Partida Rol por web

Ancare estaba en primera línea junto a sus compañeros, su mirada se pasea lentamente sobre el ejercito enemigo y una sonrisa se esboza en su boca, 3 a 1, pobres persas en verdad, y pobres griegos, no creo que les dejemos mucho se escucha un comentario de su boca, mientras que sus compañeros del costado se rien con el.

El silencio acostumbrado antes de la batalle le llega a los oidos, aquel sublime momento en que no hay nada al costado ni atras, solo adelante muerte y venganza. El discurso de Dilios se escucha lejos, mientras que a la memoria le viene el recuerdo de su rey, de su familia y de su hijo.

El sublime monento termina, esta por empezar la mayor masacre de la historia. Los persas no viviran no volveran a ver el amanecer. Esa es la consigna eliminarlos.

El cuerpo se tensa, esta por empezar, cada centimetro de su cuerpo esta contraido cual felino antes de saltar sobre su presa, la tensión empieza, sus ojos se posan en las primeras lineas persas, esclavos pobremente armados y con experiencia. Me indigna la esclavitud, ellos no tienen la culpa, pero igual serán un buen calentamiento para nosotros muchachos.

En eso la ofensiva se lanza, cual felino cada centimetro de su cuerpo se suelta y bota una sustancia tan rica, adrenalina, la carrera es por las primeras cabezas, Ancare no se preocupa por sus flancos, sabe que sus hermano estan ahí para cubrirlo como el a los demás.

El primer choque es brutal, y un regadero de cuerpos persas quedan tirados. Su lanza atravezo a uno a la altura del cuello, mientras que hace un ademan de retroceder ante un adversario, en el último segundo su pie se posa en el suelo y cual resorte se lanza hacia el enemigo agachandose para evitar la lanza enemiga y clavarle la suya a la altura del estomago atravezando con sa furia al que estabe detras, mientras un fuerte tiron retiraba las lanzas de su victima una lijera mirada ve a Diomedes un poco adelantado, un esclavo se acerca por atras, parece que no lo ha visto, con un rapido giro de su mano coloca la lana cual jabalina y la lanza contra este esclavo, mientras esta se le clava en el corazón su compañero atravezaba a su contricante en el estomago.

Ancare retrocede pues los enemigos se han semifrenado un poco. Anare coge su lanza de repuesto y vuelve a esperar

Observo cómo varios centenares de persas se nos acercan, y nosotros, cómo primera linea del gran ejército griego, contracargamos en masa aunque nuestra unidad es superada en número.

Los persas se ven sorprendidos ante nuestra carga, pues son carne de cañón.

Siempre me he preguntado que lleva a un jefe militar a mandar contra el enemigo a un tipo de soldados que nada tienen que hacer contra ellos.

De acuerdo en que los persas atacan en horda contra nuestra unidad, pero son soldados bisoños, sin preparación alguna, nada podrán hacer contra una unidad de élite cómo la nuestra, curtida, veterana, y sin el miedo que ellos si que tienen...

Comienzo a correr junto a los demás en pos del enemigo.

No me separo de mis compañeros, ni ellos de mí, si formamos una linea compacta, el choque contra los persas será mucho más brutal, y nosotros estaremos protegiendonos mutuamente.

Ya les veo el blanco de los ojos a os persas, siento su pavor al ver nuestra decisión...

AAAAAAAUUUUUUUUUUUUUU

Mi escudo contacta contra la linea persa, lo giro un poco hacia un lado mientras lo levanto unos centímetros, y oigo cómo la articulación del cuello del persa que tengo enfrente comienza a crujir hasta que se rompe... La melé es tan compacta, que el persa muerto no cae al suelo(1). Horrorizado por lo que acaba de presenciar, otro de los persas baja la guardia, momento que aprovecho para que mi lanza atraviese su pecho con una precisión quirúrgica... Con un movimiento de muñeca, giro la lanza dentro del persa, desgarrando sus entrañas; para luego, con otro movimiento, sacar la lanza para volverla a utilizar. Una vez sacada la lanza, la sangre brota a borbotones de la enorme herida en el pecho, el muchacho no se ha enterado de que le han matado (2), y cae al suelo. Aprovecho el cuerpo que acaba de caer para auparme sobre el y dar un salto sobre mi próxima víctima. Le clavo la lanza desde arriba, entra por uno de sus hombros y se oye un chasquido cuando se le rompe la clavícula... Y la lanza sale por su espalda, a la altura de sus riñones, tiñendo de rojo otro trozo de suelo. El muchacho se acerca a una muerte segura, pero cruel por lo lenta que va a ser (3), y no se la pienso acelerar, pues son muchos los persas que quedan en pie cómo para que me dedique a administrar piedad. Busco una lanza para utilizarla, pues me he quedado sin ella, y aproveco para agarrar la del persa que me está atacando en este preciso momento. Se defiende, no la suelta, no contaba yo con ello... parto la lanza, me quedo con parte del mástil, que utilizo para clavárselo en una de sus cuencas oculares, y empieza a gritar, y yo hundo el fragmento de lanza más y más en el craneo hasta que cesan los gritos. Primero se cambian por un hilillo de voz. Luego la nada (4). Y veo a otro persa a mi lado, rozándome, intentando matarme de manera traicionera al verme desarmado... Me abalanzo sobre él lo más rápido que puedo antes de que pueda reaccionar y ensartarme. Y del impulso, le doy un cabezazo. Y otro. Y otro más. Y otros tres. Y siento cómo mi pesado casco se hunde en su frente. Y sigo golpeando. Y la sangre caliente me mancha totalmente la cara mientras el casco ya es de color rojo (5).

