La expresión de dolor del hermano Horacio le hacía parecer mucho más viejo de lo que les había parecido a la luz del día. Su rostro apergaminado, su boca temblorosa y sus ojos llorosos fueron la única respuesta que obtuvieron salvo un leve asentimiento en dirección a la campana. Gotas de sangre empezaron a caer como lágrimas desde su interior, resbalando por la mano extendida dando una idea de lo que se podían encontrar atado al badajo.
Karel sacó la daga de la bota mirando a los lados suspicaz de recibir las miradas reprobadoras de los monjes, pero si le importó al hermano Horacio que fuera armado no lo manifestó en absoluto. Con la ayuda de Ordock consiguió cortar las cuerdas y descolgar al desgraciado que cayó pesadamente al suelo con un gran estruendo. Su cabeza era poco más que un amasijo de carne destrozada, por haber golpeado el interior de la campana con la cabeza, pero aun así era reconocible, era Gugliemo, el monje encargado de tocar las campanas.
Erika dirigió la luz bajó la campana y Phineas se agachó para mirar su interior. La campana estaba herrumbrosa y sus manos quedaron tiznadas de orín, era de casi 2 metros de alto y debía ser capaz de aplastarle en caso de que se le desplomara encima. Un examen más minucioso reveló las huellas de sangre y pelo en los lugares donde la cabeza había impactado, pero salvo los restos de la cuerda de esparto atada aun al badajo no había nada reseñable.
Mientras Karel estaba realizando un análisis superficial del cuerpo llegó el hermano Bernardino con dos monjes jovenes y les dijo
"El Abad Anselmo ha sido informado y os convoca a su despacho, por favor, tengan la bondad de seguirme mientras los hermanos llevan al cuerpo a la enfermería"
Su voz no parecía tener lugar a discusión y los monjes cogieron el cuerpo en volandas con dificultad mientras empezaban a bajar la escalera.
Aunque no había tenido tiempo en examinar el cadáver con atención había podido ver morados incipientes en la zona del cuello y de los hombros.
Podéis investigar lo que queráis en vuestro siguiente post pero debe acabar en el despacho de Anselmo. Yo os contestaré a los resultados de vuestras pesquisas en el siguiente post. Describid lo que buscáis y si es necesario alguna tirada ya me encargo yo.
(Día tranquilo en el trabajo....por eso he podido postear :P)
Erika se mantuvo callada durante esos minutos. Colaboró con su orbe de luz, sus ojos iban y venían de aquí para allá, abarcándolo todo y mirando los detalles, intentado que no se le pasase nada importante. Pero se sentía muy turbada por el suceso. ¿Podría haber sido un accidente? Se mordió los labios y luego una uña, que acabó por fracturarse.
-¿Eso parecen posibles rastros de lucha? –señaló los moratones. No estaba muy segura.- ¿Quién puede haber cometido este acto tan sacrílego y antinatural? Gugliemo parecía un hombre fuerte. Me entendéis, ¿verdad?
¿Qué sucedía en esta abadía? Confiaba en que los monjes no fuesen supersticiosos y empezaran a tener ideas raras…Cuatro forasteros llegan, cuatro extraños, y comienzan a pasar cosas feas y malas. Uy. Tuvo una idea peregrina de las suyas, y, cojeando ligera como acostumbraba, sea abrió paso entre los “camilleros” –Permiso- Bajó casi corriendo las escaleras- Ay, que casi me caigo. Nada, qué va.
Cuando llegó abajo, tomó aire con ansia –pues no estoy tan en forma como pensaba, ¡no puede ser! – Y al aparecer Bernardino y los otros dos acólitos de Ilmater, aprovechando la concurrida escena donde deberían estar la mayoría de los monjes, se arrodilló, extendió los brazos a los lados con las palmas hacia arriba, y murmuró otro de sus conjuros:
-Amatarasu da vida, Amaterasu reparte amor, la maldad cegará y su luz brillará. Si hay Mal aquí, muéstrate ante mí.
