Partida Rol por web

En ese momento aparecen por la sala común los dos agentes del ONUG, esos tipos tan raros que apenas hablan y siempre parecen ir a lo suyo. El hombre bajito y remilgado escoge una mesa apartada y se sienta en ella, mientras la rubia tímida lo hace justo en frente, ambos de lado a la pared con lo que conservan una buena visión periférica de la estancia.

Entonces, sin decir palabra, el hombre saca una extraña baraja de naipes con la que más de uno ya le ha visto juguetear y se pone a barajarla, como si fuesen a echar una partida entre ambos. Y todo eso sin abrir la boca, sin emitir un solo sonido.

Raros, lo son un rato... y si le sumas que sólo parecen querer realcionarse entre ellos, ya para de contar.

Sonrío levemente sin llegar a mostrar los dientes ante el comentario sobre la comida. Es imposible que sea peor que la de ese jodido agujero de Himalia. - Eso no lo dudo. - De camino a los dispensadores me cruzo con el mercenario, me saluda levemente y por mucho que no me gusten los de su clase... por ahora es mejor ser manso y que se acostumbren a mí. Saludo de igual manera pero con el semblante serio. Es al pasar al lado de este y de su compañero de mesa cuando capto parte de la conversación. Vaya con estos mercenarios, si que son blandengues, se les rompe la rutina y ya no pueden comer... tal vez debería recomendar yo unos mejores a Adama. Estoy a nada de soltar la lengua, pero decido mordérmela. No hace nada que he salido de mi jaula y no me apetece nada volver por un par de tonterías... además de que parece que al menos uno de ellos sabe usar el cerebro para algo más que contar con ayuda de los dedos.

Cojo la bandeja que me tiende el soldadito y miro las diferentes comidas que hay allí. La elección es sencilla, un concentrado de proteínas y almidón vegetal. Carne con patatas... o algo que dice tener ese sabor. Me sirvo las cosas con calma y en cantidades proporcionadas. Estoy poniéndome un poco más de patatas para compensar la cantidad de carne, cuando me da un nuevo consejo. Le miro ligeramente extrañado, no muchos perros guardianes se preocuparían de esa manera... ni siquiera por evitarse un paseo hasta la enfermería. Asiento ante sus palabras antes de terminar de llenar el plato y ver que él se está sirviendo exactamente lo mismo. Cojo algo de zumo que dice ser de manzana para completar la comida y sigo al soldadito hasta una mesa apartada. Se sienta recostándose contra la pared, forzándome a estar de espaldas al resto... era obvio y no me molesta. Me siento y miro a Rogers. - Que aproveche. - Antes de cortar lentamente un pedazo de carne y llevármelo a la boca para saborearlo. Joder... hacía mucho tiempo que no comía algo así, no es un puto restaurante gourmet y seguramente todo sea proteína sacada de lombrices, pero sin duda esa máquina disfraza bien el sabor. La carne está en su punto y la salsa le da un toque que hace mucho que no saboreaba. Coloco algo de mantequilla sintética sobre las patatas para permitir que se funda sobre ellas antes de coger un pedazo y llevármelo a la boca, todo regado con un pequeño sorbo de zumo.

Cuando termino de masticar miro a mi acompañante. - Sin duda, quien haga la comida sabe lo que se hace. Muy rica. - Clavo el tenedor en la carne pero no llego a cortar. Levanto mi mirada y la clavo en la suya, no hay gesto agresivo en mis ojos. - Dime Rogers, porque hay tanto cerebrito y alto cargo de la corporación para esto. Han reunido a un plantel realmente interesante.

Justo cuando termino de hablar, la puerta se abre y aparecen el loquero y su compañera, su guapa compañera. No puedo evitar seguirles con la mirada, todo lo que me permite mi campo de visión, mas no dudo en girarme levemente cuando sé dónde están. Tal vez no sean los más “normales” de la nave, pero creo que puedo sacar mucha más información de ellos que de la mayoría de los presentes… tarde o temprano tendré que ir a verles. Les sonrío y saludo con la cabeza si hacen en algún momento el mismo gesto. Si no, sigo a lo mío.