mi corazon late muy rapidamente en un compaz muy impactante mis manos,brazon, piernas y todas las partes de mi cuerpo se ponen rigidas y mi mirada solo indica a una inmensa cantidad de persas que vienen por nosotros

antes de que lleguen veo por ultima ves a mis compañeros de linea y sonrio apretando mi escudo y comenzando a resistir la oleada enemiga

el primer impacto contra nosotros es algo sorpresivo por ser el primero pero eso nos hace calentar y hacernos llenar de adrenalina para luego resistir un poco mas y contra atacar, veo como los ojos temerosos de los persas estan a merced de nuestros escudos y lanzas entonces llega el moemnto de atacar

espartanos vayamos por la victoria

AU

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empujo y ahora es la hora del ataque asi que penetro a 2 cuerpos en uno con mi lanza y me abro camino para la batalla cargo con mi escudo contra los que tengo en mi delante y ultilizo mi lanza muy firme matando a los que se cruzan en mi delante

despues saco mi espada y retrocedo un poco para acabar con la matansa con mis compañeros viendo como la sangre sucia de los persas bañan nuestras armas

Los primeros desafortunados Persas se empotraron contra el muro de escudos y lanzas Espartanas, sufriendo cuantiosas bajas en cuestion de segundos. Los chillidos y gritos agonicos de los Persas eran musica de batalla que subia la moral de los Espartanos, pero a su vez desmoralizaba inmensamente a los infelices Persas, que solo pudieron contemplar como se abalanzaban sobre una muerte segura.
Los Espartanos comenzaron a pisotear los cadaveres de sus enemigos para seguir tomandoles terreno a la vez que seguian masacrandolos sin piedad alguna.
Un buen comienzo para la Gloria de toda Grecia.

Los alaridos de los moribundos persas resuenan en el campo de batalla, el olor dulzón de la sangre inunda las fosas nasales de Tindareo, *pobres bastardos, ni siquiera saben morir*.

¡Queriaís tierra griega, tendreis tanta como podais amasar en vuestra tumba!,¡Sin piedad, sin prisioneros!, ¡por Esparta, por Leonidas! vocifera mientras prosigue su carga infundando el temor en los corazones Persas como antaño hiciera su padre juntos con los 300 de Leonidas.

(1)La furia de su envestida empala a un desgraciado Persa traspasando su cuerpo con su lanza, la cual sobresale más de dos palmos de su espalda.

(2) Desarmado como estaba un persa se acerca por su costado intentando sacar ventaja, con un rápido y poderoso golpe de escudo derriba al persa, para luego de un pisoton romper su traquea.

(3)Un muchacho carga con su lanza contra Tindaréo gritando para infundirse valor intentando atemorizar al aguerrido espartano sin exito *pobre desgraciado, los gritos de nuestras mujeres y niños atemorizan más*,con una agilidad sorprendente se echa a un lado, dando una vuelta con su espada en alto dejando pasar al muchacho quién da dos pasos más antes de caer al suelo decapitado dejando escapar un gran reguero de sangre.

(4) 15 metros más adelante un cobarde Persa intenta tomar por la espalda a un compañero, Tindaréo apoya un pie en el pecho del persa empalado, tras un crujido libera su lanza, para luego lanzarla hacía el cobarde trapasando con ella su cuello.

(5) Acto seguido se lanza a la carrera para apoyar a su camarada el cual está siendo rodeado por soldados persas, en su carrera arroya a un persa con su escudo,al colisionar su escudo con la cabeza del hombre suena un chasquido parecido al de una rama seca al ser pisada,el hombre cae al suelo con la cabeza abierta y parte de sus sesos decorando el escudo del espartano.

