Partida Rol por web

Y en el siguiente parpadeo, Adama se descubrió a si mismo sentado en una de las lujosas cafeterías del Elysium. Rodeado de gente, que hablaba demasiado bajo como para comprender lo que decían. Nadie parecía atender, ver o sentir tanto a Adama, como a Bester. - Estuve aquí hace dos años. - Señaló a su alrededor con el dedo, para acabar alzando el dedo y señalando a la tierra, para que comprendiera donde estaba realmente.

- Es una de las vistas más bellas que he visto en mis viajes. Pero no estamos aquí para hablar de turismo, claro. Antes de nada, le pediría que no interactuara con ellos, tienden a reaccionar de forma... violenta. - Movió la mano de un lado a otro. A decir verdad, la extraña pareja destacaba en exceso con aquellos uniformes teniendo en cuenta que allí todos vestían a la "moda". O más bien, a la moda de hace dos años.

- Y ahora le pediría que no pensara en nada. Es más difícil "no ver" que "ver". Soy un gran celoso de la intimidad, odio ver lo que otros no desean mostrar. Tendrá todas las respuestas, pero primero tendrá que escucharme. Yo nací sin madre, ni padre. No soy el único. Pero sólo somos esclavos, herramientas de usar y tirar. Mas la Weyland-Yutani se... equivoca. Somos seres humanos. No somos objetos. No quiero seguir siendo un esclavo, ninguno de mis "hermanos" desea seguir siéndolo. Creo en usted y creo cuando dice que desea que la humanidad sea libre. Por eso le imploro su ayuda, Adama. Déjeme ayudarle. Sólo le pido que no olvide a los que son como yo, y viven bajo pena y muerte. -

Desde el primer momento sabía que la reunión con Bester acabaría de forma muy diferente a las que habíamos mantenido con anterioridad... pero lo que sus juegos de cartas han provocado no tenía cabida en mi mente.

Otro en mi lugar habría fingido estar tranquilo en la situación, pese a que el miedo atenazara su alma. Sin embargo la política y la falsedad no son mis herramientas y tampoco podría esconder a Bester el asombro que sentía por lo que era capaz de hacer. Me asusta, pero la curiosidad es aún mayor. Y la verborrea del agente despeja todas mis dudas.

- Le escucharé, Bester y veré lo que desea mostrarme, sopesaré sus palabras y le daré una respuesta -confio al agente mostrándole mi colaboración- Pero espero que sea capaz de justificar de forma adecuada el hecho de que Lucy esté detrás de esos extraños sabotajes de los que acusamos al alferez Young...

Lo cierto fue que a Bester le costó mantener aquella realidad simulada, aquel entorno mental ante los sentimientos tan fuertes que tenía el Comandante. El miedo hizo que, a pesar de los esfuerzos de Bester, la luz pareciera perder intensidad, que las estrellas desaparecieran del firmamento y que la gente enmudeciera de golpe.

Tardó unos segundos en restablecer el "orden" en aquel lugar, en aquella ilusión mental. - Disculpe. -  Dijo, mientras cerraba los ojos y poco a poco, todo volvía a su orden natural, a aquella perfección simulada. - Es dificil mantener la concentración ante estímulos tan... fuertes. - Le explicó. Temió que el Comandante no le creyera, después de todo, él era la única esperanza para sus hermanos. Había confiado en él, y ahora se daba cuenta que aquella confianza no era, ni muchos menos, recíproca.

Pero fue aquella segunda frase, lo que hizo que Bester enmudeciera. Que su rostro cambiara, mutara hasta la sorpresa más absoluta. Una de esas muecas imposibles de emular por mucho que se practicara. Sus pupilas se dilataron, mientras aquella ilusión iba derrumbandose lentamente, cayendose a trozos como si las leyes de la física hubieran desaparecido, volando hacia la oscuridad del espacio y cuando todo quedó en negro, todo quedó absolutamente vacio -un reflejo del estado anímico de Bester- un suelo tan negro como la noche se materializó bajo ellos, donde podían seguir caminando.

- No es posible. - Dijo las tres palabras, en un hilo de voz. - Lucy no ha podido hacer eso. Es imposible. ¿Que ganaria con ello? No tiene los conoci... - Se calló. Enmudeció de repente. Acababa de reparar en algo. Si podía acceder a esos conocimientos facilmente. - ¿Tiene esta nave armamento nuclear? ¿Conoce Tigh los códigos? - Reparó en algo, que sí le llamó especialmente la atención, que sí le pareció de máxima urgencia.

