Partida Rol por web

El contacto con Everett Young ha sido muy breve, por lo que no habéis podido captar demasiada información. Pero con lo que percibís en un primer momento, no cuesta imaginar el resto: se trata de un militar de carrera con un perfil técnico, especializado en seguridad informática, una disciplina que requiere un cierto grado de obsesión por el control. Todo debe estar sometido a su vigilancia para que las cosas vayan bien. Lo contrario no es aceptable.

Young es un oficial competente pero también un hombre presuntuoso, con un alto concepto de sí mismo, cosa que le hace menospreciar a veces a otros, para situarse por encima. Un caso muy particular viene determinado por su antipatía hacia los ingenieros informáticos ajenos a la academia de la Armada Colonial, a los que considera insoportablemente pedantes y unos vagos que se pierden en naderías accesorias. Y eso en el mejor de los casos, cuando no son delincuentes informáticos, como esos sobrevalorados hackers a los que sabe mantener a raya.

Por otro lado, Young es un genuino bon vivant. Un hombre apuesto y con una sólida carrera por delante, sofisticado y seductor… se tiene por todo un gran partido para cualquier jovencita apetecible con la que se encuentra, y la verdad es que no le va mal en el terreno amoroso. Intenta llevar a la práctica aquel viejo dicho de “un amor en cada puerto”.

Pero claro, el tren de vida al que se ha habituado no es fácil de llevar. Incluso contando con un sueldo decente como oficial, algunos lujos de los que no le gusta privarse escapan a las posibilidades de su economía. Por eso se ha metido, aun a regañadientes, en el mercado del ocio electrónico, diseñando programas de recreo mediante interfaz neuronal y vendiéndolos al mejor postor, para costearse sus pequeños vicios. Y una vez más, no le ha ido mal.

Claro que toda esa serie de éxitos no han hecho mucho por enseñarle humildad…

- Por supuesto. - El Agente pareció satisfecho con la respuesta. El deseo de profesionalidad por parte del oficial fue un plato de buen gusto, y bien recibido. - Espero poder verle después. - Y aquel leve gesto de cabeza, aquella sutil inclinación dejaban claro que era una despedida.

Siguió caminando por el lugar, contando el número de cámaras de crioestasis, comparándolas con el número de tripulantes, el tamaño de las mismas y otros datos que para cualquier otra persona pudieran parecer insignificantes, pero que para el Agente no lo parecía.

Aun así no pareció sacar nada en claro, pues después de unos minutos de inscpección, saludó a los presentes y con aquella educación extrema que siempre parecía acompañarle, se puso los guantes de piel y se marchó.

- Bien, ya tenemos la información que necesitamos. Ahora busquemos a la tostadora. Por otro lado... es interesante ver a un tipo duro con temores a los genebichos, y un infotmatico que se cree intocable. Por cierto, se me ocurrió una forma para poder hablar sin levantar sospecha. -

Como por lo visto aún falta un buen rato para que las cámaras de crioestasis entren en funcionamiento, con tanta supervisión, los dos agentes del ONUG salen a dar un paseo por los pasillos del AURORA para estirar las piernas...

Entre en aquella camara mirando a mi alrededor, dejando que mis ojos, rápidos, pasearan por todo el entorno. Habia llegado el momento de entrar en un letargo que nos permitiria viajar hacia nuestro destino.

Observé esa especie de sarcófagos con cierta aprensión. A pesar de ser un ciéntifico, o quizás precisamente porque lo era, lo cierto era que no me hacia demasiada gracia la idea de no ser consciente de qué sucedia a mi alrededor.

Aun asi, sabia que no tenia más alternativa, asi que, tras aquel rapido vistazo, mi mirada se dirigió hacia los alli presentes - Señores, señoras... - salude, ladeando una media sonrisa en mis labios, con aquel aparente aplomo sobre mis hombros que pretendia enmascarar la claustrofobia que seguramente estaba a punto de padecer a causa de mi más que notable hipocondría.

Greer emitió un largo silbido al entrar en la cámara de crioestasis. Al parecer era de los primeros en llegar.

Saludó con un leve cabeceo al enfermero Wallace y comenzó a deambular por la sala a la espera de que el sargento Pentecost y el resto del pelotón colonial hicieran acto de presencia. 

-¿Podemos elegir el tanque que queramos o están ya toos asignaos? –le preguntó en voz alta con su fuerte acento de los suburbios a la doctora Roslin. 

