Partida Rol por web

Tributo de Sangre (V)

Heraldos de Paz

Cargando editor
14/01/2009, 22:48
Ailara Sotobosque

- Sí Mercus, tienes que alimentarte bien para mantener esos músculos fuertes y vigorosos- pese a que a Ailara su compañero le resultase demasiado hosco para su gusto, sabía que la enorme masa de músculos del bárbaro solía llamar la atención de muchas mujeres.

- ¡Porque volvamos de una pieza!- bromeó la druida como respuesta a Moravius, antes de apresurarse a dar un rápido trago al vino demasiado fuerte para su gusto.

Cargando editor
14/01/2009, 23:20
Merkus

Merkus pareció bufar. Se rascó la cabeza y alguna que otra cosa más, no se necesitaba mucho cerebro para entender que el Conde casi que los estaba llamando ladrones y eso no le gustó nada de nada. Puso los brazos en jarras, mirando a los hombres con cara perro rabioso y poniéndose entre Alfren y los soldados del Conde cuando su instinto le indicó que la situación se estaba tornando potencialmente peligrosa.

Era un hombre de pocas palabras, pero no necesitaba de palabras para aplastarle la cabeza a nadie. La musculatura del bárbaro se tensó, estaba listo para la acción, pero las aguas se apaciguaron con la misma rapidez con la que se habían agitado y volvió a retomar la ubicación y postura iniciales, guardando sepulcral silencio, sólo se le oía respirar y de vez en cuando algún sonido raro que hacía con la garganta.

Dejó que los demás hablaran y preguntaran, él no servía para esas cosas, además que si las hacía seguramente no iban a ser tan claras como las que podía hacer el resto.

Se preguntó cómo sería el Pantano de las Pesadillas, qué clase de cosas podían encontrar en él, si alguna de ellas le serviría para terminar su búsqueda y un sinfín de cosas más bastante largas de enumerar. La verdad es que la mente de Merkus era todo menos brillante, pero sí que era rica en imaginación y ésta última no tardó en echarse a volar.

El Conde se marchó y el ni se enteró y si lo hizo actuó como si no, pero ciertamente no pasó lo mismo ante la nueva provocación del secretario.

-Arggg... Merkus no es ladrón y sus amigos tampoco -masculló, cosa rara, porque por lo general habría bociferado aquellas palabras, mas algo había en el ambiente, algo que él no acababa de entender que le hacía reprimirse.

Otra vez se había puesto en posición de alerta, pero igual que antes no fue necesario hacer nada. El secretario había comenzado a responder las preguntas y a dar detalles que a todos interesaban. Giró sobre sus talones y se aproximó un par de pasos para poder ver bien el mapa que el hombrecito mostraba y no perderse nada de todo cuanto decía. Pero de todo lo que oyó hubo una cosa, una frase que hizo que sus facciones incluso se suavizaran: "Se os servirá de comer". Lo demás que dijo el secretario ya ni lo escuchó porque en ese momento no oía nada más que el sonido de sus tripas retorciéndose y acusando la falta de una buena comida.

-¡Aaaahhh comer, sí comer! -se dijo- ¿¡Dónde está la comida!? ¡Hidromiel, quiero hidromiel, una jarra grande de hidromiel y otra de cerveza!

De no ser porque la druida estaba lejos de su alcance la hubiera golpeado apenas la oyó decir que no quería comer porque temió que los demás dijeran que ellos tampoco y lo iban a dejar con las ganas. Por suerte eso no pasó y se dirigieron todos hacia las cocinas, Merkus casi el primero, dando enormes zancadas, siguiendo con su olfato cual perro sabueso el aroma de la comida. Alegre, como pocas veces.

-¡Oh! -exclamó tras sentarse y ver a las mujeres que les servían. Su mirada, al principio fija en las bandejas con comida, pronto encontró un panorama infinititamente más apetecible de ver: escotes generosos, curvas turgentes... una visión capaz de levantar hasta a un muerto y que paradójicamente despertaba también su apetito, aunque en ese caso el apetito era de otro tipo.

