Partida Rol por web

The Darkest Dungeon

Portada

Datos de la partida

The Darkest Dungeon

 

Director: Ragman711
Reglamento: Rápido y Fácil
Sistema: Rol por web
Jugadores: 5
Nivel requerido: Alto: hay que conocer bien el reglamento.
Ritmo de juego: Medio: un mensaje cada 2-3 días
Fecha de comienzo: 17/01/2022
Estado: Suspendida

Introducción

El Burgo. Antaño una prominente ciudad auspiciada por el poder del Conde Lebrock. Situada en las llamadas Tierras Negras pertenecientes al viejo Imperio, no había mejor enclave para una villa. El denso bosque al sur, donde proliferaron las serrerías y las carpinterías, y donde uno podía encontrar caza abundante, incluso en invierno.  Al este, el mar, bravo y rugiente, golpeando de forma incesante el acantilado. Pescadores, buscadores de perlas y marisqueros encontraron ahí su sustento. Las ruinas del Viejo Mundo no atraía tantas miradas pero tampoco eran pocos los estudiosos y astrónomos que acudían al lugar para estudiar las antiguas civilizaciones. Al norte, bajo tierra, se podía ver la mastodóntica construcción que el conde, en su sabiduría había mandado construir; un intrincado complejo de túneles que debía conectar el Burgo con el resto del mundo y que sería un paso seguro para comerciantes, mercancías y viajeros, lejos de las garras de bandidos y de las nevada del invierno.

Pero la desgracia no había tardado en aparecer. El conde se olvidó de su gente, celebrando fiestas y recepciones, especialmente durante la noche y las fases de luna llena, donde siniestros personajes acudían a su llamada. De la corte se decía que disfrutaban de la sodomía, el masoquismo y las orgías, que la condesa se bañaba en la sangre de sus invitados y que los jóvenes criados que eran enviados desde el Burgo con la promesa de una vida mejor jamás volvían a ser vistos.

La dirección del Burgo recayó en los hombres de Dupont el Grande, un hombre corrupto que no tardó en mancillar la guardia y conceder permisos a mercaderes de dudosa reputación. Cerró la iglesia, trató de herejes y diabólicos a los doctores del Pabellón médico y convirtió el manicomio en una prisión. Multiplicó el número de casas de juegos por cinco, amplió dos veces el burdel y el alcohol pasó a ser la diversión habitual de los lugareños. Tales excesos trajeron bandas de contrabandistas, bandidos y asesinos que se mezclaron con los habitantes del Burgo o directamente se establecieron en el bosque, guarecidos de miradas curiosas. También se decía que habían empezado a aparecer extrañas bestias, algunas con forma de animal, otras con forma de hongo, que devoraban a los incautos que buscaban su sustento en la caza o la madera. El bosque empezaba a pedir tributo en sangre como si algo hubiera despertado.

Se hablaba de una bruja y un gran caldero y de una terrible banda de soldados desertores que habían traído consigo incluso piezas de artillería. El bosque también era el escondrijo de Wilbur el Sanguinario, un viejo corsario cuya cabeza costaba más de diez mil monedas de oro. Una recompensa que subía cada día.

Los barcos ya no se acercaban a la costa. Las cuevas que plagaban el acantilado se habían convertido en refugio de mitos y monstruos venidos del mar. Los barcos que trataban de atracar en el puerto cercano eran interceptados por un navío terrible que hundía botes, naos o embarcaciones  y no hacía prisioneros. Sus masacres espantaban futuros viajantes que ya empezaban a decir que el lugar estaba maldito pues se decía que el barco asesino no era oro que la Flecha Carmesí, un barco pirata que había asolado las regiones más cálidas de los océanos hace más de tres cientos años. Otros, que no eran interceptados por tal atacante, hablaban de criaturas extrañas que se habían congregado en las rocas y que vivían tanto en tierra como en el mar. Empezaron a aparecer individuos que adoraban a dioses antiguos de los que solo se podía hablar en susurros. Otros decían haber escuchado el canto embelesador de una mujer que atraía las barcas más pequeñas para que chocasen contra las rocas.