Pruebo Detectar mal, ya que están “casi” todos los monjes aquí.
Phineas hizo un dibujo de los nudos en su cuaderno antes de que Karel los cortara, más tarde compararía la hechura para ver si el perpetrador era zurdo o diestro, una tontería que había leido en un libro y que había ayudado a resolver un misterio en una aventura. No sabía si funcionaría, de hecho no sabía mucho sobre nudos más allá de los que usaba el mismo, pero quizá alguno de sus compañeros o el abad pudieran ayudarlo. Tomó luego lo que quedaba de la cuerda, taréa ímproba que terminó realizando con una combinación de monerías y manejo poco ortodoxo de la espada.
Cuando se hubo hecho con la cuerda se sacudió el orín de la armadura y la ropa, pero pudo sentir cómo el insidioso polvillo mezcla de óxido y tierra se colaba bajo las prendas, con cara de circunstancias siguió a Bernardino hasta donde estaba el Abad. Abrió la boca para decir algo, y la cerró sin decir nada, no era momento de hablar con el escriba acerca del libro... de hecho no era buen momento para decir nada, salvo quizá... - Lamento lo sucedido con Gugliemo, ojalá podamos hacer algo para ayudar a encontrar al responsable. - Phineas se mantuvo en silencio el resto del camino, aún a pesar del picor que empezaba a sentir por la mezcla del óxido y la humedad de su piel.
La bendita gracia de Amateratsu se posó sobre su fiel Erika mientras conjuraba su hechizo. Miró a los monjes reunidos con la esperanza que entre aquellas pobres ovejas hubiera escondido un lobo pero desgraciadamente no parecía haberlo, no había mal o al menos no estaban obrando mal en ese momento. Sin embargo, aunque no había rastro del mal si que había algo flotando en el aire, algo inquietante, una pieza en el puzzle que no encajaba.
El hermano Bernardino se detuvo para mirar a Phineas con un brillo extraño en los ojos. Lo miró durante unos breves segundos evaluando si era algún tipo de broma o algún comentario inapropiado al estilo de Erika pero como no dijo nada más simplemente asintió y dijo escuetamente mientras le bendecía haciendo la señal de la cruz
"Gracias. Que la bondad de Ilmater llene de dichas a la mano que ayuda en la hora de necesidad"
Todos entraron en la casa de la orden y llegaron al despacho del Abad para encontrárselo sentado en su escritorio al igual que cuando lo conocieron. En esta ocasión su expresión bondadosa se vio sustituida por una de profunda conmoción. Al entrar en su despacho tardó en reparar en ellos y no lo hizo hasta que el hermano Bernardino carraspeó sacándole de su ensoñación
Con voz áspera le dijo
"Gracias por traerlos hermano Bernardino. Ordena a los monjes que regresen a sus celdas y que esperen nuevas órdenes. Preparad todo para el servicio de mañana por el alma de nuestro hermano mientras hablo con nuestros invitados y convocad al novio Plutarco." Bernardino ya se encaminaba hacia la puerta para cumplir con las órdenes cuando el abad le dijo "hermano Bernardino, que la gracia de Ilmater se derrame sobre ti como se derramó el día que recibiste la llamada y dejaste la vida de aventurero"
Bernardino hizo una media reverencia y salió presto a cumplir las órdenes. En cuanto se hubo marchado el abad suspiró con pesar y les dijo
"El curso de los acontecimientos me ha dejado terriblemente anonadado y sin saber que hacer. Odio tener que imponerme sobre nuestros invitados, pero los monjes somos pacíficos y no estamos acostumbrados a la violencia ni a tratar con asesinos. Es por ello que solicito vuestra opinión sobre este asunto. Quiero encontrar a la persona responsable de esta atrocidad y ponerla a cargo de las autoridades, sin matarla pues ya se ha vertido demasiada sangre en terreno sagrado. ¿Me ayudaréis en mi empeño?. "
He avanzado hoy dos turnos que podría haber fusionado en uno. Es probable que mañana si tengo los posts pronto pueda poneros algo antes de la 13:00 porque estoy de vacaciones.
