Partida Rol por web

Te acercas hasta las habitaciones de Toritaka Naomi, encontrándolas cerradas. Sin embargo, una criada está allí dispuesta para indicarte que la comida será en el salón cercano.

Cuando llegas, observas que eres la primera en llegar. Aunque es lógico que Naomi no haya llegado aún (sabes dónde estaba hace un momento), no dja de sorprenderte que nadie más haya llegado.

Pregunto a la criada de nuevo si alguien de los invitados se ha excusado y no vendrá. Luego, cuando haya respondido, le pregunto dónde se encuentra la Halcón, pues quiero hablar con ella.

Intentaré sonsacar a la muchacha, preguntándole cuándo hace que ha salido, y si hay alguien dentro. Le diré que temo, pues ha habido ya un ataque, y que quizá debería comprobar que nada malo le ha sucedido a su señora.

Dejas a Kiku de camino a su propio almuerzo en su habitación y te dirijes al salón donde está previsto el almuerzo, cercano a la habitación de Toritaka Naomi.

En el mismo momento en que Hiroshi llega a la sala donde se servirá el almuerzo y donde de hecho los criados ya lo están preparando, se encuentra casi de bruces con Shosuro Saiko, que estaba saliendo en ese momento de la sala. No han llegado más invitados todavía, a pesar de que ya pasan unos minutos de la hora prevista.

Con un leve giro (elegantemente ejecutado, por otro lado), la joven Escorpión evita el que parecía casi inevitable choque entre ella y el Grulla. Cuando lo ha sorteado, detiene su salida, y hace una inclinación, acompañada de una sonrisa.

-Hiroshi-san...! Konnichi-wa. No sé si esos ímpetus se deben a que ya tenéis hambre. Porque no creo que se deban a que supiérais de antemano que yo me encontraba aquí, no....?

Y añade a sus palabras una mirada divertida, aunque en ella se lee sin duda que su comentario está hecho sin más intención que la de bromear simplemente.

-Disculpadme -responde un Hiroshi tranquilo, en absoluto excitado por el sobresalto, mientras hace una breve reverencia dirigida a la escorpión con un cabeceo y mira al suelo-, no era exactamente con vos con quien pretendía tropezarme. Espero que haya un rincón en vuestro corazón para perdonar a este humilde bushi.

Levantando de improviso la mirada, con una expresión intereasda en su rostro, añade.

-Teneis un hermoso pelo ¿Es de verdad? -extendiendo una mano agarra con la punta de los dedos un mechón y tira un poco, después la aparta asombrado- ¡Se ha movido!

-Entonces, humilde bushi, ¿con quién pretendíais tropezar? Aunque, como veis, aún tendréis oportunidad para ello, puesto que nadie más ha llegado aún.

Saiko sonríe suavemente.

-...Y no necesito un rincón en mi corazón para perdonaros, nada habéis hecho para ofenderme...

Estas palabras suenan cuando el Grulla le tira del pelo. Entonces su sonrisa se desvanece.

-...hasta ahora.

Le mira enormemente sorprendida.

-Deberíais explicarme a qué ha venido eso. Es lo mínimo que podéis hacer...

Tocarme ha sido un error. Yo puedo hacerlo, consentirlo. Pero no así, sin más.

Intentaré que pierda el sentido por mi, y de éste modo, además, le tendré ayudándome en mi investigación.

-Me gustó tu pelo y quise tocarlo -responde Hiroshi, sinceramente-, aunque opino que el mio es un poco mejor -señala sonriendo-. Le dejaría comprobarlo por usted misma, pero no quisiera comprometerme con nadie antes del almuerzo.

Observa con una vaga faceta la puerta detrás de la cortesana, para después volver a fijar su atención en ésta.