(6 y 7)Dos soldados reparan en la carga de Tindaréo y se dan media vuelta para encarar al enemigo, uno de ellos ataca de frente, ensañandose con el escudo de Tindáro con ferocidad con su hacha antes de recibir una patada en el pecho que lo echa por tierra, mientras el otro lanza en mano realiza una lanzada, habilmente esquivada Tindaréo, quien corta en dos la lanza antes de saltar clavando su espada en clavicula del persa hasta la empuñadura. El otro soldado tras unos segundos que parecen años, recupera el aliento, comenzando a levantarse,para su sorpresa Tindaréo hace uso de un trozo del hasta de la lanza de su compañero clavandola en su ojo, tan solo cuando llega al cerebro del pobre desdichado encuentra un poco de resistencia, el infeliz muere tras dar un sonoro alarido de dolor.

(8) El espartano está cubierto de sangre persa de la cabeza a los pies, un atemorizado persa interrumpe su carga al encontrarse con los ojos del espartano y comienza a dar media vuelta tras tirar sus armas al suelo, Tinadaréo toma el hacha del persa recien muerto y lo lanza hacía el joven que comienza a correr ladera abajo, el hacha se incrusta en su espalda con un sonoro toc, echando por tierra al persa.

Tras recoger su espada y su lanza vuelve en compañia de su agradecido compañero a la formación, quién ya ha acabado con los soldados que tenía en frente.

Cleomenes ve como los jovenes impetuosos espartanos van hacia la carga de los primeros persas que huian y entonces aprovecha para agarrar una lanza esparta clavada en un cadaver persa.

Otra vez completamente armado vuelve a su formacion, los cadaveres, los gritos son mas que suficiente para que los persas recuerden a los 300 y tomen mas recaudos.

Avanzando en formacion llega una nueva carga persa que choco contra nuestros escudos, entonces soportamos, esperamos, empujamos y nuestras lanzas terminan el trabajo asi que caen los primeros 4.

En otro rompimiento de filas pata atacar a los persas y los mas jovenes los corrian como desaforados y los que veniamos mas atras terminabamos el trabajo con los moribundos y los pobres infelizes que todavian estan indemnes.

Pronto me adelante con un grupo de jovenes pero un grupo de persas nos cayo de sorpresa y nos vimos rodeados.

A tajo y destajo nos abrimos pasos, el primero cayo cuando le arroje mi lanza y se le incrusto en el pecho (5)

Cuando el primero estudo cara a cara una rapida patada a la boca del estomago lo dejo sin aire y mi espada en su rostro sin vida... (6) a otro le revane el brazo y luego la cabeza cuando disponia terminar la vida de un compañero (7).

Cuando casi estabamos 1 contra 1 me trenze en singular combate con un persa flaco y alto que combatia con una el maldito era rapido como un rayo y me mantenia a distancia con arma entonces em hiere el brazo y suelto la espada; confiado en una rapida victoria intento golpear mi pecho pero con atrape la lanza con mi brazo y con un rapido movimiento de escudo la parti en 2 y se la clave en la garganta.

Recogi mi espada mate al ultimo persa que  nos ataco y volvimos  la formacion esperando a los persas que cada vez dudaban mas entre avanzar a nuestras espadas o huir hacia los latigazos de sus jefes.

Me sacudo de encima los cadaveres de los pobres desgraciados que se me habían lanzado encima, de la misma manera que un perro se desharía del agua que lo moja.
Cuatro de esos persas se dirigen hacia mi, me rodean.

Son tan lentos que me hacen bostezar.

Hago un barrido por el suelo con la lanza haciendo caer a tres de ellos, el cuarto que había conseguido saltar a tiempo recibe un golpe brutal en el pecho que lo hace caer varios metros más lejos del lugar que había saltado. Junto al ruido metálico del escudo había sonado otro sonido, un crujir como de piedras, el mismo que sonaba cuando a alguien le aplastan las costillas.

Ni siquiera puede levantarse del suelo, hincado de rodillas nota como su corazón, atravesado por las astillas de varias costillas, bombea sangre dentro de su cuerpo, y no a través de el. La sangre le chorrea por la boca como un pequeño manantial.
Junto a su último aliento, lo último que ven sus moribundos ojos son como el espartano que le ha quitado la vida YO Atravieso la garganta de uno de los compañeros que lo había acompañado en el ataque. Saco la punta de la misma con la misma violencia que la había ensartado, arrancando medio cuello al desdichado que -con la cabeza colgando sobre su espalda- cae muerto en una esperpéntica pose aplastando su cabeza entre el suelo y su propio cuerpo.

Hundo fuertemente mi lanza sobre el pie derecho del tercer esclavo clavándolo e el suelo y le doy la espalda, le oigo gritar y maldecir tras mi capa, mientras intenta liberarse.
No saco la espada, abro los brazos como si fuera a darle un abrazo al cuarto de ellos, que mira atónito la escena. Es lo suficientemente estúpido como para atacarme con su cimitarra, solo me hace falta girarme ligeramente para esquivar tan patético golpe. El premio a un ataque tan absurdamente malo es colpearle tan fuerte con el canto del escudo en la nuca que le arranco la cabeza de cuajo.
Esta cae con los ojos desorbitados junto a el pie de su compañero, que seguía atravesado por la lanza.

