Partida Rol por web

No me gustaba nada como me miraba Missy. Me parecía traviesa, malvada, traviesa... y divertida, y no sabía si iba a ser capaz de seguir su ritmo. Su brazo tiró de mí y ambos corazones latieron nerviosos ante la idea de compartir algo con ella y Peter. 

-Oh, Missy, yo no pongo en duda que puedas con dos, tres, o más incluso. De hecho, hubo una vez en la que yo mismo me vi en esa situación y... bueno, creo que cumplí adecuadamente. Pero ahora no es el momento y creo que a Peter es como los niños pequeños. No le gusta compartir. Yo... voy un poco por libre.

Pero sentía que era inútil cuanto pudiera decir. Ella había tomado ya una decisión y sinceramente, prefería dispersar mis átomos por el espacio antes que compartir aunque fuese un breve instante con la versión de mí mismo en el cuerpo de Peter.

Mientras tanto, llegamos a ese barrio que resultaba fascinante, tanto en lo visual como en lo olfativo.

-Oh, qué gama de olores, capto miles de esencias, incluyendo unas cuantas que habitualmente preferiría no ser capaz de percibir. Pero el jazmín... creo que nunca me cansaré de olerlo -dije, adelantándome para olfatear cada una de las casas, hasta llegar a la que estábamos buscando.

Al ver la puerta, sonreí, aunque inmediatamente me quedé absorto al ver la decoración de la puerta, que hacía las veces de llamador.

-Vaya par de... aldabas -comenté con sorpresa, volviéndome hacia Missy para tener algo con lo que compararlas. Al ver que Missy no se quedaba atrás, sonreí.

-Missy, te felicito. Peter, ¿quiéres llamar tú? -le pregunté, con toda la intención.

La verdad era que no esperaba la respuesta de Missy sobre irse con varios y eso me decepcionó. Más aún cuando debía "competir" con una reencarnación más joven y con más vigor que el cuerpo que ahora habitaba.

Recordaba perfectamente el día que mencionaba David. Sí, fue perfecto. Pero yo ya no era ese alocado doctor. Y tras las palabras de Missy, su azote en mi trasero me sentó más mal que bien.

- Lo siento Missy. Yo me he vuelto más tradicional con las reencarnaciones y la edad. Sólo estaría con una mujer y no la compartiría. Por lo tanto... Ahí tienes a David,  que se auto confiesa más liberal. Creo que él es el más apropiado para darte lo que necesitas. Además, si puedes con dos... Yo no seré más que un triste aperitivo para ti. Lo lamento, querida. Pero tú juego conmigo termina aquí. Pero tienes a David para seguirlo. - Y guiñé un ojo a Missy y me puse a mirar hacia otro lado.

Mis dos corazones latían con más fuerza de lo normal y sentía algo de dolor por dentro. Un dolor pasajero al que no tardaría en acostumbrarme y olvidar. El juego de Missy había calado más hondo en mi de lo que esperaba.

- Sí, el jazmín... Aún sigue siendo mi olor favorito. - Aproveché las palabras del doctor para cambiar de tema y a pesar de que el jazmín me daba igual, habían fragancias más excitantes, no quería que nadie supiese nada más de mí de manera personal.

Y llegamos a la puerta y vi las aldabas y los gestos de David. - No, amigo mío. Después de ver cómo has mirado el pecho a Missy, creo que te hace más ilusión a ti tocarlas que a mí. Me refiero a las aldabas, por supuesto.

Missy observó a Peter con sonrisa de medio lado, a pesar de todos los dares y tomares que ambos habían tenido cuando ella había sido él... el Master... y siendo ahora mujer, seguía siendo por encima de todo el mejor amigo del Doctor, lo cierto es que nunca había dejado de serlo... bueno odbiando las nimiedades de que había estado a punto de matarlo en unas cuantas ocasiones... el caso es que lo conocía mejor que nadie, incluso que él mismo. Por eso supo como se sintió y lo que estaba pensando... era tan fácil leerlo en sus ojos.

