Partida Rol por web

Turno 1.

Entre Westgate y Reddansyr hay un camino viejo, empedrado pero descuidado, que a pesar de las hierbas que asoman entre sus adoquines lleva sirviendo para el comercio desde épocas pretéritas, cuando las ciudades de la Costa del Dragón cooperaban entre ellas y emprendían proyectos comunes, como por ejemplo, largos caminos.

Las cosas cambiaron hace generaciones, y ahora las diferentes ciudades independientes y aquellos que las pueblan se han vuelto egoistas. Y la ciudad más grande, más egoista, más vendida y más peligrosa de la región es a la que os dirigís: Westgate. En ella todo está en venta, así que el dinero fluye por sus calles como el agua en el fondo de un río. Eso supone muchas oportunidades para la aventura, y vosotros, al fin y al cabo, sois aventureros.

El camino del que hablamos, el Grand Ride, comunica la ciudad costera con el resto de la Costa del Dragón. Multitud de caravanas, buhoneros, mercaderes y simples viajeros circulan por él. Y entre ellos, vosotros.

El paisaje es verde; colinas cubiertas de alta hierba y salpicadas de grises peñas se van alternando con pequeñas fragas boscosas, y desde la costa os llega una temperatura fresca y húmeda que hace el trayecto agradable y tranquilo. Al menos, por ahora.

(Sigue...)

Cowel, Inx y el gnomo Mélkavic viajaban solos, pero se encontraron en el camino con una carreta vieja tirada por un buey todavía más viejo, y cubierta por una lona. Una de sus ruedas se había salido de su eje, y un hombre de poblada barba y aspecto campesino se afanaba en balde por alzar el vehículo para volver a colocarla, mientras su mujer, una plebeya de aspecto cansado, lo miraba preocupada, y un niño, seguramente hijo de ambos, cortaba dientes de león con un palo.

Gracias a los músculos de Cowel y de Inx, y al ingenio del gnomo, que utilizó una raíz especialmente fuerte para ceñir al rueda al carro, los tres pobres viajeros, padre (Delvar), madre (Marie) e hijo (Myka), pudieron reanudar su viaje. Sabiendo que el camino es peligroso, vosotros tres habéis decidido acompañarles, ya que no forman parte de ninguna caravana que les preste apoyo.

(Sigue...)

Devan había sido contratado como explorador por una de las habituales caravanas que hacían el trayecto entre Tethir y Westgate. Cinco carros grandes traqueteaban por el viejo camino vigilados por un par de guardas de mediana edad, que caminaban al lento ritmo de los percherones que impulsaban los vehículos. Cuatro de ellos estaban cargados con todo tipo de mercancías, que deberían terminar en los mercados libres de la ciudad de destino. El quinto carro, mucho más ligero y tirado por un esbelto alazán, era una carreta coloreada en tonos rojos, amarillos y azules, con una ventana con vidrios de los mismos colores. En su pescante iba su dueño, un joven juglar llamado Eliseo, tocando el laúd con parsimonia, mientras una joven morena llamada Ruby, asociada temporal del músico, guiaba al caballo.

(Sigue...)

La caravana de comercio se movía lentamente, mientras el sol se despedía tiñendo las escasas nubes de un tono rojizo y cálido. Los cuatro carros de mercancías habían tomado la delantera, mientras Ruby, quizás algo adormecida por la música del laúd de su acompañante, el juglar Eliseo, había retrasado un poco la agitanada carreta de colores que conducía.

Devan, un explorador avezado contratado por el jefe de la caravana, se fijó en ello y decidió echar un vistazo en la retaguardia. Ocultándose entre el follaje echó un vistazo, y vio a un variopinto grupo que se acercaba a buen ritmo por el camino. Casi habían cogido la última y peculiar carreta de la caravana.

El grupo estaba formado por una familia de aspecto campesino; Delvar y Marie, que caminaban guiando a un viejo buey, que a su vez tiraba de una carreta pequeña y llena de bártulos sobre la que botaba un niño de cabello castaño, luchando contra enemigos imaginarios con un palo encontrado en el camino.

