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The Black Company Chronicles: Rastrojo s Misantropy

Día 2 tras la DDE - Seguir el Rastro con Rastrojo

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23/09/2016, 13:47
Preocupado

No estaba acostumbrado a ser el centro de atención y al ver a tantas personas a su alrededor se sintió preocupado, seguramente había cosas más importantes que hacer que ocuparse de él. Finalmente entre Matagatos y Khadesa consiguieron estabilizar un poco su estado mientras el guerrero miraba de reojo a Rastrojo. Cuando vio que el aprendiz de chamán aceptaba lo que estaba sucediendo se sintió más tranquilo, si él veía con buenos ojos que la pitonisa le pusiera las manos encima era porque los espíritus lo permitían y veían con buenos ojos, al fin y al cabo había sido su magia la que había propiciado su sanación.
Tuvo que conformarse con dejarse llevar por el carro de la pitonisa sintiendo que se había convertido más en un estorbo que en ayuda para el grupo y eso le preocupaba. Cuando finalmente llegó la noche se reunió con el resto a la luz y el calor de la hoguera.

-Gracias por ayudarme y curarme mis heridas. ¿Creéis que mañana podré caminar? Me preocupa ser un estorbo para el grupo, he venido a ayudar en esta importante misión, no a retrasaros.

Miró con agradecimiento a Khadesa, Matagatos y Rastrojo y después esperó a que el aprendiz de chamán contara alguna magnífica historia. Seguro que se sabía muchas y a Preocupado le encantaban las historias de espíritus y animales.

-Estoy seguro que Rastrojo no nos decepcionará, es un hombre sabio al que los espíritus escuchan.
-Se acercó a Sacamantecas y Usurero.- Siento la muerte de vuestro amigo, fue valiente. Creo que Rastrojo podría dedicarle unas palabras de despedida para que los espíritus le acojan ya que no pudimos recuperar su cuerpo para enterrarlo.

Miró al aprendiz de chamán esperando que su ofrecimiento no le molestara, pero Mediastintas había mostrado arrojo y un guerrero como Preocupado valoraba ese comportamiento.

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23/09/2016, 14:32
Rastreador Ponzoña

Miraba el bailar de las llamas cuando su hembra se sentó junto a él, cubierta por una manta. Su brazo se extendió, protector y cálido, para estrecharla junto a él.

-Eres la llama de mi vida -susurró a su oído.

Si iba a decir más, fue algo que quedó ahogado ante la afirmación de Preocupado.

-¿Decepción? ¿Sabiduría? -una sonrisa socarrona dejó al descubierto su blanca dentadura, que destelló bajo la luz de la fogata-. Sí, aprendiz de chamán, cuéntanos una historia.

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24/09/2016, 23:50
Ikharus

Tranquilo, Preocupado. Los moratones han bajado su hinchazón. Mañana seguirá doliendo un poco, pero podrás hacer una vida normal.

Ikharus comprobó el pincho de serpiente, un mero palo usado de espeto con toda la culebra ensartada. Aún faltaba un poco para que se terminara de asar al fuego de la hoguera. Lo bueno es que había cazado serpientes para todos, así que gracias a los espíritus no tenían que sufrir la horrible cocina de Khadesa.

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24/09/2016, 23:57
Usurero

Mediastintas era un idiota-respondió a Preocupado-. Está mucho mejor muerto. Yo solo lo conocía hacía unas horas antes de lo que lo conociste tú, así lo que le pasó me tiene sin cuidado.

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25/09/2016, 00:00
Rastrojo

Rastrojo estaba acorralado por las exigencias de Campaña, Matagatos, Khadesa y Ponzoña. Poca atención prestó a la idea de hacer una plegaria por el hombre que para él solo era el Rufián Número Dos.

¿Una historia? Ehm...

Era todo un marrón. Por otro lado, a Rastrojo le encantaba escucharse a sí mismo... Miró a Bimbawa, como si pidiera permiso para contar "esa" historia, pero la prostituta negó con las manos.

