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Tiempos Interesantes

EPISODIO PILOTO: Una Cita en el Espaciopuerto (Personal Civil)

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28/10/2014, 20:36
Cronoregistro

E.E.U.U.

Espaciopuerto de Boston-Providence-Hartford.

La terminal del Espaciopuerto de Boston-Providence-Hartford está atestada de gente moviéndose de un lugar a otro de un modo aparentemente caótico. Sin embargo existe una indudable lógica en su deambular de una fila de embarque a otra, de las colas de dispensación de billetes a las de facturación de equipaje. Son como un enjambre de insectos entregado en cuerpo y alma a sus laboriosas tareas. Tal vez, en un alarde de ironía, podríamos interpretarlo como un tributo póstumo de la humanidad a las abejas o avispas que se extinguieron con el incesante aumento de los niveles de contaminación atmosférica. Pero hablando un poco de todo, al menos aquí dentro, bajo un domo cerrado, la calidad del aire es buena, no se ve a casi todo el mundo echando ansiosas inhalaciones a esas pequeñas bombonas de oxígeno de medio litro a cada diez pasos que dan. Y eso, quienes tienen efectivo para comprarlas, claro…

Aunque por supuesto no todo el mundo disfruta de los mismos privilegios, desde las ventanas laterales de este terminal podéis observar la zona de embarque de los más desfavorecidos que se apiñan en largas y desordenadas colas para subir a una de esas lanzaderas baratas que llevan nuevos colonos hacia Marte. En el planeta rojo, un nombre obsoleto pues hoy día es más bien parduzco, siempre hacen falta más y más obreros que impulsen su pujante industria. Marte devora mano de obra, como la WK devora los recursos que arranca de las colonias…

Pero como suele decirse, aquí cada cual a lo suyo, los de ahí fuera son los eternos perdedores pero aquí todavía se está disputando la dura carrera por ocupar las primeras plazas… y quién pierda comba ya sabe lo que le espera. Tiene ejemplos donde quiera de mire. Esa es la mentalidad del siglo XXIII. Ganar o ser descartado.

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28/10/2014, 20:40
Cronoregistro

El vuelo desde el espaciopuerto de Singapur ha sido bastante aceptable, sólo llegas con quince minutos de retraso sobre el horario previsto. Aunque desde luego detestas llegar tarde, no ha sido responsabilidad tuya… pero la impuntualidad es muy poco profesional. Claro que es lo que conlleva viajar con Indonesia-Planelines. Conoces de memoria las estadísticas de sus retrasos y las de sus accidentes aéreos, todo eso de economizar costes hasta el límite para ser más competitivos que cualquier otro en el mercado…

Sin embargo hoy la probabilidad ha jugado a tu favor y aquí estás, sin más incidentes. A punto de reunirte con esa abogada corporativa, la tal Camile Wray, a la que vas a tener que hacer de niñera allá arriba. Y además estas cosas suelen llevar su tiempo, un simple viaje interplanetario a Marte supone cerca de un mes a bordo… así que más vale que las cosas vayan fluidas.

Pero ante todo, te preguntas si le habrán otorgado uno de esos mandos a distancia que te paralizan… sabes a ciencia cierta que alguien a bordo de tu avión suborbital llevaba uno, siempre ponen a un pasajero oculto que te supervise, por si te diese por intentar desaparecer. A veces juegas mentalmente a adivinar quién puede ser. Y a planear la forma de eliminarle sin que tuviese oportunidad de activarlo. Pero claro… ¿y si en realidad fuesen dos?

Pero mira, parece que ahí está la mujer que buscas, justo donde os habéis citado, ante a la terminal del próximo vuelo a la Estación Orbital Nostromo. Por lo menos es puntual y parece una persona competente y pulcra. No como ese cerdo grasiento de Boris Ivanov.

Aunque para tu sorpresa no está sola. A su lado aguarda uno de esos tipos que por mucho que vayan bien trajeados llevan escrita en la cara su condición de matones. O de mercenarios. Mirándolo bien, este parece más bien de los segundos. Y en el cuello, justo sobre la nuca, lleva algo metálico, seguramente algún tipo de implante cibernético. Bueno es saberlo.