En un abrir y cerrar de ojos Merkus había tomado un trozo de carne y le daba una enorme mascada cuando a Alfren le dio por bromear a costillas de él. Casi ni se movió con el golpe de puño que ella le dio sobre el hombro. La miró de reojo y dio un tirón con la cabeza para terminar de cortar la carne con los dientes. El bocado que había sacado era tan grande que apenas y podía masticarlo. Su mandíbula se movía de un lado a otro, igaul como se mueve la mandíbula de los rumiantes. No le respondió a la pelirroja, tenía la boca demasiado ocupada con el trozo de carne, pero alzó la jarra cuando se propuso el brindis.

-¡¡JALUU!! -salud es lo que dijo, aunque la palabra difícilmente se entendió. Es lo que tenía hablar con la boca llena.

Cargando editor
15/01/2009, 03:06
Bathalias de Emdelis

Bathalias siguió al guardia abriendo la comitiva, siendo casi pisado por Merkus, que con sus grandes pasos estaba a un pelo de aplastarle los tobillos con sus botas.

Los fuertes olores de la cocina casi marearon al pobre elfo, pues su nariz no estaba acostumbrada a tales rudeces y prefería otros aromas más refinados.

Al ver entrar la comida en grandes bandejas la miró detenidamente y tras dejar que el bárbaro cogiera lo que quisiese con sus enormes manazas buscó algo de pollo y verduras para sí mismo.

Tras el brindis, en el que apenas probó el vino, pues su olor era algo amargo, añadido al hecho de que no le gustaba demasiado beber, decidió sacar el mapa que el secretario le había entregado y tras plantarlo en el centro de la mesa dijo:

Amigos, no voy a interrumpiros en vuestra comida, pero debemos mirar ya la ruta a seguir, para calcular posibles riesgos, pues por mucho que digan el conde o su secretario, más peligros nos acontecerán que sólo algunos bandidos o duendes del pantano.

Tras esto clavó la vista en el pergamino, estudiándolo a fondo mientras mordía una manzana y saboreaba el dulce jugo, que era mucho más de su agrado que la grasa del cochinillo que el bárbaro devoraba ávidamente.

Cargando editor
15/01/2009, 10:16
Director

El mapa tenía muy claramente marcadas las rutas que iban a seguir tanto el señuelo como el grupo pero no tenía más caminos. Estaba pensado para que los aventureros no tuvieran ninguna duda respecto a la ruta a seguir y para que no acabaran en la del señuelo, pero estaba claro que quien lo había trazado no quería que pudiera utilizarse para otra cosa que no fuera ir hasta la torre. O al menos hasta el pantano. La ruta acababa allí, no había instrucciones de cómo atravesar el cenagal. La ruta del señuelo también acababa en el pantano, pero en un punto diferente, más al este.

La torre y el pantano estaban situados al norte. Un breve cálculo revelaba que ese día tendrían que acampar en mitad de la ruta y tras un par de horas de camino al día siguiente llegarían al límite del Pantano de las Pesadillas. Y a partir de ahí incertidumbre. Los compañeros, basándose su experiencia, calcularon que a media tarde deberían haber cruzado el cenagal si no había ningún problema y los caminos estaban bien definidos... aunque lo más probable es que les tocara acampar en mitad del cenagal.

Había que reconocer que el camino que ellos iban a recorrer estaba bien pensado, se mantenía paralelo al principal para acortar en la medida de lo posible el viaje, pero discurría siempre entre bosques y a una mayor altura, brindándoles una excelente cobertura.

Cargando editor
15/01/2009, 13:38
Alfren Niubar

Alfren se levantó para colocarse junto al elfo y así poder ver el mapa en condiciones. Estudiarlo le proporcionó un singular placer pues se sentía en su salsa. La distancia hasta la Torre Negra no parecía exagerada. En principio, y si no había ningún inconveniente, para mañana a estas mismas horas habrían arribado a los límites del cenagal. Sin embargo, se sintió desconcertada ante la falta de indicación de senda alguna para atravesar el mismo. Desde una perspectiva estratégica aquel sería el punto más delicado de su recorrido y en el que más expuestos estarían a un posible ataque, pensó, a diferencia de todo el  trayecto anterior que parecía estudiado para gozar de la protección natural de los bosques, así como de cierta ventaja dada su altura respecto del camino que seguiría el cebo. Eso por no añadir que el tramo del cenagal era largo.

