Partida Rol por web

-Damas y caballeros, por fin hemos llegado a la gran prueba de este torneo, la final de las justas. Prepárense para ver enfrentarse de nuevo a Sir Loras Tyrel y a Don Fernando de Aguilar.

-Caballeros, sitúense uno a cada lado del campo.

Una vez que los caballeros están preparados, el jurado hace un gesto a un mozo que da la señal para que los caballeros comiencen la primera ronda.

Salgo al campo de justas montado en mi caballo negro, que esta cubierto con una barda totalmente blanca, el color de mi reino.

Saludo al público alzando mi lanza, y a mi oponente con una inclinación de cabeza. 

Cuando habla el jurado me dispongo en uno de los lados, preparado para el primer embite. Al ver la señal espoleo a mi caballo que raudo echa a galopar por el campo al encuentro de Sir Loras.

Loras espoleó a su caballo en cuanto vio que su enemigo se lanzaba contra él. Sin embargo calibró mal su cabalgada y no fue capaz de poner su lanza en el ángulo apropiado para golpear a su enemigo...

Loras dio la vuelta a su corcel y se dispuso para el segundo embite. Esta vez se concentró un poco más y trató de apuntar con su lanza sobre el escudo de su rival. La justa era una de sus mejores pruebas y, sin embargo, parecía que su rival, una vez más, no se lo iba a poner nada fácil...

Tras el primer lance, en el que ambos hemos acertado, doy la vuelta y espoleo de nuevo a mi caballo para encontrarme con mi rival.

Loras: 2 puntos

Fernando: 2 puntos

Por cierto, que se me había olvidado el daño.

Loras: 7/9

Fernando: 4/8

Una vez más Loras giró sobre sí mismo. Estaba volviendo a ser un combate duro. Sin duda, cuando todo aquello terminase y sobre un gran asado y una buena jarra de vino, Loras invitaría al Caballero del Águila a que se uniese a él en busca de aventuras por el reino... No se le ocurría mejor compañero que aquel a quien tenía enfrente.

Pero eso debería ser más tarde... Ahora tocaba derribarlo. Golpear su escudo no iba a ser suficiente así que Loras espoleó a su caballo y trató de engañar al caballero del Águila, haciéndole pensar que su impacto iría, una vez más, directo al escudo, para, con un rápido movimiento, dirigir la lanza directamente a su casco... Si eso no era suficiente para tumbarlo, ¿qué lo sería?

Giro el caballo para el tercer envite, dispuesto a derribar a mi rival de su montura. Para esto apunto directo al pecho de Sir Loras esperando que a la velocidad de la carga no le de tiempo a cubrirse.

Aquel golpe hizo trizas la lanza sobre la armadura de Loras. Sin embargo, fue capaz de controlar a su caballo y de mantener el equilibrio para no caer... Incluso le dio tiempo a ver como su rival caía de su caballo...