Partida Rol por web

Las escaleras ascienden a la terraza donde hay unos veinte fieles de espaldas entonando canticos. Delante de ellos sobre uun estrado hecho de una piedra grande caida de una almena dos verdugos sujetaban a Lenwe por manos y piernas. En medio el sacerdote, vestido con pieles y adornado con plumas llevaba un cuchillo en la mano con el que hacia dibujos sobre la piel del elfo. La sangre resbalaba por la roc y caia en hilillos dentro de la ultima vasija, que asi estaba dispuesta para ello. Al fondo habia un guerrero muy alto con armadura que nunca se alejaba demasiado del sacerdote. De aspecto brutal.

Mi respuesta es casi inmediata: apunto al sacerdote y una flecha surca el espacio que nos separa, dispuesta a alojarse en su corrupto cuerpo.

Veo como la flecha vuela hacia él.

La escena del sacrificio colmó de terror el corazón de Angus, que creía insensibilizado a estas alturas. ¿Cómo podían existir hombres tan embrutecidos como para rebajarse a cometer actos tan bestiales?

En aquel momento comprendió el motivo de que algunas personas pusieran en riesgo conscientemente su bienestar (¡y sus vidas!) para “correr aventuras”: No; no se trataba de locos en busca de desafíos y fortuna —al menos no siempre—, sino de gente dispuesta a detener a toda costa males como aquellos. Para que no se repitieran; para que no se expandieran; para que no devorasen todo aquello que merecía ser protegido.

Y ahí estaba él; un pequeño hobbit metido en primera línea de esa desigual lucha a causa de un rocambolesco giro del destino. ¡Qué lejos podía llevarle a uno implicarse en una apuesta absurda!

Sin saber del todo lo que estaba haciendo, Angus atacó con su honda al colosal protector del sacerdote, desenvainó su daga y se dirigió a la incipiente refriega.

—Por La Comarcaaaa!

Lleno de valor, acompañé hasta arriba al enano. Sus palabras me llenaron de confianza, su convicción era contagiosa y disipó todos mis temores. Cuando llegamos arriba, la escena no invitaba al mayor de los optimismos pero no podía frenar el determinado entusiasmo de mis compañeros. Cuando vi a Angus cargar su honda sin más, supe que dudar no era siquiera una opción y antes de lo que se tarda en expirar el aire que se respira, Zarahi ya había echado a volar una de sus saetas. Empuñé la daga con renovada determinación y, sin pensarlo más, cargué junto a mis compañeros.

- ¡A por elloooooos!- grité, apuntando con mi daga hacia adelante mientras corría enloquecido, hombro con hombro con Karel, y me lancé a por el gigante.

Allí estaba, porque nadie se había percatado de ello? Esa era nuestra misión no? Destruir las vasijas del gran brujo.. veo como mis compañeros comienzan a atacar sin titubear al sacerdote, al gigante con armadura.

Levanto mí escudo, preparo mí espada y me hecho a correr también, esquivando a todo aquel que se atravesara en mí camino, solo había una sola cosa importante en la misión y era aquella vasija. 

Corro sin detenerme, luego pensaría en la pelea, trato de esquivar o parar con el escudo a todo aquel que quiera detenerme y cuando llegara al lado de la vasija, le proporcionaría una patada tan fuerte para que no quede la menor duda de que se rompería

Al llegar arriba y ver la dantesca escena salgo corriendo en pos del sacerdote. Pienso que tal vez la sorpresa de nuestra llegada nos de unos momentos vitales para poder hacer estragos en nuestros enemigos. Paso veloz entre los acólitos que no saben qué está pasando y llego al altar, donde Lenwë está sangrando abundantemente. No se si está vivo o muerto, pero poco importa ahora. Lo primero es liquidar a esta escoria y destruir la vasija. Más tarde nos ocuparemos del desdichado elfo.

-Espero que aguante lo suficiente...

Al llegar junto al sacerdote le intento decapitar con mi afilada hacha ancestral. Una flecha se clava en ese mismo momento en su cuerpo. Lanzo mi grito de guerra mientras veo descender el filo de mi hacha sobre el impío humano...

-"¡Por Durin!"

Lo primero que los angmareanos advirtieron de que algo iba mal fue cuando una flecha emplumada se clavo en el pecho del sacerdote, que suelta el cuchillo con el que iba a matar a Lenwe. Esperanzado el elfo levanta la cabeza solo para ver a Angus volarsela de una pedrada que le deja KO.
Los fieles sorprendidos no aciertan a saber lo que pasa cuando Karel Migue Brendan y Arador irrumpan sajando y matando en direccion al altar... El gigante apenas esta sacando su arma cuando Migue se le echa encima y hunde su hoja de Numenor en una de sus piernas derribandolo. Arador termina el trabajo y karel decapita al sacerdote. Brendan destruye la vasija.....
Los supervivientes huyen como pueden dando gritos en Angmareano.