La Dra. Roslin observa al soldado con una media sonrisa en el rostro, parece bastante acostumbrada a tatar con este tipo de actitudes, seguro que trabajando en urgencias ha visto de todo:

- Me temo, soldado, que no va a poder elegir la tumbona, las voy a ir asignando según orden de llegada - así que no están prefijadas, una característica agradablemente igualitaria - De modo que vaya poniéndose cómodo y ocupe esa de ahí... lo normal es quedarse en ropa interior, como quién se va a dormir... pero qué voy a explicarle nada nuevo a alguien que sirve en la Marina Colonial, seguro que ustedes tienen más experiencia en este tipo de sueñecitos que nadie más a bordo.

Entonces se fija en las hologafas que lleva el marine en las manos y refunfuña:

- Y además usted es de los que se ponen una peliculita mientras les entra el sueño ¿eh? - tuerce el gesto - Usted mismo, no hay ningún protocolo en contra de eso, pero sepa que si se le estropea el juguete no me hago responsable de nada... ¡Y si no lo programa para un parado automático, va a estar cuatro meses funcionando sin que usted se entere de nada!

Llegue a la sala de criosueño poco después del aviso.

-Hola a todos. Espero no llegar tarde.

Cuando vi a Rodney me coloque a su lado. - Hola Doctor McKay - dije con una sonrisa.

Escuche como la Doctora Roslin nos daba las instrucciones y no pude evitar una sonrisa cuando dijo que no nos asustáramos por las agujas. Lo mas incomodo del proceso de criosueño era hasta que te quedabas dormida. El resto del tiempo no sentías nada, una sensación que me podía ser de lo mas familiar en muchas circunstancias.

Escuche como el Soldado Greer preguntaba por cual elegir.

-Lo mismo dará, nos convertiremos en polos de carne estemos donde estemos.

La Doctora se encargo de decirnos que nos asignaría espacio según nuestra llegada. Cuando escuche su recomendación de quedarnos en ropa interior. Comencé a desvestirme. Dejando ver un cuerpo delgado pero bastante fibroso. Doble mi ropa con una perfección milimétrica, lograda a través de la repetición.

Una vez terminado el proceso, espero a que la Doctora Roslin me asigne cama.

-¿Listo para el sueñecito? Pregunté a McKay.

Cuando el comandante Adama aparece finalmente por la cámara de crioestasis, acompañado por sus suboficiales, todos los militares presentes se cuadran, provocando de paso, consecuentemente, que se haga el silencio y la atención se centre en su persona.

- Estamos a punto de embarcarnos en el primer vuelo de tránsito del AURORA – comenta en voz alta con ese tono sereno y solemne que siempre utiliza para sus discursos – Los motores de fusión de pulsos están funcionando a pleno rendimiento y esta nave por fin va a ganarse de verdad el nombre de Crucero Estelar – sonríe a su tripulación y su curtido rostro se llena de arrugas – Pero eso supone el primer periodo de criogenia para todos nosotros…

Ya, ya… eso lo sabe todo aquel que haya viajado por el Sistema Solar o tenga la más mínima noción científica al respecto.

- Sin embargo, la crucial importancia de nuestra misión, sumada al cierto grado de inquietud que haya podido generar el incidente del terminal del laboratorio científico – elude cuidadosamente mencionar al Dr. Kern – podría llegar a causar… una sensación de inseguridad en la nave, que desde luego no pienso tolerar – su tono se endurece – Por ello he decidido recurrir a una vieja tradición de la Armada Colonial que hoy día está en desuso, pero que seguro los más veteranos aún recuerdan: las guardias de vigilia permanente – se oyen algunos cuchicheos apagados entre la tropa – Dos oficiales de mi máxima confianza van a permanecer despiertos durante todo el tránsito, custodiando la nave mientras los demás hibernamos – cuatro meses de absoluta soledad, como en los albores de la exploración espacial – Soy muy consciente de que es un destino duro y desagradecido, pero la repercusión de dos únicas personas sobre el sistema de soporte vital de la nave no es comparable a la de la dotación actual de una treintena y por tanto no nos compromete en absoluto… y eso nos va a dar a todos la seguridad adicional que necesitamos.

Un silencio expectante se extiende por la sala de crioestasis cuando acaba de hablar, ya solo falta determinar quiénes serán los que permanezcan en pie durante estos cuatro meses.