Le hago gustoso el enorme favor de quitarsela del pie para clavarsela en el estómago con tanta fuerza que lo levanto medio metro del suelo, inclinando la lanza para que el desgraciado se hunda en ella hasta chocar con mi antebrazo.
El desgraciado, empalado hasta la médula aún seguía vivo, así que lo desensarto de una patada que lo lanza de espaldas al suelo, lugar en el que moriría entre espasmos supongo que en un par de horas.

Ese es su problema.

despues de que la primera oleada fuera abatida se hizo un hueco delante mio por el cual pude entrar en la refriega, mis compañeros estaban matando a diestra i siniestra cuando un persa se me acerca presuroso con una espada en la mano, yo me protejo con el escudo y le clavo la lanza en el cuello, la saco i empieza a salir sangre a borbotones(1)

despues del primer muerto del dia me sentia exultante y con ganas de mas, ya que mi sed de sangre habia sido abierta y necesitaba mas; al grito de au! au! au! acometo contra uno de los infelizes con el escudo, cayendo este al suelo, aprovechando el momento le salto encima y con el escudo le aplasto el craneo(2)

despues veo a un espartano con problemas ya que estaba siendo superado por dos esclavos, lanzo la lanza para apartarlos de el y acierto a uno (3)

 ahora corro hacia el que queda pero al ver que habia enviado al hades al de su lado se vuelve contra mi, yo todavia estando en el movimiento me protejo del golpe de su infeliz espada con el escudo, al cual ni lo araña, el persa al quedar desprevenido ante el escudo no puede ver que yo ya estaba bajando hasta su estomago para abrirlo en canal, haciendo que todos sus intestinos salieran al aire(4)

despues cojo mi lanza y guardo la espada, me giro y veo que el espartano que antes estaba siendo superado estaba tendido al suelo, y que un persa iba a rematarlo; yo hago un esfuerzo y con una carrera lo persigo y de un lanzazo le hago dar un traspie, con lo cual cae de bruzes al suelo, y con el golpe queda medio atontado, con lo qual le traspaso el corazon con la lanza (5) despues cojo a mi compañero herido y lo llevo de vuelta a la falange

Me paro un momentom pensando en lo que acababa de hacerles a todos esos muchachos persas, ¿de verdad es necesario que desboque tanta violencia?, ¿en qué me estoy convirtiendo?

Poco tiempo tengo para pensar, pues me veo inmediatamente inmerso de nuevo en la orgía de sangre en la que se está convirtiendo la refriega.

Ya no dispongo de lanza, ni siquiera del asta, y tampoco veo ninguna que pueda utilizar de momento, así que debo utilizar mi arma de cuerpo a cuerpo, una espada corta que suelo usar cuando no tengo más remedio. No es que me entusiasme en demasía el uso de la espada, es un arma que nunca me ha gustado, pues implica que hay que acercarse al enemigo más de la cuenta... Pero soy un maestro de la esgrima...

Veo cómo uno de los persas se acerca a mí, e intuyo perfectamente que está confiado por portar una lanza que yo no poseo; é perfectamente cual va a ser su siguiente movimiento pues me lo dicta perfectamente. Cambio de lado el hoplón para defenderme del lanzazo mientras finto con ubna perfecta rotación... Para cuando el persa se ha dado cuenta, mi espada ya estaba clavada en sus riñones. Un leve giro de muñeca abre sus carnes por dentro. Esa herida le llevará a la muerte mientras ve cómo todos sus fluidos se escapan por su costado (1). Tras sacar mi espada, veo en peligro a uno de mis compañeros, de mis hermanos. Un persa va a atacarlo por la espalda. Aprovecho mi rapidez y el persa traicionero recibe una ración de su propia medicina... Mi espada está perfectamente afilada, así que corta su espalda en canal cómo si de manteca se tratase. Antes de que el persa se desplome, puedo contar perfectamente las vértebras que le han quedado expuestas al aire (2). Tras ver esto, otro de los persas queda paralizado por el pánico... Nunca me resultó tan fácil matar a alguien cara a cara. Mi espada saja perfectamente su cuello y separa la cabeza del cuerpo limpiamente (3). Un charco de sangre me rodea y hace que pierda el equilibrio, tropiezo con uno de los persas... Por suerte, he caido yo encima de él, y no al reves. No hay tiempo ni sitio para utilizar la espada, así que agarro con firmeza su pescuezo mientras estoy de rodillas sobre él. Comienzo a estrangularlo, pero esto me llevará más tiempo del que dispongo, así que lo que hago es hundir mis pulgares contra su nuez. Un chasquido me revela la rotura de su garganta, y la sangre que sale por sus labios me indican que este infeliz morirá encharcado por dentro (4).

