Partida Rol por web

Con el pitido del silbato comenzó el avance hacia las lineas enemigas, donde el precio por el metro de avance fue de un cadáver por cada paso.

Los primeros bastardos no llegaron tan lejos. Apenas levantaron el hocico de la trinchera que las ametralladoras germanas les volaron los sesos, desparramando sangre por las trincheras. Aun así la marcha continuó hasta que la alambrada literalmente traga al sargento, aferrándolo con sus muchas púas hasta que las balas reclaman su carne y su vida.

Poco después Richard pasó por allí cuando un certero disparo le arrebató el casco, obligandolo a buscar refugio en un cráter de obús. Entonces Richard comenzó a trepar por el borde del cráter, bufando maldiciones y sorteando cadáveres hinchados, hasta volver a la carga con su casco nuevamente en su lugar.

Faltando tan poco para la trinchera germana un pisapapas germano cayó a sus pies durante su avance, pero por algún designio infernal el aparato de muerte no exploto. Se quedo allí, semi enterrado en el lodo a la espera de un curioso.

El susto de muerte provoco en el pelirrojo una risa descontrolada, imposible de manejar, dando por resultado un lunático en toda regla. - ¡Ja ja ja ja ja ja ja ja!- aullaba, medio ahogado por el humo y la carrera hacia la muerte.

Las balas caían sobre los soldados como una lluvia letal, cuando una de ellas llenó de sesos el uniforme y parte de la cara de Anthony este quedó paralizado. Aunque no era la primera vez que veía explotar una cabeza nunca había sido tan cerca de él y mucho menos le había salpidado. 

Cuando se dió cuenta de lo que tenía encima trató de sacarselo desesperadamente aunque solo logró extenderlo por su uniforme. Al oír al teniente reaccionó, apenas se enteró de que lo habían matado ya que también habían alcanzado a su amigo Emmett.

-Mierda Emmett, Emeeeett.- Gritó al ver que su amigo caía, solo deseaba que siguiera vivo. Se movió como pudo, buscando cobertura, hasta llegar junto su compañero para asistirle.- ¡Un médico!.- Fue lo único que se le ocurrió decir, viendo la situación en la que se encontraban le pareció una petición tan ridícula como imposible.

En ruido atronador de las granadas y las metralletas se imponían sobre los gritos. Emmett permanecía tumbado en un cráter junto a varios compañeros heridos que gritaban y lloriqueaban tratando de taparse las heridas por las que poco a poco iban perdiendo la vida. Aunque la mayoría de ellos ya eran muertos en vida.

Anthony se lanza desesperadamente a ayudar a su compañero, gritando como un loco. Arrastrandose por el fango, entre los cadáveres y los restos de alambrada hasta la posición de Emmett. Entonces una bala impacta cerca, salpicándolo de suciedad, sangre y vísceras humeantes. ¿Sera el cuerpo de Emmett el que ha explotado?

Grimm corre hacia la trinchera arengando a sus muchachos. Cuando, a escaso medio metro, tropieza con algo. ¿Será una alambrada? Si es una alambrada estoy jodido. Rápidamente se gira para ver donde ha quedado encallado su pie, y lo que ve le horroriza, es un chico con la pierna apuntada que yace gritando en tu camino. Por favor ayúdame. ¡Llévame con mi mama! ¿Dónde está mi mama? El chico, con la cara ya cérea por la pérdida de sangre y lo ojos enrojecidos por las lágrimas, ha agarrado una de las botas del cabo.

Earm resbalo dentro de la trinchera enemiga, justo a su lado cae otra figura amiga vestida con el uniforme caqui del ejército americano, era James, y finalmente el pelirrojo Mcnalley entra riéndose como un loco. Los tres han pasado ya el infierno de la tierra de nadie, ahora toca bajar a sus catacumbas. La trinchera alemana se extiende a ambos lados. Muchos de los refuerzos de madera de las paredes han saltado por los aires y montones de tierra y sacos terreros se encuentran desperdigados por el interior de la trinchera. Pero no hay rastro de los alemanes aunque se sigue escuchando el traqueteo de las ametralladoras y las explosiones de las bombas. 

A pesar de toda su veteranía William nunca ha sabido que hacer con aquellos cuyas heridas les han hecho perder la cabeza. Si fuera consciente de su estado le habría puesto en su mano la bayoneta para que pudiera acabar con su vida e incluso ha sido quien les ha dado su fuerza. Esperando que si hace falta alguien lo haga por él en lugar de pasarse horas sufriendo.

Me quedo bloqueado y finalmente le doy un apretón amistoso en el hombro como punto de apoyo para liberar mi píe de su cuerpo mientras le susurro. – Tranquilo, ahora voy a buscarla.

Siguiendo a otros rezagados finalmente alcanzo la relativa seguridad de la trinchera enemiga.

Una vez en ella comienzo a buscar donde están mis hombres sin encontrarlos hasta que las inconfundibles carcajadas de Mcnaley me guían hacia donde se encuentran como si fuera una bengala.

