Partida Rol por web

Con la mente más serena la mujer mortal recuerda a sus compañeros, los vuelve a escrutar uno a uno: el legendario elfo retiene sus lágrimas, mientras Veidan se acerca ofreciéndole consuelo. Imagina como debe de sentirse el elfo, por fortuna no comparten la misma suerte, o eso le dice su corazón.

El repiquetear del hierro contra la piedra resuena apagado e las altas paredes de la estancia. La ascendente escalera permanece fría e inmutable, y la puerta que separa la habitación, donde se encuentran los exploradores, continua cerrada y sin vida.

Nada a cambiado desde que los héroes entraron hace algunos minutos. Nada, menos los inconstantes y sonoros bufidos del guardia dormido a al entreabierta puerta. De repente, algo eriza los pelos de los distraídos aventureros, algo a cambiado, y no parece augurar nada bueno.

- Ven hacia mi mi amor, déjate llevar, no te resistas. Pronto volveremos a yacer, otra vez.

Yacer... era una palabra que le agradaba... hacía mucho que no yacía con una mujer (hacía casi una eternidad, ¡más de dos dias!). Pero el peligro que se avecinaba le recordaba el otro sentido de la palabra. Así que sigiloso, Vast subió la escalera (sudando cómo el cerdo que era) dispuesto a abrir la puerta. Si esto se complica, mejor que tengamos una salida.

Vast se deslizó sobre los suaves escalones. Era sorprendente la perfección de sus ángulos, y aun con el tiempo, no parecían, no por asomo desgastadas en lo más mínimo. 

Con el corazón en un puño, el bribón ascendió, iluminado por la enfermiza luz de los extraños fuegos que ardían el la sala, hasta el final de la ascendente escalera. De nuevo una puerta cortaba el camino, pero esta, a diferencia de la anterior, que era enorme y pesada, era de tamaño humano. Adornada con intrincadas tallas, la madera mostraba una extraña escena, donde varios personajes se representaban con gran delicadeza y detalle. Si alguno de los presentes hubiera tenido conocimientos históricos o de folclore, tal vez hubiera podido interpretar su significado correctamente.

Vast colocó su curtida mano sobe el pomo de la puerta, y comprobó al instante, al girarlo, como la resistencia inicial desaparecía misteriosamente. La puerta estaba abierta.

Mientras tanto, el resto de compañeros, aguardaban en la sala. Cada uno con sus propios pensamientos.

Veidan levantó repentinamente la mirada del rostro preocupado de Crom y se quedó helado. ¿Qué pasaba? Algo había cambiado, pero no tenía muy claro el qué. Su instinto le decía que debía estar alerta, así que sacó la espada y empezó a dirigirse con decisión hacia las escaleras. Debían moverse rápido, no había tiempo para más dudas.

- Vámonos...- susurró a sus compañeros con determinación- hay algo que va mal... ¡no perdamos mas tiempo!

Subió los escalones hacia Vast, mirando por encima del hombro hacia abajo, a la pesada puerta por donde habían entrado. El guardián seguía dormido, no?

Al otro lado la puerta, podéis ver como una cálida lo inunda todo. Casi os parece percibir un lejano canto de una dulce voz femenina.

Los ojos se os acostumbran poco a poco a la luminosidad del lugar, totalmente contrastada con el tenue y enfermizo resplandor de la sala donde os encontrabais. Un largo pasillo, con pulidos suelos de mármol en tonos turquesa, se presenta ante vuestros ojos. Solo una puerta, al final del mismo, rompe la homogeneidad del lugar. La puerta esta claramente abierta, como si os estuvieran esperando, o fuera una amable invitación a pasar.

Por su parte, el resto de vuestros compañeros, parecen en la sala, sin la intención, al parecer de continuar avanzando.

La voz que resuena en tu cabeza, cada vez es mas nítida y clara. Cada paso que das hacia adelante, hace que tu cuerpo se sienta reconfortado y cálido.

- El momento ha llegado amor mio. No volveremos a separarnos... Nunca.

Cromvar salió de su oscuridad, iluminado por la llama de la venganza. Las palabras de sus compañeros tuvieron un efecto balsámico y centraron su atención en lo que parecia inminente. Su mente habia fantaseado por un momento en salir y hacer pagar al dormido ogro por su dolor y mandar al traste con todo su sigilo.

- Por ahora no! Llevó la mano a la bella espada que pendia del cinto y la desenvainó deseando enterrarla profundamente en quien se interpusiera en su camino.
En los últimos tiempos estos arranques de furia, tensión y combate eran los pocos momentos en que Cromvar parecia recuperar su espíritu anterior, pues para ser un elfo joven estaba ya hastiado de la vida.

Siguió a Vast y Veidan escaleras arriba, pasando la vista por las figuras decorativas pero sin prestarles demasiada atención.

