Partida Rol por web

Simplemente no podíais creer lo que acababa de suceder. Vuestro maestro, aquél en quien habíais confiado y quien mejor os conocía...

Kanuth intentaba disimular su lucha interna, el conflicto dentro de su alma con sus emociones, sus pensamientos, con él mimo. Wistie rabió y luego lloró. Alejó lo que pudo esos sentimientos mientras se concentraba en los demás alumnos, iniciados como vosotros y en su búsqueda. Sena no habló. No tenía palabras que expresaran lo que sentía o lo que había visto. No hacía nada, simplemente miraba la puerta cerrada con sus rojos ojos.

Aún así la calma no duró mucho tiempo. Un ruido se escuchó en el corredor detrás de vosotros, pisadas aligeradas por la prisa. Seguramente refuerzos imperiales. Los jedi no harían tanto ruido al moverse. 

—Vamos —dijo, secamente. Quería controlar las lágrimas. Demostrar que era un chiss maduro y responsable. Alguien que pudiera dejar alto el apellido de su familia. Tiró suavemente del brazo de Sena para recordarle que estaba ahí y le instó a marcharse con ellos.

Debían ponerse a salvo. Buscar un lugar donde esconderse, o donde hubiera más Jedis. O incluso lejos de allí, en casa, en la comodidad de la fortaleza familiar, con sus guardias y sus sirvientes. Ahora sólo quería que su madre le acunara como cuando era mucho más pequeño y le dijera que todo iba a salir bien.

Pero no estaba en casa. Ni remotamente cerca. Debía de buscar su propia supervivencia.

Sena miró a su compatriota como si emergiera de las sombras de un mal sueño, por un momento casi pareció que no le reconocía, tal era su shock pero luego sacudió la cabeza y asintió, limpiándose la cara con la manga de la ropa.

-¿A dónde? Esos pasos...-mira a su alrededor buscando una ruta de escape.

Wistie frotó con fuerza toda su cara, limpiandose de las lagrimas de frustración y tristeza por Yenden. Entonces se escucharon pasos acercandose hacía donde estaban. Wistie gruñó y enseguida buscó la espada, a la que tanto ya se había acostumbrado, solo para ver que ahora ya no la tenía... pero no se arrepintió de nada. Entonces se enfocó en el trofeo que aun cargaba con él, se esforzó por un momento en intentar adivinar como usarlo, hasta que casi sin querer logró activarla disparando casi al azar contra la pared y algo del techo.

— ¡Feech! — Exclamó irritado, comprendiendo enseguida que aquella arma era demasiado pesada y aparatosa para él. — ¡Jesper! Nosotros buscar Jesper. — Volvió a repetir, y enseguida buscó con la mirada el primer camino libre que tuviera, que condujera a otro lugar que no fuera hacía aquellos que se estaban dirigiendo allí, para enseguida tomarlo sin perder más tiempo.

El corredor de piedra por el que habíais venido se terminaba en un ramal, por la izquierda vinísteis vosotros, por la derecha se acercaban los pasos.

El disparo de Wistie puso sobre aviso de vuestra presencia a quien viniera, pues se detuvo en seco al oirlo, y los pasos ya no volvieron a oirse mas.

La única opción era correr hacia el otro lado, a expensas de que os dispararn por la espalda.

Molesto con Wistie, que parecía no entender la gravedad de la situación, le pegó un manotazo al rifle de asalto para que lo dejara caer y siguió corriendo hacia el lado contrario al que venían los pasos mientras tironeaba de Sena. Le preocupaba su compañera, que parecía estar ausente — no era para menos — y su compañero ewok se obsesionaba con un estudiante cuando lo que debían de hacer primero era salir vivos de allí.

Cuando Kanuth le pegó al arma, Wistie no lo esperaba por lo que esta se desprendió del flojo agarre del desprevenido ewok cayendo entonces al suelo. Wistie resopló con la nariz, pero no dijo nada ni dio más muestras de reproche ya que entendió el por que de ese actuar de su compañero. Sin embargo Wistie no quería abandonar su trofeo, así que volvió a recogerlo del suelo y echó a correr, con sus pies descalsos, detrás de Sena y Kanuth.