De todos modos, se supone que son aliados y el contexto no puede ser más proclive a un primer contacto amistoso.

Al menos por ahora.

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28/10/2014, 20:42
Cronoregistro

Hace cerca de un cuarto de hora que Meredith Vickers tendría que haberse reunido con vosotros aquí. Llegar tarde al primer contacto no es la mejor carta de presentación. Aunque han anunciado un retraso de algunos vuelos suborbitales, puede que no sea culpa suya…

Camile Wray parece algo incómoda, nerviosa, como si le estuviera dando vueltas a muchas cosas en la cabeza en los últimos días. El Sagento Mayor Quaritch por el contrario parece muy relajado y se diría que se entretiene mirando a la multitud. Aunque lo hace con el ojo de un depredador, analizando quienes pueden suponer una amenaza.

Nadie por el momento.

La verdad es que han sido jornadas muy intensas, reuniones, preparativos, un viaje cruzando el Atlántico e interminables teleconferencias con todos aquellos que debía reclutar. A todos los ha citado aquí, en el megalítico espaciopuerto de Boston-Providence-Hartford, una de las principales plataformas de vuelo espacial de todo el hemisferio norte occidental. Porque de aquí deberéis partir en una lanzadera privada ofrecida por la Weyland-Yutani hasta sus astilleros espaciales de la gran Estación Nostromo, en el Cinturón Orbital Terrestre. Como mínimo, parece que la promesa de asignaros una nave recién construida es rigurosamente cierto, ese Crucero Estelar de clase Barracuda todavía se está ensamblando.

Contempláis el fluctuante movimiento de la marea de gente hasta que algo os llama la atención a ambos. Una joven rubia y esbelta que se os acerca directamente. No hay duda, debe ser la persona que estáis esperando.

Y la verdad es que no es de las que pasan desapercibidas.

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28/10/2014, 21:47
Dr. McKay

Cuando empezaron a dejarte mensajes en tu atestado correo electrónico no les hiciste el menor caso, eres un hombre ocupado. No, más que eso, eres toda una eminencia científica, demonios, un futuro premio Nobel. Porque este año cae, fijo, en cuanto acaben ese acelerador de partículas y puedan demostrar tu teoría sobre los bosones. Así que no es de extrañar que te acosen los admiradores, los pobres nerds que desean llamar tu atención sobre sus vulgares ideas, esperanzados en que les salpique alguna gota de tu incomparable talento. O bueno, también están los periodistas, que ven aumentar las tiradas de sus holonoticiarios si logran asociar tu nombre a cualquier acto cultural. Si es que a eso se le puede llamar cultura…

Sin embargo, cuando los mensajes empezaron a ser demasiado insistentes, decidiste leerlos. Quién sabe, igual era alguna admiradora pidiendo una cita. Puede que alguna de esas ayudantes del laboratorio, hay una rubita muy mona que no te quita ojo, aunque en cuanto te acercas huye despavorida con cualquier excusa. Debe ser por timidez, seguro…

Y cuando los abriste por fin, bueno, resultó ser toda una conmoción. Nada menos que dos de las mayores Mega-Corporaciones, la Weyland-Yutani y la Weltherrschaft Korporatsiya, recientemente aliadas para afrontar el grandioso Proyecto Tau-Ceti, invitándote a unirte a sus filas para un cometido especial secreto. Ultra secreto. Confidencial. Emocionante.

