Partida Rol por web

Órbita de Himalia, satélite irregular de Júpiter. Prisión Orbital de Máxima Seguridad concesión de la W-Y.

La vida aquí es un infierno.

Sois cerca de mil presos y el nutrido contingente de guardias se esfuerza en que vuestra estancia en este olvidado presidio orbital os resulte tan dura y desagradable como puedan lograr. La única limitación que se les impone es manteneros con vida hasta el final de vuestra condena, no pueden permitirse causar mutilaciones o lesiones demasiado evidentes por si hubiese una revisión de la pena. A veces pasa. Pero sabes que eso no ocurrirá nunca con el Chacal. Además, tienes el íntimo convencimiento de que en tu caso ponen un especial énfasis en el castigo. Hay mucha gente que tiene cuentas pendientes contigo, después de lo de Mercurio…

Intentar escapar es un sueño, una utopía imposible. Te resististe mucho a aceptarlo, pero al final no te quedó otro remedio. No sólo tendrías que huir de la celda, liberarte de los grilletes magnéticos que te inmovilizarían contra cualquier superficie metálica a una señal del emisor electrónico que llevan todos los carceleros... y por supuesto neutralizar a esos mamones acorazados y armados hasta los dientes… sino que además tendrías que hacerte con una lanzadera y eludir las baterías de misiles de la base y a sus naves de patrulla. No es factible hacerlo todo bien. Por eso han recurrido a estas prisiones orbitales tan desmesuradamente caras de mantener, pagan por la certeza de saber que nunca, nadie, logrará escapar de aquí sin ayuda externa.

Y nadie ahí fuera va a ayudarte. Ya te sorprendió mucho que no te condenasen a muerte nada más capturarte, hasta que descubriste que los putos soldados acorazados que te detuvieron no eran ghekas, sabes que Cohagen no hubiera perdido el tiempo… pero en su lugar se trataba de fuerzas especiales del ONUG, equipadas por la Weyland-Yutani. Todo aquí parece pertenecer a la maldita W-Y. Joder, hasta el mismo presidio es de su propiedad por una concesión del sistema penal del ONUG. Y por lo que fuera, aunque entonces no lo comprendieses, te preferían vivo. Por eso llegaste hasta esa pantomima de juicio público. Incluso te permitieron hablar en tu defensa. Eso no estuvo mal, si no tuvieron bastante con tu discurso de No habrá Paz sin Justicia les regalaste otro aun mejor, una encendida defensa de la causa de los desfavorecidos. Tal vez le faltaba la misma garra, no hay como tener rehenes a punto de morir como fondo para la filmación… pero Los Desposeídos de la Vieja Tierra no estuvo nada mal, dadas las circunstancias. Ya sabes, si te ofrecen la oportunidad de anunciar tu propio epitafio y encima te proporcionan la tribuna y las cámaras, uno lo aprovecha.

Porque después vino el olvido. Igual tu alegato tuvo algo que ver, o puede que no, que todo estuviese decidido de antemano, pero la condena no fue tu ejecución, sino una cadena perpetua. Seguramente temieron crear un mártir para vuestra causa. Es mejor meterte en un rincón apartado del mundo y dejar que poco a poco todos vayan olvidándote. Calculas que en unos cinco o seis años ya habrán rechazado todos los recursos de esos picapleitos liberales que se ofrecieron a defenderte. Una panda de gilipollas con toga, incapaces de ver que este animal salvaje no puede ser rehabilitado. Y entonces, ya no debe faltar mucho, cuando nadie se acuerde ya de quién fue Riddick el Chacal, el desollador de Marte… entonces simplemente desaparecerás.  

Pero mientras esperas que un día vengan a ejecutarte, intentas sobrevivir en este infierno. Disciplina férrea, golpes, vejaciones, más golpes y palizas, un continuado esfuerzo por quebrar vuestras voluntades, vuestro cuerpo y vuestra mente… siempre alternado con los periodos que pasas congelado.

El principal problema que tienen aquí, en una Estación Orbital, es el coste de mantenimiento del soporte vital. Es muy lógico, pues cualquier nave estelar o estación orbital debe importar el oxígeno, el agua, los alimentos… todo. Siempre hay un límite muy definido en su capacidad para mantener la vida orgánica, especialmente cuando es a largo plazo. Por eso los viajes de tránsito prolongado recurren a la hibernación y aquí la mayor parte del tiempo mantienen a los presos criogenizados, como polos guardados en el congelador. Para abaratar costes.

Aunque las mentes pensantes, los cerebritos crueles y retorcidos que llevan el cotarro, no tardaron en darse cuenta de que una condena pasada en un largo sueño criogénico no era una verdadera condena, incluso te preservaba del envejecimiento. Pasarían los años y te liberarían en un mundo futuro, donde estarías como nuevo. Y eso no podía ser. Incluso en casos de condena a perpetuidad, como la tuya, no les resultaba satisfactorio congelarte para siempre. Por eso periódicamente os van despertando, por turnos, para daros un poco de leña. Y cuando acaba la tortura os administran cuidados médicos para que vayáis sanando durante el sueño criogénico, mientras utilizan otro de sus horrores tecnológicos, enviando señales a vuestro cerebro con objeto de inducir las peores pesadillas en vuestro subconsciente.