Bueno... Cuando era niño estaba jugando al escondite cerca de unas arenas movedizas... Agh, no. Olvidadlo.

Ya sé. Ahora va la historia buena...

Existen nubes tan extensas como continentes. El agua de las nubes forma océanos en su superficie, y tribus humanas pescan en las blandas, esponjosas y blanquecinas orillas... En una de estas nubes existía un reino, Proaquia, en un extremo de la nube. Proaquia estaba situada entre un océano y el abismo más absoluto que caía hasta la sabana.

Todo empezó en un poblado humilde de pescadores en algún rincón de Proaquia a orillas del mar de Calandria. Los hombres tiraban de las redes hechas de seda de araña normal, con un número de ojos normal, arrastrando los peces peludos atrapados hasta la playa. Las mujeres secaban las pieles de pez al sol, a lo largo de las hileras de armazones de madera.

Los viejos dormían, girándose periódicamente sobre el mullido suelo de nube para que sus hijos no pensasen que se habían muerto, porque cuando eso pasa se ponen a pelear por la herencia de una pipa, un taparrabos de pelo de arenque y la choza; o lo que es peor, ponen al anciano dormido sobre una barca funeraria, le prenden fuego y la empujan para que se interne mar adentro. Típica broma de los proaquios. Unas risas, sobre todo cuando el anciano resulta que no está muerto, y se pone en pie sobre la barca con la barba en llamas antes de arrojarse al agua dulce del mar para volver nadando para hacerse el ofendido ante su familia.

Los niños, por su parte, jugaban y saltaban allí y allá. Eran conocedores de que los ancianos no despertarían para darles lecciones sobre la vida hasta el mediodía, sus madres no les reñirían por vagos y perezosos hasta la una, y sus padres no se pondrían a cocinar el pescado hasta las dos, así que en lo que iba de mañana todo era ocio.

Plumbar era uno de esos niños. Jugaba con su perro Xaxar, un perro normal y corriente sin cabeza. Le arrojaba un palo, Xaxar corría a por él (sin dejar muy claro cómo localizaba el trozo de madera, ni cómo lograba esquivar las blandas protuberancias de la nube sin tropezar con su total ausencia de ojos), y lo agarraba con la abertura que tenía entre el pelo del cuello, algo así como una boca sin dientes. Luego, tras conseguir su botín, se limitaba a roerlo como un viejo desdentado roería un zanco de pollo: hasta darse por vencido y darse cuenta de que no tenía dientes para desmenuzar la comida.

Siguió Plumbar a Xaxar cuando éste desapareció detrás de unos arbustos. Eso lo alejó un poco bastante del poblado. Por eso fue el primero en ver al ejército de los Chamuscados, llamados así porque vestían de un nada apetitoso negro, y porque se dedicaban a quemar aldeas (y en menor medida saquearlas). Aquellos guerreros montaban sobre caballos mayoritariamente negros, a juego con sus ropajes, aunque siempre había algún despistado, o algún innovador, que contracorriente quería poner de moda el caballo pinto.

Xaxar hizo lo que todo perro, real o mitológico, haría: quedarse muy quieto ladrando a unos intrusos armados hasta los dientes y con clara superioridad numérica como si eso fuese suficiente para ahuyentarlos. Por suerte, el cuello de los perros termina justo antes de donde podrían haber ido unas cuerdas vocales, y el ladrido se quedaba en un ligero resoplido sordo que se confundía con la brisa del mar.

Plumbar hizo lo que todo niño, real o mitológico, haría: quedarse muy quieto, abrazado a su perro, detrás de unos arbustos, esperando a que pasasen de largo. Plumbar tiene madera de protagonista de esta historia, porque la recua continuada de jinetes pasó cerca del arbusto sin percatarse de la presencia del niño, ni poder darle muerte. Y la suerte siguió decantada cuando Xaxar se envalentonó y dió un saltito minúsculo hacia delante, agitando el arbusto bajo la desinteresada e inerte mirada de los Chamuscados, que lo siguieron ignorando.

Sería injusto seguir hablando de esta historia sin dar el punto de vista de uno de los Chamuscados...

