Partida Rol por web

Kururu se materializa de nuevo en el mundo helado. Su mundo. Está algo desorientado, pero la visión de la blancura nívea del paisaje le agrada. De súbito nota el tirón de Kara y la oye llamarlo. Parece algo preocupada.

-Ni comitiva ni criados...  espero al menos que nos sirvan otra bebida caliente junto al fuego, ¡Khuuu, ku, khu, khu! -comentó al volverse hacia ella, exhibiendo una sardónica sonrisa.

-Tonto - susurra y le saca la lengua. 

Si es que no sabe porque le hace caso sabiendo como es... encima que se preocupa por él y porque ha estado raro todo el rato... Se acerca a Farale y mira a través de los cristales de la puerta del patio. No parece haber movimiento, pero de pronto la puerta se abre, dándoles paso.

Se puede escuchar a Aura que les pide que pasen a la salita de la última vez, junto al fuego.

Yard empezaba a ponerse nervioso ante la falta de actividad. No tiene por qué haber pasado nada, pero al fin y al cabo, están en mitad de un viaje y el sentido del peligro se magnifica.

Cuando finalmente oyen la voz de Aura tras abrirse la puerta, suspira con alivio y sonríe.

- Bueno, vamos -dice y se coloca junto a la puerta esperando a que las chicas pasen.

Cuando parecía que solo el silencio respondería a mis gritos, la puerta de la preciosa casa se abrió ante mis narices. Yard, llegando junto a mí, nos cedió el paso tanto a Kara como a mí.
No habíamos escuchado la voz de Aura en ningún momento y, por eso, entré desconfiada a la entrada que daba al salón donde pasamos un agradable rato antes de ir a ese extraño mundo de oscuridad.

La casa se va volviendo más cálida a medida que avanzan hacia la zona más habitada, donde están encendidas las chimeneas para darle un toque acogedor al lugar. En la sala se encuentra Aura que les muestra una dulce y bonita sonrisa mientras les tiende unas tazas grandes con chocolate caliente y unas pastas.

-No creía que volveríais tan pronto. El tiempo ha pasado volando.

Espera a que ellos se acerquen a coger las tazas.

Nada más ver las tazas de chocolate y las pastas, Yard sintió un rugido en su estómago. Estaba hambriento... Esperaba que los demás no lo hubieran oído, pero aún así se sonrojó un poco.

- Hola, Aura -saludó-. Muchas gracias, tiene una pinta excelente...

Con el hambre que tenía, no pensaba hacer cumplidos. Una de esas tazas de chocolate iba a caer sí o sí.

- Lo cierto es que ha sido un viaje movido... pero al menos ha ido bien -comentó.

La sonrisa en mi rostro al ver a la mujer en la salita aumentó en cuanto el olor del chocolate caliente llegó a mis fosas nasales, haciendo rugir mi estómago. Realmente no sabía cuánto tiempo habíamos estado en aquel extraño otro mundo, pero se me había hecho bastante eterno, por eso no pude evitar responder ante las palabras de Aura:
- No sé cuánto hemos tardado realmente, pero la larga caminata por los laberínticos pasillos de ese Castillo me ha parecido casi una eternidad. - haciendo una mueca divertida me acerqué a por una de las tazas y la oprimí fuertemente entre mis manos para entrar más rápido en calor, aunque las llamas encendidas de las chimeneas también ayudaban.

Kururu entró el último, cerrando el portón a su espalda. Su cuerpo tiritaba por el frío exterior. Hacía tanto que no le daba el sol que las cualidades especiales del tejido de su túnica no servían de nada.

Siguió al grupo hasta la sala principal donde un cálido fuego y una amable merienda los aguardaba.

-¡Cielo santo!, no sé si era peor el mundo ese del crepúsculo o volver a congelarme los huesos en... ¡uh!, ¡pastas!

El chico se deslizó junto a la bandeja de pastas y abriendo bien la boca engulló una de un solo bocado, masticando a dos carrillos. Luego pasó el bocado con un buen trago de chocolate. Tras tomar la bebida caliente se relamió y suspiró satisfecho.

-¡Khu, khu, khu!, por fin algo agradable.

Kara coge una de las tazas con chocolate caliente y dos pastitas para acompañarlo. Aura les indica con la mano que se pueden sentar así que decide sentarse en la mullida alfombra que hay junto al fuego para calentarse del frío que parece hacer fuera de la casa... aunque allí se esté calentito.

Aura se sienta en un sillón a la espera que los demás tomen ejemplo.

-Deberíais continuar con vuestro camino... no hoy, porque parecéis cansados y, sin duda, lo estáis... pero si mañana con el alba.

