Partida Rol por web

The Black Company Chronicles: Rastrojo s Misantropy

Introducción: la Tienda de la Quinta

Cargando editor
13/07/2016, 19:43
1-Estado de los personajes

La noticia se había propagado como la peste. Dos días antes, la prosituta Elefanta y uno de los nuevos Rufianes de Usurero, que atendía al nombre de Zafarrancho, salieron del campamento a fornicar. Se cree que no lo hicieron en la tienda de Elefanta por ser Zafarrancho un hombre casado que necesitaba especial privacidad, después de haber sido perseguido y sacado por la oreja de la zona de las prostitutas por su temperamental esposa. En esa salida nocturna ocurrió lo peor. Bueno... no se sabe exactamente qué ocurrió. Encontraron el cadáver de Zafarrancho y el de un hombre vestido con los ropajes de los Esclavistas de la Linde. Elefanta aún hoy está desaparecida.

Cargando editor
13/07/2016, 19:50
1-Estado de los personajes

¿Por qué Khadesa no podía dejar de pensar en el tema de la prosituta? ¿Precisamente en este momento? Tendido a su lado, el hombre de su vida hinchaba su enorme tórax en cada exhalación, desahogado y desnudo. Su resistencia física hacía que las lágrimas de sudor no brotasen de su piel de ébano. Pronto recuperaría el aliento y volvería al ataque, como un mecanismo perfectamente engrasado.

En serio... ¿Por qué coño no podía dejar de pensar en el tema de la prostituta y limitarse a ser feliz?

En el fondo sabía la respuesta. La caravana de la Compañía Negra había abandonado su peregrinaje al sur tras la desaparición de Elefanta. Estos dos días de felicidad, de paz entre guerras, que tanto tiempo libre había puesto a disposición de los dos amantes, se eregía sobre la culpa y la mala conciencia. Porque Khadesa había tenido un sueño sobre el tema. Uno de esos sueños premonitorios y cenizos, que te dejan mal cuerpo.

Khadesa había soñado con la destrucción de la Compañía Negra. La señal fue muy nítida en el sueño: una sábana negra que se rasgaba al tirar en la dirección de los cuatro puntos cardinales. No había otra interpretación posible. Y en la sábana tensada se perfilaron las formas curvilineas de una mujer. Y creció y creció, empujando el centro del paño rasgado hacia arriba mientras sus puntas colgaban. Hasta que aquella sábana quedó a los hombros de un gran elefante.

Mierda, mierda, mierda... Si no consiguen traer de vuelta a Elefanta, algo muy malo va a ocurrir. Y allí está Khadesa, junto al hombre que ama, sabiendo que en cuanto saque el tema, una misión para la Diosa dará al traste con toda aquella calma y la felicidad efímera.

Cargando editor
13/07/2016, 20:13
1-Estado de los personajes

¿Por qué Ponzoña no podía dejar de pensar en el tema de la prosituta? ¿Precisamente en este momento? Tendida a su lado, la mujer de su vida estaba completamente desnuda, bañada en sudor, y él estaba pensando en Elefanta. No era algo sexual. Una fuerza de la naturaleza como Ponzoña nunca necesitó pensar en otras.

En el fondo sabía el motivo. Miró a su alrededor. La tienda de Khadesa estaba llena de cosas bonitas. Había prosperado mucho en estos meses. Era normal, empezó a recibir más visitas coincidiendo con su nueva artesanía con tatuajes y pinturas de guerra. ¿Pero en serio le daba para vivir tan lujosamente? Allí había de todo: alfombras, cachimbas, cojines... Madre mía, había cojines por todos lados. Muchos cojines. Demasiados cojines. Cojines en lugares de la tienda en la que nunca recibirán uso.

¿Qué coño les pasa a las mujeres para tener esa fijación compulsiva con los cojines?

Las palabras de Rastrojo aún resonaban en la mente del Hiena: "Más puta que una Pitonisa; todo el mundo conoce los servicios adicionales que ofrecen; ¿Con cuántos hombres te has acostado hoy, Quinta?; te parecerá bonito ir paseándote por ahí con esos vestidos vaporosos; aquí, o follamos todos o la Pitonisa al río". Así en un largo etcétera de comentarios envenenados durante todos estos años.

Sí, Rastrojo es un imbécil. Pero a pesar de pasar más tiempo que nunca con Khadesa, por eso de llevar acampados dos días seguidos en medio de ninguna parte, era ahora cuando Ponzoña se preocupaba. Lo había visto ayer: un soldado de la Compañía, no diremos nombres, ofreciendo dinero a una seguidora de campamento que no era ni prostituta. Y no valía ni la mitad que su hermoso tapiz de piel nevada.

¿Qué pasará cuando esos hombres se fijen en Khadesa? ¿Cuando le ofrezcan dinero? Con las prostitutas en huelga como están, puede que hasta intenten violar a su chica.

Tiene que haber algún modo de terminar con la huelga de prostitutas. Tiene que haberlo. Quizás... Khadesa es Pitonisa. Quizás si Ponzoña le pregunta cómo ayudar con las prostitutas, ella pueda darle una solución.

Cargando editor
13/07/2016, 20:34
1-Estado de los personajes

Los amantes se giraron sobre el lecho de cojines. Sus miradas se cruzaron como si ambos tuvieran cosas que decirse...

Cargando editor
14/07/2016, 11:21
Khadesa

Intentaba aparentar tranquilidad. Pero poco podía esconderle al hombre que yacía a su lado, al hombre que acababa de clavar sus pupilas oscuras en las suyas, casi trasparentes, delicioso contraste de colores.