- Parece que la ruta que nos han dibujado es la mejor a la vista del mapa - señaló recorriendo con su dedo índice la línea -. Pero me resulta llamativo que no haya ninguna referencia acerca de cómo cruzar el cenagal. Allí, nuestra marcha será más lenta y seremos visibles desde lejos si, como sospecho, no hay árboles que nos cubran. Y ello quiere decir que si alguien va detrás de nuestro cofre... sabrá dónde estamos. Ese yermo es amplio y no va a ser fácil atravesarlo. Y no me hace gracia la idea de tener que acampar allí de noche. Tal vez podríamos preguntar a ese capitán Neomen si disponen de un mapa del cenagal, con posibles rutas para llegar a la Torre. Y si no recuerdo mal, el Secretario mencionó la presencia de duendes poco amigos de Sarcess. Sería conveniente saber dónde están para no tropezarnos con ellos - dijo aplicando su mente militar -. Si no se llevan bien con ella, tal vez intenten obstaculizar nuestra marcha. Oye Ailara - dijo dirigiéndose a la druida -, tú que sabes mucho de las diferentes razas, ¿qué puedes decirnos de los duendes?

Cargando editor
15/01/2009, 14:53
Director
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Tirada: 1d8(+8)
Motivo: Conocimiento (dif Rutina)
Dificultad: 5+
Resultado: 8(+8)=16 (Éxito)

Notas de juego

Ailara lo sabe todo respecto a la raza de los duendes, costumbres y sociedad.

Cargando editor
15/01/2009, 15:02
Director

Notas de juego

Lo que Ailara sabe sobre los duendes.

Son una raza de hábitos nocturnos que se desenvuelven especialmente bien en las cuevas. Son guerreros por naturaleza y su capacidad para controlar la magia está bastante limitada.

Suelen vivir en aldeas militares y cada uno de sus habitantes es diestro en el combate, ya sea físico o mágico (dentro de sus límites).

Estos grupos sociales se dividen en clases, que están determinadas por la habilidad de combate de cada uno, siendo los menos agraciados quienes se encargan de las tareas de peón y se dedican a los trabajos manuales como excavar o poner trampas.

Los que le siguen son los cazadores, encargados de hacer expediciones a diario y traer un banquete suficiente para alimentar a la aldea (una árdua tarea porque los nucleos de población suelen tener entre 100 y 300 habitantes)

Sobre éstos está el ejército, la elite de los duendes, quienes entrenan continuamente sus inigualables habilidades, preparándose para el día en que el rey declare la guerra a alguien.

Mientras tanto, sirven como guardia local y protegen a los habitantes de los peligros locales, así como de las invasiones de pueblos hostiles.

Sobre el ejército sólo está el Rey, quien desde su trono decide el rumbo que la aldea seguirá.

Cargando editor
15/01/2009, 16:55
Bathalias de Emdelis

El elfo siguió con la mirada el dedo de Alfren, que se arrastró por el camino marcado en el plano.

Que raro me parece que no esté marcado el camino del pantano...

Si, preguntémosle a Neomen, con suerte nos podrá decir algo.

Volvió a morder su manzana, el resto de la comida estaba o sosa o salada para su gusto, pero la fruta tenía un gusto exquisito.

Y lo del cofre señuelo... que mala espina, tengo que pedir comprobar ambos cofres...

De repente se giró hacia Ailara mientras cogía otra manzana del frutero.

Eh, ¿has probado esta fruta? Es realmente sabrosa, seguro que te gusta, toma, come algo.

Tras esto le lanza la pieza para que pueda degustarla.

Cargando editor
15/01/2009, 16:51
Moravius

Si alguien los seguía, sería porque los hubieran traicionado o al menos eso pensaba Moravius y es que para llegar hasta ellos, debían ir siguiéndolos o estar esperándolos pero ciertamente aquello no era lo que más le preocupaba a él; se detenían en detalles que quizás hubiera que resolver sobre la hora y no pensaban un poco en Sarcess, sea como sea, ellos eran desconocidos y de tierras extrañas; seguramente ella no los estaría esperando y por tanto, serían poco menos que vulgares intrusos. Se acercó a ambos compañeros y los miró con cierta gravedad.