- Mayor Saúl Tigh, no podría imaginar a nadie que me merezca más confianza que usted para ocupar este puesto – resuelve Adama sin demorar más el asunto – Y del mismo modo, el oficial más indicado para acompañarle es el Sargento Stacker Pentecost – resulta evidente que ha escogido a dos de los viejos camaradas de su prolongado servicio en el Spektor buscando la seguridad que le confieren sus antiguas lealtades – Como solía decirse en los viejos tiempos: Buena guardia.

Luego se acerca a ellos, ya en privado, para susurrarles:

- Espero que sepáis perdonarme por esto… pero os necesito controlando personalmente la situación.

—¿Esto? —le respondió a la doctora quitándose del cinto un par de gafas holoproyectoras—. Si no es nah. Un trasto pa amenizar un poco el tramo congelao.

Y pa no pasar tanto frío. Una sonrisa bobalicona se dibujó en su rostro al tiempo que se dirigía hacia el tanque que Roslin le indicaba.

Entonces reparó en el comandante, y sus instintos militares salieron rápido. Ronald se cuadró y se puso en posición de firme hasta que Adama hubo terminado. Así que el Sargento Pentecost y el Mayor Tight iban a permanecer despiertos… no les envidiaba para nada. 

Crichton se cuadra ante el Comandante y tras su discurso avanza hacia las cámaras de crioestasis.

Tiene entre sus manos una hologafas y hace la cara de un niño al que han regalado un deseado juguete.

-Doctora, estoy listo dijo tras quitarse toscamente la ropa y ponérsela en colgada en el antebrazo de cualquier manera. Parece mentira que pueda estar ansioso por entrar en "la nevera".

-Espero que no le importe le dijo guiñándole el ojo, mostrando las hologafas y sonriendo. Pero la cara de la doctora lo puso serio.

Pasadas un par de horas desde su visita, tras haber dejado el armario perfectamente ordenado y haber inspeccionado que ciertas medidas de seguridad se cumplían, el menudo hombre volvió a entrar, prácticamente ignorando a los presentes y caminando hacia la cápsula que le había sido designada.

A él, todas las medidas de seguridad le parecían bien, aunque le inquietaba que dos personas del mismo ámbito pudieran permanecer despiertas. Él habría escogido un civil y un militar para evitar consensos entre aquellos que no dormirán. Pero no estaba allí para cuestionar las decisiones del Comandante, y si este había sido su criterio, debía aceptarlo confiando en su buen juicio. 

Se detuvo junto a su cápsula asignada y comprobó que todo estaba en orden. No era la primera vez que viaja así, y conocía los protocolos como si él mismo los hubiera escrito. Así, como si estuviera ensayado, se quitó la ropa, quedándose en ropa interior. Fue entonces cuando un ojo atento podía comprobar que a pesar de la aparente fragilidad de un hombre de su tamaño, Bester no estaba precisamente flojo.

- Largo y plácido sueño frío. - Murmuró, mientras esperaba a ser conectado.

Una media sonrisa se dibujo en mis labios al ver a Venus aparecer por alli- Señorita Vickers...- respondi a su saludo, mirandola de reojo, de brazos cruzados y balanceandome ligeramente sobre mis talones. -Se me ocurren mejores siestas que echar, pero si, siempre estoy listo. - respondi, en aquel tono irritante y jocoso que me caracterizaba, como terapia para controlar esa ligera ansiedad que, poco a poco, iba aumentando, a medida que veia mi futuro más cerca de aquella capsula.

Entonces aparecio Roslin, hablando de dejarnos en ropa interior. Y estaba a punto de girarme de nuevo hacia Venus, para hacer algun otro comentario ingenioso sobre la idea de pasarme cuatro meses sin cambiarme de calzoncillos cuando, de repente, al girarme, comprobe que la mujer no habia perdido el tiempo. Alce ambas cejas, y mis labios se abrieron ligeramente, en una expresion de absoluta sorpresa, al descubrir que Venus habia decidido no postponer mas aquel momento y acababa de quedarse en ropa interior delante mio. Bueno, mio y de toda la nave pero, ¿Que importaba ahora el resto?

-Impresionante.- fue lo unico que salió de mis labios, que dibujaron un pequeño círculo, mientras mi cerebro se hacia el remolón a la hora de pedir a mis ojos que no fueran tan descarados y se comportaran con la señorita.