La primera oleada ha sido un desastre para los persas, los cuerpos de los primero valientes yacen en el suelo sin vida y con cara de terror.

La segunda oleada aterrada por la visión de sus compañeros intenta detenerse, pero los de atras los empuejan hacia una muerte segura.

El primer choque de escudos es estruendoza, una lanza se estrella en mi escudo mientras que un persa desde la izquiera intenta aprovechar eso para golpearme, sin embargo a tiempo puedo retroceder de tal manera que el edstino de su espada es el cuello de un compañero desprevenido(1), mientras que con un giro rápido de 270° le clavo la lanza en las costillas haciendo aullar de dolor y salpicando sangre a todos sus compañeros atras de el(2)

Maldita sea, pienso pues la lanza se ha atascado con este ultimo persa, mientras que veo que otro viene corriendo para aprovechar esta situación, mientras suelto la lanza y empiezo a recibir en mi escudo los golpes de su lanza, siento cada golpe mas debil, se esta cansando, en el último golpe un rapido movimiento de mi escudo le atraviesa el cuello(3), para los espartanos hasta el escudo es un arma, le grito mientras el persa cae con los ojos en blanco.

Mientras desenfundo mi espada, la adrenalina me vuelve a inundar. Quiero mas sangre. Busco una nueva victima y no tarda en aparecer es un joven esclavo no tendra mas de 20 años y la inexperiencia se le muestra en sus movimientos, un par de segundos bastaron para que mi espada rompiera la suya y le produjera un corte en todo el estomago(4), mientras camino hacia la escaramuza veo un persa herido en el suelo, le hago un favor cogiendo su lanza y clavandosela en el ojo(5). Mientras que con la misma lanzadesvio un ataque por atras y mientras el persa se resbala y cae su cabeza rueda(6) por el suelo, cortada limpiamente con un tajo de mi espada

Otra oleada de esclavos se abalanza contra nosotros, tan numerosa e incompetente como la primera, pero pobre del que se crea que la victoria esta ya en manos griegas, si el imperio persa es uno de los más grandes jamas conocidos no es por sus hordas de arapientos esclavos, no estoy confiado. El exito de los espartanos repeliendo el primer ataque ha permitido el avance de unos metros a todo el ejercito, que lo ha agradecido con gritos de jubilo. Seguramente habra caido algún espartano pero me cuesta creeerlo.

Los gritos que emiten mis enemigos al cargar estan cerca, el primero morira sin contemplaciones, ensartado por mi lanza, pero al ejecutar el ataque, el agil persa esquiva mi ataque y sigue cargando, reacciono poniendo mi escudo entre los dos y agachandome para lanzarlo hacia atras por los aires, mis compatriotas dan buena cuenta de el incluso antes de que toque suelo(1). al quitarmelo de encima un fuerte persa esta apunto de alcanzarme con su espada, dos rápidos movimientos de brazo de atras alante le producen heridas primero en la pierna y luego en la caja toracica, con lo que no tarda en morir(2). El combate se esta encarnizando y la lanza entorpece mis movimientos en el tumulto, la uso a modo de jabalina para alcanzar en el esternon o otro desgraciado(3). Saco mi espada con la que sin duda me encuentro más agil y comodo. una multitud se cierne sobre mi sector, cuando llegan todo es polvo y gritos, aprovecho la confusión para separarme de la falange con dos rápidos pasos, en los cuales desmembro de su brazo a un enmigo(4) y prácticamente destripo a otro al entrar mi espada por su costado y alojarse cerca de su estomago (5). Al volver a la falange me encuentro con la espalda desprotegida de un enemigo que confiaba demasiado en sus compañeros y estaba luchando con nuestro frente, un fuerte golpe acompañado de un terrible corte parten su espina dorsal(6), mientras asesino al pobre persa intuyo una espada cerca de mi hombro, por el rabillo del ojo un pesado esclavo quiere hacer lo mismo conmigo, levanto rapidamente mi escudo, la fuerza que ejerce su espadon contra él casi dobla mi escudo, es muy fuerte...hago un movimiento tranversal con un giro pero este sabe luchar y lo para con el espadon, va sin escudo y parece seguro de si mismo, tras volver a detener su ataque cargo contra el impidiendo que tenga espacio para matarme, cayendo sobre él, su espada salta por los aires, con un rápido y habil movimiento doy la vuelta a la mia y le alcanzo el corazon contemplando a la vez su cara mezcla de terror y sorpresa.

Van a tener que hacerlo mejor si quieren matar a Cratos...

