Partida Rol por web

Limbo. Después de dos días de travesía el planeta se mostraba en todas las pantallas de la nave. Un planeta azul en su mayoría, de pequeño tamaño, con una masa de tierra central del tamaño de un pequeño país según el estandar humano. Había sido, como muchos otros en la galaxia, terraformado en su mayor parte. Justin, que ya se había hecho cargo del pilotaje global de la enorme Gilgamesh puso en órbita al crucero, preparandose para alcanzar el punto de entrada.

Elbrian tampoco había perdido el tiempo estos dos días. Por desgracia para él la maravillosa tecnología de Tormenta Azul no incluía ningún simulador de vuelo lo suficientemente fiable como para reproducir fielmente el entorno donde iba a aterrizar. Pero al menos había tenido oportunidad de manejar los mandos de la elegante lanzadera Stiletto que pilotaría hasta la superficie del planeta. Al igual que Justin en el momento de encontrarse con la Gilgamesh observó con satisfacción que el vehículo estaba excelentemente cuidado y equipado con todo lujo de controles. Si nada se torcía podrían aterrizar en la zona indicada sin mucho problema. Le habían dado las coordenadas y era una sima lo suficientemente amplia como para que no hubiese ningún problema adicional. Ahora, mientras los demás subían a la nave, contemplaba desde el frontal el espacio que lo rodeaba.

No había comité de despedida ni celebraciones superfluas. Hasta el Ukar podría llegar a considerar sobria aquella partida: una misión, un objetivo y una puesta en marcha sin más dilación. En el interior de la Gilgamesh todos estaban pendientes de la salida de la nave de incursión, pero nadie perdía de vista su trabajo.

El grupo contaba con un plano bastante concreto de la zona que deberían atravesar antes de llegar a la estructura a explorar. Las sondas habían enviado información suficiente como para poder concretar los puntos más accesibles de una bajada siguiendo un riachuelo a través de la jungla. Aunque el camino era abrupto y complejo no se esperaba tampoco que aquí hubiera mayores problemas.

Mientras el último de los tripulantes entraba en la nave se escuchó la voz del Miraze Li-Halan. En realidad todos, en toda la Gilgamesh, podían escuchar la conversación por el canal abierto, aunque en esta primera parte de la misión solo el equipo de coordinación principal se encontraba en la sala de control situada en la cabina de control de la propia Gilhamesh.

- Todo está dispuesto señores. En cuanto se hayan acomodado en sus posiciones y el capitán Coubrier de la orden de desenganche comenzarán la incursión. Les separa tan solo 20 minutos de tiempo estandar de la superficie de Limbo. Espero que todo vaya bien. Recuerden que alguien debe hacerse cargo del equipo de comunicaciones para mantenernos informados de lo que sucede en la superficie del planeta.

El equipo de comunicaciones que Miraze mencionaba era una mochila de tamaño medio que recordaba a las películas bélicas de la era pre-espacial, que ahora solo se veían raramente en las Linternas Mágicas, cuando toda la humanidad permanecía aún en Terra. El comunicador, pese a su rudimentario aspecto, contaba con una capacidad y alcance suficiente como para mantenerles en comunicación con la nave, tal y como mencionaba el Li-Halan.

Calmidorian entró en la nave junto a Hysteria. Entre los dos hermanos se había bajado levemente el muro defensivo que el tiempo había creado. Sin embargo el Hermano de Batalla todavía no le había mostrado su brazo mecánico ni le había mencionado el por qué de su viaje inicial a Tormenta Azul. Habría tiempo para eso. Ahora debían centrarse en la misión que tenían por delante.

Seth entró detrás de los dos hermanos. Que curiosa pareja formaban: el hosco Hermano de Batalla, que había evitado siquiera dar muestras de que el Ukar existía, y la muchacha Ingeniera, tan alejada de todo lo religioso. Aquella nave que abandonaban ahora era un curioso muestrario de todo lo que se podía uno encontrar en la galaxia: desde los más acérrimos defensores de la Tecnología hasta los más iluminados seguidores del Pancreator. Uno y otro movimiento significaban para el Ukar poca cosa: solo demostraban el miedo que tenían los humanos frente al universo.

En su mochila llevaba una copia del mapa de la zona. Los demás también contaban con una. Al menos en eso habían sido lo suficiente previsores los organizadores. En lo demás, pese a la patina de misión especializada que le estaban dando, se veía demasiada improvisación. Durante su estancia en la nave el Ukar también pudo notar por los silencios que había algo más que esta misión que intranquilizaba a muchos tripulantes. Algo relacionado con la secta de Avestitas que se mencionó durante la cena del primer día. Pero nadie hablaba. De hecho eran esos silencios lo que habían demostrado al Ukar la importancia de ese tema ignorado por todos. Parecía, no obstante, que el resto de sus compañeros no le daban importancia a este tema, si es que siquiera lo conocían...