Eso es casi peor.

Aunque en tu caso, una condena a imaginarios planetas helados o azotados por el fuego, poblados por bestias alienígenas y demonios hambrientos, no hace sino entrenar tu voluntad de supervivencia.

Ya lo dijo Nietzsche: Lo que no me mata, me hace más fuerte.

Estás en un planeta helado, azotado por un viento glacial y completamente cubierto de nieve. Luego esto es una nueva pesadilla inducida en tu sueño criogénico. Al menos sabes eso. Aunque no por ser consciente de que no es real dejas de sentir un frío hiriente en todo tu aterido cuerpo. Tienes que moverte, buscar refugio, o morirás congelado.

Y morir aquí es pasar varios meses bloqueado en esa sensación de agonía, algo así puede volverte loco. Lo has visto en otros presos. Despertaban gritando, pero luego, cuando les retiraban los electrodos del cráneo, estaban medio catatónicos. Recibían las palizas sin reaccionar apenas ante los golpes, habían apagado el fuego de su interior.

No te lo harán a ti.

Corres sin cesar, soportando las inclemencias del tiempo y entrando en calor gracias al ejercicio. Normalmente incluso con tu enorme resistencia física te acabarías fatigando, pero aquí es distinto, al fin y al cabo es una ensoñación, una fantasía. Corres durante horas, aunque ves como entre las grietas del hielo, a tus pies… hay algo que se mueve contigo, siguiéndote.

Y entonces la nieve se levanta ante ti como si fuera un geiser helado, un surtidor que te rocía con un frío tan intenso que quedas aterido, casi congelado…

Sin embargo no puedes permitirte un solo instante de flaqueza, sabes que el mayor peligro vendrá ahora. Porque aquí hay monstruos. Demonios feroces surgidos de tu mente. Entonces oyes el siseo de un nuevo surtidor a tu espalda y allí emerge otra de estas bestias.

Te tienen rodeado, no puedes huir, y sabes que ambos están hambrientos de tu carne y de tu miedo.

Pero no es eso lo que les darás. Porque ya no hay miedo en ti. Sólo determinación y sed de venganza hacia quienes te están haciendo pasar por todo esto…

El frío entumece mi cuerpo, sin necesidad de abrir los ojos noto como estoy cubierto por una fina capa de nieve recien caída. Me levanto mientras la cubierta blanca se deshace y cae al suelo... mis ojos vislumbran un vasto erial helado, lleno de simas y montañas de agudas aristas. Estoy en el maldito congelador de nuevo, una nueva pesadilla unica y especial para mi... pero por muy consciente que sea de que todo esta en mi cerebro, el frio sigue ahi... Sé lo que significa quedarse quieto y morir, probablemente sea lo mas sencillo, pero una muerte aquí en este mundo onirico es casi como morir al otro lado. Recuerdo los cuerpos de aquellos que se dejaron llevar en sus propias pesadillas y al despertar no eran mas que vegetales... sombras de los individuos que fueron antes. No conseguiran doblegarme, no a mi... estos mundos que crean sólo refuerzan mi voluntad y mi instinto y me permiten seguir pensando en lo imposible... salir de aquí.

Me pongo en movimiento, mis pasos son lentos y faltos de energia al principio, pero tal y como el tiempo pasa mis musculos notan el calor, y como este hace desvanecerse el frío que me rodea. Corro por una explanada llena de nieve, salto los diferentes huecos de insodable profundidad que encuentro a mi paso y sigo corriendo... en la realidad hace tiempo que mi cuerpo se habria cansado de semejante carrera, pero aquí eso no significa nada. Otro salto y de entre las sombras de ahi abajo atisbo como una sombra se mueve... Ya me han encontrado se que no son simples criaturas creadas por esos cabrones, son mis propios demonios que vienen a por mí... sigo corriendo, un último salto y un geiser de nieve me golpea. Ruedo por el blanco suelo para alejarme del lugar de donde ha salido disparado ese chorro de nieve... paso mis manos por mi rostro para quitarme la nieve adherida a él y veo a la primera de las criaturas, un segundo monstruo aparece atravesando la nieve a mi espalda... sonrio mientras mis manos se colocan a mi espalda y desenfundan sendas cuchillas... al menos eso es lo bueno de ser un sueño, que aquí dentro sí estoy armado.

Las criaturas giran a mi alrededor, y yo paso mi mirada de uno a otro... son grandes, de dientes afilados y buenos reflejos... un simple combate me condenaría a morir irremisiblemente, pero para eso tengo este bonito paraje, para jugar con él. Los seres humanos buscarian lógica y estrategia, seres racionales y evolucionados. Pero en un mundo como este eso no significa nada... para sobrevivir aquí hay que dejarse dominar por el lado oscuro del alma humana, su instinto animal... y yo hace mucho que me sumergi en ese oscuro oceano. No voy a morir aquí...