Un segundo de respiro nos han dejado. Lo suficiente para darme tiempo a afianzarme mejor mis armas y aguantar la segunda embestida. Manteniendo la lanza firme frente a mi logro que otro de mis enemigos se empale (1). Puedo ver el miedo reflejado en sus ojos mientras la masa que le sigue le empuja a la muerte segura que suponemos la falange espartana. Aprovechando la fuerza de los que intentan asaltarnos hundo más la lanza en el cadaver, logrando atravesar un segundo persa (2). El pobre diablo se creía a salvo en segunda línea; no contaba con la furia espartana.

Cuando retiro la lanza de los 2 cuerpos un chorro de sangre mancha la tierra a mi alrededor.

Esta sangre será la única que regará estos campos. Ni una gota de sangre espartana será derramada hoy.

Con la lanza fuertemente cogida en la mano apunto hacia los persas que se acercan y la lanzo. El lanzamiento es certero, y otro persa cae al suelo con mi lanza atravesándole el cráneo (3). El cuerpo sin vida del luchador sigue avanzando unos metros hacia mi posición hasta caer a mis pies, junto a los otros diez cadáveres. Con rapidez desenfundo mi Kopis y cerceno la cabeza del primero que pasa a mi alrededor (4+). Los gritos de dolor del enemigo son música para nuestros oídos.

Diomedes sentía inflamarse su sangre. El combate se volvía mas encarnizado y cada vez era mayor el número de muertos que corrían a su encuentro.

Dobló la muñeca para hundir la lanza en el pecho del persa mas cercano (1). Se ladeó un poco hacia la izquierda soltó levemente la lanza para girar la muñeca y cogerla adecuadamente para lanzarla. Eligió en apenas una décima de segundo a un persa que portaba dos espadas. La lanza, arrojada cula vengativo y furioso rayo de Zeus, silenció para toda la eternidad el grito de carga del persa cuando esta se hundió en su boca y reventó la parte trasera de su cráneo (2). Giró hacia la derecha desenvainando con la diestra la espada y descargarla en un imparable golpe vertical ligeramente inclinado que se hundió desde el cuello hasta la tetilla del persa mas cercano. (3) Lo apartó con un golpe del escudo y el siguiente tajo fue en horizontal mientras clavaba la rodilla izquierda en el suelo, de derecha a izquierda. El persa vio como el filo de la espada de Diomedes prácticamente cortaba en dos su pierna; pero no tuvo tiempo siquiera de caer al suelo pues Diomeses se incorporó lanzado una salvaje estocada ligéramente inclinada hacia arriba al estómago del persa. La espada se hundió hasta la empuñadura y asomó por su espalda regando de sangre a los persas que estaban a su espadal. (4) Los cadáveres llenaban el suelo, pero las fuertes pisadas espartanas los aplastaban sin piedad, sin permitir que tampoco muertos los míseros persas significasen estorbo alguno. El siguiente persa fue recibido con un seco golpe del pomo de la espada de Diomedes seguido de un golpe en vertical ascendente del escudo que le rompió la mandíbula y con un crujido aterrador la espada se hundió en el cráneo persa, desde la barbilla a la nuca.(5) Sí, sin duda Diomedes se había aficionado al crujido de los cráneos persas... Pero claro, a quién no le gusta reventar nueces?

La batalla se esta encarnizando... al parecer los ataques que en un principio podían parecer inutiles por parte del ejercito persa estan resultando efectivos. Han caido un gran número de ellos pero por su experiencia en batalla Cratos sabe que debian ser más a estas alturas.

Espoleado por estos pensamientos me dirijo como si de un caballo de guerra se tratase contra cuatro enemigos, estos sin duda se sorprenden ante tal muestra de valentia, ellos también corren hacia mi confiando en gran medida en sus posibilidades gracias a la superioridad numérica. El primero que se cruza en mi camino es derribado con un potentisimo golpe de escudo que lo lanza varios metros a mi izquierda, acto seguido doy un salto y describo una media luna descendente que hace que mi espada se hunda en la clavicula de mi nuevo enemigo, deteniendose en su esternon después de reventar el corazón, saco la espada en cuanto caigo al suelo(1). Un segundo más tarde el siguiente de la lista llega a mi altura lanzando un furioso ataque a la parte superior de mi cuerpo, lo que solvento poniendo una de mis rodillas en la tierra y ataco su vientre desde abajo con un golpe lateral, provocando un terrible corte que no llego a ver al tener la vista clavada en el cuarto de mis enemigos. Un grito de agonia me confirma que esta muerto(2). Pero no solo escucho el grito, unos rápidos pasos se acercan por mi costado izquierdo, con un giro de 90 grados dejo que me sobrepase el que parece ser el persa al que derribe con el escudo, lo que deja su espalda completamente al descubierto, otro latigazo de mi espada abre la hasta ahora inmaculada espalda(3). El enemigo que desde el principio a estado más lejano se detiene ahora en seco al ver la rápidez y la solvencia con la que me he desecho de sus tres compañeros, es un chiquillo y su cara de horror lo dice todo, sabe que estara muerto en no más de 10 segundos. Opta por defenderse pero solo porta una espada que no le servirá de mucho, me acerco a el con una sonrisa en los ojos y amago una carga a su parte baja con el escudo, el baja su guardia al vientre y aprovecho para reventarle literalmente la cabeza con un duro golpe de atras adelante absolutamente con todas mis fuerzas(4)

AAAHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!