A decir verdad, Ordock ya esperaba algo así cuando fueron convocados al despacho del abad. Cuando todo fallaba, cuando los mecanismos internos de una organización no lograban solucionar los problemas del tipo de aquel al que se enfrentaban, sus dirigentes solían confiar en aquellos a quienes antes, casi repudiaban, los aventureros. Ordock Pae estaba acostumbrado a causar esa impresión en la gente. Al principio le sorprendía y le enfadaba por partes iguales, más adelante tan solo le entristecía y tras algunos años de carrera de aventurero, ya lo veía como algo normal.
- Por supuesto que puede contar con nosotros, mi buen Abad. - Intervino entonces Ordock. - Somos aventureros, pero antes que eso somos buenas personas. Personas que tratan de combatir el mal allí a donde van. Y le aseguro, padre Anselmo, que lo que mora en ésta Abadía es malvado. ¡Matar así a un pobre inocente! - Negó con la cabeza. - Terrible... - Hizo una breve pausa. - Sólo le pediré tres cosas. Primero que nos deje portar nuestras armas. Quien acabó con Gugliemo podría ir armado. No usaremos las armas en vano, ni derramaremos sangre de no correr peligro nuestras propias vidas. Se lo aseguro. Lo segundo es que nos deje libre deambulación y acceso a las depenencias y lo que contienen. Debemos investigarlo todo. Y tercero, tendríamos que hablar con todos los miembros de la abadía... - Tomó aire. - Cuanto antes... ¿Qué me dice?
El cuerpo de Gugliemo presentaba moratones en cuello y hombros, lo que me hacía pensar que fue estrangulado por detrás. Seguramente, una observación más minuciosa de su cuerpo podría darnos más información. Lo que tenía claro es que el asesino no era una sola persona. Además, se me escapaba cuál era el motivo de la muerte y su relación con la muerte del otro monje. Estando en mis pensamientos, llegó Bernardino y nos comunicó que le siguiéramos para ver al abad. Según fuimos detrás de él, me fui fijando en la cara de los monjes presentes. Los asesinos mirarían sin pudor la escena y tendrían esa mirada opaca en sus ojos.
Al llegar ante el abad, vimos su cara compungida por la perdida de otro hermano de la orden. Nos relató sus preocupaciones y nos pidió consejo y ayuda. Era muy probable que los asesinatos continuaran y quería atrapar al asesino... o sería el fin de su abadía. Ordock se expresó bien y requirió lo que debía de pedir: acceso libre a todas las dependencias y a los monjes para interrogarlos. Lo de las armas... no creo que hagan falta; los asesinos no se delatarían así como así y no habría confrontamiento. Supongo que lo sugeriría más por llevar su preciosa armadura.
-"Bien dicho Ordock. Yo aún añadiría alguna petición más, abad Anselmo. ¿Podría hacerme una lista de todos los monjes que habitan en la abadía y que antes de tomar los hábitos hubieran sido aventureros? También me gustaría revisar el cuerpo de Gugliemo antes de que sea enterrado. ¿Sabe usted si tenían alguna relación el hermano Abel con Gugliemo? Trabajaban juntos, hacían algo en común, etc."
Tenía más preguntas, pero preferí guardármelas hasta tener más información.
Tirada oculta
Motivo: Tirada de SAB por percepción
Tirada: 1d20
Dificultad: 13-
Resultado: 2 (Exito) [2]
Phineas se acercó al abad y palmeó su mano - Podéis contar con nosotros Hermano Anselmo, haremos todo lo posible para encontrar al responsable. O los responsables, a menos que el asesino sea una persona muy fuerte sería muy difícil mantener a Gugliemo en el aire y atarlo al badajo... claro que la magia podría ayudar. - el mediano comenzaba a desviar su línea de pensamiento cual un río que se desborda de ideas, pero cuando parecía que la represa se rompería el río volvió a su curso - En fin, que ayudaremos en lo posible, pero como dice Ordock para eso tendremos que poder hablar con todos e investigar donde sea necesario. Por cierto ¿Conoceis algún hermano de confianza que sepa decirme si este nudo fue atado por un diestro o un zurdo? - dijo sacando su diario y abriéndolo en la página del dibujo.