Además, ponía claramente que NECESITABAN a alguien de tu talento. Pues claro. Era inevitable que acabarían por darse cuenta de ello. No todas las generaciones tienen un McKay…

Pero por supuesto, hay que hacerse de rogar un poco. Contestaste sólo hacia el enésimo mensaje… en realidad fue por puro descuido, vale, pero eso ya iba bien para que se fuesen dando cuenta de que no es tan fácil acceder a alguien de tu valía personal. Cuando te expusieron lo que querían de ti, que dirigieses un selecto equipo de investigación a bordo de un Crucero Estelar, la idea te resultó seductora. A ver, salir a viajar por ahí dejándolo todo atrás no te apetecía demasiado… pero al mismo tiempo, la imagen del explorador estelar estaba revestida de un aire romántico al que es difícil resistirse, la verdad. Y cuando vuelvas y lo expliques en los círculos científicos, donde casi nadie ha salido de su laboratorio, vas a ser lo más de lo más. Arrasarás en cualquier fiesta. Volverás locas a las titis: Rodney Skywalker

Así que te sedujo la idea, aunque desde luego te pusiste duro negociando. Ya sabes cómo va esto, cuanto más te hagas valer, más te respetarán. Pero lo cierto es que esta gente no te lo ha puesto precisamente fácil. Y es que sus técnicas comerciales son muy duras. Exigiste un laboratorio equipado a la última… y te lo garantizaron. Pues bueno, hay que pedir más. Entonces se te ocurrió salir con una provisión de fondos para investigación y te dijeron que eran virtualmente ilimitados. Así no se puede, por más que te esfuerces, estos tipos te dejan sin argumentos. No podías pedir mayor rango porque ya eras el Jefe Científico a bordo, pero al menos exigiste que estuviese escrito en la puerta de tu camarote. En letras bien grandes. Y una tarjeta identificativa. Con foto...

Cuando te quedaste sin más ideas, no te restó más que aceptar. Así que aquí estás. Incluso traes un puñado de números de la última holorevista científica de impacto que te entrevistó, para repartirlas por la nave en cuanto tomes posesión de tu puesto. Para que te vayan conociendo. Es un ejemplar de hace algunos meses, pero seguro que ni lo notan…

¡Mira, parece que ahí ves algunas caras conocidas!

Justo a la entrada de facturación del terminal nº77 tal como indicaba vuestra citación. Puedes reconocer a ese mediocre envidioso del Dr. Kavanagh, no sabías que también estuviese implicado en esto, pero bueno... peor para él, porque tú vas a estar al mando. Eso sólo ya hace que aflore una sonrisa a tus labios.

Pero hay más gente, otro tipo con pinta de rata de laboratorio, un chaval que parece agradable y una mujer de mediana edad pero que sigue teniendo su atractivo. Menos mal, ya te temías que no habría más féminas a bordo que esa tal Camile Wray que ha contactado con todos vosotros... y parece tener mal caracter, además de ser la Responsable de Recursos Humanos, has aprendido a huir de ellos como del ébola.

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29/10/2014, 00:56
Meredith Vickers

No me gustaba la terminal del Espaciopuerto. Gente sin rostro moviéndose como en una complicada e insondable melodía. Decían que podías morir en un asiento y que nadie se percataría de ello hasta que tu restos podridos provocaran un hedor insoportable... y aun así solo se daría cuenta una maquina a la que no podías importarle menos a limpiar los restos que una vez fueron una persona. Era trágico y si tuviera alma sin duda lloraría por ellos.

Caminaba con paso firme por la terminal. Normalmente nadie se me ponía en medio. Mis ropas solían aclarar que tenia dinero y en este mundo el dinero y el poder siempre van de la mano. Pero alguien de ocho años para su fortuna no a descubierto esa gran verdad. Una niña pequeña y con ropa usada sale corriendo y choca contra mí, cayendo en el suelo. Me mira y comienza a llorar. Sus padres, horrorizados pensado en el lio que se a medito su hija, se acercan implorando mil perdones.

Normalmente pasaría de ellos o tal vez avisaría a seguridad. Pero esa niña rubia con los ojos azules y con ese llanto tiene algo. Las lagrimas que corren por su rostro me recuerdan demasiado a las mías. Su cara de no entender nada.

Miro a sus padres y a la niña y llevo la mano al bolso sacando un gran fajo de billetes me agacho y me pongo a la altura de la pequeña.