Las ruinas del antiguo complejo os parecían ahora tristes, solitarias y... peligrosas.

La carrera por el corredor escasamente iluminado por el sol que se colaba entre las grietas fue breve, interrumpida brutalmente por un par de rifles láser al doblar la esquina, que os apuntaban sin miramientos, amenazantes. 
 

1º  -¿Dónde creéis que vais mocosos?-. Dijo el primer soldado de asalto empujando a Kanuth hacia atrás.

2º  -Suelta eso, asquerosa bola de pelo-. Amenazó el segundo soldado imperial a Wistie al verle el arma en sus manos. -Seguro que te divertiste mucho matando a un compañero para quitarle el arma, asqueroso jedi-.

1º  -Matémoslos y rodeemos al resto de jedis. Estamos perdiendo el tiempo-. Dijo apuntándoos amenazante, calculando el ángulo de inclinación para darle en el pecho a Kanuth, mientras el otro hacia lo propio con Wistie.

2º  -Ahora seré yo quién se divierta matándote, bola de pelo-.

 Los dos soldados imperiales dieron un paso adelante afianzando su amenaza. Aquí acaba vuestra aventura.
Patético, sin duda. Pensásteis mientras vuestros sueños de convertiros en jedis, héroes de vuestra aldea y orgullo de vuestra familia terminaba en un lugar olvidado, con vuestros cuerpos pudriéndose como los desmoronados pasillos de aquellas ruinas, solos y polvorientos.  

                                                                                  ***

Un sable de color azul atravesó el pecho del segundo soldado, mientras una fuerza invisible arrancaba de las manos el rifle de aquél que dio la orden de mataros. 
Las azuladas manos de una mujer, una Twi´lek, sujetaron el arma que un momento antes estaba en las manos del soldado, a punto de arrebataros la vida.

 -No respetar la vida de unos niños dice mucho de porqué cayó el imperio-. Sentisteis una oleada de Fuerza, como un tsunami imparable recorriendo el pasillo hacia vosotros. Pero a diferencia de lo que habíais sentido durante estos meses de entrenamiento con vuestro maestro, era una sensación agradable, cálida, placentera. A pesar de la violencia con la que se había desplegado.

El cuerpo del soldado se alzó del suelo y se desplazó lateralmente estrellándose contra el muro de una de las paredes. El crujido producido por el impacto no dejaba lugar a dudas de que el cuerpo que caía al suelo estaba muerto antes de tocarlo.

El sable láser, de una tonalidad azulada, regresó suavemente y sin prisa hasta la mano de su propietaria, reposando en ella con naturalidad mientras se desactivaba. Solo entonces pudisteis advertir que el metálico mango era demasiado largo, incluso para ser blandido con dos manos.

La Twilek os miró con aquellos ojos de color verde cristalino, suaves y cálidos que sorprendentemente transmitían esa tranquilidad agradable que sentisteis hace un momento. Era muy distinto de lo que habíais sentido, esa sensación desagradable con regusto amargo al final, cuando vuestro antiguo maestro os enseñaba a canalizar la Fuerza.
Sus ropas simples y a la vez elegantes, no transmitían amenaza alguna, estatus o tal poder.   

Ante el frenazo que los soldados les obligaron a dar, Sena por poco no cayó de culo al suelo, tirando instintivamente de sus compañeros hacia atrás. ¿Cómo podían escapar? Maldita sea si tan sólo hubieran sido...más fuertes, más grandes, más rápidos...Los ojos de la niña se llenaros de lágrimas sin poder controlarlo y cerró muy fuerte los ojos...esperando que cuando los abriera todo hubiera sido la peor de las pesadillas. Aunque no contaba con abrirlos de nuevo.

La voz acompañada de es estallido de fuerza cálida y agradable la sacó de su pánico y su estado de tensión se transformó en una flojera que la hizo caer de rodillas, demasiado impresionada para huir o para enfrentarse. Algo le decía que aquella mujer era buena, tal vez fuera una jedi de verdad y no como su antiguo maestro pero...¿cómo estar segura? Se sentía tan tonta por  haberse dejado engañar...tal vez podía volver a pasar. ¿Y si les estaban engañando de nuevo?

