Partida Rol por web

Faceless dejó noqueado al pobre infeliz. El golpe había sido tan sumamente certero que de puro dolor había quedado inconsciente antes de llegar al suelo. Faceless no sabía si siquiera el chico sabría que le había golpeado, pero debido a sus precauciones, que al muchacho recordara el rostro de la muchacha que había fingido ser, no era algo que le preocupara especialmente. Mientras le registraba y le sacaba los galones, sintió algo de lástima por el chico. Quizás de joven que era nunca le habían tocado su cosita, y ahora que había pasado, seguro que no era como él hubiera imaginado. No tanta lástima como para no llevarse su bolsa, claro, pues con ese oro extra podría comprar algo a su familia. Quizás incluso un detalle para Rala, y un juguete sencillo o un libro con ilustraciones para Alenna.

Cuando salió del callejón con su aspecto de muchacha, en la calle principal un olor a bizcocho llamó su atención y vio a un panadero rechoncho con cara de bonachón en la puerta de su establecimiento. Una mujer, seguramente su esposa, amamantaba a un bebé en el cálido interior del local. Aquello le dio buena espina. Seguramente les iba bien el negocio al estar el puesto de guardia cercano, vendiendo a diario a los guardias y viajeros bocadillos y toda clase de bollería para el camino y las frias y largas guardias en la muralla. Con el dinero de su asalto Faceless pagó un bizcocho de limón y dió una amplia y bonita sonrisa de propina.

- Por cierto, buen hombre -dijo cuando iba a marcharse, como quien no quiere la cosa- Me siento un poco tonta por no asegurarme, pero creo que en ese callejón he visto a un guardia caído en el suelo... Igual se ha desmayado o le han robado, pero yo no me atrevo a comprobarlo... Es un callejón lúgubre para una chica sola... -añadió un pestañeo avergonzado- ¿Le importaría avisar a alguien para comprobarlo? Temo que pudiera haber habido un crimen... -el pícaro fingió un escalofrío de miedo- ...y yo quiero irme a casa antes que anochezca. Una no sabe que desalmados andan por la noche, ¿sabe...? -y sin decir más, Faceless se marchó por la calle a paso rápido, perdiéndose entre la multitud de la calle principal.

Si Faceless había calado al hombre, este seguramente se preocuparía porque un miembro de su clientela habitual estuviera a salvo. Acudiría en su ayuda o avisaría a otro guardia para que atendieran al inconsciente muchacho y el panadero sería ante sus clientes habituales un pequeño heroe por accidente (con los porteriores beneficios por fama y publicidad). Faceless no quería que una verdadera rata callejera aprovechara y asesinara al guardia, que relamente nada malo le había hecho a él. Quizás Faceless trabajara al margen de la ley, e incluso no le importara patearle las pelotas. Pero no era un cabrón desalmado como pare dejarle incosnciente e indefenso en un sucio callejón cuando la noche caía sobre la ciudad. Solo esperaba que con el tiempo, el guardia apreciara que aquella misteriosa muchacha no le rajara el cuello y avisara a alguien. De esa forma, la proxima vez que algo así le pasara, podría seguir confiando a pesar de estar prevenido contra inoportunos rodillazos en la entrepierna. Faceless siguió su camino sabiendo que había hecho un bien a la sociedad al darle mayor veteranía la muchacho. Ahora había un guardia más con preparación para defender a la población indefensa... En todo caso, el muchacho se pondría bien en cuanto le echaran un cubo de agua fresca en la cara y le pusieran hielo en sus partes. En una hora estaría como nuevo y en su puesto para afrontar el largo turno noctuno; quizás más dolorido en cuerpo y orgullo, pero también más sabio y experimentado...

Cuando hubo andado un trecho entre la multitud, entró en un discreto soportal y rápidamente cambió su aspecto al de un tipo grande, musculoso y rudo, con cicatrices y tatuajes, y pinta de tener muy malas pulgas y no ser capaz de tolerar tonterías de nadie. Con ese aspecto, se fue a su distrito, en dirección a la casa de Rala, mientras meditaba su siguiente paso. Ya tenía los galones del guardia negro... ¿Y ahora que...? Cuando llegara a casa los inspeccionaría con detenimiento para ver si tenían alguna pista para su siguiente paso. Ahora estaban en sus bolsillos y no saldrían de ahí a la vista de cualquiera. Quizás descubriera que esos galones era una insignia identificativa, como una placa, y podría internarse con el disfraz adecuado en las instalaciones de los Guardias Negros. Quizás debiera ser intrépido y acudir esa misma noche para ver si habían encarcelado algún miembro del gremio de la Mano Azul, en cuyo caso, quizás debiera excarcelarle para ganarse su confianza. Sea como fuere, aquello eran todo especulaciones, y mientras no pudiera revisar los galones en la seguridad de su casa, no podría confirmar nada.