Estaba a punto de sugerir una escena del estilo "Puedes contar con mi espada, y con mi arco, y con mi hacha" pero me pareció poco cinemática.
Por extraño que pareciese, Erika no abrió la boca durante un largo rato. Se limitó a medio escuchar a sus compañeros mientras ella divagaba en las posibilidades que derivaban del resultado de su conjuro. Confirmaba lo evidente, y un cierto temor se agazapó en su corazón y atenazó su alma cubriéndola de la fría escarcha del miedo. Estaba preocupada, y cuando Phineas mencionó aquello de la magia, ella dio un brinco inesperadamente, ya que esa posibilidad danzaba en su mente inquieta. Tropezó con una silla, intentó sujetarse, la silla fue al suelo y ella detrás, dándose un culatazo.
-¡Ay! –se puso en pie, el rubor cubriendo sus morenas mejillas. -¡Estoy de acuerdo en todo! –anunció, de pronto.
Cuando tuviesen un momento y estuviesen a solas, les contaría a los demás lo que había sentido en la llamada a su diosa.
Mañana más liada de lo normal inesperadamente :/
El abad se mesó la barba pensativo ante las peticiones de los aventureros pensando si era buena idea recurrir a ellos. Los miró alternativamente mientras se sacaba el símbolo sagrado de Ilmater, una especie de hombre magullado hecho de plata, antes de suspirar pesarosamente
"No es poco lo que pedís pero se hará como habéis pedido. Se os garantizará el acceso a cualquier rincón de la abadía aunque es pediría que se molestase el trabajo de los monjes lo menos posible, especialmente en el scriptorium donde las manos de los copistas necesitan de la máxima concentración para no temblar. También podéis acceder a las ruinas de la biblioteca si es vuestro gusto pero debéis tener cuidado, 20 años después del incendio se produce algún desprendimiento de cascotes de vez en cuando por lo que debéis tener precaución. Ya hemos tenido bastantes pérdidas como para perder a uno de nuestros invitados. En cuanto a las armas se os autoriza a portarlas aunque espero que solo se usen en caso de que vuestra vida esté amenazada. Somos gente de paz y no deberían ser necesarias pero...... si fuera así el pobre Gugliemo seguiría con vida".
El abad se levantó mientras empezaba a pasear por la habitación tocando el símbolo sagrado, intentando ordenar unos pensamientos y dar cabida a unas ideas que hasta el momento hubiera creído imposibles dentro de su monasterio. Con pesar les dijo
"Podéis hablar con quien sea necesario para vuestra investigación pero no se debe hostigar o amenazar a los monjes si no hay pruebas sólidas de que son culpables y eso incluye el lanzamiento de conjuros que no han sido solicitados." dijo mirando a Erika como si ese mensaje solo fuera para ella. "Nuestra religión prohíbe el asesinato así que esperamos que no haya derramamiento de sangre. Vuestras peticiones son justas y dignas de un paladín Ordock" dijo inclinando ligeramente la cabeza como muestra de respeto
Fijo su atención en Karel mientras asentía a sus palabras
"Gugliemo y Abel estaban relacionados por ser hermanos de esta abadía pero no compartían tareas. Abel vivía prácticamente en el scriptorium y Gugliemo se ocupaba de la campana y del huerto con el hermano Horacio. Tenían una relación normal entre monjes, rezar juntos, comer juntos, nunca se les vio discutir ni hacer cosas juntos. Abel estaba muy volcado en su trabajo y salvo en los espacios comunes no tenía relación con los demás. En cuanto a la lista de aventureros es corta, el hermano Bernardino era guerrero antes de que una maza le destrozara la rodilla y oyera la llamada de nuestro señor y yo también recorrí los caminos hace demasiados años. En principio no debería haber nadie en el monasterio capaz de lanzar hechizos de mago y no conozco conjuros de clérigo que permitan levantar un peso como el de Gugliemo. No sé como ha podido ocurrir pero creo que podríais empezar la investigación en la celda de Gugliemo o visitar al hermano Braulio en la enfermería, es nuestro sanados y estoy seguro que podría contestar a la pregunta sobre los tipos de nudo que ha planteado el maese Phineas"
La puerta sonó debilmente, con timidez, mientras un novicio la abría y decía
"Me mandasteis llamar, Abad?"