Golpeo un trozo de hielo para lanzarselo al que tengo delante. El bloque sale disparado golpeando en la cabeza de la bestia... me giro para ir directo hacia el que tengo detras, la criatura me ve venir y corre hacia mi. Salto hacia su flanco izquierdo y clavo profundamente la cuchilla que sostengo con la diestra en su articulacion superior, uso mi inercia y su cuerpo para emplear ese mismo cuchillo como anclaje y subirme a su espalda, mientras retuerzo con fuerza el cuchillo en la herida. Noto como el musculo pierde fuerza al cortar el grupo de tendones. La bestia intenta rodar, no le doy tiempo mientras ella se prepara yo salto de encima de ella, uso ese mismo movimiento para hacer una voltereta, levantarme y correr en direccion a la primera bestia. La misma que ya se ha recuperado del golpe en la cabeza... corremos como si fueramos dos trenes de mercancias a punto de chocar hasta que me fijo en el hielo de debajo de ella, tensa sus musculos para lanzarse sobre mi pecho... abro los brazos para darle un mejor objetivo y la bestia ataca. Me dejo caer y uso el movimiento para deslizarme por el hielo... la criatura pasa a escasos centimetros de mi, mientras levanto ambos brazos y las cuchillas se clavan en profundidad en las articulaciones de las patas traseras... La bestia cae al suelo... yo me deslizo un poco mas, me levanto y corro hacia una de las simas. Es un salto largo, pero me dara la ventaja que necesito para mas adelante... mis pies se despegan de la piedra resbaladiza, veo la oscuridad debajo y finalmente caigo a escasos centimetros del borde.

Ruedo de nuevo hacia delante... me levanto y empuño mis armas mientras miro a mis demonios al otro lado de la sima.

Los demonios de hielo rugen al unísono, más furiosos que heridos... y se lanzan de nuevo a la carga. Saltan la sima con insultante facilidad y se abalanzan voraces sobre su presa.

Y aunque gracias a tu movimiento ahora ya no te rodean, deberás afrontarlos a la vez.

Las bestias saltan como si nada por encima de la sima. Hago crujir mi cuello al moverlo alternativamente a izquierda y derecha, en el mismo momento de llegar a tierra se lanzan de nuevo contra mi. Uno de ellos se mueve mas lentamente, ambos cortes en las piernas traseras le obligan a hacer un esfuerzo extra mientras que el otro tiene el brazo herido... no son heridas mortales pero si lo suficientemente graves como para darme un ligera ventaja. Y eso es mas de lo que necesito. Corro en dirección al que tiene el brazo herido, bajo mi centro de gravedad y mi posición ligeramente al flexionar las rodillas. El segundo de mas que tarda en lanzar su ataque me permite colocarme dentro de su guardia. Clavo con fuerza el cuchillo en su pecho y me impulso hacia arriba y hacia delante, el demonio rota sobre su eje longitudinal mientras yo me veo arrastrado por su cuerpo. Uso esa ventaja para lanzar ambas piernas atraves del cuerpo y estamparlas contra el rostro del otro demonio que se preparaba para saltar. El cuchillo pierde agarre y ruedo hasta caer al lado de la criatura que acabo de golpear, mueve su cabeza intentado recuperarse del golpe. Clavo la cuchilla a fondo en su brazo derecho, la retuerzo y salto por encima de él... hacia la siguiente plataforma, una serie de saltos bien encadenados y mis pies acaban tocando suelo firme.

Me giro y miro hacia donde están mis demonios. Esperando a que vengan, pero esta vez mas cerca del borde, para pillar al primero en cuanto toque tierra, sin darle tiempo a reaccionar.

Los monstruos se retuercen con furia mientras siguen resoplando y rugiendo... pero hay un sutil cambio en su registro. Ahora no gruñen amenazas, sino que más bien gimen. Son dos bestias carniceras y depredadoras, pero por lo visto tienen suficiente instinto, a falta de poder llamarlo verdadera inteligencia, como para entender que no eres su presa. Intentar darte caza es demasiado peligroso como para que valga la pena.

Ya es más de lo que puede decirse de muchos animales de dos patas a los que has conocido en tu vida.

De modo que en lugar de continuar su cacería, dan media vuelta y saltan a la profundidad de la sima para desaparecer por donde han venido. Porque hoy te has impuesto. Les has enseñado algo que no olvidarán.

Hay un nuevo super-depredador en los hielos.

El guardia completa la secuencia de reanimación de la crioestasis, al tiempo que empieza a desconectar de tu cráneo rasurado los electrodos inductores de ondas cerebrales gamma, destinados a convertir el sueño de hibernación de los presos en una atroz pesadilla. Es la parte creativa e innovadora de vuestro castigo. Las palizas que vendrán ahora son la más convencional. Vamos, el toque clásico de toda la vida...

Pero mientras va trabajando con la desidia que provocan las tareas rutinarias, habla por el comunicador con el supervisor que está en la cabina de control:

- Te digo que esto no es normal, todos los demás se despiertan gritando aterrados, llorando a lágrima viva... o como mínimo están demacrados y con la mirada perdida - comenta preocupado - Pero este cabrón de aquí es diferente... ¡Joder, si está sonriendo!

Espero y espero, pero parece ser que esas criaturas son lo suficientemente inteligentes para saber cuando han perdido. Sus gruñidos y resoplidos suenan diferentes, angustiados y llenos de dolor en lugar de agresivos... pasan unos segundos y ambas bestias dan la vuelta y saltan a la profundidad de la sima. Relajo ligeramente mis músculos en tensión y guardo las cuchillas... es posible que esas bestias sepan que no soy una presa pero este lugar no esta exento de peligros, debo encontrar refugio.