Vincent sintió el nerviosismo en sus piernas al avanzar por la pasarela que le subía a la Stiletto . La verdadera misión comenzaba en apenas unos minutos y pese a llevar unos días ya preparando las cosas todavía daba vueltas en su cabeza por si había dejado algo sin atar .

Buscó su sitio y se situó callado en él. Deseaba poder expresar la mezcolanza de sentimientos que revolvían su alma , pero el sentido común le incitaba a callar y a esperar .El joven no dirigía la expedición, solo era un técnico especialista mecánico , lo suyo eran los artefactos antiguos ;como muchos en la nave llamaban a las magnificas creaciones mecánicas creadas tiempo atrás ; y de eso se iba a encargar.

Una vez dentro de la nave busco con la mirada al Ukar , compañero de herramientas le gustaba llamarlo en sus pensamientos , lo localizo , callado , extraño y como siempre observando lo que ocurría a su alrededor .Cuando sus miradas se cruzaron Vincent inclino la cabeza a modo de saludo y continuó observando al resto para intentar descubrir ese sentimiento de nervios que se apoderaba de sus piernas .

- O yo mismo - rió Seth, sabedor de que aquella muestra de confianza nunca se produciría -. Prometo que seré un buen comunicador. Qué mejor que alguien neutral para poner en contacto ambas facciones tan...enfrentadas.

El ukar había comprobado varias veces su equipo, y volvió a ello después de hablar. La sonrisa había desaparecido instantáneamente mientras se aseguraba por enésima vez de que todo estuviera en orden. Resopló y silbó, tarareó y volvió a sonreír al terminar.

- Estoy listo, señores. Decidíos. Sea lo que sea, no va a esperarnos para dejarnos hurgar en sus tripas.

La mirada del ukar se dirigió hacia los religiosos. Sin duda tendría cosas que tratar con ellos allí abajo. Otro tipo de...terreno neutral entre facciones tan...enfrentadas.

El piloto suspiró al echar un último vistazo a la rampa que había utilizado para ascender hasta el interior de la Stiletto. Era un suspiro de alivio, pues aquellos dos últimos días se le habían hecho eternos, esperando el momento en que, por fin, pondría sus manos sobre los mandos de la nave que le había sido confiada.
Ahora había llegado el momento. Extendió la mano para pulsar el botón que cerraría la rampa, aislándoles de la nave de mayor tamaño.

Ahí comenzaba su tarea, al menos la primera parte de ella, pues cuando se encontraran sanos y salvos en la superficie de Limbo quedaría la parte más complicada.....poder regresar.

- Tomen posición en sus asientos, por favor - indicó tras sentarse en el sillón que le estaba destinado - He repasado mil veces el descenso, pero no sabemos lo que podemos encontrar ahí abajo, por lo que es mejor que todo el mundo esté preparado.

Sabía que sus palabras no relataban nada nuevo, pero lo expresó de todas formas, ya que era su deber como capitán.
Sus manos recorrieron el panel de mandos realizando las comprobaciones necesarias - Motor principal. Preparado. Energía auxilar al completo. Sistemas vitales...todo en verde. Condensador de flufo. Activo. - Todo parecía estar en orden, por lo que no esperó más antes de dar la siguiente orden - Justin, libera los amarres de sujección....nos vamos.

Sintió el hormigueo que siempre le recorría cuando debía pilotar, pero esta vez era mucho más potente de lo que recordaba. Sin duda se veía acrecentado por la dificil misión a la que se enfrentaban.

La elegante nave se desprendió con suavidad de su amarre. En el interior el equipo incursor iba sentado en sus posiciones. Elbriano maniobró con una soltura innata mientras en la sala de mandos de la Gilgamesh Justin revisaba todos los sensores. La posición era correcta y el ángulo de entrada para la atmósfera del planeta el adecuado. La nave se dirigía hacia su destino...

Los ojos de los que quedaban en la sala de operaciones no perdieron detalle de como la pequeña nave se introducía entre la capa de nubes más extrena de Limbo. La comunicación parecía seguir funcionando sin problemas. 

El descenso se convirtió en una tensa espera.