- Sé como eres... en todas tus versiones, Doctor. Sería absurdo competir por el mismo hombre ¿no te parece? Lamentablemente el juego no termina aquí pues os necesito a los dos... David que tú te perdieras no era un opción... Fizban no es lo que parece y esta casa tampoco. Antes de vuestro... reclutamiento, estuve investigando al igual que El Espía... que el viejo loco se nos haya presentado en la sastrería ha sido un golpe de suerte que sólo sucede cuando el doctor está cerca... 

Les dedicó una sonrisa sincera a ambos para rápidamente adoptar su poder de Mary Poppins psicópata.

- Ya que ambos tenéis tantos remilgos con los bustos femenimos me tocará a mi tocar las aldabas... Peter querido ¿has pensado en ser mujer en tu próxima encarnación? Te vendría bien, seguro que tu mente sería más abierta...- dijo mientras se ponía a golpear una de las aldabas con fuerza... sólo que nada más sonar el primer golpe la puerta se abrió sóla- ¿estoy confundida o todavía no se han inventado los porteros automáticos?

- No Missy, no me has entendido. Tu juego, es tuyo, sólo tuyo. Yo estoy fuera de él. ¿Me conoces bien? Pues fantástico, porque así sabrás que hablo en serio. Ya puedes agarrarte a David, tocarle el trasero sin pudor, besarle o acosar a los demás doctores. Pero a mí déjame de lado en eso. - Sendos corazones dolían. Pero no tanto como cuando perdí a mi esposa. Así que sabía que me recuperaría pronto.

- Mi mente es tan abierta como debe de ser, Missy. Cada uno sabe lo que quiere y lo que necesita y no es lo que tú buscas. Así pues limitémonos a la misión y dedícate a tu juego de seducción con los demás. Para mí perdió la gracia desde el principio. - Dije enojado, algo habitual en mí. Tanto que lo difícil era verme sonreír.

- Sí, somos un imán para los chiflados. Por eso nunca nos libramos de ti. - Gruñí entre dientes y vi como Missy golpeaba una vez la puerta y esta se abría sola.

- Leonardo da Vinci creó planos de artefactos que con el material que tenían en aquellos tiempos, se podían construir, como la cámara de fotos... Eso sí, de dos metros de altura.* Así que... O bien tiene un sistema de apertura que al tocar una aldaba de una manera determinada la puerta se abre o simplemente estaba mal cerrada...

De todas maneras daba igual. Era una clara invitación para entrar y Peter no se lo pensó dos veces. Terminó de abrir la puerta y entró un par de pasos. -¿Hola? ¿Hay alguien en casa? - Preguntó esperando respuesta.

Con su habitual... ¿franqueza? (no, no sería el término adecuado para el farolero y caótico doctor, en ninguna de sus encarnaciones, quizás... sería mejor decir espontaneidad), Tom cortó de raíz todas las dudas de Jon.

—¡Mi querido amigo!... o eso espero— dijo saludándole con la mano amigablemente; apenas se hubo sentado, TOm empezó a hablar casi sin respirar— ¿cómo está? Ya teníamos ganas de conocerlo. Nos han hablado mucho de usted, en especial de todos los temas sanitarios que está fomentando ¡Felicidades! Está haciendo de este pueblo un lugar mejor... Nos gustaría que nos explicase más sobre el tema, y también sobre la zona de Arrayanes. Nos han dicho que está preocupado por los accidentes de la zona, y nosotros también...

La perorata del rizoso se vio interrumpida por un ataque de tos, a consecuencia de no coger aire por hablar. El hecho de que cuando volvió el camarero intentó beber mientras hablaba no mejoró la situación.

¡Por supuesto que quiero ambas cosas!- le respondió el Undécimo al camarero -Y no se preocupe solo serán un par de minutos, y además, nunca, en todos mis años he estropeado un espectaculo… ¡y le aseguro que son muchos años!- añadió mientras se subía al tablado y se agachaba para golpearlo con los nudillos aquí y allá, momento en el cual, Erasmo, a quien “Tom” había mencionado, hizo acto de presencia.