Todo a mi alrededor se derrumba, cambia, se transforma y finalmente se oscurece. El asombro que sentía ante lo que presencio se diluye ante los sucesos desconocidos que ocurren secuencialmente. Si debo morir que así sea. Pienso, quedándome de pie, rígido, mirando a Bester, tranquilo.

Cuando el psíquico me habla doy una primera respuesta con la cabeza, negando con ella -Bester, le responderé a todas sus preguntas pero antes quiero que hable, que cuente todo, que vuelva a ganarse mi confianza. Pensé que en nuestros anteriores encuentros habíamos creado un vínculo de confianza y compromiso, que usted, al igual que yo, había revelado todo lo que sabía. He descubierto que no ha sido así. Hable, Bester, el mundo puede esperar un par de minutos más y, si no lo hace, tal vez sea porque hemos actuado demasiado lento en nuestra vida -exijo a Bester sin ocultar mi enfado hacia él.

- Todo lo que le conté era cierto. Evidentemente, obvié la parte en la cual soy un monstruo a ojos de la humanidad... pero debí confiar en usted, como estoy haciendo ahora. Me gustaría que comprendiera que este es el mayor punto de confianza que puede existir. - Resopló, mientras intentaba tranquilizarse y retomar aquella ilusión.

- La WY tiene un programa de creación de sujetos especiales mediante ingeniería genética. El Cuerpo Psíquico, algo que a los agentes se les enseña a llamar "Madre". Yo soy un P-1 mientras que Lucy es una P-2, una telépata una generación posterior, que es capaz de utilizar poderes telequinéticos. Se nos envió aquí para ayudar a Smith, pero evidentemente tenemos otra agenda. Una propia y personal. Si es cierto lo que dice y Lucy está actuando por su propia cuenta, estariamos hablando de un agente renegado... y no sabe cómo de peligroso puede ser.

- Rogers es otro metahumano, sin embargo a él solo se le... mejoró, hasta la absoluta excelencia física, pero no se le añadió ninguna capacidad nueva. Y Monypenny ni siquiera es humana. Ahora está el balón sobre su tejado, Adama. Le he ofrecido todo lo que sé, mi colaboración... y le pido ayuda para liberar a una gente que es tratada como esclavos. Si no piensa ayudarme, me bajaré de esta nave en el primer puerto espacial que encuentre y seguiré solo. -

Pese a esperar las palabras que salieron de la boca de Bester estas me hicieron reflexionar. Es obvio para cualquiera que la existencia de los psíquicos, de las creaciones como Monypenny, de soldados como Rogers o de la inteligencia artificial es una aberración, un fallo en la naturaleza que debería ser erradicado. Pero también es obvio que algunos de ellos son humanos y que por ello merecen vivir. Incluso las otras dos creaciones podrían tener cierta cabida, ya que si tienen sentimientos deberían tener la posibilidad de existir.

Esto es una locura. No tengo edad para algo así...

- Usted no es una persona simple, Alfred -comienzo tomándome la posibilidad de utilizar su nombre de pila- Y eso sin tener en cuenta su "condición". Por ello quiero que entienda que esa pelota figurativa de la que usted habla no está en otro lado que en sus manos, en las de todos ustedes. Si las corporaciones les tratan como esclavos son ustedes los que deben romper sus cadenas. Aunque si se deciden a actuar... yo les daré la poca ayuda que puedo prestarles ya que creo que los verdaderos monstruos, las abominaciones, son las corporaciones. Ellos os han creado, han retorcido la naturaleza bajo su visión egoísta y tirana.

Me tomo un tiempo pues quiero que el agente vea que lo apoyo en lo que debe ser su tarea. Pero no todo es tan sencillo, ellos son un peligro, como ya han mostrado Lucy, Bester o, incluso, Rogers.

- Pero quiero que entienda una cosa. Ustedes son un arma, algo peligroso, destructor, que choca con la naturaleza humana y con el equilibrio natural. Si la ética guiara las acciones de las corporaciones, usted sólo seria una persona inteligente y con valores, sin otro "don" o "habilidad" -explico al agente Bester- Yo puedo ver la humanidad sobre la máscara de creación artificial, pero otros no lo harán. Por ello quiero dejarle claro que, si bien deseo vuestra liberación, también deseo el fin de ese proyecto "Madre", de la posibilidad de crear más psíquicos, más soldados perfectos, más sintéticos.

Pese a que no se bien si esto es una ilusión, un sueño o la realidad, me llevo la mano a mi chaqueta, sacando de ella una pistola. Pero no la dirijo hacia él para encañonarle, simplemente la muestro.