- Que tenemos aquí? preguntó a Vast

-Tsk- Chasqueó Lean con la lengua, sintiéndose molesta. Apagó su pipa, se la guardó tal cual en el carcaj de su espalda, cuando el elfo pasó a de su lado subiendo las escaleras. Al menos se sentía más calmada y con la mente otra vez serena.

***

Mientras la joven sube a la par de Cromvar, le susurra unas pocas palabras. -Todo esto no significa nada. Pueden haber muerto, si. Como bien puede querer decir que estan cautivos, o que lo han estado y se han fugado, como hizo ese hombre.
También les podrían haber robado un ladrón, y sea él (y no tu esporsa e hijo) el que esté aquí, o simplemente pueden haberlo encontrado en mitad del camino.
Dos objetos por si solos: no significan nada.-

Veidan miraba asombrado y con los ojos como platos el pasillo que tenían delante. Era muy hermoso. Cruzó el umbral de la puerta lentamente y se adentró en el pasillo.

- Qué curioso que sea tan bello, ¿no? No concuerda en absoluto con esta sala... Pero bueno, no importa mucho. ¿Vamos?- preguntó, girando la cabeza hacia sus compañeros. Cuando volvió a mirar hacia delante y siguió caminando, reparó en la puerta abierta al final- ¿Porqué estará la puerta abierta?

Tras subir las escaleras, al otro lado la puerta, podéis ver como una cálida luz lo inunda todo. Casi os parece percibir un lejano canto de una dulce voz femenina.

Los ojos se os acostumbran poco a poco a la luminosidad del lugar, totalmente contrastada con el tenue y enfermizo resplandor de la sala donde os encontrabais. Un largo pasillo, con pulidos suelos de mármol en tonos turquesa, se presenta ante vuestros ojos. Solo una puerta, al final del mismo, rompe la homogeneidad del lugar. La puerta esta claramente abierta, como si os estuvieran esperando, o fuera una amable invitación a pasar.

Tardó en responder a Cromvar, estaba demasiado ocupado en intentar cerrar la boca y evitar que se le cayera la baba.
-Un… pasillo… cálido… hermoso…

En su corta vida, Vast había visto maravillas de todo tipo: Mujeres, fiestas, joyas, un espeluznante invento llamado retrete… Pero este pasillo le hacía plantearse su significado de “maravilla”. Si no fuera porque estaba en Tallin, se quedaría a vivir.
Pero su mentor le enseñó bien, Van Lance le advirtió que cuando uno se mete en las alcantarillas y no encuentra mierda, es que algo va mal. A parte… Ese canto femenino… ¿Quien canta en Tallin? ¿El ogro?.

¡Qué suerte tenían sus compañeros de que les acompañase! Se puso manos a la obra inmediatamente.
Avanzó con cuidado, podía haber una trampa en cualquier parte...

Se giró hacia sus compañeros y les hizo una señal añadiendo en voz baja:
-El pasillo está limpio

Cromvar  siguió como una sombra a Vast por el pasillo, en cuanto este indicó que estaba libre. Fuera quien fuera el que cantaba en la habitación tendría que dar algunas respuestas. En previsión de lo que iban a encontrar, Cromvar empezó a abrir los canales que liberaban la magia. Los resortes de su mente repiteron las frases que contenian el conocimiento más profundo del mundo, tanto como para dominarlo a voluntad... a cambio de un precio.

- Te seguimos. Susurró, para no ser oído, aunque era difícil que los oyeran con esa persona cantando al otro lado del pasillo.

Veidan seguía caminando destrás de Vast, aún con la espada desenvainada y con todos los sentidos alerta. ¿¿¿Qué narices es esa música???

- Oís la música, ¿no? ¿Quién coño puede estar cantando en una ciudad en ruinas infestada de no-muertos? Esto no tiene sentido- susurró a sus compañeros negando con la cabeza- más vale que estemos preparados...

Suguió andando con precaución, un poco mas tranquilo ante la afirmación de Vast de que no había trampas.

Con precaución avanzáis por el pasillo, La luz al fina del mismo parece volverse más intensa a cada paso que dais. La intensidad de la misma os hace cada vez más molesto mirar hacia adelante, y vuestros rostros se ven obligados a girarse para protegerse de la creciente luminosidad.

La débil canción que parecía venir del otro extremo, gana intensidad a cada momento. La dulce voz parece transformarse sutil, pero inequívocamente, en una estruendosa cacofonía de ruidos agudos y chirriantes.

Vuestros sentido parecen embotarse, una señal de alarma crece en vuestros corazones, algo va mal, terriblemente mal. Al intentar girar el rostro y distinguir la entrada, no podéis más que percibir luz. Una luz blanca e inquietantemente tranquilizadora.

Todo ocurre con demasiada celeridad, la cabeza os empieza a dar vueltas, hasta que ya solo podéis ver... Luz.