Encantado- le dijo sin bajarse del tablado ni levantarme -Puede llamarme Matt, enseguida voy… ¡ajá!- dijo, exclamando en el último momento al notar algo en uno de los tablones, al cual, sin previo aviso, le dio un lengüetazo.

- No Missy, no me has entendido. Tu juego, es tuyo, sólo tuyo. Yo estoy fuera de él. ¿Me conoces bien? Pues fantástico, porque así sabrás que hablo en serio. Ya puedes agarrarte a David, tocarle el trasero sin pudor, besarle o acosar a los demás doctores. Pero a mí déjame de lado en eso. - Sendos corazones dolían. Pero no tanto como cuando perdí a mi esposa. Así que sabía que me recuperaría pronto.

- Mi mente es tan abierta como debe de ser, Missy. Cada uno sabe lo que quiere y lo que necesita y no es lo que tú buscas. Así pues limitémonos a la misión y dedícate a tu juego de seducción con los demás. Para mí perdió la gracia desde el principio. - Dije enojado, algo habitual en mí. Tanto que lo difícil era verme sonreír.

- Sí, somos un imán para los chiflados. Por eso nunca nos libramos de ti. - Gruñí entre dientes y vi como Missy golpeaba una vez la puerta y esta se abría sola.

Missy se puso muy seria cuando Peter estalló de aquella manera, realmente esperaba que se pusiera borde... pero no tanto, se veía que lo había vuelto a infravalorar, como a veces le ocurría cuando le chafaba todos sus elaborados planes. En el pasado se reducía a una irritación profunda y un... bueno es cuestión de volver a inventar otro plan por el mero gusto de estropearte el día para obtener revancha... sin embargo aquella vez, le dolió... le dolió porque el doctor no sabía el sacrificio que estaba realizando ni lo que le estaba suponiendo toda aquella misión a ella. Si Missy hubiera sido otro Master le habría respondido algo realmente irónico, picante y venenoso... pero ella simplemente se acercó a él cuando entró de aquella manera tan despreocupada en una casa que olía a trampa y le dijo a su oído.

- No he venido aquí a tocar traseros de nadie... he venido a salvarte a pesar de tí mismo, al final resulta que el que no tiene idea de como soy eres tú. Yo puedo ser muchas cosas, pero no vuelvas a insultarme de esa manera, es la primera vez en todas mis encarnaciones que alguien me hace daño de verdad... ahora os va a tocar jugar sólos... felicidades. Sólo un último consejo de esta idiota que quiso cambiar por tí... tened a mano vuestros destornilladores sónicos y no dudéis en hacer lo que mejor se os dá...- le dijo andando unos pasos hasta adelantarse por completo a ambos doctores y posicionarse en el centro del gran recibir que poseía aquella casa, al hacerlo una especie de ventisca repentina, como si alguien hubiera abierto todas las ventanas de la casa de par en par, se manifestó haciendo que la puerta principal se cerrara de un portazo y los presentes tuviesen que cubrirse los ojos- ¡CORRED!- gritó al tiempo que un vendaval la envolvía, la elevaba al techo y desaparecía como por arte de magia.

Tras la desaparición de Missy se hizo la calma, pero una calma empozoñada por el peligro... el peligro latente que ambos doctores sabían que se encontraba agazapado por cada rincón de aquella casa, una casa que se les antojo más grande en su interior que en el exterior, a tenor por el elevado tejado, las grandes escaleras de madera y los sinfines de recovecos que poseía.

- Sí te conozco Missy, soberbia y arrogante y eres tú quien está demostrando que no me conoces nada, pues de ser así, sabrías que lo que has hecho y dicho me ha dolido el doble o el triple de lo que te haya supuesto a ti. ¿Te pilla de sorpresa? El juego estaba bien, cuando era de dos... cuando abriste las puertas a todos... en fin, ahora haces lo único que sabes hacer, huir en lugar de enfrentarte a tus errores y tratar de enmendar las cosas... lo de siempre. ¿Ves como si te conozco? - Dispuestos a sincerarse, ¿qué mejor momento en el cual iba a dejarnos tirados otra vez?

