Partida Rol por web

Tributo de Sangre (IX)

Heraldos de Paz

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12/01/2009, 11:44
Director

Las tierras de Imledyr abarcan desde las Montañas Grises hasta donde el Mar de los Espíritus delimita su inestable silueta. Están compuestas por un ir y venir de colinas y bosques cuyo clima es agradable en verano pero extremadamente duro en invierno. Se encuentran divididas en una gran variedad de condados, ducados y baronías sobre los que sus respectivos nobles ejercen un férreo control feudal. La rivalidad entre ellos es continua y los enfrentamientos tan habituales como las nevadas, sin embargo ninguno consiguió nunca unificar bajo su dominio las tierras de Imledyr y alzarse ante sus rivales como rey, estableciendo una monarquía. Varios de ellos, los más poderosos, ejercen como soberanos sobre otros, quienes les juraron vasallaje a cambio de más tierras, hombres o simplemente obligados bajo coacción o amenaza. Sin embargo, cada uno de esos frentes, cada uno de esos señores, se considera a sí mismo como el mejor candidato para ostentar una ilusoria corona y unificar las tierras de Imledyr.

Si que existe, sin embargo, algo que todos ellos comparten y tienen en común: el yugo de la Torre Negra de Ybress. En lo más recóndito del Pantano de las Pesadillas se alza la construcción más temida y a la vez odiada de estas tierras. Desde la Torre Negra, Sarcess, una temible hechicera, una bruja que domina los poderes oscuros, siembra el terror entre nobles y vasallos por igual. Sus sirvientes, malignas criaturas que se asemejan a los Trolls de las leyendas y cuentos populares, y que le profesan una lealtad que roza el fanatismo, se encargan de cobrar a los nobles el diezmo estipulado. Éste pago, tres mil escudos de oro anuales, es lo único que les garantiza verse libres de las maldiciones, plagas y enfermedades que cuentan que Sarcess es capaz de crear.

Vuestro deambular nómada por el mundo os condujo hasta el Paso de las Nieves Eternas, donde tras un más que entretenido regateo, acabasteis aceptando el que pensabais sería un lucrativo acuerdo con un comerciante de marfil que se dirigía a Imledyr. Su caravana, compuesta por tres carros y sus respectivos conductores de mulas, necesitaba protección, gente valiente y con experiencia como vosotros. Atravesar aquellas montañas era siempre un viaje peligroso y Dalherin, que así se llamaba el supuesto comerciante, no quería correr ningún riesgo con tan valiosa mercancía. Sin embargo, el que parecía un trabajo más que interesante, acabó convirtiéndose en un gran fiasco. Al llegar a vuestro destino, la ciudad costera de Nausias, Dalherin desapareció utilizando ardides de la más baja calaña, dejándoos en una posada con las habitaciones a cuenta y sin entregaros la segunda parte del pago acordado. Las bolsas de monedas que formaban la primera parte de vuestro pago y que os fueron entregadas al inicio del viaje, resultaron ser dinero falso. Así, sin apenas recursos económicos, con unas habitaciones pendientes de cubrir y acusados como falsificadores y ladrones, tuvisteis que utilizar las últimas monedas reales que os quedaban en hacer frente a tales deudas y, de paso, en un pírrico plato de sopa aguada, fría como la noche, y un trozo de carne reseca.

Tras varias semanas recorriendo los caminos y aldeas de Imledyr siguiendo la pista del bribón de Dalherin os encontrabais en una situación bastante apurada. Necesitabais que algo ocurriera, un golpe de suerte u os veríais en serios apuros. Y éste llegó a través de un anuncio público, en la forma de un bando del Conde Nesvind de Riaghul. En él se solicitaban hombres valientes para un servicio al Conde que sería recompensado con diez escudos de oro por cabeza. Una situación complicada y un pago demasiado bueno como para pasarlo por alto se unieron, dando lugar a una decisión que no podía ser ni discutida. Antes incluso de tener tiempo de pensarlo os encontrabais ya en el castillo del Conde hablando con su secretario... y hechicero.

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12/01/2009, 11:45
Ashadir

El secretario del Conde era un hombre de corta estatura y complexión delgada, vestido con ropas demasiado gruesas para aquella época del año y cuyo embriagador olor a perfume podía percibirse desde varias salas de distancia. Tenía un acento extraño en el habla, de pronunciación ruda y basta, pero en cambio haciendo uso de un vocabulario noble, aristocrático y extenso.