-No puedes llorar preciosa. Tienes que ser fuerte e inteligente. Tienes que convertirte en una mariposa, pero por dentro se una avispa, dura, agresiva y mortal. Toma. Dije dándola el fajo de billetes. Compra comida y algo de dignidad.

Acto seguido me levante y me marche sin parar o echar la vista atrás, a pesar de las palabras de los padres.

El vuelo no fue demasiado malo aunque me hizo llegar tarde. Algo que me molestaba tanto que había llegado a pensar que era personal, sólo para irritarme.

Mientras caminaba no podía evitar pensar en mi implante paralizante. Ese maldito implante me recordaba que era tan vulnerable como la niña del espacio puerto y eso me mataba.

Cuando llegue a la terminal acordada vi a la abogada que tenia que hacer de niñera. A su lado llevaba musculo puro y duro.

-¿Si lleva al borrego este para que me necesita a mi?.

Le observe y analice.

-Implantes y musculatura desarrollada. Podía ser incluso tan fuerte como yo, pero eso no me impresionaba, estábamos todos en el mismo bando. Aunque había aprendido que en Wk el mismo bando era un concepto un poco gris de vez en cuando.

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29/10/2014, 07:16
Consejera Wray

La Consejera Camile Wray se acerca a la recién llegada con pasos firmes y largos, parece algo disgustada o quizá incómoda. Su mirada analítica te examina de arriba a abajo sin perder un solo instante, como aquel que valora una posible nueva adquisición antes de realizar el pago. 

- ¿Vickers? - esperando a confirmar la identidad de la mujer recién llegada.

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29/10/2014, 07:33
Meredith Vickers

Note como la mujer me miraba, como se observa un aparato para comprar. Odiaba que me miraran asi. Que hubiera nacido en un laboratorio no significaba que no estuviera vivía y fuera consciente de mi misma.

- La misma, siento el retraso. Pero Indonesia-Planelines es lo que tiene. ¿La consejera Wray supongo?

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29/10/2014, 09:05
Dr. Kavanagh

El tipo alto de las gafitas, que intenta ir de modernillo con esa ridícula coleta, alza la vista y se apresura a saludar a alguien que acaba de llegar hasta la cola de facturación:

- ¡Hombre, bienvenido Dr. McKay! - trata de hacerse el simpático, pero su voz suena muy falsa... parece que sabe bien quién va a ser el Jefe Científico a bordo - Será un placer volver a trabajar con usted... permita que le presente a algunos de los demás miembros del equipo: el Dr. Jonathan Kern es un experto genetista, la Dra. Roslin será la oficial médico a bordo, contando con la inestimable ayuda de su asistente Eli Wallace...

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29/10/2014, 09:15
Dr. Kern

Un hombrecillo rechoncho, calvo y con una barbita entrecana saluda tímidamente inclinando la cabeza, pero no llega a soltar palabra. Por la forma en que elude las miradas, es evidente que la vida social no es lo suyo... incluso tiene la frente perlada en sudor, y por mucho que el recalentamiento global haya hecho subir las temperaturas, la inmensa megalópolis de Boston-Providence-Hartford está muy al norte como para que haga calor en esta época.

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29/10/2014, 09:20
Dra. Roslin

La elegante mujer que está a su lado reacciona de modo muy distinto, extendiendo la mano para estrechársela al recién llegado mientras una cordial sonrisa se dibuja en su rostro:

- Encantada de concocerle en persona, Dr. McKay - estrecha la mano con suave firmeza, un buen apretón - He leído algunos artículos sobre su trabajo... su reputación le precede. Soy la Dra. Laura Roslin, médico intensivista del Boston Memorial, o al menos lo era, hasta el momento de embarcarme en esta extraña misión...

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29/10/2014, 09:26
Eli Wallace

Y el joven que estaba conversando con ella hasta hace unos instantes se acerca ofreciendo una sonrisa amplia, de oreja a oreja, aunque su saludo es tal vez un poco informal... pues en lugar de estrechar la mano, da un par de suaves toques con el puño por encima y por debajo de la mano extendida del Dr. McKay.

Debe ser una de esas fórmulas que usan los chavales...

