Partida Rol por web

El sistema de cuevas se hundía bajo las Montañas Kortos. Los túneles variaban entre uno y tres metros de anchura, aunque en su mayor parte rondaba los dos metros, de manera que se podía caminar de forma cómoda. Las cuevas eran húmedas, y el agua goteaba de estalactitas que sembraban el techo. El rumor de arroyos subterráneos se oía como telón de fondo. Las paredes estaban cubiertas de hongos bioluminiscentes, que emitían una luz verdeazulada.

En las paredes se podían ver petroglifos —la mayoría mostrando animales marinos o formas geométricas en espiral—, que se iban haciendo cada vez más frecuentes. Los hongos habían proliferado en las hendiduras, haciendo que las formas brillasen de una forma casi mágica.

- Tristán, comprueba que hay en la mochila. -Dijo Jurek mientras se acercaba a una de las paredes para examinar aquellas paredes-.

Tristan asintió, cogió la mochila con una mano y con la otra la abrió y miró dentro. Empezó a remover su interior para nombrar todo lo que había allí dentro...

Jurek se detuvo para mirar en detalle las paredes. Los hongos no parecían peligrosos, aunque por lo que recordaba tendían a acumular bastante humedad y eran ligeramente ácidos, por lo que era posible que aceleren la descalcifiación de las paredes, ayudando a que los glifos se desdibujen con el tiempo.

En cuanto a los glifos en sí, no parecían tener ningún significado mágico.

Una vez en la cueva y cuando la luz se volvió más tenue, Agatha volvió a invocar a Ponyos para que fuera sus ojos en la penumbra.

-Mantén los ojos abiertos, Ponyos. Que no nos sorprendan mas serpientes...

- Creo que no deberíamos despreciar el equipo de Janira, pues ella nos lo dió y se puso en peligro al marcharse sin él. De hacerlo como decís, su gesto sería en vano. Por mi parte cogeré los fuegos de alquimista y el ácido, por sí acaso. Además tengo curiosidad por saber que es esto -dijo mientras observaba las pociones y las varitas-.

- Opino como Jurek, aunque creo que de usarlo, deberíamos tener en cuenta la forma de hacerlo, ya que si no hay necesidad de meter mano dentro de su mochila, no deberíamos hacerlo - dice el monje.

Tristan se pasó la mano por el pelo, sopesando las dos opiniones. Era cierto que les había dado la mochila, pero en ningún momento les había dicho que usaran lo que había dentro. Además, esa era una prueba de aptitudes. Al final se decantó por el discurso de las dos mujeres, aunque no demasiado convencido.

- Deberíamos poder hacer esta misión con nuestras propias habilidades.- dijo.- O eso creo yo. No me gusta tener que cogerle las cosas a Janira. ¿Y si vuelve y no lo encuentra? Podría enfadarse.- su rostro mostraba la culpabilidad por haberle registrado la mochila unos instantes atrás.

El estrecho túnel continuó con durante algunos centenares de metros hasta llegar a un pasaje más amplio. En medio había un agujero que ocupaba toda la anchura, de unos cinco o seis metros de profundidad. En el fondo parecía haber un bulto de tela o de ropa.

Agatha se asomó al vacío y frunció el ceño.

-Odio los desniveles. No se me dan nada bien. ¿Alguien ha traido cuerda para ayudarnos a bajar sin hacernos daño?

Después, la hechicera se fijo en el misterioso bulto del fondo.

-¿Y eso? Qué raro, ¿No?

Ponyos no vio nada destacable en el corredor, aunque se fijó en que continuaba durante unos diez metros más después del agujero y luego giraba bruscamente hacia la derecha.

Queck rebusca en su mochila y lanza su cuerda a Tristán Luego enciende una de sus antorchas y se la da a Agatha.

- Tristán, busca un sitio estable para atar la cuerda. Agatha, a ver si le puedes dar a Ponyo la antorcha para que ilumine esa tela, si no puedes, deja caer la antorcha para ver el fondo, pero que no caiga encima de la tela. Otra opción es atar la antorcha al final de la cuerda e ir bajándola.

- No será necesario iluminarla, si queremos ver de que se trata, lo suyo sería que alguno de nosotros bajase y recogiera el paquete - comienza a hacer estiramientos -. Ya que soy el primero en proponerlo, seré el primero en proponerse - levanta los brazos levemente -. Tristán, átame aquí, y sujetadme fuerte.

Tristan cogió la cuerda al vuelo -le estaba cogiendo práctica a eso- y obedeció la orden sin dudar ni un momento. Buscó un lugar donde poder atar la cuerda, como una roca grande y resistente que pudiera sostener el peso de una persona.

- Si no encuentro nada, podría haceros bajar yo mismo.- comentó mientras buscaba.

Luego rodeó a Dammeros con la cuerda y se aseguró de que no hubiera ningún peligro. Comprobó el nudo dos veces y asintió.

Tristan echó un vistazo alrededor. En la cueva no parecía haber nada aparte de algunas estalactitas o estalagmitas, que no parecía muy probable que fueran capaces de soportar el peso de nadie.

Tristan soltó un gemido disimulado de frustración. Miró a los demás, algo avergonzado. No podía encontrar nada, pero quizá ellos entendieran que era incapaz de hacerlo o algo así.

- Como ya he dicho, puedo bajarte yo mismo.- dijo, intentando recobrar la seguridad en sí mismo y agarrando la cuerda con firmeza.- Cuando quieras.- asintió hacia Dammeros.

Tristan sujetó la cuerda y Dammeros fue bajando hasta abajo. Cuando llegó vio que el bulto se trataba de una capa, al parecer de buena calidad.

Queck se puso al lado de Tristán para sujetar el peso de Dammeros. Asió con fuerza la cuerda esperando las instrucciones del guerrero.

Dammeros desciende sin problemas frente al fuerte brazo de Tristán. Al llegar abajo recoge la capa, y la envuelve creado un pequeño macuto alrededor de la cuerda.

Una vez está levemente asegurada la cuerda, Dammeros da tres tirones a la cuerda llevando todo el peso en señal de estar listo para subir.