-Esta gente quiere que entreguemos en cofre, es decir, ese es el cometido final. Creo, querida Alfren, que si tuvieran un mapa del cenegal, nos lo habrían dado. Cosa bastante difícil que tengan, porque un cenegal no es así como un camino normal, serpentea y me atrevo a decir que cambia con los años-el peliblanco hizo una breve pausa.-No perdemos nada con preguntar al capitán, algún atajo quizás, pero dudo que un nuevo mapa. Sin embargo, amigos, creo que estamos olvidando la peor amenaza y esa es Sarcess, no los duendes, ni los animales salvajes, no. Podríamos acampar a buen resguardo si llegamos a tiempo esta noche y luego, desde el punto del cenegal, bueno, aprovecharemos las virtudes de cada uno.

Sonrió animosamente, no dudaba que lo lograrían, sólo habían de dejar bien claro que iban a hacer un pago y las guardias de Sarcess, no dudarían en dejarlos pasar o quizás la llevaran ellos mismos. Después de todo era lo que ella quería: el pago. Sin embargo, no dejaba de molestarle el asunto de que se hubieran retrasado más de un año, aquello no se supone fuera normal y mucho menos que la bruja lo aceptara con tal tranquilidad. Bebió un sorbo de vino, sus ideas estaban expuestas sobre la mesa, seguiría al resto y haría lo que se decidiera entre todos pero dos cabezas piensan mejor que una y allí había seis.

Cargando editor
15/01/2009, 20:05
Director

Notas de juego

Bueno, como veo que estáis de charleta hoy no hay post del director. La partida lleva un buen ritmo y creo que es mejor daros algo de tiempo para que interactuéis entre vosotros. Eso no significa que no me esté leyendo lo que escribís, estoy atento por si tengo que intervenir.

Cargando editor
15/01/2009, 20:00
Alfren Niubar

- Moravius, puede que tengas razón en cuanto al pantano, que sus rutas cambien con el tiempo, pero hay algo que olvidas - dijo tras escuchar atentamente al brujo -. La torre está habitada e imagino que quienes allí viven no están eternamente recluidos sin poder salir. Además necesitarán comida y otro tipo de vituallas, con lo que el trasiego a través del cenagal debe ser más o menos constante. Así que un camino debería de existir. O más de uno. Otra cosa es que  aquí  nos puedan aclarar ese extremo, pero por preguntar nada perdemos. Es más, se me ocurre que en el caso de no tener un mapa, tal vez alguien de la zona provea de alimentos a la Torre y podrían ponernos en contacto con esa persona. ¿Cómo lo ves, Bathalias? - demandó algo tímidamente, buscando su aprobación al sentir que estaba hablando demasiado -. Y Moravius, ¿por qué dices que la peor amenaza es Sarcess? No entiendo lo que quieres decir - preguntó extrañada.

Cargando editor
15/01/2009, 20:29
Ailara Sotobosque

-En mi opinión-interrumpió Ailara antes de que el mago pudiese contestar-, son más peligrosos los duendes que los esbirros de Sarcess. Éstos, en su mayoría, estarán avisados de que alguien tiene que transportar un cofre hasta la Hechicera y posiblemente no nos molesten demasiado, pero los duendes son otro cantar.

Mientras acariciaba el lomo de Mazgul, que disfrutaba más la comida que ella misma, la druida expuso sus razones:
- Según parece tendremos que pasar, casi seguro, una noche en el cenagal y el problema está en que los duendes son criaturas nocturnas. Están, además, muy bien organizados de tal manera que cada uno en la aldea tiene bien asignadas sus tareas y, uno de de los grupos principales, se encarga de cazar noche tras noche lo suficiente para alimentar al resto. Es muy posible encontrarnos con una de esas patrullas de caza, y estando tan enemistados con la Hechicera como están, no creo que les guste que le llevemos un cofre repleto de oro- Aquí la joven hace una pausa, pensando si añadir o no más información-. Y eso si no tenemos en cuenta lo de las trampas...