Al entrar en la sala común, Bester se lleva las manos a la espalda, peinando con la mirada la estancia y reparando en todos y cada uno de los presentes acompañado de Lucy, y ese silencio de ultratumba que parece acompañarlo allá donde marcha. Cerró los puños con cierta fuerza, aguardando unos segundos para estudiar el reparto de las mesas, la posición de la gente, las relaciones personales y la actitud de los presentes.

Sin decir palabra alguna, marchó a andar hacia la mejor mesa, una lejos de los murmullos molestos, con una buena panorámica de la situación y que le permitiera estar tranquilo y apartado. Tomó asiento, sin decir palabra y esperó en silencio a que su acompañante hiciera lo mismo.

Sacó una baraja de cartas, comenzando a mezclarlas con cierta gracia y destreza.

Cuando puso la primera carta sobre la mesa, se detuvo un momento y levantó la palma hacia el reo. Lo estaba saludando. La pregunta era como lo había visto, si tenía la vista fija en las cartas y prácticamente estaba fuera de su línea de visión. Tras eso, retomó el reparto de las cartas, con total paciencia y técnica.

- Bien, no existe mayor paz que aquella que es rodeada de gente que habla y mira. ¿Qué es aquello de lo que querías hablar tras el interrogatorio, Lucy? -

Miles mira con desilusión a Sysko, casi como el inocente niño al que le han jodido la navidad por explicarle que Santa no existe.

- Eres un puto aguafiestas Ben... - se queja, antes de dar un último trago de agua

Suspira y mira a su alrededor, la tranquilidad que se respira en la nave y la monotonía y la falta de...

¿A quien se le ocurre quitar el gimnasio? 

Quaritch se pone en pie apoyando una mano en la mesa, con la pesadez con que lo haría un anciano y se dirige a la salida despidiéndose con un ligero cabeceo informal de los militares y pasando por alto a los civiles.

No era ningun misterio que desde aquel transporte en el que traje a Rogers hasta el Aurora, habia estado mucho mas callado que de costumbre, mas pensativo. Y aquella situacion en el comedor no hacia mas que confirmar esa actitud, producto de mis dudas y de mi incertidumbre. Todo aquello era cada vez mas surrealista: primero Rogers, luego ese Riddick, luego el tal Smith, y ese hombrecillo siniestro que me ponia el vello de punta. Comenzaba a tener la sensacion de que, tarde o temprano, algo estallaria alli, en nuestra puta cara, y todos acabariamos salpicados.

Riddick era un asesino, y  Smith un gilipollas. Y si seguian tratando a aquel tipo y exigiendo de aquella forma, antes o despues habria problemas.

Salude a Rogers y a Riddick llevandome un dedo a la sien, y esboce una media sonrisa que acabo congelandose cuando aparecieron por alli el hombrecillo siniestro y su atractiva aunque no menos siniestra acompañante.

-Claro que no es tan estupido.- dije, mirando al resto, mientras mi mirada volvia a posarse en Riddick y en Rogers, quien no parecia temer una reaccion de aquel hombre, a pesar de estar a solas con el.

-Espera un segundo, Miles, voy contigo -comenta Ben a su socio mientras se pone en pie y le acompaña hasta la puerta- Tengo que explicarte algo bueno...

Pero lo que quiera que sea, quedará en privado...

El doctor Rodney McKay aparece por la puerta de la sala común justo cuando están abandonándola dos de los militares, Quaritch y Sysko, que parecen estar compartiendo algún tipo de confidencia jugosa y picante, a juzgar por lo que llega a captar cuando se cruzan con él... pero ambos callan y esperan a haberse alejado por el pasillo antes de seguir, por lo que se quedará con la curiosidad, al menos por ahora. Cuando centra su atención en la estancia, se encuentra con que, aparte de buena parte de los marines coloniales, están aquí los dos peculiares agentes del ONUG, ese rubito culturista que subió a bordo a última hora... y el terrorista antisistema conocido como Riddick, comiendo tranquilamente a su lado, como si estuviera de picnic... Bueno, y para completar la imagen, uno de los tipos de mantenimiento, el grandullón, que Canturrea mientras pasa la fregona...

Crichton se había quedado de piedra cuando entró el preso... y verlo sin grilletes lo intranquilizaba grandemente.