Junto a ellos caminaban un fornido enano llamado Cowell, un algo más bajo gnomo de aspecto exótico que respondía al nombre de Mélkavic, y el colmo del exotismo; un enorme lagarto bípedo, de la raza de los dracónidos, llamado Inx. Todos ellos pudieron ver cómo su enérgica marcha les acercaba a la carreta en la que Ruby y Eliseo se aburrían indolentemente, un vehículo cromado con colores amarillos, dorados, rojos y azules que sin duda servía de vivienda.

El grupo que se acercaba no parecía peligroso, así que Delvar se dispuso a volver a la cabecera de la caravana; las cuatro carretas formaban una piña más allá, e iban bastante más rápido. En ese momento, al explorador le pareció escuchar unas voces roncas al otro lado del pequeño bosque de olmos y arces en el que se encontraba. Un trote corto le permitió asomarse, y ver una escena inesperada. Un numeroso grupo de orcos parecía discutir; su tosco idioma era desconocido para Devan, (no tiene lenguajes apuntados), pero al parecer el grueso de las fuerzas, una veintena de orcos, quería seguir una trayectoria que los alejaba de la caravana. Una docena de orcos señalaba frenéticamente al otro lado del bosque, a la hasta ahora desprotegida caravana, y hacía gestos de guerra, muerte y victoria.

Finalmente, el grupo se disgregó. La veintena de corpulentas criaturas se alejó del camino lanzando gestos amenazadores a los otros doce, y éstos comenzaron a acercarse a la posición de Devan con ánimo guerrero, desenvainando enormes hachas y azuzando a unos berrugosos jabalíes que llevaban con ellos.

(Sigue...)

La situación es la siguiente. El camino de Grand Ride está despejado hacia el norte, pero al sur se levanta un pequeño bosque de arces y olmos. Las cuatro carretas, (y los dos guardas), que forman el grueso de la caravana van unos seis metros por delante de la carreta de feria, y en su pescante se encuentran Rubi y un pacífico y atractivo juglar llamado Eliseo, con el que ha actuado últimamente. Otros seis metros por detrás, siguiendo el camino, se encuentran Inx, Cowell y Mélkavic, acompañando a la familia de campesinos que encontraron en el camino. Por ahora, ninguno de estos personajes está al tanto del peligro.

Devan está en el bosque de arces y olmos, y podría correr y avisar a todo el mundo del ataque. Un grupo de más de diez orcos se acerca caminando al mismo, con intención de cruzarlo y atacar la lenta caravana. El explorador supone que para robar el contenido de las carretas y conseguir algunos esclavos y perversa diversión.

Así pues, el primer en responder este turno será Devan. ¿Aprovechará el tupido bosque para esconderse, y dejará que los orcos ataquen por sorpresa a los viajeros?. Además de los dos guardas, algunos de los que viajan en las carretas son antiguos aventureros, y quizás puedan defenderse. ¿O correrá para avisarles?. Otra posibilidad es gritar; un grito desde su posición sería escuchado por los orcos tanto como por los que van por el camino, y pondría sobre aviso a ambas fuerzas. ¿Qué hará?. ¿Y qué harán los demás, cuando sepan lo que les viene encima?.

Es vuestro turno, y vuestra decisión.

Como alma que lleva el diablo partió a correr, en pos de la caravana, cuidandose de no alertar a los orcos. Debía avisar antes de que fuese demasiado tarde y les cayesen encima a sus compañeros.

Cuando se encontró a una distancia prudencial, dió la señal de alarma. -¡Orcos!. ¡Se nos viene encima una batida de orcos!

Inx apoya calmadamente la cabeza de su martillo de guerra en el suelo, para que éste se mantenga erguido apoyado en la tierra, mientras con indiferencia se pone los dos guantes de cuero que se había quitado durante el viaje por comodidad. Acto seguido, vuelve a coger el martillo, apoyándolo en su hombro derecho.

- Orcos. Qué sorpresa...

Los últimos tiempos han sido una sucesión de batidas contra maleantes para el dracónido. Se ha especializado en ser el defensor de los viajeros y los buhoneros. Parece ser que la suerte sigue de su lado, aunque no sabe si sus compañeros lo apreciarán igual. Él está acostumbrado a tratar con estos monstruos, y de hecho nada le produce mayor satisfacción que limpiar el mundo de desgraciados asesinos de gente de bien. Y en esta ocasión, parece rodeado de capaces compañeros de armas, al menos seguro los que ya conoce*.