- He llegado a esto, a tener que guardar un arma en mi propia nave por miedo a las muchas mentiras que se ocultan en ella. Pero, pese a que un arma sólo crea destrucción, yo soy el que la empuña y el que decide si dispararle o no hacerlo. Sin embargo ustedes, los psíquicos, son un arma, una fuerza destructiva que puede hacer algún bien... o mucho mal. Usted mismo sabe que ese don es un peligro, razón por la que se debe detener cualquier intento de crear a nuevos congéneres de usted o de Lucy. Espero que entienda que es por vuestro bien y por el del resto de la humanidad. Todo poder conlleva una gran responsabilidad y un precio muy alto. Alfred -añado, tratando de sonar cercano- El propio Rogers, pese a que me parece un hombre noble y entrañable, sufre en sus carnes su "don", ya que jamás podrá tener descendencia...

- No comprende usted la magnitud de nuestro problema, Comandante. - Le reprendió cuando le dijo que eran ellos quien debían romper las cadenas. Estaba claro que la imagen que debía tener el comandante de la infancia de un psíquico estaba muy, pero que muy sobrevalorada. Por suerte, eso era algo que Bester, el menudo agente, podía solucionar.

- Pero es un hombre afortunado, yo le haré ver. - Aquella proyección de Bester, de pie en medio de la nada cerró los ojos. Un sonido, un crujido metálico de algo gigantesco se escuchó en la lejanía. Mientras, la tierra parecía temblar, romperse y retorcerse elevando a ambos hasta una escalera que, ahora si debaja claro, conducía a una estación espacial.

La Babylon.

- Acompañeme. - Le pidió. La puerta se abrió, para dejar paso a largos pasillos blancos, propios de los más impolutos y caros laboratorios de las mejores corporaciones. Cada puerta estaba custodiada por dos enormes guardias, dos gorilas con cara de pocos amigos. El silencio en el lugar era claustrofobico. El ambiente, frio y antinatural.

- Nosotros no nacemos. Somos creados aquí. - Le expliqué,  parándome delante de una puerta que se abrió ante nuestra presencia. Los gorilas que custodiaban las puertas no se movieron. Pero al entrar en la sala, algo peor que una paliza de cualquiera de aquellos animales quedó a la vista.

Niños conectados a cables dentro de cubas con liquido. Crecimiento artificial. Ninguno debía tener más de 10-12 años. - Cuando llegamos a los doce años abandonamos la cuna y nos llevan al examen. Eso no es otra cosa que la prueba de si somos aptos, o no. Un no telépata se sienta con una baraja de cartas, levantando una por una. Y el niño debe leer la mente y decir qué carta es. Si no son aptos... - Lo dejó en el aire, apartando la mirada durante unos segundos. - Son enviados a las cubas de reciclaje. No se les vuelve a ver. En cambio, si eres apto... - Tampoco acabó la frase, marchando de allí, apagando las luces del lugar antes de salir, y cerrando la puerta.

- Si eres apto comenzará tu entrenamiento. - Caminó, y caminó pasando por puertas y puertas idénticas a la anterior. Cerradas, custodiadas por guardias. Al menos, hasta que la letra cambio de la C a la A. - Aquí. - Y abrió la puerta de la misma manera. Allí podía verse una aula tan larga que hacía evidente la corbatura de la estacion espacial. - Educados por una máquina. Se les enseña que el cuerpo psíquico es Madre. No conocen nada más. Muchos jamás llegan a abandonar la estación espacial. Los pocos que lo hacen están sujetos a tres condiciones. Un examen de lealtad, un chip de supresión... y esto. - Y al girar la mano, mostró una pastilla. - Nos crean con una deficiencia, Adama. Sin esto, no podemos procesar lo que comemos. Moriríamos de hambre con el estómago lleno. -

Pero hubo algo en sus palabras que consiguió enfurecer a Bester. - Nosotros NO somos un arma. Ni una herramienta. Ni esclavos de nadie. - Dejó claro de forma tajante. Y aquella furia, aquel odio momentaneo... dejó al descubierto una sala, una habitación con las puertas abiertas donde podía verse una imagen.

No era una creación, era un recuerdo.

Una joven versión de Bester. Un recuerdo de hacia muchos años. Sólo un adolescente, tirado en el suelo y siendo apaleado sin ningún tipo de piedad o humanidad. El agente tardó unos segundos en ser consciente de que aquella falta de control estaba mostrando sus recuerdos. Y la puerta se cerró.

