Partida Rol por web

Joder, joder, joder…- maldije una y otra vez, pues las cosas se estaban poniendo cada vez peor, Francisco no duraría mucho de seguir así, y aunque seguía de pie, la última granada había explotado demasiado cerca como para que estuviese bien.

¿Sigues conmigo Foxtrot?- le pregunté preocupado -Resiste, que ya casi los tenemos- le dije, intentando que no se diese por vencido -Tú cúbrete, deja que yo me encargue de esos bastardos- añadí mientras fijaba la mira en el malnacido que había tirado la última granada.

El maldito chino estaba bien cubierto, y apenas se asomaba, por lo que darle iba a ser difícil… pero no imposible. Así que aguardé por el momento preciso, y en el momento en el que su cabeza se asomó tan solo un poco más de lo usual y por un segundo más de lo habitual, una nueva bala salió directa hacia él.

Francisco tosió recuperándose de la explosión y sintió el sabor de la sangre en los labios. No solo le habían disparado, sino que… ¡Aquel bastardo le había lanzado una jodida granada!

Aturdido y con un ligero pitido de oídos, Francisco se incorporó del suelo pero quedándose agazapado para que aquellos hijos de puta no lo vieran. El destino del confidente seguía sin importarle un carajo, (El único mafioso bueno era el mafioso muerto) pero la estampa del niño llamando a su padre con aquellos gritos horrorizados, hizo mella en el duro e intransigente corazón del empresario.

No le dio lastima en sí, le hizo enojarse como pocas veces en su vida. Aquellos bastardos habían firmado su sentencia de muerte. Una muerte que se encargaría de que fuera lenta y dolorosa…

   - Negativo Ápex.- Susurró a través del comunicador.- Voy a flanquear a esos cabrones, tu mantenlos ocupados y no dejes que se acerquen al niño y su padre.-

Dicho aquello, aferró la escopeta con fuerza y manteniéndose agachado para que los chinos parapetados no pudieran verle, comenzó a correr sigiloso hacia la esquina oeste del edificio.

El disparo de Ángel golpea con violencia el casco del chino, que de nuevo cae al suelo malherido y gruñendo.

Se oyen gritos de órdenes de un chino a otro, que ha de repetirla dos veces más, (la tercera vez realmente cabreado), mientras Francisco gira la esquina casi gateando, con la esperanza de que no le vean.

El chino que acaba de disparar a la cabeza se ha tirado al suelo, contando con que Ángel estaria a la altura del suelo, y empieza a arrastrarse hacia el interior. El otro chino de al lado de la ventana hace lo mismo, pero de pie.

En el sitio de donde disparaban a Francisco, tras los gritos, un acojonado chino con MP5 avanza hacia la ventana por donde colaron la granada, esperando poder rematar a Francisco.

Uno de los chinos previamente heridos por la granada se aleja con una pierna renqueando, dando la espalda a Francisco.

Recibido, yo me encargo- le dije a Francisco, rezando porque aquello saliese bien. La granada debía haberle hecho daño por mucho que intentase que no se le notase en la voz, y no sabía si estaba en condiciones de intentar flanquear a los chinos por su cuenta… pero tampoco es que pudiese hacer mucho para impedírselo.

Un chino en la cafetería hacia donde están… es mío- le informé, observando a través de la mira el rostro de aquel malnacido. Estaba mirando hacia todos lados, evidentemente aterrorizado ante la posibilidad de que acabase con el cerebro desparramado por los suelos como sus compañeros… así que antes de que pudiese llegar a la ventana, me aseguré de cumplir sus expectativas -Uno menos… quedan al menos tres que yo vea- le dije -Dos donde te reuniste con el chino, otro en el Hall, junto a la puerta de la cafetería- añadí.

Habiendo cogido un MP5 de los muertos que había encontrado por el camino. Francisco se parapetó en la ventana que había al lado de la puerta principal de la estación, y después de echar un rápido vistazo a su interior, se concentró y disparó una rápida tanda de tiros con el subfusil.

Su primer objetivo, fue el chino que estaba huyendo por la carretera, pero de nuevo falló estrepitosamente. Sin embargo, no podía pararse a maldecir su pésima suerte, así que pivotando sobre sí, giró el arma y apuntó a la pierna del otro enemigo con casco apretando el gatillo y esta vez si, impactándole.

Otro balazo revienta la cabeza del soldado que se adentró en las antiguas oficinas intentando rematar a Francisco, lo que dejó claro que ese punto estaba cubierto por el francotirador. 

Francisco aparece por el costado disparando a un tipo que logra salvarse de milagro, y hace caer al suelo a uno de los soldados bien equipados, baleándole las piernas con la MP5

En respuesta, los dos élites que habían sido alcanzados en el casco disparan a Francisco con las M4, usnado ráfagas cortas. Una bala impacta en el chaleco, empeorando el estado del empresario. Otras cuantas balas de 9mm consiguen acertar, sin mayores consecuencias. A ésas alturas, el chaleco parece engarzado por varias decenas de balas de pequeño calibre incrustadas en el kevlar.

El chino herido huye hacia los matorrales, y el soldado de la pierna destrozada se arrastra hacia la oficina. Los otros dos élites, con la cabeza bien golpeada, toman posiciones, al igual que los dos chinos de MP5, que corren a cubrirse.