Daba igual cuantas reencarnaciones pasase, siempre era la misma egoísta y cruel persona, que jugaba a llamarse amigo, esta vez quizás algo más. - Lo peor, es que esta vez creía en ti, Missy. - Añadí al tiempo que se alejaba de mí. En ese momento una extraña ventisca se alzó y corrí hacia ella, tendiendo mi mano para agarrarla.

- ¡Missy! ¡No! ¡Cógete de mi mano! - Exclamé para ver que mi gesto era inútil y lo último que pudo ver de mi fueron unos ojos llorosos, cargados de desesperación y mi mano tendida tratando de ayudarla después de todo el daño que me había causado. - David, se acabaron las payasadas. Esto no me gusta nada.

Y por primera vez saqué mi destornillador sónico, haciendo caso a Missy. No sabía donde estábamos metidos. - Missy tiene que estar en algún lugar de esta casa. No te voy a pedir que te quedes a buscarla. Pero yo si lo haré. Cayó en esa especie de trampa por mi culpa y no voy a dejarla aquí atrapada. Quizás deberías regresar con los demás y decirles donde está la TARDIS y donde estoy yo... y Missy, y que cada cual decida que camino tomar. Yo tengo claro el mío.

—Por supuesto caballero, únase a nosotros —me adelante, intentando que nuestro objetivo se sintiese aceptado y no asustado ante las excéntricas acciones de mis otras encarnaciones.

—Seré de fuera de esta hermosa ciudad, pero hasta a mis oídos ha llegado la generosidad de sus acciones. Mi nombre es Jon, un placer señor Erasmo —finalicé a la vez que le tendía la mano, no sin antes limpiármela con el pañuelo que llevaba en la chaqueta.

Poco después miré a mis compañeros, con una sonrisa que mezclaba preocupación e interés.

—Conocerle es solo el primer paso —hice un pequeño gesto como de brindar en el momento que recibí la bebida que Paco, el camarero, nos sirvió.

Erasmo agradeció el gesto de Jon con una sonrisa.

- Me halaga usted... Jon. Parece que mi fama me precede- comentó con falsa modestia, al caballero de gustaba ser adulado pero poseía a la vez una mirada inteligente- ¿el primer paso para qué?- comentó intrigado.

—¡Mi querido amigo!... o eso espero— dijo saludándole con la mano amigablemente; apenas se hubo sentado, TOm empezó a hablar casi sin respirar— ¿cómo está? Ya teníamos ganas de conocerlo. Nos han hablado mucho de usted, en especial de todos los temas sanitarios que está fomentando ¡Felicidades! Está haciendo de este pueblo un lugar mejor... Nos gustaría que nos explicase más sobre el tema, y también sobre la zona de Arrayanes. Nos han dicho que está preocupado por los accidentes de la zona, y nosotros también...

 

Antes de que Erasmo pudiese hacer algo más se vió sorprendido por una bola peluda de rizos que hablaba como un cotorra, el caballero lo miró casi asustado al tiempo que se esforzaba sobremanera por seguirle el hilo.

- Estoy bien gracias... pues los accidentes en la zona son los habituales como en cada pozo de esta bendita ciudad... sin embargo si que es verdad que hay más cosas... Pero ¿me estáis diciendo que habéis venido expresamente por eso? ¿Puedo preguntar si no es indiscrepción, por qué motivo?- Erasmo estaba muy intrigado por aquellos tres hombres al tiempo que pareció ponerse en guardia 

Mientras en el tablado, Matt se que se había metido en su papel de revisor de tablados se puso a inspeccionar la madera del suelo.

