Partida Rol por web

En el interior, se escucha la voz de Mariko reprendiendo e interrogando a los bandidos restantes. No lográis oir qué les está diciendo.

Me coloco mi sombrero de caña sobre mi cabeza, mientras mis ojos observan por última vez el cuerpo inerte, erguido y con paso firme me alejo del lugar. Levanto la mano en señal de despedida

Takuro observa alejarse a Yukio por unos instantes. Rudo, parco en palabras, falto de tacto y, sin embargo, el Tejón se ha ganado su respeto. Al gesto de despedida responde con una ligera reverencia.

-Creo que será mejor que yo me quede a custodiar el cuerpo de Takeo. Algún ratero podría aprovechar la situación. ¿Serías tan amable de dar tú el aviso en palacio?- propone a su compañera de clan.

Os doi la oportunidad de morir honorablemente en otro momento , marcharos lo mas lejos que podais por que si vuelvo a ver vuestros rostros , me encargaré personalmente de que vuestra muerte sea la diversión de otros , ¿queda claro?- les digo mirandoles duramente a los ojos esperando su sumisión- pero antes de que me marche necesito saber donde puedo encontrar al tal Jutori y a ese samurai del pez.

Un saludo de despedida a Yukio, y después, una revelación. Kaede... Hoja de Arce. ¡Vaya! Un mundo de implicaciones, si duda...

-Si, haré como pides. Iré hacia allí, y mandaré a que vengan a buscar el cuerpo. Sin embargo, antes quisiera comprobar que Mariko-san está bien. Quizá haya tenido problemas con esos hombres. ¿Me acompañas?

Y con una inclinación, sin esperar respuesta al estar preocupada por la Matsu, Saiko se dirige hacia el interior del almacén.

Takuro se asoma al almacén, permaneciendo en la puerta para vigilar al mismo tiempo callejón.

Ambos bandidos se miran de reojo extrañados por tu pregunta. Señalando OTRA VEZ la puerta de la calle, dicen -A... acaban de salir... por ahí.- y en ese momento, Takuro y Shosuro Saiko se asoman por la puerta del almacén.

En el interior, Matsu Mariko mira fieramente a los dos bandidos restantes, que se inclinan reverentemente ante ella. Uno de ellos está señalando precisamente en vuestra dirección, hacia la puerta.

Meditas mansamente sobre lo ocurrido mientras te marchas a palacio, de nuevo herido, de nuevo escandalizando con tu bizarra apariencia (un samurai impábido caminando sólo con la herida abierta rezumando) a los ciudadanos. El sol se va poniendo en el horizonte y ha empezado a ocultarse tras del palacio Doji cuando llegas a él.

Cuando ve a la samurai-ko y a los dos bandidos, Saiko se relaja, su preocupación se aligera a pesar de la situación y de todo lo sucedido.

-¡Me alegro de ver que tienes la situación bajo control, Mariko-san! ¿Podéis tú y Takuro-san acabar de relatarme lo sucedido aquí antes de que parta hacia el Kyuden para dar noticia de lo sucedido? Y... ¿Quizá quieras que nos llevemos allí a estos hombres, como prisioneros...?

Creo que lo mejor es que esto acabe aquí y ahora - digo , y en dos movimientos fluidos separo sus cabezas de sus troncos.
Creo que no tendremos que tomarnos mas molestias con ellos-digo en tono neutro-, ahora podemos hablar mientras salimos al esterior- y pego unos pasos hacia el esterior-.

Takuro intenta no mostrar reacción alguna ante el ajusticiamiento, pero la manera en que juguetea con su trenza le delata.

Apartando la mirada de los dos desgraciados, cuyas vidas consiguió prolongar por menos tiempo del que imaginaba cuando les conminó a rendirse, se aclara la garganta antes de responder a Saiko.

-No hay mucho más que podamos añadir a lo que ya sabes. Como ya os dije en el almuerzo, vi a Takeo estudiando con mucho interés la puerta de acceso al recinto de los monjes, justo por donde escaparon. - gira la cabeza ligeramente hacia los decapitados - Cuando seguimos el rastro de sangre y armas caidas hasta allí, los hombres de fe se mostraron esquivos. Para mi, eso dejó muy claro que habían colaborado de alguna manera con ellos. Por lo menos, les encubrían. Bajo una de las casas partía éste túnel y lo seguimos. ¿Qué hacía Yukio con ellos? ¿Qué hablásteis con Takeo antes de llegar a las espadas? - llega el turno de sus preguntas.

-Al parecer Yukio había tenido conocimiento también de que algo así se preparaba, y había tramado con Hoturi-sama seguir el juego, como si lo hiciera por dinero. Yo me interpuse sin querer, al no conocer sus intenciones. Por eso fingió un secuestro. Los bandidos nos llevaron por los subterráneos hasta este almacén, allí Yukio esperaba conocer al que había tras todo esto. Pero quien apareció fué Takeo, y eso creo que no lo esperaba Yukio. Takeo no se creyó que Yukio se hubiera vendido por dinero, así que le prendió también. Pero Yukío se había comprometido con Hoturi para informarle de quién estaba tras los hechos, así que cuando Takeo ordenó nuestra muerte, decidimos escapar.

Se queda unos segundos pensativa.

-Takeo dijo cosas... aunque no aclararon nada desde mi punto de vista, no por ahora. Dijo que su padre se había visto forzado a esa boda por su familia, por sus primos, que son los cabezas de la familia. Una novia conveniente. Aunque no era así, no les interesaba, que la boda servía a otros intereses. Que había sido sugerida por otros, pero no llegó a decir quién. Todo el misterio reside ahí. Y que él buscó una salida honorable a la situación, para su padre, sobre todo. Pero también dijo, y no sé por qué, que le dolía porque no sería honorable para los Bayushi...

-Un plan muy arriesgado, aunque funcionó. - asiente.

Las explicaciones sobre la elección de la novia, sin embargo, no hacen sino abrir nuevas interrogantes.

-Debo hablar con Kaede. Cuando vuelvas con los criados y el cuerpo de Takeo sea retirado, intentaré reunirme con ella.

-Muy bien. Y me gustaría estar presente, si no te importa. Todo lo sucedido está vinculando mucho a nuestro Clan, así que me siento con la obligación de descubrir lo que pueda por partida doble. Como Magistrada, y por propia responsabilidad. Espero llegar pronto con ayuda.

Saiko saluda a Takuro con una inclinación cortés, y se gira hacia la Matsu. Si la muerte de los dos bandidos ha afectado a la cortesana, no lo ha dejado traslucir lo más mínimo. Así que con tono completamente neutro, inquiere:

-¿Vienes conmigo, Mariko-san? No hay tiempo que perder...

Por supuesto que os acompañaré-digo mientras me coloco a su lado- comparto su rapida decisión Shosuro-san, debemos informar inmediatamente de lo acontecido.