Un chino huye hacia los matorrales renqueando, sin que parezca que pretenda emboscar a Francisco, simplemente... huir. El soldado al que acaban de destrozarle la pierna se arrastra a dentro de la oficina, pegado al suelo, creyendo que eso le evitará los disparos del francotirador.

Para unos cuantos de ellos hay un ángulo bastante malo de disparo, pero aún puede alcanzarles.

Ignorando al chino que corría hacia los matorrales, pues al parecer estaba más preocupado por salir de allí con vida que con flanquear a Francisco, centré la mira en la estación, observando el interior a través de las ventanas.

Dos tumbados en el preandén, dos más entrando en la cafetería, uno de ellos arrastrándose- informé a Francisco, centrando mi atención en ese último, que a juzgar por la sangre en sus pantalones, había recibido varios disparos de Francisco.

Quédate ahí tumbado- pensé mientras me tomaba mi tiempo para asegurar el tiro antes de enviar una bala directa a su cabeza.

La situación se estaba poniendo peliaguda, y aunque Francisco estaba hecho polvo, estaba claro que los chinos no lo estaban pasando mejor.

En otras circunstancias le abría importado un carajo y se los habría cargado a todos sin rechistar, pero dada la situación, necesitaría estar mas o menos entero para poder ir a recuperar los explosivos, así que no perdía nada por probar de solucionar el tema sin necesidad de mas disparos.

   - Eh, los de ahí dentro!!!- Exclamó con tono amenazante.- Estáis rodeados y bien jodidos. No podéis escapar de mi y de mis compañeros francotiradores, pero aun podéis salvaros de una forma y salir vivos de este lugar de mierda. Rendiros y os dejaremos vivir. Resistiros y acabaremos con todos y cada uno de vosotros. La decisión es vuestra.-

El soldado al que acaba de disparar Ángel al casco está muerto o inconsciente en la oficinam tirado en el suelo y desangrándose por las piernas.

Dos voces hablan y chapurrean algo en castellano y chino. Uno de los que van armados con MP5, el que estaba en el preandén, sale corriendo hacia el norte, en dirección al primer lugar del que vinieron, los matorrales. Los dos soldados, bastante aturdidos por los balazos en los cascos, apenas atinan a ponerse en pie, aún sospechando un truco. El otro tipo del MP5 se mantiene como sus compañeros de más rango, suspicaz ante la posibilidad de que pueda tratarse de un truco.

Ahora que las balas han cesado, puede oírse al niño sollozar y hablar en chino, probablemente a su padre malherido.

   - Vigílalos y déjalos marchar.- Susurró a Ángel por el comunicador.- Si ves que hacen cualquier acción violenta cárgatelos. Yo de mientras voy a ver qué tal está nuestro amigo…-

Moviéndose en silencio y sin dejarse ver, Francisco se aproximó a la posición donde estaban el contacto y su hijo.

¿Estás seguro?- le pregunté a Francisco -Apenas queda alguno en condiciones, podría encargarme de ellos en cuanto se alejen de la cobertura- le dije sin dejar de apuntar al grupo de los tres chinos que se alejaban.

Francisco llegó junto al contacto. El niño lo estaba abrazando, y parecía inconsciente, Francisco no era nada hábil en asuntos médicos como para juzgar su estado o si debían moverlo, y además no estaba en condiciones, tampoco, de juzgarlo*. Afortunadamente, el médico del grupo estaba a apenas ciento cuarenta metros.

El niño empezó a dejar de hablar en chino y miró a Francisco con los ojos llorosos. Acababa de guardar el móvil de su padre en sus pantalones.
Por favor... tenemos que salir de aquí... Él no es malo, quería salir de la 'Comunidad'....**

   - No tenemos tiempo de jugar con ellos.- Respondió a Ángel.- Y ademas les he dado mi palabra de que no los convertiríamos en fosfatina. Ahora tenemos que centrarnos en llevarnos al contacto y a su hijo y encontrar el sitio donde están las bombas antes de que lo cambien de lugar. Limítate a mantenerlos vigilados y ves llamando a Xavier, necesitamos que pongan a salvo al abogado y su familia antes de que Fu Manchu se entere de toda esta mierda y quiera cargárserlos.-

Aproximándose al chaval, no había que ser un experto medico para darse cuenta de que el tipo estaba bien jodido. Tendría que sacarlo de allí a la vieja usanza.

   - No te preocupes chico.- Le dijo al muchacho con voz calmada.- Vamos a llevaros a un lugar seguro y a curar a tu padre.-

Agachándose, agarró al hombre y lo levantó del suelo, llevando siempre sus armas a mano por si era necesario disparar contra algún chino envalentonado. Caminando tan rápido como podía, se dirigió hacia el coche del contacto.

Ángel pudo ver cómo los chinos se retiraban, dejando un buen montón de muertos y un herido grave. Francisco llegó al coche con el contacto, al que tumbó en el asiento trasero, con el niño al lado.

No solo había que avisar al equipo, si no trazar un plan para todo aquello... y sacarle la información que se pudiera al niño, por si su padre no lo contaba, o tardaba en recomponerse un tiempo que no tenían disponible...