En la nave de incursión los tripulantes pudieron ver la enorme masa de agua que era Limbo y el continente selvático hacia el cual se dirigían. Elbrian maniobraba sin problemas: el clima era ideal, la visión clara. Arriba, en la Gilgamesh, todos escuchaban la monótona información de los estados de los monitores que daba el piloto carroñero.

Tal y como había informado Miraze veinte minutos después la nave aterrizaba en la meseta que servía de punto de partida para la expedición. Un suspiro de alvio general recorrió la Gilgamesh mientras abajo el grupo informaba de que empezaban a recoger el equipo de tierra y descender de la nave. Y sin embargo la misión no había hecho más que empezar...

- Bueno. Ya están en la superficie del planeta. Deben estar ahora mismo recogiendo el equipo y disponiendo el comunicador. Hasta que lleguen a la posición de...

Una señal de alarma vibró en uno de los paneles. Justin se aproximó a ella: había una luz de emergencia encendida. Posible foco de incendio en la bodega de carga nº 2. Antes de que nadie pidiese nada el joven piloto encendió la cámara de esa zona. Todo parecía normal: se tenía una visibilidad casi completa de la bodega y no aparecía ninguna llama ni humo. Sin embargo la señal de alarma no dejaba de insistir en que había un riesgo inherente de incendio...

-¿Puede tratarse de una falsa alarma? -preguntó el Decados.

La despedida había sido rápida e intensa, algo natural teniendo en cuenta que nadie quería despedirse en absoluto. Descender al planeta, hacer lo que tenía que hacerse y volver rapidito. Esa era la idea y Elgast había tenido la esperanza de que los incidentes se mantuvieran al mínimo.

Empezaban bien. No hacía ni media hora que la lanzadera había entrado en la atmósfera y ya tenían problemas. Se acercó al terminal donde se veía la imagen de la cámara, como si la proximidad pudiera darle más detalles.

No veía nada.

-Deberíamos comprobarlo, mejor no correr ningún riesgo -repuso antes de que nadie pudiera responder.

-¿Qué demonios...?. Yo estando donde estamos, no creo en las coincidencias Elgast. No me lo puedo permitir. Será mejor echar un vistazo a ver si podemos captar algo más clarificador de lo que muestran los sensores. ¿Disponemos de trages ignífugos?.

Dicho esto, Justin puso el piloto automático y bloqueó los controles de la nave cercionándose de que nadie, salvo él, pudiese volver a activarlos. A continuación y actuando con rapidez, fué a buscar equipo de emergencia: extintores, herramientas y si lo hay, un traje ignífugo.

Justin comprobó el material. Había solo dos trajes de reparación exterior. Estaban en su armario sellado y valían tanto para salir al espacio y realizar reparaciones de emergencias como para protegerse de elementos dañinos tales como el propio fuego.

De sus varios repasos a la nave Justin sabía que todas las salas contaban con extintores, así como con un sistema global anti-incendios. Esto último le llamó la atencíon: el sistema estaba desactivado. Cuando pulsó el botón comprobó que no estaba inicializado. Y sin embargo habría jurado que la noche anterior, como siempre, lo había testeado y todo estaba cargado...

El amalteano observó la acción del piloto con gesto ceñudo y pese a que comprendió la razón de su actuar ésta le pareció, cuando menos, contraproducente.

-Señor -le dijo y se puso de pie recargándose levemente en su bastón-, me parece que no es propicio que sea usted quien vaya -la voz de Valkian era calma-. Si por acudir a la bodega usted resultase mortalmente herido yo no podría asegurar la aplicación exitosa de mis habilidades y quienes le sobrevivan quedarían imposibilitados de controlar la nave puesto que, hasta dónde se, sólo usted sabe manejar esos controles.

-Tiene razón, señor Kadish. No estoy acostumbrado a tener responsabilidades en mi nave-contestó Justin sin disimular su evidente frustración-.

Se tomó unos segundos para pensar, mientras manipulaba una serie de controles en un panel. Y antes de decir nada, esperó a que algo sucediese.

-Hijodeputa...

-Yo iré, ¿quién me acompaña?

Elgast miró a Ramveer esperando el mismo ofrecimiento que él había hecho, como correspondía a aquellos que de su estatus social. Además de eso, estaba convencido de que se trataba de una falsa alarma y era una ocasión perfecta para lucirse ante la tropa.

-¿Y bien? ¿Voy a tener que ir solo? -se quitó la capa y la dejó encima de la silla, perfectamente doblada.

-Deme tan solo un momento, señor Beck. Estoy intentando reestablecer el sistema antiincendios. No creo que me lleve demasiado.