Pobres persas; esta es toda su táctica. Mandar contra nuestro muro oleadas de gente, a la espera que la superioridad numérica sea suficiente para vencernos. ¿No ven que cada espartano es capaz de acabar con la vida de 1000 persas enviados a morir de esta forma? Su superioridad numérica no tiene nada que hacer contra nosotros.

Con la satisfacción de ver como cae cada guerrero enviado por Jerjes para cubrirnos de gloria prosigo con mi mutilación de esclavos...

En un intento de abrir una brecha en nuestra formación un numeroso grupo de soldados se dirigen hacia donde me encuentro. El cuerpo del primero de ellos cae al suelo, a cierta distancia de su cabeza (1). La sangre que brota de su cuello riega tanto a espartanos como persas, envalentonando a los primeros, y amedrentando a los segundos. Con rápidos movimientos de mi espada siguen cayendo más persas a mis pies (2, 3, 4). El filo de mi kopis ya no reluce debido a la cantidad de sangre y entrañas enemigas con las que está bañado.

La gran cantidad de persas que se abalanzan contra mi hace que tenga que escudarme en la falange. Con la protección de mis compañeros continúo dando estocadas a todo persa que osase acercarse a menos de un metro de mi (5 y 6).

Necesito conseguir una lanza. Mi kopis es fiable, pero en este momento necesito mantener un poco la distancia

Entre los cadáveres enemigos puedo vislumbrar restos de lanzas, partidas por el fragor de la batalla; y entre todos esos restos un par de lanzas intactas. No puedo desaprovechar esa oportunidad, por lo que grito a mis compañeros: ¡Cubridme! Al instante las lanzas de los que están a mi lado se colocan frente a mi, despejándome el camino hasta mi objetivo. Tras recuperar la lanza del suelo enfundo mi kopis y vuelvo a la formación. Armado ya con un arma más acorde con el combate que me espera consolido mi posición. Los persas empiezan a dudar si fue buena idea intentar abrir brecha por donde me encuentro yo; momento que aprovecho para atravesar con la lanza a dos persas dubitativos (7 y 8). Con rápidas estocadas acabo con la vida de los persas que intentan acercarse a la falange (9+)

Los persas sentieron nuestro acero y vienieron en menos numero esta vez pero tambien mucho volvieron hasta que los latigos de sus amos nos lo trajeron otra vez.

Nuestra flange avanzo lento pero seguro otra vez chocaron contra nuestros escudos, aguantamos la embestida y cuando vimos la oportunidad los aturdimos con un golpe de escudo y con nuestras lanzas los mandamos al Hades. (1, 2 y 3)

Tu acompañame dice señalando a un viejo perro de guerra como el  Tu y tu vallan detras nuestro maten lo que pase y cubrannos las espaldas.

Los cuatro avanzaron masacrando a los esclavos que se atrevian a meterse en nuestro camino, el primero cayocayo cuando le arroje la mi lanza a su estomago (3), luego me trense en combate con un moreno que peleaba como un leon, con su lanza me mantudo a raya pero cuando le tire mi espada y aunque la esquivo no fue lo mismo con mi escudo en su garganta, tome su lanza y lo deje ahi clavado en suelo (4)y fui en busca de mi arma que se encontraba a escasos metro de mi...

Hay de me imprudencia al alzar la vista un joven sin armadura con dos hachas en su mano y dos mas en la cadera me miraba como un perro a su presa y ahi yo sin un arma, su primer hacha termino entre mis piernas.

El era un habil lanzador, joven y muy rapido tendria que pensar rapido sino queria ser el primer espartano caido entonces me decidi y cargue contra el senti como otra hacha rebotaba contra el escudo, esquivo facilmente mi carga pero quedamos cara a cara apenas podia esquivar sus hachazos pero un golpe en su oido perdio el equilibrio y mi escudo le revento el craneo (5).

Otro persa cayo cuando una de las hachas del ultimo caido le destrozo el casco y la cabeza (6).

recupere mi lanza y mi espada y junto a los espartanos que me acompañaban cargamos contra un grupo de arqueros apostados a un costado 2 cayeron gracias a mi lanza (7 y 8)

Luego volvimos a la falange llenos de sangre de nuestros enemigos, adrenalina y con la gloria de cada pelea ganada...