-El trabajo es sencillo. Debéis proteger y transportar un cofre hasta su destino. Éste ha sido un año de malas cosechas y el Conde ha tenido problemas para reunir el diezmo acordado con la Torre Negra de Ybress. No teníamos el pago listo cuando aquellas asquerosas criaturas vinieron por él. Finalmente lo hemos logrado, aunque con algo de retraso, ¡tres mil Escudos de Oro no es cifra fácil de juntar! Lo que se precisa de vosotros es que llevéis el cofre a la Torre Negra y lo entreguéis a Sarcess en nombre del Conde Nesvind de Rhiagul. ¡Los hombres del Conde son demasiado cobardes! - aquellas palabras pronunciadas en voz demasiado alta eran una pulla hacia los soldados que os escoltaban frente a Ashadir. Éstos miraron hacia otra parte y bajaron la cabeza incómodos-. Demasiado cobardes y supersticiosos como para una tarea así, ¡malditos bufones de taberna! Hoy en día ya no se puede confiar en nadie. No es de esperar que encontréis problemas de ningún tipo, tan sólo debéis aseguraros de mantener el cofre alejado de bandidos y ladrones. Una vez allí, entregarlo será tan sólo un trámite. Por el servicio se os pagará diez Escudos de Oro por cabeza, cinco en este momento y cinco cuando regreséis.

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12/01/2009, 13:19
Moravius

Moravius escuchaba en silencio al secretario, tampoco es que le hicera demasiado caso, no le hacía falta para que los nombres, datos, y demás palabrería se grabaran a fuego en su perceptiva mente.
De hecho su mente simplemente divagaba sobre el hecho de que cada vez que veía a un hechicero como aquel (que podía representar perfectamente al colectivo) le daban ganas de usar su propio bastón para azuzar el fuego de alguna chimenea.
Sí, reemplazar su cayado por una espada era un tentación constante, y esta se incrementaba cuando veía la cara de superioridad de ese tipo, su manera de hablar...

Miró su cayado como si fuera una fea cicatriz de la que no podía deshacerse, porque al fin y al cabo la magia era su pasaporte para la vida de aventuras que llevaba, sin la magia solo sería un estorbo para el grupo, así que tenía que cargar con su bastón y su túnica, tan llena de cinturones de cuero, collares de piedras, y adornos varios que más bien parecía una tienda ambulante que una túnica. Pero al menos era su túnica, su manta, y era totalmente diferente a la de los demás.
Además gracias a los cinturones, pulseras y demás su ropaje le marcaba sus curtidos músculos, de los cuales se sentía mucho más orgulloso que de su magia. Los músculos le habían costado es fuerzo y le pedían una dedicación diaria, la magia la había aprendido con el mismo esfuerzo que le requería atarse los zapatos.

Mierda, ¿como he acabado pensando en mis zapatos?

Sí, Moravius lo había vuelto a hacer, se había quedado divagando en su propio mundo, bostezo ante el discurso -que en la mente del hechicero había durado como varias horas, cuando apenas habían sido unos minutos- empezando a golpear con los pies el suelo, impaciente. Cuando acabó de hablar su "colega" del gremio, preguntó rápidamente por si se le ocurría reemprender su discurso.

Supongo que se nos dirá la ruta por la que debemos ir, y que dicha ruta solo la sabrá el Duque en persona ¿verdad?

No, ni se fiaba del secretario ni de sus hombres, ese dinero era mucho dinero para no tentar a cualquiera.

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12/01/2009, 16:33
Antor PielGris

El viejo pícaro Antor escuchó al secretario del conde tranquilamente, mesándose la barba y sin perder ojo a sus expresiones a medida que éste hablaba. Veterano de cientos de misiones de este tipo, su aspecto daba cuenta de ello. Las joyas y adornos que lucía en su chaleco de cuero como muestra de ello,  impedían que pasaran por alto su presencia, aunque eso no parecía importarle lo más mínimo.

Después de que su misión les fuera revelada y que el hechicero hiciera su intervención, tomó la palabra y, jugueteando con los adornos de su chaleco.

- Bien fácil parece el encargo, después de oir vuestras palabras, pero varias dudas me asaltan y esperaría que pudierais resolver.

