Partida Rol por web

- Buenas noches, señor. El posadero responde a Cromvar secamente, aun mirándole de soslayo por debajo de sus cejas. - La habitación es comunitaria, si no tiene inconveniente, hay camas libres.

El hombre hecha una ojeada a la mesa que señala el elfo, y añade: - Ningún problema señor, siéntese que ahora le traigo algo de comer, y una jarra de vino. Finaliza con una sonrisa algo forzada, y desaparece por la puerta de detrás de la barra. Al cabo de unos minutos, regresa con una bandeja en la que hay pan y queso, una jarra de terracota con vino especiado y caliente, y un plato humeante de sopa de setas. Los deja en la mesa, y con una leve reverencia añade. - Buen provecho.

El orondo posadero vuelve detrás de la barra, y retoma la actividad en la que estaba enfrascado justo antes de que Cromvar entrara al local.

Mi presencia ha tenido el efecto habitual,  el comentario del guardia y las miradas de los presentes en el salón me lo confirman. Sorpresa y quizás desconfianza o recelo, los de mi pueblo son raros de ver lejos de la protección de sus bosques. Compartir habitación no me supondrá ningún problema, ya que la posada no está abarrotada.

- Aunque también es raro ver a otro viajero solitario, la muchacha que se ha puesto la capucha. Si espera que no la reconozca lo tiene fácil, porque no sé quien es.

- Gracias posadero. Digo cuando llega la comida. Mis pensamientos vuelven por un rato a mi estómago que agradece el plato caliente y el vino, pero no puedo dejar de notar clavada la mirada inquisitiva de la chica. Incluso debajo de la capucha puedo ver sus ojos claros que de vez en cuando se desvian cuando la miro.

- Esa espada que lleva está claro que no es de adorno, así que si ha llegado hasta aquí quizas haya oído o visto algo por el camino.

Al terminar de comer aparto los platos y levanto la mirada hasta encontrar la de la chica, le hago una señal con la mano de que venga y levanto con la otra la jarra de vino a modo de invitación. Al menos si quiere venir a hablar que no se le seque la garganta.

-¡Huh!¡Será engreído el tío! Si quiere algo de mi, podría acercarse él, digo yo.- Piensa Lean juntando las cejas, se tranquilizó al dar una larga calada de su pipa.
-Claro que de otro modo... quizás sea una buena vía para empezar a preguntar en este local. Un elfo se mueve por distintas partes que los humanos, también la información que posee puede que sea también distinta a la que traigo recogiendo hasta el momento.- La chica mira el elfo imperturbable e pensativamente.

Un instante después levanta su propia jarra, y le indica una silla junto a su propia mesa. Pues se encuentra muy bien en su terreno, y con la espalda cubierta. -Nunca se sabe cuando cualquiera de los vivos presentes puede “cambiar” a lo otro.-

Vaya! una chica arrogante para lo joven que es, típico de los "Monkaerg"!

Cojo la jarra y a Göiblyangîr y me levanto hacia donde está ella. Antes de sentarme la saludo con una ligera inclinación de la cabeza - Saludos Viajera, Me llamo E'lan.

Me siento en la silla ofrecida y dejo la jarra de vino para compartir - Ya puedes quitarte la  capucha si quieres, no te sirve para ocultarte de la vista de un elfo. Me han dicho que había otro viajero así que me preguntaba de donde vienes y que has visto por el camino... siempre es bueno tener información de lo que se puede encontrar uno. Me sirvo un vaso del vino y le acerco la jarra.

En el fondo deseo que tenga alguna información sobre ellos, pero si no es así toda información que pueda dar sobre el estado del camino también me servirá.

Rompe a carcajadas. Y luego, poco a poco, esas se convierten en una simple, aunque franca, risa de voz muy melódica. Pues encuentra muy divertida la última afirmación del elfo.

- ¿Élan?.- Dice intentando recordar el nombre del extraño, la chica lo murmura a media voz sin estar segura de pronunciarlo del todo bien. -No, no, más bien era algo como Alan,¿no?- Piensa.

Mientras sostiene la humeante pipa con una mano, aparta un poco la capucha a un lado con la otra. Sus mejillas están algo sonrosadas por el comentario de lo que podía haber visto el elfo -¿Habrá adivinado lo que pensaba? Más bien, no-

Cuando E’lan le acerca la jarra, ella a su vez le indica que tiene la suya propia, y vuelve a reír.
Cuando al fin logra detenerse, suelta un: - Casi había olvidado lo que es reír. Tendrás que perdonarme, no me habían advertido que los elfos fueran buenos comediantes. Mi nombre es Lean.- dice enjugándose una lagrimita. –Lo que si me advirtieron es de que poseen una vida muy larga, y bien debe ser verdad, si esperas que te diga de donde vengo y todo lo que he visto. Me temo que, como el resto no disponemos de tal ventaja, deberás ser un poco más preciso.- Va diciendo un poco más serena, le mira a los ojos directamente y sin sentirse cohibida para nada.

