Partida Rol por web

McQueen salió disparado hacia el laboratorio, una vez esquivó la llamarada de Thalassa, olvidándose de ella, del doctor y de todo cuanto no fuese conseguir a más de los suyos para enfrentarse a su peor enemigo.

Victoria se abalanzó sobre la mujer inmovilizándola. 

Eso... eso intento, sargento, eso intento.

Victoria le dio un golpe con la cabeza, el lanzallamas se interponía entre ambas, aunque, no contenta con ello, le proporcionó otro golpe puñetazo en el rostro, observando como un hilo de sangre emanaba de sus labios y nariz.

¡Joder, espero que en un futuro una organización de reliquias te contrate! ¡Deja que haga mi trabajo, joder, humana!

Así pues, desprendió una parte de su cuerpo, una vez que le abrió la boca, y dejó que esta cayese al vacío por su esófago. 

Tras indicar a mis dos compañeros que adoptasen el camuflaje, comenzamos a avanzar a través de la base, desplazándonos con una ligera seguridad al no poder ser percibidos a simple vista por los ojos humanos.

Nuestros sensores detectaban que la entrada del exterior estaba bloqueada por un desprendimiento de piedras, por lo que era poco probable que nuestra presa hubiera huido en esa dirección, aunque por suerte eso también implicaba que no había podido escapar por aquella entrada.

Conociendo de antemano los planos de la base gracias a nuestros sensores, decidí que nos dirigiríamos directos a lo que parecía ser una bahía para transportes acuáticos de los humanos*. Si había alguna posibilidad de escapar, tal vez nuestra presa habría intentado moverse hacia allí.

Su plan había funcionado. No sabía muy bien como. Ahora, caminando por el techo, uno de esos dos hombres había ascendido a algo superior. Observar la cara de terror de su compañero fue, ciertamente, fascinante. Brochard se dio cuenta entonces de como tenía el poder para cambiarlo todo. Para transformar a sucios hombres en seres maravillosos.

Aprovechando el desconcierto, el doctor dio un par de pasos atrás, acercándose a la escotilla. Lo más seguro es que el tipo del lanzabengalas disparara, y no quería estar cerca cuando pasara. Se acercó al mismo lugar por el que entró, caminando de espaldas y sin decir palabra. Ya no había nada más que dialogar.

Sin embargo, algo le preocupaba. Había escuchado un fuerte ruido más allá del fuselaje, un estruendo que hizo que hielo de desprendiera y las galerías resonaran con eco. Aquello le paralizó por un momento, trayendole memorias que no creía poseer. ¿Que era ese estruendo? ¿Y por qué le embargaba una inquietante sensación de miedo? Creía haber dejado atrás su parte humana más débil, pero parecía ser que no. Había algo más peligroso que el allí dentro. Podía sentirlo.

Comenzó a accionar la manivela de la escotilla. Debía reunirse con el resto. Sólo así tendrían alguna posibildiad.

Al ver a su compañero transformado, el otro noruego se olvidó completamente de Brochard y disparó su bengala directamene a la cabeza de aquel, haciendo que éste estallara en mil pedazos que se esparcieron por toda la sala y lanzando restos de pólvora, tanto a él como a Brochard, siendo además empujados por la onda expansiva.

Brochard, que había intentado llegar a la escotilla, había regresado de nuevo al suelo y a su lado estaba ahora el noruego, visiblemente herido y dolorido... y sin arma alguna.

Victoria lo había hecho... otra vez. La pequeña porción de ella misma que se había introducido en el cuerpo de Thalassa, no tardó en provocar su efecto. Su capacidad para infectar otros organismos era casi ilimitada, y mientras contemplaba con satisfacción su nueva obra, que lentamente se iba creando entre agonizantes gritos de dolor, hasta que minutos más tarde, una nueva Thalassa se levantaba, consciente de la nueva "hermandad" de la cual formaba parte.

Debemos movernos rápido. Si están aquí, no esperarán. Nos darán caza con rapidez. Ahora mismo podrían ya estar en camino -dijo la nueva Thalassa.

Mientras el sargento ha ido por más compañeros, nosotros deberíamos buscar una forma de salir de aquí.

A duras penas me reponía de aquella sensación infernal, ya no sabía exactamente si seguía siendo yo, o qué diablos me había pasado, poco a poco fui comprendiéndolo. Luego de las palabras miro hacia arriba y puedo ver como un gran objeto desciende, algo en mi sabia de que se trataba, pero no lo tenía seguro.

Me levanto y lo primero que observo es a Victoria peleándose con Thalassa, era caso perdido, ahora nosotros teníamos el control de este lugar, aunque de alguna manera bien dicho el teníamos, porque aquellas cosas que se aproximaban no eran tan pacificas como se quisiera. Pasamos de cazar a ser cazados.

Asiento ante las palabras de la nueva integrante del grupo, era hora de buscar refugio o morir luchando.

Avanzasteis por el pasadizo en estado camuflado, sin encontrar nada a vuestro paso. Aquello parecía desierto, como si nadie hubiese pasado por allí, aunque vuestro escáner de infrarrojos os permitió distinguir, no solo un resto de movimiento, sino también sangre y otros restos orgánicos en puntos concretos. Sobre todo, al llegar a una bifurcación.

Fue en ese momento que llegó corriendo un humanoide, pero cuya temperatura era mucho más alta de lo habitual.

Sin duda alguna, era una cosa, un O'kaintakan o "copiador", y lo teníais ya casi al alcance.

McQueen se movió a toda velocidad por el pasillo, pasando por delante de la sala de calderas y dirigiéndose directamente hacia el pasillo que conducía a los laboratorios.

El lugar estaba vacío, en apariencia al menos, y silencioso, pero a medida que fue acercándose, inconscientemente, fue disminuyendo su velocidad.

¿Nos encaminamos? -comentó Victosa encogiéndose de brazos. Un escalofrío le recorrió la Espina Dorsal al mirar hacia el techo helado.

Veo a aquel O'Kaintakan corriendo en nuestra dirección y le hago un gesto a mis dos compañeros, levantando el puño derecho para indicarles que permanezcan preparados para disparar.

Dirijo la mirada hacia el copiador y decido activar la Sivk'va-tai, mi arma de plasma, apuntando directamente al copiador que avanza en nuestra dirección. Aguardo un segundo, asegurándome de que no es uno de esos débiles humanos, huyendo como siempre hacen. No, no hay duda. A juzgar por la temperatura de su cuerpo, solo puede ser una de esas peligrosas criaturas cambiantes.

Abro el puño, indicando a mis compañeros que es la señal para abrir fuego y disparo la Sivk'vai-tai contra aquella criatura que está avanzando en nuestra dirección.

McQueen intentaba ir lo más rápido posible. Sabía que era cuestión de vida o muerte, tenían a un cazador o a varios, cerca y no se detendrían hasta acabar con ellos, o ellos con los cazadores.

Cuantos más seamos más posibilidades tendremos

Se estaba acercando a los laboratorios y fue cuando notó algo, lo que los humanos llamarían instinto. Redujo su paso e intentó escuchar o ver algo.

Como dirían me da mala espina

McQueen vio "algo" moverse entre las sombras, una especie de niebla traslúcida, o más bien, tres nieblas traslúcidas, que rápidamente supo identificar.

Yautja.

Así que cuando el disparo surgió de la nada, materializando en ese instante la energía, McQueen tuvo al menos una oportunidad para esquivarlo.