Mirando fijamente a Ashadir, poniéndose serio para hablar, continuó, - bien decís que el pago no se pudo hacer a tiempo, ¿acaso no estaremos a salvo de represalias cuando lo llevemos y de ahí que no queráis perder a vuestros hombres? Conociendo lo cruel que suele mostrarse la hechicera, ¿cómo nos garantizáis que no se tomará ninguna acción en nuestra contra?

Relajando su expresión, continuó con su siguiente duda, - y también me gustaría saber como el conde es capaz de entregar un cofre con tres mil escudos de oro a un grupo de desconocidos supuestos valientes sin asegurarse de alguna manera que el cofre tiene el fin deseado. Algo que realmente me intriga, ya que con esa cuantía podríamos huir a cualquier recóndito lugar y jamás nos encontrarían

Una sonrisa pícara lució en su cara acompañada de un brillo suspicaz en sus ojos.

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12/01/2009, 17:51
Alfren Niubar

La bella Alfren mantuvo una posición marcial con las piernas semiabiertas y sosteniendo su mano derecha apoyada en el cinturon, y a la vez sobre su cuchillo, mientra la otra mano cubría la anterior. Un viejo truco que había practicado con los años para aparentar menos peligrosidad cuando realizaba una transacción con gente que no despertaba su confianza.

El temor a que el pago fuera otro fiasco como el anterior crecía en su interior pero también la posibilidad de acudir hasta el pantano de las pesadillas y mucho más, ¡Hasta la mismisima torre negra de Ybress! Por ello estuvo tentada de aceptar el trato pero ante las acertadas preguntas de sus compañeros se mantuvo callada intentando no dar muestras de su alegría al poder tomar parte de la actividad, sin embargo una sonrisa se dibujo en su rostro sin que ella se percatará.

Oh, si, si esto sale bien podré conseguir entrar en la orden de caballeros de Ayris. No será un trabajo fácil, eso seguro, pero el acudir hasta las peligrosas tierras del pantano si que podría servirme de mucha ayuda así como para obtener experiencia de primera mano contra mis futuros enemigos en combate.
Me pregunto si la bruja se enfadará si me cargo algunos trolls por el camino...

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12/01/2009, 18:47
Bathalias de Emdelis

Sin perderse una palabra, Bathalias escuchó al mago atentamente. Al oír la problematica del condado de Riaghul, uno como tantos que no llegan a pagar a tiempo el diezmo, se solidarizó con ellos. El yugo de la bruja negra cada vez se ciñe más a nosotros -pensó mientras sus compañeros atacaban al mago con sus preguntas- Ojalá pudiesemos hacer algo más que entregarle el cofre a esa bruja.

Aunque tenía pensado des de un principio aceptar la propuesta, el agudo comentario del pícaro destapó algo demasiado evidente. Sonrió sin poder evitarlo, ya que era algo en lo que no se había fijado. Dispuesto por naturaleza a ayudar siempre a los demás, a Bathalias le vino una idea que quizás comprobaría según la respuesta del mago. Quizás seamos un cebo para entretener a la bruja mientras ellos reúnen el dinero... Quién sabe.

Bathalias resta callado, esperando oír lo que sus compañeros tengan que decir y las respuestas del secretario.

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12/01/2009, 20:09
Ailara Sotobosque

La joven Ailara se encuentraba muy incómoda. Nunca le había gustado las salas cerradas, aunque normalmente se jactaba de su diplomacia y buenas maneras. Esta vez era una de tantas en las que la druida se escudaba detrás de Merkus. Era el parapeto perfecto para pasar inadvertida a los ojos de aquel hechicero.

Intentó de todas formas distraerse para no mirar directamente a esos ojos traicioneros. Ora miraba el techo y sus decoraciones, ora acariciaba a su diel amigo. Mazgul siempre estaba ahí, reconfortándola.

De golpe, un nombre la desoertó del letargo, la Torre Negra. Ya de por sí le era duro estar ante un hechicero qualquiera, pero saber que iban a tratar con Sarcess fue algo que le superó del todo.

-POr los dioses, allí no.-

En el momento que notaba cómo sus ojos se empezaban a llenar de lágrimas se acurrucó a la espalda del barbaro y le susurró.

-No te gires, Merkus, no quiero que me vean así.-

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12/01/2009, 21:32
Merkus

El asombroso bárbaro estaba indignado.
Ya le habían estafado una vez. Y ahora no tenia ganas de que volviera a ocurrir.