Recuperando su aspecto de semielfo cuando llegó a casa, molido de un largo día de investigación, sacó el bizcocho, el chorizo y la sidra y se los entregó a Rala, quien le había recibido con un apasionado beso, dulce y fresco como el vino de primavera. También sacó una pastilla de jabón de rosas, más aromático y sueve que el típico y basto jabon de lagarto que los pobres se veían obligados a usar. Alenna le recibió con su tímida sonrisa y Faceless le dedicó una sonrisa cálida y una caricia, y luego le entregó un libro de cuentos con ilustraciones que le ayudaría a aprender a leer mejor. Lo había comprado de vuelta a casa con el resto del dinero del guardia y la mejor manera de invertirlo era en sanidad y educación. Seguro que el guardia se alegraría de saber que sus ganancias servían al pueblo del que salían los impuestos que pagaba su sueldo. La mejor respuesta que pudo esperar fue una sonrisa más amplia e ilusionada y un tímido abrazo y ver como la niña se ponía rápidamente a ojear el regalo con ojos ilusionados.

Si ellas dos cuidaban de él, él también cuidaba de ellas. Si, a pesar de apasionarle los retos y la emoción de su oficio, la buena vida a veces era cuestión de mera sencillez...

Un nuevo día amaneció.

El cansancio por la actividad del día anterior se desvaneció con un par de risas alrededor del fuego mientras cenaban. Luego, más tarde, un baño en pareja y algo de calor de mujer hicieron mucho más agradable el resto de la noche. Pero aquello no hizo que Faceless se durmiera en los laureles y quedara en la cama hasta tarde. Un pícaro que se preciara de tal nombre nunca dormía periodos largos y era consciente de que la luz de la mañana podía verter nuevas oportunidades para un intrépido oportunista como él. Así pues, al amanecer, con el rocío aun goteando en las plantas de las terrazas, Faceless dejó a Rala en el lecho, dormida, mientras se encaminaba hacia el monumento a los caídos.

Lo cierto es que sentía que estaba un poco atascado, pues si bien ya tenía los galones del guardia negro, ahora no sabía muy bien que hacer con ellos. Después de revisarlos con detenimiento, nada encontró en ellos que pudiera darle indicio de como actuar. Desde luego, siempre podía acudir a Avispón, una fuente de información muy valiosa, así como de risas y chanzas. Pero también sabía que Avispón no vivía del aíre y que a pesar de su amistad y camaradería, le exigiría algo de oro por su ayuda. Y de momento, aquel era un gasto que Faceless no podía afrontar. Además, Avispón nunca madrugaba tanto y acudir a la hora del gallo a despertarle supondría más una desventaja que una ayuda.

Así pues se encaminó al único punto de referencia que de momento tenía del famoso gremio de la Mano Azul: el obelisco a los caídos, donde había hayado la notita encriptada, prueba clara de que allí había tomate. Confiaba en quizás encontrar otro tipo de señal o quizás nuevas insturcciones. Si le estaban vigilando, era evidente que supondrían que Faceless acudiría al lugar.

Y si no, no perdía nada dándose un paseo hasta allí mientras que si estaba en lo cierto ganaría mucho.

Una vez allí, un poco antes de llegar al lugar, adoptó de nuevo el aspecto del viejo ciego pordiosero. No solo era un disfraz que le servía para buscar algo en el obelisco sin llamar la atención, si no que creaba un patrón para cualquier miembro de la Mano que estubiera vigilando. Quizás no pudieran traspasar el disfraz de Faceless, pero se acordarían que el día anterior un viejo sacó la nota de allí y se la llevó disimuladamente.

Faceless rebuscó con la esperanza de encontrar algo, pero tenía claro que si no era así, dejaría escondidos los galones robados en el mismo sitio donde encontró la nota y después se sentaría un rato a un lado de la plaza a fingir que mendigaba (con suerte se sacaría el desayuno). Si alguien del gremio estaba observando, contactaría con él.

no ves nada, dejas los galones ,pasa el tiempo vigilando y sigues sin ver nada XD (suspense , suspense)

Aburrido de la espera, finalmente Faceless decidió aceptar que aquella línea de trabajo no era muy fructífera. Así pues, se encaminó de nuevo hasta el monumento y fingiendo chocar y palpar aquel cuerpo extraño, recuperó los galones. Después se marchó de la plaza con paso tranquilo.

