Partida Rol por web

Por la mañana llegó a nido de tormentas un extraño mensaje Desde villatopo.

" El antiguo Heredero de Nido de tormentas Ulbric Alkanter no ha regresado de una expedición mas alla del muro"

Gretel

La familia tenia un confidente en Villatopo, una puta bastarda del norte que pasaba sus dias con guardias de la noche entre sus piernas, les sacaba información y la mandaba a varios castillos, uno de ellos Nido de tormentas.

La noticia podria no haber sido de mucho interes si no fuera por la primera parte del mensaje. Mandar alguien mas alla del muro podria ser una misión sucida tan solo para confirmar que aquel guardia de la noche estaba muerto, y lo mas probable es que si no lo estaba volviese al castillo negro. Ulbric era una persona honorable, como lo fue su padre, no escaparia de su "deber".

Mientras, mas noticias rodeaban Nido de tormentas. El bastardo de Lady Shiera habia mandado otro cuervo anunciando que en unos dias llegaria a la fortaleza con un grupo de acompañantes. Van, quien habia sido desterrado por Lord Dake a la edad de 7 años volvia ahora con su madre.

Byron habia leido el primer cuervo mientras desayunaba en la mesa alta, en su lugar correspondiente a la izquierda del señor. Solo que esta vez, el Trono de la Tormenta de su sobrino estaba vacio: A su niño señor le gustaba dormir hasta tarde, lo cual era normal.

Recordaba a Ulbric Alkanter. Buen chico, leal. Un chico honorable. Si se esforzaba, podia volver a ver su cara de horror e impotencia cuando Dake decapito a su padre frente a el. El recuerdo le carcomia el corazon: No habia sido un acto honorable, y era una de las pocas cosas que le recriminaba a su hermano y a su memoria. El enorme caballero esperaba sinceramente que el muchacho estuviera bien y volviera a la seguridad de Castillo Negro.

El segundo cuervo no habia hecho falta que lo leyera: Desde la muerte de su hermano habian incrementado los rumores sobre las indiscretudes de su cuñada, aunque rapidamente eran acallados si el estaba cerca. Uno muy insistente era que el bastardo de la misma iba a ir a vivir al castillo, pero no creia que la ex-señora fuera tan idiota como para consentirlo: Dorne tenia sus tradiciones, si, pero en la Tierra de las Tormentas aun eran propias las usanzas andalas. Deshonrar a su propio hijo trayendo a tal indiscrecion a su fortaleza socavaria la ya enclenque autoridad del niño señor. Y, para terminar de arruinar el dia, la noticia de que el bastardo llegaria recorrio el castillo.

Casi hasta deseaba volver a Desembarco del Rey... Pero tenia un deber, con sus sobrinos y el legado de su hermano. Iba a tener que hablar con estos: Farryn, siempre tan voluntariosa, parecia mentira que ya fuera practicamente una mujer. La niñita-escudero se habia transformado en una hermosa doncella florecida, la mas brillante de las joyas de las Tierras de la Tormenta. Y Arthur, tan joven y tan prometedor: llevaba el nombre del mejor caballero de aquella era, ser Arthur Dayne la Espada del Amanecer. Era un niño, pero con la guia apropiada podia hacer prosperar la casa: Era su responsabilidad, como hermano de su padre, educarlo en el camino del verdadero caballero. Y no iba tan mal: Arthur generalmente lo llamaba antes de dormir para escuchar historias, y Byron se habia esforzado en que todas fueran sobre heroes venciendo la adversidad.

El viento matinal le dio de lleno en la cara cuando del gran salon. Olia a sal y electricidad, como debia oler una tormenta. Le gustaba aquel clima, era el clima del hogar.
Sus pies lo llevaron sin que el lo pensara al patio de entrenamientos. Ya estaba entrada la mañana, y suponia las guarniciones o algunos miembros de la corte estarian entrenandose... No sabia decirle nadie porque, pero se olfateaba algo que llegaba desde Desembarco del Rey. Una vaga amenaza que nadie comprendia. Y los hombres solo pueden tranquilizar ese sentimiento empuñando las armas, dandose la ilusion de que, sea lo que sea lo que enfrentarse, podrian darle pelea.

