Partida Rol por web

-KAGAMI!- grité con verdadera preocupación por el hombre que había sido nuestro enemigo, pero esta vez no lo hice por él si no por Suzaku, sentí como Seiryu se preocupaba por el otro guardián que quedaba en pie. 

Yuki invocó a la dama del invierno, su presencia se elevó hasta que el viento se volvió una brisa gélida y la hierba se cubrió de escarcha, podía sentir su poder y la frialdad en sus palabras.

Aferré con fuerza la katana y miré a los ojos a Kagami, asintiendo, por más que en algún momento fue mi padre ahora solo era un envase que servía de vehículo a algo más perverso y necesitábamos un poder acorde para hacerle frente, antes no me había salido pero ahora confiaba en que si lo haría, concentrándome en la furia que sentía en la impotencia de no haber podido acertar mi golpe y en la necesidad de protegerlos a todos, clavé la espada en el suelo delante de mi mientras sentía como una energía dorada comenzaba a recorer mi cuerpo buscando salir.

El ataque de la Dama cogió desprevenido a Kouryu y estuvo muy cerca de infligirle daño. El ser dudó por un momento, como si no hubiera esperado que Yuki fuera capaz de realizar una transformación como aquella, pero luego se rehizo como si no le importase lo más mínimo.

Moriya e Hibiki permanecieron quietos aún, en posición defensiva, mientras a su lado Kaede invocaba el poder que dormía en su interior. Al igual que su hermanastra, se había dado cuenta de que aquél no era un combate en el que pudieran permitirse dar menos del máximo de sus habilidades, y el poder del Dragón Azul era lo único que le quedaba al joven samurái.

Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo, de pies a cabeza, mientras su pelo se encendía y brillaba como el sol del amanecer. La última vez que había empleado ese poder, hacía un año, la victoria había sido suya. Esperaba que en aquella ocasión, también le bastara.

Se ha mantenido a la espera en todo momento, pero viendo como Kouryu ha destrozado a Kagami, solo le queda la opción de entrar en la batalla. La única forma de conseguir lo que quiere es que los demás mantengan a Kouryu entretenido para ella poder usar sus poderes.

Para ella, existen dos opciones. La primera sería sellar a Kouryu, o el poder de Kouryu, para inmovilizarlo y poder derrotarlo. La segunda, y más complicada, es intentar drenar el poder de Kouryu hacia los Guardianes y la Dama para darles más poder y debilitar al enemigo.

Pero claro, eso supone que ella será vulnerable y también que darle demasiado poder a Kagami podría poner fin a sus planes de cerrar para siempre la Puerta del Infierno. De momento, se dispone a realizar la primera opción. Quizá pudiese usar una representación del poder de los Guardianes en uno de sus sellos. La energía de éstos siempre está presente en el mundo, incluso cuando ya no están físicamente.

Comienza a crear un sello con el poder elemental de los Guardianes, al igual que hizo para cerrar la Puerta la primera vez.

A la desesperada, Akari trató de concentrarse para utilizar sus poderes espirituales. Al fin y al cabo, Kouryu venía del mundo más allá de la vida, y debía ser por tanto un espíritu o al menos estar poseído por una fuerza espiritual, y aquella opción ya le había funcionado antes. La presión del momento hizo que el ritual fuera rápido y no pudiera concentrarse lo suficiente... pero notó algo curioso al realizarlo.

Al concentrarse en la fuerza espiritual de los guardianes, pudo ser más consciente de la presencia de Kaede y Kagami. Eso no era sorprendente, pues los dos eran los recipientes de Seiryu y Suzaku, respectivamente. Sin embargo, lo que llamó la atención de Akari era que pudo sentir dos presencias similares en Kouryu, que parecían concentrarse en un punto de su cuerpo. La mano en la que sostenía aquella enorme espada...

Kagami trató de ponerse en pie, pero las rodillas le fallaron y cayó de nuevo al suelo. El golpe de Kouryu había sido demoledor. No tenía más opción que emular a Kaede y liberar el poder que albergaba en su interior... aunque aquello podía ser un riesgo. Después de todo, Okina y Shigen también eran portadores del poder de un Guardián, y habían sucumbido. Pero sin duda, habían combatido solos, o casi solos. Tenían que intentarlo todo...

Lanzó un rugido y de pronto las llamas lo envolvieron. Sus ojos se volvieron rojos como ascuas, se apoyó en su espada flamígera y se puso en pie. Había liberado el poder de Suzaku, pero seguía débil. Sería mejor que aquél combate no se prolongase, o el tiempo correría cada vez más en su contra...