–¿Quieres?.- Le dice, tras dudarlo un instante, acercándole su carcaj de tabaco. Puesto que algo de remordimiento si le hace sentirse mal por haberse reído a sus anchas.

Veidan miró al humano y al... bajito alternativamente unas cuantas veces, intentando aclarar en su cabeza qué clase de galimatías tenía delante: Por un lado un humano cubierto de mugre que proponía una cervezas y por otro un ser menudo y parlante con largos bigotes y con el nombre del elfo que había estado buscando durante meses... Cormvar. Tardó en reaccionar, pero finalmente el entusiasmo por encontrar a Cromvar le venció.

- Qué sabes del paradero de Cromvar?!- Dió un salto hacia el camino y corrió hacia el pequeño personaje, asiéndolo por los brazos - Alabada sea Elhonna, por fin una pista! Llevo mucho tiempo buscándole!

Y fué entonces cuando se percató de que el individuo era bastante mas peludo y con un hocico bastante más largo que la gente corriente. Lo soltó de immediato, pero no se alejó de él.

-Madre mía, un rátido!- Miró a Vast con los ojos a punto de salirse de las órbitas- Quizá sí que necesite esa cerveza, humano... Porqué no nos acercamos a la aldea de Galin?

Hace tiempo que no oigo reír a nadie y me sorprende que alguien aún sea capaz de hacerlo. Esbozo una sonrisa pero nada más.
– De hecho no espero una lección de historia de este mundo, Lean, si no saber de que dirección venís y que te has encontrado por ahí en los últimos días pues pienso seguir mi camino y siempre es mejor saber a qué tener cuenta. Le digo mientras con la mano declino el ofrecimiento de la hierba de fumar.

- Más concretamente me interesaría saber si por aquí has oído algo sobre otros de mi raza. Algún grupo en refugio por esta zona quizás, o algún errante? Intento que lo que digo no refleje el estado de mis sentimientos; las ansias por una respuesta que me lleve a encontrarlos. – Por favor

- De hecho eres el primer viajero que encuentro en varios días, así que me pareció interesante saber alguna cosa nueva, si es que la hay, porque todo sigue igualmente en demasiados sitios… igual y mal.

La tormenta no parece amainar, los charcos embarrados repiquetean con las furiosas gotas. Una bruma incómoda os envuelve como un frío y húmedo manto.

Las palabras que salen de vuestras bocas son amortiguadas por el estruendo de los truenos que estallan en el cielo, entre una cortina de nubes negras. Al parecer lo peor de la tormenta está por venir.

Tras el fulgor del rayo, y el estallido del último trueno, un murmullo incesante y lejano se deja oír entre la tormenta. Del sur del camino, chapoteos incansables avanzan penosamente. No sois capaces de ver nada a lo lejos, pero algo avanza lentamente, y se acerca entre murmullos.

Entre la bruma causada por la tormenta , desde tu posición ventajosa, vislumbras a la distancia una masa oscura que avanza incesante por el camino. Aun parecen estar lejos, a menos de media hora al paso que se mueven, pues al parecer se desplaza lentamente.

No eres capaz de distinguir de que se trata, pues esta muy lejos, pero el sonido que llega hasta donde estáis es como un murmullo incesante de lamentos. ¿O acaso sea el viento?

Se rellena el vaso mientras escucha las palabras de E’lan. Después da una rápida calada como si se hubiera olvidado de ello. -Bien, claro. – Bebe algo de vino antes de seguir, igual que si hubiera echo una gran disertación. -Siempre es bueno hacer un pequeño intercambio de informaciones. A decir verdad, estaba apunto de hacer el mismo paso, puesto que vago sin, demasiado, rumbo desde que mi lugar fue arrasado por la maldita peste. Hasta el momento, más bien voy sobreviviendo mientras busco a alguien.-

Parece que se dispone a proseguir pero hace un breve silencio que aprovecha para mirar el ambiente que hay en la sala, preguntandose cuantos de ellos se quedaran a dormir en la habitación comuna.

-  ¡Estamos en apuros! - Grito a todo pulmón, para hacerse oír a través de la furia de la tormenta- Una masa considerable de no-muertos se acerca desde el sur y vienen directamente hacia nosotros. Si no nos damos prisa, nos darán alcance en media hora. No he podido estimar su cantidad, pero parecen muchos, suficientes como para no querer hacerles frente a campo abierto. Ahora, he logrado divisar un hogar a veinte minutos de distancia y con prisa podemos llegar a el antes que la plaga de con nosotros. Desde ahí podríamos trabajar en nuestras defensa y en un plan para enfrentar este peligro. Así que mejor movamos, que cada segundo cuenta.

