Partida Rol por web

Al fin parece que el grupo ha conseguido esquivar a los perseguidores. 

Richard tiene un nuevo estampado de armas en varias partes de su piel. Nirameth, Maria y la familia parecen agotados y les cuesta respirar. La madre y el hijo, además, miran incrédulos hacía su alrededor, como si aquello fuese un sueño y en cualquier momento fuese a volver Sweet Lust para acabar con ellos. 

Después de dar tantas vueltas dentro del territorio de Sweet Lust está claro que no han acabado en el lugar por donde comenzaron. El territorio de Sweet Lust les queda hacía el oeste. Hacía el este esta el muro que rodea uno de las bases de Cele dentro de los suburbios, allí donde se guarda el gran deposito de agua. Rodeando está zona de alta seguridad por arriba se puede llegar a la zona oscura, aunque habría que tomar una paseada bastante larga por el desierto. Si se rodea el muro por abajo se puede llegar hasta la zona de los suburbios donde han ocurrido los disturbios. En cualquier caso mantenerse muy cerca del muro es peligroso, y eso es perfectamente visible observando a los robots que patrullan encima de él. 

Por la posición del sol parece que ya es medio-día, así en cualquier caso el agotamiento no se va a poder solucionar sin un buen descanso. 

-Bueno, ¿y ahora qué? (intenta retomar el aliento entre jadeos). Por nuestro bien, (pausa para respirar), espero que sepas moverte por Cele, Richard. ¿Qué hacemos?

-Sé moverme por Cele... Pero en este estado...- dice, cansado. Camina con cansancio, dificultad, cada paso le pesa, huellas de peso en el piso de arena.

-... No hay tiempo para llegar allí, y la guardia es alta... Sería recomendable encontrar un punto donde descansar...-, cierra los ojos, caminando, -... Mi taller está demasiado lejos...-

Se detiene unos momentos y luego suspira. -... Busquemos algún lugar abandonado y refugiemosnos allí...-

-Deberíamos ir a un lugar seguro para que te trataran esas heridas, un sitio donde nadie hiciera preguntas... Ya me entiendes. Heridos por allí, tullidos por allá, todo el mundo los mira pero nadie hace nada.

-No, no... Me encargaré yo mismo.-, niega un poco, caminando lento. Y dicho esto, se dispone a examinar posibles refugios cercanos, revisando el área.

Maria supervisa a Richard desde lejos dudosa de que pueda sanarse sus heridas, pero en vista de que parece subsistir muy bien, no le da mucho más importancia aunque se extraña.

-Deberíamos intentar contactar con los otros... ¿Alguna sugerencia por dónde empezar?

-Lo primordial es recuperarnos... Secundariamente, planearemos un método de contacto: Sabemos sus planes, por lo tanto podremos diseñar una ruta que maximice nuestras chances de re-encontrarnos con ellos...-

Durante la conversación la madre y su hijo solo observaron a Richard y Maria. Nirameth, por su parte, se mantuvó detrás de Maria, apoyada por el cansancio. 

Cuando comienzan a caminar tardan un tiempo hasta encontrar lo que podría ser un refugio. Son un par de cajas que hacen las de muro y un toldo desgastado aguantado con un par de barras de metal. Sirve lo justo para refugiarse del viento y está bastante alejado de cualquier lugar (Equidistante del muro y del territorio de Sweet Lust). Si bien el suelo sigue siendo de arena, parece bastante llano. 

Durante el descanso, lo más seguro es que Maria hable con Nirameth sobre cómo están las cosas. Seguramente, no dirijirá palabra contra la madre y el hijo y no intentará prestarles apoyo psicológico a no ser que estos se dirijan contra ella expresamente. Sobre Richard, sabiendo que está bien, no conversará más allá de lo necesario aunque de vez en cuando lo mirará de reojo para asegurarse de que no cae al suelo desmayado presa de sus heridas.

Richard sí que ha intentado hablar un poco con la mujer y el niño. Les ha intentado concelar por la muerte del hombre de la familia, pedirles disculpas por no haber actuado antes.

Una vez están descansados, Richard propone que quizás podrían ir a su taller. Explica que se encuentra aproximadamente medio día de distancia, pero que estarán a salvo allí y podrán intentar encargarse de las heridas que tengan.

Si bien los agradecimientos de la mujer y su hijo brillan por su ausencia, también es cierto que parecen dolidos y hundidos por la muerte de su pariente. Cuando parece que el grupo se prepara por fin para llegar hasta la zona oscura, la madre y su hijo se niegan a volver hacía los suburbios y optan por intentar entrar en Cele disuadiendo a la vigilancia que guarda el muro que protege las instalaciones que rodean el deposito de agua. Pese a la insistencia de Richard el grupo se separa, por lo que él, Nirameth y Maria comienzan su viaje por el desierto dirección a la zona oscura. 

A pesar del caos que eran los suburbios, por esa zona la tranquilidad es mayor. De vez en cuando ven algún aparato volador o nave, del que procuran esconderse, pero en general no parece que por allí suela pasar la gente (Al menos no se pueden perder teniendo como punto de referencia Cele). Pasan por la antigua entrada por tierra a Cele, totalmente cerrada y sellada. Richard le puede explicar a Maria que esa entrada fue sellada hace tiempo, tras los años de ataques armados de bandas a los vehículos de transporte que entraban por allí. A pesar de eso la zona sigue vigilada, por lo que Richard y Maria optan por rodearla lo mejor que pueden. 

Tras un cansado y lento viaje por el desierto parece que encuentran el mejor punto por el que entrar a través del vertedero. Si bien no un buen lugar para pasear, si que lo es para pasar desapercibidos. Uno vez atravesado el vertedero pueden llegar hasta la zona oscura. 