- ¿Qué hay, Doc? - se salta todos los protocolos - Soy Eli Wallace, el Asistente Sanitario, cuente conmigo para lo que haga falta, siempre estamos de guardia en un Crucero Estelar...

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29/10/2014, 12:20
Cabo Mayor Miles Quaritch

Antes de que la Consejera Wray tuviera tiempo siquiera para asentir, el hombre que la acompaña se hace notar. Avanza un par de pasos adelantándose a la consejera. Su mirada refleja determinación y pese a que también te examina lo hace de un modo totalmente distinto. Sus ojos se han detenido en cada lugar en que podrías llevar un arma oculta, sopesando la amenaza que supones. 

- Si no le importa - un ligero gesto, pide permiso para registrarte - es parte del protocolo si va a interactuar con la Consejera.

No puedes evitar fijarte en las largas cicatrices que le cruzan el cráneo e imaginar lo problemáticas que debieron ser las heridas para dejar esa marca, con lo avanzada que se encuentra a día de hoy la medicina. 

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29/10/2014, 13:05
Meredith Vickers

La consejera no tubo tiempo ni de contestar cuando el hombreton se adelanto. Note como me examinaba y evaluaba de una manera muy diferente a lo que solía hacer la mayoría de la gente, buscaba amenazas armas ocultas y seguramente evaluaría mis capacidades. Hasta pidió cierto permiso para registrarme. Simplemente por estos hechos se había ganado mas respeto por mi parte que la mayoría de la gente que conocía en toda mi vida. Era profesional, una cualidad en decadencia según mi experiencia.

Suspire y puse los ojos en blanco. Pura fachada. Si yo fuera él, insistiría hasta en un reconocimiento de cavidades.

- Desde luego el protocolo manda. Y lentamente extendí los brazos formado una cruz.

Cuando veo que se acerca le observo bien.

-¿Donde coño has metido la cabeza? Este tío esta tan lleno de implantes que podría decirse que la mitad es máquina.

Era extraño, con la ciencia tan avanzada la mayoría de los implantes ni se notaban. Aunque claro, para la persona media una apariencia así resultaba aterradora. ¿Para mi? Intrigante...

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29/10/2014, 14:59
Cabo Mayor Miles Quaritch

Miles no avanzó lo más mínimo hasta tener el consentimiento verbal, ningún protocolo hablaba de forzar a nadie, y aunque sin duda alguna habría perseverado, no ejerció ningún tipo de abuso de poder innecesario. El registro es exhaustivo, llegando a pasar sus dedos entre el cinturón y tu cintura, así como presionando también sobre el calzado para verificar que no había nada fuera de lo habitual. Dedicó también una larga mirada a tu cabello y sospechabas que más en busca de horquillas u otros dispositivos, que tratando de discernir si era rubio natural o teñido. Pese a lo prolongado del contacto durante el registro, su gesto es en todo momento profesional y nunca más invasivo de lo estrictamente necesario. 

- Todo en orden. Gracias por su colaboración - breve, no parecía muy dispuesto a entablar largas e innecesarias conversaciones durante su servicio.

Tras eso vuelve a colocarse un paso por detrás de la Consejera y cruza las manos a su espalda en pose marcial, con las piernas ligeramente separadas para mantener así una mayor estabilidad y manteniendo su atención en el entorno, como si esperara que en cualquier momento fuera a ocurrir algo que necesitara de su intervención. 

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29/10/2014, 15:27
Consejera Wray

La Consejera Camile Wray parecía algo impaciente y disgustada con todo el asunto del "protocolo de seguridad", una gran pérdida de tiempo y no era difícil leerlo en su cara cuando mostró alivio una vez Miles Quaritch se hizo a un lado. 

- Camile Wray, en efecto - manteniendo un deje algo molesto en su voz, fruto sin duda de la interrupción del militar - ¿Debo suponer que esta al tanto de las "prioridades"?

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29/10/2014, 21:22
Meredith Vickers

Sin duda se había ganado mi respeto. Había buscado armas, aunque no de la forma adecuada, pero eso no le quitaría el merito de haberlo hecho de un modo tan profesional.