El bribón pasó el reverso de su mano por debajo de la naríz lo que en un principio sólo debería ser agua y acto seguido se puso en marcha en un ritmo pesado. No se dejó intimidar por la proximidad de esos muertos, pues ya tenía esta presión durante todo el día. Sobre la idea del extraño personaje de hacerse fuerte en una cabaña, le perecía igual de absurda que subirse en un árbol, tal y cómo había hecho.
-Vale, vayamos a ese hogar, pero si no tienen una buena empalizada sólo nos pararemos para avisarles de la que se les viene encima y seguiremos hasta un lugar que pueda defenderse solito.
A duras penas pudo ponerse al lado del bajito compañero y aprovechó para examinarlo. Si no fuera por la proximidad de los muertos, diría que estaba viviendo en una fábula.
-Me llamo Vast y me dedico a... comerciar.
Vast miró hacia delante y empezó a pensar sobre el lugar dónde se dirigían, luego miró hacia su otro compañero Por los Dioses, ¿dónde me he metido?.

De nuevo, dirige su mirada y sus pensamientos a E’lan.
- Esta mañana partí de Galain. Es una pequeña aldea que encontrarás si sigues el camino hacía al este, he pasado la noche en un establo que amablemente me ofrecieron.- Aparta la pipa un momento para pasarse los dedos por los labios, algo dañados por la intemperie. -No hace falta que preguntes nada, poco saben de viajeros, créeme ya pregunté. Y por allí solo pasan los guardias -algunos aquí presentes- y comerciantes, bastante desesperados creo yo si se dedican a eso, en estos tiempos.
Si aún mi consejo no es suficiente, puedes alcanzarlo a media jornada andando a paso tranquilo, aunque como te he advertido no creo que tengas más suerte, pero por probar que nadie te lo impida.-

Parece que quiere proseguir, pero espera a ver si el elfo pretende hacer alguna objeción o algun comentario.

- Ya veo que llevas poco el tiempo en camino entonces, pero si lo que dices es así, no hace falta que pasar por Galain y me dirigiré a cualquier otro punto. Si hubieran visto a quien busco estoy seguro de que lo habrian comentado, de la misma manera que aqui se comentará durante semanas la visita de un elfo solitario. Respondo a su silencio. No me esperaba más pues es la misma respuesta que he oido durante semanas.

- Por mi parte te puedo informarte del camino que lleva a Knightway, que es de donde vengo y si te diriges hacia allí. Pero hace ya bastantes dias que recorro en mi búsqueda el camino así que puede que hayan cambiado un poco las cosas. Encontraras algunas posadas de este estilo, guarnecidas por los guardias que patrullan los caminos cuando el tiempo lo permite con mayor seguridad, pero también te recomendaré algunos pueblos que evites, si quieres llegar a destino, aunque esta información también te la darian en las posadas de la zona.

Me sumo en mis pensamientos, en busca de un destino al que ir desde aquí si Galain no es una opción que me lleva a nada nuevo. - Tendré que preguntar al posadero o a los guardias donde puedo ir y que ruta aconsejan. Los caminos a menudo llevan a pueblos abandonados... o no tan abandonados.

De pronto el elfo parece inmerso en sus pensamientos, totalmente indiferente de recibir respuesta alguna. El hecho molesta bastante a su interlocutora, quién no ha terminado de hablar, y menos aún de preguntar.

La muchacha se repite mentalmente: “Ya veo que llevas poco el tiempo en camino entonces”. -¡Será cretino! me pide que le cuente todo, después que no, que solo lo último, y después se queda tan ancho, con su disertación y yo a media explicación... ¡Con razón no encontrará lo que busca!-

Aspira profundamente todo el humo que le permiten sus pulmones, sin que lleguen a obligarla a toser, y lo sopla en dirección al “amigo” de orejas picudas. Obligándole así a centrar su atención en ella.

-Exacto, lamento decirte que de elfos, en toda mi vida, eres el primero que veo de cerca.- Mientras para si piensa: -Y si son así de egoístas, más vale que sea el último.-

Un estrepitoso trueno estalla en el exterior. La lluvia azota con más fuerza los ventanucos de solida madera. Los guardias hacen un momento de silencio ante el furor de la tormenta, y retoman, felices de tener que estar allí fuera, la conversación banal que mantenían.

Ludic se acerca al hogar, y deposita en su interior un par de troncos secos, avivando las brasas.
- Menuda está cayendo... Dice en voz alta, más para si mismo que para el resto de parroquianos que ocupan el local. Coloca una vieja tetera en el fuego, para calentar algo de agua, y se pierde en el interior de la cocina tras la barra.