- Es que no cesan nunca en sus intentos de matar y robar? Habrá que darles otro escarmiento.

Dirigiéndose a Delvar, el campesino, añade:

- Buen hombre, crees que cabríamos los tres - señalando con la cabeza a Cowell y Melkavic- dentro del carromato, bajo la cubierta? Así, cuando los orcos lleguen confiados en una presa fácil, les sorprenderemos. Qué os parece, compañeros?

Y esperando respuesta, finaliza dirigiéndose al explorador que ha dado la alerta:

- Gracias por el aviso, buen hombre. Mientras tanto, te sugiero conseguir la ayuda que sea posible en los otros carromatos, quizá haya alguien que pueda ayudarnos**. Quizá podrías aplicar la misma táctica en el carro llamativo que hay aquí delante, y esconderte dentro con sus ocupantes, hasta que nos oigáis gritar al salir. Si no os oímos nosotros antes, claro.

-

La caravana avanzaba tranquilamente, en parte por mi culpa porque me embelesaba observando el paisaje por donde íbamos pasando. Así, un grupo variopinto de gente nos pilló y no pude contener la risa - Lo ves, Eliseo? Te lo dije! Si montabamos un circo no tardarían en crecernos los enanos - le comento a mi compañero juglar señalando descaradamente a Cowell y a Mélkavic - Y qué ven mis ojos! Vienen acompañados por un dragón - no puedo contener el entusiasmo al ver a Inx. Un dracónido! No estaba acostumbrada a ver a seres de esa raza - Vamos a ser la envidia de cualquier compañía de circo, jijiji.

En ese momento Devan, el explorador que nos acompañaba en la caravana, aparece de repente y nos pone en aviso. Orcos... No podía imaginar como una sola palabra podía evocar tanto desprecio y miedo a la vez. Los asaltos a las caravanas solían ser frecuentes, por eso los mercaderes contrataban guardias, pero hasta ahora nunca había sufrido un ataque en mis propias carnes. Era el momento de demostrar que detrás de los velos de colores, los vestidos de seda fina, las alhajas y la pandereta, se escondía una mujer de armas tomar. - Que vengan si se atreven... - susurro al viento.

¿Orcos? He de decir que soy escéptico. Los Anales de los Viajes Gnomos aseguran que no hay ningún peligro en la ruta del Grand Ride. Claro que no se actualizan desde hace al menos ciento setenta años, así que puede que todos los gnomos que no volvieron para actualizar la crónica muriesen en el camino.

A las entrañas de Sabelotodo le empezó a invadir una infestación de preocupaciones. La familia Trigueño a la que servía ha recorrido esta misma calzada con tan solo un par de días de ventaja, desde que "accidentalmente" se olvidaran al insoportable gnomo atado a una silla colgada de una cuerda a la rama de un árbol. Pero estaba claro que no intentaban matarle de hambre ni abandonarle. Era una prueba. Sin duda. Y conocían la resistencia de las hebras de cuerda y cuánto tardaría Rigodeón en romperlas a base de tensarlas por balanceo. Hay una fórmula para calcular eso. Te igual a erre al cuadrado partido por pe, donde te es tiempo, erre el factor de resistencia de la cuerda y pe la suma de pesos del gnomo gordito y la silla.

Por otro lado no puedo evitar que mi escepticismo vuelva cuando veo lo pintoresco de la caravana que tenemos más adelante y lo vistoso de los cambalaches circenses que cuelgan en la parte de atrás. ¿No será este un espectáculo teatral? ¿Un new age de teatro moderno interactivo fuera de los escenarios? De esos en los que los orcos son humanos disfrazados y las puntas de las lanzas de atrezzo.

Dió un pequeño saltito y se montó en un saliente lateral de la carreta en movimiento. Llevaba haciéndolo desde que se unieron a esta familia. Alternaba así las caminatas con el descanso de sus viejas piernas, solo que ahora aprovechaba los pies extra de altura para ver mejor la función.

Caminaba junto a la carreta, observando con una sonrisa como el pequeño Myka practicaba con su improvisada espada de madera. De vez en cuando, el enano le daba alguna corrección, o ponía voz a uno de los imaginarios enemigos del muchacho.