La Consejera Wray parecía impaciente por que terminara el registro. Cuando termino y el hombre volvió a su pose marcial no tardo en hablar.

- Según sé, mis prioridades son obedecerla en todo lo que mande.

-Lo que viene siendo ser una puta esclava. Aunque para mi desgracia estaba acostumbrada a ser las dos cosas.

- Pero si hay algo mas la ruego que me instruya. Dije con una cara completamente neutra.

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29/10/2014, 23:03
Consejera Wray

Camile sonríe con amabilidad ante la respuesta de Vickers, de vez en cuando alguien sabía hacer su trabajo, después de todo.

- Muy bien, será suficiente por ahora, viendo que la parte importante ha quedado clara. Tendrá más detalles cuando no haya oídos indiscretos - desviando ligeramente la mirada hacia su derecha, dejando claro que se refiere al militar - Estoy deseando ponerla a prueba - si, sin duda una adquisición más, entre otras tantas.

Manteniendo su amable y políticamente correcta sonrisa, se retira para tomar asiento y ponerse cómoda.

 

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30/10/2014, 00:02
Meredith Vickers

El haber sido entrenada por los mejores me permitía pensar una cosa y demostrar otra completamente diferente. Vi su sonrisa de amabilidad, la cual era por que seria su perrita amaestrada y movería la cola al ritmo que ella marcara.

Sonreí con amabilidad a la Consejera Wray, aunque por dentro sentía desprecio y asco por ella. Por una persona que pensaba en mi como una simple herramienta programada, que tenia que hacer su trabajo sin importar lo que fuera o lo que quisiera.

-Disfrutaría arrancándote la cabeza y matando a tu guardaespaldas a golpes con ella. Pensé mientras seguía sonriendo. Pero para mi desgracia no podía hacerlo, había muchas posibilidades que tuviera un mando de control.

-Comprobara que soy todo lo que necesita. Asesina, amante, cocinera... no te jode. Pensé divertida. Mis manos, sus deseos.

Y tome asiento enfrente a ella. Con una elegancia y agilidades poco humanas, con una rectitud antinatural. Algo que me gustaba hacer mucho pues creaba un hermoso efecto dramático.

-Al fin y al cabo todos estamos en la misma compañía.

Notas de juego

Este es solo para ti master, como suena eso XDDDD

no es por el tema de los pensamientos y tal ahora pongo uno para todos los publicos XDD

me llevara mas rato pero no me importa y queda mejor XD

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30/10/2014, 00:02
Meredith Vickers

Sonreí con amabilidad sincera a la Consejera Wray.

- Comprobara que soy todo lo que necesita - Pensé divertida por la frase que había empleado y la que iba a emplear - Mis manos, sus deseos.

Y tome asiento enfrente a ella. Con una elegancia y agilidades poco humanas, con una rectitud antinatural. Algo que me gustaba hacer mucho pues creaba un hermoso efecto dramático.

- Al fin y al cabo todos estamos en la misma compañía.

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30/10/2014, 15:17
Dr. McKay

Éxito.

Aquella era, sin duda, la palabra que mejor me definía. El más absoluto y rotundo éxito.

Desde muy pequeño, siempre me había caracterizado por acabar siendo el foco de envidias de mis compañeros quienes, lejos de considerarme uno de esos frikis granudos y sin vida, me habían admirado hasta el punto de no poder soportar que mis logros en la vida, a pesar de mi corta edad fueran, en todos los sentidos, muy superiores a los suyos.

No los culpaba, ni los culpo por ello, ni siquiera cuando, en un intento para llamar la atención del resto incluso intentaron en un par de ocasiones hacerse con mi merienda, al más puro estilo Homo Neanderthalis.  Pobres criaturas infelices, cuyos intelectos, desde luego, no llegaban a la brillantez de Rodney McKay.