 

Si bien la misión mientras la narraba el bicharraco ese, le parecía encantadora mientras la iba contando: coger dinero, romper las caras de algunos bandidos idiotas, entregarla, y volver para cobrar. Acababa de pasar a parecerle completamente mala.

 

El bribón al que podía llamar compañero, puede que fuera un tanto molesto, pavoneándose todo el día, pero estaba claro que sabia lo que se hacia.

Y la idea de que lo mandaran a morir, en vez de a cobrar, no le gustaba para nada.

 

Ante las preguntas de sus compañeros, no pudo más que emitir un leve gruñido.

 

El pantano, la bruja. Todo eso le daría gloria, y seguramente una cicatriz más en su cuerpo. Pero eso no le preocupaba tanto como el hambre. El hambre era un gran mal. Además era un justo precio, jugarse la vida para conseguir el tesoro y volver con los suyos, y así perpetuar su linaje.

 

En ese punto escucho la voz de la joven druida a su espalda, se mantenía oculta. Sabia que le incomodaban tanto los recintos cerrados como a el un mal vino y una fea mujer.

Pero al sentir que le tocaba, aunque fuera solamente un gesto, un roce nimio y perdido en el contexto de todo lo que sucedía, se tenso como si se tratara de una fiera enjaulada viendo acercarse la muerte.

 

Las mujeres tenían ese don. Ponerlo completamente contra las cuerdas.

 

Así que forzó su dentadura una vez mas, apretando con fuerza,  con sus músculos tensos, y se concentro todo lo que pudo en la respuesta del pajarraco que tenían delante.

 

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13/01/2009, 12:25
Ashadir

Ashadir asintió brevemente antes de acercarse al grupo un par de pasos. A esa distancia, el dulzón aroma de su perfume resultaba todavía más intenso.

-La ruta es fácil -dijo mientras echaba mano de un mapa-, la tenéis marcada aquí. Pero la sabrá mucha gente, un batallón entero de hecho. Los hombres del Conde avanzarán por el camino principal, haciendo de señuelo para posibles ataques enemigos. Vosotros iréis por caminos secundarios paralelos al principal, a salvo de ojos curiosos. Son precauciones innecesarias pero que divierten a algunos enormemente.

Se volvió hacia Antor y continuó con la explicación.

-Dentro del cofre hay una carta sellada para Sarcess. En ella se dan las explicaciones necesarias y un salvoconducto para vuestro posterior regreso. El miedo a represalias deberíais tenerlo si fuerais sin el cofre, en caso contrario no hay razón para temer nada. Sarcess quiere su dinero, eso es todo. Solo un imbécil decidiría escapar con el dinero, creo que no llegáis a tanto. La fama de los hombres del Conde es legendaria cuando se trata de seguirle a pista a los ladrones, pero creedme si os digo que la de Sarcess es aun mayor. Si le tenéis algún apego haréis bien en no jugar con su dinero.

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13/01/2009, 14:49
Moravius

Moravius se cruzó de brazos para acabar de escuchar las palabras del mago. Sí, Antor había dado en el clavo y lo demás era todo palabrería.
Hum ¿Quien se encargaba hasta ahora de entregar ese dinero?
Hora de escuchar una mentira

Mientras esperaba la respuesta miró a sus compañeros, las curvas de Alfren le recalentaron la frente y desencadenaron el principio de una de sus múltiples fantasías eróticas (muchas de ellas formadas por más parte de recuerdo que de sueño) que explotó como una burbuja al ver a Ailara tras el bárbaro.
El mago sintió una sensación parecida a la envidia, solo que más retorcida.

Hasta entonces cuando entraba en una taberna, un burdel o cualquier lugar en el que había varias muchachas lozanas, observaba las que estaban libres y a esas atacaba. Poco le importaba que fueran rubias, pelirrojas o morenas, más altas o menos. Moravius había aprendido que no había mejor moldeador de una figura femenina que varios litros de alcohol retumbando en la cabeza.
Pero desde que había conocido a Ailara algo dentro suyo había cambiado, miraba a esa joven y pensaba que sus ojos poco tenían que envidiar a los del inmortal Bathalias en cuanto a tristeza. Además tampoco había conocido a ninguna mujer que lo hubiera tratado con tanta aspereza como ella los primeros meses de conocerse.
A Moravius le había costado sangre y sudor conseguir disminuir el desprecio con el que lo miraba cuando hacía algún conjuro o leía alguno de sus libros de magia.
Pero en los libros de Moravius no habían capítulos que hablaran de los celos, o que explicaran el amor, por lo cual este se encontraba totalmente perdido con ella.
Y cuando la veía parapetarse tras Merkus no podía evitar apretar los puños y los dientes durante un momento.