- Si nos ayuda, le ayudaremos. Destruirá todo lo que Babylon representa, y nos marcharemos. Y nosotros lo destruiremos con usted. Acabaremos con las corporaciones, destruiremos lo que representan. Crearemos un futuro mejor, para todos. Y nos iremos. - Sentenció. Bester sabía que los humanos comunes no les permitirian jamás estar entre ellos.

Demasiado miedo.

Por eso la única forma de seguir adelante era que se marcharan lejos. Él y los suyos. Cuando las corporaciones ya no existan, cuando no exista nadie dispuesto a seguirlos, a matarlos o lo que era peor: a controlarlos.

- Existe un código, Adama. Existe un código similar a las reglas morales que le impiden ir apuntando a todo el que se cruza con usted con ese arma. No somos unos monstruos que hurgamos en la mente de los demás por diversión. Creame, es mucho más dificil dejar de escuchar, que hacerlo. De no existir ese código de honor, le habría leido la mente. Hubiera conocido su opinión incluso antes de que usted procesara la noticia. Pero no, aquí estoy, a pesar de tener un arma como la suya, pero no utilizándola. Lucy es joven e impredecible, pero aprenderá. Este Don, como usted lo llama, también puede usarse para cosas buenas. - Siguió caminando, hasta pararse delante de una pequeña ventana.

Al mirar por esa ventana, podía verse relativamente cerca, a la AURORA.

- Destruiremos Babylon, destruiremos a las corporaciones y por último, crearemos un futuro mejor para la humanidad. Y después, nos marcharemos. Si acepta estas condiciones, tendrá la colaboración del mejor agente especial que pueda encontrar en esta galaxia, Comandante Adama. -

Lo que Bester me muestra es algo que no esperaba que alguien pudiera hacer. Criar a personas como ganado, matándolas fríamente si no cumplían sus expectativas, una barbarie que nunca debería ocurrir. Mi visión de las corporaciones no hace más que caer sin frenos, llenando de un intenso odio hacia ellos mi viejo corazón.

¿Cómo he podido estar tan ciego? ¿Cómo estamos todos tan ciegos?

- Lo siento Bester, es un verdadero horror lo que os han hecho. Cuente conmigo para acabar con esa barbaridad -afirmo mientras tiendo mi mano al psíquico para que la estreche- pero por mi parte no deben marcharse a ningún lado, es más, la humanidad necesita gente como usted para alcanzar un rumbo favorable. Si finalmente opta por marcharse creo que, tras recuperar todo lo que las corporaciones han robado, podrían usar el denominado proyecto Tau-Ceti para sus propios fines, aunque no me encuentro cómodo con la idea. Si ustedes nos ayudan serán héroes, no villanos. La gente deberá comprenderles y ayudarles, máxime cuando la posibilidad de crear nuevos psíquicos sea destruida...

A pesar de que el tiempo verbal usado por el viejo Comandante no era el correcto -Pues no era lo que les habían hecho, si no lo que les estaban haciendo- agradeció sus palabras. Volver allí, aunque sólo fuera en una ilusión proyectada directamente sobre la mente de Adama, había conseguido ensombrecer el alma de Alfred Bester. Su agradecimiento se vio respaldado por un pequeño cabeceo, un gesto apenas visible, mucho más de lo que ahora mismo el menudo agente era capaz de expresar.

- Se lo agradezco -acabó por decir, estrechando su mano- Aún queda mucho trabajo por realizar. Para muchos de ellos, este es el único mundo que conocen. Pero todavía creo que pueden cambiar las cosas. - Acabó por decirle, mientras su vista volvía a aquel ventanal... y la AURORA parecía moverse hacia la estación espacial que ocupaban, en una maniobra de aproximación de atraque.

La marcha se reanudó. Según se acercaban al muelle de atraque fue evidente la falta de detalles. El recuerdo de aquella parte era mucho menos precisa, y muchos elementos habían sido repetidos para dar una sensación de realidad. Se hacia evidente a ojos de un observador experto y que conociera como Bester estaba creando aquello -a partir de sus recuerdos- que la zona de atraque para abandonar la estación era una zona relativamente "desconocida" en comparación al resto de la estación orbital. Un claro reflejo de una vida a bordo de una estación, encerrado. Y solo liberado de vez en cuando para obrar acorde a los deseos del Cuerpo Psíquico. 