Los gritos de la batalla resuenan por doquier, moribundos pidiendo clemencia, llantos, ordenes vociferadas por mandos persas viendo como la carnicería se ceba en sus hombres chocando contra la compacta muralla de escudos espartanos. Poco a poco la falange avanza clavando sus pies en tierra empujando con teson a los hombres de vanguardia,empapando de sangre el campo de batalla a espada ,escudo y lanza.

-¡Empujad, Empujad!- suena a espaldas de Tindáreo, las ordenes del capitán son claras y concisas, los persas no paran de morir en un vano intento, aquellos que no mueren bajo las lanzadas de vanguardia son rematados como insectos por los escudos de las filas posteriores.

De pronto un claro se hace en las filas persas, un hombre vocifera ordenes desesperado intentando reunir en torno a si un pequeño contingente de hombres para atacar.

-¡Mirad, que regalo nos envía Ares, ya es hora que pruebe una lanza espartana!, hermano, ocupa mi puesto en la falange- dice al soldado de la fila de atrás antes de salir de la formación.

6 soldados comienzan a reagruparse en torno al oficial, *una pena, seis victimas más que se han interpuesto en mi camino* piensa para si el joven soldado.El oficial se percata del hombre que acaba de salir de la formación y envía atemorizado a sus hombres por delante de él a hacer frente a la amenza.

(1) El primer hombre se abalanza sobre Tindáreo maldiciendo en plena carrera en esa maldita lengua barbará que tan solo los perros, animales posiblemente emparentados con esta gente, son capaces de comprender, el pobre infeliz es levantado con un golpe de escudo aprovenchando el enfasís de su carrera, cayendo al suelo de espaldas con sonoro pom, no le da tiempo a más, una lanza se clava en su boca antes de proferir otra maldición.¡Cuentaselo a Caronte bastardo! vocifera el espartano.

(2 y 3) Segundos despues dos hombres llegan en plena carrera armados con espadas, antes de siquiera dar oportunidad a que se acerquen más Tindáreo realiza una lanzada descendente impactando en la la cara del pobre infeliz arrancandole un grito de agonia, aprovechando el impulso del golpe da media vuelta describiendo una arco impactando al otro hombre en la garganta, quién en un vano intento para contener la sangre en su cuerpo se echa las manos al cuello antes de caer.

(4) Un hombre que se acercaba a pocos pasos de los muertos recientes se para en espera de apoyo de sus compañeros sin saber que estos dos estan siendo retenidos por su cobarde oficial, Tindaréo aprovecha está indesición clavando su lanza en las entrañas del muchacho, girando luego la muñeca para degarrar la carne y ensanchar más la herida, No son espartanos chico, son solo unos cadaverés persas como tú dice antes de retirar la lanza con un ligero chasquido.

(5 ) El oficial vociferá ordenes ininteligibles para Tindáreo a sus dos atemorizados soldados,  esponeandolos a atacar al espartano, demasiado tarde para uno de ellos Tindaréo arroja su lanza contra uno de ellos acertandole en plena garganta, lanzandose a la carrera para rematar a los otros dos, el sonido de su espada al desenvainarse acompaña el gorgojeo del persa que en estos momentos se desploma al suelo con el brazo levantado, intentando aferrarse a la vida.

(6 y 7) Soldado y oficial se encarán a Tindáreo confiados de la perdida de su lanza , Tindaréo realiza una finta, haciendo fallar al soldado persa, un golpe de su espada corta su muñeca, al pasar a su lado corta la cabeza del pobre desgraciado a la vez que bloquea con su escudo el ataque del oficial diriguido desde el flanco.El oficial, un hombre de mediana edad, se ensaña deseperado con el escudo del espartado, intentando hallar un hueco con su espada en la solida defensa del espartano, su ilusión es en vano,un golpe de la espada de Tindáreo corta los tendones que se hallan tras la rodilla de la pierna izquierda , aun así tras proferir un grito el hombre sigue luchando con su pierna incapacitada, cansado del juego Tindaréo corta el brazo del hombre con un golpe descendente, el siguiente golpe dado con el canto de su escudo a la altura de la traquea deja la cabeza del oficial colgando de un hilo.

No hay alabanzas, no hay palabras al regresar a la formación junto con su lanza tras acabar con la vida de un oficial y seis soldados,asi es la cautela espartana, aún no está todo dicho en esta batalla, habrá más ocasiones de ganar gloría, y antes de que acabe el día, los cuervos se darán un festin con carne persa.

con la sangre hirviendo de la emocion siento como mi cuerpo pide mas lucha asi que me aferro a mi lanza y cargo para seguir atancando y mandando mas persas al otro mundo

hoy matare persas porque mi sangre hierve

matar

matar

matar

son mis palabras para alentar a mis compañeros y hacerme de las mias con los persas asi que empiezo a atravesar con mi lanza a los que puedo y despues desenbainando mi espada me me mantengo en posiison de ataque y no dejo a ningun individuo vivo en mi alrededor