Partida Rol por web

Quien iba a decir, años más tarde, que la paz y la tranquilidad de vivir en un reino sin guerras ni maléficos seres iba a acarrear también quebraderos de cabeza a personas que pensaban que ya iban a pasar los años que restasen de su vida en armonía.

Tener un hijo, o en este caso una hija siempre implicaba una doble cara: alegría, felicidad, orgullo... sin embargo también tenía una cara oscura repleta de inseguridades, miedos e incertidumbre: estos sentimientos son lo que asolaron a los reyes de Hyrule una mañana como cualquier otra cuando quisieron entrar a visitar a su hija Zelda.

La pequeña había cumplido hace poco 12 años, era intrépida y fuerte como su padre pero a la vez hermosa y con astucia como su madre. Ambas cualidades habían convertido en la primogénita de los reyes en el ojo derecho de todo el reino, sin embargo su fuerte carácter provocó que en las últimas semanas muchas disputas se convirtiesen en el pan de cada día.

Cuando Link y Zelda giraron el pomo de los aposentos de su hija, comprobaron de manera terrible que allí no estaba. En su lugar estaba todo patas arriba, como si alguien hubiese entrado y de manera violenta se la hubiese llevado.

Fue en aquellos instantes, al ver su espada de madera en el suelo o su pequeña muñeca (un conejito rosa) rota lo que os hizo temeros lo peor.

Lo peor para unos padres no era ya saber que su hija no estaba y que alguien o algo se la podría haber llevado para hacerle daño, sino que para colmo quedaba la intranquilidad de saber que no estaban "en paz" con ella a causa de trifulcas que en esos instantes no tenían importancia.

-... sólo digo que por una vez podría dejar de perseguir a las gallinas del corral.- Zelda repetía una vez más a su esposo, mientras avanzaban por los pasillos en dirección a la habitación de su hija. Desde que Tetra cumpliera los doce, parecía encontrar una manera nueva cada día de contradecir a su madre. -¡Plumas en su cabeza anoche durante la cena, paja en toda su ropa! Y sí, tal vez fui muy dura al enviarla a su habitación sin cenar. Pero debe aprender a no...-

Las palabras murieron en su garganta al ver la habitación de la princesa. Aquello parecía la imagen de una pesadilla, y por ello parpadeó varias veces, pensando que cuando volviera a abrir sus ojos, vería todo en su lugar y a su hija dormida en su cama, abrazada a su muñeca. Pero cada vez que abría los ojos, veía lo mismo. Una habitación destrozada y vacía.

-Link...- Murmuró, aferrándose al brazo de su esposo, sintiendo las piernas débiles. Se soltó de él y avanzó como hipnotizada hasta los restos del conejo rosa, que se arrodilló para recoger en sus manos.

-... Insisto, me parece que es buen ejercicio para ella, es preferible que experimente mientras pueda, algún día debera asumir muchas responsabilidades - respondia link a su esposa mientras caminaban a los aposentos de su hija, a pesar de que últimamente habían tenido problemas con su actitud, llevaba una buena relación con ella, de hecho le recordaba a él cuando era más joven. Al abrir la puerta, su cara torno palida con tal escena, observo a zelda ir hacia el muñeco del conejo -¡¿C-cómo a pasado ésto?! -  rápidamente buscó en la habitación como loco queriendo pensar que se trata de un mal chiste, al ver la expresión en el rostro de zelda, me acerco a ella mientras la abrazo por la espalda tratando de reconfortarla - es una chica fuerte, ten por seguro que la encontrare... - 

Me dirijo a la puerta mientras grito a los guardias, ¿como es posible que esto pasara en nuestras narices? ¿Cómo es que sucedio?. 

De pronto, mientras estabais paralizados en la habitación de vuestra hija comprobando lo que allí quedaba intacto y lo que mostraba los claros indicios de que había sucedido algo horrible, un poderoso estruendo rompió desde el exterior.

Sin dudarlo mirasteis a través de la ventana para comprobar consternados como el cielo se había tornado oscuro, tan oscuro que tanto a Link como a Zelda le vinieron recuerdos de épocas pasadas donde el mal volvía a azotar la tierra.

Si el mal había vuelto significaba que algo había cambiado, que se había dejado de contar con la protección de algo elemental.

La puerta de la habitación comenzó a sonar, alguien estaba llamando a la puerta con firmeza pero a la vez también con presteza.

Con el debido respeto, uno de los soldados del castillo entró a la estancia y tras miraros y hacer una leve reverencia se dedicó a ustedes.

- Sus majestades, os traigo malas noticias - dijo en un tono serio, la preocupación estaba dentro de su mente.

- La Trifuerza ha desaparecido de la cámara del castillo... -

Desde el suelo, Zelda levantó la mirada hacia las ventanas, viendo la oscuridad que comenzaba a cernirse sobre el reino. Se estremeció, abrazando el conejo entre sus brazos, los recuerdos volviendo a su mente. Aquello no era posible... Miró hacia el peluche en sus manos. -... iré contigo.- Dijo. Estaba decidida, y no iba a dejar que Link la convenciera de lo contrario.