Larkyn se levantó temprano para comenzar lo que él llamaba su "rutina". Se pasó por las cocinas y mendigó un medrugo de pan y una manzana a la cocinera, que como siempre protestó pero cedió a la petición tras un par de ruegos y una amplia sonrisa del muchacho. No le gustaba comenzar con el estómago vacío y todavía faltaban varias horas para la hora "oficial" del desayuno, que sería cuando Arthur, Lady Farryn y Lady Shiera estuvieran levantados y aparecieran en el salón. Se dirigió directamente a los establos, primera parada del día: cuidar a los caballos, especialmente los que pertenecían a la familia del castillo, los conocía a todos y le gustaba atenderlos desde que había entrado al servicio de su antiguo Señor como escudero.
Cuando terminó en las caballerizas subió a la parte de la muralla que daba al mar, le gustaba mirar como las olas rompían contra la base del castillo, los días de tormenta las olas más grandes podían salpicarte un poco si te asomabas lo suficiente, aunque ese día el mar se encontraba moderadamente calmado, al menos de momento, el viento amenazaba tormenta. Se quedó un rato allí y dejó que el viento aireara sus ropas, así no olería tanto a caballo cuando regresara dentro. Un cuervo llegó volando mientras Larkyn lo seguía con la mirada y se preguntaba de donde vendría, podía ser de cualquier sitio.

Supongo que me enteraré más tarde si es algo importante.

La mayoría de mensajes eran noticias de otros lugares, una forma de estar enterados de lo que pasaba lejos de allí, aunque algunos eran asuntos privados solo para los señores del castillo, ese tipo de mensajes era más difícil que salieran a la luz. De todas maneras Larkyn ya tenía suficiente con saber todo lo que el Maestre Lebron le preguntaba, no necesitaba nada más en su cabeza por el momento.
Dejó la muralla y volvió de nuevo al interior del castillo, debía asearse rápidamente y eliminar todo el mal olor que pudiera para estar listo cuando los señores se levantaran. Podían requerirle para cualquier cosa y no quería faltar a sus deberes. Tras el desayuno repartiría el tiempo entre las lecciones del Maestre y las clases de lucha con Owen. Cuando pudo escabullirse de sus tareas salió corriendo al patio de armas, era su sitio favorito del castillo. Sonrió al ver a Ser Byron allí, quizás con suerte se quedara a entrenar un rato, eso supondría un espectáculo fascinante pues no había mejor luchador que él en todo el castillo, ni en muchos castillos de los alrededores probablemente.

-Buenos días Ser Byron. Dijo cordial y haciendo una pequeña inclinación de respeto. ¿Va a entrenar a los soldados hoy? Sería estupendo volver a verlo pelear. Dijo ilusionado.

Todavía recordaba cuando aburrido del poco reto que le suponían había sido capaz de vencer a varios a la vez, desde luego no podían tener mejor Capitán de la guardia que aquel. Claro que ya no había ningún valiente en el castillo que se ofreciera voluntario para entrenar con él.

Una voz conocida saco a Byron de sus cavilaciones. Era el pupilo de su hermano, o lo habia sido hasta que una fiebre se lo llevo. Ahora, legalmente, era pupilo de Arthur, lo cual le parecio un buen chiste. Lo cierto era que a esta altura Larkyn era tratado mas como un miembro de la familia, como un primo mas.

-Buen dia, chico! saludo como siempre lo hacia cuando estaban en confianza: Chico esto, chico lo otro. El caballero sabia guardar las apariencias tan bien como cualquiera, pero cuando estaban solos no tenia sentido el disfrazar con cortesia el cariño que le habia tomado Que haces arriba tan temprano?

Escucho con una sonrisa el interes del muchacho en verlo pelear y rio con una carcajada ruidosa:
-Mis deberes son el de capitanear la guardia, de entrenar a la soldadesca por suerte se encarga ser Orwen. La ultima vez que uno de los caballeros de Arthur me planto cara en el entrenamiento le rompi el brazo sin querer, y tuviste que haberlo escuchado gritar. Parecia que estaba dando a luz al Desconocido. Volvio a reir y nego, divertido menuda guardia tenemos, eh?

Si bien era cierto que parte de la soldadesca de Nido de Tormentas estaba entrenándose en el patio, Ser Owen Blackwater había decidido que ya era hora de pasar revista a la calidad del armamento almacenado en la armería. Las recientes lluvias podían haber causado destrozas en los elementos metálicos de armas y armaduras.