Merkus era todo lo que ella necesitaba, un protector para una huérfana.
Moravius era todo lo que ella odiaba, un hechicero como el que mató a sus padres.
Tengo que pedirle consejo a Antor en cuento a ella.

El hechicero de pelo blanco se obligó a centrarse en la situación actual. Poco le importaba que fuera una trampa, en estos momentos necesitaba acción, hacer volar cosas por los aires y intentar deshacerse de ese extraño sentimiento que estaba desarrollando hacia la druida.
Sí, un poco de acción no le iría mal. Podría meter su cayado en el cofre, entre las monedas y ver si estas eran falsas, pero no iba a hacerlo, de hecho si por el fuera ya estarían de camino a la Torre.

Hijo, ¿para que te vale ser tan inteligente si nunca piensas las cosas?.

Las palabras de su fallecido padre retumbaban en su cabeza cuando con total disimulo se giró hacia Bathalias y le guiñó un ojo, señal inequívoca de que por el si aceptaría el encargo. Ahora faltaba ver que pensaban los demás.

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13/01/2009, 17:57
Alfren Niubar

Alfren se mordió la lengua y apreto sus manos para no aceptar el trato directamente pues esa era su intención. El poder acudir hasta las inhospitas tierras del pantano de las pesadillas y la peligrosa torre negra de Ybress ya eran más que suficiente pago para ella pero no podía obligar a sus compañeros a aceptar el trato porque ella quisiera, era una decisión que le correspondía a cada uno de ellos.

Suavemente hablo con una voz intensa pero harmónica.
También se nos suministrarán víveres así como otros objetos útiles para realizar el viaje, ¿Verdad?

Transportar 3000 escudos de oro no sería tarea fácil, más si tenían que arrastrar el cofre durante el viaje a no ser que contarán con algún medio de transporte. Y si viajaban todos a caballo sin duda tardarían menos tiempo. Con un poco de suerte tal vez Ailara hasta conocierá un camino por el bosque para acortar el viaje...

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13/01/2009, 18:04
Antor PielGris

 Mirando algo extrañado a Moravius después de su última pregunta, Antor sonrió. Parecía mentira que aún se dejase llevar por las apariencias, - bueno, ya sabemos que cuando vinieron a recoger el tributo los siervos de la hechicera, el conde aún no lo tenía preparado - respondió a la pregunta él mismo.

- Solamente que el cofre debe ser grande y pesado, ¿habéis pensado la forma de que no resulte tentador para esos ojos curiosos?. El huir con tres mil escudos, al fin y al cabo, podría ser más fácil que el huir por miedo a represalias porque 'desaparece' el cofre.

Aunque la misión la pintara fácil aquel alfeñique perfumado, cuantos más problemas pudieran solucionarse previamente, mejor y más rápido sería el fin de ésta y podrían reclamar la segunda parte del pago.

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13/01/2009, 19:06
Bathalias de Emdelis

Al alcanzarle el mapa, Bathalias le dió un buen vistazo y usó su experiencia en ello. Aprobó rápidamente la decisión del secretario, aunque arrugó la nariz al oir su comentario. Después de todo, toda precaución es poca en una misión como esta, -le contesta seriamente- ya que jugar con Sarcess no es cosa de broma. El cofre debe llegar a su destino.

Tras devolverle el mapa que le tendió el secretario, sigue escuchándolo. Cuando contestó a la pregunta que tan acertadamente hizo Antor, no pudo evitar sonreir como si dicho comentario lo hubiese hecho un niño pequeño.

Lo sabemos, señor -comentó Bathalias al secretario al creer este que huirían con el dinero- Solo un necio sería capaz de intentar huír con algo que fuese de Sarcess...

