Partida Rol por web

El hombre que está al cargo de toda esta organización os sonríe cordial, pero sus ojos son fríos como el hielo:

- Espero que les hayan recibido adecuadamente, Smith, acabo de hablar con Marcus - os indica con gesto afable unas sillas cercanas - Por favor, tomen asiento, enseguida daré aviso al Capitán Rogers para que se presente, pero quiero que vean algo conmigo...

En una gigantesca pantalla holográfica que ocupa toda una pared se estaba reproduciendo una escena, sin duda recogida en la vieja Tierra, en la que se veían unas lanzaderas de descenso militares y un despliegue de marines en zona de conflicto, pero la imagen está pausada y apenas se distingue la silueta de un vehículo bajo una fuerte lluvia.

Smith camina con gusto por los pasillos. No le gusta la ingravidez y sentir los pies pegados al suelo es todo un alivio.

-Si gracias, todo ha estado según... protocolo. Sonrió. Imagino que Marcus habrá informado del proyecto.

Intrigado, se sentó, imaginando que le iban a publicitar las excelencias de aquél súpersoldado. Tenía ganas de ver las capacidades que había leído en diversos informes.

- Por supuesto, Smith, la asignación de nuesto operativo ya está confirmada...

El director Pierce se recuesta con cierta dejadez en su sillón y con un mando a distancia cambia la holoproyección de la pared, con lo que la escena de la lanzadera bajo la lluvia se esfuma para dar paso a un gimnasio en el que se está entrenando un hombre muy fornido.

No es una grabación sino un sistema de videovigilancia, pues Pierce pulsa otro botón y transmite una orden que resuena en la megafonía de aquella sala:

- Capitán Steve Rogers, preséntese de inmediato en mi despacho…

Entonces Alexander Pierce vuelve su atención hacia vosotros, mientras la imagen permanece en la pared, haciendo un seguimiento de los movimientos del sujeto a medida que se desplaza por diferentes corredores de camino hacia aquí…

- El Proyecto Supersoldado ha sido una iniciativa dual, por tanto comporta los problemas intrínsecos que lleva siempre asociado el intentar cumplir dos objetivos simultáneos – enuncia con voz neutra – Por un lado estábamos desarrollando nuestro programa de mejora genética, con un modelo humano modificado en todos sus aspectos físicos y entrenado intensivamente desde que salió de la probeta – explica – Mientras que por otro, siguiendo las indicaciones del consejo directivo de la W-Y, integramos este proyecto en nuestra campaña de mejora de relaciones institucionales y lavado de imagen pública… ya sabe cómo estaban las cosas a finales de los 90, con toda esa basura difamatoria vertida por la WK antes de que se formalizase nuestra actual alianza, por no hablar de los demás actores secundarios.

No hace falta que le explique estas cosas a alguien como Mr. Smith, que lo ha vivido directamente desde el consejo de dirección.

- Pues bien, pese a mis reticencias personales por tener que acogernos a ese segundo objetivo, que corría el riesgo de entorpecer el pleno desarrollo de nuestro potencial, debo reconocer que hemos obtenido importantes éxitos en los dos campos – sonríe con aire de satisfacción, y no sin un toque de prepotencia – El capitán Rogers es tan capaz como podríamos haber deseado, y al tiempo nuestras puntuales misiones de apoyo a operaciones especiales del ONUG nos ha permitido recuperar la confianza y el pleno apoyo de personalidades clave entre el gobierno y el alto mando militar.

Seguro que el prestarles los servicios de un supersoldado ha impresionado favorablemente a todos los que hayan tenido oportunidad de ser testigos de sus capacidades.

- Sin embargo debo advertirle de algo, Smith, ahora que dejo a este operativo bajo su mando directo en este Proyecto Salvaguarda – comenta alzando un dedo admonitorio – La forma de trabajar a la que nos hemos visto obligados a someternos, cumpliendo escrupulosamente la legalidad internacional para esta gran campaña de buenas maneras corporativas, ha condicionado que lo que le estoy entregando es un soldado, no un espía… es decir, que experimenta ciertas reticencias a actuar de forma expeditiva a favor de los intereses de nuestra compañía, si con ello vulnera algunas de esas normativas legales o derechos civiles que tuvimos que respetar públicamente – se encoge cínicamente de hombros y concluye – Supongo que no se puede tener todo, si ustedes me hubiesen permitido trabajar con un solo objetivo les estaría entregando algo muy distinto, pero querían un soldado genéticamente modificado que además funcionase como relaciones públicas de la compañía… y eso es lo que tienen.