Habían llegado noticias del norte pero ciertamente Owen no pensaba que tuviera lugar en ellas.

- Dos hachas en buen estado, un escudo con los cantos algo oxidados, debemos reparar la sujeción de este morrión - pensó Owen mientras balanceaba un pequeño yelmo que desprendía un agudo chirriar metálico.

Había días en que los cuervos eran fáciles de cuidar, bastaba con alimentarlos y repasar los ejercicios rutinarios para entrenarlos. Eran sucios, cierto, pero era su único defecto, por lo demás eran unos animales sumamente inteligentes y si se los adiestraba correctamente podían ser muy útiles. Esa mañana sin embargo no había sido un día habitual, habían llegado dos mensajes, uno del norte y otro del sur. Los leyó y se los entregó a Lady Shiera y a Ser Byron, como lo hacía desde la muerte de Lord Dake.

En la ciudadela había aprendido que las noticias eran buenas o malas de acuerdo al punto de vista, y que en realidad la verdadera esencia de ellas era simplemente ser noticias, sin adjetivo alguno, aunque el saber popular diera por cierta la frase "alas negras, palabras negras". La primer noticia le llamó la atención, Ulbric Alkanter era el último heredero de la casa que anteriormente ocupaba el castillo, claro que al haber ido al muro había perdido ese derecho, pero si el chico había muerto, ya no tenía ninguna chance. Si mal no recordaba no había mas herederos en la familia Alkanter que pudiesen codiciar Nido de Tormentas, iba a repasar los escritos de la casa para asegurarse que así fuese.

La segunda noticia era diferente, inocente pero peligrosa. Sin duda Lady Shiera disfrutará de la compañía de su hijo mayor, él mismo se ocuparía que recibiese la educación apropiada, pero no podía  mentirse, la llegada del chico traería complicaciones, especialmente en los Morrigen. Había leído bastante sobre Dorne pero nunca había estado allí, y solo conocía a Lady Shiera de ese linaje, por lo que no sabía se había aún mas problemas que desconocía. Supo dentro de sí que si dejaba el curso de los hechos suelto, los resultados podían ser muy negativos, así que se propuso hablar con la madre del heredero cuanto antes.    

Al revisar los escritos y textos que habia sobre los Alkanter, el maestre era joven aun. Y poco podia saber de una familia menor de las tierras de la tormenta, que su unica caracteristica era el comercio. Y quiza que fue de las pocas, por no decir la unica realista de las tierras de la tormenta en la guerra del usurpador. Tras Gerard Alkanter iba su hijo Ulbric, que a su vez tubó una hija, Lirin. Y su otro hijo, cinco años menor que Ulbric, Telion.

De la hija de Ulbric, Lirin, se sabia que el propio rey la habia mandado casarse con un señor de las tierras de los rios, siendo tan solo una niña de dos años. Y ademas, despojandola de derechos para heredar. A Telion sin embargo poco se sabe. Se dictaminó que fuese despojado de titulos y derechos y fuese mandado al norte con su hermano, al muro. Pero Telion nunca apareció. Algunos dicen que vive en Dorne con su familia politica. Su mujer era de allí, de la familia vaith. Otros dicen que escapo a las ciudades libres.

-Lo de siempre Señor. Atender a los caballos y prepararme para cuando se me necesite.

No se podía quejar, comparado con la mayoría de la gente su vida era bastante  apetecible, o al menos a él le gustaba tanto lo que hacía que no veía motivos para protestar. En Nido de Tormentas podría formarse como un buen caballero y los Morrigen gozaban del favor del rey Robert, así que era una casa con muchas posibilidades de destacar, como ya habían demostrado.

-Todavía lo recuerdo Ser y seguro que él más aún. Larkyn se rió junto a Ser Byron. No creo que Arthur tenga hombres mal preparados. Ser Owen es un gran instructor, pero no creo que se pueda preparar a alguien que sea capaz de vencerle en un combate Ser Byron. Miró a su alrededor, era raro que Ser Owen no anduviera ya por allí, seguramente aparecería de un momento a otro. Creo que Arthur puede estar tranquilo en ese sentido, son buenos hombres.

Allí en el castillo se conocían todos, llevaban viviendo juntos lo suficiente para formar una especie de familia. Larkyn sabía que Ser Byron bromeaba, aunque era probable que deseara que su sobrino estuviera rodeado de hombres tan diestros como él mismo, pero eso era casi imposible.