La druida esperó a que le preguntasen en concreto por ello, al parecer le gustaba ayudar al grupo con sus conocimientos pero no que esta ayuda pasase desapercibida:
- Uno de los estratos más bajos de la sociedad de los duendes es el encargado de las tareas manuales; entre ellos, los que se encargan de colocar trampas, bien sea para atrapar a los animales o defender su territorio de los incursores. No dudo de que tendremos que andar con cuidado para no acabar en el fondo de un foso o tratando de librarnos de una red. Lo que sí está claro es que el cenagal será donde más problemas podamos hallar.

Estaba claro, al menos para Ailara, que no deberían encontrar apenas oposición hasta llegar a la ciénaga, al menos para ello se había preparado así su travesía; pero a partir de allí tendrían que esquivar a las aberraciones que habitaban el pantano, a los duendes e incluso también a aquellos que servían a la Hechicera a los que no les gustase su presencia en la zona.

Notas de juego

Vale, me he pisado con Alfren: Edito ligeramente.

Cargando editor
15/01/2009, 23:43
Merkus

El bárbaro no estaba desperdiciando ni un solo minuto de esa conversación, escuchaba todas y cada una de las palabras de ellos, pero nada decía porque mientras sus compañeros utilizaban la boca para hablar él la usaba para comer y beber.

-Entonces... -dijo después que la druida habló y antes de que el elfo respondiera, claro que la frase que estaba diciendo se vio cortada por el fuerte eructo que soltó.

-... ¡Ahhh! -exclamó satisfecho y se limpió la boca con el antebrazo-... Duendes duermen de día y trabajan de noche -se golpeó el pecho para hacer bajar un pedazo de carne que se le había quedado atorado a mitad de camino-... Nosotros tenemos que aprovechar luz del día para movernos y turnarnos para dormir en la noche...

Calló. Merkus era hombre de pocas palabras y con las que acababa de pronunciar había dicho más que en todo un día.

Cargando editor
16/01/2009, 00:02
Bathalias de Emdelis

El elfo se pasó la mano por los cabellos.

No es mala idea, Alfren, preguntaremos ahora y si encontramos alguna posada o algo de camino volveremos a hacerlo, en cuanto a Sarcess, no creo que tengamos problemas con ella, debería saber que va a llegar un cofre, pero me preocupan los duentes...

Se echó algunos mechones de pelo que habían caido y colgaban perpendicularmente al mapa hacia atrás.

Ailara, ¿dices que los duendes hacen vida nocturna? A lo mejor deberíamos descansar nada más llegar al borde del pantano y caminar por él de noche, así no tendríamos que hacer guardias nocturnas, y aunque cueste algo más ver estaremos mucho más preparados ante cualquier ataque ¿qué os parece?

Bathalias se quedó pensativo un momento, con la mirada clavada en el mapa.

¿Por qué me parece tan extraña la táctica de llevar un cofre señuelo?¿A lo mejor por la negativa de los soldados a transportar el cofre?¿La posibilidad de que esa negativa sea falsa? Total, nosotros les damos igual, si morimos pues esas monedas que se ahorran. ¿No seremos nosotros el señuelo?

Era claramente visible que algo turbaba al nómada, pero, como siempre, lo mantenía para sí por no preocupar innecesariamente a sus amigos.

Cargando editor
16/01/2009, 08:17
Alfren Niubar

La paladina había escuchado con atención a la joven druida, sorprendiéndose de la amplitud de sus conocimientos acerca de los duendes. Una información útil por cierto, que les resultaba especialmente valiosa a la hora de preparar su marcha. Le sonrió y lanzó un guiño amistoso en reconocimiento a su aportación. Después tocaría el turno de Merkus y del elfo.