¡Por supuesto que quiero ambas cosas!- le respondió el Undécimo al camarero -Y no se preocupe solo serán un par de minutos, y además, nunca, en todos mis años he estropeado un espectaculo… ¡y le aseguro que son muchos años!- añadió mientras se subía al tablado y se agachaba para golpearlo con los nudillos aquí y allá, momento en el cual, Erasmo, a quien “Tom” había mencionado, hizo acto de presencia.

Los bailarines y demás componentes del café cantante lo observaban como si estuvieran viendo a un extraterreste, cosa que en cierta medida era así, pero la gracia estaba en que no podían saberlo.

Encantado- le dijo sin bajarse del tablado ni levantarme -Puede llamarme Matt, enseguida voy… ¡ajá!- dijo, exclamando en el último momento al notar algo en uno de los tablones, al cual, sin previo aviso, le dio un lengüetazo.

- No se preocupe... no hay prisa, puede seguir con lo que quiera que esté haciendo- le contestó Erasmo mientras centraba su atención en Jon y Tom. 

Cuando Matt saboreó la madera se dió cuenta de varias cosas... una, que no limpiaban lo suficiente, estaba todo aquello con tierra de tres semanas y dos, de entre todos los sabores terrosos que había degustado encontró uno que le llamó poderosamente la atención, porque ese en concreto no se olvida... el férreo sabor la sangre humana... para poder estar seguro necesitaba comprobarlo con su destornillador sónico... pero estaba seguro que aquello debía de investigarlo mejor.

Jon enarcó una ceja cuando observó de reojo como su compañero hizo un "contacto" demasiado explícito con el tablón. Realmente se había tomado muy en serio su labor como inspector.

Erasmo parecía un tipo simpático, o por lo menos eso pensó a simple vista el doctor, pero estaba claro que la vida había demostrado en más de una ocasión que nunca había que centrarse en la primera impresión.

—El primer paso para conocernos en profundidad —alzó la copa mientras asentía con una sonrisa, sin llegar a pensar que aquellas palabras y aquel gesto podía malinterpretarse ante oídos más picarescos.

—¿Considera que no es suficiente atractivo el hecho de que existan sucesos extraños en una mina? Usted mismo acaba de decirlo, que hay "más cosas"... ¿a qué se refiere exactamente? ahora mismo me siento como un crío curioso atraído por la luz de lo misterioso —enfatizó un poco más la sonrisa, igual no controlaba bien eso de parece demasiado afable.

Mientras tanto, no quitaba ojo a sus compañeros, mientras Erasmo le diese la información suficiente para seguir con la investigación no importaba que llamasen tanto la atención... siempre que no llegase las fuerzas del orden a pararles los pies.

Asistía a aquel encuentro entre Missy y Peter como si fuese un partido de fútbol, con ataques y contraataques, defensas numantinas y brillantes entradas, pero algo en mi interior me decía que en cualquier momento, la situación podía explotar del todo. 

Era evidente para mí que había que relajar la tensión, aunque estando en plena investigación todo era un poco más complicado.

-Bueno, bueno, niños, será mejor que se comporten -dije, pero nadie me oyó. Lo dije unos minutos más tarde de lo que debía y Missy... dio el paso que no esperábamos.

Su desaparición ocurrió en un abrir y cerrar de ojos, empujada por aquel extraño torbellino que nos había ignorado y la había escogido a ella en lugar de a nosotros. Podía sentir el peligro en cada esquina y en cada molécula de oxígeno que respiraba, pero sobre todo, podía sentirlo muy cerca, encima de nosotros.

-Ni a mí tampoco, Peter. Ni a mí tampoco -le respondí, mirando a mi alrededor y también al techo que se elevaba sobre nosotros -. Oh, yo no voy a ir a ninguna parte sin vosotros dos. ¿Con quién podría divertirme más? Pero en cuanto a lo de que esté en la casa... no estoy tan seguro.

Lentamente, saqué el destornillador, imitando a Peter, y me volví hacia él.

-Pero por si acaso, ¿qué te parece si la exploramos a fondo? 