Miro a ambos lados apuntando con mi fusil. La trinchera estaba muy afectada por las explosiones de nuestra artillería y desierta de alemanes. Parecía evidente que habían abandonado esa primera línea de trincheras gracias al bombardeo incesante a la que había sido sometida durante toda la noche.

Respiro hondo... "om namah shivaya",  "om namah shivaya",... repito el mantra que logra serenar mi mente y cuerpo hasta que veo saltar a mi lado a James. 

- Ei James, me alegro de verte - le digo con media sonrisa.

Las explosiones y disparos siguen; haciendo casi inaudibles mis palabras. Aunque veo que James me ve y reconoce. De pronto el irlandés del pelotón entra como ido riendo nervisoamente. Levanto la mano en su dirección.

En toda ese continuo aunque débil goteo de soldados dentro de la trinchera veo a nuestro cabo acercarse por el otro lado. Estoy agradecido de tenerlo con nosotros y ya espero sus órdenes.

Las explosiones y el silbido de las balas, hacían de coro a los gritos de los heridos y de los moribundos. Debía estar en casa, no en este lugar de mala muerte luchando por unos ideales que no eran los míos. Apunto con el rifle a un lado y a otro por el pasillo que conforma la trinchera esperando que en un momento oleadas de boches caigan sobre mi y sobre Martin, pero lo que cae es el loco de Mcnalley y apunto estoy de pegarle un tiro.

- Yo también me alegro Martin, demonios hasta me alegro de que Mcnalley lo haya logrado. ¿Donde estaban los demás?. ¿Habrían perecido en la carrera?. Pero la pregunta mas importante, la que no puedo dejar de hacer en alto. - ¿Donde se han metido los alemanes?.

El pelirrojo de gran estatura cae pesadamente dentro de la trinchera alemana, la cual es prácticamente irreconocible por el pasado bombardeo. Se asemeja al paisaje lunar de la película De la tierra a la luna, con sus cráteres y todo eso que una vez Richard llegó a ver al colarse en el cine. Poco después lo echaron a patadas al igual que sus compinches.

Y con la cara aun desencajada por su locura temporal, mezcla de adrenalina y extraña excitación homicida el bostoniano se aproxima a sus odiados compañeros de un salto ágil como un gato montés. – Grrrr…. ¡Qué ganas de empotrar un par de culos! Me avisan si encuentran alguna enfermera, aunque sea gorda. ¡No importa! – advierte el matón de ojos enrojecidos cuya erección es visible desde el otro lado del océano.

En su locura Richard saca su cuchillo de combate para mostrarlo a sus compañeros que han sobrevivido a la Tierra de nadie. Entonces advierte – Un collar de orejas. ¡Y nada de andar robando orejas boches! ¡Son mías! – y con su rifle equipado con la bayoneta avanza en dirección del recién llegado William. – Por aquí huelo coños germanos je je je – saluda de pasada al experimentado hombre que combatió en muchas guerras.

Anthony se arrastraba desesperado, estaba lleno de fango y la humedad comenzaba a pasarle a través de la ropa. Su intención era acercarse a Emmett, no lo conocía desde hace mucho pero no quería perder a una de las pocas personas que le ayudaban a hacer más llevadera esta jodida guerra.

-Emmett, mierda ¿donde estás?-

Entonces algo le salpicó, más sangre, que se mezclaba con la suciedad y el barro y le dificultaba la visión. La terrible idea de que esa sangre fuera de su amigo se apoderó de él y comenzó a llorar como un bebe. Sus lagrimas apenas limpiaban su cara, llena de barro y sangre.

-Mierda Emmett, joder, joder, joder... estoy aquí.- De repente se sentía cansado y sucio abrumado por tanta sangre, vísceras y restos humanos. Quiso limpiarse limpiarse de nuevo y el resultado fue el mismo.

Poniendo de momento el seguro de nuevo a mi arma ante la ausencia de enemigos en la trinchera llego donde he oído a Richard que no ha perdido la moral ya que se comporta como siempre.

– Todo paso a paso soldado Mcnalley, los soldados de aquí delante no nos dejarán llegar hasta ellos. Y si eran enfermeras o de comunicaciones las defenderán aún más que si fuera a su Kaiser.

Miro a mi alrededor haciendo recuento y noto a faltar gente.

– ¿Los soldados Parks y Ryan los habéis visto? ¿Han avanzado más adelante con el sargento Maddox?

Tienen que estar por algún sitio, ya he perdido demasiados hombres desde que recibí el primer ascenso.

Anthony oyó al cabo decir su nombre, trató de salir de su ensimismamiento para responderle, estaba desorientado y no sabía de donde venía su voz.

-Estoy aquí señor- tumbado en el suelo, dijo esto levantando una mano y agitándola como saludando.- Estoy aqui, estoy aqui, _{estoy aquí...} - repitió la misma frase cada vez con un tono menor hasta quedarse callado. Sacudía su cabeza negando y comenzó de nuevo, esta vez de menos a mas para acabar gritando.-_{no se donde está Emmett,} no se donde está Emmett , no se donde está Emmett...

Trató de hacer acopio de valor, sacó fuerzas de flaqueza y comenzó a arrastrarse hacia donde creía que venía la voz del cabo.