Me doy la vuelta y miro a mi alrededor, no muy lejos de allí hay una formación rocosa... no es lo mejor pero me protegerá del frio. Sin mas me encamino en su dirección. La pesadilla como ellos lo llaman se desvanece lentamente, como si una tormenta de hielo cubriera cada rasgo distintivo del entorno... se lo que significa, después de tantos años en este lugar, se que es hora de despertar.

Mis ojos se abren lentamente mientras mi cuerpo se acostumbra a la descriogenización. Un tirón en el cuero cabelludo me indica que me han retirando los electrodos. Me han devuelto a la realidad y a las consecuentes palizas. Sonrió mostrando mis dientes a la figura que tengo delante de mi, toda protegida por su armadura. Sus palabras no hacen sino acrecentar mi sonrisa, clavo mis ojos en ese visor tan bonito. Después de tanto tiempo, y aun creen que despertare como los demás... idiotas, si supieran que son justamente estas sesiones las que me mantienen realmente vivo.

Como manda la tradición, pronto llegan las palizas. Al menos no se andan con zarandajas, os cuelgan de un gancho en el techo y os usan de puching ball. Un saco de boxeo de carne y hueso, lo mejor para entrenar. Sin preguntas estúpidas, pues esto no es ningún interrogatorio.

Cuando acaban os arrojan a las celdas de contención, en las que los barrotes son cargas de alta tensión contenidas por campos electromagnéticos: unos barrotes que fríen a quién los toca. Puede que no te maten, pero te dejan esa extremidad inutilizada durante días… y además duele, duele horrores, puedes certificarlo por experiencia personal.

Uno de los guardias te tiene especial ojeriza. Empezaste a sospechar que lo suyo era personal, más allá de una excepcional diligencia en el cumplimiento de sus funciones, cuanto te empujó la cara contra los barrotes de contención. Estuviste semi-inconsciente un día y babeando otro, incapaz de articular palabra, no digamos ya de mantener la coordinación y el equilibrio.

Como no eres de los que se quedan con la duda, tan pronto como te recuperaste le preguntaste a las claras si te habías follado a su mujer, o algo por el estilo…

- Calla, perro, no te atrevas a hablarme – te contestó – Pero bueno, está bien que lo sepas, sí tengo algo personal contra ti. Mi hermano estaba a bordo del Sirénido, seguro que te suena, era el Crucero Recreativo de Perihelio que estrellaste contra la Estación Orbital Minera de Mercurio – el mundo es un pañuelo – Trabajaba en las cocinas, era uno de los chefs, se llamaba Mauro Arzak. Tenía talento, pero era un simple currante, no un millonario corporativo. Ahora explícame qué tenía que ver él con tu jodida lucha por la gente humilde…

Pero nunca te ha dado oportunidad de darle una respuesta, suponiendo que tuvieras una. Normalmente te da en la boca en cuanto tiene oportunidad, por lo visto saltarte dientes no entra en la directiva de “no causar lesiones permanentes”. Pero estás contento de que al menos se vean obligados a seguir esas normas.

De lo contrario, sin duda te hubiera matado. Ahora en cambio, se conforma con hacer de tu vida un infierno aún peor...

La función empieza rápido, en cuanto se dan cuenta de que estoy consciente me sacan de allí a golpes y me colocan la joyería de moda en Orcus, esposas magnéticas. Mi sonrisa, ahora menos expresiva, no desaparece en ningún momento de mi rostro, ni siquiera cuando me enganchan y me levantan para convertirme en su saco de boxeo personal. Los golpes van y vienen, noto sus puños estrellarse contra mis costados y mi estómago principalmente... incluso hay alguno que me golpea en el rostro, no lo suficientemente fuerte como para saltarme los dientes pero si para hacerme sangrar la boca y la nariz. Después de un buen rato se me quedan mirando y yo relamo algo de mi propia sangre, el sabor metálico, a oxido de la misma, me gusta.

Reconozco a uno de los guardias, es mi ángel de la guardia personal e intransferible. Recuerdo el primer tratamiento al que me sometió y aún estoy esperando la oportunidad de poder devolvérselo... nuestra conversación no fue muy larga pero me dejo a las claras que uno de sus hermanos trabajaba en el crucero que estampe. Sus palabras intentaban llenar algo, no sabía bien el que pero la verdad es que la muerte de su hermano me importaba más bien poco... nadie protege al débil, nadie pelea por los desfavorecidos. Colocan una central y les da igual las enfermedades que provocaran, arrasan unos campos para poder construir viviendas y les da igual a quien afecte o quien pueda morir de hambre, reducen las plantillas en pro de la automatización y la culpa es del hombre por no poder competir con la maquina... familias sin trabajo, sin dinero y sin comida y eso pasa en la Tierra. Marte es mas como un campo de concentración, donde los grilletes son los contratos firmados simplemente para poder vivir... y espera que la muerte de uno me haga cambiar de idea, me haga pensármelo mejor... soy muchas cosas y ninguna de ellas buena, pero no soy tan hipócrita como para no saber lo de las bajas colaterales.