- No me convence Bathalias - dijo en respuesta a su pregunta -. Tú eres capaz de ver en la oscuridad, pero algunos de nosotros no y eso iría en nuestra contra si nos vemos en la necesidad de enfrentarnos a alguien. Estoy con Merkus en lo de avanzar de día y hacer turnos de guardia por la noche. Además, fíjate. Aun si partimos inmediatamente, nos veremos obligados a hacer noche incluso antes de llegar al pantano. Calculo que tras haber amanecido, en un par de horas llegaríamos a los límites del mismo. Si todo saliera bien, terminaríamos con nuestra misión antes incluso de que hubiera oscurecido de nuevo. Para atravesar el pantano de noche como tú propones, deberíamos perder un día completo esperando a que llegue la oscuridad, a no ser que... - durante unos segundos la pelirroja Alfren se mordisqueó el labio y su ceño se arrugó en una línea vertical con la vista concentrada en el mapa -, ... a no ser que pudiéramos ir más rápido. ¡Bathalias! Si nos proporcionaran unas monturas, buenos y resistentes caballos, podríamos llegar rápidamente a los límites del cenagal - dijo con los ojos brillantes satisfecha por su idea -. Y entonces decidir qué hacer.

Cargando editor
16/01/2009, 11:58
Antor PielGris

Antor había observado con interés el largo camino que se introducía en el castillo mientras meditaba sobre la conversación que habían mantenido con el secretario. Al principio le había escamado mucho, era demasiado confiado, pero luego... luego había sido más como esperaba: una advertencia y luego una explicación. Pero tal vez hubiera sido todo demasiado sencillo. Sin duda el pantano prometía ser peligroso, aunque también una espectacular vivencia.

Antor se alisó con cuidado las canosas puntas de su bigote mientras meditaba. Habían llegado a una estancia cercanas a las cocinas, en donde probablemente les darían la pitanza prometida.

Cuando la puerta se abrió para que las camareras entraran con bandejas repletas de comida y bebida Antor las observó con una sonrisa, y luego empezó a comer con tranquilidad y elegancia. Escuchó las palabras de sus compañeros, con atención, asintiendo tanto a las intervenciones de Ailara y Alfren, aunque al escuchar a esta sobre los caballos negó con la cabeza. 

- Dudo mucho que nos proporcionen caballos. La ruta que vamos a seguir hasta el pantano es bastante poco visible, y es posible que los caballos en el bosque nos retrasaran. También seríamos más facilmente detectables, y por la misma ruta no parece que eso sea lo que se desea por el conde. Sin embargo estoy de acuerdo en movernos por la mañana. Ir de noche por un cenagal desconocido, del que carecemos de todo plano, no me parece lo más oportuno. Las posibilidades de perdernos, o de que alguien del grupo pise donde no debe, aunque escasas, no son desdeñables 

Notas de juego

 

Cargando editor
16/01/2009, 15:46
Capitán Neomen

Cuando el contenido de las jarras y bandejas pasó a estar dentro del estómago de los aventureros, en especial en el de Merkus, la puerta se abrió de nuevo para dejar paso a un hombre fribroso de mediana edad, de pelo y elegante bigote canosos y piel curtida por el sol. Estaba vestido con los colores ejército del conde y a juzgar por los galones y adornos debía ser un mando de rango intermedio. Se acercó a la mesa y les habló con un tinte ilustrado en su voz pero de forma bastante respetuosa.

-¡Saludos! Soy el Capitán Neomen. – anunció cuadrándose primero y estrechando después la mano a los miembros del grupo uno a uno - Me encargaré de crear una pequeña distracción para que vuestro viaje sea un poco más seguro. Partiré un poco antes que vosotros por el camino principal y veremos si encontramos problemas de algún tipo. Esperamos una artera jugada de alguno de los nobles rivales del Conde Nesvind, más de uno vería con buenos ojos que el pago no llegase a su destino y, con ello, que Sarcess tuviese motivos para castigar al Conde. No descarto un ataque. Nosotros seremos el señuelo mientras que vosotros avanzaréis por la senda de los leñadores, que como habréis visto - hizo una seña con la cabeza hacia el mapa que estaba desplegado sobre la mesa - trascurre paralela al camino principal pero atraviesa el bosque de abedules y bordea las colinas. Tardaréis algo más en alcanzar el pantano, no obstante merece la pena el rodeo ya que os alejará de ojos codiciosos y no es la ruta que esperan esas sabandijas. Si me acompañáis iremos al patio de armas donde ya está todo listo para la partida de ambos grupos. -

Esperando que le siguieran comenzó a avanzar hacia la puerta:

- Si tenéis alguna pregunta os la contestaré por el camino. El conde desea que se parta lo antes posible. -