Poco tiempo pasò antes de que recibiera noticias desde Dorne, sabìa que Van era todo un hombre pero ella lo añoraba como al pequeño niño de siete años que le habìan arrebatado de las manos. Jamàs pudo perdonarle eso al monstruo que la habìa puesto en aquella jaula sòlo para parir a sus hijos pero de todas maneras, el punto en ese momento era que finalmente su hijo volverìa a su lado de donde nunca debiò irse. Apretò con fuerza el pergamino contra su pecho pero antes que otra cosa sucediera, saliò hasta el pasillo ataviada aùn con ropa de dormir y ordenò que dieran aviso al Maestre Lebron de que ella le esperaba. Con la noticia de Van, no tenìa màs remedio que actuar pronto y no habìa tiempo que perder.

-Esto no va a ser fàcil pero nada ha sido fàcil desde que me casè.

La otra noticia la leyò de pasada, habìa cosas que aùn no entendìa, que no le gustaban y no aceptarìa nunca pero de momento no habìa mucho que pudiera hacer. Mientras una doncella la ayudaba a vestirse pues luego de hablar con el maestre tendrìan que bajar a desayunar con los demàs y darles la noticia de la llegada de Van. Shiera se irò al espejo mientras la joven doncella le hacìa una trenza a la usanza de su pueblo y se sintiò contenta pero triste al mismo tiempo: Van era hijo del amor y lo amaba con locura, Farryn y Arthur no eran hijos del amor pero eran suyos y los amaba por eso tambièn.

-Mi lady, ¿desea que vayamos sirviendo el desayuno?-preguntò la doncella.
-No, cuando termine de hablar con el maestre os avisarè. Aùn es temprano... Dejadme sola-ordenò.

Se parò frente a la ventana, conocìa bien el clima de aquel lugar y aquel olor, aquel viento, sòlo podìa significar que una tormenta estaba por venir. Desde allì vio a su cuñado con el rubio aprendiz y se dijo que quizàs lo màs difìcil serìa tratar con el hermano de su difunto esposo aquel tema del bastardo. ¿Còmo lo tomarìan Arthur y Farryn? ¿Querrìan a su hermano? ¿Los querrìa èl? Estaba nerviosa pero aùn asì no se notaba en su semblante, habìa aprendido muy bien a ocultar sus penas, sus emociones en todo sentido. Aùn miraba hacia afuera cuando llamaron a la puerta y ella dio la orden de entrar.

Subió las escaleras en silencio, repasando los hechos y sus posibles consecuencias. En realidad un hecho era el que seguramente habría inspirado a la señora a convocarlo, pero aún no lograba visualizar una salida sin problemas, definitivamente no había sido una sabia decisión, sea quien sea que la tomara. 

- Buenos días mi Lady, agradezco que quiera compartir unas palabras conmigo, pero antes quiero felicitarla, la noticia de la llegada de su hijo sin duda ha de llenarle el corazón, usted se merece estar rodeada de la gente que ama después de tanto sufrimiento por la agonía de Lord Duke -

Nunca estaba de más hacer sentir bien a las personas, posiblemente lo único bueno de la llegara del joven fuese lo que acababa de decir, y porqué no expresarlo? Todo lo demás era un problema, lo sabía y ella también, por eso estaban hablando, pero él servía a esa casa con toda devoción, así que encontrarían el mejor modo de sobrellevar la situación.

Se quedó en silencio esperando las palabras de Lady Shiera, aún no estaba vestida como de costumbre, eso no podía ser mas que un signo de la urgencia que tenía, y su lugar era calmarla y asesorarla sabiamente. Pensaba para sí las respuestas a las preguntas que la dama aún no le había hecho.

Lady Shiera se dio media vuelta y observò al maestre, era tan joven pero siempre tenìa ese gesto de que todo estarìa bien, aunque todo el mundo supiera que no serìa asì. Quizàs por eso se sentìa màs segura habièndolo llamado a èl. Le hizo una seña y lo invitò a sentarse mientras lo escuchaba, habìa hecho traer un poco de leche tibia de cabra para ambos y habìa una bandeja con una jarrita y vasos para ambos. Las palabras de Lebron la hicieron sentir reconfortada por unos instantes, muy breves realmente porque de inmediato lo mirò a los ojos con un dejo de angustia que sòlo gente muy cercana a ella podrìa reconocer.