Cuando él llega, el resto de guardias le dejan hacer... los golpes esta vez son más precisos, golpean zonas más blandas y con más fuerza. Llegado a un punto incluso me alegra saber que existen leyes sobre el castigo físico... bueno no leyes sino mas bien líneas de comportamiento y las lesiones permanentes no están permitidas... aunque noto algún diente más flojo que otro.

Sin embargo estas sesiones no están exentas de su propio estudio, o al menos por mi parte... este lugar es inexpugnable, pero los guardias no lo son. Estudiar y reconocer voces, comportamientos, lenguaje corporal y discapacidades físicas mínimas. Ese es mi trabajo. Siempre. Por si la mas mínima posibilidad de salir de aquí aparece...

Nadie lo creería si no ha estado antes una buena temporada en el talego, pero lo peor de la vida carcelaria es la rutina. Saber que cada día de tu vida te espera exactamente lo mismo, resulta tan desesperante que se hace peor incluso que las palizas, peor que las pesadillas inducidas… porque la rutina mata la esperanza, que es de lo que andas más escaso.

Por eso aquel día, cuando te comunicaron que tenías una visita, te alegraste tanto. Sin que tuviese un verdadero sentido. No te podías imaginar quién podía venir hasta Orcus para verte, pero en ese momento te daba lo mismo, lo importante era romper la cotidianidad de tu condena.

Siempre llevas los grilletes magnéticos y te acompañaban en todo momento dos guardias acorazados, uno de ellos, cómo no, tu ángel de la guarda… pero aun así estabas alegre.

Una alegría tonta, tal vez un atisbo de debilidad, pero bueno, todavía eras humano. Aunque eso no tardaría en cambiar dramáticamente. Primero vino el desconcierto. No podías creerlo, pero cuando llegaste a la sala de entrevistas con los presos, un cubículo minúsculo al que apenas se daba uso en un lugar tan remoto como esta penitenciaría orbital perdida en los confines del Sistema Solar, te encontraste cara a cara con una figura legendaria de tu pasado.

Allí estaba El Viejo. Casi un Mito viviente, uno de los líderes de la Resistencia y del MNM. Desde luego los años pasan para todos, ha cambiado mucho desde que le conociste en la clandestinidad de los suburbios de la vieja Tierra. Pero bueno, tampoco ha envejecido mal.

Aunque aquí hay algo que no encaja. Por inverosímil que resulte, no está en las mismas condiciones que tú. No es un recluso. Está al otro lado de la mampara blindada... y sonríe.

- Hola Riddick, ha pasado mucho tiempo – saluda con cordialidad, completamente relajado – Desde aquel último encuentro en los túneles del alcantarillado, en Marte…

Se ajusta la corbata al cuello con indiscutible elegancia, nunca le habías visto con una, pero se le ve cómodo. De hecho, toda su ropa le sienta tan bien que resulta evidente que debe estar confeccionada a medida.

- Las cosas han cambiado mucho desde entonces, ya ves, pero dicen que no te está yendo mal por aquí, eres más duro de lo que muchos pensaban – se recuesta en la silla para ponerse más cómodo y continúa – Pero a mí no me ha sorprendido, siempre supe que eras un animal salvaje, de los que no se puede domesticar… ni doblegar a palos. Ni siquiera con todos esos juguetes mentales tan raros con los que consiguen meterse en tus sueños - se sonríe con una mueca burlona y hace un gesto con las dos manos como si estuviese taladrándose el cerebro con las yemas de los dedos... pero enseguida se cansa de su payasada y vuelve a adoptar una posicion seria y solemne - Se equivocan teniéndote aquí, alguien como tú no puede ser rehabilitado. Deberían haberte matado en cuanto te capturaron. Se lo dije, pero no quisieron hacerme caso…

Lo has sabido desde que le viste, con ese aire tranquilo y su gesto distendido. Pero algo en ti se negaba a aceptarlo.

El sentimiento se enfrenta a la razón, tercamente, negando la evidencia, hasta que se va viendo arrinconado y debe admitir la derrota. Y entonces ese sentimiento muta y se transforma en rabia. Pero no una rabia normal, explosiva y descontrolada, eso vendrá luego si el contexto es apropiado. Por ahora es sólo como un trueno lejano que precede la tormenta. Eso sí, cuando llegue aquí la tormenta, será un diluvio bíblico…

Y sin embargo, pese a tenerlo tan claro en tu cabeza, un rincón de tu mente evoca tozudamente una imagen en blanco y negro, el poster de un panfleto que viste miles de veces en la habitación de tu hermana, cuando aún vivía.

El poster de una leyenda que, como todas las demás, al final ha demostrado ser falsa…

Otro día más, sin nada relevante que mencionar. Me levanto antes de que empiecen los ruidos y los gritos de los guardias y me pongo a hacer mi tabla de ejercicios. Misma rutina día tras día… al principio lo hacía para mantener el tono muscular, para no perder nada de mis reflejos y estar listo para cuando tuviera un plan de fuga. De eso hace ya más de dos años y aunque sé que no saldré de esta prisión solo… no puedo más que mantener esa rutina, porque aunque sea desalentador y desesperante, es un pequeño atisbo de esperanza… algo de lo que últimamente estoy muy falto. La rutina de este sitio es demoledora, acaba con cualquiera y aunque soy más duro que la mayoría… poco a poco el desaliento hace también mella en mí.