- Comprendo sus palabras, Adama. Pero aunque comparto el deseo de un futuro donde los nuestros convivan pacificamente, no participo de su optimismo. Hoy seremos héroes, pero no sé qué seremos mañana. El individuo es un ser inteligente y racional, pero la masa es un animal asustadizo... y agresivo, dudo que importe el hecho de que sepan que no habrá más como los nuestros. El Proyecto Tau-Ceti será un seguro que protegerá a la humanidad si fracasamos. No creo que sea justo para esos colonos que les arrebatemos su futuro. Buscaremos una alternativa, otra solución... agradezco su preocupación, pero no estoy dispuesto a destruir el futuro de nadie por mis propios intereses. - Ya había sufrido suficiente para saber que no deseaba hacer sufrir a nadie más. El universo era infinito, y sin las corporaciones, las posibilidades ahora también lo serían. Solo era necesario encontrarlas.

Aquella ilusión nos llevó, caminando por el AURORA, hasta el mismo despacho de Adama. Un despacho ahora vacio, dispuesto exactamente como lo estaba en la realidad. - Ya no quedan más secretos, Comandante. Y espero que ahora que vio esto comprenda mi temor a decir toda la verdad desde un principio, lamento el engaño y espero que sepa perdonarlo, y olvidarlo. Ahora es menester que hable con Lucy. Si es ella quien esta saboteando la nave, debo saber por que... y detenerla.

Las palabras de Bester ahondan en diversos problemas futuros y algunos actuales. Son esos últimos los que más importan en este momento, dada la poca oportunidad de que sucedan los primeros.

- Puede que el sabotaje de Lucy no sea tal, puede que lo ocurrido sea un efecto secundario de su poder. Pero usted sabrá mejor que yo si esto puede suceder -sugiero a Bester mientras observo como el entorno cambia hasta transformarse en mi camarote- Dígame, Bester, ¿cuál cree debe ser nuestra linea de acción en estos momentos?

- ¿Tiene un listado de esos sabotajes? Viéndolos, podré saber si se trata de un accidente, o no. - En cuanto le pregunta sobre el margen de actuación, se llevó la mano a la sien, meditando unos segundos. Lo primero que hizo es repasar el protocolo del Cuerpo Psíquico. - Cambiar los códigos de seguridad. Añadir llaves magnéticas de seguridad, y no sólo pulsadores de código. Eso debería ser lo primero. Y que nadie tenga todos los códigos. Después, debo hablar con ella... comprender las motivaciones. Es joven, y está asustada. Sólo quiere ser libre.

No, actualmente no tengo el listado de sabotajes pero lo haré preparar en los próximos días -le respondo a Bester apuntando mentalmente una tarea a mi ya larga lista- Tendré en cuenta sus medidas. Por cierto, agente Bester, dada su singular habilidad ¿sabe algo especial? Esta misión tiene demasiados puntos oscuros, como usted ya sabe...

- Desgraciadamente, guardo con mucho celo mis capacidades, Comandante. No gusto de meterme en la cabeza de los demás... sé que puede estar acostumbrado a los vids donde un mentis puede leerte la cabeza, pero le aseguro que es una experiencia de lo más... traumática. Las impresiones emocionales te parecen propias por mimetismo empático, y he visto a muchos perder el juicio por eso. -le explicó con tranquilidad, aunque levantó el dedo, pidiendo un segundo de calma- Aun así -llamó su atención- No es ningún misterio que Smith tiene su propia agenda. También me preocupa Roslin, es una mujer muy perspicaz... y oculta algo. A pesar de que no me guste, podría sondear a la tripulación, con su permiso. Una serie de interrogatorios, como tapadera. Usted podría estar delante, eso me ayudaría.

Me debato ante la propuesta de Bester. Su habilidad puede permitirme encontrar respuestas y verdades ocultas. Por contra ello va en contra de todos mis principios, sondear la mente de la gente sin su consentimiento, algo tan básico, tan privado. Si consiento algo así no seré mejor que ellos.

- No, no consentiré algo así, Alfred. No es moral y, además, colaborar de forma tan obvia dejaría clara nuestra estrecha relación y estoy seguro que no podremos obtener la información más importante, en propiedad de Smith y Wray. Ya se nos ocurrirá otra cosa -respondo a Bester negándome ante su propuesta- Voy a tratar de recopilar más información aunque debo continuar como líder de esta misión, haciendo mi papel ante las corporaciones...

- Ha tomado la decisión acertada, Comandante. - Y dicho esto, el menudo hombre se puso en pie, arreglandose el uniforme. Recogió sus cosas de la mesa, y se puso los guantes. - Ahora marcharé a buscar a Lucy, es menester que lo haga cuanto antes posible. Que sepa que esta haciendo, y el porqué. - Asintió con la cabeza a modo de despedida.