Por las diminutas rendijas de su yelmo, Garreth no veía gran cosa. Podía tener tras un arbusto a su lado a un niño y un perro, que la visión periférica dentro de aquella lata se reducía a oscuridad, y a picores de pelo largo y sudado en las sienes. Y había pasado por centenares de arbustos de camino a aquí, sea dónde sea esto.

Se había unido al ejército de los Chamuscados porque tenía ganas de progresar profesionalmente, y de defender al reino de las fuerzas invasoras en menor medida. Se llamaba el ejército de los Chamuscados, porque como parte del juramento de lealtad, resolución y nobleza se ponía la muñeca derecha cerca de una vela encendida, con lo que todo soldado en aquel ejército tenía una indeleble cicatriz de piel quemada.

Como novato, sus primeras misiones no eran de combate real. Estuvo un tiempo patrullando los caminos de la nube hasta que le destinaron a estas labores de escolta. El reino juzgó estratégicamente que los pueblos de la periferia eran un riesgo. Eran difícilmente defendibles y fácilmente conquistables por el enemigo. Y lo peor de todo es que podían suministrar alimento a las fuerzas invasoras en su avance. Las órdenes eran claras: los pueblos de la periferia debían desaparecer.

No era tan cruel como sonaba, en la práctica quedaba como una operación de evacuación y realojo, y protegían a los aldeanos hasta los campamentos de los exteriores de los muros de la capital. Eso cuando no se ponían tozudos. Si a alguien se le daba por enarbolar la bandera del derecho a la vivienda o a la propiedad privada, se le capturaba y se le llevaba por la fuerza. Si se trataba de todo el pueblo el que oponía resistencia, entonces sí, se tomaban resoluciones más drásticas.

Frenó su caballo cuando el Chamuscado que iba delante de él lo hizo. Estaba tan atrás en la fila que ni siquiera escuchaba las palabras del comandante dirigiendo palabras de paz y seguridad a aquel pobre poblado de pescadores. Y Garreth sabía que en esta ocasión era un poblado de pescadores, y no de granjeros o ganaderos, porque aunque el visor no le dejaba ver demasiado a sus ojos, dejaba llegar hasta la nariz olor a salazón de pescado.

Tras un breve momento de espera, el grito de "al ataque" se fue contagiando de jinete en jinete hasta llegar a Garreth, que también desenvainó su espada y azuzó a su caballo como el resto de sus compañeros de juramento.

Estaría mal seguir contando esta historia sin mencionar al abuelo de Plumbar, Ducar.

Ducar estaba resfriado. Cuando Ducar escuchó los gritos de "al ataque", se despertó en la choza y salió a ver. Entonces estornudó, en un ángulo y fuerza azarosamente apropiados. El chorro de aire soltado en el estornudo giró todos los yelmos de todas las cabezas de los Chamuscados, dejando las rendijas para ver a la altura del cogote. Completamente ciegos, los Chamuscados azuzaron a sus caballos. La mayoría de ellos siguieron rectos y se hundieron, jinetes incluídos, en el mar de Calandria.

Y así terminó la historia de la Batalla de Calandria, en el que el ejército regular de Proaquia fue vencido por un pueblecito de pescadores, en una nube a cientos de leguas por encima de nuestras cabezas.

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25/09/2016, 12:01
Preocupado

Preocupado asintió ante las palabras de Ikharus, si al día siguiente podía caminar no estaría muy preocupado, solo si alguna de las heridas se volvía a abrir, pero sería cuidadoso y descansaría lo máximo posible para que eso no sucediera, lo que más le preocupaba era no estar listo si Rastrojo lo necesitaba al día siguiente y no podían cumplir su misión.
Ante el comentario de Usurero simplemente torció el gesto y agradeció ser uno de los Hermanos Juramentados, a él si que lo recordarían los anales o al menos eso esperaba, pero le preocupaba esa falta de empatía por parte de Usurero hacia sus compinches, eso le recordaba como eran las cosas fuera de la Compañía Negra. No hizo ningún comentario y se limitó a sentarse frente al fuego y escuchar la magnífica historia que Rastrojo les estaba contando.
No podía evitar mirar hacia el cielo y buscar alguna nube donde imaginarse aquellos reinos y seres que vivían allí arriba. Le preocupaba que alguno de ellos pudiera caerse encima de ellos, eso podría matarlos.
Preocupado abrió mucho los ojos con la resolución de la batalla final en el poblado. Le costaba creer que un estornudo pudiera causar todo aquello, pero sabía que el aprendiz de chamán no mentía y que aquello había pasado. Ahora su preocupación era que la Compañía Negra se encontrara con algún viejo resfriado que pudiera hacer lo mismo con su caballería.