Paseó su vista sobre él como si estuviera en un burdel vendo una chica y sólo el comentario de Sysko le sacó de su ensimismamiento.

-El rubito, dijo en referencia a Rogers- va a tener que tener mu abiertos los ojos por si el asesino ese pilla un cuchillo, tenedor o cualquier cosa parecida... sé de buena tinta que es mu hábil en eso... dijo a sus compañeros sin mirar a Riddick.

Acto seguido tomó el vaso de refresco de cola y se lo tomó de un sorbo, como un cow-boy toma un whisky en la taberna y se sintiera muy duro.

Cuando te has cruzado con esos dos orangutanes que exudaban testosterona en versión bicolor, blanco y negro, te ha dado la impresión de que se callaban algo... así que has aguzado el oído cuando se alejaban por el pasillo. Por simple morbo. Y has llegado a captar algo de lo que se estaban explicando. aunque no sabes muy bien cómo interpretarlo.

Te falta el contexto, pero uno le la dicho al otro: ...menuda zorra...

¿Tendrá algo que ver con cierta escena que co-protagonizaste en la cámara de crioestasis?

Dedico un gesto con la cabeza para saludar a Bester y a Lucy, sin que me extrañe lo más mínimo que el agente de la ONUG busque un sitio similar al que yo mismo he escogido para sentarnos; un lugar desde el que se pueda ver fácilmente todo el salón sin necesidad de desviar mi mirada de la persona que tengo sentada frente a mí.

Me encojo de hombros en respuesta a Riddick.

- Sabes prácticamente lo mismo que yo - le contesto. La información que nos han dado en el puesto de mando resume el objetivo de nuestra misión y, por muy importantes que puedan ser los detalles, yo mismo carezco de toda la información sobre este asunto. - Pero, viendo quién está involucrado, ya te puedes imaginar que no todos los datos sobre este asunto van a estar disponibles para todos los públicos.

Después de nuestra conversación en la bodega sobre las corporaciones, es evidente que Riddick sabe perfectamente lo celosas que se pueden mostrar todas ellas con la información sensible para sus negocios. Sin mirar hacia el plato, empiezo a cortar la carne, sin protestar por el incómodo cuchillo de plástico, muy poco práctico para cortar la comida.

Detrás de Riddick la gente sigue haciendo sus comentarios. Ciertamente, es probable que tenga que tener los ojos abiertos, esto no es una comida romántica precisamente, pero más de uno está perdiendo una maravillosa oportunidad de mantener su boca cerrada. Miro a mi acompañante con un gesto de resignación.

- Supongo que ya estarás acostumbrado a todo esto... - le comento haciendo un gesto hacia la sala. Dejo la frase abierta, esperando algún tipo de respuesta pero sin plantear ninguna pregunta clara. No hace falta que se vuelva para entender que me refiero a los comentarios del estilo a los que han hecho Ford y Crichton. Aunque por lo que he visto de Riddick, empiezo a creer que casi le resultará divertido.

Los diferentes comentarios se suceden desde distintos lugares de la sala, en la gran mayoría no reconozco las voces pero hay al menos uno que creo recordar estuvo conmigo en Himalia. Intento hacer memoria de su nombre, estoy seguro de que puedo recordarlo pero mientras intento que mi mente me dé un resultado positivo, mi mano lleva hasta mi boca un trozo de patata con mantequilla sintética y en el momento que mi paladar se cierra sobre esa exquisitez... todo otro pensamiento que no sea disfrutar de la comida desaparece. Cierro los ojos para disfrutar justamente de eso... de esa sensación de la patata al romperse y de cómo la mantequilla explora mi boca.... estoy así unos segundos antes de volver a abrir los ojos.

Justo cuando el soldadito decide responder a mi comentario de antes.