El ruido de dos pares de botas caminando por el pasillo metálico atrae mi atención pero ni aun así detengo mi tabla de ejercicios. Es un poco pronto para la ronda de palizas pero si no me equivoco mi ángel debe tenerme ganas, ayer pareció que se quedó con ansia de más. Los guardias se detienen frente a mi puerta, esta se desliza pero ellos no entran… termino la tanda y me levanto, las manos  en alto y apoyadas contra la pared, siguiendo el reglamento… pero sus palabras consiguen abrir un pequeña brecha en mi coraza, no permito que se den cuenta pero está ahí, soy muy capaz de notarla. Una visita. Aquí, en Orcus. Y para mí. Me levanto haciéndome el desganado mientras una alegría tonta recorre mi espina dorsal… no puedo evitarlo, el romper con la monotonía y la expectación de ver quien estará detrás de ese cristal es superior a mi instinto de autoconservación. Los pasillos metálicos se repiten una y otra vez… y una pregunta no para de atosigarme… cualquiera de mis posibles “amigos”, si alguna vez he tenido algo similar a eso, estaría loco de venir aquí… así que ¿quién ha venido a verme?

La respuesta no tarda en llegar, una vez dentro del cubículo de visitas… un lugar más bien poco usado de esta prisión, una persona que jamás creí volver a ver me devuelve la mirada. El viejo esta frente a mí, la misma persona que me envió a Marte, la misma leyenda viva que mantiene a la MNM en el camino a seguir… sin embargo, algo no encaja. De todas las personas de esta guerra, justamente el seria uno de los más buscados justo tras mi propia persona… sin embargo ahí está, al otro lado de la mampara de seguridad sonriendo tranquilamente y con lo que a todas vistas parece un traje a medida. Su sonrisa pronto deja paso a las palabras… palabras d elogio que poco a poco van cambiando hasta convertirse en veneno que vierte directamente sobre mi corriente sanguínea…

Todo mi ser racional grita que no es verdad, se retuerce en mi interior queriendo pelear contra una realidad no solo absoluta sino demoledora a ojos vista. El viejo es la rata… ese maldito cabrán me vendió para poder cruzar la línea y unirse a una vida de lujos sin mesura. Mi furia, mi rabia y mi ira, todos esos sentimientos que causan la frustración de mi lado racional se agolpan en mí. Sin poder evitarlo los músculos de mi mandíbula y las manos dentro de los grilletes se tensan… quiero matarlo, quiero verle sufrir por todos los amigos muertos que me hizo dejar en el suelo, por una lucha que ha vendido al mejor postor. Mas mi cuerpo se mantiene en la silla, la tensión desaparece de mi cuerpo y se aletarga en mi interior… es mi instinto, esa bestia salvaje e indómita que habita en mi interior, la que me dice que no es ésta la ocasión… que guarde toda esa ira para el momento oportuno y que cuando llegue, no reprima nada. Esa misma bestia tiene sus garras firmemente clavadas en el suelo, quiere saltar y degollar pero no es tonta… su astucia es mayor que su ira, así que se relaja y yo con ella.

Una mampara de seguridad nos separa y es casi lo mismo que estar en puntos distintos de un mismo planeta… nunca conseguiré cruzarla y no le daré el placer de verme enfadado. Una parte de mí se pregunta el porqué de esta visita… pero sé que en el fondo me da igual. Lo único seguro es que quieran abrir una brecha en mi coraza, una brecha que me haga débil y así poder amaestrarme como al resto de reclusos de este lugar… mentalmente arranco cada una de las puñaladas que ese viejo ha clavado profundamente en mi cuerpo, las dejo caer al suelo sin inmutarme y mi coraza poco a poco vuelve a su lugar. No me dejare vencer, ni ahora ni nunca. Puede que la melancolía y la desesperación hagan mella en mi mente pero no me dejare vencer.

Mi mente y mis ojos vuelven a este mundo, no he dejado de mirarle en ningún momento pero por alguna razón… durante una fracción de segundo ya no veo al viejo sino el poster que cuelga de la pared de la habitación de mi hermana… un poster que alaba a una leyenda de la revolución… una leyenda falsa y corrupta.

Aun así, tengo que darle la razón en una cosa… a los animales salvajes, a los rabiosos, no se les encarcela… se les mata, porque mientras estén vivos pueden acabar contigo. Una suave sonrisa asoma a mis labios, una que tiene poco de amistosa y mucho de sanguinaria, un gesto muy simple pero que delata que estoy de acuerdo con su afirmación, deberían haberme matado… y el no hacerlo será una losa para ellos. Debo creer eso… debo hacerlo para mantener mi mente viva dentro de este lugar.