- Te voy a machacar, pequeñajo!  - gritó con una falsa y forzada voz grave – no tienes nada que hacer! – No hacía mucho que habían decidido acompañar a aquella familia, pero Cowell enseguida había hecho buenas migas con Myka. Sentía especial predilección por la natural espontaneidad e inocencia de los niños – Oh, no, eras mucho más fuerte de lo que pensaba! Agggg

Con una ridícula mueca, el enano simuló una nueva muerte, esta vez gracias a una terrible estocada directa al corazón. El pequeño humano se disponía a enfrentar a un nuevo rival, justo en el momento en que todos pudieron escuchar una voz de alarma unos metros más allá. La sonrisa de Cowell desapareció de inmediato. Con bastante más celeridad de lo que aparentaba, preparó sus armas mientras observaba a sus dos compañeros. Debían hacer frente a los orcos, y sobre todo poner a salvo a la familia.

- Inx, no creo que quepamos los tres ahí dentro. Tal vez Mél. Pero prefiero alejar a los orcos de la carreta, debemos evitar que lleguen hasta aquí. No podemos permitir que se acerquen

De forma instintiva, llevó la mano al enorme símbolo que colgaba sobre las anillas de su peto. Acto seguido, terminó de colocarse los guanteletes, sin poder evitar una nueva sonrisa al escuchar al peculiar monje.

- Lo dudo mucho, mi buen amigo gnomo. Habrá que dejar los espectáculos para más adelante. Como dijo El Padre de Todos en una revelación a uno de los sacerdotes de mi clan, la desconfianza es la madre de la seguridad.

Una vez preparado, con el martillo en una mano y el escudo en la otra, se colocó frente a la carreta, listo para mandarle unas cuantas almas a Gruumsh.

Evaluando con ojo crítico la carreta, Inx se sonrojaría si pudiera; está claro que él solo haría jirones la tela que cubre la carreta debido a su tamaño.

- Sea esa la voluntad de Tyr, entonces. Recibamos a esos orcos como se merecen.

Avanzando unos pasos a la altura de su colega enano, se planta, martillo de nuevo al hombro, escudo en la otra mano.

Comprobó la reacción generada por la noticia. -Lo mejor será que os guarezcáis en el carromato vosotros. Mientras el resto intentamos hacer frente a esos asaltantes.- Dijo a la familia de campesinos.

Acto seguido, se situó oculto y con el arco listo tras una de las carretas. De forma que ésta quedase entre él y la dirección en la que venían sus enemigos.

Turno 2.

El explorador surge entre los arces y los olmos, y pone sobre aviso a todo el mundo con una voz. Han pasado unos momentos desde que echó a correr en el otro extremo de la fraga, y ahora en el camino hay dos grupos diferenciados; uno, formado por las cuatro carretas de mercancías y los dos guardias que las defienden, y otro formado por la carreta de feria en la que van sentados Ruby y el juglar Eliseo, y el nuevo grupo que acaba de alcanzarla; la familia de campesinos, Inx, Mélkavic y Cowell.

Sabiendo que las pesadas carretas de mercancía tiradas por percherones no pueden superar en velocidad a los orcos, el maestro de caravana ordena parar, y podéis ver más adelante como los dos guardas y una decena de mercaderes de camino bajan echando mano a las armas, sabiendo que con una partida de orcos lo que resta es combatir o morir.

Mientras, el explorador da una carrera saliendo del bosque y se une al segundo grupo. Inx propone meterse bajo la lona de la pequeña carreta de los campesinos, pero un vistazo a la cantidad de cachibaches que contiene, (parece que están haciendo mudanza), le hace desechar la idea. Cowell, que jugaba con el Myka, el hijo de la familia, da algunos pasos hacia el bosque tomando su martillo de guerra, y el dracónido no tarda en colocarse a su lado, entre el bosque y el camino.

Desde el bosque, los orcos parecen haber oído el aviso de Devan, y se escuchan rugidos, gritos de guerra y risas enloquecidas, mezclados con sonidos porcinos y ruido de carrera. Mélkavic permanece sobre el lateral de la carreta, esperando el momento para poder bajar de un salto, (no necesitarás tirada alguna, ya que la carreta no es muy alta, pero el movimiento de bajada se considera terreno difícil y cuesta 10 pies. Los ataques cuerpo a cuerpo que realices sobre la pequeña carreta tendrán Ventaja, ya que estás en terreno más alto). El padre de la familia de campesinos coge a su hijo en brazos, y junto a su mujer corren hacia las colinas, en dirección contraria a los sonidos de los orcos.