Se estaba poniendo de pie cuando el guardia apareció con aquella parca noticia, que sin embargo ante los eventos frente a ellos resultaba evidente. Miró a su esposo, y comenzó a correr en dirección al salón donde se custodiaba a la Trifuerza.

Hace años que no había ocurrido algo como esto, y ahora de nuevo con su tesoro más preciado... su amada hija!

Al escuchar a zelda, simplemente no pudo contradecirla ya que estaba tan decidida como él - de acuerdo, lo haremos juntos esta vez - una parte dentro se sentía reconfortada y llena de valor, sin embargo al escuchar la noticia del guardia, supo que un gran mal crecia ante ellos - zelda! - dijo al ver correr a su esposa a la cámara mientras la seguía. 

Mientras caminabais por el castillo pensasteis que el hecho de acceder hasta la cámara y robar aquella poderosa reliquia significaba que os estabais enfrentando a un enemigo bastante peligroso, alguien a quien no podíais ver o con un poderoso uso de la magia ¿Ganon quizás? es posible, pero su derrota fue definitiva supuestamente años atrás.

Tras varios minutos recorriendo pasadizos y puertas muy específicas se llegó a la cámara. El soldado os dió paso sin querer entrar él personalmente, no quería interrumpiros en vuestra reflexión.

La reina fue ralentizando sus pasos mientras se iban acercando a la cámara, manteniéndose al lado de Link. Como cada vez que entraba en aquel salón, su avance era solemne y respetuoso. Una mirada bastaba para ver que el preciado símbolo no había sido tomado por la fuerza. Alguien había hallado la manera de entrar sin perturbar nada en su interior.

-No es posible.- Dijo, confundida. No había otra forma de entrar mas que a través de la puerta que ellos atravesaban en ese momento. Se giró hacia el guardia. -¿Nadie vio nada? ¿Quienes estaban custodiando esta puerta?- Preguntó.

- ¡la cámara esta vacía! - exclamó lo obvio debido a los nervios - es tal como lo describió, no se observa ningún forcejeo ¿sera obra de un mago malvado? ¿O es que alguien en el castillo ha entrado asi sin más creyendo que no sospechariamos de el o ella? - durante muchos años a vivido todo tipo de cosas, un acontecimiento así no sería muy descabellado para él. 

Al escuchar la pregunta de zelda decide acercase al guardia esperando la respuesta, ¿que había sucedido con los guardias?

Mientras os estabais organizando, en mitad de la reunión alguien llamó a la puerta. El sonido provocado era débil. En cuanto uno de los soldados abrió pudisteis reconocer a la figura que entraba en la estancia: se trataba de Impa, una mujer que ha cuidado de ustedes dos desde el inicio de los años oscuros.

Su paso era lento, caían sobre sus espaldas muchas décadas sirviendo a Hyrule. Parecía que incluso en sus momentos de más debilidad ella seguiría ahí ayudando a los suyos.

- Ah... tiempos aciagos regresan a nuestro reino - dijo mientras seguía caminando. Uno de los soldados se ofreció a ser de apoyo para que la anciana mujer pudiese caminar de manera más fluida.

- La desaparición de la princesa y de la Trifuerza está conectado... pero muchas son las dudas que hay en nuestras mentes y en nuestros corazones - afirmó.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca de Link y Zelda les cogió de las manos, el tacto áspero y arrugado de la edad era en ella hasta reconfortante.

- ¿Qué es lo que hay ahora mismo en esas mentes y esos corazones, hijos míos? -

La presencia de la anciana Impa trajo un poco de paz al espíritu inquieto de la reina de Hyrule. Ella siempre había estado a su lado, cuidando de ella y del reino con sus sabias palabras. Le tomó la mano entre las suyas. Una idea había comenzado a formarse en su mente, y tenía miedo que fuera realidad.

-¿Es posible...? No, no creo que...- Miró a Link, y de nuevo a la anciana. -¿Tetra pudo ser quién tomara la Trifuerza?- Preguntando, queriendo ver si a su esposo se le había ocurrido la idea. ¿Cómo sino podrían haber entrado hasta allí sin que nadie los viera? -¿La han forzado a ello?-

La figura de la anciana reconfortaba mi mente, era la presencia de alguien que estuvo a nuestro lado sirviendo y protegiendo a la familia real desde que recuerda.

Su calida mano apacigua mi alborotada mente - lo único que me importa es salvar a tetra y a mi familia ... a mi reino, todos ellos son importantes, y la trifuerza, en manos equivocadas hara un daño terrible - mirando a su esposa con desición le responde - no lose, quizá haya sido influenciada a ello. Tomare mis cosas y saldre a buscarla de inmediato, deberias preparate conmigo, entre más pronto la encontremos sera mejor - a pesar de que el era el rey, sentia un gran respeto hacía impa, ella tenía algo que lograba calmarlo.