Podéis contemplar ahí abajo, tras abandonar el gimnasio, al hombre que habéis venido a buscar. Ha recorrido un par de pasillos y llega a un ascensor.

- Sin embargo no teman, todos esos innecesarios escrúpulos se desvanecen rápido cuando la situación lo requiere – afirma con una media sonrisa – Voy a hacerles una pequeña demostración en directo…

Pulsa otro interruptor y la pantalla holoproyectora se divide, mostrando a la vez a un grupo de cuatro marines coloniales que montan guardia, completamente armados, a los que habla por el telecomunicador que llevan incorporado en el casco:

- Escuadra delta, diríjanse al ascensor nº4 para interceptar al Capitán Rogers, utilicen fuerza no letal, aturdidores eléctricos, pero sus órdenes son reducirlo a toda costa y traerlo hasta aquí inconsciente…

Y tras dar semejante orden, se recuesta cómodamente con cara de perversa satisfacción. Casi se diría que le complace de un modo retorcido el haber enviado a cuatro soldados contra el sujeto de experimentación, que viene hasta aquí desarmado y sin sospechar nada…

Una vez más estás sublimando tu frustración en el gimnasio.

Cuando abandonaste el despacho de Pierce, no hará ni doce horas, pudiste percibir algo en su mirada que no te hizo la menor gracia. Había decepción y hostilidad en ella. Dirigida hacia ti. Eso te produce un extraño desasosiego, pues resulta doblemente irritante. Te ofende que tenga la desfachatez de cuestionar tácitamente tus capacidades, de recriminarte nada precisamente a ti, después de haber demostrado una vez tras otra la máxima excelencia en todas las misiones asignadas… y más aún que sea por tener una actitud más moral que la suya, cuando está preparando esa especie de “escuadrones de la muerte” amparados legalmente sólo por todas sus presiones y sobornos a los comisionados del ONUG.

Siempre te has resistido a creer que pueda hacerse, controlar el gobierno desde los grupos corporativos como si fueran un títere que simplemente está ahí para distraer a la opinión pública, mientras todas las decisiones reales se toman en los despachos… pero la convicción con que lo dijo Pierce te hace contemplar esa posibilidad cada vez con más certeza.

Y si eso es en verdad así, tu papel todos estos años ha sido una farsa, otro comediante dedicado a la gran campaña publicitaria de lavado de cara, de restauración de la dañada imagen pública de la Weiland-Yutani ante los espectadores adecuados, mientras bajo mano los directivos de la megacorporación seguían escribiendo el guión de esta obra que representamos todos.

Entonces, la voz del propio Pierce resuena por megafonía reclamando tu presencia:

- Capitán Steve Rogers, preséntese de inmediato en mi despacho…

Vete a saber lo que quiere ahora. No sabes si estás preparado para un segundo asalto.

Rogers se dirige al ascensor y pulsa en el panel el tercer piso, para acudir al despacho del director Pierce. Sin embargo durante la subida hace una parada en el segundo nivel y entran cuatro marines coloniales que al parecer también llevan la misma ruta.

Seguramente los conoce a todos, ni que sea de vista, por haberse cruzado con ellos en los pasillos o las salas de entrenamiento de la estación. Aunque por algún motivo hoy están tensos, apenas responden con un leve asentimiento a su saludo, como mucho un gruñido entre dientes, mientras entran y se sitúan en las cuatro esquinas del elevador. Extraño.

Entonces es cuando empieza a fijarse. Evitan mirarle a la cara, pero se cruzan fugaces miradas entre ellos, no hace calor ni vienen del gimnasio pero tienen la frente perlada de sudor, uno de ellos se humedece los labios sin cesar, llevado por los nervios… y los cuatro tienen desabrochada la funda de la porra aturdidora, en la cartuchera izquierda del uniforme.

Las señales están ahí, gritando a voces lo que amenaza con desatarse de un momento a otro, aunque le resulte increíble. Algo imposible. Inaudito. Sin embargo no le han entrenado todos estos años para negar la realidad cuando esta no resulta de su agrado... sino para hacerle frente. Y para imponerse en cualquier circunstancia.