Las ruinas se convirtieron en lugar de peregrinaje de estudiosos y ocultistas, a cada cual más siniestro y macabro, que buscaban conocer la historia en su vertiente más salvajes; dioses primigenios, rituales de sangre, pactos con entidades de otras dimensiones. Locos y perturbados aparecieron por doquier, también monstruos. No eran pocos lo que decían haber visto a los muertos alzarse de sus tumbas. “Mentira” decía Dupont el Grande. Pero si lo era ¿Por qué sus guardias mejor armados guardaban el cementerio por la noche? Las ruinas se había revelado como una antigua cripta, un osario milenario donde los huesos de antiguos guerreros habían sido guardados como tesoros. Los muertos caminaban, la luna se teñía de sangre. Los jóvenes se veían atraídos por nuevas drogas que eran destiladas en alambiques clandestinos escondidos en las ruinas. Perdición, adicción, locura, la juventud empezó a perderte entre oscuras religiones y exaltadas fiestas nocturnas.

Se hablaba de una criatura vuelta de entre los muertos capaz de abrir la puerta de la vida y la muerte en ambas direcciones. Y de un profeta ciego, viejo siervo de dioses ya muertos, que traía consigo la decadencia y la perdición del mundo.

La encrucijada subterránea pasó a llamarse el Mazo. Un laberinto que, libre de la protección del conde y de sus soldados, fue tomada por extrañas criaturas. Los dioses más primitivos tomaron el lugar, convirtiendo sus pasajes en un matadero y una zona de experimentos donde la carne era moldeada como barro. Nadie osaba acercarse por el lugar. En sus oscuros túneles se escuchaban chillidos, mitad humanos mitad animales. Había algo grande y siniestro, un rostro sin forma, que se arrastraba por los túneles. E incluso, se decía, aquel pérfido lugar había ganado un rey.

Se podía negar lo evidente pero lo terrible, la muerte, se había convertido en habitual. Las gentes del Burgo tenían miedo. Buscaban protección, seguridad. El conde mirada hacia dentro de sus salones, hacia sus mujeres encorsetadas y sus ruidosas bacanales. El alcalde y algunos nobles menores habían llenado la ciudad de maleantes que disfrutaban más bebiendo o dando palizas a los súbditos que tratando de mantener el orden. Quedaba gente íntegra, en la iglesia, el hospital y el manicomio, e incluso algún comerciante íntegro, como el armero o la gitana y su caravana de cachivaches. La mayoría habían abandonado la ciudad, con miedo, preocupados por sus familias. Otros aprovechaban para subir los precios, poseídos por el espíritu de la codicia. La luz era tan exigua que nadie parecía verla.

Había una leyenda más. Se hablaba de una mazmorra cuya boca era tan negra como la noche cerrada antes del fin de los tiempos. Una entrada hacia el horror cósmico más puro donde anidaban los verdaderos soberanos del mundo, criaturas sin nombre cuyo único objetivo era esparcir el caos como su simiente, contaminar la mente del hombre y devorar a sus vástagos. Se hablaba de este lugar de forma velada, nadie sabía dónde podía encontrarse. Era, sin duda, la Mazmorra Más Oscura.

 

El párroco de la ciudad había enviado una misiva por todo el Imperio. La iglesia era aún poderosa y aunque en decadencia aún contaba con algunos hombres buenos entre sus filas. La noticia se propagó rápido; se buscaban aventureros, héroes de toda catadura para poner orden en la ciudad. Un último intento desesperado de traer gente nueva y capaz al Burgo. En juego estaba más que la vida de sus habitantes, el párroco hablaba de emergencia espiritual. Para cuando empezaron a llegar los primeros buscadores de fortuna y viejos soldados, Dupont ya había empezado a corromperlos, a alistarlos en sus filas, a prometerles las bolsas más llenas, el alcohol más efervescente, las muchachas más tiernas. Era otro agente del caos y de la noche, de la perdición. Pero aún quedaban algunos hombres buenos, decía el párroco. Unos pocos.

Sinopsis

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Notas sobre la partida

Capítulo I. El Enemigo en Casa.

Carne fresca, recién llegados. El Burgo aguarda, yacente como cadáver en el que ya empiezan a bullir los primeros gusanos glotones.

Último mensaje enviado el 26/04/2022, 18:00
por Andrea Gustav-Wahrnehmung

El Burgo.

Aquí es donde se encuentra vuestro corazón y vuestras esperanzas. Los pocos aliados que tenéis, están aquí.

El Sistema.

Para exponer el sistema. También lo usaré para la creación de mazmorras.

Enemigos.

Los enemigos de la humanidad; fanáticos, muertos que caminan, conquistadores, ladrones de almas, devoradores de esperanzas, carroña y monstruos.

Off-topic

Dudas, quejas y cachondeos varios.

Creación de Personajes.

La llamada a los héroes...o villanos.