-Maestre, os agradezco cada palabra pero ambos sabemos que esta tormenta serà aùn peor que la que se avecina.

Tenìa que poner sus ideas en claro.

-Supongo que estàis consiente de que mi cuñado tomarà esto como una afrenta y no sè si mi hija mayor tambièn... Arthur aùn no sabe que Van es un bastardo. Pero no pienso renunciar a estar con mi hijo mayor, Arthur serà el señor de estas tierras pero de momento lo soy yo...

La mujer hizo un alto sin apartar los ojos de los de Lebron, sabìa que podìa confiar en èl.

-Sabèis de sobra que este sitio no es el mìo pero me han obligado a tomarlo, sè que no serà fàcil pero os pido vuestra ayuda y consejo pero antes debo deciros que sòlo lo hagàis si estàis convencido de ello... No os sintàis comprometido por estar frente a mì, tomad la decisiòn que os dicte vuestro corazòn.

Y en eso era sincera, no obligarìa nunca a nadie a hacer nada como lo habìan hecho con ella.

No lo suficientemente temprano para ser de madrugada pero si una hora prudente de la mañana, Farryn se desperezó en su cama. Miró hacia la ventana, y vio que como siempre, el clima apuntaba a tormentas y ventiscas, moviendo las hojas con las suaves corrientes de aire que anunciaban lo que vendría luego. Tal cual le gustaba. 

Como hoy prometía ser un buen día, se levantó de un salto de la cama, para luego mirarse al espejo de cuerpo completo. Le gustaba verse por las mañanas, sin maquillaje y de pelo salvaje y desordenado, con una camisa simple y normal. Ningún rastro de señorita delicada, solo ella y su figura natural. 

Algún día, con algo de suerte, la gente verá la belleza en lo natural.

Se giró hacia su tocador y se sentó frente a él. Lentamente, y viendo a la mujer del reflejo cambiar, peinó su cabello haciendo dos pequeñas trenzas al costado y atándoselas atrás. Luego, el maquillaje. Sus rosados labios pasaron a un rojo intenso y sus ojos azules fueron enmarcados por maquillaje negro. 

Con mucho cuidado, se deshizo de la camisa y se puso su vestido. Nunca le había gustado que la vistieran o arreglaran, así que mientras pudiese dispensar de aquello lo haría. Por supuesto, habían ocasiones en que necesitaba ayuda de varias personas para meterse en un vestido y verse como era esperado pero días como hoy, en cambio, prefería vestidos simples. El elegido en esta oportunidad era de color lila, con detalles de flores bordados a lo largo de las mangas. Adoraba ese contraste entre el verde de las ramitas y el lila del género, lo que lo hacía uno de sus vestidos favoritos y uno de los que más usaba. 

Se levantó, y alegremente dejó sus pasos guiarla hasta el comedor dónde servían el desayuno. Seguro su tío ya habría comido, pero su madre y su hermano no deberían tardar en asistir. Se sentó cómodamente y espero a que alguno, o ambos, llegaran.

Tomó un sorbo de leche de cabra, una buena comida siempre lo reconfortaba, más a esas horas. Se tomó unos segundos para responder, sabía que no podía minimizar lo que pasaba pero poner nerviosa a la dama no iba a contribuir en nada.

- Una tormenta mas... creo que en esta casa ya estamos acostumbrados- dijo intentando calmar la tensión con un poco de humor, por breve que fuese - le agradezco que confíe en mi, créame que lo valoro. No se si me corresponde aconsejarla, es un tema delicado y familiar, pero no solo puede contar conmigo en esto, también si me permite, le daré mi opinión-

- Lo que usted va a hacer es algo sano para su hijo y para usted, y también para Arthur y Farryn, que al fin conocerán a su hermano. Pero es sabio tratar esto con delicadeza, para evitar consecuencias no deseadas. Asumo que el afecto que uno puede tener por un hijo que no puede ver durante años ha de ser inmenso, pero me temo que no podrá expresárselo más que a él, sus hijos para todos los Morrigen son Arthur y Farryn, esa imagen no puede ser descuidada, por los niños y por el resto de la familia. Los Morrigen de Nido de Cuervos también verán de cerca su accionar- se lleva un bocado de pan tibio para darse la pausa que necesitaba.