Sus palabras son las justas y aun así dice exactamente lo mismo que yo pienso. Parece ser que va aprendiendo que esas aves de rapiña únicamente dan lo que les sobra y sólo después de revisar a conciencia, para no dejarse nada de valor. Lo que quiere decir que la información que nos ha dado, más o menos acertada, no tiene un valor directo para ellos. Observo al soldadito cortar la carne sin mirar el plato y noto como sus pupilas no me miran a mí... una leve sonrisa asoma a mi rostro imaginando lo que está pensando... que esos comentarios tan simpáticos del resto de la tripulación no le hacen nada de gracia. Bajo la vista al plato para recoger un poco de almidón vegetal con sabor a brócoli. Sin duda está conseguido... aun así creo que habría que matar al capullo que creo las pastas estas con sabores tan definidos. Al levantar de nuevo la vista al echar un trago de mi vaso, veo como Rogers me mira ahora directamente a mí y un gesto entre apático y de no poder hacer nada asoma a su rostro... interesante que se tome la confianza para demostrar algo así ante mí, mas no hago comentario alguno al respecto, ninguna pulla ni ningún puñal.

Escucho sus palabras y no digo nada, solo le miro, y la comisura izquierda de mi boca se alarga en una sonrisa que da a entender que me resulta increíblemente divertida toda esta situación. Marines entrenados para ser los más duros, no hacen más que soltar sus tensiones por la boca y todo mientras estoy de espaldas a ellos, para que no les pueda poner una cara que luego recordar... si... sencillamente hilarante. Bajo el rostro para acercar un poco más de carne a la boca antes de mirarle, mientras mastico con la boca cerrada, decidiendo si explicarle lo divertida que es esta comida... al final decido que no me puede hacer ningún mal y cuando termino de masticar y tragar, dejo un momento los cubiertos sobre la mesa... ligeramente alejados de mí para que el cobarde que habla a mis espaldas vea tanto el cuchillo como el tenedor que estoy usando. - La cuestión no es si yo estoy acostumbrado... sino lo mal que se adaptan ellos a esta situación. - Sonrío como lo haría ante alguien a quien le he contado una confidencia y recojo los cubiertos. - Por cierto, creo que me gustará venir más veces contigo aquí... resulta entretenido.

Aun así, aún me falta entender cómo un simple soldado se atreve a hablar de Rogers en voz alta refiriéndose a él como "el rubito", y este no hace nada... tal vez haya algo bueno que sacar de todo esto... aparte de otro mote para el soldadito.

Dos miembros más de la tripulación del AURORA aparecen en este momento por la puerta, charlando distendidamente entre ellos. Y no se trata de cualquiera, son el Sargento Pentecost, suboficial al mando de la escuadra de marines coloniales, y el Mayor Tigh, el Primer Oficial y por tanto la segunda persona en el escalafón militar a bordo, sólo por detrás del Comandante Adama.

Aunque todo protocolo marcial parece olvidado cuando acuden a la Sala Común de la Tropa y comedor de la nave, ambos ríen con camaradería por alguna ocurrencia y no se espera que nadie se ponga en pie para ofrecer el reglamentario saludo militar ante los oficiales…

Aquí todos están fuera de servicio, simplemente, una nave de estas dimensiones es demasiado pequeña para no disponer de ningún lugar en el que relajarse y olvidar los rangos. Aunque no así el respeto, por supuesto, esta sigue siendo una misión bajo mando de la Armada.

- …pues ya iría siendo hora de que la tripulación aprenda a sacarse esas preocupaciones de la cabeza, Stack -comenta con grandes aspavientos el veterano oficial- Siempre he tenido claro que una escuadra demasiado tensa funciona peor que un grupo de hombres hermanados por el cálido sentimiento de camaradería que emana de haber compartido un par de tragos y algunas viejas historias…

Vaya, parece que el Mayor está de un excelente humor, aunque desconozcáis el motivo…

El Sargento Stackler Pentecost se sonríe pero trata de atemperar las cosas:

- Bueno, creo que estos marines no necesitan precisamente que les animen a relajar mucho más la disciplina, señor -comenta divertido- Son buenos muchachos, pero ya se han montado alguna que otra timba y no hacen más que lamentarse por la falta de alcohol a bordo…

Tigh ríe entre dientes y propina una palmada al corpulento suboficial:

- Nada de “señor” en esta sala, Stack, aquí con Saúl basta -le reprende amistosamente- Y si estos panolis ya han empezado a regalar sus créditos es su problema, si no permites que los hombres cometan sus propios errores nunca aprenderán de ellos…

Se planta ante la mesa ocupada por los seis marines coloniales y les reta públicamente.