El abad le invito a pasar con un ademán de la mano y les dijo
"Este novicio es Plutarco y lo pondré a vuestra disposición. Conoce todos los entresijos del monasterio y os podrá dar la información que preciséis"
A mi también se me complicó :/
Un monje de corta edad y ojos avispados les sonrió con timidez mientras se quitaba la capucha y les decía
"Soy el novio Plutarco de Melk. No sé de que utilidad puedo ser para una investigación pero os guiaré por la abadía y os haré los recados que necesiten"
Ordock asintió complacido ante la sabiduría demostrada por el abad. Había conocido a muchos patriarcas de muchas Iglesias y de muchos credos diferentes y no todos eran tan comprensivos y complacientes como el hermano Anselmo. Sólo esperaba poder descubrir lo que había sucedido y no fallarle.
- Gracias por la confianza depositada, mi buen abad. - Le dijo el paladín. - Espero de todo corazón que, con la guía de Amateratsu y del propio Ilmater, podamos llegar hasta el fondo del asunto y descubrir al causante de todo este mal, para llevarlo ante usted.
Dicho aquello se puso en pie y saludó al novicio con un leve asentimiento con la cabeza. Iban a necesitar un guía ciertamente. Se notaba que el abad había sido aventurero antes que religioso.
- Igual sería interesante dividirnos. - Pensó en alto el paladín. - Si os parece, podría ir con Karel a la celda de Gugliemo y vosotros... - Dijo refiriéndose a Erika y Phineas. - Podríais hablar con el hermano Braulio. ¿Que os parece? Es para ir abarcando más espacio.
Al abad Anselmo accedió solícito a sus peticiones. Así que se ponían en marcha en una nueva aventura, una investigación. Se frotó las manos, y reprimió un bostezo tapándose la boca con la mano. Tenía sueño. Después del susto y de la excitación inicial, le llegó un poco el bajón. Estiró los brazos en alto, y arqueó la espalda.
-Pues nos ponemos a ello, señor Abad. Apartó la mirada de él, cuando dijo eso de los conjuros, se hizo la despistada ,sí, claro, mis ritos están para algo, y se fijó en el chico que entraba- ¿De quién dices que eres novio? ¿De Melk? ¿Quién es esa? –lo contempló de pies a cabeza, ¿cómo vas a ser novio de nadie? No entiendo.
Se rascó la cabeza- ¡Ah, ya comprendo! Novicio, Jajaja, qué tonta. –Después, a la salida de la habitación cuchicheó para sus amigos, así, en rondel- Al invocar en el patio uno de mis conjuros, no noté nada en los monjes, pero…-tragó saliva- sentí que el aire estaba enrarecido…no era el olor a tigre de algunos de los monjes…no, no…Podría ser magia…No lo se con seguridad…Pero, amigos, aquí hay alguna cosa que sobrepasa los límites de lo natural…
Asintió con la cabeza y gestos de la boca, así como rodando los ojos, para dar énfasis a sus suposiciones. Después le dio la risa con la propuesta de Ordock -¿En serio, Phineas y yo? ¡Vale! No vayas a coger nada prestado, eh, mediano manos largas –reprimió una carcajada. Acto seguido pilló por el antebrazo al joven Plutarco- Tú nos guías.
Cuando Phineas y Karel digan la suya seguimos hacia delante.
Phineas escuchó con atención al Abad y tomó nota de los lugares a visitar. Ya había marcado como prioritaria la enfermería, ya que serviría para revisar el cuerpo y preguntar por las cuerdas cuando Ordock sugirió que fuera con Erika a visitarla.