Frunció el ceño y arrugó la nariz.

-Está bien, está bien... no me mires así... sé que me intuyes tanto que a veces te avanzas a mis propios pensamientos. En fin. Lo diré yo. Algo no va bien. Lo notas, ¿verdad...?

Cargando editor
17/07/2016, 15:43
1-Estado de los personajes

Ponzoña asintió, y la rodeó con el brazo.

 Muy poca gente sabe que las hembras de la hiena tienen pene. El macho, para cubrirla, mete su pene en el de la hembra. Así de raro está todo últimamente. Khadesa... Hemos conectado a tal nivel que yo comprendo lo que tratas de decirme, y tú comprendes mis constantes analogías sobre las hienas.

Cargando editor
18/07/2016, 11:04
Khadesa

Levantó las cejas, francamente sorprendida.

-No es un pene, amor mío. Es su clítoris, ¿sabes? -Por unos segundos levantó los ojos al cielo, o al techo de la tienda, y se quedó ensimismada y ligeramente traspuesta. Murmuró: -por la Diosa, con ese tamaño, ¡menuda sensación debe tener cuando...! -Volvió en sí.- Pero sí, tienes razón. Así de raro.

Se incorporó, apoyando los codos en la manta, y dejando que su cabellera oscura cayera sobre el pecho de su hombre, cosquilleándole la piel.

-Tuve uno de mis sueños premonitorios. -Le soltó a bocajarro.- Uno nefasto.

Y se calló. Mordiéndose el labio, entre culpable y temerosa, entre angustiada y molesta.

Cargando editor
18/07/2016, 22:29
Rastreador Ponzoña

Una nueva pesadilla. Quizá aquella manifestación de cojines en la tienda obedecía a su necesidad de dormirse en cualquier lugar, tan pronto la alcanzara el sueño a sabiendas de que la reparadora inconsciencia no duraría demasiado.

-Vivimos una pesadilla. Los hombres están desmoralizados, las peleas aumentan, el grog casi se ha agotado y a estas alturas son demasiados los hombres que en lugar de entrenar con sus armas, sacan brillo a su entrepierna en cualquier esquina. Son como monos. Y ni siquiera bonobos pues de puro estúpidos ni siquiera han aprendido que en tiempos de guerra, todo agujero es trinchera. A falta de hembras, deberían solazarse mutuamente, pero me temo que eso escapa a su comprensión. Y temo que vuelvan sus ojos hacia toda hembra que se pasee por el campamento y la fuercen a mantener relaciones. Pronto llamarán a nuestra puerta, buscando el momento en que me haya marchado y... -su rostro pétreo adquirió un gesto mortífero-. Cuéntame ese sueño tuyo. Quizá sea revelador.

Cargando editor
19/07/2016, 11:34
Khadesa

Asintió, dejándose caer de nuevo sobre el cojín. Inspiró profundamente, y luego, con el aire, exhaló su premonición.

-Un lienzo negro, la Compañía. Rasgándose por el centro hacia los cuatro puntos cardinales, empujado el desgarrón por debajo, siendo una mujer la que emerge. Pero no, esa mujer es un gran elefante. Elefanta. Y, finalmente, la sábana negra cuelga inerte sobre ella, destrozada.

Suspiró, era prístino el significado, pocas veces sus sueños habían sido tan claros.

-No necesito ni echar los huesos, sé que es cierto, y sé que sólo encontrando a esa mujer podemos soslayar el peligro. Debería haberlo contado antes. Pero me engañé a mí misma, no quería creérmelo. Estamos tan bien, que... por la Diosa, ¡tengo miedo!

Cargando editor
20/07/2016, 00:59
Rastreador Ponzoña

-Tu sueño solo es la confirmación de una realidad. Sin las prostitutas, la Compañía se desvanecerá, sus miembros huyendo en las cuatro direcciones en busca de hembras. Debemos hablar con Matagatos. Cuanto más se prolongue esta situación, peor será todo. Debemos dar con Elefanta, traerla a su hogar y que las meretrices vuelvan a trabajar.

Cargando editor
20/07/2016, 08:44
Khadesa

-Sí. Por mucho que eso represente perder la estabilidad y el breve momento de calma del que gozamos, estoy de acuerdo. No hay más remedio que ir a buscarla. Maldita sea...

Se sentó, desperezándose, la realidad se imponía. Le miró, con una sonrisa torcida.

-Vayamos a hablar con mi hermano. Pero... antes...

Y se lanzó sobre él, riendo y cosquilleándole, buscando prolongar esa felicidad efímera.

Cargando editor
20/07/2016, 21:43
Rastreador Ponzoña

La acogió entre sus brazos con el cuidado con el que una leona coge a su cachorro por el cogote, pero pronto cambió, y tomando sus muñecas con una sola mano, alzó sus brazos hasta la cabecera de su catre, posando sobre ella su pesado y musculoso cuerpo, restregándose como un felino contra ella, haciendo notar contra su muslo la reacción que siempre provocaba en él.

La mano libre paseo sobre sus pechos, apretándolos, amsándolos, pellizcando sus pezones para ir descendiendo suavemente.

Lanzó un pesado gruñido de excitación.

-Matagatos esperará. Varias veces. Aunque no lo sepa -susurró roncamente antes de besarla con pasión y soltar su presa sobre las muñecas de Khadesa.