- Caballeros, si alguien tiene una baraja de póker le recomiendo que vaya calentando las cartas mientras hago una visita a mi despensa personal -comenta con un guiño- Cualquiera que tenga los redaños suficientes para sentarse conmigo y poner pasta encima de la mesa, merece echarse un trago al menos… ni que sea como premio de consolación por quedar pelao…

Y dicho esto, se dirige a su camarote privado, al fondo de la sala, el mismo que debería haber correspondido al Sargento Pentecost que ahora duerme en las literas con sus hombres. Esta misión está llena de cosas que no son como se esperaba, como la presencia a bordo de toda esa gente de las corporaciones… y el Primer Oficial de la nave parece dispuesto a hacer un esfuerzo para que la normalidad, la confianza y la camaradería vuelvan a imponerse.

Pentecost se sienta a la mesa de los marines y saca la baraja magnética de uno de los compartimentos para ponerse a barajarla…

- Antes de que el Mayor Tigh vuelva, os advierto que bajo esa apariencia de viejo simpático, es un auténtico cabrón si te sientas con él en una timba -bromea- Avisados estáis, luego no me vengáis llorando… y menos pidiendo prestado.

Cuando Saúl Tigh sale de su camarote trae una botella de buen whisky en las manos, pero por el color del contenido es evidente que ha sido rellenada con… otra cosa…

- Venga, muchachos, quién se apunte a la partida que se busque un vaso y ponga pasta, los demás largo, que esta mesa es para valientes -dice mientras se sirve el mejunje y le echa un trago, para inmediatamente torcer el gesto- Bufff… esto levantaría a un muerto, joder si está bueno…

De modo que la timba de póker rápido queda configurada.

Fruncí el ceño al cruzarme con aquellos dos y escuchar aquel comentario tan peyorativo. ¿Seria posible?

Esperaba que no, o si no... Bueno, si no alguien podria tener problemas. Por favor, no iba a consentir algo asi, eso estaba claro... ¿o no? Hombre, lo cierto era que la posibilidad de liarme a guantazos con dos armarios de aquellas proporciones no me emocionaba precisamente pero... estaba seguro de que, llegado el caso, se me ocurriria algo mejor, mas... a mi estilo.

En cualquier caso, mire a mi alrededor, en busca de rostros conocidos y al ver que el rey Lui y toda su corte de simios parecian estar alli reunidos, busque un lugar lo mas alejado posible, en el que poder echar un vistazo a un par de cosas con tranquilidad... Todo lo tranquilo que pudiera estar entre desparasitaciones, gritos, saltos, y demostraciones simiescas sobre el poder dentro de la manada.

Y asi, salude a los alli presentes con un gesto de cabeza algo condescendiente, deteniendome un instante en la mesa que ocupaban el terrorista y el tal Rogers, pensando en lo tranquilizador que me resultaba saber que estaba alli mismo, a menos de 10 metros de un tipo que podria matarte quince o veinte veces de la forma mas horrible antes de que tu taza de cafe cayera al suelo.

Y, con un gesto de circunstancia, me dirigi hacia la otra punta de la sala, viendo en el proceso al pequeño y extraño hombrecillo que siempre iba acompañado de aquella atractiva rubia. El poder del intelecto, Rodney. El poder del intelecto. me dije a mi mismo, pensando en que quizas aquel tipo, como yo, podia considerarse un hombre con suerte. Aunque, en aquel caso, estaba claro que no podia decirse lo mismo de la rubia, con un aspecto tan sexy como desquiciado. ¿Estaría loca?

Bueno, tampoco iba a acercarme a comprobarlo...

Y asi, acabé por tomar asiento en una mesa vacía, lo más alejada posible del resto... donde tras provisionarme con una buena taza de café, me senté, dispuesto a poner en orden mis cosas y descansar un rato.

-Cuando acabó de hablar el Mayor, una sonrisa apareció en la comisura de los labios de Crichton.

-¡A la orden señor!, dijo de manera algo exagerada. Apuró las gotas que quedaban del vaso y lo dejó presto para ser llenado con otro líquido más apetecible.

Esto sí es ganarse a la tropa, lo demás son tonterías.

-Espero que no haya represalias en caso de le de una... vaya en caso de que no ganase, je je je. Alarga la mano hacia la botella esperando que nadie le impida echarse whisky o lo que sea en el vaso.