El corazón me palpitaba a mil desde que hundí la daga en su muslo y Arador le remató. Lancé, un terrible alarido (al menos terrible para un hobbit) con el arma en alto y, viendo el caos generalizado, aproveché para subir al altar y liberar a Lenwë, que parecía inconsciente. Saqué la cantimplora y le eché un poco de cerveza en la cara, seguido de dos sopapos bien dados en las mejillas.

-¡Espabila, maese elfo! ¡Toca largarse de aquí!

-¡Buen tiro, Angus! Pero asegurate a la próxima que le das al malo- felicité, con ironía, a mi compañero.

¡Arador! grito, intentando hacerme oír sobre el gentío, si el elfo no se despierta, cógelo y venid aquí. Os cubro.

Alzo el arco, ya con otra flecha dispuesta a acabar con el primer angmareano que se les acerque.

Angus empalideció al contemperar el precipitado y desastroso final de su exhibición de heroísmo. Pero el blanco de su piel pasó repentinamente a un profundo granate cuando escuchó los comentarios de Migue. A pesar de su momentáneo arrebato, Angus comprendió que no tenía madera de héroe.

Por otro lado... ¡estaban vivos! El ataque había sido un éxito, y pronto podrían abandonar aquel lugar maldito.

Arador ayudo al hobbit a cargar con el elfo.
Hay que salir por los tuneles. Fuera estan mis hombres. No podremos atravesar por la superficie Carn Dum y salir vivos.

Cuando bajaron de la torre los acolitos habian dado ya la alarma y cinco guardias habian llegado al patio. Fueron derechos a ellos nada mas verlos. Locos de furia.

Angus apenas se había recuperado de los últimos sobresaltos cuando repentinamente se encontró luchando por proteger su propia vida. ¡Qué locura! La daga de Oesternesse saltó a su mano, como poseída por el espíritu de su anterior propietario, y se dispuso a detener un golpe... y a devolverlo. Quiso lanzar un grito de combate, pero esta vez de su garganta únicamente brotó un murmullo inarticulado.

Cinco guerreros, cinco angmareanos. Sigo en la retaguardia del grupo, esperando ser capaz de disparar a alguno y que no llegue vivo.

Apunto y suelto una flecha. La segunda la suelto ya con los guardias casi encima.

La alegría por haber conseguido nuestro objetivo y la perspectiva de largarse lo antes posible de aquel infame, pero fascinante, lugar se evaporaron enseguida cuando aparecieron aquellos cinco elementos aparecieron a por nosotros.

Mi mano volvió a apretar con saña la empuñadura de la daga, preparado para lo que se me venía encima... o no.

Al salir de la torre, en la plaza, nos esperan cinco soldados angmareanos. Parecen fieros guerreros...

-Al fin voy a tener un buen combate.

Al percatarse de nuestra presencia vienen corriendo hacia nosotros. Me pongo en actitud defensiva, interponiendo el escudo, para esperar a esos malnacidos. En cuanto estén encima mía les partiré en dos con mi hacha.

Llego de destruir el jarrón, me dirijo donde esta Karel y lo sigo mientras descendemos de la Torre. En eso, antes de llegar a sale, vemos que vienen más angmareanos y antes de decir una sola palabra, Karel, el hobbit y la humana ya alzan sus armas al ataque.

Sin pensarlo dos veces, salgo detrás de ellos con espada en mano, diviso a uno que se me acerca con todas las de asesinarme y le lanzo dos espadazos. El primero, que le doy en el brazo derecho, y le hago un pequeño tajo, para luego con el segundo ataque terminar de rebanarselo

Zarahi derriba a dos de dos certeros flechazos antes de que lleguen. Angus es rapido de reaccion y sorprendentemente saja con varios golpes de daga al enemigo que se le tira encima dejandolo muerto en el suelo.
Migue tambien es rapido pero no acierta en organos vitales como su compañero. Su ataque apenas hace un rasguño a su enemigo... Afortunadamente Karel Brendan y Arador estaban cerca y dieron cuenta de el.
El unico angmareano superviviente retrocede en clara desventaja y acaba cayendo tambien.

Se metieron en los tuneles a tiempo de ver como una masa de unos quince o veinte angmareanos mas salian al patio para ir tras ellos....

Bajaron por el tunel con unos segundos de ventaja con un par de antorchas para poder ver. Escuchaban los gritos de sus perseguidores a cierta distancia tras ellos.
Llegaron a la sala de las jaulas. Tres caminos, uno descendia a la camara del tesoro, otro a las minas infestadas de gops. El ultimo conducia a la grieta y el desfiladero por el que habian entrado....