Sin pensarlo mucho, con las rodillas temblando aún de miedo, la aprendiz lleva las manitas nerviosas a la empuñadura del sable de luz y lo acciona frente a ella el haz de luz blanca se interpone entre ella y la twilek, aunque su temblor era tan ostentoso que realmente no podía detener ni una briza de aire, pero su miedo era superior a su comprensión de la situación.

-N...no...-musita sin saber muy bien ni ella lo que quería decir, pero apretaba sus manos en el mango de su espada, pretendiendo sonar amenazante. Aunque lo que estaba era asustada. Muy asustada.

-El miedo- comenzó diciendo aquella mujer -a veces obliga a actuar de manera equivocada-. La Twi´lek guardó su sable de luz, permaneciendo allí de pie, sin acercarse, para daros tiempo de asimilar lo ocurrido. -Me llamo Umdala Neweba, aunque todos me llaman Umi-. Dijo con una sonrisa afable, aunque cansada. -Ser cauto es una decisión muy sabia, Sena. Pero un jedi también debe conceder oportunidades. En este tipo de ocasiones, cuando no veáis una salida, o la respuesta correcta se escape de vuestro entendimiento, cuando os preguntéis cuál es el camino a seguir, preguntadle a la fuerza-.La Twi´lek se arrodilló y cerró los ojos relajando el cuerpo mientras sus manos adoptaban una postura de meditación.  

-La clave es la concentración. Dejad atrás el pasado, visionad el futuro, y tened en cuanta el presente-. 

— ¡GRRR! — Le gruñó Wistie al guerrero blanco enseñandole los dientes. Si solo tenía sus dientes como arma, pues lucharía con sus dientes y moriría enorgulleciendo a los guerreros de su mundo.

Entonces... subitamente como un relámpago una figura azul, otra, apareció y como un huracán azotó a sus enemigos; pero a ellos solo les llegó el oleaje de una playa mansa.
Wistie no conocía a esta persona, pero era de la tribu Jedi así que parte de él se alegraba, y aun más viendo que atacaba a las amenazas de muerte que tenían delante, aunque otra parte de él aun sangraba por la puñalada del que antes fue su guía en el camino del Jedi. Miró a un lado y vio el estado en el que se hallaba Sena, mucho peor que el suyo, pero volvió a fijarse con más cuidado en la sensación del agua que podía percibir en ese momento... la tibieza y serenidad de esas aguas hacían que su corazón terminara de convencerse en confiar en ella.

— Umi... — Wistie, entonces, para darle más confianza a Sena, decidió dar el primer paso y acercarsele. — Umi, yo Wistie.

Le dijo, aunque parecía que ella ya los conocía, o al menos a Sena a la cual acababa de llamarle con la palabra que usaban como nombre de ella. El pequeño ewok entonces inclinó la cabeza y cerró los ojos, decidiendo aprovechar el momento para unirsele en meditación. No para sentir la Fuerza, la primera y superficial sensación que percibió desde que Umi apareció le era suficiente para esforzarse en confiar en ella, lo que realmente deseaba sentir Wistie era la presencia de Jesper cuya seguridad le preocupaba. Temía que le hubiese sucedido lo mismo que a Yenden.

Kanuth comprendió claramente la respuesta de Sena ante la aparición de aquella Jedi desconocida — por mucho que la llamara por su nombre — y se situó junto a su compañera, aún sin encender su sable de luz. La última imagen que tenían era la de su antiguo maestro masacrando a sus compañeros y aliados, para luego cargar contra ellos. No tenían ningún motivo para fiarse de ella, y aunque Wistie parecía convencido de que era aliada — y tanto sus acciones como la impresión que dejaba en la Fuerza lo corroboraban — Kanuth estaba demasiado dolido y asustado para entregarse sin dudar.

Miró a Sena, y esperó su reacción. Se encontraba dividido, pero si ella quería combatir, lo haría sin dudar.

No logras establecer una definición clara. Sientes otras presencias, en la sala grande de al lado, donde estaba tu antiguo maestro. Sientes la presencia de la persona que hay delante de ti, en calma, pero no sientes a Jesper. Puede que esté lejos, en la academia y no en las ruinas, o puede que esté muerto y por eso ya no lo sientes.