Le extrañó que el muchacho no quisiera ir él con Erika, pero imaginaba que no quería distraerse de las pesquisas. - Desde luego me parece bien lo que propones, sugiero que nos encontremos luego frente a las habitaciones para comparar notas. - miró a su compañera y giró los ojos al cielo - Sabes perfectamente que sólo tomo cosas prestadas si nadie las está usando y me resultan útiles, y sólo lo hago sin preguntar si el dueño no está cerca... que manía tenéis con eso. - bufó y a punto estuvo de señalar sus deslices de la lengua y su poco tacto, pero no era hora de pelearse con su compañera de pesquisas. - En fin, vamos a la enfermería, quiero echar un vistazo a las heridas de Gugliemo y hablar con el hermano Braulio. Seguramente pueda decirnos cosas interesantes.
Bien, parecía que teníamos un trabajo de por medio. No es que fuéramos investigadores expertos, pero no creo que se nos diera mal. Además, ya no tenía que hablar con el abad para pedirle quedarnos unos días. Seguramente, como recompensa si cogíamos a los culpables, podríamos tener comida y techo durante bastante tiempo. Aunque puede que tuviéramos que jugarnos el tipo durante las pesquisas.
Después de que el abad nos informara y aceptara nuestras condiciones, nos presentó a un joven novicio que nos ayudaría a movernos por la abadía. También se conocería el nombre de sus hermanos, con lo que facilitaría mucho las interrogaciones. Su nombre era Plutarco.
-"Bien, iremos juntos Ordock. Aunque no me gusta dejar como pareja a esos dos cabezas de chorlito. Vayámos a la celda de Gugliemo."
Erika nos relata lo que ha sentido en el patio al conjurar el hechizo. Seguramente estos muros podrían contar muchas historias...
El novicio parecía visiblemente turbado por la presencia de una mujer en el monasterio, mucho más cuando empezó a mirarle y hablarle de esa forma tan avasalladora que era tan peculiar en ella. El pobre novicio se sonrojó con violencia mientras intentaba responder de forma entrecortada y balbuceante
"Yo? No....Novia? No, mi se-se-señora, yo estoy al servicio de Ilmater y no puedo tener novia." - dijo mirando al abad para que lo rescatara de semejante vergüenza. El abad le miró con una sonrisa mientras le decía
Abad: "No hace mucho pediste permiso para salir como aventurero Plutarco, no te vendrá mal el empezar a tratar con ellos, aunque estás en lo cierto de ser precavido. Hay dragones menos peligrosos que una mujer....y Erika es clériga así que no hay motivos para avergonzarse. Ve con ellos Plutarco y dile a los monjes que van de mi parte."
Plutarco asintió y cuando se dirigía hacia la puerta Erika lo cogió del brazo haciendo que saltará como una liebre asustada. El muchacho siguió con la mirada el brazo, más nervioso que antes y empezó a balbucear
"Si-si-si-siiiiiii-siganme, la enfermería y la cececelda de Gugliemo están en la misma dirección"
Salieron de la casa de la orden y cruzaron el claustro y se dirigieron al norte dejando el cementerio a su espalda. Cuando estaban junto al campanario les indicó a Ordock y Karel que la celda de Gugliemo estaba en la torre de la campana, en una puerta frente a las escaleras del campanario y que él iba a acompañar a Phinear y Erika para avisar al hermano Braulio de que tenían el permiso del abad para estar allí
Entraron en el campanario y allí estaba la pequeña puerta de madera que daba a la celda de Gugliemo. La puerta era tan pequeña que parecía difícil que el gigantón hubiera podido pasar por esa puerta sin ponerse de lado, pero no se podía negar que aquella habitación estaba hecha a su imagen y semejanza.