La mujer se gira lentamente ante el Grulla, acercándose a él al hacerlo. Con el movimiento, que parece alargarse en el tiempo, el cabello de Saiko se derrama en su espalda, como una negra cortina de seda que se abriera para dejar entrever la curva blanca y suave del cuello, de la nuca. Al acercarse, las puntas del pelo casi rozan el rostro del bushi, por lo que éste es perfectamente consciente del aroma que desprende.

La otra seda, la de su kimono, aletea a su alrededor acompañándola, mariposas jugando con su piel, pegándose a ella y describiéndola en un sólo estremecimiento.

-No preciso tocar tu pelo para saber que es de verdad, y no discutiré si es más bello que el mío. Blanco y negro son complementarios, no enemigos, ¿a qué competir? Como ves, ambos ganan uno junto al otro.

Acabado el giro, queda de cara a Hiroshi, y simplemente haciendo una inspiración profunda él sentiría su contacto. Levanta sus ojos hacia los suyos, muy próxima, de modo que sólo la leve máscara de maquillaje y tela les separan. Busca el azul de sus pupilas, y cuando lo encuentra, se sumerge en él.

-¿No crees que lo mismo podría decirse de nosotros, samurai, que ganaríamos si en lugar de enfrentarnos uniéramos nuestros recursos...?

Hiroshi no puede evitar levantar ligeramente el rostro cuando el pelo de Saiko-san casi roza su nariz, tomando algo de aire y sonriendo discretamente ante el aroma del perfume. Sus ojos vagan por el cuello de la cortesana y suben para concluir fijamente en su mirada.

-No es una mala idea -susurra, sereno-, pero quizás me incomodaría cerrar tratos con una mujer tan hermosa como vos ¿Cómo sabré si no tratais de seducirme?

-¿Seducirte? Seducirte... ¿qué quieres decir exactamente con esa expresión, Hiroshi-san...? Intento combinar los medios de los que tú dispones con los míos para que juntos seamos más efectivos en la tarea que ambos hemos aceptado... Seducirte... La seducción es el arte de las mujeres que desean convencer a aquellos a los que no pueden acceder con sus propios méritos. Es engaño...

Los ojos de la mujer siguen fijos en los de él, y habla con convicción, acompañando sus palabras de un ligero mohín de enfado, que da a su nariz un gesto gracioso y casi infantil. Al enfatizar aún se acerca más, de modo que el bushi puede darse perfecta cuenta de los rasgos perfectos de su rostro, que la trasparencia de la berve y delgada máscara de tela no pueden ocultar a esa distancia.

-¿Crees que estoy seduciéndote, engañándote? ¿Es que piensas que porque sea una Escorpión y cortesana, porque pienses que soy hermosa, ya sólo puedo buscar de tí una rendición sin condiciones? Quizá debieras pensar en que es posible que busque colaboración, de igual a igual, quizá pudieras llegar a creer que soy una mujer que tiene una mente, además de un cuerpo... aunque éste te guste...

-¿Cómo voy a saber si me gusta -responde, sonriente, acercando su boca a la oreja de Saiko-san para hablar en un cálido susurro- si todavía no lo he visto del todo?

Apartando su cabeza de la cortesana y volviendo a la posición original, con su cuerpo peligrosamente próximo al de ella, cita lentamente:

-Será un placer -añadiendo un pequeño cabeceo a su afirmación-. Ahora, permitidme que os explique ¿Esperareis conmigo al resto de los invitados en el interior del comedor, o no puedo evitar que partais?

-Ya lo has evitado, al parecer. Así que sí, también para mí será un placer, me siento muy complacida de que aceptes mi propuesta...

Sin separarse del Grulla, se gira hacia él, y el mohín de enfado de su nariz desaparece. Le sonríe, muy cerca ambos rostros, mientras abre su abanico y lo lleva hasta ellos, abanicándose, y también a él al estar tan próximo, lentamente.

-El ambiente se ha vuelto muy cálido, ¿no crees? esto nos irá bien. Dime pues, ¿qué quieres que te permita explicarme, Hiroshi-san...?