-De todos modos, si Van esta entre nosotros, mientras sepa ocupar su lugar, no veo problema alguno. Arthur y Farryn no deben sentir que compiten con él, eso es algo de lo que deberá encargarse usted, mi señora,y yo no puedo ayudarla al respecto. Pero si puedo ayudarla con Sir Byron, quizás pueda hablar con él antes del almuerzo y contribuir a que las cosas no se mal interpreten, lo haré lo mejor que pueda- 

- Me gustaría hacerle una pregunta, si no le incomoda, que sabe de su hijo? me refiero a su profesión, su temperamento, sus ambiciones. Poco conozco las costumbres de Dorne, y me gustaría tenerlas presente, aunque va a ser importante que el chico se adapte a los modos de Nido de Tormentas...-

Ella se mantuvo impávida por unos instantes, asimilando todo lo que Lebrón le estaba diciendo. No tocó ni la leche, ni el pan, es más creía que posiblemente no podría volver a comer hasta que la tormenta Van pasara. Respiró profundo sin quitar el gesto adusto de su rostro y se dispuso a responderle.

-Entiendo lo que me decís... Van no vendrá aquí a ocupar ninguno de los lugares de sus hermanos. Sólo deseamos estar juntos pero se que eso pocas personas lo creerán. OS agradecería mucho que pudieseis hablar con mi cuñado y cuanto antes mejor.

A veces sentía que había tenido que guardar por tanto tiempo su orgullo dorniense que se había convertido en una patética imagen de las mujeres de aquel lugar y aquella mañana no lo estaba haciendo diferente. Deseaba poder ensalzar se en sus costumbres y apellido, reconocerse a sí misma como una Martell aunque fuese muy lejos en el apellido. Siempre que se recordaba ese tema algo se le desgarraba por dentro. Miró a Lebrón de nuevo, era joven, apuesto y sin embargo, estaba allí sirviendo a su esposo porque era eso. La dama estiró un mano y la puso sobre el dorso de la del maestro con suavidad, era cálida y desprendía un suave aroma.

-Si Van hubiera nacido en Dorne él sería el heredero pero estoy segura que mi hijo no desea eso. Es un caballero recién ordenado, de carácter impetuoso, es alguien que lee y se divierte, al menos eso sé yo. Realmente tampoco lo conoció tanto.

Retiró la.mano consternada porque aquello también era verdad y sonrió amargamente.

Lebrón sabía que estaba en medio de algo en lo que no quería estar, lo que se proponía hacer no era fácil y si fallaba las consecuencias podían ser graves. Muchas de esas cosas se hubiesen ahorrado de la dama hubiese sido mas previsora, pero era una madre, y que madre no haría cualquier cosa por su hijo, después de todo. Más una con tanto poder.

- Así que es un caballero... eso es algo saludable, aunque... será importante que jure lealtad al Rey, no es que sea necesario negar su origen, no, en lo mas mínimo, él seguirá siendo quien es hoy, pero su fidelidad a nuestra alteza logrará aceitar todos los engranajes alrededor de la casa Morrigen. Cree que podrá convencerlo de eso?-

Había terminado con el desayuno, comer lo ayudaba a pensar, además que no se le cruzaba por la cabeza despreciar el gesto de la señora de la casa. Se puso de pie y se acercó hacia la ventana desde dónde aún se veía a Sir Byron practicar con sus armas - Todo saldrá bien, que la madre guíe vuestros pasos para que pueda realizarse en la mayor felicidad, mi Lady. Si me permite yo bajaré a hablar con su cuñado - 

Shiera ni estaba ni mucho menos tranquila pero era bueno saber que podía contar con el maestre.

-Si, puedo convencerlo.

Fue todo lo que dijo acerca de aquella pregunta y es que realmente tampoco conocía el temperamento de Van.

-Id y hablad con mi cuñado. Espero vuestras noticias.

Eso era todo por el momento.

Mientras bajaba las escaleras se preguntaba si realmente estaba en lo cierto sobre su apreciación sobre los caballeros... como tomarían los Martell que rindiera juramento al Rey Robert? y como lo tomarían los Morrigen sin no lo hiciera? sin duda era algo que debía suceder, pero la duda lo acompaño durante todo el descenso.