Y, por segunda vez, estaba a punto de hacer lo propio, tras aquel descolocamiento inicial cuando, en aquella ocasion, fue Adama quien aparecio, hablándonos de lo que estaba por ocurrir de aquella forma en la que siempre lo hacian en el cine. Una forma muy poetica de decir que, mientras todos echabamos una siestecita, esos dos iban a aburrirse mas que una ostra. Aunque claro, aquello pasaba por dejar a la gente incorrecta vigilando. Y es que, en mi caso, se me ocurrian muchas formas de estar entretenido durante cuatro meses en aquella nave. Demasiadas.

Vi como McKay no me quitaba los ojos de encima cuando me quede en ropa interior. Y ni yo ni nadie de los presente pudo evitar escuchar su "impresionante". Le miré y guiñé un ojo.

El Comandante entro en la sala, provocando que todos los soldados presentes se estiraran como si una escoba hubiera sido introducida en una examen de cavidades.

Escuche con atención el discurso de Adama, pero lo que dijo no me gusto para nada.

-Como si no hubiera habido suficientes casos de fiebre del Espacio. Una dolencia como la antigua fiebre de las Cabañas. Un trastorno psiquiátrico caracterizado por una percepción híbrida de la realidad y la fantasía. Visto por primera vez en mineros de la antigua Alaska en siglo XIX. Cuando quedaban aisladas durante mucho tiempo, a veces estas personas podían desarrollar esta dolencia. Lo mejor, que dos personas vigilaran la nave. Solo esperaba que el hombre al mando hubiera elegido bien.

-Pesadillas. Dije como si me riera de un broma que solo yo entendía.

Smith estaba con Monnipenny llegando a la sala de criostasis cuando habló el Comandante.

Está visto que Adama no quiere más sorpresas, es un hombre con experiencia.

Ignorando los básicos comentarios que se podían oír en la sala, se acercó a la doctora Roslin.

-Doctora, debo comentarle un asuntillo sobre la criogenización. ¿Tiene un segundo? dijo como llevándosela a un lateral de la sala con la mirada.

La doctora alza una ceja en un gesto de incredulidad, no exento de un toque de suspicacia... pero finalmente acepta y se encamina hacia una charla privada con el ejecutivo de la Weyland-Yutani.

Sólo espero que no me pida nada que suponga un trato de favor, como que le administre sedantes o anestesia antes de hibernarle, porque vamos...

-No es nada serio, doctora, simplemente indicarle que la señorita Monnipenny no es humana, sino sintética. Dijo en baja voz mientras los presentes observaban a Vickers.

-Sé que no pasa nada, pero simplemente le indico, como encargada de esto, que no se hibernará. Hizo un ademán para que la doctora se hiciese cargo de la situación. Lo sabe la dirección de la misión, no es un secreto pero me gustaría una cierta discreción al respecto, no se si me entiende.

Laura Roslin escucha atentamente, y por un instante no puede evitar una fugaz mirada hacia la replicante. O para ser más correctos, la persona sintética. Ya sabía de ellos, por supuesto, pero pocas veces ha visto un modelo tan perfecto, la había engañado por completo. Incluso imita el calor corporal, seguramente mediante unas resistencias eléctricas colocadas bajo la piel artificial.

De hecho, se pregunta con un deje de humor negro cuánto le hubiera costado distinguirla de seguir adelante con la tentativa de preparar la crioestasis, lo más probable es que al no conseguir una vía periférica aceptable hubiera insistido pinchando una y otra vez, creyendo que se le resistía, que por algún motivo no encontraba la vena... vaya una situación bochornosa, hasta que se le ocurriese pensar en la alternativa más impensable.

Así que de algún modo retorcido se siente agradecida a Smith por decírselo a tiempo. Y tal vez por eso, accede a colaborar con el mantenimiento de su pequeña farsa:

- Si el comandante Adama ya está al corriente, y le aseguro que no perderé ocasión de comentárselo, deberíamos fingir que sigue el proceso estandar, igual que los demás, para no despertar suspicacias - propone con una sonrisa críptica - Al menos es lo que yo le aconsejo, si no desea levantar sospechas entre la tripulación.

Entonces se aleja unos pasos para continuar con sus tareas, pero en el último momento se vuelve y susurra:

- Y una cosa más, Smith - le dirige una sonrisa cómplice antes de soltarle - ¡Recuerde que me debe una!

-No, no, doctora, se quedará recluida en el camarote. No se preocupe por lo demás, me encargo de todo. dijo con una sonrisa. Como irán crionizándose, no la echarán de menos.

-Simplemente la informaba porque como se encarga del proceso de criostasis la hubiera echado en falta y merecía una explicación.

Vuelve a sonreír ante la supuesta deuda y va a volver con su secretaria a la habitación.