Buscas en tu interior. Sondeas tu alma en busca de la respuesta pero tan solo puedes percibir odio, ira y rencor hacia quien fue tu maestro. Tus sentimientos te dictan atacar, matar, sobrevivir a cualquier precio antes que ser un fracaso para tu familia, un fracaso de jedi y morir es un fracaso.

Pero también notas un roce cálido que añoras. Tu madre siempre comprensiva aunque falles en la tarea.  

La afabilidad que la tal Umi demostró desmontaba la poca seguridad de la chica chiss, el sable de luz blanco titiló un poco y finalmente, se apagó y la empuñadora cayó al suelo con un ruido sordo y luego ella giró la cara lo justo para ver que Kanuth estaba a su lado ¿Cómo podía apoyarla? Estaba demostrando la más pura de las debilidades, se había equivocado antes al creer en Uksun incluso cuando la verdad había bailado ante ellos, ella se había negado a verlo y ahora toda su escala de valores se había desmoronado, no distinguía amigo de enemigo, un ser de desarrollo inferior como era para ella Wistie parecía mostrarse seguro de sus instintos y ella misma no era capaz de hacer algo ni atacar ni confiar. Y encima de todo eso, el chico chiss, de quien había esperado una recriminación por su inacción, en lugar de juzgarla, la apoyaba...era un sin sentido, todo lo era.

Sena se derrumbó en el suelo llorando amargamente con los puños apretados y las lágrimas corriendo por sus mejillas, llenas de rabia, miedo y confusión.

-Concentración-. Dijo la maestra de repente. -El tiempo no importa, solo la vida importa. Completar la tarea requiere un tiempo, que, con la práctica, podréis acortar. No intentéis correr antes de aprender a gatear. ¿No os lo enseñó vuestro maestro?-. La maestra seguía allí, de rodillas ante vosotros, meditativa y sin abrir los ojos. Pero, ¿cómo podía mencionar a vuestro maestro tan tranquilamente cuando acababa de matar a varios padawan en la sala de al lado?.

-Wistie-. Dijo suavemente. -No conozco tu idioma, espero que me entiendas. Los demás aprendices están bien, solo vosotros estabais en las ruinas cuando nos avisaron del inminente ataque. Concéntrate en ti mismo-.

La maestra por fin abrió los ojos. Parecía más abatida, cansada. Se levantó acercándose a Sena, se arrodilló a su lado y la abrazó con cariño mientras una lágrima resbalaba por su mejilla 

-Mis dos padawan han muerto-. Dijo lentamente, con dolor. -No he podido sentir sus presencias, ni la de Arlene, ni la de Yenden. Lamento mi estado de ánimo y no poder ser una fuente de inspiración para vosotros.

—El ma... —le costaba quitarse la costumbre de tratarlo de esa forma—. Goda Uksun es un traidor. Estaba con el Imperio.

Lo dijo con palabras cargadas de amargura. Les habían separado de sus familias, enviado a un planeta desconocido y les habían empezado a adiestrar en unas artes y una filosofía que aún no entendían. Todo bajo la premisa de que los Jedi eran sabios y eran quienes sabían de verdad cómo funcionaba el Universo. Y de repente, descubren que hasta un Maestro es capaz de arrancarle la vida a sus alumnos sin parpadear.

—¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Hay que escapar del planeta?

La maestra se quedó mirando hacia la pared durante un par de segundos, con la mirada distraída. Después os miró de nuevo.

-Parece ser que será al revés.- Dijo sonriendo. -​​-La academia jedi no cae tan facilmente, y gracias a vuestra intervención su ataque sorpresa no ha funcionado, siendo ellos los sorprendidos. Habeis salvado la academia.-

Sena logra dejar de llorar al menos de una forma tan ostentosa, encuentra consuelo en los sentimientos de impotencia y rabia compartidos por Umi y le devuelve débilmente el abrazo, sorbiendo por la nariz justamente como lo que era, una niña asustada. Tarda unos segundos pero empieza a recomponerse, aunque se labio inferior tiembla visiblemente.

-¿De...de verdad?- pregunta incrédula por la noticia de que ellos habían hecho algo bien.