Dio un par de vueltas y revueltas por las cercanías de la plaza. Avanzó por una calle no muy concurrida y cuando estaba al final volvió sobre sus pasos, rascándose la cabeza y farfullando como si hubiera olvidado algo, solo para regresar otra vez en la dirección original. Hizo esto varias veces con disimulo, deteniéndose de golpe a oler un rosal, o a refrescarse en una fuente o a meterse por un callejón para orinar. Y todo esto para comprobar si alguien de la Mano Azul le seguía o controlaba sus pasos. Si así era, sería más fácil para él avanzar, claro, pues encontrarlos para mantener una charla era precisamente lo que estaba buscando. Sea como fuere, si aquel grupo era tan discreto como su fama decía, era normal no encontrarlos con facilidad. La intrepidez y el ingenio son las armas del buen ladrón, pero la precaución y la planificación son su escudo.

Si nadie contactaba con él, aun tenía alguna idea de como forzar un encuentro con la Mano Azul. Quizás un método que no fuera el apropiado, pero no le gustaba sentir que danzaba demasiado tiempo al son de otras personas...

Cuando decides dar un paseo para ver si te siguen despues de dejar el mensaje , te da una gran sorpresa el hecho de que los galones ya no estan en el lugar que los dejastes

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Escamado por descubrir que los galones ya no estaban en el sitio, la deducción siguiente era que bajo el monumento había algún tipo de acceso o red de túneles por el cual se había recogido el objeto. Eso, y bien la Mano Azul tenía acceso a una magia poderosa y aquel hueco tenía capacidades para teleportar de y hasta ahí según que objetos. Por si la primera opción era la adecuada, Faceless decidió probar a buscar.

Con su disfraz de viejo ciego y un tanto chalado, Faceless comprobó el monumento a ver si encontraba algún resorte que diera a un pasaje secreto. Tuvo mucho cuidado al buscar, pues si lograba encontrarlo, lo más prudente no sería pulsarlo hasta despues de que el Sol se pusiera y la gente ya no estubiera transitando por las calles. También tuvo sumo cuidado de no llamar la atención, pero claro, por pordiosero que pareciera, era algo atípico ver a un ciego en aquella tesitura. Así pues, si Zesk notaba que alguien se acercaba o pasaba cerca, unas veces fingía abrazar y meter mano al monumento como si fuera una moza, mientras emitía susurros y risitas, y otras veces, se ponía a discutir con el monumento aduciendo que nunca le había amado como él a ella, que había cambiado por ella y blablabla...

Así, mientras no montara escándalo ni molestara a los otros transeuntes, eso mantendría alejados a los fisgones con cosas más importante que perder el tiempo con un viejo pordiosero que no tenía nada de valor y que había perdido la chaveta...

La busqueda por la estatua de mecanismos da un resultado inesperado

en el anfora de delante de la estatua encuentras una nota que dice "frio"

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y en la parte lateral derecha en el relieve encuentras otra que dice "templado"

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Parece ser que los de la mano azul quieren jugar contigo o probarte, pero desde luego les gustan los juegos y retos intrincados , piensas que mas artimañas y acertijos te pueden preparar en el futuro esta enigmatica e intrincada organizacion

Una sonrisa bailó en los labios de Faceless.

Dos notas habían aparecido en ánforas del monumento, dando una críptica indicación de lo que venía a continuación. Sin duda a los miembros de la Mano Azul les gustaban los acertijos y eso era algo que Faceless no iba a echarles en cara. Precisamente eso hablaba de su interés por la discreción y de asegurarse de evitar que cualquier rasgabolsas accediera a ellos. Si solo aceptaban a primeras clases, esta criba de ingenio era más que necesaria.

De nuevo fingió como había hecho antes que los papeles no le interesaban lo más mínimo. Se sonó los mocos con ellos y rio estúpidamente mientras los quemaba arrojaba a las llamas del propio monumento, como si fuera un poco demente. Luego se alejó de la plaza y caracoleo por algunas calles transitadas hasta un callejón donde esperó sentado en una esquina por unos minutos para ver si le seguían. Cuando se sintió seguro, cambió su aspecto de nuevo, esta vez asumiendo la apariencia de un joven gnomo de aspecto de inventor, cuya vestimenta consistente en camisola, bombachos y un delantal de cuero mostraban manchones de suciedad. Unas orejas de soplillo, una barba semicana y una lente en su frente daba el toque final al disfraz.