- No he visto a ninguno de los dos. Pasé por delante del teniente al salir de la trinchera y ya no vi a nadie más de nuestro pelotón. Llegué aquí el primero, señor. Sólo vi ese maldito nido de ametralladoras que nos estaba bañando a balazos. Cuando encontremos a Parks y Emmett propongo que vayamos por detrás y lo eliminemos.

Justo dije eso cuando entre el ruido de disparos y explosiones me pareció escuchar la voz de Parks y no parecía venir de lejos. 

Iba a sacar la cabeza de la trinchera para intentar localizar a Parks pero frené bruscamente a unos pocos centímetros del suelo. Me inundó una sensación de adrenalina corriendo en mis venas ante la estupidez que estuve a punto de cometer. No era ningún héroe.

Colgué mi rifle a la espalda y a ras del suelo de encima de la trinchera  puse mis manos alrededor de mi boca y grité a pleno pulmón.

- ¡Parks! ¡Parks! ¡Avanza! ¡Parks, avanza! - escuché por si volvía a oír su voz.

Anthony totalmente desorientado y cubierto de sangre termino por darse cuenta que Emmett estaba justo a su lado, que el cuerpo que había explotado no era el de su compañero si no el de otro pobre desgraciado.

Poco a poco Emmett despertó, aun confundido y desorientado por el golpe, escuchando gritos y el traqueteo de las metralletas. Entonces escucho la voz de Anthony, el estudiante de literatura estaba apenas a medio metro de él.

Solo Parks y Emmett continuaban en la tierra de nadie, el resto del pelotón ya había llegado a la relativa seguridad de la trinchera. El traqueteo continuo de las metralletas se fue silenciado para dejar paso al intermitente disparo de los rifles y las pistolas. La división había conseguido pasar la tierra de nadie con suficientes efectivos como para poder tomar las trincheras. Pero el peligro aún no había terminado.

Un disparo impacto cerca de la cabeza de Mcnalley. Rápidamente el grupo busco el origen. Una tela gruesa marrón, que se confundía con el barro de la trinchera, se había abierto descubriendo la entrada a un refugio. En la entrada del refugio un escuálido soldado alemán manipulaba el cierre de su rifle para introducir otra bala en la recamara. 

Estoy tan agusto tumbado aqui, el cielo hoy está azul cristalino, una ligera brisa recorre la verdísima pradera mientras pastan las vacas. Como me pille mi padre me voy a enterar. Por el camino de entrada a la granja veo como se acerca Mary, es mi chica, rubia y con el pelo rizado es preciosa, acabo de acordarme que hoy tenemos que ir a la misa del domingo... Un cañonazo resuena en mi cabeza, y después le sigue una ráfaga de metralleta. El aire sabe a tierra...

Abro los ojos y recuerdo donde me encuentro realmente y hundo mi cabeza en la tierra, una bala pasa silvando cerca. Me incorporo y sigo adelante para salvar mi vida

Aun dentro de la trinchera, podíamos sentir las detonaciones de las explosiones y escuchar el silbido de las balas .... hasta que una se escucha demasiado cerca. - ¿Que demonios?. La tierra del terraplén se levanta cerca de la cabeza de Macnalley que hasta hace un segundo estaba delirando.

- ¡Están aquí!. 

Se puede ver una figura entrecortada saliendo de la pared con un rifle humeante en las manos, es ahora cuando nos toca a nosotros demostrar lo que podemos hacer. Levanto el rifle y tras apuntar un momento, abro fuego.

Acabo de llegar donde están mi pelotón, de los cuales faltan dos hombres, y antes de que pueda organizar su búsqueda durante esta pausa en el combate un boche nos dispara.

Puede ser alguien que este herido y no se haya podido retirar o un contrataque. Poco importa ahora.

Mientras pongo en posición quitando el seguro al Viejo Gus veo con agrado que James ha sido el primero en reaccionar. – Dispararle chicos antes de que os mate a alguno.

– Alemanes, lanzad granadas de mano. – Grito con mi tono de suboficial veterano que no duda que será obedecido mientras disparo al soldado del refugio.

Después de lanzar mi grito a Parks escucho un balazo que impacta cerca. Rápidamente agarro el fusil doy la vuelta y veo a un hombre con la tez muy blanca y de facciones demacradas al que le llueven dos disparos de mis compañeros. Escucho la orden de Grimm y sin pensarlo disparo mi .303.

Anthony seguía arrastrándose tratando de orientarse entre el barro y la oscuridad. Le parecía oír las voces de sus compañeros, oía que le llamaban y le pedían que avanzara. Decidió abandonar la búsqueda de su amigo Emmett, prácticamente ya asumía su muerte, y avanzaba.

-Mierda Emmett, amigo, aún no era tu hora...- susurraba entre lágrimas mientras sacudía su cabeza en gesto negativo, debía centrarse si quería llegar a la trinchera donde debían estar apostados los demás. Olvidándose de la mezcla de barro, sangre y otros restos humanos que lo cubrían de arriba abajo, continuó arrastrándose bajo fuego enemigo con la esperanza de llegar entero a su objetivo.