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13/01/2009, 20:10
Ailara Sotobosque

 

 

Poco a poco Ailara se fue recomponiendo, pero cada segundo que pasaba era una tortura.  Acercándose lentamente sin atreverse a mirar  a Ashadir, posó una mano encima del elfo la sacó de su vagabundeo y le dijo, con voz clara.

 

-Bathalias, yo confío en ti desde el primer día.¿ Pero no crees que una vez que Sarcess tenga su oro no tendrá porque dejarnos marchar? Al fin y al cabo es una bruja... y una hechicera. -

 

Al pronunciar esas ultimas palabras le recorrió un escalofrío por la espalda. Y aguantó la respiración para vencer la tentación de mirar al hechicero a sus ojos.

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13/01/2009, 21:39
Merkus

El barbaro ya sobrepuesto del acercamiento de la druida, habia prestado toda su atenciona la chachara que tenia lugar. Aun no sabia que era lo que esperaban conseguir sus compañeros interrogando a ese pajarraco perfumado y ponposo.

Pero lo que si sabiá era lo que tenía que hacer, y respondío al comentario de la pequeña.

Yo no dejare que esa bruja nos toque ni un solo pelo de la cabeza. Si se atreve a amenazarnos, sera presa de toda mi ira. Jah.

Se jacto, sabia que seria un insensato si de verdad pensara plantarle cara a la bruja de la cienaga maldita. Pero que demonios, a quien iva a engañar, morir peleando contra un enemigo mas poderoso que uno mismo seria una digna muerte. Claro que eso entaba en contra de propagar su linaje. Pero desecho esas ideas, pues no era momento de tales fantasias.

Se empezo a mover incomodo. Estaba claro por todos los que en la sala estaban, que para el barbaro no habia nada mas que hablar. Ya tenia un objetivo y poco o nada podria separarlo de el.
Sus manos se apretaron fuertemente contra sus brazos en una inconfundible señal de que sus musculos estaban prestos para la accion y no para el dialogo prolongado.

No esperaria mucho mas. Durante sus viajes habia dejado a un lado las prisas y habia aprendido a respetar a las gentes de fiar que tenian mas luces que el. Pero tampoco esperaria eternamente, y esta reunion se estaba alargando demasido.

 

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13/01/2009, 21:53
Moravius

- bueno, ya sabemos que cuando vinieron a recoger el tributo los siervos de la hechicera, el conde aún no lo tenía preparado -

El mago levantó los hombros lanzando una sonrisa a Antor.
Ouch

Las palabras de su padre volvieron a aparecer en su cabeza, "Hijo, ¿para que te vale...." pero las alejó de su mente como quien se deshace de un mosquito.
Sí, su intervención en la conversación había acabado, daba igual el porcentaje de mentiras de las palabras de ese secretario e incluso la ridiculez de la suma que iban a cobrar por la misión. El ya estaba dispuesto para partir así que se retiró a la retaguardia del grupo, quedándose al lado de Merkus, al que le susurro Quizás si esta misión se complica los bardos canten nuestros nombres,las tabernas nos abran sus bodegas y la gloria nos abrace. Y si no, pues seremos un poco menos pobres

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14/01/2009, 09:38
Antor PielGris
Sólo para el director

Notas de juego

 Masters, siento no estar familiarizado con el juego, ¿podría hacer algún tipo de tiradas para saber si nos está mintiendo sobre la existencia del salvoconducto y nuestra vuelta ileso?

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14/01/2009, 12:09
Neijel

Notas de juego

En general Ashadir desprende un sentimiento de desconfianza que en ningún momento intenta ocultar. No eres capaz de detectar si miente o no pero sí te queda claro que es una serpiente sin escrúpulos.

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14/01/2009, 12:12
Ashadir

El secretario asintió ante la respuesta de Antor a Moravius.

-Como decía antes -respondió en tono petulante-, el batallón que os acompañará llevará un baul idéntico al vuestro. Los ojos curiosos estarán pendientes de ellos, no de vosotros. Sarcess solo quiere su dinero, os lo aseguro. Una vez le deis el cofre eso será todo lo que le preocupe. No correréis peligro a menos que cometáis la imprudencia de faltarle al respeto. No os lo recomendaría.

Dejó escapar una risita siniestra antes de continuar.

-Se os proporcionarán monturas y una mula de carga para cargar con el cofre. Hay un día de viaje hasta el borde del pantano y otro día más hasta la Torre Negra. Vais, entregáis el cofre, volvéis.