóspitas, los clanes debían apoyarse unos a otros para sobrevivir y más en unas tierras tan duras y peligrosas como aquellas. Pensando unos momentos en las opciones que les daba el Varl Jerknir, se acercó hacia el enorme Varl y le planteó una opción más. Estaba en su deber moral ayudar a Rotensnö, así que si ayudaba a su aliado, ayudaría indirectamente a su clan...y de paso fortalecería los lazos entre ambos clanes, ahora aliados.

Intervino rápidamente tras Einar, que como siempre, soltaba su lengua sin pensar en las consecuencias para el resto. Aquel Varl no estaba acosumbrado a cuidar de nadie más que de sí mismo y si lo dejaban tomar las riendas en una conversación, aquello les llevaría directamente a problemas.

Desvió la atención hacia sí mismo. - No, nadie va a luchar más por hoy. Es suficiente, Einar. - dijo, con voz autoritaria y sobretodo, dirigido hacia el Clan Rotensnö en su totalidad. 

Viendo que el Clan Økskrig se había ido, le dijo al Varl líder de aquellas tierras:

- Jerknir, ya que no hay nadie más para reclamar las tierras, me parecería una excelente solución, digna de un buen líder, que tanto las colinas del norte, como las del sur, sean concecidas al Clan Lávidr, pues tú mismo has dicho que son inhóspitas y poco provechosas. Dado ésto, concedérlas a tí no te supone ningún esfuerzo ni menoscabo, si no todo lo contrario, y al clan que acabas de ofrecer hospedarse cerca de tu pueblo le facilitarías en mucho la supervivencia, algo que sería bueno para todos nosotros debido a las latitudes donde nos encontramos. Si tuviéramos que enfrentarnos a un enemigo común, siempre es mejor que todos estén en buena forma para luchar, ¿no crees? -

Esperaba que, proporcionando una alternativa que probablemente al Varl nunca se le hubiera ocurrido y planteándola de tal forma que si el Varl accedía podría hacer alarde de su magnanimidad y buen liderazgo ante todos, dijera que sí y les dejara en paz de una vez.

Por otra parte, también esperaba que los líderes del Clan Lávidr fueran conscientes del apoyo que les estaba prestando en éstos momentos y pudieran, por un lado refrenar las ansias de venganza contra el Clan Rotensnö por un lado, y por otro, reforzar poco a poco los tenues lazos que comenzaban a trenzarse entre ambos clanes.

- Y por mi parte, envía a esos guías, pues queremos llegar a nuestras nuevas tierras y comenzar a repoblarlas. -

-Y ahí se va de nuevo, corriendo tras sus amos humanos- exclamó Jerknir en una clara burla a Einar, tras la cual todos los otros Varls que le acompañaban empezaron a reír sonoramente con él. Aunque su sonrisa no duró demasiado, las palabras de Bjorn, quien se levantaba en alto de nuevo frente a él le pusieron un alto a su momento de gozo y burla. Bjorn, del clan Lávidr clamaba por todo su clan exigiendo las tierras más al norte de las otorgadas ahora por derecho al clan Rotensnö, esto es las, tierras de las colinas en las faldas de las altas montañas.

Su mueca fue notoria, aunque no tenía más opción que aceptar, y eso era claro para todos. -Creí que sería razonables y entenderían que estas duras tierras no eran para ustedes. Pero si así lo desean, en nombre del rey les concedo las tierras de las colinas del norte. No obstante, les advierto que no soy responsable de las vidas de los hombres que guían, cada muerte caerá sobre ustedes- sentenció el Varl en un intento por intimidarlo y amedrentarlos, aunque claramente era poco probable que aquel grupo tan necesitado creyese que la vida en aquellas colinas heladas sería más dura que el no tener un lugar donde vivir.

El Mender por su parte, seguía haciendo política, y para disgusto de Jerknir, con gran capacidad y atino. No obstante, Jerknir ya les había dado lo que pedían, y lo que solicitaba el Mender, implicaba mucho estratégicamente. Por ello, y principalmente por su artasgo, el gigantesco Varl respondió rápida y secamente. -No, se hará como he dicho. Si no están de acuerdo vayan a Skogr y preséntense ante el gobernador en Frostvellr, el decidirá que hacer con ustedes-.

El clan Rotensnö, con sus más de 50 integrantes avanzaba entre la maleza hacia las tres grandes montañas conocidas como Moledora, Desgarradora y Mordedora. Su nueva tierra estaba hacia el oeste de la torre conocida como GreyHorn, donde los Varl defendían las tierras más al sur de las amenazas provenientes del Norte y del este, más allá del mar de Ventur. El camino fue corto considero el trayecto desde el pueblo del valle, donde Jerknir les despidiera con cierta satisfacción en su rostro; pues a su modo, estaba satisfecho con lo acontecido.

Se encontraban en unas tierras yermas y frías, con el viento frio calando duro entre sus prendas. Era ya entrada la tarde, y en pocas horas llegaría la noche. Los guías enviados por el jefe local habían partido tras llevarlos hacia sus nuevas tierras y explicarles sus límites.

Era hora de empezar una nueva vida en aquellas tierras, tierras que habían pagado con sangre y a las que, desde aquel momento, habrían de llamar hogar. Y desde aquel momento, en el lugar donde algún día se asentaría un gran salón, se asentaba un gran estandarte que ondeaba con el viento, el estandarte del clan Rotensnö.