Una vez en la zona oscura Maria puede darse cuenta de que la atmosfera de ese lugar es muy diferente a la del resto de los suburbios. Si bien el cambio más evidente es que las casas en vez de parecer improvisadas son construidas y el suelo está cubierto de adoquines, se puede notar que hay algo más. Hay un silencio que incomoda en ese lugar, y las paredes parece que tengan ojos. La arquitectura recuerda a la de Coenn, pero mucho más rudimentaria. 

Richard guía a Maria a través de la calles ya conocidas hasta llegar al local del que es dueño.

Al ver las casas, Maria no puede evitar recordar cierta nostalgia de tiempos mejores. Una extraña sensación le recorre el vientre pero sigue avanzando junto al grupo.

-Cuando dije que nos convenía ir a un lugar donde no nos hicieran preguntas no me refería a esto... El silencio de este lugar da grima. Pero bueno, el sitio parace agradable. ¿Estaremos seguros aquí Richard?

-Sí, es seguro aquí, tranquila. Aquí trabajo, me conocen por la zona. He hecho favores a muchas personas, algunas más importantes que otras, nadie de por aquí pretenderá nada contra nosotros.-, explica Richard mientras abre una reforzada cortina metálica (típica de negocios) y luego una puerta normal de tienda, entrando a lo que parece un local modesto.

Dentro hay tres hileras de estanterías con diversos aparatos electrónicos, piezas y similares. Al final de la sala, de tamaño normal para un local como este, puede encontrarse un escritorio largo repleto de herramientas. Enciende la luces, el lugar está bastante pulcro y metódicamente ordenado.

Richard cierra la puerta tras los dos. -¿Prefieres que baje la cortina?-, refiriendose a la metálica que cubría la entrada. -... Quizás necesite un poco de ayuda para curar mis heridas...-

-Como quieras, pero toda seguridad es poca. Mejor pasemos desapercibidos.

Maria echa un vistazo rápido a Richard y a su alrededor, como intentando visualizar el material con el que se va a tratar este.

-¿Ya lo tienes todo para empezar con los primeros auxilios? 

Richard asegura la zona y mantiene las luces tenues para que no se note desde fuera. Enciende el precario sistema de alarmas que ha instalado en el edificio (quizás sensores de movimiento alrededor del edificio, quizás alguna camara que cumpla la misma función) para que no les den sorpresas y se sienta, suspirando.

-... Bien... No llego a mi espalda con los brazos. Necesitaré tu ayuda con eso.-

Se sienta en su escritorio y saca una caja de metal, tomando herramientas... Soldadoras, piezas de metal...

-Te mostraré el proceso con uno de los agujeros del pecho... Espero puedas imitarlo con el hombro y la espalda.-

Y así se quita la chaqueta azulada, en el pecho tiene varios agujeros sobre la piel. Lo siguiente sería... Raro. Parece utilizar pinzas para sacar las balas de dentro, frunciendo el ceño ante la incomodidad de meterse algo en el cuerpo... Y luego cubrir el agujero con algún tipo de metal, y recubrirlo de silicona que parecería pegarse al resto de su piel. Raro.

Maria coge las pinzas y/o herramientas que le proporciona Richard e intenta proceder a la extracción de las balas. Cuando está a punto de hurgar en la herida, resalta a la vista de que la carne de Richard es... ''diferente'' y que donde está la herida en realidad hay metal.

-Estoooo... ¿Quién eres? ¿Qué se supone que eres de verdad? 

Richard se gira un poco, mirando a María. Parece un poco sorprendido de que le pregunte eso, aunque tras unos momentos niega un poco y le dedica una pequeña sonrisa.

-Me llamo Richard Wright, y... Soy una persona.-, asiente suavemente. -Soy el segundo hijo de Thomas Wright, pero dudo que hayas escuchado de él. De todos modos, es un gran hombre.-

Él suelta algún pequeño quejido ante las cosas que hace María, no le es del todo cómodo. -Si preguntas si soy humano, lo soy en lo que importa: El corazón, la voluntad.-

-¿Y que hay acerca de la cáscara que envuelve al corazón y la voluntad?- dice Maria mientras hurga en las heridas de Richard como si esperara encontrar algún atisbo de dolor en este.

-Bueno, en realidad no sé si quiero saberlo. Todos tenemos secretos, así que mejor olvida lo que te he dicho.

-Ngh... Más cuidado...-, murmura, poniendose tenso cuando se pone a hurgar así, incluso tiene algún que otro pequeño espasmo de dolor, pero definitivamente resiste bastante.

-... Tienes derecho a saberlo, de todos modos.-, comenta tras recuperar la compostura, suspira un poco, -Solo me resulta... Un tanto incómodo.-.

Finalmente le mira: -Me han creado, mi padre para ser exactos, pero no soy como esas máquinas de Cele... No soy un robot.-, se lleva la mano a la cara, frotandosela un poco y cerrando los ojos, definitivamente incómodo. -... Supongo que podrías llamrme un androide si quisieses, pero...-, parece no gustar de referirse a si mismo como tal.

Maria se tambalea al enterarse de la noticia pero se mantiene en el sitio. Está sorprendida ante la revelación de Richard pero no se extraña, al fin y al cabo, están en Cele, capital de la tecnología donde los robots abundan por doquier.

-Pero entonces... ¿Cómo es que sientes dolor? ¿De verdad eres un androide...? ¿O tal vez eres un cyborg? De todas formas, esto no cambia nada. Espero que podamos proseguir con el plan original.