- Comandante, un placer. Me alegro de haberme liberado de una carga... y haberla confiado a alguien como usted. - Acabó por decirle, antes de marcharse.

Ahora que Alfred Bester, ese extraño agente de las corporaciones rebelde con poderes psíquicos, ha abandonado tu camarote dejándote sólo, no puedes dejar de darle vueltas y más vueltas a la cabeza. Parece sincero cuando habla de sus motivaciones e ideales, de buscar la justicia para los suyos y pretender liberarlos… pero eso equivale a liderar una auténtica revolución contra sus creadores, que no dejan de ser seres humanos. Él mismo los ha llamado los no-telépatas. Por muy corruptas que estén las corporaciones para las que trabajan, esto amenaza con transformarse en un conflicto muy complejo y no cabe duda de que podría cambiar la historia de la humanidad.

Y eso sin hablar de los juegos mentales que ha practicado contigo. Esa especie de proyección sensorial ilusoria, o como quiera que debiera llamarse, es sólo una muestra del alcance de su poder. ¿Quién te dice que no podría estar afectando también a tus emociones, a tu libertad de juicio moral, para hacerlo más proclive a sus intereses? Es imposible saberlo…

Aunque, de hecho, los pasos que has escogido seguir últimamente parecen conducirte de forma inexorable hacia un abismo, lo mires como lo mires. No es sólo la asociación con Bester, también está el terrorista convicto, el tal Riddick, un autentico extremista político, una especie de fanático dispuesto a llegar hasta donde haga falta en su guerra personal contra las corporaciones.

Por no hablar de Susumo Kodai, o los demás…

Todos los valores sobre los que has cimentado tu vida, toda tu carrera militar, los sacrificios personales que has realizado a lo largo de todos estos largos años… parecen convertirse en polvo entre tus dedos. Porque ahora, de golpe, todo parece estar cambiando.

Tal vez sea una especie de efecto secundario de la intrusión del telépata en tu psique, pero estás rememorando lo que sabes de todos los hombres bajo tu mando, las historias personales de esos viejos camaradas de armas que te han acompañado desde los tiempos del Spektor. Piensas en lo que sabes de ellos y por tanto en hasta qué punto merecen tu confianza.

Por supuesto, sabes que puedes contar con Saúl Tigh, pese a su tormentoso pasado personal, pese a su perfil autodestructivo y sus problemas con el alcohol o el juego, mataría y moriría por ti… te duele reconocerlo, pero eres consciente de que eres lo único que le queda.

Félix Gaeta ha estado con vosotros desde que era un cadete, es eficiente y cumplidor, puede que le falte temperamento para ascender en la oficialidad, para asumir el mando cuando hay que tomar decisiones difíciles… pero es el mejor teniente que has tenido nunca. Y ese implante neural que le instalaron le convierte en un portentoso oficial de comunicaciones, está literalmente conectado al ordenador de la nave. Ha llegado muy lejos para provenir de una humilde familia de Bombay que se ganaba la vida con la restauración.

También conoces desde hace mucho al sargento Stackler Pentecost, y goza de tu absoluta confianza, más allá de cualquier duda razonable. Sabes que tuvo algunos problemas familiares y legales cuando su mujer le pidió el divorcio para irse con un agente comercial corporativo, y encima reclamó la custodia de sus dos hijas pequeñas, con intención de llevárselas a Elysium con su nueva pareja. No se lo tomó nada bien, pero... ¿quién podría reprochárselo?. Sin embargo te consta que la denuncia por violencia física y amenazas fue sobredimensionada por esos miserables abogados, siempre a sueldo de los poderosos. Nunca le llegó a poner la mano encima a nadie, pues un hombre con su físico y formación militar les hubiera causado algo más que simples lesiones. Y sabes también que luego ha renunciado a las visitas ocasionales a las que tenía derecho para ver a las niñas, con tal de no sacarlas del paraíso artificial de la estación orbital y llevarlas al insalubre guettho que puede permitirse en los periodos de permiso, allá abajo en la vieja Tierra. Simplemente, las quiere demasiado como para exponerlas a esa contaminación ambiental y emocional. Por eso la Marina Colonial es su vida, su nueva familia, y precisamente por ello es tan buen suboficial.