Amano no se paró a considerar la situación. Sólo detectó por el rabillo del ojo que sus compañeros estaban recurriendo a todo lo que tenían para derrotar a aquél monstruo, y él, aunque era un mero mortal, tendría que hacer lo mismo. Sin fuegos artificiales.

Se lanzó sobre Kouryu una vez más, sabedor de que aquello iba a convertirle en un nuevo objetivo junto a Kagami y Kaede. Pero no podía hacer otra cosa, si perdían aquél combate, todos estaban acabados, Guardianes o no. Pero la hoja de su arma ni siquiera se acercó a su objetivo... Kouryu realizó un giro e interpuso su propia espada para detener el golpe, y a Amano le faltó poco para salir despedido hacia atrás por la fuerza del bloqueo.

Tras bloquear la acometida de Amano, Kouryu se enraizó en el suelo y colocó la espada perpendicular al suelo. Inspiró hondo y bajó la cabeza.

—Bien... Si así lo queréis...

Se volvió con la rapidez del rayo y antes de que pudieran darse cuenta, se lanzó sobre Juzoh. El grandullón levantó su tetsubo para bloquear el golpe, pero la acometida de Kouryu fue demasiado para él y recibió el tajo ascendente que le alcanzó en el pecho y lo derribó, sangrando.

Kouryu había cumplido su amenaza, y ahora todos los que le habían atacado eran objetivos para él, no sólo Kaede y Kagami.

Juzoh apenas podía dar crédito a lo que acababa de venírsele encima. Tenía la impresión de haber sido arrollado por una avalancha, y era consciente de que si aún vivía era por su formidable resistencia física. Un golpe como ese podía destrozar a una persona normal.

Se levantó, con los dientes apretados por el dolor, y sin perder tiempo contraatacó. Pero la vista se le nublaba con la pérdida de sangre y su acometida ni siquiera se acercó a impactar en su adversario...

La Dama se echó hacía atrás, posicionándose junto a los Dos Guardianes. Su golpe había sido casi perfecto pero el movimiento de Kouryu había sido tan preciso como el suyo. Casi parecía como si hubiese sido una coreografía orquestada por ambas partes.

Pero la Dama había percibido el gesto. Había estado muy cerca. Por un momento, aquella mirada era a la vez la ira fría del ser espiritual y la análitica de Yuki, quien no acostumbraba a dejarse llevar por su instinto en los ataques. Había visto una oportunidad. La mujer extendió el brazo pidiendo a los Guardianes calma. Tenían que atacar todos a la vez, en el momento en el que Kouryu estuviese ocupado. Y había una forma de distraerlo.

–¡MORIYA. ATACA YA!

Moriya no se lo pensó dos veces. Aunque no había dicho una palabra, él también había llegado a la misma conclusión que su hermana. Si atacaban todos a una, y lograban sobrecargar las defensas de Kouryu, quizá pudieran crear un espacio para que la Dama, o Kaede con el poder de Seiryu, consiguieran descargar sus golpes sobre su enemigo.

Se lanzó hacia delante con una estocada fuerte, buscando despistar con una finta a Kouryu. No logró que el golpe atravesara su defensa, pero sí le obligó a esquivarle y colocarse en una posición ligeramente menos ventajosa.

—¡Vamos! —animó al resto—. ¡No le dejéis espacio!

Hibiki apenas tuvo tiempo de tragar saliva. Ella aún no había atacado a Kouryu, pero se dio cuenta de que era ahora o nunca. Llevó su sirasaya a la espalda y con un salto y un arco amplio, atacó al enemigo.

—¡Kiaaah!

Ni siquiera se acercó a ser efectiva... pero Kouryu lo tuvo un poco más complicado para esquivarla, y de hecho tuvo que ayudarse de su espada para desviar por completo la hoja de Hibiki.

Poco tiempo tiene de preocuparse por su hermano en ese momento aunque sabe que el ataque de Kouryu lo ha dejado muy malherido y que debe recibir atención inmediata. Pero ahora debe concentrarse. Ha notado algo... algo que puede significar cambiar las tornas en ese combate y es que Kouryu parece guardar un secreto bastante grande. Cambiando su plan inicial de sellar a Kouryu con el poder de los Guardianes, como hizo con la puerta, coge el bastón en horizontal con las dos manos, en dirección a su atacante.