- Deberías haber insistido más… -

El Viejo se sonríe con genuina diversión ante tu única frase…

- Sí, supongo que tienes razón, debería haberlo hecho – admite con sorna – Venir hasta aquí ha sido un verdadero coñazo, esto está en los confines del mundo… ¿sabes? – menea la cabeza con disgusto – Pero he tenido que hacerlo como un favor personal para alguien importante… por lo visto hay gente muy arriba que quiere verte sufrir, tenían familia y amigos en aquel Crucero de Recreo de Perihelio – la historia te suena – Verás, aquello no debía haber pasado, pero claro, contigo uno nunca sabía lo que podía esperarse… di el visto bueno al atentado contra la Estación Orbital Minera de Mercurio porque perjudicaría seriamente a la Weltherrschaft Korporatsiya, eso siempre iba a ser bienvenido por el gran hermano de arriba – entonces, de pronto, sus facciones se endurecen y muestra las encías cuando habla – Pero nadie esperaba que fueras a usar ese crucero como proyectil, tú y tu maldita manera de trabajar por tu cuenta, al margen del comité central... jodido psicópata, estuviste cerca de buscarme la ruina…

Así que es eso, no se ha vendido ahora, siempre ha trabajado para ellos. Atentando contra una corporación bajo las órdenes de otra, un episodio más de su sempiterna guerra sucia...

- Pero bueno, al final pude salvar el cuello entregándote al ONUG, así que por mi parte está todo perdonado – te sonríe cínicamente – Además, tras esta entrevista espero no volver a verte nunca más, porque con este interminable y desagradable viaje de tránsito estoy cumpliendo mi último encargo – se echa atrás en la silla y hace un amplio gesto con ambas manos para dar enjundia a sus palabras – Las cosas han cambiado mucho estos dos últimos años, muchacho, no te haces idea… los que antes eran enemigos irreconciliables ahora se han convertido en aliados, embarcados en una fastuosa causa común, el Proyecto Tau-Ceti – te suena de algo, es esa misión que quieren enviar a colonizar la segunda estrella, después de lo de Alfa Centauri – Así que subvencionar el MNM y aledaños no solo ha dejado de ser rentable, sino que pasa a serles contraproducente, sería como tirar piedras a su propio tejado…

Te cuesta un poco seguirle, pero todo parece indicar que en breve esta prisión, o sus equivalentes en muchos otros lugares más accesibles, van a estar a rebosar de miembros del MNM capturados en redadas de precisión quirúrgica.

- Adaptarse o morir, ya sabes, creo que para mí es hora de retirarme, creo que me he ganado la magnífica jubilación que voy a disfrutar – se mofa – Cortesía, como siempre, de la Weyland-Yutani. Siempre han sido muy atentos – entonces percibes un sutil cambio en su tono, que se hace más afilado, más incisivo y malicioso – Pero bueno, mi caso no es único, tú también disfrutas de sus atenciones aquí, toda esta penitenciaría orbital les pertenece, ese uniforme que vistes ahora mismo lleva su emblema…

Te señala el logo en la pechera, es tan omnipresente en este entorno que casi ni habías reparado en ella, pero es cierto que vistes con su marca en el mono carcelario.

- Joder, si te paras a pensarlo, tú mismo les perteneces… en cuerpo y alma, ya que llevas trabajando para ellos, sin saberlo, casi toda tu vida – su expresión se vuelve feroz cuando lanza el ataque definitivo, uno destinado a romperte por dentro – Cada vez que atentabas contra ese mamón de Cohagen y perjudicabas la estabilidad del Protectorado de Marte, en realidad les estabas haciendo el trabajo sucio para entorpecer a la competencia, cada asesinato cometido por las células del MNM era un trabajo orquestado para reforzar la expansión industrial y minera de la Weyland-Yutani por el Sistema Solar, y con ello su dominio del mercado de valores…

Contempla tu reacción ante cada ataque verbal, esperando ansioso el gran momento en que te derrumbes por completo… y entonces por fin lo entiendes todo. Lo han intentado con golpes y no lo han conseguido, han usado esos aberrantes sueños inducidos durante la criogenización y también han fracasado… y por eso han enviado ahora al Viejo, para que te arroje a la cara la mezquindad de su traición, con la esperanza de atacarte de un nuevo modo, para hacerte todo el daño posible de la última forma que les queda. Llenando de mierda tu causa y arruinando con ello todos tus recuerdos, toda una vida de lucha política.

Acepta que probablemente debió insistir en que me mataran, pero aun así ya esta hecho. Sus siguientes palabras llegan incluso a animarme. Hacer sufrir un poco a ese cabrón, aunque sea por falta de comodidad, es algo que no puedo dejar pasar... los pequeños placeres de este mundo, se ven incrementados cuando ademas son escasos. El hecho de que haya gente que quiere verme sufrir... no me es nuevo, ni siquiera tengo que mover mi cuello para saber que mi ángel de la guarda no anda lejos. Así que el ataque a Mercurio también era idea en cierta medida de los poderes que se mantenían en la sombra, ¿las MegaCorps... o seria alguien mas?... no pude mas que sonreír divertido ante el hecho de que no esperase que estrellase el crucero contra la Estación - ¿Lo has olvidado? Me sacaste de la Vieja Tierra justamente para hacer cosas así, para plantearme lo que nadie mas se plantearía - Así que quería un perro de presa amaestrado, mala elección viejo, es posible que durante un tiempo lo fuera... aunque lo dudo. Tal vez haya sacado ventaja de mi manera de proceder, pero seguro que también ha pasado por muchos quebraderos de cabeza... y ese es otro pequeño gusto que no dejaré pasar.