Sea quien fuera el que se llevo a su hija, no tardaria en encontrarlo y recuperar a su pequeña. 

Impa asintió lentamente.

- Llevo velando por este reino toda mi vida. Mi deber es proteger este castillo y aconsejar a sus herederos -

- No sé cual ha sido la fuente del mal, pero conozco cual es el siguiente paso que debéis dar - frunció el ceño.

- Sin lugar a dudas estos hechos han dejado huella en todos nosotros... no solo sufrimos por la desaparición de la pequeña, sino que sin la protección de la Trifuerza todo Hyrule es vulnerable al regreso de los monstruos provenientes de la oscuridad - acarició con cariño vuestras manos.

- Por desgracia mi único poder son los consejos que puedo daros... pero tengo uno que en tiempos desesperados podrían resultar prácticos - se mesó el mentón mientras tosía.

- Existe una mujer... una adivina... ella también está rodeada por las artes oscuras pero dicen que solo el mal puede detectar al mal... Baba Yaga... - os miró directamente a los ojos.

- Ella puede tener alguna idea sobre lo que está sucediendo... sin embargo su hogar está en el Pantano Neblinoso... si en tiempos de paz ya era un lugar peligroso... ahora que no está la Trifuerza sería todo un desafío ir a buscarla - ambos conocíais dicho pantano. Es un lugar restringido para todos los habitantes ya que antaño fue refugio de monstruos.

- Sin embargo no hace falta más que ver vuestra mirada para comprobar que tenéis la determinación suficiente para ir allí ha hablar con ella... ¿me equivoco? -

Escuchó los consejos de la venerada mujer. Gracias a ella tenían un lugar por donde empezar. Aunque el camino que debían tomar no sería uno sencillo. El pantano era un lugar peligroso, como si el mismo lugar fuera una trampa mortal para quienes entraran en él. Pero no pensaba quedarse en el castillo mientras que Link salía una vez más a intentar salvar el reino.

Impa podía leerlo en sus ojos, y Zelda lo confirmó. -Así es. Iremos a verla.- Dio un abrazo a la anciana mujer. -Gracias por seguir cuidando de nosotros. Buscaremos a Baba Yaga y encontraremos a Tetra.- Dijo con toda la seguridad de la que era capaz. Miró a su esposo y asintió. -Iré a prepararme.- Tendría que cambiar sus vestidos por ropa más acorde al camino que estaban por tomar.

Miro con agradecimiento a impa, en verdad nos había brindado una gran ayuda, en el pasado había recorrido las vastas tierras de hyrule y sabía tratar con los peligros que encontraría, sin duda piensa que puede atravesar el pantano y llegar a la bruja. 

Asiente ante la pregunta de la anciana -esperemos que su magia nos revele el camino que debemos seguir - acaricio su arrugada mano - gracias por sus sabías palabras - dicho esto se dirijo junto con zelda afuera de la habitación, había mucho que hacer y poco tiempo. 

Los soldados escucharon atentamente manteniendo la formación casi sin pestañear. 

Uno de los hombres acompañó a Impa hasta sus aposentos mientras que otro se acercó hasta ustedes.

- Majestades, la sala de armas está a vuestra entera disposición. Desde la última vez que fueron usadas hemos mantenido su estado impecable por si los tiempos oscuros regresaban - tras dicha información se despidió con el saludo militar y una reverencia. 

Siguiendo sus indicaciones no tardasteis demasiado en llegar a dicha cámara. Tras abrirla comprobasteis con total majestuosidad que las palabras del soldado eran ciertas, aquel lugar estaba conservado como si no hubiesen pasado los años.

La espada de Link estaba colocada justo donde la dejó años atrás, encajada sobre su piedra

Y en una de las paredes laterales el arco mágico de Zelda, un regalo de los mejores artesanos de Hyrule para la por aquel entonces princesa.

El resto de la sala estaba adornada con herramientas más viejas u obsoletas: tirachinas, garfios... artefactos que hoy en día no eran útiles.

Zelda hizo un asentimiento al guardia que les avisaba sobre el salón de las armas. Con eso en mente, y manteniéndose cerca del Rey, fuero a aquella dirección. Al entrar nuevamente a aquella sala, los recuerdos del pasado volvieron a su mente, cuando aquellas armas y objetos habían tenido que ser usados para salvar al reino. Sus ojos se posaron en la espada de Link, y dejó que él se acercara a ella, quizás también invadido por los mismos recuerdos que ella.

En cambio la Reina se acercó al arco mágico. Sus dedos recorrieron el relieve del arma, y por el hilo tensado. Lo descolgó de su punto en la pared, junto al carcaj de las flechas. -Jamás pensé que volvería a tener que hacer uso de esto...- Murmuró, casi distraída. Pero se recompuso al momento.