Y sin perder más tiempo, empecé a subir las escaleras.

Saqué el destornillador para darle uso. - Eso es justamente lo que iba a hacer, explorar todo esto. No voy a dejarla aquí por nada del mundo. - Y quizás mis propias palabras me delatasen y fuese lo que necestiaba para olvidar lo que había dicho y su estúpido juego con todos los doctores.

Creí que era algo privado entre nosotros dos, que realmente quería cambiar.

Pero eso ya no importaba, ahora solo quería encontrarla, ver que estaba bien y... dejarla ir, pues ese era su deseo y lo que siempre hacía. Destrozar todo y marcharse, solo que esta vez me había destrozado a mí.

Los doctores no tardaron en rastrear las entrañas de aquella casa... una casa que guardaba más secretos que la propia TARDIS, pues no sólo era más grande por dentro sino que estaba repleta del compuesto moldeable abatible geométrico inmaterial autoregulable... también denominado por los humanos como magia... y no sólo eso también estaba dotada de una tecnología que poco tenía que envidiar a la de Los Señores del Tiempo sólo que estaba ligada a la magia... y centrada en portales de espacio tiempo. Era como una especie de TARDIS sólo que no se movía de su sitio y utilizaba un sinfín de portales para acceder a distintas espacios temporales, todos ellos ligados a la Tierra, a su pasado y a su futuro.

Con semejante contenido era normal que contase con un mecanismo de defensa, que había sido accionado al abrir la puerta de manera que una vez que hubieran entrado todos a la vez, todos hubieran sido víctimas del huracán, sólo que al adelantarse Missy ella había sido la única víctima... Un mecanismo cuyo funcionamiento les recordó a una cultura extinta con la que los Señores del Tiempo habían tenido una estrecha relación y de la que ambos se habían beneficiado... se hacían llamar Los Guardianes del Tiempo, pero las leyendas humanas los conocerian como Atlantes, su principal capital y reino estaba ubicado en el sur de la Península Ibérica, si ambos doctores hacían memoria serían capaces de decir exactamente donde... pero tenían más cosas importantes en las que pensar de manera que se siguieron concentrando en su tarea... los guardianes... los antiguos humanos cuyo ingenio fue legendario... pero cuya caída fue tan grande como su ascenso... el caso es que parecía que no habían llegado a extinguirse o al menos no todo su legado... ¿sería acaso aquel viejo loco un Guardián? No se había parado a analizarlo con el destornillador porque olía a humano... pero claro los guardianes también lo eran. 

Una vez constatado de que se encontraban en Un Ágora Dimensional, que es como los Guatdianes llamaban a los lugares donde concurrirán muchos portales de tiempo... Los doctores comenzaron a subir las escaleras, cada planta contaba con puertas que parecían ser habitaciones normales pero si se abrían conducían a un espacio tiempo determinado, lo que debían hacer era no abrirlas sino querían perderse, el unico que debia conocerlas era sin duda Fizban que sin lugar a dudas no se encontraba en la parte de la casa habitable que era la primera.

Lo que llevó a Peter a tratar de seguir el rastro de Missy... si conseguía detectarlo quizás lo guiase hasta la habitación correcta, un ajuste de calibración cuántica hiperventilada del destornillador consiguió que este vibrara y accionase las luces, sólo tendría que seguir las indicaciones del aparato para detectar el rastro de las feromonas tipo T, que eran un tipo de sustancia generada únicamente por los señores del tiempo. Por eso eran capaces de distinguirse y de reconocerse entre ellos.

Las indicaciones del destornillador los llevó a la tercera planta donde encontraron en el suelo una polvera, que no era otra cosa que el destornillador sonico de Missy tuneado... y un mayor concentración de feromomas T tras la puerta del fondo del pasillo. Una puerta que era distinta a las demás y que apestaba a magia.

Un último vistazo a las lecturas del destornillador indicó a Peter que había señales vitales de un señor del Tiempo, pero cada vez más débiles...