Comienza a murmurar palabras con los ojos cerrados, intentando concentrarse. Si consigue su objetivo, quizá consiga mermar el poder de Kouryu a un nivel en el que los demás puedan sobrepasarle.

Yuki, o mejor dicho, la Dama del Invierno ordenó que los demás atacaran, a pesar de que Moriya no logró impactar si que logró poner en posición defensiva a Koryu, mientras el resto de nuestros compañeros atacaron uno tras otro.

Miré a Kagami, a Yuki y asentí, no esperaba poder impactarlo ya mismo pero lo llevaría hacía ellos.

Corriendo en zig zag a una velocidad superior a lo que normalmente podía hacer, sentía el poder del dragón en mi y dándo un salto metros antes de llegar a Koryu bajé con un espadazo descendente al centro del cuerpo de aquel ser.

La Dama atacó casi al tiempo que Seiryu. El ser espiritual se movió con agilidad removiendo los copos de nieve a su paso. Su naginata surcó el aire con un movimiento circular dirigido a las piernas, que le permitía moverla de nuevo para detener un ataque. Parecía dispuesta cumplir la amenaza que antes había hecho con el primer movimiento que Gaisei le había enseñado. 

A la vez, estaba atenta a Kagami, quien estaba realmente malherido. Tendrían que hacer algo para ayudarle. Había sido su enemigo, pero si moría, solo incrementaría el poder del Dragón Amarillo que habitaba en su padre.

Kagami trató de unirse al combate, pero alrededor de Kouryu ya había un auténtico enjambre de guerreros, y tratar de intervenir sólo hubiera servido para que se llevase algún golpe desviado. Sin embargo, se mantuvo alerta para atacar si alguno de los otros caía.

Amano no se paró a pensar y continuó atacando las partes más vulnerables de la defensa de Kouryu, que a pesar de estar rodeado por nada menos que seis adversarios, seguía moviéndose como un torbellino, defendiéndose con uñas y dientes.

Esta vez estuvo muy cerca de lograr herir a su adversario, pero volvió a fallar por muy poco.

Kouryu empezaba a tener dificultades para defenderse. Rodeado por tantos enemigos, no lograba moverse con la facilidad de antes y tenía que emplearse a fondo para llegar a bloquear a tiempo todos los ataques. La acometida de la Dama le alcanzó por fin, causando un profundo corte en la pierna que Kouryu no pudo apartar a tiempo. La herida no sangró, pero el ser hizo una mueca silenciosa de dolor, lo que dejó claro que aún podía sentir el daño que recibía.

Pero al parecer, eso no fue lo que más le preocupó. Centró por un segundo su atención en Akari. No le había pasado por alto que aquella chica dominaba las disciplinas del mundo espiritual, y aquello sí podía ser una seria amenaza para él, mucho peor que las hojas de las armas que le atacaban.

Dio una vuelta y preparó la espada para atacar, centrándose en el rival al que tenía más debilitado. Necesitaba espacio. Juzoh volvió a recibir un golpe, esta vez en el hombro izquierdo, que lo derribó y le dejó prácticamente fuera de combate. Pero el grandullón rugió y se negó a rendirse.

Juzoh apenas podía ver. El dolor lacerante de sus heridas y la pérdida de sangre, le indicaban que estaba a punto de desvanecerse. Pero no podía rendirse, tenía que seguir atacando. Sabía que no llegaría a hacer mella en la defensa de Kouryu, y mucho menos en su estado. Pero no podía permitirse dejarle un espacio por el que escapar.

Alzó el tetsubo y atacó, tambaleándose. Falló el blanco por mucho, pero al menos hizo que Kouryu tuviera que esquivarle.

La Dama apretó con fuerza los puños al ver como destrozaban a Juzoh. Aquel gesto revelaba más que ningún otro que seguía siendo la guerrera que se preocupaba por los suyos, no dos entes diferenciados. Pero igual que la naginata, el corazón de Yuki estaba recubierto de hielo y, aparentemente, no estaba dispuesta a parar la lucha por atender a su compañero.

Había algo sin embargo, que perturbaba a la Dama además de la pelea. Y aunque seguía luchando, su golpe fue menos potente 

El ataque de la Dama del Invierno había logrado impactar, el cántico de Akari pareció molestar a Koryu más que el que se haya derramado algo de su sangre, al notar esto me moví delante de la chica, aún en guardia con mi espada, podría pelear contra aquel ser aún protegiendo con mi cuerpo a la sacerdotisa.

-Lo que sea que vayas a hacer, concentrate- le dije en voz baja a la muchacha.