-¡Menuda historia! Espero que los del Triplete no tengan ningún viejo resfriado.
-Lo dijo serio y miró de reojo a Ikharus, quizás fuera buena idea hacerle pasar algo de frío aquella noche, nunca se sabía si volverían a encontrarse con la caballería del Último Inmortal.- ¿Y esos hombres nunca se caen a la sabana?

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25/09/2016, 19:09
Sabandija

Era fácil imaginarse todo lo que contaba Rastrojo de manera tan vbívida. El problema era que la historia del pobre Xaxar aterrorizó a Sabandija. ¡Un perro sin cabeza! Era una cosa horrible y antinatural. Le daba tanto asco imaginarlo que le revolvió el estómago y apenas pudo probar bocado de la carne de serpiente que Ikharus había cazado para todos. Pero a la vez le daba lástima. El pobre perro que trataba de agarrar sin boca un palo, ladras sin ningún éxito...¿No era acaso como Sabandija y su brazo? ¿Eso era lo que era él en la Compañía? ¿Un Campamentero que daba asco y lástima por igual? Un perro sin dientes era como un explorador con el brazo tullido.

- Sólo espero que la Compañía no tenga que trabajar para el Reino de Calandria.- Casi ni se dio cuenta de que lo había dicho en alto pero una vez hecho tenía que continuar para no parecer idiota.- Me dan miedo las alturas.- Dijo siguiendo el hilo de los dicho por Preocupado. Pero se arrepintió de inmediato. Un miembro de la Compañía no debía exponer así sus miedos, como si fuera una mujer. Mejor era callarse así que se quedó mirando al cielo.

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26/09/2016, 11:53
Sacamantecas

Sacamantecas negó con la cabeza y ahogó un bufido para no molestar a medida que Rastrojo contaba su historia.

¿Peces peludos? ¿Un perro sin cabeza? Bobadas y sandeces. Un cuento absurdo sin pies ni cabeza… y nunca mejor dicho.

Le sorprendió lo en serio que algunos de los presentes se tomaban las palabras del chamán, aprendiz de chamán, farsante o lo que fuera.

- El día en que veamos peces peludos podréis preocuparos. – Dijo a Preocupado y Sabandija. – Los perros sin cabeza no existen… - Continuó. Omitió la parte en que el cuento le parecía un total y absoluto absurdo.

- Chamán… - Dijo en dirección a Rastrojo. – Estoy convencido de que puedes hacerlo mucho mejor. – Mostró una sonrisa. – Aunque por un momento casi creí estar en aquel poblado. – Debía reconocer que la narración de Rastrojo había sido muy buena, y que era capaz de cautivar y embelesar a muchos sólo con su palabrería.

- Pero seguro que se puede sacar una bonita conclusión de esa historia… -

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26/09/2016, 15:53
Rastreador Ponzoña

-La conclusión que podría extraerse de esa historia es que Rastrojo procede de Proaquia, pues sigue viviendo en las nubes, y que cayó a la sabana arrastrado por esos jinetes Chamuscados. Quizá hasta sea ese Plumbar que mencionaba -su voz ronca no mostraba asomo alguno de humor. La historia había sido una sucesión de sandeces fruto de una mente enferma e intoxicada por el grog o cualquiera de esas cosas que Rastrojo se empecinaba en fumar en cada ocasión que tenía entre limpieza de letrina y letrina. Y mencionaba palabras sin sentido como océanos o mares en los que la gente pescaba peces peludos, lo cual era más ridículo aún.