Esos mismos sucesos se habían ido repitiendo a lo largo de mi vida, desde luego. En el instituto, en la universidad, y una vez me había graduado siendo, desde luego, el estudiante más joven y con mejores resultados de mi promoción y la persona con más menciones en el anuario de la facultad. Aunque he de decir que encontré extraño, aunque gratificante, aquel premio que mis compañeros, en un loable gesto para que mi impecable trayectoria no pasara por alto, me habían concedido: el Premio Limón. ¿Premio limón? ¿Pero quién era el estúpido que le ponía el nombre de un cítrico a un premio? ¿Qué sentido tenía? El único que mi avanzada mente encontraba era la relación del limón con numerosos remedios para aliviar enfermedades y dolencias, esa más que decente cantidad de Vitamina C, beneficiosa, sin duda, para cualquier humano, y aquel curioso uso como desodorante, si se combinaba con glicerina, que permitía a muchos mantener sus axilas a salvo sin la necesidad de usar productos químicos.  Resumiendo: a todas luces mis compañeros parecían haber escogido aquella extraña comparación con aquel cítrico para resaltar mi brillantes y geniales cualidades. Una pena que fuera alérgico a ellos. Y a los cítricos también.

Y después, en mi meteórica carrera ciéntifica, mi vida se había convertido nuevamente en una ininterrumpible sucesión de premios, galardones y reconocimientos a mi como no, impecable carrera científica. No era mi culpa: soy un genio, que se le va a hacer.

Ni que decir tiene que aquel impoluto currículum en el que había folios y folios de hallazgos y proyectos a gran y pequeña escala me habían granjeado no sólo una fama y un número de fans considerables, entre los que no sólo estaban esos estúpidos nerds que llevaban tanto tiempo sacando brillo a mi trasero que ya casi podía sentir como había comenzado a reflejarse, sino también a un buen número de féminas a las que, sin duda, resultaba la mar de irresistible. Cosas de, además de ser inteligente, ser guapo. Desde luego, la genética había hecho un maravilloso trabajo conmigo. Más que perfecto. No podía culparlas por caer rendidas a mis pies como polillitas que se veían atraídas por un atrayente foco de luz.

Sin embargo, mi estelar carrera no atraía solamente a las féminas y a esos odiosos nerds. Pude comprobarlo yo mismo apenas hacía algunos días cuando, tras múltiples e insistentes intentos de contactar conmigo, aquellos tipos habian conseguido finalmente ponerse en contacto conmigo para rogarme que formara parte de aquella secreta y peligrosa expedición hacia lo desconocido, requiriendo mi inestimable colaboración para aquel ambicioso proyecto y rogándome, por todos los medios posibles, que formara parte de él.

Tuve que aceptar, por supuesto. No podía privar al mundo de mi inigualable presencia. No podía dejarlos sin que el faro de mi conocimiento y mi genialidad los alumbrara. No, desde luego que no. Rodney McKay no era así. Rodney siempre estaba a punto, preparado para su público.

Por eso estaba allí, en aquel momento, en aquel lugar repleta de gente que, en muchos casos, dudaba que tuviera claro a dónde iba exactamente. Afortunadamente, yo no era de esos. Había conseguido llegar sin muchos problemas al lugar de encuentro, aquel hangar que me había sido comunicado tras aquellas ardua negociación, en concreto, justo después de conseguir aquellas letras grandes y doradas en la puerta de mi camarote. Doradas, jamás plateadas. El dorado era el color del éxito, de los ganadores. No pensaba conformarme con un cartel para secundones.

Y hablando de secundones... ahí estaba Kavanagh. Es mindundi patético con ardiles de perdedor que intentaba, de todas las formas posibles, ganarse el favor de cuantos le rodeaban. Algo que, por desgracia para él, no había logrado conmigo.  Aquella expresión  altanera, con mi barbilla ligeramente alzada en una clara muestra de superioridad, se completó con una sonrisa afilada en incisiva, una de esas que dice claramente. "Perdedor. Eres tú quien está a mi mando. Yo soy tu jefe. Tú haces las cosas que yo te mando. Y podrías empezar por traerme... un café, por ejemplo. Con fines científicos, por supuesto". Aquella sonrisa se transformó en otra de suficiencia, tras aquel pensamiento. Sin embargo, las convenciones sociales, por desgracia, me obligaban a tener que mostrarme "cordial" con aquel inepto. Sacrificios. La vida estaba llena de ellos, qué le vamos a hacer.