Cargando editor
16/01/2009, 16:48
Moravius

Moravius guardó silencio, estaba pensativo. Las obviedades no le gustaban, no le agradaba dar por sentado algo que podría simplemente ser muy distinto; en su opinión el peligro más grande era Sarcess porque ella tendría ojos acechadores sobre ellos y porque a quién más que a ella podría importarle que aquel pago no llegara para luego sembrar el terror entre la gente del conde. Los duendes no eran aliados de Sarcess y ellos tampoco lo eran, en su pensar, si los duendes sabían eso, no tendrían mayor inconveniente en dejarles pasar con su encomienda. Más, no era el que más sabía de aquellos temas y quizás se estaba equivocando en sus conjeturas. No dudaba que harían buen tiempo, todos eran fuertes y capaces, no se perderían en un cenegal, siempre y cuando permanecieran juntos.

Se espantó un par de pensamientos de la mente y luego volvió a pensar en lo dicho acerca de la bruja, lo cierto es que si los soldados del conde temían, dudaba mucho que fuera a los duendes, no, no era esa la razón por la que no querían ir a aquel viaje; debía haber algo más y entonces ¿qué era? Definitivamente no se imaginaba a un grupo de hombretones temiendo a los duendes. Esbozó una breve sonrisa imaginando aquella estampa, si era así, los hombres de aquel lugar eran poco menos que unos cobardes niñatos. Se reacomdó en su lugar cuando vino el capitán. Moravius lo miró de arriba a abajo y le siguió cuando empezó a caminar: al mal paso, darle prisa.

Cargando editor
16/01/2009, 18:45
Alfren Niubar

Quien más, quien menos había dado su punto de vista cuando el Capitán Neomen hizo acto de presencia. Se presentó a sí mismo como quien dirigiría al grupo paralelo que serviría de señuelo a los posibles enemigos del Conde, deseosos de que fracasara en su pago a la Torre Negra, y quien sería su guía hasta el Patio de Armas, verdadero punto de partida en la misión que estaban a punto de comenzar, y quien respondería a sus posibles dudas.

- Saludos, Capitán Neomen - dijo Alfren cuando estrechó su mano, para después seguirle a paso vivo mientras andaban -. Verás, hay algo que sí hemos estado comentando y es si contáis con algún plano o mapa más detallado del pantano aquí en el Castillo. En el que se nos ha proporcionado, la ruta  a seguir muere justo en el cenagal y no hay indicación alguna de cómo llegar a la Torre Negra. Lo cual quiere decir que tendríamos que buscarla nosotros y eso supondría una pérdida de tiempo importante, algo que no beneficiará a tu señor, el Conde. Y en el caso de no tenerlo, calculando que Sarcess necesitará provisiones de una forma más o menos constante, pensamos que quizá sí conozcáis a algún proveedor de la región que trabaje con la Torre y que pudiera facilitarnos una senda para cruzar el pantano de forma segura y rápida.

Alfren aguardó su respuesta. Durante el camino hasta el Patio de Armas había madurado la objeción de Antor sobre los caballos y había llegado a la conclusión de que, tal vez, tuviera razón. Además, ningún otro se había pronunciado a favor de las monturas, con lo que la decisión ya parecía tomada. Y quedaba pendiente el tema de los duendes. ¡Que no se les pasara!

En cuanto a la pregunta que había hecho a Moravius y de la que no había obtenido respuesta, a la pobre... ya se le había olvidado.

Cargando editor
16/01/2009, 19:48
Ailara Sotobosque

La joven druida se levantó todo lo rápido que pudo cuando comentaron que era hora de salir. Estar dentro de una sala oscura casi sin ventilación era algo que no le gustaba nada de nada, es más casi se sentía agobiada encerrada entre los gruesos muros de piedra.

Ailara, al contrario que Moravius, sí veía una gran amenaza en los gnomos. Eso si no consideraban que tal vez el plan del conde para esconderlos no surtiese efecto y se viesen acosados constantemente por villanos y mercenarios de otros nobles hasta llegar al pantano, o incluso los siguiesen dentro del pantano aumentando así las, ya de por sí numerosas, amenazas.