Hecho esto se dirigió a un establecimiento cercano, en pleno distrito de los artesanos. El brillante repiqueteo del metal le puso al tanto de lo que buscaba. Con el alegre balanceo de andares típico de los gnomos, siguió el sonido hasta dar con la herrería que andaba buscando. Un tosco cartel en la entrada decía "Herrería Lokss & hijo".

Dentro de la herrería, cerca de la fragua, un sudoroso y musculoso humano de mediana edad sujetaba con dos tenazas enormes una pieza de metal de un rojo incandescente que bien podía ser la futura cabeza de un pico o un martillo, pues aun era algo informe para definirla. Mientras el hombre mantenía la tenaza, un muchacho también fibroso que era clavado al mayor, golpeaba rítmicamente el metal siguiendo una cadencia concreta. De vez en cuando el mayor susurraba pequeños consejos que el el muchaco aceptaba y aplicaba en silencio y con signos de concentración. Era evidente que el padre estaba aleccionando al hijo en los secretos del negocio familiar. El herrero, captando su presencia, le dedicó una breve mirada de soslayo pero no dijo nada. Para no causar mala impresión, Faceless no les interrumpió y aguardó a que terminaran. No era experto en materia de forja, pero sabía que había puntos de no retorno durante la elaboración de algunas piezas que requerían toda la atención del artesano. Si este era uno de esos momentos, prefirió esperar. Mientras se entretubo echando un vistazo a las piezas de forja, que iban desde cosas tan mundanas como herraduras, clavos y hoces, hasta cosas más elaboradas como mecanismos de ballesta, cerrojos y ruedas de activación para mecanismos más complejos.

A los pocos minutos cesó el repiqueteo y un agudo siseo le indicó que habían sumergido el candente metal en agua para enfriarlo. Seguramente ahora le atenderían. En efecto, con la cabeza del pico enfriándose en el agua, el herrero dejó a un lado las tenazas y con una sonrisa seca le revolvió el pelo al hijo en señal de aprobación. Después se dirigió a Faceless mientras se quitaba unos guantes de cuero para evitar quemaduras.

- ¿En qué puedo ayudarle, maese gnomo? -preguntó con educación, pero con un fuerte acento norteño.

- Mi nombre es Sichenvenecalepostecla Pequadgimbarzanc, -dijo con voz aguda y tono alegre- pero podeis llamarme Sich, señor Lokss... -añadió al ver la ceja alzada del hombre ante nombre tan largo- Pertenezco a la rama de los metalistas de Jaudinfeyarmenilruashlambdatssadi del Valle, también conocida como Sigobia bajo la Colina por nuestros primos de Jaudinfeyarmenilruashlambdatssadi de la Vega o conocido como "Ese sucio agujero explosivo" por los trasgos de la región, jijiji... -rió entre dientes su propia broma antes de continuar- De hecho yo soy su más reciente incorporación, jejeje -añadió con cierto tono de embarazo y orgullo- pues acabo de licenciarme hace poco. Ahora mismo llevo a cabo mi primera tesis doctoral, donde analizo la capacidad metaloconductora de las aleaciones acerosas de punto alto y bajo y su capacidad de mejora respecto a diferentes añadidos quimico-densitivos. De hecho esta es mi primera salida de Jaudinfeyarmenilruashlambdatssadi del Valle en busca de materiales de estudio y estoy un poco emocionado por la experiencia, no se si me entendeis... -entonces pareció darse cuenta que dibagaba y adoptó un tono más profesional- El caso mi buen señor Lokss, es que mi caravana pasaba hoy por su interesante ciudad y aprovechando la coyuntura decidí buscar un metalurgico que pudiera cederme unas pequeñas muestras de escoria sobrante de su forja. El otro día hubo una tormenta terrible y perdimos una carreta que se deslizó por una colina; por suerte no estaban en ella mis apuntes, pero por desgracia si que estaban mis muestras y ahora necesitaría nuevas muestras. Tan solo necesito trozos de deshecho de su trabajo, no hace falta ni que sean grandes... Me vendría bien, si tiene sobrantes, algunas esquirlas de acero templado, escoria de carbón, hierro trabajado en frio, bronce y cobre desvastados, una pizca de estaño si tiene... Mi intención es lograr una aleación definitiva que sea facil de trabajar, de buena calidad, sin escamaduras y poco costosa para el artesano. Si doy con ella, el mundo se beneficiaria por entero de tal descubriemiento... -el tono de Faceless aumentó en pasión- Imagine un mundo donde el acceso al metal de calidad fuera adecuado para todos, donde su trabajo se incrementaría sin aumento de costes ni de esfuerzos... Y en cuanto a acuñación de moneda, podría darse un nuevo hito en la historia, con monedas resistentes, pero mucho más ligeras. Sin duda los viajeros adinerados apreciarían esta cuestión... -entonces pareció darse cuenta de que desvariaba de nuevo y se sonrojo- ... Jejeje, pero discúlpeme señor Lokss, me ha podido la pasión y no le quiero robar más tiempo. En fin, ¿tendría usted para mi tales piezas sobrantes? Imagino que más tarde las tirará, pero prefiero preguntarle a usted como gente civilizada que somos antes que andar rebuscando en la basura como una simple rata...