-Kavanagh... -me limité a decir, obviando deliberadamente el apelativo de "doctor". No, claro que para mí Kavanagh no era un cientifico de verdad. De hecho, me preguntaba quién había estado lo suficientemente chalado como para pensar que podía dejar algo a cargo de aquel incompetente. Afortunadamente, parecía que alguien con mucha más visión que el primero había decidido ponerme a mí al mando. Las cosas aún parecían tener solución. -No pude resistirme a tan atrayente tentativa. Sobre todo cuando me insistieron tanto para que me uniera a la expedición... - cartuchos de sal, que dejaban mi fama y mi renombre al descubierto, dirigidos a aquel inútil.

Sin embargo, parecía que tener a aquel inepto a mi cargo también tendría alguna que otra parte positiva. Como, por ejemplo, el que me presentara a aquella pelirroja que le acompañaba. No era ninguna jovencita, estaba claro, aunque sí que era bastante atractiva. Vale, tampoco era rubia, pero las pelirrojas tampoco estaban nada mal, ¿no? Una madurita interesante. Eso, desde luego, hacia que aquel viaje se presentara mucho más atractivo para mí.

De inmediato, me dispuse a desplegar mis encantos con la doctora Roslin, a quien dediqué una media sonrisa, acompañada de un ligero cabeceo, al tiempo que estrechaba su mano, mostrándole mi perfil bueno. - Es todo un placer, doctora Roslin, aunque espero no necesitar jamás de sus cuidados... - me permití incluso bromear. Aquella mujer no sólo resultaba atrayente: habia pronunciado, además, la frase clave: "he leído artículos sobre usted".- Oh, me alegra ver que alguien se interesa por mi trabajo...  - dije, con falsa modestia, en un gesto que dejaba claro que era consciente de alcance de mi fama- Espero que no los leyera como remedio para el insomnio... - continué con la broma y aquel aire más que suficiente.

E iba a bromear de nuevo cuando algo me inquietó, haciéndome fruncir el ceño de inmediato: allí había un hombrecillo medio calvo y con gafas que no dejaba de mirar, con un aspecto ciertamente inquietante que no paraba de sudar y que parecía querer estar en aquel momento en cualquier lugar menos en aquel hangar. ¿Y este friki? ¿Como ha dicho que se llamaba? Oh, si, Kent. - Profesor Kent, ¿Se encuentra b...? - no llegué a terminar aquella pregunta, en la que había imprimido toda la falsedad de la que era capaz, llegando incluso a imprimirle a mis palabras aquel aire de falsa preocupación que tan bien se me daba. De repente, y sin previo aviso, el cuarto en discordia, alguien con mucho menos atractivo y muchas menos curvas que la doctora Roslin me abordó, aprovechando aquella mano que había intentado tender a Ken para comenzar a hacer extraños gestos con ella. ¿Pero qué hace? Pensé, observando aquella mano con incredulidad, intentando encontrar algún sentido a aquel estúpido saludo. -Doctor McKay. - dije. Y, aunque sonó como una presentación, lo cierto era que en realidad lo único que intentaba era corregir aquel despropósito con el que había comenzado la conversación. Doc. ¿Qué era eso de doc? ¿De qué agujero de ponzoña interracial había salido aquel tipo?- No se preocupe. Lo llamaré si... lo necesito. - Que será nunca, con un poco de suerte.

Entonces observé a aquel extraño grupo que había sido convocado en aquel hangar, preguntándome qué era lo que no nos habían contado, por qué habían decidido reunir a los que, sin duda, debían ser los mejores en lo suyo.

Si no, yo no habría sido invitado, después de todo.

Notas de juego

*Los hechos relatados no tienen por qué corresponderse necesariamente con la realidad.