Luego está por supuesto el viejo Miles O´Brien, el jefe de ingenieros, con el que compartes una sincera amistad, basada en la confianza y el respeto mutuo, desde que coincidisteis por primera vez en el viejo Spektor, cuando tú eras un verdadero novato. Demonios, ha pasado toda una vida desde aquello, son tantas las experiencias que habéis compartido que es también en tu caso prácticamente alguien de la familia. Recuerdas la enfermedad terminal de su esposa, igual que te ocurrió a ti no pudo estar allí, a su lado, cuando finalmente falleció. Vuestras vidas han sido siempre curiosamente paralelas, en lo bueno y en lo malo. Es el sino de quienes dedican su vida a la Armada Estelar.

También conoces desde hace décadas a Tyrol Henderson, competente, cumplidor y una de las mejores personas que nunca hayan estado bajo tu mando. Puede que pensar en esposas fallecidas te lo haya recordado, pues su desgracia personal sucedió durante vuestro prolongado servicio en el Spektor, sólo tuvisteis un accidente que comportase pérdidas humanas en décadas, pero se tuvo que llevar a su joven esposa, Sharon Valeri, cuando estaba encinta del que iba a ser su primer hijo. Lo cierto es que Tyrol os preocupó bastante durante algún tiempo, pues siendo un individuo tan reservado no parecía estar procesando adecuadamente el duelo... tiene que ser realmente duro perder a toda tu familia, tu futuro y tus esperanzas así de golpe, de la noche a la mañana. Pero los años han dejado claro que las inquietudes de los psicólogos eran infundadas, lo que más necesitaba era reincorporarse al servicio y estar ocupado con su trabajo. Lo ha demostrado cientos de veces, con una diligencia absoluta.

Claro que también confiabas firmemente en la profesionalidad y la lealtad personal del alférez Everett Young, vuestro experto en contramedidas electrónicas… y las cosas no parecen haber sido como esperabas. Tal vez deberías replantearte hasta qué punto esas viejas lealtades son tan inamovibles como siempre habías creído.

En cuanto a los marines, hay de todo, muchos son relativamente nuevos por una forzosa cuestión de recambio generacional. Todavía queda alguno de los veteranos, como Ochoa, que tuvo una muy mala experiencia en campaña, cuando su traje presurizado perdió integridad y estuvo a punto de morir por asfixia. Pero gracias al sellado de emergencia y los aportes de oxígeno que le fueron transmitiendo sus camaradas de armas logró sobrevivir… y entonces experimentó esa peculiar conversión religiosa a la Iglesia Renacida. Lo cierto es que eso le ha hecho todavía más responsable y fiable, así que no puedes tener nada en contra.

Otros más jóvenes destacan por sus aptitudes y recomendaciones, aunque apenas has tenido trato personal con la mayoría. Te consta que tanto Agathon como Crichton son excelente pilotos, aunque el primero es más formal y el segundo lleva una vida un tanto alocada. Otro tanto podría decirse de Ford y sobre todo de Greer, esos muchachos provienen de los suburbios y está claro que sólo se alistaron para poder salir de la vieja Tierra, donde seguro que dejaron muchos problemas atrás… pero a cambio de ese dudoso origen, son mucho más duros que el resto, saben lo que es jugársela a cada paso y han crecido como supervivientes. Todo lo contrario de Scott Matthew, un verdadero marine de academia con una buena educación previa y sin duda alguna con vocación de llegar algún día a oficial. Hay de todo, como siempre ha sido, pero en principio todos ellos son buenos hombres.

Demasiada información y demasiados problemas se amontonan en mi ya cansada y lenta mente. Se suponía que la misión sería algo sencillo, más rutinario, pero se ha convertido en una bomba que está explotando con rapidez todos los pilares construidos a lo largo de una vida.

Bester era un buen hombre, pese a todo lo que ocultaba y que poco a poco me había revelado. Si, es obvio que no encaja en mi prototipo de hombre ideal dados sus habilidades artificiales, pero se aproxima más a mi forma de ver el mundo que la de otros "triunfadores" de la sociedad. Y, pese a todo, seguía siendo más humano que artificial, no como los monstruosos sintéticos o las extrañas inteligencias artificiales. Si todo sale bien podré acabar con las corporaciones y con el proceso de creación de "psíquicos", acabando de esa manera con esa aberración de la naturaleza sin ensuciarme las manos con vidas inocentes...