Reconoce en uno de los guardias, bajo ese casco anudado a la barbilla, a un muchacho algo tímido que se cruzó con él en el comedor de la tropa y le pidió hacerse una foto juntos. Accedió sabiendo que era una nadería, se la requisarán cuando complete su periodo de servicio aquí y regrese a casa, pues el Proyecto Supersoldado se mantiene en secreto y no puede haber imágenes circulando por ahí. Pero el chaval, sin duda un novato, le cayó bien. Aunque debía superar algunas cosas, se le notaba demasiado impresionable.

Puede que le haga sentirse mal aprovechar esa debilidad ahora, pero le han adiestrado para ganar y enfrentarse a cuatro marines armados con las manos desnudas es un conflicto demasiado desigual como para no aprovechar todas sus bazas. Así que dirige una mirada feroz hacia su izquierda, donde está el novato, y le intimida.

- Si alguien quiere bajar de este ascensor ahora, aún está a tiempo…

Parece que uno de los marines coloniales se acobarda...

- N-no... no puedo, señor, no puedo... - gimotea mientras se encoge en un rincón del ascensor.

Sin embargo su superior, un tipo mucho más veterano, reacciona de un modo muy distinto...

- Mierda... ¡Venga, reducidle! - ordena a los demás miembros de su escuadra - No puede ser tan duro...

Otros no parecen tan convencidos, pero la disciplina les obliga a obedecer las órdenes recibidas...

- Vamos, todos a la vez...

Y entonces tres de los cuatro marines sacan sus porras aturdidoras y se lanzan simultáneamente sobre el que hasta ahora había sido su compañero de armas. Pero órdenes son órdenes y deben acatarlas.

El ascensor se convierte en instante en el más salvaje y descontrolado escenario de combate. Puñetazos, patadas, codazos, llaves de lucha, chispazos de las porras eléctricas, gritos y gemidos... y el ominoso crujir de algunos huesos rotos, lo llenan todo.

Maldita sea, pienso. La relación con Pierce nunca había sido demasiado buena, pero ahora todo se ha ido al garete.

Incluso quitándome de en medio a estos cuatro matones, seguiría encerrado en una estación llena de soldados de S.H.I.E.L.D. que podrían estar buscándome por todas partes. Las posibilidades son escasas, pero al menos habrá que mantener una reputación ganando la primera batalla. Tal vez eso recuerde a alguno de los hombres de Pierce que merece la pena luchar por unos ideales más elevados.

Los tres marines se lanzan contra mí casi al mismo tiempo. Se nota que están bien entrenados, pero en un espacio reducido su superioridad numérica puede no ser tan ventajosa. Mientras me echo hacia atrás para esquivar un ataque, bloqueo una de las porras agarrando al marine del brazo. Retuerzo su muñeca para desviar el arma y giro sobre mí mismo, interponiendo el cuerpo del marine entre sus compañeros y yo... para buscar una posición más ventajosa e impedir que el cuarto se incorpore a la lucha.

Acompañe al tal Smith y a la guapa Moneypenny hasta el lugar acordado donde, otro tipo al que tampoco conocía, nos condujo hasta una sala, a la que no estaba del todo seguro que debiera haber sido invitado.

Me quedé cerca de Smith, cumpliendo con mis ordenes, lo suficientemente cerca como para poder ver aquella proyeccion. Al principio no entendi muy bien que estaba sucediendo. Sin embargo, en cuanto fui consciente de lo que estaba a punto de suceder, cuando escuché aquella explicación, me quedo claro que la conversacion de la que habia sido testigo en el comedor tenia mucho mas sentido de lo que podia imaginar.

No puede ser. Joder, joder, joder.

Lo que vi me dejo completamente alucinado: ¿Eran cuatro contra uno y le tenian miedo?

No podia creer que todo aquello estuviera sucediendo delante de mis narices.

De momento el ataque coordinado no ha tenido mucho éxito y los marines están recibiendo bastantes golpes...

- ¡Agarradlo como sea! - brama el sargento mientras es proyectado contra una pared - Mmmmfffff...

La pelea continúa y se hace todavía más feroz con la incorporación del cuarto contrincante, que muy a su pesar acaba viéndose envuelto en una reyerta en la que los golpes vuelan en todas direcciones...

Los marines coloniales están siendo vapuleados pero son tipos duros, que no se rinden fácilmente...

- Urgggghhhhh... - encaja el golpe - ¡Maldito cabrón, no puede ser, ayudadme!

Resulta difícil de explicar, pero el supersoldado está superando a sus cuatro oponentes, todavía no han sido capaces de alcanzarle de lleno... se mueve de una manera increíble en un espacio tan reducido como este ascensor.