La celda era oscura y maloliente, con un olor acre, una mezcla de pies sin lavar y mugre de varios años, que se clavaba en la garganta y que hacía un suplicio el hecho de respirar. El mobiliario era tan sencillo y espartano como el de las celdas donde se alojaban pero estaba en mucho peor estado, una cama con unas sábanas y mantas raídas por la humedad, un clavo en la pared del que colgaba una túnica tan sucia como la que había llevado la noche anterior y una jofaina que no había sido utilizada en años. Debajo de la cama un saco de un tejido basto y sucio debía contener las pobres pertenencias del jorobado.
La habitación mantenía un orden dentro de su caos y no había señales de lucha por lo que parecía que, o Gugliemo no había muerto allí o lo había hecho sin posibilidad de defenderse.
Karel y Ordock entraron en el campanario mientras que ellos siguieron hacia al norte hacia la enfermería. Al llegar a la puerta Plutarco tocó a la puerta con los nudillos mientras les decía en voz baja
Plutarco: "El hermano Braulio es un sanador competente pero... no está en su mejor momento, ya saben, los años no le están sentado bien y a veces pierde un poco la cabeza." dijo haciendo el gesto con la mano de que perdía la cabeza "Es un buen hombre y le tengo mucho cariño porque siempre nos ha cuidado a todos cuando hemos enfermado. Su especialidad son las hierbas y sobre todo los vivos pero igual puede ayudar"
La puerta se abrió después de que escucharan unos pasos en su interior y el hermano Braulio, un monje de cabello alboratado que brotaba desde una tonsura demasiado grande para que fuera obra del hombre. Los miró inquisitivo y solo se relajo y les dejó pasar en cuanto Plutarco le dijo que venían de parte del abad. La enfermería estaba llena de olores que acicateaban a cualquier nariz. La lavanda, el tomillo y demás hierbas curativas poblaban los botes que se almacenaban a lo largo de las estanterías de la enfermería. Una pequeña mesa con alambiques era su lugar donde elaboraba las pociones y sobre una mesa elevada estaba el cadáver de Gugliemo tapado con una sabana.
Con gesto pesaroso y santigúandose destapó a Gugliemo mientras terminaba de limpiarle la sangre de la cara. En cuanto acabó dio un paso atrás mientras les decía con la mirada perdida como si no estuvieran allí
"Pueden examinar los restos del hermano Gugliemo. Tal vez vean algo que yo no he visto y no quiero que mis opiniones influyan las vuestras."
Si analizáis el cadáver tenéis derecho a 2 tiradas de inteligencia por persona. Haced las tiradas ocultas y yo ya os cuento lo que encontráis :D
Phineas no pudo menos que sonreir ante el sonrojo del muchacho, y pensó seriamente en divertirse a su costa elogiando las bondades de Erika, pero decidió que lo mejor sería dejar que ella misma se encargase del asunto con su natural despistado.
Una vez en la enfermería Phineas admiró la cantidad de aromas que procedían de la misma, y pensó que muy pronto serían necesarios para cubrir el aroma de la descomposición. Cuando el hermano Braulio les dio permiso de examinar el cadaver Phineas acercó un banquito para poder hacerlo desde arriba... le resultaría difícil obsevar las heridas y marcas del cuerpo si no podía verlas.
Al tiempo le ofreció al hermano su cuaderno, abierto en los dibujos de los nudos - Me ha comentado el Abad que quiza podais decirme si quien ató los nudos era zurdo o diestro. Por otro lado, dado que seguramente conoceréis a todos los monjes y su estado físico, quizá podais decirme si alguno de ellos tiene la fuerza para levantar a Gugliemo... - luego del pedido se concentró en el cuerpo, no era muy ducho en anatomía pero sabía en que areas estaban los órganos y vias vitales del cuerpo humano.
Tirada oculta
Motivo: Int
Tirada: 1d20
Dificultad: 9-
Resultado: 16 (Fracaso) [16]
Tirada oculta
Motivo: Int
Tirada: 1d20
Dificultad: 9-
Resultado: 4 (Exito) [4]
Con la base de Int que tengo no espero mucho de los dados... no suelen quererme demasiado.