-Pues ahi diste en el clavo, chico rio Byron Arthur tiene buenos hombres si. Pero solo un tio como yo.

Habia pocas cosas que le gustaran mas a Byron que medirse contra oponentes de prestigio. Recordo como habia acudido en nombre de su hermano Dake a la Batalla del Tridente, aun teniendo 16 años. Siempre en la vanguardia, cerca del rey Robert, habia tenido el honor de cruzar armas con ser Lewyn Martell, miembro de la Guardia Real de Aerys. A pesar de su corta edad no se habia deshonrado, y hasta habia llegado a poner al dorniense en apuros gracias a su destreza y fuerza bruta, hiriendolo de gravedad. Sin embargo, la pelea habia sido interrumpida: El principe Rhaegar habia quedado expuesto en la vanguardia, y Robert se percato de esto. Con un ensordecedor rugido mas propio de un gigante de los cuentos que de un hombre, pico espuelas y cargo contra el Targaryen, alzando su enorme martillo de guerra. Rhaegar pudo haber sido muchas cosas, pero nunca un cobarde, y salio a su encuentro. No habia transcurrido mas de unos diez segundos durante esto, pero eso significaba el mundo en una batalla. Lewys cambio de combatiente, y Byron quedo enfrentado a 4 dornienses, a los que corto con facilidad. Mas tarde ese dia se entero que el caballero blanco dorniense habia muerto a manos de Lyn Cobray, un segundo hijo del Valle.

El florecente alboroto de las cocinas que se daba todas las mañanas lo trajo de vuelta al presente. Casi podia oler la panceta y el pan moreno saliendo del horno.

-Escucha chico, yo solo comi un plato de gachas medio aguadas esta mañana, pero al parecer los cocineros estan avispando: Seguramente la señora se ha despertado, o alguno de mis sobrinos. Por que no llenamos la barriga y practicamos un poco, si tantas ganas tienes de verme pelear? Siempre crei que tienes madera de caballero, asi que es hora de que vayas ganandote el titulo.

Venía descendiendo por los escalones desde lo alto de la fortaleza, no se había detenido y su cuerpo se lo hacía notar, la juventud no era rival para el sedentarismo al que se veía sometido a causa de los libros. Cuando al fin llegó al patio vio al hermano de Lord Dake y a su escudero, conversando en buenos términos.

Dio los pasos que hicieron falta para poder hablarles sin ponerse en medio de ellos, esas costumbres de cortesía que había aprendido y que le gustaba seguir, aún en la intimidad de la casa - Sir Byron, Larkyn, buenos días a ambos, que gusto verlos - Se detuvo uno segundos, a veces sentía que era de mas allá de las ciudades libres, porque la mayoría de los caballeros del poniente lo veían como a un completo extraño. A estos dos los conocía bien, aún así por momentos notaba en su mirada la misma extrañeza hacia él, como el carbón y la seda, simplemente no tienen nada en común - Perdón, no quiero interrumpirlos, me da gusto hablar con ustedes de otras cosas que no sean las clases de Heráldica, pero olvídense de que comparta con un vosotros una práctica con armas, no he nacido para eso - negaba con sus manos mientras sonreía levemente. Ambos hombres le caían bien, uno por la humildad pese a su grandeza, y el otro por su sana ambición pese a su pequeñez, expresaban virtudes complementarias que se notaban a simple vista.

- Pero si tienen otra cosa en mente puedo hablar con ustedes después, de hecho Larkyn hoy por la tarde tendremos esa clase de lectura que postergamos la semana anterior, y con usted Sir Byron, me encantaría cruzar unas palabras cuando esté disponible -

-Buen dia, maestre respondio Byron tras reirle el chiste. Siempre habia tenido un gran respeto por los maestres: Leales a sus juramentos y poseedores de una disciplina de la cual muchos podrian aprender, los caballeros de la mente le habian salvado la vida en mas de una ocasion al curarle las heridas en la Rebelion de Robert o en la de los Greyjoy. Ademas de todo, Lebron era aun joven, y aunque algo mas blando de lo que en su opinion deberia ser alguien de su edad, su frescura y sabiduria lo compensaba con creces.

-Estabamos por entrar a desayunar, ahora que las cocinas parecen empezaron a funcionar. Por que no nos acompaña? Sea de lo que sea quiera hablarme, seguro sera mejor con algo de panceta dentro de la tripa.