Se recrea durante un instante diciéndome que me tuvo que entregar para así poder salvar su cuello... maldita rata traidora. Pero son sus palabras al final de ese momento cuando hacen que la cosa cambie... así que todas esas cabronas se han unido para el proyecto Tau-Ceti... con lo que la MNM es un estorbo y de manera mágica y milagrosa, los van a pillar a todos y meterlos en prisiones como esta.... maldito bastardo, esa gente cree en ti y en la sarta de traidores que llena la cúpula. No es algo que sepa con certeza... pero es algo que puedo intuir.

Su manera de hablar, su lenguaje corporal cambian... noto como la agresividad aumenta sutil y gradualmente, mientras empieza a hablar de nuevo. Miro a donde señala y veo el símbolo de la W-Y, me encojo de hombros ante lo estúpido de ese comentario...¿así es como se supone que va a quebrantarme?

Y entonces es cuando llega el bombazo definitivo... una cosa es suponerlo, otra muy diferente que un hombre que lo sabe perfectamente al detalle te lo diga a la cara... La MNM, los ataques, todo ha sido orquestado por una de esas gigantes para joder y menguar la capacidad económica de la otra. No éramos mas que los paletos con ideales que usaban para provocar caos y así aumentar sus cuentas bancarias...

Siento como si volviera a estar colgado del gancho, con esos cabrones golpeándome... pero es diferente, las palabras, los golpes emocionales de este malnacido saben dónde dar. Mi coraza se resquebraja ante cada acometida, una y otra vez noto como esta a punto de romperse... con cada verdad, cada conocimiento nuevo que se me expone. Y de fondo el rostro de una leyenda que sonríe ante el hecho de ver caer el movimiento que el mismo fundó.

Noto como mi parte racional quiere rendirse, es simplemente demasiado. Mi mente viaja años atrás hasta un pequeño cuarto en la Tierra donde mi hermana escribe un cartel de protesta, alzo mis ojos y la veo allí, alegre y sonriente, con una determinación indómita, dispuesta a hacerles saber a esas corporaciones que no nos rendiremos... Y detrás de ella en la pared, esta la cara del viejo. De pronto la habitación se vuelve mas oscura, o mejor dicho, una parte de la misma. En un rincón escondido hay una parte de mi que gruñe y aúlla con fuerza... poco a poco entra en la luz del cuarto. Un chacal, ¿uno enorme y negro producto de mi imaginación?... No... no es mi imaginación... se acerca hasta a mi y coloca su pata con fuerza en mi pecho hasta ponerse encima mio. Me mira con su boca repleta de dientes. "No eres débil, nunca lo has sido... ¿vas a dejar que ese malnacido te arrebate los recuerdos de ella?" Se gira para mirar a la figura de mi hermana. "Creíste siempre en la posibilidad del cambio... siempre a través de la misma violencia que te arrebató a tu hermana. Incluso él ha admitido que te salias de la escala y eras difícil de controlar... todo lo que has hecho tiene su inicio aquí. En esta habitación y en tu hermana, ella es el faro de luz que te ha guiado hasta este momento. No dejes que esa rata lo arruine todo."

Mis ojos cerrados se abren lentamente devolviendome a la realidad, a esta prisión impenetrable de Himalia. Levanto la mirada hasta dejarlos fijos en la del hombre que tengo delante de mi. Todo lo que ha dicho es verdad... lo se, lo siento... pero no por eso me dejare vencer y aplastar. Lo habéis intentado todo para doblegarme y no lo conseguiréis... allí donde la influencia del viejo llena de oscuridad e inmundicia mis recuerdos, mi hermana los llena de luz y camaradería. La oscuridad es fuerte al principio, abarca todo mi ser, pero poco a poco la luz encuentra su lugar y hace retroceder esa oscuridad, evitando que mi ánimo, mi esencia, desaparezca. De entre todo lo que mi mente empieza procesar... solo una cosa esta aun clara.

Jamas te des por vencido. Jamas les dejes ganar. No jugamos según sus reglas, ni ahora, ni nunca.

Esta vez estás en la agreste superficie de un planeta volcánico, en el que las temperaturas llegan a elevarse tanto durante el día que acaban con cualquiera que no hubiera logrado buscar refugio bajo la superficie, en una enorme red de grutas subterráneas que alberga la única vida posible en este infierno...

Pero el problema es que, como es lógico, esas cuevas tienen su propio ecosistema. Y no es muy hospitalario para con los extraños. Llevas días corriendo y luchando por tu vida contra el que parece el rey de los depredarores aquí abajo.

Hasta que llegaste tú para demostrarle que no deberia dar nada por sentado...claro que no te lo está poniendo fácil.

Hasta que de pronto, en plena lucha, todo desaparece y te ves arrancado de la simulación.

Aunque objetivamente sigues estando en el infierno, eso está claro, pues difícilmente podría considerarse de otra forma tu condena en este maldito presidio orbital de Himalia, en la órbita de Júpiter. Te cuesta un rato habituar tus sentidos al nuevo entorno, reubicar tu mente. Pero ahí está ese cabrón de tu ángel de la guardia para darte la bienvenida al hogar.

Encajas los primeros golpes sin inmutarte, no le darás el gusto de creer que te afecta. Pero sigues dándole vueltas a algo en tu dura cabezota... esto no es normal. Te han despertado antes de tiempo. La simulación apenas había empezado.