Partida Rol por web

La mayoría de las personas a las que conozco opinan lo mismo, mi joven señor -ríe con extraña alegría-. Pero verá, como yo lo veo solo tenemos dos opciones: Arrojarnos al mar y nadar como almas que lleva el diablo, o quedarnos aquí esperando a que Morgawr acabe de hundir nuestra barquichuela…

La mujer entra en la habitación con paso arrollador, en dirección al ojo de buey.

Esas malnacidas no deberían habernos alcanzado tan pronto -susurra.

Eledor miró atónito a aquella extraña mujer. ¿Que coño me está diciendo esta...?

-¿Nadar? ¿Y hacia donde?- Dice mirando las agitadas olas. -¡Vamos a ver si encontrmos un bote!- Exclama subiendo hacia la cubirta atropelladamente.

-Sin problema, si hay que salir nadando nadar es lo que haremos. Las diosa nos acompañe. Emprende la marcha hacia la puerta del camarote y las escaleras. Tratando de subir a la cubierta.

La cubierta se haya sumida en el caos más absoluto. Los hombres luchan contra las embravecidas fuerzas de la naturaleza, pero son barridos una y otra vez por el fuerte oleaje.

Muchos se han lanzado en bote ya a las aguas. Otros forcejean aún con cuerdas y aparejos. Los más ambiciosos salen a la superficie del barco con provisiones y armas. Las luchas por conseguir materiales con los que sobrevivir en alta mar son terribles, y muchos hombres caen por la borda por la fuerza de sus propios compañeros.

Eledor se apoya a un aparejo para evitar se engullido por las sacudidas de aquella mole de madera y lona.

Joder... Un bote. Necesito un bote...

Buscó con la mirada entre aquel caos. Intentando ver si había algún bote listo para poder subir en él.

La situación parece desesperada, pero la diosa proveera. Busca con la mirada un bote o al capitan.

No queda ya ningún bote disponible. Muchos se han roto a causa de la premura de los marineros y de las luchas por conseguirlas. Aún hay bastantes, pero los hombres se las disputan con violencia.

El Capitán Thrazlër se encuentra ceñido con fuerza al timón, como un amante desesperado. Lucha contra las corrientes de la fuerte marea, pero no queda esperanza en sus ojos oscuros…

Track está maravillada ante el espectáculo que se extiende ante sus ojos, tanto que se olvida del motivo por el que está volando sobre el mar y no en un barco...

Deberíamos tomar un bote, aunque sea por la fuerza -grita la mujer, agarrándose con fuerza a las cuerdas de uno de los mástiles, para que no se la lleven las monstruosas olas que azotan la cubierta-. Deberíamos…

Antes de que pueda continuar hablando, el mástil al que se estaba afianzando de forma tan desesperada se parte por la mitad, dejando caer la pesada vela. El Morgawr ya se encentra sobre la galera, y a comenzado a embestir contra ella con su gigantesca cola.

El caos continúa en aumento. El Morgawr ya se encentra sobre la galera, y a comenzado a embestir contra ella con su gigantesca cola.

Las sirenas ululan a su alrededor, como pequeños mosquitos alrededor de una vaca inmensa.

Otra vez esta.... Pensó Eldor al oir a la mujer.

-Vamos...- Se limitó a decir mientras se encaminaba al bote más cercano. De repente llevaba el cuchillo en la mano.

-¡Dejadnos sitio!.- Dijo una vez allí haciéndose oir por encima del estruendo y con un extraño brillo en los ojos. -¡Volved a vuestros puestos, imbéciles!- Tronó.

Firas y Eledor esquivan la vela caída sin problemas, así como su poderoso másitil y las cuerdas que caen con él. No obstante, la bruja se ve atrapada bajo las telas y tarda unos minutos en salir, por suerte, ilesa.

En el bote útil más cercano, dos marinos y un guerrero de la guarnición de Dalharil discuten mientras tratan de sacar la barca al mar. Las condiciones son pésimas, el monstruo está cada vez más cerca, y han comenzado a ponerse verdaderamente nerviosos.

Ante la imperiosa voz de Milcaras, el soldado se marcha sin hacer preguntas, un poco avergonzado por su comportamiento egoísta, pero los marineros saben lo que se hacen, el barco está perdido, y ellos piensan lucha:

Uno de ellos se precipita hacia Firas, el otro va por el elfo…

El espectáculo que es la bestia, rodeada por su séquito de sirenas danzarinas, distrae a la joven pixie de lo que está sucediendo en cubierta…

Quizás en algún momento se pregunta por sus compañeros, pero no alcanza a verlos por ninguna parte, y tampoco parece importarle. Ella está a salvo.

Milcaras ve acercarse aquel marinero. EL barco crujía bajo sus piés y era sacudido con violéncia.

Eledor, con el cuchillo en la mano, espera llegar la embestida del hombre. Templó los sentidos y esperó a tenerle lo suficientmemente cerca como para ensartar el estómago del marinero.

El marinero de Eledor esquiva su ataque con gran maestría. El suelo húmedo no lo hace resbalar de la misma forma que a su atacante, y los vaivenes del barco son su ritmo natural… Está en su elemento, y se siente confiado y fiero. Así que decide proseguir con su ataque, lanzando un fuerte puñetazo, que se queda corto, gracias a la enorme destreza de Milcaras.

Ahora se encuentra bastante vendido…

 El marino de Firas, ya prevenido ante un posible ataque, toma la tapa de un barril cercano, cuyo contenido se encuentra esparramado por cubierta, a modo de escudo y se lanza en envestida contra el esopiano, empuñando una daga en su siniestra.

Lanzó el último tajo abriendo una brecha en el estómago del marinero.

Eledor sonreía vilmente mientras derramaba las tripas de aquel tipo por encima de la cubierta que se balanceaba con rabia ante el temporal.

Se aparta sin problemas de la amenaza del marinero. -No creo que sea buena idea pelear en estas condiciones, La diosa no quiere tu mal igual que yo tampoco. Por favor alejate.