Faceless sabía que lo que estaba pidiendo era razonable, pues los restos de forja era metal que no tenía uso practico a menos que fueras un codicioso y agarrado herrero que acumulara los restos para fundirlos en un futuro lejano. Era el equivalente a reunir hebras de paja sobrantes de la confección de un espantapájaros para crear otro espantapájaros dentro de 10 años. Una absurdez. Y eso sin contar con que cada esquirla de metal era diferente a la anterior y habría que separarlas... Así pues confiaba en que el herrero le ayudara sin problemas pues para él sería un gesto de coste inapreciable. El parloteo que había ideado era solo para que le herrero creyera que estaba haciendo una acción en provecho de la ciencia y de su gremio. Así se iria a la cama contento esa noche, o quizás incluso él mismo pagara estudios de metalurgia entre gnomos para su hijo y que este se dedicara a tal tarea de estudio inspirado en su idea.

Faceless podía ser un pícaro, pero tenía sus momentos. Y a todo el mundo le gusta vivir en un mundo mejor. Y si tal cosa sudcedía, un mundo más própero sería un mundo con más oportunidades para gente de sus habilidades ¿no...?

Y a las malas, su personaje era tan cómico que al menos el señor Lokss y su hijo tendrían una divertida anecdota para contar a los parroquianos en la taberna al final de la jornada entre cervezas. Y esas eran cosas nunca tenían precio...

Faceless regreso con aspecto de viejo ciego y loco al monumento, pero se frustró al ver que nada sucedía. Al parecer su teoría era demasiado rebuscada o demasiado simple. Con un gesto de fastidio se giró, apoyándose en el monumento. Entonces vio a un corrillo de niños alrededor de otro con una venda que tanteaba a ciegas. Todos reían mientras entonaban voces de "frío" o "templado" al acercarse a uno de ellos. Aquello iluminó a Faceless.

Una cara del monumento decía "frío". La siguiente decía templado. Siguiendo la línea lógica la siguiente le acercaría más aun, por lo que inspeccionó las otras caras a ver si había suerte...

Lo logico seria pensar que si delante decia frio y en la cara de la derecha decia templado , el resultado se hallaria en la cara de detras pero alli no habia nada( jajaja risa del master). Parece ser que en momentos sobrestimabas al Gremio y en otras lo subestimabas, todo era un puzzle a resolver que te confundia y probablemente los miembros del gremio te estuvieran vigilando y examinado, tendrias que hacer un esfuerzo mayor que el que estabas haciendo hasta ahora para conseguir una mejor puntuacion

El supuesto orden lógico de la búsqueda no resultó útil, sino aun más confuso, pues no había nada en las otras caras del monumento.

- Frio, templado... -pensaba Faceless dándole vueltas al asunto- ...caliente debería ser lo próximo... -entonces se paró en seco al ver la llama perpetua del monumento y una luz se encendió en su cerebro- ¡Espera! Caliente, como el fuego...

Faceles entonces esperó a ver si había un claro en la plaza, donde la gente no mirara, y se encaramó a echar un ojo a la hornacina donde ardía el fuego de los honores. Quizás pudiera verse en la pared interior o exterior del pebetero, donde ardía una llama perpétua en honor a los caídos, alguna inscripción. Quizás hasta hubiera algún objeto dentro, y sacarlo del fuego sería parte de la prueba...

El pebetero esta apagado, y en el interior es donde encontraste la nota de frio, aun asi vuelves, y no encuentras nada