(Sigue...)

"¡Pero papá!, ¡yo también quiero luchá!", dice Myka rebotando en los brazos de su barbudo padre. "¡Cowe me necesita para ganá la pulea!", sigue exclamando sin que nadie le haga mucho caso, agitando la rama en su pequeña mano.

(Sigue...)

Mientras Ruby suelta las riendas de la carreta, el juglar se ríe de sus ocurrencias, hasta que los gritos de los orcos llegan a sus oídos. "Oh... ¡no os preocupéis, dulce Ruby!, ¡yo os protegeré de esas bestias inmundas!", afirma sacando una daga de su elaborado cinturón. Sin embargo, al escuchar la perorata del gnomo, algo más abajo, alza una ceja. "¿New Age?. Por Tímora, ¿qué significa New Age?. ¡Un maestro de las palabras como yo no puede vivir sin conocer su significado!. Esperad un momento, mi bella bailarina, mientras consulto la enciclopedia de la Sabiduría del maestro Volo que atesoro en el interior de mi carromato".

Dicho esto, el valiente juglar se mete por la puerta que hay junto al pescante, y se puede escuchar en su interior cómo se cierra el pestillo, seguramente para conseguir la tranquilidad que requiere la tarea de consultar tan prestigioso volumen. (Que, por cierto, hasta ahora la gitana no había visto ni por asomo).

(Sigue...)
 

Podéis ver cómo, de repente, un nutrido grupo de orcos surge del bosque más adelante, cargando contra los temblorosos defensores. Tras varias flechas y jabalinas que vuelan por el aire, la masa de pieles verdes se estrella contra ellos causando una ruidosa barahúnda, y podéis ver sangre y heridas en ambos bandos. Sin embargo no tenéis mucho tiempo para pensar en ello, ya que en seguida un segundo grupo, menos numeroso, sale del bosque cargando contra vosotros.

Dos orcos y tres bestias porcinas dotadas con enormes y amenazantes colmillos surgen de la espesura de la fraga. En principio no hubierais creído que pudieran llegar a vosotros en un asalto, pero tanto los jabalíes como los orcos corren de forma endemoniada, gruñando y gritando, de forma que los tendréis aquí en un asalto.

Si ganáis la iniciativa y tenéis armas a distancia en las manos, (o las sacais), podéis disparar antes de que lleguen. Los que están adelantados, (Inx y Cowell), pueden frenar a dos atacantes cada uno. (a menos que quieran exponerse a un ataque de oportunidad), lo cual dejaría a uno libre para que se lanzara sobre Mélkavic, Rudy o Devan.

Por favor, describid vuestra acción. Comienza el combate.
 

¡¿Pero qué?!-Mélkavic se indignó todo-Se dice pelea o pulla, pero no pulea. Pulea no existe, niño.

En realidad, pulea eran los colgajos de piel caída que quedaban tras regenerar en los testículos heridos de troll. Mélkavic era consciente de ello, venía en el diccionario panfaerunio gnomo, como un salvajismo. Es decir, un vocablo introducido en el idioma proveniente de tribus salvajes. Retirado en tiras, se puede freír como si fuese panceta. Pero no te vas a poner a explicar a un niño lo que es la pulea si tienes que utilizar palabras malsonantes como testículos de troll.

Ya con los infinitivos sin erre final, Mélkavic era más tolerante. Un simple dialectalismo, un habla relajada. No tenía mayor importancia, y eso no le iba a amargar el espectáculo. Se centró en las cuatro caravanas, y lo que ocurría allí. Era extraño que formase parte del espectáculo cuando estaban tan lejos de la carreta de potenciales espectadores.

Por otro lado, el extraño comportamiento de Eliseo le reafirmaba en su escepticismo. ¿Quién se iba a poner a consultar New Age en una enciclopedia en medio de un ataque orco, en lugar de esconderse asustado? Eso era de mal guión. Por cierto, ninguna colección se puede comparar a la "enciclopedia general gnoma del presente, pasado, futuro", y Volo no le sonaba a Mélkavic como ningún académico de referencia. Otro apunte más: New Age es el nombre y apellido de un escéntrico director teatral que está muy en boga últimamente en los círculos artísticos de Aguasprofundas. En opinión de Sabelotodo, New Age solo crea basura para Snobs. Y para terminar, Snobs es un reputado mercader y mecenas de Aguasprofundas con el gusto en el culo. Por eso no te vas a poner a explicar quién es New Age a Eliseo con un niño delante: sin usar la palabra culo, no hay manera de definirlo correctamente.