Magia. Eso era lo que envolvía aquel lugar. ¿Cómo no me di cuenta antes? Claro, porque discutía con Missy como un idiota enamorado con el corazón roto por sus palabras y sus juegos. Agaché la cabeza al pensar en eso y a mi mente vinieron Los Guardianes del Tiempo, pero ellos se habían extinguido cuando su mundo quedó bajo el fondo del mar... ¿o quizás lograron escapar algunos? De ser así, Portugal, España y Marruecos podrían ocultar a algunos de ellos, total, eran unos humanos más.

Comenzamos a subir y encontramos un pasillo lleno de puertas. Mi curiosidad ante tanta puerta me hizo abrir una. Graso error. No debí tocarla. Aquellas manos que salieron de ella no me gustaron nada y aunque tardé, logré cerrarla antes de que saliese nada de allí.

- Vale, queda claro. Nada de tocar puertas que no debamos... Ninguna. - Le dije a David, no quería que cometiese mi mismo error y opté por hacer lo más normal, seguir las indicaciones de mi destornidador. Pero debía ajustarlo para que encontrase a Missy. Segundos más tarde, lo tenía listo para poder moverme por allí y seguir su rastro. - Vamos, es por aquí. - Le dije a David y tras recorrer unos cuantos metros y subir un par de plantas, encontramos su polvera. Me agaché a recogerla y la olí por encima. - Es de Missy, estoy seguro. - Mi voz denotaba preocupación.

Preocupación que aumentó cuando descubrí en que puerta estaba Missy o al menos un Señor del Tiempo, cuya vida se iba consumiendo a cada segundo que pasaba. - David, deberías quedarte aquí. Puede que sea una trampa y te necesite par que me... nos rescates. - Le dije tragándome mi orgullo en aquel momento. - Yo debo entrar a buscarla. - Dicho esto, avancé por el pasillo, sin saber que me encontraría tras aquella puerta.

Podía sentir mis dos corazones palpitar por ella con fuerza. Podrían ser un zorrón o liberal, según la mentalidad de quien la juzgase. Podía jugar conmigo y hacerme daño mil y una veces, pero saber que estaba atrapada, saber que su vida se consumía, me hacía ver que en el fondo sentía algo por ella, algo más fuerte que la amistad, la cual se había quedado de lado al cambiar unos sentimientos por otros.

Lo que no sabía era en que momento de mi vida había ocurrido eso. Sólo que estaba ahí y no podía hacer nada para evitarlo.

La casa era todo una aventura y por supuesto, una capaz de despertar emociones, que era lo que todos buscábamos. Ninguno de nosotros queríamos reconocerlo, pero el verdadero motivo por el que viajábamos, no era nuestro altruismo, o la insaciable curiosidad que nos reconcomía, sino la necesidad sentirnos vivos de nuevo, gracias a otros, gracias a seres de otro lugar y de las ansiedades y los miedos que poseían.

Y solo en contadas ocasiones, éramos nosotros mismos quienes experimentábamos aquello, como al desaparecer Missy y empezar a buscarla.

No tardamos en identificar de qué se trataba y miré a Peter asintiendo con la cabeza, seguro que de él también se daba cuenta del peligro que nos rodeaba. Cada puerta era el punto de acceso a un mundo y tiempo diferentes, por lo que abrirlas podía significar perdernos para siempre.

Probando a ver a dónde conducían las puertas, Peter abrió una que no debía, por lo que rápidamente nos encontramos los dos empujándola para cerrarla.

-Bueno... creo que esta no era la puerta que estábamos buscando. Será mejor que la próxima vez, lo comprobemos antes, ¿no?

Tras encontrar la polvera de Missy, estuvimos seguros de que marchábamos por el buen camino.

-Oh, sí. Es de ella, no hay duda. Pero la cuestión es si la seguimos a donde haya sido enviada o intentamos traerla desde aquí.