Riddick era una bestia, un asesino, un psicópata. Pero, a fin de cuenta, el "Chacal" es la viva imagen de la respuesta a un sistema tiránico, el peso que trata de equilibrar la balanza, de destruirla. Para bien o para mal ese hombre no encajaría en ninguna sociedad pues ha sido creada por la actual, como una especie de anticuerpo especialmente preparado para luchar contra una infección y que, tras erradicarla, pierde su utilidad. En el fondo es una creación más de las corporaciones, un pobre alma descarriada guiada por el odio.

Susumo Kodai era un hombre inteligente y de férreos valores, entrado en años al igual que yo pero, sin duda, un valioso aliado. Solo debo comprobar hasta donde se atreve a llegar...

Saúl, Gaeta y Pentecost son grandes amigos y potenciales aliados. Sin embargo es esa amistad la que me impide pedirles que se unan a mi en este loco ideal puesto que no quiero que sus vidas y carreras se quemen conmigo. La misma razón es la que me impide pedirle más favores a Henderson y a Miles.

Recuerdo que aún debo buscar las comunicaciones de Young para saber si realmente es el traidor que parece ser y la conversación pendiente que tengo con alguno de los marines. A fin de cuentas ellos son los que llevan las armas y pueden asegurar o destruir cualquier intento por mi parte de tomar el control de esta misión.

Por último estaban el Brigada y la doctora, dos personas intrigantes que ocultaban demasiado y que me gustaría se unieran a mi.

Con estas ideas en mente tomo mi computadora y comienzo a trabajar, visualizando videos de grabación a toda velocidad, varias a la vez pese a que mis ojos solo se fijan en aquellas cámaras cercanas a los camarotes de los corporativos.

Cuando empiezas a repasar los videos grabados por las cámaras del corredor de proa de la cubierta superior, el mismo que conduce a tu propio camarote y por ende a los de los oficiales, ahora ocupados por los agentes corporativos, así como a la enfermería de la nave y el camarote de la Dra. Roslin... lo primero que te llama la atención es la cantidad de movimiento que ha habido por aquí estas semanas, sin que tú mismo te dieras cuenta. Aunque también es cierto que pasas la mayor parte de tu tiempo en el puente de mando y no te han faltado asuntos complejos y delicados que atender. Tenías muchas distracciones. Grandes preocupaciones que atenazaban tu mente. Pero la cuestión es que, entretanto, esto era un hervidero de gente...

Tanto el camarote de Smith como el de Wray han estado recibiendo un flujo constante de visitas, el primero por parte de Gaius Baltar, de Alfred Bester y su pupila Lucy, de Steve Rogers... y sorprendentemente de uno de los marines, el piloto Jonh Crichton. Tú mismo apareces varias veces, en las visitas que has realizado solicitando en vano la colaboración de los representantes de las corporaciones... pero quién no sale ni una sola vez, salvo pasando de largo para dirigirse al puente, es Everett Young. Aunque, cuando repasas con más atención las grabaciones, aciertas a descubrir algo inesperado: hay varios fragmentos que han sido borrados. Momentos breves, lo suficiente como para que alguien recorriese el pasillo para entrar o salir del camarote de Smith... pero la conclusión es obvia: estas grabaciones han sido manipuladas para evitar que quede constancia de algo. Y debe haberlo hecho alguien con acceso al sistema, de eso no cabe duda.

En cuanto al camarote de la consejera Wray, desde luego tampoco ha estado inactiva. Hay imágenes que certifican la convocatoria de reuniones colectivas con todo el personal civil de la nave, el equipo científico y el médico al completo, aunque difícilmente podría reprochársele ya que forma parte de sus funciones a bordo. Sin embargo hay gente que parece visitar regularmente a Wray, desde su secretaria personal, la bella Meredith Vickers... hasta, de nuevo, Gaius Baltar. Este hombre parece haber llevado un doble juego, a juzgar por sus movimientos. Y eso sin contar las visitas a tu propio camarote. También te llama la atención alguna reunión privada con Ben Sysko, el técnico de mantenimiento del exoesqueleto de combate de Quaritch. Claro que nunca ha sido un secreto que esos dos mercenarios fueron contratados por la Wk. Es lógico que se reúnan alguna vez con quién les paga.

Tras ver las grabaciones me percato del doble juego de algunos y de lo peligroso de la situación. No puedo más que tomar la decisión de tratar de arriesgarme lo menos posible, de no revelar más de la cuenta a nadie, mientras no me fíe completamente.

Y por lo visto no puedo fiarme completamente de mucha gente...

Después de reflexionar decido llamar al Brigada Rogers para conversar con él en la intimidad.

Rogers recibe un aviso para reunirse con Adama en el camarote privado del comandante...