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26/09/2016, 17:05
Matagatos

Matagatos se rió por lo bajo ante las palabras de Ponzoña. La verdad es que esa historia era el equivalente al "regalo" que les habría dejado aquel elefante de antes después de hartarse de comer. Una auténtica mierda, y una tontería sin pies ni cabeza. Pero no esperaba mucho más por su parte, así que no se molestó en añadir nada a lo ya dicho. 

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26/09/2016, 17:15
Khadesa

La pitonisa se había dejado caer sobre el regazo de Ponzoña hacía rato. Tapada con la manta, relajada, el crepitar del fuego, las palabras de Rastrojo que, simplemente, empezaron a alejarse de su mente...

...se había dormido como una bendita.

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27/09/2016, 11:57
Campaña

Campaña aplaudió a Rastrojo por su magnífica historia. Le había gustado mucho, a pesar de que no había entendido todo pues su dominio del lenguaje K'Hlata no demasiado bueno. Tampoco es que Campaña fuese un público muy exigente, con que le hicieran un poco de caso y le contaran una historia con un poco de misterio ya le tenían más que ganado. Sin embargo, como cualquier niño pequeño, lo que era él en el fondo, tenía un montón de preguntas incómodas para el narrador.

- ¡Viva! A Campaña le gusta tu historia, Rastrojo - dijo con entusiasmo.- Pero Campaña no entiende... ¿Cómo pueden poner casas en las nubes? Campaña cree que se caerían al suelo y las personas se espachurrarían contra el suelo... y eso perro que tenía el niño ¿Cómo podía comer sin boca? ¿Y cómo sabía el niño que era un perro? Si no tenía cabeza podía ser un cerdo - dijo pensativo Campaña.

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28/09/2016, 21:17
Rastrojo

No, haber...

Rastrojo se puso nervioso a todas esas preguntas que iban directas a la linea de flotación de la coherencia de su relato. Sí, se lo había inventado todo. Pero Sacamantecas y Campaña le estaban empujando a algo peor que mentir: reconocer una mentira.

Tres cosas...

Primera, yo no soy Plumbar. Aquí hay gente que me conoce desde siempre, y me han visto crecer entre los campamenteros. No soy uno de esos advenedizos interesados de otras tribus-lo dijo por Ponzoña, pero no se dió cuenta de que Preocupado y Sabandija podrían darse por aludidos-Y ya sé lo que estáis pensando... ¡Oh, que incoherencia más flagrante! Si ningún testigo de lo narrado se ha caído nunca de la nube, ¿quién contó la historia a Rastrojo? Puesss... la gente de la nube tiene unas pajitas... y las meten en las gotas de agua. Cuentan sus secretos por la pajita y las palabras quedan dentro de las gotas de algunas gotas de lluvia. Y un día fui testigo de cómo esas gotas de lluvia, al caer, contaban la historia que os acabo de contar... porque... eeeeeh... uhm... no me la estaba inventando, ni nada.

Segunda, la gente no se cae a la sabana, porque no es idiota, y cuando llega al borde de la nube no se atreven a asomarse. Porque... porque son nubes tan sólidas como la tierra que pisamos... y... ehm... Se pueden construir casas sobre la nube... porque... uh... el viento transporta las semillas de los árboles de la sabana hasta el cielo, y las que caen sobre las nubes nacen allí... así que tiene sentido que tengan leña y madera para construir casas... y...

Tercera...

¿Tercera? Uhm... ¡Mañana hay que madrugar mucho! ¡Así que menos cháchara! ¡A comer vuestras serpientes y a dormir, leñe!

La serpiente de Rastrojo aún estaba cruda, pero el chamán no podría responder a las preguntas comprometidas de los curiosos si tenía carne en la boca, así que para su desagrado comió. La verdad es que no tenía respuestas para lo del pez peludo y el perro sin boca. Ahí se había desmadrado un poco. Así que era mejor no volver a tocar el tema.