Peter se sentía responsable, o quizás demasiado preocupado por ella como para reconocerlo, pero el hecho de que hubiese dejado las diferencias que nos separaban para pedirme ayuda, ya decía mucho de lo importante que era para él, mucho más que para mí, desde luego.

-De ningún modo. Creo que aquí hay poco que pueda hacer, puesto que si fuésemos capaces de traer a alguien desde el otro lado, lo haríamos sin necesidad de entrar, así que la respuesta debe encontrarse dentro. Iremos juntos, encontraremos a Missy y volveremos los tres de cualquier manera. Ya sabes que no hay escenarios imposibles, Peter, solo misterios que resolver.

Así que elevé mi destornillador... y seguí a Peter, sin dudarlo.

Erasmo que había dedicado toda su atención a Jon tras sopesar sus palabras, pareció llegar a una conclusión.

- Entiendo... son ustedes  escritores o quizás periodistas. Esos que escriben periódicos ¿no? Porque pinta de guardias civiles o policías no tienen... ¿Para quienes trabajan ustedes? Comprenderá que yo también sienta curiosidad, a más personas les interesan esos ruidos pero casi todos lo hacen con cierto temor... en usted no lo veo por ningún lado- se acercó a él como inclinándose sobre la mesa, acercándole el rostro a unos pocos centímetros, estudiándolo mejor, el tercer doctor casi podría haber jurado que lo había olisqueado sólo que lo hizo de una manera tan sutil y elegante que no podía estar seguro de que lo había ello el caballero, cuando se volvió a retrepar en su asiento Erasmo sonrió- me da usted la impresión de que es una persona valiente, infantil y algo confiado pero inteligente y lleno de curiosidad... me agrada. Le contaré lo que quiera usted saber... efectivamente hay cosas que no son las normales en lo que a una explotación minera se refiere. Venimos notando vibraciones y luces extrañas, desde hace unos meses... muchos mineros piensan que son cosas de fantasmas o leyendas locales, hay unas cuantas que hablan sobre secretos subterráneos que alimentan todo tipo de fantasías... 

​​En aquel momento apareció el tabernero con los pedidos de cada uno, sirvió a todos sus bebidas y dejó un pequeño cuenco sobre la mesa que contenía morro, cortesía de la casa. Una vez que se hubo marchado Erasmo volvió a mirar a Jon.

- ¿Qué clase de misterios son los que desea usted descubrir, caballero, las leyendas o los reales?

Cuando los dos doctores se acercaron a la puerta, comprobaron que un sólo destornillador no iba a ser capaz de sortear la cerradura, los conjuros y mecanismos que poseía eran mucho más complejos , por tanto fue una suerte que el décimo se prestara a ayudar con el rescate de Missy... quizás por este motivo ella había insistido en que David acompañara a Peter en el paseo... pues estaba claro que la señora del tiempo sabía más sobre la casa que el doctor.

Tras unos momentos de tensión en los que ambos doctores tuvieron que emplearse a fondo a la hora de sincronizar los destornilladores y ajustarlos a la frecuencia electrónica, estática y flexible del cerrojo... finalmente tras una pausa de silencio y contención de aliento la puerta se abrió con un clic y un ñiiiiiii un tanto tétrico, de esos de pelis antiguas de miedo que El Señor del Tiempo había visto alguna vez con uno de sus compañeros de viaje, comiendo palomitas en la TARDIS.

La habitación en cuestión era grande, iluminada por antorchas de metal bien ornamentado en las paredes, el suelo era de mármol con extrañas inscripciones, pero lo que destacaba era el centro de la misma, sobre el que se observaba un gran círculo dibujado en el pavimento con más grabados extraños, confirmando la procedencia de las mismas... eran palabras y conjuros de los guardianes del tiempo, que utilizaban para contener y custodiar.

En el mismo centro y sobrevolando el círculo, levitaba Missy, con los brazos en cruz, la cabeza echada hacia adelante e inconsciente y con un objeto puntiagudo clavado en el pecho... la estaca había atravesado uno de sus corazones mientras el otro latía débilmente.