En cualquier caso, cabe la posibilidad de que el ataque orco a Eliseo y Ruby sea un espectáculo a lo New Age y el ataque orco de más adelante sea real. En tal caso, el deber cívico de Mélkavic le obliga a acortar lo máxímo posible la función para que los crédulos Inx y Corwell vayan a ayudar a los que en verdad tienen apuros. Apuros reales. Y no hay nadie que sepa más de realidad y ficción que un gnomo del bosque, y sus populares ilusiones.

Abandonó su puesto en el lateral del carro para avanzar un poco y focalizó su mente en uno de los arbustos del bosque.

Grrrrrrr... grrrrr... ¡Auuuuuuuuuuuu!

Bueno... Eso debería ser suficiente para ahuyentar a los jabalíes, cuyo depredador natural es el lobo. La otra opción era espantar a los orcos recitando un poema de Roiges Anfterkpank, que eso de la cultura les hace poner los pies en polvorosa. Pero Mélkavic solo podía usar su poder con un sonido a la vez y la opción de un gran y único rugido de dragón para espantar tanto a cerdos como a orcos puercos podría desconcertar al aliado enano. También al draconiano, si por un casual Inx lo confundía con un berrido de apareamiento.

Observo atónita como Eliseo se mete en el interior de la carreta y echa el pestillo. Escupo al suelo disgustada - Maldito juglar. Cómo se supone que vas a protegerme encerrado y con un libro como arma! Sal ahora mismo! - le grito y doy dos puñetazos a la puerta, para mostrar mi enfado.

En ese momento aparece en escena el enemigo. Un nutrido grupo de orcos se dirige hacia la caravana más adelantada, mientras que otro grupo más pequeño avanza en nuestra dirección. Rápidamente echo mano al saquito de cuero que llevo colgado del cinturón. Uña de águila, no. Escama de pez tampoco. Pata de araña... aquí está. Saco un objeto pequeño y redondo, un ojo de tritón petrificado, de la bolsa de componentes y miro a través de él a uno de los orcos que se nos viene encima. - Cigány átok ügyességi - tras recitar las palabras, noto cómo la energía fluye a través del ojo petrificado hacia el orco. Satisfecha con el resultado, guardo el objeto en de nuevo en la bolsa y, sin bajarme de la carreta, cojo la ballesta que llevaba a mis pies. Cargo un virote rápidamente, apunto al mismo orco y aprieto el gatillo...

Inx observa alrededor, meditando cómo recibir a los orcos... lo mejor será guardar la posición para defender al máximo a la gente que hay detrás. Al escuchar el lobo sabe que el gnomo está usando una de sus ilusiones. Muy astuto, como siempre. Su compañero es un poco excéntrico, pero mejor aliado de lo que sus enemigos acostumbran a suponer, para desgracia suya. Así que por si acaso eso frena a los orcos, el dracónido decide usar tambén una táctica lejana...

Inspira lentamente... sabe que los que hay a su alrededor notarán su vello erizarse. Es una idea que le divierte; a él no le pasa, porque tiene la piel escamosa, y su naturaleza broncínea convive con la electricidad. Pero eso pondrá sobre aviso a Cowell para que no se ponga por delante de él. Su concentración continúa, mientras un cosquilleo empieza a subir por su garganta, y pequeños pellizcos en la boca le indican que los arcos eléctricos se están preparando.

Acercaros, orcos, acercaros...

Guarecido tras el carro, apunta cuidadosamente hacia la dirección en la que vino corriendo. Como sabía, los enemigos no tardaron en aparecer tras sus pasos.

Soltó sus dedos acariciando la cuerda del arco, logrando impactar en el orco que había salido en segundo lugar. Ya que unos instantes antes, la exótica mujer había casi sentenciado al primero con ayuda de sus habilidades arcanas. La flecha voló certera hacia el cuello del humanoide, desgarrando tejido, tendones y vasos sanguíneos. Haciendo que el rival quedase a las puertas del otro barrio.