Asiento ante las palabras de Aura tras tomar varias pastitas en mis manos y sentarme cerca del fuego, como todos. Aunque ya no siento tanto frío el calor que hay en el ambiente es muy agradable y lo agradezco sobremanera.

- Sí, no deberíamos retrasarnos en nuestro viaje, pero un merecido descanso no nos vendrá mal. Realmente no sé cuanto tiempo hemos estado en el mundo tras el espejo, pero un buen sueñecito tras tanto meneo será muy bienvenido. - confieso mirando divertida a mis compañeros, sabiendo que no soy la única que piensa de este modo.

Es cierto que parece haber pasado una eternidad desde que traspasásemos el espejo, pero no tengo realmente ni idea de cuánto tiempo ha pasado.

Kururu cogió otras dos pastas y se las metió en la boca de una sentada, masticando con ahínco.

-¿Tan pronto?, que poco dura lo bueno... -dijo desanimado soltando alguna que otra miga. Luego bebió de nuevo el rico chocolate y se limpió los labios a lametazos.

El chico se veía un tanto desmejorado, con ojeras y un poco más encorvado. Aunque el calorcito y el chocolate parecían estar ayudando.

-En fin. No diré que no a una siestaza, ¡khu, khu!

Yard se alegró de poder descansar a gusto después de tanto viaje a través del espejo, sobre todo después de un buen chocolate. Ahora que había tenido un momento para relajarse, se había dado cuenta de lo cansado que estaba.

- Seguro que a todos nos vendrá bien un respiro -comentó-. Además, aún no he tenido tiempo de ver bien mi regalo...

Sacó el obsequio que había recibido de las Diosas, aquél precioso bumerán con el que podría defenderse a él mismo y a sus amigos.

- Quizá debería practicar un poco con él... -dijo sonriendo y observando cada uno de sus detalles.

-Pues si estáis cansados es mejor que descanséis. Las habitaciones son las mismas y podéis daros un baño. Tendréis ropa limpia con la que cambiaros en vuestra habitación.

Les guía hacia las escaleras. Las habitaciones son las mismas de la última vez así que no les acompaña ya que tiene que vigilar y mantener la barrera protectora del lugar. Arriba está todo exactamente igual.

El baño se encuentra al fondo y por debajo de la puerta parece que sale el vaho del agua caliente.

Ni corto ni perezoso Kururu se retiró a los aposentos que le habían sido cedidos despidiéndose con una mano en alto.

-Nos vemos mañana, pequeñuelos, ¡khuuuu, khu, khu!... oahhhhh, _{que sueño}...

Su voz se fue apagando a medida que se alejaba por el pasillo. Una vez arriba su primera parada fue el cuarto de baño. No quería que se le adelantasen las muchachas por si tardaban en exceso. Además, un pescador también ama el agua así que era otro foco de tardanza potencial. Se desnudó en el cuarto neblinoso y tras limpiarse con agua y jabón en las duchas se sumergió en las aguas calientes que le supieron a gloria bendita.
Una vez allí dentro, tan cómodo y calentito, pensó que al final resultaría ser él quien tardase en salir del baño.

-¡khuuuuuuuuuuuuu, khu, khu, khuuuuuuu!, ¡khuuuuuuuuuuuuuuu, khu, khu, khu, khuuuuuuuuuuu!

Al ver que Kururu se adelanta a entrar en el baño a ducharse, me quedo un largo rato más junto a la chimenea.

Ya iré al baño cuando el resto hayan terminado, mientras tanto un descanso físico y mental aquí junto al fuego será igual de reconfortante, comento en voz baja acomodándome todavía más mientras me dedico a esperar pacientemente, y por el rabillo del ojo veo a un ilusionado Yard ojeando el regalo que las diosas le entregaron en ese mundo extraño al otro lado del espejo.

- Siempre con las prisas -murmuró Yard al ver que Kururu corría al baño-. No se da cuenta de que ya tendremos tiempo de correr.

Se encogió de hombros con una sonrisa, y guardó el bumerán. Volvió a suspirar.

- Me alegro de tener un rato de tranquilidad. ¿Prefieres pasar tú primero al baño, Falare? -preguntó, aunque se moría de ganas de acostarse en una cama mullida.

- Como prefieras, Yard. No tengo prisa en hacerlo, la verdad. - respondo al muchacho con una sonrisa tras su ofrecimiento, dejando a su elección el turno de usar el baño. Me tumbo en el suelo y me relajo mirando al techo mientras el calor de la chimenea me da de lleno y mis pensamientos se llenan de esperanzas renovadas al observarle.

- Quizá consigamos nuestro propósito, ¿no crees?. Al fin y al cabo, las Diosas están de nuestro lado... - le digo en voz no muy alta dirigiendo mi mirada a su bumerán antes de que lo guarde de nuevo.